Te ordeno.
Casi te alcanzo, mi dedo solo roza el aire que mueves cuando pasas, en mi sentidos solo siento la caricia de tu olor y en mis ojos solo ay el vacío de tu presencia.
Quisiera tomarte en mis manos agarrotarte a mi cuerpo y asfixiarme con tu olor, quisiera ver con mis ojos cada milímetro de tu cuerpo y que nunca te escapes entre mis dedos como arena.
Quédate, te ordeno.
Eres un diario que cuenta la historia más bella donde el color y la luz son los mensajeros de tu felicidad, yo solo soy una hoja llena de borrones donde la vida solo dibujo oscuridad. Soy una comedia de errores, engaños que inflijo sin miedo de ser yo misma sin templanza de alma, e con el cuerpo insano de un deseo que no puedo compartir.
Mi cuerpo te desea hasta la locura, tu piel es seda que mis dedos temblando intentan alcanzar.
Borraría mí pasado por tenerte y rompería las hojas de mi vida para que dibujaras en ellas mi futuro, no quiero ser más quien soy, no quiero más mi vida.
Espérame, te ordeno.
Déjame alcanzarte, deja que te toque y que el hielo de mi alma se derrita en tus brazos, deja que tu cariño caliente mi cuerpo
Abrázame, te ordeno, ámame, ten mi cuerpo porque es tuyo con sus defectos y sus errores soy tuya, quiéreme,
Puedo no tener valor alguno, puede que mi alma no ser un tesoro ni tener nada que regalarte, pero te regalo lo que soy, mi vida en su esencia, mi aliento y la sangre de mi cuerpo.
Te amo en lo más profundo de mí. Cuando se agote mi vida será por ti, cuando me falte el aliento tu nombre será el último susurro de mi alma y cuando no quede una gota de sangre en mi cuerpo serás lo único que no podrán quitarme, porque contigo respiro, vivo y sangro. Hasta mi carne te reconoce y ni la misma muerte te apartara de mi vida.
Abrázame, ámame, quiéreme.
Te lo ordeno.
Déjame fundirme en tu cuerpo y que mi piel sienta la tuya, así, no solo como una brisa que solo puedes sentir, pero antes como una tempestad que te arrebata, te envuelve y te sacude. Déjame quemar un tus brazos con la furia de un volcán sentir en tu cuerpo la humedad de la lluvia calmar la sed de mi cuerpo en la esencia de tu deseo.
Te ordeno. Ámame.
Sí, soy poco lo sé, pero sin ti no queda nada de mí, solo la inmensidad de mi amor, es tan grande en mí que me sobrepasa. Como si mi amor ya no me pertenecerá en nada y fuera solo tuyo. Tanta fuerza es mi flaqueza. La enormidad de lo que siento me hace pequeña, insana y tuya.
Te amo, no me pidas que me olvide, que no te amé y que no te quiera. Porque mi vida sin ti sería una muerte eterna, mi aliento no sería aire y mi sangre solo sería veneno en mi cuerpo corrompiendo una carne que hasta el más profundo te reconoce y te ama.
Déjame viajar por tu cuerpo, deja que mi cuerpo se pierda en el tuyo, quiero mirar a tus ojos negros de deseo y verme en ellos, soy tuya, ya lo sabe.
Ámame como te amo, sin órdenes ni temores, no creas en mis locuras, te seguiré amando aunque te vayas, aunque me niegues y no me ames.
Gritaría “te ordeno, te ordeno, te ordeno” si fueran tan solo palabras.
Ahora grito, “te amo, te amo, te amo” y quisiera que fueran tan solo eso, palabras y nada más.