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Conociendo a la novia de mi mejor amigo

en Trios

Hacía como un par de meses que mi amigo Javi estaba viviviendo con su nueva novia, Paula. Durante ese tiempo nos habíamos visto muy poco. Realmente su tiempo estaba acaparado por ella. Pero ya desde el momento en que la conoció, quedar con él para tomar algo era mono tema.

¡Qué pesado! No hacía más que repetir: -Tío que está muy buena… que me tiene loco… todavía no se ni como me la he ligado, etc. etc.

Sin conocerla ya podía hacerme una idea muy acercada de cómo era. Más joven que nosotros, alrededor de los 30, morena, pelo a media melena, ojos claros, 1,70 aproximadamente de estatura y… utilizando las palabras de Javi: un cuerpo de escándalo.

En más de una ocasión le había dicho que a ver cuando venía con él y nos tomábamos algo juntos. Pero la chica además de estar muy buena resulta que era de poco salir, también según las palabras de mi amigo.

Eso sí ya llevaba un par de semanas en las que me había llamado varias veces para invitarme a una cena formal en su casa. Decía que a su novia le apetecía conocerme porque también le había hablado mucho de mí.

Eso de encerrarme una noche de sábado en casa de una pareja de tortolitos no era mi plan preferido, pero de tanto insistir acepté.

Me presenté con la típica botella de vino y unos pasteles para el postre. Paula, me abrió la puerta.

Al verla creo que hice el mayor de los ridículos. Mis manos estaban ocupadas. Hice ademán de saludarla con la mano pero era imposible y antes de que me diera cuenta me planto dos besos en las mejillas. Me besó con los labios y no chocando la cara. Sobraban las presentaciones, era obvio. Aun así suplimos los nervios con el intercambio de nombres y alguna otra cosa absurda.

No puedo recordarlo porque además en ese pequeño instante bajo el quicio de la puerta lo único que fui capaz de hacer fue recorrerla con los ojos de arriba abajo.

Estoy seguro que tuvo que notarlo porque mi mandíbula cedió por asombro.

Iba vestida con un pantalón que me pareció diminuto y una camiseta de tirantes. Ya en ese momento aposté porque era lo único que llevaba encima. Pasa, pasa, me dijo al verme azorado, es que Javi no ha podido abrirte porque está en la ducha, enseguida sale. Al verla por detrás, mis ojos de forma irremediable se posaron en las curvas de su trasero.

Ufff, realmente Javi no se había excedido en sus comentarios. Paula estaba muy pero que muy buena.

Llegamos al salón y yo seguía embelesado, a la vez que nervioso.

Siéntate, ponte cómodo ¿te traigo algo de beber?.

Sí bueno… una cerveza.

La veía moverse por la cocina desde el sillón del salón. Ella estaba de espaldas y se agachó para coger la cerveza de un modo que me resultó provocativo, pudiendo contemplar las curvas de su trasero perfectamente definidas a través del minúsculo pantalón.

Me trajo la cerveza con una sonrisa perfecta y sin dejar de mirarme mientras se acercaba. Todo me parecía insinuante Por un momento se me llegó a pasar por la cabeza: esta tía quiere guerra, pero coño no podía ser, era la novia de mi mejor amigo. Al dejar la cerveza en la mesa, volvió a agacharse pero esta vez de frente a mí. Como la camiseta era de algodón cedió con facilidad ante el peso de sus pechos y pude cerciorarme de que efectivamente no había nada más de ropa bajo su camiseta.

Fue un leve instante pero lo suficiente como para notar el primer síntoma de una inminente erección bajo mi pantalón.

Paula me estaba poniendo cachondo sin quererlo ¿o si lo sabía y era su intención?. Porque en aquel momento todavía suponía que no era su intención el calentarme. Mientras tomaba la cerveza apareció mi amigo Javi, recién salido de la ducha y envuelto en una toalla.

Nos saludamos efusivamente e hicimos unas bromas: Joder, tío como se ve que te cuidas eh, le dije apretando uno de sus biceps.

