miprimita.com

Ella sí que sabe hacerme feliz durante un instante

en Sexo Oral

Dice que se llama Sofía. Es guapilla, buenas curvas, pero su actitud me ahuyenta en un primer momento. Ha entrado en la habitación fumando, desentendida de todo. Dos besos al aire, ofreciendo los pómulos. La otra chica es algo más simpática pero mucho menos atractiva en conjunto. Me quedo con Sofía, rezando para que su aparente antipatía no repercuta en su labor. Una vez hecho el pago Sofía cambia el chip. Y sin embargo, no es falsa. No simula un comportamiento especialmente cariñoso. Simplemente es amable, consciente de las necesidades de su oficio, pero sin forzar.

  • "Espera, te ayudo a poner la sábana".

  • "No, no te dejo. Ayúdame quitándote la ropa".

    Ahora parece más maja, burlona incluso. Me excita la manera en que me habla. No me mira directamente. Reserva una parte de su mente para el exterior, quizá como defensa.

Me quito la camiseta mientras ella se quita el vestido, el sujetador y las braguitas, tan veloz que parece un sólo gesto. Se sube a la cama, arrodillada. Me pongo delante de ella, los pantalones y los calzoncillos bajados hasta las rodillas.

  • "Qué blandita, tienes frío!"

  • "Sí, jeje, aún un poco destemplado."

Me limpia el pene con una toallita húmeda. Se coloca a cuatro patas y, sin usar las manos, lo mete en su boca. Toquetea la punta con su lengua, lo moja suavemente. Siento y veo como crece en su boca. Comienza a chuparlo ayudándose con la mano. Tengo la polla cubierta de saliva, suavemente acariciada por su labios y su boca caliente que la envuelve. Tengo una erección sólida, el capullo hinchado sobre su lengua.

Sofía tiene el pelo rubio recogido en una coleta. Mueve su cabeza con un sensual ritmo acompañando la felación. Deja caer sus tacones por borde del otro lado de la cama. Ha decidido lo que pasará, que esa mamada terminará en una explosión de leche. Tiene un bonito cuerpo, un tatuaje difuminado al final de la espalda, que está arqueada para que mi polla se deslice con facilidad entre sus labios. Mi placer aumenta, empapado en el abrazo caliente de su lengua sobre mi pene. También se incrementa la velocidad con que me la chupa, la presión con que me pajea con su mano. Me cuesta concentrarme para hacer durar este placer. Debajo, la sábana se llena de las babas de Sofía. Su mano también está mojada, e incluso me salpica los calzoncillos y el vientre.

  • "Córrete en mi boca".

  • "¿Cómo?"

  • "Quiero que te corras en mi boca."

Ella nota mi gozo desmesurado y pasea, divertida, su lengua a lo largo de mi pene. Veo por fin mi capullo enrojecido, palpitante, fuera de su boca. Deseo detenerme y probar su coño. Estoy tan sorprendido y embriagado por el morbo que tengo curiosidad. Si me la chupa de esta manera cómo follará. Pero quiero correrme en su boca, ver mi lefa embadurnando su rostro, y temo que su coño atrape totalmente mi rabo.

Me sujeto yo la polla. Me pajeo mientras me besuquea la punta. Me la chupa. Me lleno la mano de sus babas.

Mi novia nunca, ni con su coño ni con su boca, me la ha mojado tanto.

Estoy tan extasiado por esa fantástica mamada que apenas he podido fijarme en otra cosa. Apenas le he hecho dos caricias en la espalda y el cuello. Veo sus tetas colgando mientras me la mama. Sostengo una con la mano, la descubro suave y blanda entre mis dedos. Ella intensifica el ritmo. Se come mi polla con esmero. Me pajea a toda velocidad y mueve su lengua también veloz alrededor de mi capullo.

Está exprimiéndome sin que yo puedo detenerla. Sólo me apena que con mi orgasmo todo terminará. Pero ansío ese estallido viscoso y delirante.

Ocurre como con un estornudo, no puedo mantener los ojos abiertos. Quiero captar todo el momento, con todo mi cuerpo. Los espasmos se suceden y la leche empieza a manar de mi polla en varios chorros que se dispersan en los morros de Sofía. Ella sigue chupando mientras me corro y me sacudo.

Mezcla de saliva y semen cae sobre la cama; se acumula en su mano y sus labios. Ella se detiene lentamente, acompasando el masaje de su mano y su boca sobre mi polla al ritmo decreciente de mi orgasmo. Una verdadera profesional.

La satisfacción es tan inmensa que me recuerda, por unos instantes sagrados, al sexo con amor. Suspiro y asiento con la cabeza. Puf, “eso es, esto es lo que necesitaba”. Ella ríe mientras lee mi pensamiento.

  • "Guau! Mira cómo hemos puesto esto!" (se refiere a la sábana, encharcada de saliva y leche)

  • "Jeje, sí! Ahora sí que estoy relajado."

Conversación trivial. Me despido sabiendo que volveré. Que la adicción no acaba aquí.