miprimita.com

Iniciandome con mi primo

en Transexuales

Desde niños visitábamos de cuando en vez la casa de una prima de mi madre que vivía en la provincia, era una ciudad algo alejada de donde nosotros vivíamos por lo cual generalmente nos quedábamos a dormir en la casa de esa prima, un par de días. Era una familia de 4 hermanos y el menor de ellos era contemporáneo conmigo, me llevaba un año.

Yo solía pajearme regularmente y había descubierto también el placer del sexo anal, masturbándome con algunos objetos, como el mango de un destornillador, era plástico y de unos 8 centímetros de largo y a penas 1 o un poco más de diámetro, yo disfrutaba mucho de la masturbación, pero nunca había tenido relaciones con nadie. Fantaseaba con coger a alguna mujer o que un hombre me lo hiciera a mí.

Volviendo a mí primo, de niños jugábamos muchas veces como amigos. Al pasar el tiempo y llegar el desarrollo, mi primo se inclinaba mucho por lo sexual, hacía muchos comentarios de ese tipo, a mí también me gustaba el sexo, desde luego, aunque no comentaba mucho.

Una noche, como nos quedábamos a dormir, me tocó acostarme con él, de pronto a media noche, sentí su verga parada entre mis nalgas, el me recostaba su pene aprovechando que yo dormía. Como me gustaba mucho aquello me dejaba hacer, pero él no sabía que me gustaba. Se cuidaba de despertarme. Así sucedió en varias ocasiones.

Un buen día, mi primo mostró una revista porno, yo no presté atención, pero luego, fui al cuarto donde estaba la revista, un cuarto retirado al fondo de la casa, para ver si la encontraba, luego, disimulaba que leía algo sentado en la cama, cuando entró mi primo y se acostó en la cama, poco a poco me fue tanteando, hablado de cualquier cosa al tiempo que recostaba su verga de mis nalgas y me las tocaba, todo esto por encima del pantalón. Allí mi primo pudo darse cuenta que me gustaba aquel juego. No recuerdo porque, entonces el tuvo que salir un momento.

Yo excitadísimo me acosté boca abajo y seguí “leyendo” , al rato llego él nuevamente y estando claro que me gustaba aquello, se acostó sobre mí, recostando esa verga dura entre mis nalgas, casi como que me estuviera cogiendo comenzó a moverse, como si estuviera bombeando. Yo me dejé hacer, pero luego le dije que parará, pues me dio miedo que alguien nos viera. Sin embargo, nunca le reclamé o protesté, por lo que quedo claro que yo deseaba tanto aquello como él.

Pasaron un par de meses y mi madre necesitaba que yo llevará algo a aquella casa, me dio las indicaciones y yo fui solo hasta allá, entonces, tuve la suerte de encontrarme con mi primo un día de semana, donde había muy poca gente en la casa.

Él era bastante más alto que yo, fuerte y musculoso, de cara fea, moreno, buen deportista, pero mal estudiante y con una conducta problemática. Yo por el contrario, era delgado y blanco, bueno en los estudios, pero no mucho en los deportes.

Él fue al cuarto que estaba más alejado y me llamó, de niños solíamos luchar jugando. Aunque ya no éramos niños, mi primo en la cama me retó a luchar, era una excusa para recostar su verga, desde que era claro que sería el quién ganaría si fuera una lucha real.

Yo acepté el reto, pero en lugar de luchar, descaradamente me fui hacia el apuntándolo con mi culo, me fui a sentar directamente en su verga. Él me apretó fuerte y bombeaba, me acostó boca abajo y con su dedo, apuntaba fuerte en mi culo, todo por encima de la ropa pero muy excitante.

Finalmente se sacó el pene y lo apoyaba en mi culo así por encima del pantalón. Yo entonces aproveché, pase la mano para atrás y por fin puede tocar aquella verga, se la acariciaba, la cabeza y las bolas. Luego, cuando llevé la mano cerca de mi cara, pude apreciar aquel olor a verga tan rico en mi mano.

Luego, mi primo tomó mi pene y colocando la piel por encima de la cabeza de mi pene, pego sus labios, casi como un beso tibio en mi palo. No sé cuanto deseaba mi primo hacer aquello, pero era claro que el hacía esas cosas para luego exigir que yo también lo hiciera.

Entonces, me pidió que hiciera lo mismo. Me presentó su verga tiesa, sosteniendo la piel por encima de la cabeza, yo respondí a su petición, algo más atrevido, quite su mano y eché toda la piel del pene hacia atrás, dejé esa cabeza, que estaba a punto de estallar, totalmente pelada. Entonces pegué no sólo mis labios, si no con mi lengua lamí la cabeza y el orificio del pene. Sentí por primera vez su sabor en mi lengua, junto con ese olor fuerte que despide una verga de un hombre excitado. Mi primo quedó sorprendido, pero encantado a la vez.

Desde esa oportunidad, tuvimos varios encuentros de ese tipo, donde nos acariciábamos el pene el uno al otro y lo recostábamos así, pretendiendo que cogíamos. Por lo regular, mi primo asumía un rol del macho y yo el de la hembra.

Aunque intercambiábamos roles, él solía exigirme más, que me dejará dominar, si por ejemplo bombeábamos como que cogíamos, cuando era mi turno yo apenas bombeaba digamos 8 ó 10 veces, mientras que por el contrario, se daba gusto haciendo un buen rato contra mí, igual con otras cosas, yo solía acariciar su verga mientras él se inclinaba más por acariciar mi culo.

Al terminar el juego, por lo general iba cada quien por su lado a echarse un buen pajazo. Yo luego me sentía algo culpable y pensaba no lo vuelvo a hacer. Sin embargo siempre reincidía.