miprimita.com

Estrecha alianza de civilizaciones II (final)

en Interracial

Relato originalmente titulado

“Estrecha alianza de civilizaciones”. (2ª parte)

Estábamos terminando el servicio de aquella jornada, ya nos encaminábamos hacia nuestro cuartel, cuando nuevamente el teléfono comenzó a emitir la melodía de nuevo mensaje. Al abrirlo me terminó de alegrar el día: “Agente, ya stas tardando en tlfrme xra citarnos y devolverte algo d lo q t debo. Muack”

      Entregué la documentación a mis jefes y tras el visto bueno nos despedimos y dimos por finalizada la jornada, la verdad es que no veía el momento de quedarme tranquilo y llamar a Aisha:

-         Hola, guapísima

-         Hola, machote, ¿Cómo estás?

-         Por un lado contento de que te acuerdes de mi, por otro muy caliente

-         Mmmmmm… ¿por culpa mía?

-         Claro que sí. Quiero verte

-         Para eso me has llamado, ¿no?

-         ¿Te apetece esta tarde?

-         No

-         ¿Mañana?

-         Tampoco

-         ¿Pero no querías quedar conmigo?

-         Sí, pero quiero que vengas a mí ahora mismo, te invito a almorzar en mi casa, hoy estoy sola, mi familia está fuera de España de viaje.

-         Pero…

-         ¿No te apetece?

-         Sólo llevo ropa de uniforme, no he traído nada para ducharme aquí, en fin…

-         No hay problema, apunta la dirección y ven rápido que no te arrepentirás.

Ni que decir tiene que no perdí tiempo en más excusas y me encaminé raudo hacia el domicilio de Aisha, aunque la aventura me parecía un tanto alocada y descabellada, el deseo que me consumía por tener sexo con aquella bellísima mujer me hacía perder mi natural precaución.

Telefoneé a mi esposa, excusando mi ausencia con que había surgido la oportunidad de hacer horas extra y que me quedaría toda la tarde trabajando y me dirigí hacia la dirección que me había dado Aisha.

Llamé nervioso al timbre de su puerta y esta se abrió hasta la mitad; ocultándose a la vista de curiosos la persona que me había franqueado el acceso. Cuando me introduje en el portal comprendí por qué, pues Aisha estaba tras la puerta con un picardías absolutamente transparente que dejaba expuesto a mi calenturienta vista su conjunto de lencería interior, un precioso conjunto de encaje blanco que resaltaba aún más el bonito color tostado de su piel. El sostén aprisionaba bien altas sus fabulosas tetas, como una presa que lucha por contener la avenida de millones de litros de agua, en cualquier momento a punto de venirse abajo y dejar en libertad tanta agua… o tanta hermosura. La braguita era también de encaje, no completamente tanga, sino de talle alto sostenida por sus monumentales caderas, presionando un poco hasta hundirse levemente en sus carnes morenas, que recubrían protectoras y voluptuosas, en justa medida su talle opulento.

La tomé de la mano y como si estuviéramos bailando, mientras ella me sonreía pícara tras sus gafitas, la giré para admirar cómo le quedaba el conjunto por detrás, lo que no me decepcionó en absoluto. Aisha era presa de la celulitis, “presa” en el erróneo sentido que las mujeres lo consideran, pero que a nosotros no hace sino volvernos locos ante tan majestuosa voluptuosidad; sus nalgas opulentas quedaban delicadamente divididas por la tela del tanga, que desde su cintura descendía en forma de triángulo de tela de encaje y se introducía en aquella enormidad hasta desaparecer en las profundidades carnosas de uno de los culos más bellos que he tenido la oportunidad de admirar, acariciar y… mmmmmmmmmm

