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Tarde en el Sex Shop 2 parte

en Confesiones

El fin de semana había acabado ya, la tarde domingo había sido muy fructífero, cuando un paseo por la ciudad termino en un sex shop recién inaugurado, donde compramos unos juguetitos sexuales y nos marchamos a casa para dar rienda suelta a nuestros instintos más bajos, como dos animales en celo nos movimos entre las sabanas de nuestra cama, como si no hubiera mañana, buscando el placer de la carne, pero no todo fue estrenar juguetes, pues cuando la temperatura de la habitación se tornaba casi infernal, descuidamos nuestra compra y perdimos el control, nuestras mentes se nublaron, simplemente queríamos gozar el uno con el otro, por lo que un juguete quedo sin estrenar, pero aquello tenia solución…

Lunes son las siete de la mañana, el despertador suena y me saca de mis sueños, lo apago antes de que mi chica se despierte, a ella la queda aun una hora más para despertarse, me dirijo al baño, miro al espejo, mi aspecto no puede ser peor, cara cansado, ojeras y barba de tres dias…

Voy asta la cocina y enciendo la cafetera, para que se haga mientras me lavo y visto, mis pasos vuelven al baño, me desnudo completamente y me dispongo a darme la primera ducha del día, enjabono mi cuerpo rápidamente, lavo mi cabeza rapada me aclaro y salgo de la bañera.

El aroma del café empieza a inundar la casa, eso me dice que me de prisa no tengo mucho tiempo más para salir corriendo hacia el trabajo, entro en la habitación sin hacer mucho ruido y busco en el armario un pantalón de un chándal y una camiseta negra, antes de salir de allí me acerco hasta la cama y beso la frente de Dafne, duerme placidamente aun, salgo de la habitación y dirijo mis pisadas hacia la cocina, el café me espera, junto con el primer cigarro de la mañana, allí sentado en la encimera como si fuera un niño pequeño, con las piernas colgando, miro el reloj de encima de la puerta son las siete y media ya, debo salir ya o llegare tarde, apuro la taza de café cojo la chaqueta y la mochila con la ropa de trabajar y me marcho del piso.

Bajaba las escaleras del bloque, saltando los escalones de tres en tres como todas las mañanas, impregnando todo con el olor del cigarrillo humeante en mi mano aun, en la escalera al llegar al rellano del segundo me cruzo con una vecina que sale a pasear con su perro, como cada mañana.

           

            - Buenos días vecino, ¿como todos los días a carreras verdad?

- Claro que si, no voy  a perder las costumbres

Reímos los dos, el bulldog de la vecina se sienta sacando la lengua y moviendo el rabo, esperando que le diga algo, me acerco y le acaricio en la cabeza, instantes después sigo mi endiablada carrera asta el coche, abro la puerta, doy la última calada, tiro la mochila en el asiento de atrás, arranco el motor, en el garaje resuena el motor de dos litros y empieza a ronronear como un buen coche gasolina mientras avanza los primeros metros del día, pulso el mando, la `puerta se empieza a abrir, aun no hay luz en la calle, enciendo las luces, salgo despacio de la urbanización, observo que los coches aparcados en la calle tienen dos dedos casi de hielo, la noche a sido muy fría.

Al doblar la esquina veo una silueta que me resulta familiar, una chica esta en la parada de autobuses dando diente con diente, helada de frío, el autobús debería haber pasado hace unos quince minutos y no lo a echo, es una de mis compañeras, paro delante de ella, y sin bajar la ventanilla la ago un gesto para que monte e irnos al trabajo.

Se abre la puerta y entra en el coche un aire gélido, sino fuera porque no estamos en Rusia diría que el aire seria propio de allí.

            - ¿Que a pasado con el bus sandrita? Todos los dias vas tarde, jejeje

- No seas así todas las mañanas te ries de mi porque el autobús no viene a su hora, no tengo culpa

            - Ya lo se, boba, solo te hago de rabiar, parece mentira que no me conozcas, después del tiempo que llevamos trabajando juntos

 

Una vez que se abrocha su cinturón, meto la primera y sigo el camino hasta el trabajo, mi compañera me mira de reojo, observa que solo llevo la chaqueta y una camiseta debajo, le da un escalofrió, subo un poco la calefacción pensando que esta helada aun, en ese momento se desabrocha el abrigo y desanuda la bufanda que porta en el cuello

- ¿Quieres matarme de calor?