Javi siempre había sido un tío de mucho gimnasio y eso se le notaba en el cuerpo. Así, mojado y envuelto en la toalla, era fácil reconocer también que sin atraerme físicamente había que reconocer que el tío era guapo.

Después de nuestros saludos volvió a aparecer Paula y sin mediar palabra se acercó a Javi, enlazándose los dos, a un metro de mis narices, en un abrazo largo y efusivo cargado de pasión.

Tanto que sentí algo de vergüenza e hice como que miraba para otro lado al ver como la mano de Javi se clavaba en el culo de Paula, buscando con los dedos lo más profundo de su entrepierna.

¡Será cabrón!… este, lo que quiere es darme envidia, fue mi pensamiento inmediato. Javi se sentó a mi lado, al parecer no tenía intención de vestirse.

Bueno, total somos amigos y no me iba a sentir incomodo por eso, además Javi y yo ya nos habíamos visto muchas veces desnudos en los vestuarios.

Mientras hablábamos, yo seguía mirando de refilón hacia la cocina y veía como Paula iba y venía una y otra vez terminando de preparar la cena.

“Chicooossss esto ya estaaaa”

Nos levantamos y fuimos hasta la cocina para ayudar con los platos. Estaba nervioso, me sentía excitado por el cuerpo de Paula y eso a la vez me ponía en una situación azarosa respecto a Javi.

Con los nervios y mientras preguntaba la manera de ayudar, al girarme una de las veces en la estrecha cocina, choque con el cuerpo de Paula, sus pechos rozaron mi brazo de forma notoria. Mi excitación seguía en aumento y el calor debió subirme a la cara. Paula además se encargó de recordarme: tranquilo, no pasa nada, estas cosas son normales y… estamos entre amigos ¿no?.

Su interrogación iba acompañada de una nueva mueca. ¿Me estaba volviendo loco? Cada vez me parecían más claras sus insinuaciones. Nos sentamos a la mesa. Ellos dos se sentaron en un lado, muy juntos a mi parecer para una mesa tan grande y yo frente a ellos, más o menos centrado.

La cena estaba toda preparada y servida en distinto platos. Una especie de picoteo variado: canapés, fiambre, tortilla, paté, etc.

El vino estaba bueno y la conversación era fluida. Paula además de estar buenísima era muy simpática y lógicamente no paraba de hacerme preguntas sobre anécdotas que previamente Javi ya le había contado.

Era como una especie de test para confirmar que todo lo que sabía de mí era verdad. Ellos se mostraban muy cariñosos, como tortolitos. Su actitud me hizo olvidarme por momentos de lo que me habían parecido insinuaciones. Se les veía realmente enamorados.

En un momento de la cena… volvieron a enlazarse en un prolongado beso. No sabía dónde mirar y sin embargo no apartaba la vista del cuerpo de Paula. Noté como sus pezones se marcaban en la camiseta. El beso de Javi la estaba excitando. Bueno… el beso y algo más que debía estar pasando bajo la mesa porque Javi llevaba un buen rato con la mano derecha bajo la mesa y yo intuía que estaba acariciando a Paula.

Me costaba concentrarme en la conversación y cada vez sentía más calor en mi cuerpo. El calor y la excitación hicieron despertar mi lado curioso. Quería saber que era lo que Javi llevaba tanto tiempo haciendo con la mano bajo la mesa.

Me las ingenié para que cayera un tenedor al suelo. Solo fue un instante pero me dio tiempo a ver como Javi retiraba la mano del coño de su novia.

Será mamón… la está pajeando a dos palmos de mis narices. Mientras cogía el tenedor del suelo, clave los ojos en los muslos separados de Paula.

Ufff… el pantalón había quedado algo descolocado por las caricias de Javi. Al subir de nuevo y sentarme, ambos me miraron cómplices.

Sabían que les había pillado in fraganti. Disculpa… no queríamos molestarte dijo Javi. No, no tranquilos si es normal… se os ven tan pillados que… si queréis me voy eh.

Fue Paula quien contestó: No no para nada.

Y otra vez el mismo ¿estamos entre amigos no?. Al instante la mano de Javi volvió a perderse bajo la mesa y sus besos eran cada vez más seguidos y más duraderos.