Cuando Aisha terminó de girar y quedó nuevamente frente a mi, me fundí en un apasionado beso, devorándonos ambos mientras acariciábamos nuestras caras, suspirábamos roncos de deseo, nuestras lenguas querían llegar hasta lo más profundo del otro, se entrelazaban, salían ansiosas de nuestras bocas y lamíamos cara, cuello, orejas, para volver con redoblado ímpetu al interior de nuestras bocas. Mientras, mis manos no permanecían ociosas, acariciando aquellas tetas que me tenían loco desde la mañana, disfrutando la recompensa de poder disfrutarlas por fin, sopesándolas, hasta que impaciente solté los corchetes de la prenda y liberé aquellas dos maravillosas montañas mágicas, bamboleantes, luchando por mantenerse juntas y erguidas pero sin conseguirlo, pues la gravedad castigaba su magnificencia. Sus pezones eran sonrosados y espectaculares, erizados de deseo. Aisha gemía y se recostaba en la pared, dejándome hacer, caliente como yo y acariciando mi polla sobre el pantalón. Comencé a tocar su coño sobre la braguita y estaba empapada, casi lloraba de gusto de sentirse nuevamente tocada, era una mujer hermosa y muy caliente, un verdadero regalo de la naturaleza.

-         Para, para, deja de tocarme porque me correré aquí mismo y quiero estar caliente como una perrita para lo que te voy a hacer.

-         Uuuuuufffffff no me hagas parar más, cariño, estoy disparado…

-         Pues tendrás que aguantar. Por cierto, hueles a tigre, espero que folles también como un tigre.

-         Discúlpame, por eso no quería quedar ahora, llevo toda la mañana pasando calor montado en el coche, me hubiera gustado asearme antes de verte

-         No te preocupes, que ahora seré yo quien te asee, estaba previsto y forma parte de la idea que tenía, acompáñame al baño.

La seguí por un largo pasillo, hipnotizado por su culo que oscilaba de un lado a otro obedeciendo a sus voluptuosas caderas, hasta introducirnos en un cuarto de baño de inmejorable aspecto, con una gran bañera en el extremo, en la que Aisha me ordenó introducirme tras despojarme de todo mi uniforme.

Allí estaba yo, desnudo y con la polla a punto de estallar, erguida y desafiante apuntando hacia Aisha, que sonriente abrió el grifo de la ducha y comenzó a desnudarse, quedando sólo con sus braguitas. Tras esto comenzó solícita a dirigir la ducha hacia mí, aplicándome agua tibia por todo mi cuerpo, acariciando al tiempo que me limpiaba concienzudamente, tras lo que tomó una esponja y le aplicó un fragante y cremoso gel, con el que procedió a volver a lavar todos los recovecos de mi cuerpo, sin prisa, al tiempo que me miraba sonriente a ratos y otras veces lujuriosa. Dejó mi polla para el final, aplicándose en enjabonarla a conciencia, así como mis testículos, a los cuales dedicó especial cariño y delicadeza, no parando en mientes de aplicar el mismo tratamiento a mi ano, el cual primero enjabonó con la esponja y luego masajeó con su dedo índice, incluso osando introducirlo un poco, tanteando el terreno, juguetona, y tras comprobar que yo no protestaba, lo baqueteó un poco, dándome un extraño gusto anal, ya que el dedo de Aisha era fino y delicado y el gel le permitía jugar con mi culo sin dificultad.

Tras finalizar el enjabonado, volvió a aclarar con agua tibia, indicándome a continuación que me sentara en el amplio y cómodo escalón que tenía la bañera, procediendo ella a despojarse de su braguita y entrar conmigo en la bañera.

-         Ahora viene el comienzo de tu premio –al tiempo que se arrodilló ante mi, tomando mi polla entre sus deditos delicados y haciendo que sus tremendas tetas la abrazasen haciéndola casi desaparecer-, pero no creas que te voy a dar una simple mamada, te voy a dar la mejor chupada de huevos que te hayan dado en la vida, vas a correrte como un burro, pero antes te voy a lamer estos huevos que he limpiado tan bien para poder lamértelos y chupártelos con gula…

Dicho y hecho, Aisha introdujo su cabecita entre mis muslos, dando comienzo a una enervante serie de lametones de su traviesa lengua sobre la piel de mis testículos, pasando a introducirse uno de ellos en la boca mientras con su manita masajeaba con maestría y lentitud mi polla, en una suerte de morosa masturbación que aumentaba el goce que me proporcionaba su chupada de huevos. Su boca ardía, quemaba mi piel, pugnaba y conseguía introducir ambos testículos a un tiempo dentro de ella, torturándome con su punzante lengua, estirando sin misericordia la piel de mi frenillo, hasta combar hacia abajo la totalidad de mi polla. Yo estaba en el séptimo cielo, y para terminar de redondear el disfrute, comencé a lanzarle una batería de comentarios depravados que sólo tienen lugar entre una pareja cuando se hallan en una situación como la que nos ocupaba en ese momento.