            - Pero si te dan escalofríos

- Me dan de pensar que llevas solo la chaqueta

            - Eso es porque tengo mucho calor siempre

 

La entrada a la autoría se acerca, piso el acelerador con fuerza y entro en ella son las ocho menos veinte de la mañana y nuestro turno empieza en veinte minutos, mi compañera se agarra al tirador de la puerta del copiloto, siempre que a montado conmigo a echo lo mismo, no se si tiene miedo a la velocidad, al coche o a mi forma de conducir, me giro un instante hacia ella y veo una mueca extraña, suelto el acelerador y veo como la mueca desaparece, el desvió esta próximo, unos dos kilómetros y dejaremos la autovía para entrar en poblado de nuevo, las calles oscuras de la ciudad pasan delante de nuestros ojos, dos calles antes de llegar, en un semáforo veo el coche de nuestro supervisor, esta parado mientras cruzan unos niños hacia la parada del autobús que hay enfrente, paro a su lado, el disco aun sigue rojo. Se gira hacia el lado donde estamos y ve el morro del coche y su cara cambia, por su mente pasa la idea de que el sitio más cercano a la puerta de entrada ya no será suyo, pues conduce como una abuelita.

            El disco cambia se pone verde y salgo como un rallo, son menos diez y aun quiero tomarme un café antes de empezar, el edificio ya se ve, a lo lejos veo el coche blanco del supervisor. Llego a la puerta un solo hueco allí espera a ser ocupado, aparco el coche y bajamos de él, cuando lo cierra llega el supervisor ver su cara de disgusto por no tener aparcamiento cada mañana hace que empiece la mañana con energía.

- Deja de sonreír porque as vuelto a putear a Manolo y vamos para adentro

            - Si venga, vamos a cambiarnos

Entramos dentro, cada uno va hacia su vestuario, me cambió y salgo vestido como un ratoncillo todo de blanco, mi compañera sale vestida de verde.

- Vamos a la sala de enfermeras

            - Si venga que el café nos esta esperando

Están allí todas las enfermeras sentadas con el café y el cigarro matinal antes del turno, los auxiliares de enfermería, los celadores y demás personal se reúnen en salas distintas, pero para variar y llevar la contraria al hospital me voy con ellas me rió mucho más y hay varias enfermeras de mi edad, eso hace que nos entendamos mejor.

El turno de la noche aun esta allí, cuentan las incidencias, nada fuera de lo normal algunos problemas por hipoglucemias, voces durante la noche con un par de pacientes de Alzheimer, y casos de insomnio, nada fuera de lo normal, ninguna noche era tranquila al cien por cien.

El personal de la noche se marchaba ya, debíamos ponernos en marcha sino cuando entrase el supervisor que esperaba en la puerta a que la gente de la noche dejarse huecos libres frente a la puerta, empezaría a dar guerra.

Las ocho menos dos minutos y nos distribuíamos por los ascensores y nos dirigíamos cada uno a nuestra planta, en los ascensores caras de sueño, cansancio, mientras sandrita y yo como siempre con una sonrisa en la cara, aun cuando nos tocaban guardias de noche nunca perdíamos la sonrisa, eso hacia que hubiera caras de envidia, además que hacia poco tiempo que estaba en plantadilla y el resto del personal con mas antigüedad no soportaba que nos llevásemos bien, se oía por los pasillos que teníamos algo entre los dos, a pesar de que ambos teníamos pareja, supongo que nunca soportarían que nos llevemos bien y no estemos amargados.

El que fuéramos los más jóvenes de la plantilla implicaban están cosas, veinticinco y veintiocho años y ambos con cara de niños aún era los motivos, como nos gustaba reírnos un poco del personal siempre estábamos riendo y en la misma planta, aunque eso no lo decidíamos nosotros.

El ascensor se paro en la segunda planta del edificio, eso me saco de mis pensamientos, Sandrita y yo nos dirigimos hacia el ala este, sacamos los carros de ropa de la habitación de lencería, en ese momento el reloj marcaba las ocho en punto de la mañana, me enfunde los guantes y entramos en la primera habitación de la mañana.

