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Usada en la oficina

en Hetero: Infidelidad

Un sábado en la oficina, lo peor que te puede tocar, pero yo no tenía más remedio, tenía demasiado trabajo pendiente y el viernes me vi obligada a comentárselo a mi jefe, así que tras conseguir el acceso allí estaba

Ese día no me había arreglado especialmente, al fin y al cabo iba a estar allí sola, unos jeans ajustados, y unas botas altas con medio tacón, arriba llevaba una blusa celeste, encima de ella un jersey (en la oficina sin calefacción hace frio) y en la silla vacía de al lado reposaba mi abrigo.

Llevaba un par de horas allí trabajando cuando al levantarme a por un café me quede sorprendida.

-Buenos días Patricia.- Me dijo mientras traspasaba la puerta

-Bu.. buenos días Julian-  Salude extrañada al jefe, el no era mi jefe, era EL JEFE, del mío y de todos los que allí estábamos, ¿qué hacía allí un sábado un tío como el que no aparecía por la oficina más que dos horas al día antes de irse al gimnasio? Y es que aunque tenía una fama de cabron de la hostia, eso no podía negárselo, se le notaba que se cuidaba, y aun así a sus 44 años, se podía decir que era un madurito sexy, cabello oscuro, con esas canas que sin nevar todo el pelo le dan un aire interesante. Hombros anchos, e incluso en sábado, con un gusto para vestir impecable.

Después de mi sorpresa  inicial, rompimos un poco el hielo, al fin y al cabo era sábado, y a el se le veía mucho menos serio, incluso se atrevió a bromear acerca de que cuando me había visto en la oficina pensaba que yo era una becaria. Al final nos fuimos a tomar el café juntos, y allí en la salita en lo que esperábamos en la maquina, pude comprobar con cierta satisfacción que mi culo era su centro de atención. Era mi jefe y no quería nada con el, pero me divertía, y porque no decirlo, que un tío así me deseara me gustaba, me hacía sentirme bien, así que al agacharme para coger el café, deje mi culo bien expuesto, y no sujete la parte de atrás para dejarle una vista de mi tanga, aunque cuando me gire no tuve la satisfacción de ver ninguna reacción por su parte.

Tras ese encuentro inicial, todo fue más normal, el se metió a su despacho y yo me quede a lo mío, pero al cabo de un par de horas me llamo a su despacho, me dijo que podía hacer el trabajo allí, que no me molestaría, pero que los dos solos en la oficina y no poder ni vernos le parecía muy triste.  Así que allí estaba sentada en el despacho del jefe, allí si había calefacción, y no tarde en quitarme el jersey, y pronto me empecé a poner nerviosa, al darme cuenta de que solo yo estaba trabajando, el estaba leyendo el periódico en su ordenador, y no dejaba de mirarme, hasta que se acerco mas y empezó a hablarme, empezó a preguntarme al principio por cómo me sentía en el trabajo, que había estudiado, como era el día a día en la oficina (por un momento pensé que me iba a empezar a preguntar por los compañeros para usarme a modo de espía) aunque pronto empezó a preguntarme unas cosas más personales, por mis actividades por mi novio… y cuando me quise dar cuenta, tenía una de sus manos en mi muslo, yo allí me sentí en el cielo, un tío así y deseándome, pero entonces empecé a pensar en mi novio, y pensé en decirle – Disculpe… pero… ¿podría quitar su mano de mi muslo?-.

Sin embargo no lo hice… y apenas una hora después, me encontraba de rodillas con una polla que olía y sabía a colonia entrando y saliendo de mi boca con ganas.

Y entonces, mi jefe se convirtió simplemente en eso… un jefe, un cabron, no me quería a mí, quería  a una tía a la que usar.

Me separo de su polla y me ayudo a levantarme, agarro y pellizco uno de mis pezones, mi blusa y mi sujetador hace rato que no estaban,  y mis botas y mi pantalón los había seguido de cerca, sin embargo el había insistido en que me volviera a poner las botas, y allí estaba, con ellas y con mi tanguita blanca mojada, mientras el conservaba aun puesta su camisa desabrochada, que me dejaba ver ligeramente sus abdominales, (eran menores de lo que había esperado, pero me siguió calentando mucho) y su corbata que estaba casi suelta colgando de su cuello. Entonces me hizo darme la vuelta y me pego un azote con fuerza, otro.

-Ayyy!- y Plas! Otro más, me iba a quejar cuando me metió dos de sus dedos en mi boca hasta provocarme una arcada, me volvió a azotar varias veces, perdi la cuenta mientras yo chupaba sus dedos, hasta que me bajo la tanga sin contemplaciones, y ya sin dificultades empezó a follarme el coño desde el principio con un ritmo fuerte, salvaje, agarrándome ahora de las caderas.

-¡Si puta!  ahora eres mi cerda, y vas a ser mi esclava cuando yo quiera.-

-¡AAAAHHHH siiiii follame cerdo, clavameee.- Sabia que le iba a costar mantener un ritmo tan intenso, pero era magnifico.

Mis tetas balanceándose, mis manos apoyadas en su escritorio, mi cara con los ojos entrecerrados, mis pies aun en las botas de puntillas aduras penas y mis nalgas, transmitiéndole vibraciones a todo mi cuerpo en cada choque, cada vez que el volvía a clavármela en mi coño.

Despues se quito su corbata y me sujeto con ella del cuello, ahora yo era su yegua , y me pego una embestida brutal, apoyando todo su cuerpo me tiro sobre la mesa a la vez que su corbata tiraba tan fuerte que me sentí estrangulada, mi lengua salió como un resorte y note dolor en mi vagina de aquella embestida salvaje, mis manos cedieron y cai sobre el escritorio, ahora mis piernas no llegaban al suelo y colgaban ridículamente, mientras el me embestía con fuerza y tiraba de mi.

Sus gemidos de esfuerzo me volvían loca, mi cara estaba roja, la presión en mi cuello era mayor de lo que estoy acostumbrada pero me gustaba, y allí estaba, agarrada a la mesa, gimiendo como una puta con mi cara colorada y la lengua babeando la madera, con la puntera de mis botas golpeando la mesa una y otra vez, toc toc toc. Mientras el me follaba como un animal, entonces me di cuenta de que se estaba corriendo, de hay su reacción salvaje, y eso me éxito muchísimo.

-¡Mas! ¡mas joder! No pare des follarmeeee- Le chille fuera de mi, sin embargo paro, soltó la corbata y se dejo caer en su silla, así que yo que estaba a punto, sin cambiar la postura me masturbe el clítoris furiosamente hasta notar como todo mi cuerpo temblaba y yo agonizaba de placer.

Quede rendida, con mi cara roja, mi lengua fuera gimiendo, la corbata floja alrededor de mi cuello, que dejaba ver unas marcas rojas allí donde había estado apretada y con mi coño chorreando, menos mal que tomo la píldora porque si no el muy cabron podría haberme dejado preñada, no había dicho ni mu de usar condón.

El no tardo en irse, y yo no pude continuar el trabajo, tenía demasiadas cosas en la cabeza, ¿cómo iban a ser ahora el resto de días en la oficina? Y que iba a hacer con mi novio… había metido la pata hasta el fondo solo por tener el coño lleno.