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Academia Masturbatoria: Primera Sesión

en Autosatisfacción

Academia Masturbatoria: Primera Sesión

Hace dos años creé “Deseo”, una academia para mujeres y hombres  que pese a haber mantenido relaciones sexuales todavía no conocen su cuerpo y no han disfrutado del verdadero sexo. Mi novio César se ocupa de dar “clase” a los hombres y yo en cambio, a las mujeres. La relación que mantenemos mi novio y yo es completamente sólida y a lo largo de los 4 años que llevamos juntos hemos aprendido a dirigir nuestra academia sin que esta labor se interponga en nuestra relación de pareja.

Los cursos que ofrecemos tienen una duración de una semana y en ellos intentamos abordar cada día una parte del cuerpo. Os aseguro que nadie ha acabado las sesiones decepcionado y todos aquellos que se han inscrito han descubierto el verdadero placer.

A lo largo de una serie de relatos que iré publicando pretendo contar cómo funcionan estas sesiones y cómo enseño a mis alumnas a darse placer a sí mismas. En concreto, os voy a contar cómo se desarrollaron los acontecimientos aquella semana. Os preguntaréis qué tiene de especial esa semana…os diré que el último día mis alumnas, acompañadas de mi novio, me hicieron un regalo muy especial…si tenéis paciencia, os lo contaré cuando lleguemos a la última sesión.

Primera Sesión : toma de contacto

“Muchas gracias por todo lo que nos has enseñado...” “Gracias a las sesiones he logrado comunicarme con mi pareja” “He descubierto como disfrutar...” eran las frases que más me llamaron la atención de los tres últimos emails que estaba leyendo aquel lunes. Me estaba tomando un café aquella tarde lluviosa mientras leía los emails de algunas alumnas que habían participado en las sesiones de “Deseo”.  Era gratificante ver como antiguas alumnas habían aprendido y habían conocido por fin el verdadero placer de la masturbación gracias a las sesiones que yo ofrecía.

Como cada lunes, ese día tocaba nuevo grupo de alumnas. Una semana antes, todas y cada una de ellas habían recibido una carta con instrucciones claras para la asistencia a la sesión:

-        Todas las alumnas deben asistir a las sesiones completamente depiladas

-        La higiene íntima es fundamental

-        Las alumnas deberán asistir a cada una de las sesiones con el conjunto de lencería que se les asigne y otorgue en los vestuarios de “Deseo”.

-        Queda prohibida la entrada de hombres a la sala de las mujeres durante la sesión.

-        Todas las alumnas deben presentar el resultado de los ánalisis de enfermedades de transmisión sexual y deben estar 100% libre de infecciones

Mientras me preparaba para la sesión (un conjunto de ropa interior roja de encaje), pensaba e intentaba recordar el nombre de mis nuevas alumnas: Sandra, Lidia, Carlota, Rafaela y Carmen. Sentí esa excitación que caracterizaba el comienzo de un nuevo grupo. ¿Cómo reaccionarían? ¿Quién sería la primera en perder el pudor? ¿Cuántas se dejarían llevar? ¿Quién sería la primera en correrse? Comencé a excitarme.

Miré el reloj. Eran las 18:58. Debía acudir ya a la sala, mis nuevas alumnas me esperaban. Antes de entrar, me miré al espejo y me gustó lo que vi: tenía mi largo pelo castaño ondulado, las mejillas sonrosadas, los pezones duros que sobresalían sobre el encaje del sujetar rojo. El culo respingón y en medio de mis nalgas estaba el tanguita rojo de tira que poco dejaba a la imaginación por la parte delantera. Tengo un buen cuerpo. No me avergüenza decirlo. Trabajo duro para que así sea y noto como los hombres me miran y se excitan por la calle. Tras colocarme bien las medias cortas que me llegaban hasta los muslos, y  me di un cachete en el culo y reprimí el impulso de tocar mi chochito ya que comenzaba a estar húmedo. “Ahora no”, me dije. Mee alcé los tacones negros de aguja y una vez lista, abandoné mi despacho y me encaminé a la sala.

Mis alumnas todavía no habían entrado. Aproveché y di los últimos toques a la sala. Encendí las velas aromáticas, apagué las luces, coloqué bien los grandes cojines del suelo (sobre las que las alumnas se masturbarían) y coloqué una pluma grande blanca detrás de cada almohada. Después coloqué el sillón bajo sobre el que yo me sentaría  en frente de  la pila de cojines.

-        ¿Hola?-Oí una vocecita

-        ¡Buenas tardes!-exclamé.- Pasad, pasad todas-dije mientras el grupo de las cinco chicas entraba. Todas tenían una mirada que dejaba a entrever lo avergonzadas que se sentían de la situación e incluso alguna intentaba cubrirse el cuerpo, ya que todas iban con el conjunto de roja interior rojo que cuidadosamente coloqué en las taquillas de los vestuarios.-Bienvenidas a “Deseo”, mi academia. Sé que en estos momentos os estaréis preguntando qué hacéis aquí. No os preocupéis. Estáis aquí para aprender a disfrutar y creedme que lo lograréis. No os sintáis avergonzadas. Iros tumbando en estos cojines.

Todas obedecieron. Sonreí para mis adentros. “Míralas” pensé, “estoy deseando hacer que se corran”. Me senté en el sillón con una postura sugerente y comencé a hablar.

