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Tradiciones Addams Parte 4

en Parodias

CAPÍTULO 4

-Niños, vengan al sofá. Se me ha ocurrido algo -dijo ella -Siéntense en el piso.

Los niños obedecieron sentándose enfrente del sofá.

-El sexo no es solo sobre partes y mecánicas. Hay callejones oscuros y retorcidos. Caminos bizarros y fascinantes- ella llevó su mano a su espalda, y los niños escucharon el sonido del cierre. Su vestido cayó de sus hombros a sus pies, y ahora lucía nada más que una correa negra. Pronto eso cayó también y quedó totalmente desnuda. Sus tetas eran enormes y terminaban en duros y rojos pezones. Una delgada línea de vello púbico negro yacía entre sus piernas. Los niños miraban sorprendidos. Dedos, que había estado esperando en la mesa saltó y le dio un sonoro manotazo en el trasero a la vampiresa. Los niños rieron. Morticia le sonrió.

-Gracias Dedos. Niños, ¿Les excita mirar mi cuerpo?

-Sí Madre -dijeron juntos, su mirada inquebrantable. Ella se sentó en la orilla del sofá con las piernas abiertas. Su mano bajó lentamente a su chumino. Abrió los labios mayores con los dedos.

-Vengan más cerca -dijo, y los atrajo con el dedo. Ellos se arrastraron y miraron entre sus piernas.

De repente un río de líquido dorado comenzó a fluir de ella. Los niños se sorprendieron, pero después de compartir una mirada excitada, comenzaron a reír y pelear por quién se ponía más cerca, dejando que lloviera sobre ellos. Abrieron sus manos para atrapar el líquido y beberlo. Morticia suspiró con gusto y placer. Unos pocos segundos después, la corriente murió, dejando a los niños goteando caliente meado. Morticia volvió a acariciar su mojada vagina.

-¿Disfrutaron eso queridos?

-¡Fue increíble Madre!- exclamó Pericles mientras lamía sus dedos.

-Sí, fue una lección de oportunidad. Sentí la necesidad de orinar y decidí usar la ocasión para enseñarles sobre “juegos acuáticos”. Es un antiguo fetiche que muchas personas tienen sobre la orina, el meado, y una preferencia tradicional en el clan de los Addams. ¿Interesante?

-¿Hay otros fetiches Madre? -preguntó Merlina.

-Oh sí, muchos. Es cosa de explorar y experimentar. Recomiendo que investiguen y practiquen tantas variantes como puedan. Continuemos. Dedos, ven aquí por favor -La mano cruzó la mesa corriendo y aterrizó en el sofá -Ya que tenías tantas ganas de participar, creo que puedes ser mi asistente en la próxima demostración. Los niños necesitan aprender como complacer el cuerpo de una mujer manualmente.

Dedos formó un puño y extendió su pulgar.

-Bien, procedamos. Creo que sabes lo que estás haciendo. -Dedos se posicionó entre las piernas de Morticia. Entonces, sus largos dedos comenzaron a masajear y acariciar los labios de su Ama. Las manos de Morticia se aferraron al sillón por el gusto. Sus ojos se cerraron y ella exhaló lentamente -Pongan mucha atención. Este es un arte.

Los dedos índices y medio de Dedos se deslizaron entre pliegues de carne y comenzaron a subir y bajar deliberadamente.

-Mmm sí Dedos, ¡Acaricia mi clítoris! -envalentonó Morticia mientras respiraba más rápido. Los niños miraban asombrados como el estómago de su madre comenzaba a agitarse. Sus ojos se cerraban y su cara se tensaba. Dedos incrementó la velocidad y la respiración de la mujer también -¡Deja de tocar, Dedos! ¡Mete tus dedos en mí!- finalmente exclamó.

Dedos se sorprendió, pero pronto metió el dedo índice en el interior de Morticia. Lo sacó y volvió a meterlo esta vez con el dedo medio vigorosamente. Con la palma hacia los niños empezó a moverse muy rápido. Los jóvenes observaron un líquido transparente entre los nudillos mientras la mano continuaba impactando contra el cuerpo de su madre.

