Este relato que os cuento, es completamente certero.
Es la historia de un duende, malévolo y traicionero.
Encontrose con una hacedora, muy dispuesta en la tarea
Involucrándola en delito, por satisfacer su apetito.
El duendecillo listillo, pidió algo prohibidillo
Y la hacedora inexperta, concedió toda dispuesta.
Las hadas de la mañana, alborotadas estaban
Entregándose a la colecta, del néctar de madrugada
El alimento de las hadas, en las flores ya no estaba
Un conjuro muy sombrío, llegaría ya tardío
Todo él en el caldero, en algún lugar, empero
Sin alimento yo os cuento, que aquellas pobres desdichadas
En aquella sombría jornada, desfallecieron de gana.
El duende quedó al descubierto, por su huella por supuesto
Y la hacedora colaboradora, desterrada y enojada.
Expulsados por derecho, con razón y a lo hecho pecho
Peregrina la hacedora, sin función de provecho
Sigue vagando sin techo, no lo dudéis es un hecho.
Pues esta pobre desafortunada, sigue estando castigada.
Y he aquí que la que os cuenta, es la misma desgraciada
El rocío del caldero, ya corrupto se había vuelto
Y en castigo a lo ocurrido, a la hacedora prendieron
Bañándola en las putrefactas aguas, así la convirtieron
En la húmeda hacedora, aspirante a escritora.
Al duende sin embargo, el castigo llegaría
mas tarde en aquella jungla, en juguete se convertiría
para satisfacción de los hombres, niños y minorías.