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Mi cuñada me desconcierta (2)

en Sexo Anal

Hola amigos como lo prometido es deuda, aquí estoy otra vez.

Como terminaba diciendo en mi anterior historia, mi relación con la guarra de mi esposa, iba de capa caída. Vivíamos juntos pero era como si cada uno fuera por libre, aunque nunca lo hablamos. Ella nunca supo, al menos por mí, mi aventura con su hermana. Claro que supuestamente yo no sabía lo suyo con el ex noviete de su hermana.

Cómo ya había probado el sexo anal, la historia cambió muchísimo, en lo que respecta a hablarlo con mi mujer. Cuando pasó algo de tiempo después de mi gran polvo con su hermana, comenzamos a enderezar la relación, aunque nunca sería como antes.

Follábamos, si….. pero no era lo mismo. Siempre la misma postura… siempre lo mismo… siempre los mismos jueguecitos… nada nuevo. Pero como os he dicho que había perdido la vergüenza, comencé a insinuarle a ella mi intención de que quería reventarle el culo.

Planeé una noche una velada en un restaurante que yo sabía le gustaba. La cena fue muy buena aunque la conversación fue bastante escueta. Cuando llegamos a casa, yo con algunas copillas de más, las suficiente para perder aún más la vergüenza, le dije que subiera a la habitación y que me gustaría hacer algo nuevo con ella esa noche.

-Algo nuevo, a qué te refieres? Me dijo.

-Pues no se, quisiera que me hicieras algo que nunca me has hecho.

-Pero si te he hecho siempre lo que me has pedido, me dijo ella algo escamada…

-Bueno tú sube y desnúdate que ahora subo.

Preparé algunas chucherías morbosas, para jugar y algo de aceite para un masaje. Iba a improvisar, a ver que salía.

Cuando subí ella estaba desnuda en la cama. Estaba acariciándose, eso no lo había hecho nunca, y me puso a mil. Simplemente estaba haciendo eso, acariciarse despacio sus pechos, bajando hacia su coño, aunque nunca lo llegaba a tocar, pasaba la mano por su culo y subía por uno de sus costados.

Pensé que usar comida en los juegos preliminares, era una gran idea. Cogí un bombón de chocolate negro que le encantan. Y comencé a pasárselo por sus tiesos pezones, para chupárselos a continuación. Directamente le comencé a frotar el bombón por el clítoris, empezando a derretirse, para a continuación chuparle este. Eso le estaba poniendo bastante cachonda, era mi intención… ponerle cachonda para hacer lo que iba a hacer.

-Dime qué quieres que te haga? Me preguntó…

-Me gustaría probar algo contigo, que nunca hemos probado.

-Hoy me has puesto muy cachonda y no puedo decirte que no a nada, creo. Dijo ella.

Lejos de saber lo que le iba a proponer, comenzó a meterse ni polla en la boca. Creyendo que era eso lo que le pedía. Es algo que me hace bien poco (chupármela digo) Me estaba sentando bastante bien la mamada. No lo hará mucho la muy zorra, pero lo hace bastante bien.

Mis veinticuatro centímetros de polla estaban dura y humedecida por su saliva. Como ya os digo era una cosa que hacía muy bien pero me lo hacía bastante poco, así que como la cosa iba de novedades, inesperadamente, llevó una de sus manos a la parte del perineo. Me estremecí y jadeé de placer. La miré extrañado y ella reía maliciosamente (Tenía la misma mirada que su hermana) Esa misma mano que había bajado, subió para acariciarme la polla, que estaba totalmente mojada. Con la mano mojada bajó otra vez. Esta vez bajó algo más y como jadeé más y me estremecí de placer al acariciarme esa zona, creo que entendió lo qué quería. Así que inesperadamente comenzó a bajar con un dedo y acariciarme mis glúteos. Lo hizo así para ver si aprobaba o no su acción. Como no le dije nada, abrió mis glúteos y comenzó a acariciarme el ano. El placer iba en aumento y la verdad es que tenía unas ganas tremendas de correrme pero quise esperar.

Su dedo se movía con bastante soltura por mi anillo de cuero, a la vez que me hacía una de sus mejores mamadas. Su boca se llenaba de carne cada ver que bajaba la cabeza. Tenía la capacidad de metérsela entera en la boca, notando yo como mi glande se introducía en su garganta. Para entonces ya me había metido casi la totalidad de su dedo en mi ano. Parecía que buscaba algo y lo encontró. Vaya si lo encontró. Comenzó a subirme desde las piernas un temblor placentero, unido a un placer indescriptible que salía de mi culo, los cuales unidos en mi polla, hicieron que me corriera en toda su boca. Ella abría más y más la boca para impedir que ninguna gota se escapara. Estaba alucinando con mi mujer, estaba metiéndose en la boca toda la lefa que estaba soltando mi polla. Me la enseño y….. Se la tragó. No podía dar crédito a mis ojos. Ella se reía de mi cara.