-         Eres una putita chupona, aaaaaaahhhhhhh, sigue comiéndome los huevos… oooogggggggghhhh, los tengo hirviendo, me voy a correr comosigas así… mmmmmmmm

-         ¿Te gusta que sea así de cerdita?

-         Claro que sí, me gusta verte arrodillada, con esas tetas dándome en las rodillas, pero deja de hablar y vuelve a meterte los huevos en la boca, que te voy a dar leche.

-         ¿Dónde quieres dármela?

-         Donde la quieras, te la estás trabajando y es para ti donde la quieras.

-         La quiero en mi boca y en la cara, quiero que me eches la corrida en la cara, porque noto tus huevos muy cargados, quiero que toda esa leche me caiga en el rostro.

-         Mmmmmmm… muy bien, pero no te dejaré limpiarte si me corro en tu cara, o te la tragas o te la dejas en la cara… uuuuufffffff, pero qué bien chupas, putita, sigue, sigue…

Aisha no sacaba los huevos de su boquita chupona, aumentando un poco más la velocidad de su paja, sin cesar de rozar sus magníficas tetas contra mis piernas, entre el calentón de la mañana y la espectacular mamada de huevos, mi eyaculación no podía contenerse más, por lo que se lo anuncié a Aisha:

-         Me corro, putita, ten cuidado, que no se caiga nada de mi leche, tómala toda aaaaaaaahhhhhhhhhhhh, qué gustooooooo

Comencé a eyacular copiosamente, varios chorros de esperma denso y caliente, que Aisha magistralmente dirigió hacia su cara, sin cerrar los ojos, consiguiendo que mi corrida le cruzara la cara y la regara abundantemente. Tras esos tres o cuatro chorros iniciales, introdujo mi polla en su boca y comenzó a chupármela con gula, pero controlando los movimientos de su boca, que eran profundos y lentos, sin permitir que ni una gota de semen quedase en el interior de mi miembro viril. Chupaba sin ansia pero con estudiado método, aumentando la satisfacción que de por sí me proporcionaba el orgasmo. Aisha permitía que algunas gotas de semen resbalaran por el tallo de mi polla, para recogerlas con su lengua e introducirlas golosa en su boca, degustando mi corrida como si fuera un manjar, decididamente esta mujer era una diosa felatriz, una de esas mujeres que no sólo hacen disfrutar al hombre con su mamada, sino que ellas mismas se satisfacen con su maestría felatoria.

Tras apurar las postrimerías de mi orgasmo, Aisha estuvo unos minutos estrechando su pecho contra el mío, restregando con dulzura sus tetas contra mi cuerpo aún jadeante, al tiempo que con un dedo recogía mi semen de su cara y lo introducía en su boca como si estuviera degustando un plato de deliciosas natillas. Tras dejar su cara casi sin restos de mi corrida, comenzó a besar mi cuello y a susurrarme dulzuras al oído, acariciado mi pecho, hasta que poco a poco  me recuperé, aunque si he de ser sincero, estaba disfrutando casi tanto con los cariños y caricias de Aisha, aunque sin llegar al culmen de su mamada de huevos.

Mi reina mora se incorporó, llenó la bañera de agua caliente y sales de baño con aceite aromático y me indicó que me diera un baño relajante, mientras tanto ella prepararía algo para almorzar y reponer fuerzas, se volvió a poner sus braguitas y el picardías transparente y se marchó del baño, dejándome allí relajado y saboreando el regusto de lo sucedido.

Al rato apareció de nuevo y me hizo pasar, vestido sólo con un albornoz, al salón, donde ambos nos sentamos muy juntos en el sofá. Aisha había preparado un pequeño refrigerio, durante el cual me contó un poco sobre ella, explicándome que su familia era de origen libanés, aunque ella se había criado en España; su educación era una confrontación constante entre las costumbres y usos tradicionales de su país de origen y las enseñanzas normales recibidas por cualquier chica española que asiste a colegios e instituciones de nuestro país. Resumiendo: que por un conflicto interior aún no resuelto, conservaba intacta su virginidad, pues así se lo habían inculcado sus padres hasta llegar al matrimonio, pero su vertiente occidental la impulsaba a vivir su sexualidad sin restricciones y con ese único tabú.