A mí, comer me resultaba ya imposible. No podía dejar de pensar en la mano de Javi, tocando el coño de Paula.

Estaba totalmente empalmado y empezaba a sentir ganas de tocarme yo también. Un nuevo elemento me sorprendió. Aquello era demasiado: sentí claramente como el pie de Paula me tocaba bajo la mesa.

Pero… ¿Qué hace? Esta tía está loca, como se entere Javi nos va a dar dos hostias a cada uno.

Mientras me tocaba la pierna con su pie desnudo la miré a los ojos. Me parecieron cargados de lujuria… y adiviné un gesto pidiéndome que no dijera nada.

Su pie sabía muy bien lo que buscaba y donde ir. Al instante estaba sobre mi polla presionando y moviéndose en círculos. Me estaba poniendo a mil, la muy…

Por supuesto yo ya no podía ni decir palabra, había perdido el control y no adivinaba como podía terminar aquello.

De nuevo fue la voz de Paula la que resolvió mis dudas y volvió a sorprenderme. En un tono muy sensual dijo: ¿Sabes Javiiiii? Tu amigo está muy calienteeeeee, casi tanto como tú mi amor.

No sabía dónde meterme ¿Pero qué hace? Me puse rojo como un tomate.

Esta vez fue Javi el que me sorprendió: “Ya sabía yo que ibas a hacer de las tuyas” la dijo mirándola a la vez que una de sus manos tocaba el pecho de Paula.

Mi confusión era absoluta. “¿Cómo?”. La siguiente frase de Javi resolvió las pocas dudas que me quedaban en aquel momento: “Venga… no me digas que no te apetece que nos lo montemos los tres ahora mismo”

El sobeteo de Javi sobre el pecho de Paula ya no era por encima de la camiseta sino por debajo. La tela de la camiseta había subido y podía verse el principio de los senos.

Javi estaba acariciando suavemente el contorno del pecho. Seguía mirando, absorto sin saber muy bien qué hacer.

Mi erección era tremenda y mi miembro protestaba con sacudidas dentro de mi pantalón, pareciendo cobrar vida propia y reclamar su espacio.

Javi levanto la camiseta de Paula por completo, mostrándome los pechos. Eran preciosos tal y como los había imaginado. Los pezones estaban erectos y los dedos de Javi los acariciaban.

Aquello me parecía una pasada, necesitaba tocarme y comencé a hacerlo por encima del pantalón, mientras seguía mirando con los ojos muy abiertos.

Javi había dejado de acariciar los pechos con sus manos y ahora los estaba besando. Cada vez que tocaba el pezón con la punta de la lengua… se separaba un poco para dejarme ver y después me miraba a mí, como si me invitara.

No me decidía, no sabía muy bien cómo actuar y tuvo que ser Paula de nuevo la que tomara las riendas.

 “¿Qué pasa no quieres probar tu también?”

La sacudida de mi miembro bajo el pantalón fue como un sí de todo mi cuerpo.

Me levanté de la silla y fui hacia su lado colocándome a la derecha de Paula.

Fue ella la que directamente bajó la cremallera del pantalón y desabrochó el botón. Se reían los dos.

Parecía que lo habían planificado todo a la perfección.

La mano de Paula hurgó rápida en mi slip y agarró mi miembro de manera fuerte, mientras decía: “Veamos lo que tiene aquí tu amiguito”

El movimiento de su mano era firme sobre mi polla.

Comencé a tocarla el pecho, sentí la suavidad de su seno en mi mano.

Javi seguía acariciándola con su boca. Se había reclinado en el asiento y desde mi posición contemplaba como la boca de Javi bajaba por el abdomen de Paula.

No veía las manos de Javi pero suponía que estaba tocándola el coño por la forma en que comenzaba a jadear Paula.

Los movimientos de la mano en mi polla se estaban acelerando y por un momento pensé que iba a correrme como un adolescente ante aquella novedad para mí.

Javi apartó de un movimiento la mesa y pasó a colocarse de rodillas entre las piernas de Paula.