***

            Mientras en ese mismo momento sonaba el despertador en mi casa por segunda vez, Dafne ya estaba levantada en el baño, lavándose la cara, nuestra perra sabia que nuestra cama estaba libre y se acurrucaba a los pies de la misma, sintiendo que era suya por completo, mientras salía del baño en ropa interior la ve en la cama tumbada y se acerca a jugar con ella un poco como todas las mañanas, se viste tranquilamente y mientras coge un teta-brick de zumo de la cocina, busca un mechero en la cocina, enciende un cigarro y guarda en su bolso unas galletas y una botella de agua para la mañana, el reloj marca que son las ocho y veinte, en cinco minutos el autobús pasara por la parada que esta al lado de casa, coge el móvil y los auriculares y se los pone en los oídos, sale de casa y en el ascensor pulsa el play, sigue el ritmo de la música asta la parada, la oficina la espera después de un fin de semana de descanso, el autobús llega y sube, da los buenos días y se sienta.

Todos los días las mismas cara de sueño, semana tras semana, aun viéndose a diario son todos unos extraños, ella no piensa en ellos, solo en llegar a su mesa y empezar la mañana con una taza de café entre las manos, mientras prepara nominas, es la última semana de mes y eso es lo que la depara nominas y más nominas que preparar. Lo bueno de ello es que al correr prisa no la podrán mandar a que haga cualquier otra cosa, por eso la gustan los finales de mes.

Su parada esta próxima, se levanta de su asiento y se dirige a la puerta de salida, el edificio que hay justo enfrente es su lugar de trabajo, por ello nunca se a planteado ir en coche al trabajo, sus compañeras siempre llegaban tardes por los problemas de aparcamiento, cuando ellas llegaban siempre alguno de los jefes las regañaban, y Dafne ponía risa picara cuando esto pasaba, nos parecíamos en ese aspecto mucho, no nos alegramos de los males ajenos, sino de que la gente puede evitar cosas así y siguen cayendo en los mismos fallos por no cambiar sus rutinas.

Cuando entro en la oficina, como de costumbre el hijo del dueño estaba allí plantada para ver quien entraba pronto y quien no, al verla la dio los buenos días y ella como de costumbre hizo un gesto con la cabeza, era el típico chico que no tenia educación alguna y mucho menos estudios, pues su papa se preocupaba de que tuviera un empleo en la empresa, aunque siempre se dude realmente que es lo que hace.

Dafne se fue a su mesa, encima de ella tenia una carpeta con todos los documentos que debía tener preparados al final de la jornada v miro que había varios nombres de empresas así que decidió empezar por la que más empleados tenia, y dejar las pequeñas para el final de la mañana que estaría más cansada.

***

 

La mañana se estaba haciendo pesada, el calor en planta era insoportable, la calefacción estaba demasiado alta y el ritmo de trabajo siempre era elevado, el sudor corría por mi frente, Sandra empezaba a asear al cuarto paciente aun en la cama, mientras, ya tenia tres en sus sillas de ruedas, fui recogiéndolos en orden y los fui llevando al salón para que desayunasen en un rato, volví con mi compañera comenzando a hacer camas y sacando la ropa sucia y depositándola en los carros de ropa sucia que permanecían en el pasillo, cuando una habitación estaba echa por completo, cerrábamos puertas para saber cuales estaban ya, así con una simple vista al pasillo sabíamos cual quedaba sin hacer.

Al trabajar de dos en dos por ala de las plantas se evitaba hacerse daño a nosotros mismo y por consiguiente a ningún paciente, los cuales todos tenían problemas de huesos, cicatrización, etc.; no nos podíamos permitir el lujo de dañarlos.

Quedaba una media hora para el desayuno y ya teníamos nuestra ala echa, guardamos el carro de ropa limpia y metimos las bolsas de la sucia en los montacargas que la mandaban a lavandería, nuestra tarea estaba medio acabada, pasamos a ver al auxiliar y celador del otro ala haber como iban, como siempre pillados de tiempo, pero hoy más que ningún día, habían cambiado días de los turnos para poder librar siete incluido el próximo fin de semana, pero los días los posaban ya.

Cuando la tarea estaba acabada por fin, cinco minutos antes de que sonase el timbre que alertaba del desayuno, ya estaba agotado las mañanas que escurrían el bulto eran insufribles y aun no eran  ni las diez de la mañana.