Mi gozo en un pozo”, pensé. Aisha adivinó mi decepción y rápidamente retomó la iniciativa.

-         Pero no te preocupes, que como has visto no me corto en el sexo y hoy no te irás sin follarme

-         No entiendo… acabas de decirme…

-         Que conservo virgen mi coño, pero mi culo es un volcán que te dará aún más placer que mi boca, si eso es posible.

Me estampó un húmedo beso en la boca, lo que unido a la perspectiva de disfrutar de ese enorme y hermosísimo culo, follándolo como corresponde, provocó mi inmediata erección, asomando impetuosa mi polla por el entreabierto albornoz. Como un caballero atento y que se precie no podía soslayar el deber de intentar devolver el gozo recibido en el baño, proporcionado por la lujuriosa boca de Aisha, decidí “contraatacar” con mi lengua: aquel coño merecía un cuunililgus como homenaje a su dueña, la más dulce, bella y sexy mujer que recordaba haber disfrutado; allí estaba, con su sugerente picardías transparente, sus braguitas húmedas y delicadas presionando sus caderas y su culo desbordantes, era un ánfora de carnes opulentas y redondeadas, una figura delicada y rotunda a un tiempo, oferente y ávida, una mujer de bandera.

La despojé del picardías y de la braguita, la llevé de nuevo a la cama en brazos –el único momento en que me resultó un poco desbordante tanta hermosura…- y la tumbé con delicadeza sobre la cama, comencé a besarla y a lamer su cuello, sus orejitas pequeñas y dibujadas para enmarcar su cara bella, sus mejillas coloraditas y redondeadas como réplica en miniatura de su culo desbordante y majestuoso, volvía a su cuello y a su nuca, retornaba para susurrarle al oído que iba a comerle el coño y el culo hasta que me regalase un orgasmo en mi boca, que me lo iba a beber como si fuera néctar…

Aisha gemía y mordía su labio inferior, estaba transportada a un cielo de lujuria y cariños, de mimos libidinosos, me susurraba que la tocase, sus pezones semejaban dos erectos pitones de vaca brava, en celo, pidiendo, y logrando, ser chupados por mí, mientras amasaba y sopesaba alternativamente aquellos pechos que en la mañana tanto me habían descentrado embutidos en la ropa de Aisha.

Cuando consideré que estaba preparada, introduje un cojín bajo su espectacular culazo, momento que aproveché para aquilatarlo y propinarle una serie de caricias, ponderando a su dueña lo magnífica y apetecible que me parecía aquella parte de su portentosa anatomía. Tras ello me coloqué entre sus torneados y extraordinarios muslos, que me dediqué a besar sin prisa, aumentando el frenesí y el deseo de Aisha porque comenzara a besar y lamer la zona que le ardía: su coño, que palpitaba y rezumaba fluidos vaginales producto de su estado de excitación febril, con unos labios vaginales abultados e hinchados por el bombeo de sangre a la zona erotizada, tornando su color a violáceo. No me hice esperar más y me apliqué a lamer su raja de arriba abajo, en toda su extensión, aprovechando la ausencia de vello, que sólo adornaba el suculento mollete de su monte de Venus, redondeado por la grasa que terminaba de embellecer su estupenda figura; con mis dedos separaba sus labios vaginales, ahondando en cada pasada de mi lengua el recorrido hacia el interior de su vagina, aunque sabedor de que mi exploración estaba restringida a los límites marcados por Aisha.