-¡Ahh! -gritó Morticia. Su boca se abrió al igual que sus ojos de repente. Sus puños se aferraron más del sofá como si temiese caer -¡Eso es! Haz que me corra... ¡Estoy a punto! -Dedos se movió aún más rápido, tanto que los ojos de los niños no podían seguir su movimiento. Su madre empezó a aullar, su cabeza se movió hacia atrás, su estómago se revolcó violentamente. Dedos fue lanzado lejos del sofá, derramando los jugos de Morticia, quien gritó “¡OOOHHH DIOSES!”

Sus piernas se cerraron, su cara mostraba sudor, respiración entrecortada. Un momento después, abrió los ojos lentamente con una sonrisa marcada en el rostro. Miró a la mano derribada en el suelo, completamente empapada, los dedos abriéndose y cerrándose lentamente.

-Magnífico trabajo -ella bajó y tomó al órgano exhausto. Lo miró y metió el dedo índice en su boca, saboreando sus propios jugos -Mmm, nunca me cansaré de ese sabor.

-¿Puedo probar Madre? -preguntó Merlina sentada excitada.

-¡Yo también! -dijo Pericles. Morticia sonrió y entregó a Dedos a su hija mayor, quien pronto comenzó a lamer los dedos como si fueran paletas.

-Ahora niños, quiero cubrir el sexo oral esta vez. Así que Pericles, ¿Podrías arrodillarte entre mis piernas? -instruyó. El chico puso inmediatamente la cabeza entre los muslos de su madre -Largo.

Morticia llamó al monstruoso mayordomo, quien había estado parado en silencio entre las sombras hasta ese momento. Esperó por instrucciones.

-Sácate los pantalones -dijo Morticia con calma. Largo lanzó su típico gruñido y procedió a desatar su cinturón y bajar sus extremadamente largos pantalones. Un  escalofrío recorrió el cuerpo de la pequeña Merlina. Una mirada deliciosa lanzó a los inspirados genitales de su mayordomo, mientras estos engordaban con sangre. Como era de esperarse, tenía un instrumento muy largo. Sus testículos colgaban como péndulos.

-¿Madre? -preguntó Merlina sin respiración.

-¿Sí Merlina?

-Me atemoriza -dijo la joven con una siniestra sonrisa cruzando sus labios.

-Lo sé querida. Es maravilloso -le dijo Morticia, sus ojos llenos de orgullo mirando a su hija -Ahora, Pericles, cuando te diga que comiences, quiero que lamas mi concha. Concéntrate en el bultito de piel que te mostré de Merlina. Intenta todo lo que quieras, y te daré instrucciones mientras lo hacemos, ¿Entendido?

El chico asintió, y puso sus manos en los muslos de su madre.

-Mientras Merlina, voy a demostrarte el arte de la felación en el monstruoso órgano de nuestro querido Largo, y te pediré que lo intentes en algún punto.

-Sí Madre -obedeció Merlina mientras pensaba en lo cerca que estaba de ese enorme rabo. Con la altura de Largo, estaba un poco sobre su cabeza. Morticia tuvo que alargar su cuello para estar a la altura.

-Comienza Pericles -dijo al empezar a masajear el tronco de Largo, tomando con una mano el escroto, al mismo tiempo que Pericles extendía su lengua entre las piernas de su madre. Un delicioso perfume se impregnó en la cara del chico. Puso su lengua en los labios de la vagina y empezó a acariciar. Morticia suspiró suavemente mientras continuaba el masaje de bolas y empezaba a masturbar el bastón de Largo. Con los labios besó la punta, y con la lengua hacía círculos.

Largo gruñó cuando Morticia metió uno de los gigantescos testículos en su boca, masajeándolo con la lengua. Su lengua recorrió todo el camino desde la base a la punta para luego meterlo en su boca, sin dejar de mover frenéticamente la mano de adelante hacia atrás y viceversa.