Paramos a tomar un café mientras varios auxiliares se quedaron dando de desayunar, mientras tomaba el café irrumpió una de las enfermeras, venia muy alterada, la voz quebrada no sabia que la pasaba, mientras me agarraba del brazo me dijo

- Por favor vente conmigo y ayúdame

 

Me levante de la silla sin preguntarla, pues no atinaba ni a hablar, me llevo asta la habitación de una paciente con síndrome de Corea la había mordido mientras la realizaba una cura, al llegar allí me eche a reír, su cara de enfado crecía mientras su cara de susto desaparecía

- ¿No sabes que esta mujer muerde y llama a todas las mujeres que entran a su habitación putas?

 

Su cara lo decía todo, la ayude a que la curase, sujetándola para que no la mordiese de nuevo, una vez echa la cura, salimos de allí y la dije

            - Vete a tomar un café o un zumo y despéjate, que como llevas bien poco tiempo aquí te la han liado y no te han avisado

Asintió y se marchó a darse un respiro.

Me volví junto a mi café estaba completamente frío y mis compañeras se habían marchado ya a seguir con sus tareas. Decidí calentar el café y sentarme tranquilamente y terminármelo, sino no llegaría con fuerzas a las doce tan siquiera. Una vez calentado y acomodado en una butaca de la sala, encendí un cigarro, la mañana se veía ahora con otros ojos, me empecé a acordar de la tarde del domingo, de cómo aun siendo verano sudaba como si se tratase de agosto en la cama junto a Dafne, y en como nos dormimos abrazados después. En el pasillo sonaron pasos y la puerta se abrió de golpe, era el supervisor

-         ¿Que descansando?

- Pues si manolo, ¿no me ves? Haber si va a parar toda la plantilla y yo no

            - Pero tu hora de descanso es a las nueve y media más o menos no ahora

- ¿Bueno si no e parado antes porque e tenido que ayudar a una compañera que hago?

 

En su cara algo cambio, sabia que había mucho personal nuevo por culpa de la dirección y los que llevábamos más tiempo estábamos así a diario. No le dio tiempo a decirme nada más cuando uno de los médicos entro y me dijo

 - Vente conmigo a pasar consulta, que la enfermera nueva aun sigue con sus curas y era ella quien debía pasar consulta conmigo.

- Vete para consulta en cinco minutos estoy contigo

El medico asintió y volvió sobre sus pasos, el supervisor se marchó también sin decir nada, apague el cigarro, abrí la ventana y me fui al baño, allí me lave bien las manos, mientras pensaba en que me había librado de hacer prácticamente nada, pero me habían sacado de mis pensamientos, mi cabeza volvió a irse buscando a Dafne.

***

 

El reloj marcaba las doce de la mañana, Dafne estaba cansada ya de tanta nómina, la mañana pasaba lenta y las montoneras de papeles no descendían en su mesa, además la persona encargada en imprimir las nominas, ensobrarlas y llevarlas a la bandeja de correo estaba enferma y debía hacerlo ella, por lo que su tarea se veía ralentizada. Decidió tomarse un respiro y parar a comerse las galletas que llevaba en su bolso, al fin y al cabo sus tripas empezaban a rugir y la hora de la comida se veía aun un poco lejos.

Cuando termino su descanso el propio jefe vino a buscarla, esto no la gustaba ni un pelo, él pocas veces se dirigía a los trabajadores, sino que era su hijo que era lo único que hacia.

- Dafne, mira que hay que hacer unas gestiones y tienes que ir tú porque e mandado a mi hijo y el muy inepto se a estado toda la mañana y no a resuelto ni la mitad

            -Pero tengo las nóminas a la mitad como mucho

- Si ya se que debes ir más retrasada que de costumbre, e visto que acabas de parar ahora a comer algo y tu siempre paras antes, pero si pudiera pedírselo a alguien más no te apartaría de tu mesa de trabajo

            -Dime que tengo que ir a solucionar

- Tienes que ir al banco a que te arreglen estos papeles y a realizar unos pagos

            - Esta bien, pero en el banco y a estas horas…

- Si ya lo se, que asta las dos de mínimo no vas a volver. Habla con mi secretaria que tiene todo lo que te hace falta y tranquila tarda lo que tengas que tardar

Fui a mi mesa, recogí mis cosas y me acerque a hablar con la secretaria, la cual era la típica cara bonita, cerebro vació.