El tratamiento estaba dando estupendos resultados, Aisha respondía con primor a mis caricias bucales, retorciéndose de placer, pidiendo más, gozando de cada pasada de mi lengua, momento que consideré oportuno para empezar a atacar exclusivamente su hinchado clítoris, que semejaba en aquellos momentos un botón rosado y erecto, sobresaliendo visiblemente entre sus labios vaginales, cuando comencé a pasar lentamente la punta de mi lengua por los alrededores de su clítoris, aplicándole leves pero certeros toques en el centro del mismo, soplándole suavemente, dándole lametones circulares que recorrían todo el contorno de su pepita del placer. Aisha gemía y me animaba con un lenguaje cada vez más sucio y exaltado:

-         Ooooooohhhh, qué gusto… me vuelvo loca… sigue sigue, me estás dando mucho gusto, me voy a vaciar en tu boca… ooooogggggggghhh

-         Aún no, putita bella, quiero que tardes un poco más en correrte, ahora tengo que comerte el culo para prepararlo para la follada que le voy a dar…

-         Deja mi culo que luego me lo prepararás, tengo ahí lubricante, cremas… sigue lamiendo mi clítoris

-         De eso nada monada, prefiero lamerte el culo con la lengua, es más artesano y seguro que te gustará más la saliva calentita que una crema fría e impersonal

Apliqué mi lengua sobre su ojete, rosado y oferente, centro de unas nalgas redondeadas y apetitosas, mientras con la yema de mi dedo corazón no cesaba las atenciones hacia su clítoris enrojecido y ávido de  caricias.

El inicio de la lamida de culo, como no podía ser menos, enervó las terminaciones nerviosas de mi ofrecida amante, provocando una nueva oleada de suspiros, casi sollozos, pugnando entre las nuevas sensaciones que la impulsaban a interrumpir aquella extraña invasión que la enervaba y el placer que finalmente la obligaba a seguir entregando su culo al secreto goce.

-         Damelo todo, sigue, ooooh cómo lo gozo… chúpame el culo, eres un marrano.. nunca me habían comido el culo, pero me encanta, sigueeee…

-         ¿Te gusta, gordita bella? Pues ahora si me lo ruegas te voy a follar el culo con la lengua, pero tienes que rogarme que lo haga

-         Siiiiii, por favor, fóllame con tu lengua, nunca me lo han hecho, pero no dejes de darme gusto en el coño con el dedo… uuuffffff, sigue sigue

      Apliqué mi lengua enhiesta contra su ensalivado esfínter, que delató que Aisha ya había disfrutado las mieles del triunfo “per angostam viam”, pues sin dificultad lo relajó y mi lengua penetró el anillo sin demasiada oposición, comenzando a horadar su secreto más recóndito, barrenando, recogiendo sus flujos vaginales, que ya cubrían toda la zona adyacente de su coño: ingles, muslos, nalgas… todo lo recogía mi ávida lengua y lo redireccionaba hacia el centro del mundo en ese momento para mí: aquel agujero rosado y apetitoso que cada vez cedía más a mis envites, rindiéndose a los avances de mi lengua enhiesta, que ya taladraba sin demasiada dificultad hasta introducirse hasta la mitad en el culo de Aisha, que gozaba retorciendo sus dedos en la almohada, agitando arriba y abajo sus piernas, girando sus pies, cuyos deditos intentaban asir lo inasible, clara premonición de que su orgasmo no tardaría en llegar, pues entre las atenciones de mi dedo en su clítoris y la follada de lengua en el culo, se sentía totalmente atendida y gozosa.

      Decidí no castigar su culo con mis dedos, para horadar y ensanchar aún más su esfínter, en aras de no perturbar el disfrute que Aisha sentía, dejando fluir a mi amante en la cuesta arriba hacia su clímax, que no se hizo esperar, estallando en mi cara con una profusión de jugos que terminaron de empapar mi cara, humedecer mi mano hasta la muñeca, poniéndome en dificultades para dominar sus movimientos convulsos y seguir aplicándole lengua, con delicadeza pero sin pausa que interrumpiera su orgasmo, hasta apurar el último estertor de su culminante clímax.

      Poco a poco fui levantando la presión sobre sus partes íntimas, incorporándome junto a ella, dándole un profundo beso en el que Aisha pudo saborear sus fluidos en mi boca, que agradecida me besaba dificultada por lo agitado de su respiración, la dejé recuperarse y disfrutar del orgasmo recién recibido, besándola y susurrando palabras dulces y sucias a un tiempo en su oído, explicándole cuánto me había gustado lamer su culo, qué buen sabor tenía, qué bonito era, cuántas ganas tenía de follarlo si ella me lo concedía, al tiempo que acariciaba sus enormes tetas, prodigándole besos a la más cercana a mi.