Pude ver cómo le quitaba el minúsculo pantalón y nuevamente ratificar que no había nada más bajo aquella prenda.

Mientras él quitaba el pantalón, yo tiré de la camiseta hacia arriba.

Ella estaba allí sentada, completamente desnuda ante nosotros.

Javi se desprendió de la toalla y quedó igualmente desnudo arrodillado entre sus piernas.

Yo seguía de pie, acariciando los pechos de Paula de forma minuciosa, recreándome. Cuando Javi comenzó a besar los muslos de ella y separó bien sus piernas sabía dónde iban a llegar sus besos y cuál era el objetivo.

El calor iba en aumento y me fui desprendiendo de la ropa como pude, soltando los botones de la camisa tan rápido como fue posible. Quería volver a acariciar el cuerpo de Paula.

Mi pantalón, a esas alturas, ya había caído al suelo y me desprendí de él con dos patadas al aire.

Estábamos en igualdad de condiciones, los tres completamente desnudos.

Justo en el momento en que Javi había comenzado a lamer el coño de su novia, ella cambió las caricias de su mano por las de su boca. Muy despacio primero, mirando hacia arriba de vez en cuando para contemplar mi cara de satisfacción. Sus labios se abrieron.

Sentí la calidez de la boca en la punta de mi pene. Los movimientos de la lengua chocando en mi prepucio. Su mano acariciaba mis huevos, sopesándolos. La situación me estaba volviendo loco.

Javi seguía entre sus piernas chupando y lamiendo sin parar. Veía como además se estaba ayudando de sus dedos para acariciar a Paula cuando una buena parte de mi miembro fue tragada por ella el instinto me hizo moverme como si la estuviera follando. Estaba a punto de correrme ahora sí que sabía que no podría parar.

Comencé a gemir, mis piernas temblaban. Paula apretaba sus labios a  lo largo de mi pene mientras gemía. De pronto cuando todo parecía que acabaría de aquella manera, de nuevo Paula cambió de decisión y tomando un respiro dijo

“Eh chicos, mejor vamos a la cama, quiero que me folléis bien follada”.

Fuimos andando hasta el dormitorio agarrados cada uno de una mano de Paula, como buenos amigos.

Al llegar ella se puso directamente a cuatro patas sobre la cama, en un lateral. Dirigiéndose a Javi, le dijo

“Ven cariño ahora quiero comerte yo a ti” Javi se coloco de pie con la polla a la altura de su boca.

Empezó a mamársela con todas las ganas. Esta vez no hicieron falta más indicaciones y directamente me coloqué de rodillas por detrás de Paula.

Agarré sus caderas, arañé su espalda y de forma rápida busque con la punta de mi pene la entrada de su sexo.

Obviamente estaba empapada. Mi miembro se deslizó con facilidad en su interior.

Un fuerte empujón y mis huevos chocaron en sus nalgas. Aquello era súper excitante. Veía a mi amigo, de pie frente a mí, con la polla dentro de la boca de su novia y a ella acompañando cada embestida.

Cada empujón que recibía desde atrás hacia que tragara casi por completo la polla de mi amigo. Tiraba fuerte de sus caderas… llegué a alcanzar su pechos por debajo. No hizo falta mucho más para sentir que el clímax era inminente.

El tiempo de calentura previo había sido muy largo y satisfactorio. Los latigazos en mi pene fueron evidentes, sentí el calor del semen estallando dentro del cuerpo de Paula y grité con todas mis fuerzas mientras clavaba mis manos en las caderas.

Al instante adiviné que Javi también estaba corriéndose en la boca de su novia y un calor intenso que casi quema mi polla, unido a las convulsiones de Paula me hizo saber que los tres estábamos disfrutando de un orgasmo maravilloso.

Los movimientos se fueron reduciendo hasta quedarnos casi inmóviles y finalmente los tres caímos extasiados sobre la cama, abrazados. Paula en medio, compartida por los dos mejores amigos. La noche continuó y tuvimos tiempo de recrearnos en otras posiciones. Desde entonces las cenas de amigos han pasado a ser muy distintas. Os quiero, amigos.