- Toma esto me lo han dado para ti,

En un sobre grande había papeles, en otro pequeño había dinero para hacer los pagos y por último me dio unas llaves de un coche

-         Perdona,  ¿y estas llaves?

- Me ha dicho que en la plaza A1 está aparcado el coche, que no te vallas en autobús ni andando que te conoce

Baje de mala gana asta el garaje imaginando que me habría dejado un coche viejo que andaría empujándolo, para mi asombro encontré un volkswagen siroco negro precioso, juraría que era el coche del jefe, cuando arranque aquella maravilla de cuatro ruedas y en la radio sonaba camela mis dudas se despejaron era el coche del jefe, pues siempre sonaba en su despacho. Metí primera y me marche hacia el banco, deseando acabar cuanto antes, pues quería llegar a la comodidad de casa por fin.

 Al llegar a la calle del banco, encontré un aparcamiento y deje allí el coche lo mejor aparcado posible no quería que al volver a por él encontrar algún desperfecto y a la hora de volver al trabajo tuviese discurso por algún arañazo.

Encendí un cigarro una vez fuera del coche y empecé a andar asta la puerta del banco, desde la puerta se veía que estaba asta arriba y que necesitaría una hora seguramente de reloj para que me atendiese, tire la colilla al suelo, la pise y entre, tras traspasar la puerta de cristal, a los pocos minutos una chica con una coleta y gafas se acerco hasta mi

 

- ¿Perdona no vendrás de la empresa de Víctor?

            - Si, es mi jefe ¿como lo sabes?

- Porque él llamo hace un poco diciendo que vendría una de sus administrativas en su coche y al verlo aparcar y verte salir de uno como el suyo, pues…

            - Si te entiendo

- Bueno sígueme que te soluciono todo y te puedes marchar antes

 

Tanta amabilidad por parte de aquella chica era abrumadora, y por la cara que ponía al hablar de Víctor, había algo entre ellos o a ella le gustaba, aunque no lo entendía una chica guapa y lista con un viejo cincuentón, no era compresible si ella no pasaría de los veinticinco añitos, la chica volvió a hablar

-         Mira ya lo tienes solucionado, no entiendo como el chico que ha venido antes no a sido capaz de traer todos los papeles necesarios si solo eran un par de impresos

Como no sabia si ella sabia que el que vino antes era el hijo de Víctor y por si se tratase de una trampa, haber que respondía, conteste

           

            - Se lo darían mal en la oficina, por eso le faltarían cosas

 

Ella sonrió, con una mueca extraña, imaginaba que diría que era un inepto por eso no lo había llevado bien, la saque de sus pensamientos

            - Si ya esta todo me marcho, que debo volver a la oficina, tengo mucho trabajo aun

- Si, ya esta todo

Guarde todos los papeles, los resguardos de pagos y me marche despidiéndome antes de aquella chica, ande despacio asta el coche, cuando arranque el coche, mire el cuadro y marcaba que era la una y media de la tarde, aunque había tardado poco en el banco, era un poco tarde ya, me fui asta el trabajo, aparque otra vez en la misma plaza de garaje donde recogí el coche y fui directamente al despacho de Víctor, no estaba había salido a fumar y como entre desde el parking no le vi, mire y en la mesa había post-it pegue uno en el sobre y escribí

“Aquí están los papeles y demás que me han dado del banco y las llaves del coche”

No quería perder más tiempo esperándole, así que me marche del despacho, en mi mesa esperaban aun muchas nominas y solo me quedaba una hora para salir escasamente.

***

 

Tras la hora de la comida, llegaba la hora de la siesta, al ir a las habitaciones a acostar a los pacientes que por prescripción de los médicos debían de ser acostados, siempre me gustaba dar un paseo por la planta para comprobar que todo estaba en orden, que las ventanas estaban cerradas para que no hubiese corrientes de aire y demás, tras pasar por una puerta, sentí de toser, detuve mis pasos, la tos era persistente, entre en la habitación, el paciente tenia unos bollos sobre el regazo, sus familiares se los habrían traído antes de la comer y se ahogaba con ellos, no me dio tiempo a reaccionar, le saque de la cama y le hice la maniobra Heimlich, mientras pulsaba el timbre de la habitación, en menos de un minuto tenia allí a varias enfermeras y un médico que le atendieron mejor, salí al pasillo a la carrera y traje un carro de enfermería con todo lo que pudieran necesitar, no me dio tiempo tan siquiera a llegar asta allí, ya había fallecido, solo quedaba llamar al forense y a la familia.