      Aisha no tardó en recuperarse y volver a pedir guerra, sabedora de su promesa y dispuesta a cumplirla.

-         Agente, no te habrás olvidado de que tienes que follarme, no?

-         De ninguna manera, pero sé que el ratito después del orgasmo hay que saborearlo con tranquilidad, porque es casi tan placentero como el anterior. ¿Estás segura de que quieres que te folle el culo?

-         Claro que sí, aunque cuando te estuve mamando la polla creo que me di cuenta de que me vas a poner en dificultades...

-         ¿Y eso?

-         La tienes un poco más gorda de lo habitual, he follado por el culo en algunas ocasiones, bastantes, pero tu polla gordita va a costar que me entre…

-         Vamos a intentarlo, no?

Aisha se colocó a cuatro patas sobre el borde de la cama, procediendo yo a ensalivarme la polla cuanto pude, además de aplicarle nuevamente con mi lengua una generosa cantidad en su ojete, que aún estaba semidilatado por los afanes de mi lengua. Tras aplicar la saliva, me reincorporé y tomé un poco de distancia; Aisha se extrañó:

-         ¿Qué haces, por qué has parado?

-         Porque necesito parar un poco para admirar tu hermosura –comencé a describirla mientras mis manos acompañaban con caricias las zonas que iba desgranando para mi amante-, necesito contemplar tu culo excelso, redondo como un planeta en el que ahora quiero quedarme a habitar, tus caderas impresionantes, curvadas y mullidas, con una piel suave como melocotones maduros, tu espalda bella y morena, con esos brazos redondeados y carnosos, tan apetecibles, tus tetas que ahora mismo cuelgan y repican a gloria, tus muslos que comería sin dudar mientras me lo permitieses, tus pies menudos y cuidados… lo único que me impide seguir admirándote es la necesidad imperiosa que tengo de acercarme de nuevo a ti para follarte…

Comencé a besar su cuello, a susurrar a su oido cuánto me gustaba, lo ardiente que era… Aisha era ya un volcán que reculaba indómita buscando la punta de mi polla, intentando encajarla en el lugar adecuado para ser ensartada, pues su calentura ya sólo podía ser desfogada de esa manera. Cuando logró alinear mi sexo con su esfínter, reculó de inmediato, comenzando a barrenar e iniciar la penetración.

      De inmediato comprendí que Aisha llevaba razón: le costaba que mi polla avanzara, pues aunque no es nada del otro mundo, parece que sí tenía un grosor algo mayor del que ella toleraba, no obstante, aquella mujer se veía decidida a entregarme su culo en aquella maravillosa tarde.

-         Cariño, si te duele no es necesario que sigamos, a mí me encanta, pero podemos intentar algo distinto…

Por toda respuesta, Aisha me tomó de la cadera, mordió un almohadón y retrocedió lenta e inexorablemente hasta introducir todo mi prepucio y más de la mitad del tallo, exhalando un gemido hondo y sentido; estaba sufriendo un severo castigo anal, pero su amorosa entrega me tenía subyugado. Con el mayor de los cuidados comencé a acariciar su clítoris, sabedor de que ese placer ayudaría a mitigar el dolor de su maltratado esfínter, al tiempo que embadurné nuevamente de saliva todo el contorno de su culo y la porción de mi polla que aún no estaba alojada en su tórrido intestino.

Poco a poco Aisha fue relajándose merced a mis manipulaciones vaginales, momento en que con renovados bríos volvió a retroceder y terminó de introducirse toda mi polla, mis huevos ya chocaban con la maravilla natural de su coño, confundiéndose con mi dedo corazón que no daba descanso a su clítoris. Nuevamente se hizo la quietud y la aclimatación al nuevo castiga anal:

-         Buuuuuffff qué trabajo me está costando… está ardiendo, me quema tu polla en el culo, pero me gusta entregártelo, quiero que me lo folles…

-         ¿Estás segura de que quieres que empiece?

