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Disfruto exhibiendome

en Voyerismo

                               Soy felizmente casada, con dos hijos adolescentes y a mis casi 46 años, me considero una mujer apetecible. Rubía, de 165 de estatura, senos prietos y de buen ver. Culito respingón y eso sí, unas piernas que según opinión de mis amigas, son muy lindas. Me gusta la ropa ajustada, buen escote y la falda o el vestido muy corto. Nunca uso pantalones, por lo que expreso a continuación......

                            Mi marido, es muy clasico en el sexo. Mayor que yo, se limita a la postura del misionero y cualquier sugerencia o posible renovación lo encuentra "pecaminoso o antinatural". Con éste handicat llevo 20 años casada y reprimiendome en mi exposición de sexo. Nunca he engañado fisicamente a mi marido. ¿ Por amor, por conveniencia, por miedo.....? Así ha sido mi transcurrir por la vida sexual. Pero eso sí, siempre me ha encantado ser algo provocativa y alegrar la vista de los demás hombres, pero con la habilidad que lo poco o mucho enseñado o sugerido, siempre lo he cubierto con la capa del "descuido" para no dar alas.

                            La cuestión es que de siempre me ha gustado calentar al macho y que de unos años para acá, siento la necesidad acuciante de sugerir, provocar y notar las miradas libidosas de los mirones. Disfruto con ello y me pongo a cien. Pero de ahí no paso........hasta ahora.

                           Al vivir en una gran ciudad, donde el anonimato es más factible, me gusta coger el autobus y hacer el recorrido más largo con el único fin de exibirme y enseñar. Procuro sentarme en uno de los asientos que están por encima de las ruedas del autobús, con el fín de que al ser mas alto que los demás, me facilita el mostrar mi ropa interior y las piernas en su totalidad. Me encanta mostrarme a un sólo hombre y si es un jovencito, mucho más. Cuando noto que su mirada está fija en mi, con disimulo voy abriendo las piernas hasta mostrar por completo mis braguitas. El mirón clava su vista en mi y yo miro hacia fuera aunque con el reflejo del cristal le observo atentamente. Así voy poniendo cachondo al ejemplar elegido y que observo detenidamente. Muchas veces, me regodeo al ver como por su insistente mirar, se pasan de la parada y muy aprisa tienen que bajar en la siguiente. Entonces, si, entonces les ofrezco la postura mas sugerente y la visión más completa. E incluso a veces, una sonrisa de complicidad les envío como premio por su mirar.

                         Siento especial atracción, cuando el mirón es un chico joven e inesperto. No siempre, debido a la ocasión, pero observo detenidamente como un bulto se marca en su bragueta y se hace mas evidente contra más me mira y yo más enseño. Procuro llevar tanga o braguita de color claro y al tener mi pubis cubierto con una gran cantidad de pelo negro y que no me afeito para poderlo exibir, hace que mi entrepierna sea muy sugerente. Si ello es posible, al rato me levanto y agarrada a la barra de sujeción del autobús, acerco mi escote para enseñarles mis tetas. La visión de mi admirador queda más que completada.

                       Procuro llevarles casi al límite y siempre procurando no darle más alas que las necesarias. Alguna que otra vez, he sentido un miembro duro contra mi culo provocativo y me he dejado tocar con las apreturas del pasaje, pero eso sí, como si no me diese cuenta. Disfruto que me miren y después se puedan pajear a mi costa. Eso me hace ponerme cachonda y en la intimidad masturbarme como una loca. Y si encarta, hacerlo con mi marido pero cerrando los ojos y teniendo en mi pensamiento el último o más atractivo mirón de ese día.

                      No sólo mantengo mi andanzas de exibicionista en el autobús, tambien lo prectico en el consultorio médico, en cualquier sala de espera, en la playa o piscina, en el campo de excursión e incluso en mi propia casa, con los amigos de mis hijos. Es toda una gozada.

                     Espero seguir contando mis historias exibicionistas.

                     Paqui