Comenzó a besarme con una lujuria que antes no había demostrado. No sé qué es lo que se había tomado, pero yo quería que se lo tomara a diario. Ella suele ser bastante más recatada en la cama, de ahí nuestra aburrida vida sexual. Se puso a horcajadas encima de mi, y comenzó a subir hasta ponerme su coño en mi boca. No podía hacer otra cosa que comérselo.

Mi lengua taladraba su rajita húmeda, llenándose de sus flujos toda mi cara. Estaba super húmeda. Ella se retorcía de placer mientras le acariciaba sus pechos. Me cogió las manos por las muñecas y me las llevó hacia sus glúteos. Comencé a acariciárselos por todo su extensión. Pero en esa postura no podía llegar a dónde yo quería. Así que le di la vuelta y le puse en la postura del 69. En esa postura mi objetivo estaba más "a mano".

Como dije antes y como era su deseo, comencé a acariciarle sus glúteos. Le pasaba el dedo índice por su raja pero sin ahondar mucho mientras le comía el coño. Cada vez le separaba más los glúteos y le apretaba los mismos en dirección a mi objetivo, su agujero negro…

Le dije que parara de chupármele que no quería correme otra vez en su boca, amén de que no podía concentrarme en lo que quería hacer. Así que la puse a cuatro patas, con su culo elevado y seguí comiéndole el coño. Ella estaba a punto de correrse ya por segunda vez, cuando aproveché para comenzar a acariciarle el exterior de su ano. Todo ello lo hacía sin parar de comerle el coño. Pero noté como ella cambió los gemidos cuando empecé a tocarle en esa zona.

Descaradamente mi dedo corazón le estaba acariciando el agujero prohibido y mi polla iba a estallar. En la mesita de noche había dejado el aceite para masajes, el cual cogí con algo de disimulo y se lo eché en su ano. Mi dedo se coló en su agujero prohibido, esperando una queja o desaprobación, pero lo único que obtuve fue gemidos de placer. Estaba abrumado… Sin dejar de meter y sacar el dedo de su culo, comencé a recordar las imágenes que vi, en aquel hotel en compañía de mi cuñada.

De estar abrumado, pasé a estar enfadado, por lo que me hizo. Así que sin tener ningún miramiento hacia ella, Me embadurné los 24 centímetros de polla en aceite, saqué el dedo y apoyé la punta de mi glande en su ano, el cual estaba ya más relajado y receptivo. Cuando fui a metérsele de un empujón, me dijo ella:

-Se tierno, ya sabes que es la primera vez.

Hija de puta, pensé. Miente como una cosaca, aunque no me caracterizo por ser vengativo, así que fui despacio. Me costó bastante que el glande entrara, así que usé más aceite. Me ayudó bastante y entró más fácilmente, pero sólo había superado la primera barrera. Todavía faltaba el anillo interior que es más difícil. Fui dándole vaivenes lentos pero en cada uno de ellos mi polla entraba algo más y más. Hasta que cuando me di cuenta, tenía toda mi polla, dentro de su culo.

Mis vaivenes fueron cada vez más rápidos, tanto que incluso creo que le estaba haciendo daño, pero no me importaba. Era mi pequeña venganza. Por cada quejido que emitía, gritaba de placer. Me estaba cabreando, así que le empujaba con más fuerza. En una de las veces que paré para descansar un poco, aproveché para hacerle una foto con el móvil, que disimuladamente cogí una de las veces que cogí el aceite.

Comenzaba a sentir que iba a descargarme ya, así que no lo retrasé. Tras unas cuantas embestidas, empecé a sentir que mi leche iba a inundar su culo, no tardó mucho en salir, borbotones y más borbotones de leche, que me ayudaron incluso a que las últimas embestidas fueran más placenteras. Me quedé dentro un rato, hasta que la polla estuvo más blanda y se salió prácticamente sola.

Ella se quedó tumbada, sin decir palabra.

-No tienes nada que decir? Le pregunté…

Siguió callada un pequeño lapso de tiempo, hasta que se dio la vuelta y me dijo:

-Quiero decirte algo…

-Pues aquí me tienes, qué pasa que no te ha gustado la variante de sexo que hemos tenido?

-Me ha encantado, dijo ella. Es que tengo que decirte algo qué quizás te va a doler.

-Yo sé lo que me tienes que decir, es más no lo sé por qué sea adivino, lo sé porque lo he visto… O al menos sé cuando pasó la última vez. Quizás quieras contarme, lo que pasó aquí, cuando salí de viaje con tu hermana.

Se quedó muda. Su mirada perdida hacia una de las cuatro esquinas de la habitación, la delataba.

Rompí el silencio…-Pues también yo tengo algo que contarte…

 

-------…….CONTINUARÁ…….-------