La muerte era algo cotidiano en mi trabajo pero no lo llevaba bien aún, siempre me quedaba tocado tras un caso y esta vez prácticamente se había muerto entre mis brazos.

Fui asta el baño, me lave la cara y cerre los ojos unos segundos, sonó la meganofía, me llamaban, debía presentarme en el despacho del supervisor.

Cuando llegue allí, esperaba alguna bronca, pero sin embargo

- Siéntate anda, tienes mala cara, haber me han comentado lo que a pasado hace unos minutos en planta y que te han visto apagado y ahora mismo lo estoy viendo, recoge tus casa y márchate a casa por hoy, mañana otro día será

Asentí y me fui para casa, no tenía ganas algunas de nada.

Ya estaba en casa, cogí la correa del perro y lo saque, una vez hizo sus cosas, volví a subir a casa, me di una ducha relajante y cuando salí de ella, con la toalla enrollada a la cintura me tumbe en la cama y medio mojado aún me quede dormido.

***

 

Dafne había salido de trabajar ya no sabia que estuviera en casa ya y me llamaba para ver si la recogía o se venia directamente a casa, el móvil sonaba y sonaba, cuando descolgaron

- Hola, ¿as salido ya del curro?

- Dafne soy una compañera de tu novio, que ha salido tan rápido de aquí que se lo ha dejado encima de las taquillas

            - Vale, este muchacho no pierde la cabeza porque la tiene pegada a los hombros

- Se lo guardo en mi taquilla y mañana se lo devuelvo

            - Si porque hoy no creo que lo necesite, gracias.

Llegue a casa, la puerta estaba sin echar la llave, así que el despistado ya estaba allí, había sacado al perro también que no salía disparado a mi encuentro, que raro no estaba por ningún sitio, decidí ir asta la ducha seguro que le pillaba duchándose, según recorría el pasillo, el agua no sonaba, ¿donde se había metido?

Ya vi tumbado a nuestro perro a los pies de la cama y deduje que estaba allí tumbado, entre un poco más en la habitación y lo vi allí tumbado aun envuelto en la toalla, lo deje dormir habría sido un día duro, me fui a dar una ducha, para luego volver a la cama con él.

Cuando abandone la ducha, decidí que lo despertaría y después comeríamos tranquilamente los dos, si eso haría, me dirigí asta nuestra habitación y de un cajón saque las esposas, pues me excitaba la idea de que él me atase, pero el pensar de que lo podía atar yo a la cama me excitaba aun más, abrí una de las argollas y la puse en su muñeca como con la otra no podía por la postura que tenía en la cama, le espose al cabecero de la cama, le quite por completo la toalla que cubría parcialmente su cuerpo y me propuse despertarle.

           

Empecé a besarle, sus labios, el cuello, el pecho y volví a subir de nuevo ahora comencé a lamer su cuello sus orejas, esto hacia ya algún efecto en él pues se comenzaba a mover un poco, me tumbe sobre él mi sexo comenzaba a calentarse y a ceder calor a su pene que comenzaba a despertar de su letargo, al menos comenzaba a perder flacidez, seguí bajando, sin parar de lamer todo su cuerpo, cuando llegue a su pene ya estaba erecto, al empezar a besarlo y lamer el glande, despertó

 

-         ¿Dafne que haces?