Pericles encontró el clítoris de su madre y comenzó a hacer círculos alrededor con su lengua. Ella volvió a suspirar y sacó el pene de Largo de su boca lo suficiente para hablarle a su muchacho.

-Hm... Eso es, chupa querido -Él cerró los labios alrededor del montículo de carne y comenzó a succionarlo. El cuerpo de Morticia tembló con delicia, gracias al trabajo que su hijo hacía en su entrepierna. La vampiresa volvió a la polla de Largo, su boca se la metió aún más profundo.

Sin perder un momento, llamó a Merlina con la mano y la trajo a las esferas del mayordomo. Instintivamente, Merlina comenzó a palpar y jugar con ellas mientras Morticia continuaba la chupada. Largo lanzó un gutural gruñido desde su garganta. Morticia dejó de chupar y miró a su hija.

-Ahora te toca, solo hazlo como yo lo hice, mi putita. Pajea con una mano y acaricia con la otra. Usa tu lengua y enfócate en la punta. Puedes bajar a través del tronco pero no te preocupes si no puedes con todo -Merlina asintió y puso sus manos sobre el rabo. Se acercó y movió su lengua por toda la longitud del pene, poniendo especial atención a la morada punta. Abriendo la boca, empezó a chuparlo, yendo tan profundo como podía. Sus ojos lagrimearon un poco cuando le costó respirar. Tuvo una arcada cuando se le ocurrió una idea. Miró al gigante sin dejar de masturbarlo.

-¡Sostén mis coletas Largo! -ordenó. Con una mínima sonrisa, el mudo mayordomo agarró las largas tiras de cabello negro. Merlina continuó complaciéndolo, adorando la forma en que la carne de Largo llenaba su boca mientras la movía de adelante hacia atrás.

Después de un rato Morticia comenzó a jadear fuerte.

-Oh Pericles, eso es querido. Mamá está a punto de venirse. ¡Continúa!

Pericles chupó más fuerte. Morticia llevó sus manos a su nuca y lo forzó hacia adentro de su concha, con sus muslos bloqueando la cabeza

-¡Aaahhh! ¡Aaaaahhhhh! ¡¡¡AAAAAHHHHH SÍ!!! -gritó Morticia retorciéndose de placer. El rostro de Pericles estaba empapado. Las piernas de la vampiresa se relajaron y Pericles la miró -Un artista ha nacido. Oh mi bebé, en serio eres el hijo de tu padre.

Al mismo tiempo Largo se aproximaba a su clímax y comenzó a gemir más fuerte, jalando ferozmente del cabello a Merlina. La chica se detuvo y agitó vigorosamente el enorme falo, abriendo con ansiedad su boquita. Largo lanzó un estridente rugido que hizo temblar la habitación. Un segundo después, un proyectil de leche salió de la punta de su pene. Fue disparado en la boca y garganta de Merlina con tanta fuerza que la arrastró hacia atrás. No queriendo derramar ni un poco, se puso a chupar cada gota que quedó en su rostro, manos y cuello y la llevó a su boca. Su madre le tocó el hombro y ella la miró.

-¿Compartimos? -Merlina se acercó a su madre para que sus labios se encontraran. Su lengua jugueteaba por primera vez con el de otra mujer, su propia madre. Eso la excitaba de sobremanera, volvía a empaparse su entrepierna, sentía la necesidad de meterse algo ahí. El líquido blanco y espeso fluía entre sus bocas y caía por sus mentones. Morticia le hizo una pregunta después de pasarle lo último -¿A qué sabe?

-Picante, jugoso y amargo. Como lo que cocina la abuela -respondió Merlina mientras seguía lamiendo los restos de la abundante corrida.

Largo respiraba profundamente y se apoyó en la muralla. Una larga y aterrorizante sonrisa apareció en su rostro.

-Bueno, parece que ambos han enorgullecido a sus ancestros. ¿Lo disfrutaron?

-¡Dioses sí! -respondió Pericles. Merlina asintió con vigor.

-Entonces creo que están listos. Párense y síganme. El momento ha llegado.