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Delicia

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Delicia

Siento como se me humedece la piel mientras la recorre tu furiosa lengua. Decidiste hacer de mí tu postre favorito. En tibias sábanas me sazonaste, cubriéndome de la dulce miel de tu saliva, tus expertas manos hallaron en mi intimidad el sabor prohibido del deseo, tus dedos exprimieron mi interior sustrayendo mi delicioso jugo y te lanzaste a beber de mí con sed ansiosa, con voracidad felina. Y fuiste arrancando con cada lamida gemidos que me arrastraron al delirio y a la desesperación. ¡¡Mmm cómo te deseo adentro de mí!! Es imposible contener estas ganas, este impulso fatal. Te quiero acabar.

Mi mirada de perra en celo, mi piel sudada, mi respiración cortada, mis labios rojos, mis pezones duros, pero sobre todo ese aroma, el aroma dulce y ácido del deseo incontenido ese sabor que te quedó en la boca, todo te dice que ya no aguanto más, que no me podes hacer esperar, que me urge tu carne.

Y verme así, sentirme así, te excita, podes sentir como la sangre fluye hacia tu erección, tu carne ansía la mía. Y puedo verte con la piel brillante con los labios húmedos, con los músculos tensos, con toda tu virilidad apuntándome a la cara, sos una imagen deliciosa, que me hace agua la boca.

Me incorporo, nuestros rostros se rozan, me embriaga tu aliento caliente, lamo con deleite tus labios saboreando los restos de mis jugos, y me apretás contra vos; puedo sentir tu pecho empapado sobre mis pezones turgentes rodeo tu cuerpo con mis muslos y te siento penetrarme. Te clavas en mi cuerpo perforando mis entrañas rozando mi intimidad y te abrazo, quiero que te pierdas en mi, despertaste mi hambre y te devoro y te enloquece sentirte devorado; por eso queres más por eso tirás de mis hombros hacia vos y podes sentir como te sumergís, como te traga mi humedad.

Quiero sentirte gozándote en mí, quiero colmarme de tu exquisita leche, de tu sabroso néctar, pero aún no es tiempo, queres más de mí. Con suavidad me tirás sobre las sábanas dejándome de espaldas a vos, puedo sentirlas pegándose en mi piel sudada mientras voy sintiendo a tu lengua recorrer mi espalda degustando cada vértebra hasta llegar al cóxis y con círculos exquisitos masajearlo. Con maniática paciencia humedeciste y dilataste mi hoyito sellado, mientras tus dedos sobaban sin detenerse mí hinchado clítoris, mi aliento cortado el mar de jugos que bañaban tus manos te enloquecían más. Casi sin poder hablar te dije: - ponemela – y sentí como la cabeza hinchada y caliente se humedecía en la saliva que dejaste en mi culito y como suavemente la introducías abriéndolo cada vez más, una vez adentro empujaste con fuerza, mi grito se ahogo en las almohadas, despertándote un deseo incontrolable de alcanzar el máximo placer y lo buscaste en mi interior acelerando el ritmo de tus bombeos, tus manos no soltaban mis caderas y seguiste cojiéndome y cojiéndome hasta hacerme acabar compulsivamente. Los chorros de mi orgasmo se deslizaron por mis piernas embadurnando las sábanas mientras lágrimas de dolor y placer empapaban mis mejillas. Cuando sentiste llegar tu orgasmo saliste de mi para llenarme de leche la espalda, las nalgas y todo lo que estaba cerca.

Con una de tus manos frotaste la exquisita savia blanca y recostándote a mi lado me diste a lamer tus dedos pegoteados diciéndome: - acá está tu premio mi putita rica -, te sonreí, todavía llorosa y exhausta y me dediqué a saborear tus dedos uno por uno, mirándote con deleite.

Mmm que sabroso es descubrir que contigo podría ser la mas golosa… la mas puta