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A Lucía (2)

en Poesía Erótica

No me abraces tan fuerte, me haces daño,
hazlo igual que ayer cuando llegaste,
con ese tierno abrazo que me mata
y me deja sin fuerzas, sin aliento,
que consigue llevarme en volandas
hasta el cielo, mecida entre tus brazos.

Enséñame tus ojos verde claro,
porque quiero perderme en tus pupilas,
y beberme las lágrimas que nacen
antes de resbalar por tus mejillas.

Dame tu mano, amor, dame tu mano
porque voy a llevarla hasta mis senos,
quiero sentir en ellos la dulzura
del suave recorrido de tus dedos,
notar como mi piel vibra al contacto
de la tenue caricia que me otorgas.

Muerde mi boca, cielo, con cuidado,
que mis labios son fresas y esta fruta
requiere ser probada lentamente,
sin prisas, poco a poco, paseando
tu lengua sobre ellos, suavemente.
No debes preocuparte que mis besos
jamás se acabarán mientras existas.

Juntémonos los vientres ¿a qué esperas?
¿no me ves como tiemblo, amor mío,
deseando esa unión como una loca?
Quiero sentirte cerca, estar pegada
ya que no puedo estar en tus entrañas
y que me hagas vivir como si fuera
la semilla que crece hasta parirme.

Quiero sentir tu sexo contra el mío,
mezclar el néctar que en la fuente brota,
convertir nuestros ríos en torrentes
y gozar con el roce acelerado
hasta llegar al mar de nuestro orgasmo,
y después reposar abandonadas,
pero unidas de nuevo, como entonces…..

(No quiero despertar, amor. ¡NO QUIEROOO!)



A Lucía.

Maganda. 5 de mayo 2.010