-         Claro, tómalo y disfrútalo es tuyo y estoy muy cachonda de pensar en lo que estoy haciendo para que disfrutes follándome. Dale poquito a poco cada vez más duro, fóllame bien follada, vamos…

¡Qué maravilla de mujer! Allí estaba, ensartada por el culo, bufando con cada una de mis embestidas, sufriendo el roce de mi polla en su dilatado esfínter, al tiempo que su coño se hacía agua con la excitación de mi masturbación. Mi polla ya resbalaba sin demasiadas dificultades por su conducto anal, merced a la lubricación realizada y a la obligada dilatación a la que el bombeo estaba sometiendo al libidinoso culazo de Aisha, sus nalgas temblaban con cada golpe de riñones que yo empleaba para enviar mi polla hasta el fondo de su ano, mis manos se aferraban a las poderosas caderas de aquella mujer que me estaba matando de placer, sus tetas bamboleaban al ritmo de la tremenda follada que le estaba propinando, dándome un añadido goce visual. Aisha, muy receptiva ya a la enculada debido a mi trajín masturbatorio, retorcía su carita hermosa, perlada de sudor, para mostrarme una expresión perfecta mezcla de vicio y placer.

-         Dame fuerte, párteme el culo, que es tuyo y lo estoy gozando

-         ¿Te gusta, perrita bella?

-         Siiiiiiiii, sácala toda y métela hasta el fondo, que me corro de gustoooo… huuuuuummmmm qué rico…

Aisha comenzó a correrse abundantemente en mi mano, notaba los espasmos de su coño mientras emitía una notable cantidad de fluidos vaginales, mientras apoyaba su cabecita en el almohadón y se relamía de gusto, con una sonrisa beatífica. Yo continuaba a lo mío, aunque mi eyaculación no podía diferirse demasiado, pues Aisha, su culo orondo, carnoso, prieto y dulce, me estaba matando de gusto, una suerte de muerte dulce, mientras mi polla vencía las últimas resistencias del maltratado esfínter de aquella beldad, que ya se encontraba completamente desmadejada, bellísima en su decaimiento, con el pelo pegado a su cara guapa, enrojecida por el fragor de aquella batalla anal que estábamos librando y de la que íbamos a salir victoriosos ambos.

  Finalmente, tras anunciarle que no podía resistir más tantísimo placer, me agarré firmemente a sus caderas poderosas e inmovilicé su culazo impresionante, procediendo a enviarle varios pollazos hasta lo más hondo de su culo, sacándola casi totalmente, contemplando cómo ella ya no era la dueña de su esfínter, revelándose incapaz de contraerlo ante tanta polla como había recibido; aquellos últimos embates precipitaron mi orgasmo, lanzando varios chorros de esperma hirviente dentro de los intestinos de mi bella Aisha, que gemía dolorida por el rigor de estos últimos pollazos, pero deseosa de recibir el merecido premio a su emputecimiento anal. Continué bombeando unos segundos más para terminar de eyacular en aquella maravilla de culo, apurando las postrimerías de mi menguante erección, degustando cada roce de mi polla contra la piel enrojecida y agradecida de Aisha, goteando mis últimos restos de semen, procurando que ni una gota se derramara fuera del culazo más bello y hermoso que jamás follé.

  Poco a poco, por mor de su propia flacidez, mi polla fue expulsada del ano de Aisha, a la que pedí que continuara, sensual y espectacular, a cuatro patas, ofrecido y abierto su culo, dilatado su esfínter ofreciendo una vista de sus profundidades enrojecidas hasta sangrar, palpitante, la tuve en esa postura, ponderando cuánto me gustaba su figura, su forma de follar, toda ella, hasta que poco a poco el semen comenzó  a derramarse de su culo, realizando una fotografía –naturalmente con su permiso- con mi teléfono, de una toma en la que para siempre recordaría a mi amante en esa postura, ofrecida, follada hasta el límite por su culo, derramando mi semen por sus nalgas… el summun de la belleza femenina. Gracias bella Aisha.

  Dedicado a todas aquellas mujeres que no se someten a los dictados de lo que debe ser una mujer bella en determinado momento o según pregrinos criterios subjetivos, sino que lo son de forma intemporal y absoluta, a la par que son reales, imperfectas pero hermosas, naturales como la vida misma, alejadas de cánones irreales y absurdos, pero capaces de revelar a un hombre dispuesto lo que es una verdadera mujer. Como espejo de esa mujer lo dedico especialmente a mi reina mexicana Renata.

Besos a todas y agradeceré sus comentarios.

Dyomedhe@hotmail.com