- Déjate llevar y veras lo que disfrutas

Tras decir eso introdujo mi pene en su boca y empezó a lamerlo como ella sabe que me gusta, despacio para incrementar las sensaciones y haciendo hincapié sobre el glande, me estaba revolviendo de placer en la cama, pero ella no tenia intención de parar, la saco de su boca, y empezó a lamerla como si se tratase de un helado por los lados, embadurnándola bien de saliva, como no quería que acabase ya, paro y se fue acercando asta mi boca, una vez a mi altura me beso, y acto seguido metió uno de sus pechos en mi boca, comencé a lamer su pecho, lamía su pezón suavemente y de vez en cuando lo mordisqueaba, ella gemía y suspiraba, una vez que su pezón derecho estaba bien tieso apuntándome como si de una bayoneta se tratase , separo su pecho y acerco el otro a mi boca asta que consiguiera el mismo efecto sabia que no lo separaría, su sexo se mojaba por segundos, cada vez más notaba el calor que emanaba de él y sus flujos que comenzaban a escurrirse por entre sus muslos y caían sobre mi piel, también. Con sus pezones bien erectos, se separo de mi y puso su sexo en mi boca, estaba sentada encima de mi cara, me estaba pidiendo a gritos que me lo comiese y no tenia muchas opciones, ya que seguía atado a la cama, ella estaba más excitada que de costumbre, como tenia una mano más o menos libre empecé a masajear poco a poco sus labios y lamer su clítoris, chorreaba más por segundos, todo este tema de que me tenia atado estaba haciendo que se sintiera dueña de la situación, era su esclavo sexual en ese momento y aun sin esposas ella sabia que me encantaba complacerla pues cuanto más la complacía, también mas me complacería ella después a mi, todo era reciproco.

Comencé a meter mi lengua dentro de ella y jugar dentro de ella, mientras mis dedos jugaban en su clítoris, comenzó con espasmos involuntarios, arqueaba su espalda, sabia que no aguantaría mucho en llegar al clímax.

Para mi sorpresa se aparto de mí y se tumbo sobre mí, mientras me susurraba al oído,

- Quiero terminar ya, pero no con tu lengua, y tu después de la comida que te e dado no tardaras mucho

 

Se introdujo mi pene erecto dentro de ella, poco a poco estaba dentro de ella por completo bien erecto y duro, pero también al desnudo, no estábamos usando ningún anticonceptivo, eso parecía que la excitaba aun más, empezó una gran cabalgada sobre mi, me soltó las manos de las argollas para que me agarrase fuerte a sus caderas, estábamos empapados en sudor ambos sabíamos que no aguantaríamos mucho más, que era imposible más que nada por la gran excitación y la cabalgada brutal que me estaba dando Dafne; su pelo se movía rápidamente y tapaba su cara, solo dejaba que se la entreviera.

Sus gemidos se hicieron mas sonoros, rodó sobre si misma y se tumbo sobre la cama quería que ahora se lo hiciera yo, entendí perfectamente que quería, me subí encima de ella y la penetre despacio unos centímetros solo, la metía y sacaba de ella sus gemidos eran de gusto y rabia, asta que decidí dejar de torturarla y meterla por completo y empezar a hacérselo duro y rápido pues estaba apuntito ya, y sabia que así lo quería, a los poco  minutos de estar así mientras ella se abrazaba con su brazos y piernas a mi, su cara comenzó a cambiar los ojos empezaron a entornarse y ponerse en blanco, de su boca solo salía un hilo de voz, que indicaba que ya estaba casi, seguía con las embestidas asta que sus piernas y brazos perdieron fuerzas y se desplomaron en la cama, ella ya estaba, aun habiendo conseguido llegar ella por primera vez no quise parar seguí un poco más aun podía arrancarla otro orgasmo antes de tener yo el mío.

No salía de su letargo, así que indicaba que había sido bastante fuerte, no podía aguantar más si seguía terminaría haciéndolo dentro de ella, en ese momento salí de su interior, cuando lo hice como si la arrancasen algo de ella abrió los ojos y vio lo que ocurría con los dos incorporados sobre las cama, mientras me masturbaba para soltar mi carga, ella se acerco a mi abriendo su boca y lamiendo mi glande, mientras con una de sus manos acariciaba su clítoris para llegar a su segundo orgasmo, se la saco de su boca y empezó a gemir estaba alcanzándole y yo también notaba como salía hacia el exterior, ella seguía con su mano el echo de que acabásemos a la vez la excitaba el doble y llego al clímax mientras de mi pene salía a borbotones chorros de leche caliente, acerco su boca y recogió todo lo que pudo con su boca para tragar un poco y escupió el resto en su pecho que empezó a brillar entre los restos de semen y sudor, nos quedamos extenuados ambos sobre nuestra cama y abrazados. Tan relajados nos quedamos que nos quedamos dormidos allí empapados en sudor y semen.