-        Lo que hoy vamos a hacer es una toma de contacto-me tumbé y con un movimiento sexy (apoyé la cabeza detrás, levante el trasero y las piernas) me quité el tanga y abrí las piernas poniéndolas cada una en apoya brazos del sofá, siendo consciente de que ellas no me quitaron ojo ni por un momento. Fueron testigo de mi abrir de piernas, dejando mi perfecto chochito expuesto. Algunas desviaban la mirada para volver a dirigirla a mi sexo. Las mejillas de algunas se tornaron rosáceas.- Me llamo Valeria y tengo 30 años. Como podéis ver, estoy excitada. Me encanta masturbarme y quiero enseñaros truquitos para que vosotras disfrutéis tanto como lo hago yo. Coged la pluma que tenéis detrás de la almohada. Y comenzad a acariciaros sin quitaros la ropa interior, de arriba abajo. Oh si…-empecé a gemir, mientras la pluma que yo cogí me la restregaba por las tetas. Bajé un poco más y me acaricié el vientre con ella, mientras mis caderas comenzaron a bailar haciendo círculos. Vi que poco a poco, mis alumnas iban relajándose y concentrándose en la tarea. Bajé la pluma un poquito más, acariciando mi hinchado y rosadito clítoris. Se me escapó un pequeño gemido.-Oh…ah..-Como en un susurro.

Vi que algunos tangas comenzaban a mojarse. Eso hizo que yo me excitara mucho más. Todas tenían la vista clavada en mi precioso agujerito que exigía atenciones. Pese a no ser lesbianas, las mujeres también podemos llegar a excitarnos cuando vemos un buen chochito húmedo. Vi que Lidia deseaba desprenderse de su tanga. Sin duda era la que más excitada estaba, de hecho, sin yo siquiera decirlo, se había quitado el sujetador, dejando sus grandes pechos al aire.

-        Lidia-Dije con voz entrecortada-¿Te apetecería tumbarte en este sillón y contarnos algo sobre ti, lo que quieras, lo que te gusta...?-en ese momento coloqué mis manos sobre mis inglés y comencé a masajearme, abriendo y cerrando mi conejito sin ni siquiera tocarlo, mientras este emitía ciertos sonidos por la cantidad de fluidos que comenzaba a expulsar.-Todas vais a hacer lo que Lidia está a punto de hacer, es solo cuestión de tiempo y seguridad-En ese momento Carmen también se quitó el sujetador y el tanga y comenzaba a estar agitada. Me sonrió. Fue una sonrisa cómplice. Por fin estaba logrando que se sintieran a gusto. Comencé a masajear mi vagina.

-        No se…me da un poco de vergüenza-decía con una voz muy agitada.

-        Si quieres podemos esperar un poco-le dije-Os voy a enseñar lo más básico. ¿Veis cómo con la ayuda de las dos manos estoy abriendo mis labios vaginales? Ah.…¿Verdad que son preciosos? Están húmedos y exigen atención.

-        Sí…son tan rosaditos…-Dijo Lidia sin pensarlo. Pude notar como se apuraba por el comentario involuntario que le salió de su boca. – Lo siento.-Me dijo mientras involuntariamente untó la yema de su dedo índice en la entrada de su vagina.

-        No tienes nada que sentir…ah ah…es lo que pretendo. Quiero que os olvidéis de todo y que os centréis en lo que más os gusta. Quiero que sintáis placer. Justo donde acaba vuestra preciosa rajita, si os abrís un poquito más, descubriréis vuestro clítoris. Seguramente esté hinchadito y sensible. Aprovechad, dadle todas las atenciones que merece. ¿Veis?- Les dije suspirando mientras me abría los labios con la mano izquierda y comenzaba a dar pequeños golpecitos a mi botón preferido. Oía como también se oían los golpecitos y los ruidos de humedad que producían los chochitos de mis alumnas.- Ah…sí…veréis que soy un poco gritona..ah…me encanta…oh sí…Dios…También podéis jugar con este movimiento…-con mi dedo índice comencé a masajear mi clítoris de arriba a abaja, haciendo que involuntariamente mi espalda se arqueara. Pude observar como hasta las alumnas más tímidas ( Sandra, Carlota y Rafaela) estaban casi tan excitadas como Carmen y Lidia y que comenzaban a tocarse sin ningún pudor. Compartí miradas con Carmen y Lidia. Eran miradas de placer, de complicidad. Estaba logrando mi objetivo.-Untad vuestro dedito con un poco de vuestro propio flujo…y volved a centraros en vuestro clítoris. Oh sí…ah…oh…de arriba abajo…por favor…ah…

Miré a Lidia y le hice un gesto que me entendió a la perfección. Se levantó. Observé como sus enormes pechos rebosan de excitación e incluso su clítoris sobresalía de su vagina. Yo  me levanté y me situé al lado de ella, de pie. Esta se sentó, imitó mi postura (abrió de par en par su chochito) y comenzó a poner en práctica los poquitos consejos que yo les había dado minutos antes. Ese momento fue toda una revelación. Vi que Carmen ansiaba sentarse en mi sillón, tal y como Lidia estaba haciendo. Ninguna quitaba el ojo a Lidia. Se humedecían los labios, tanto faciales como vaginales. Se movían involuntariamente. En la sala se podía oír  un coro de gemidos. Lidia movía su cadera, hacía círculos y luego la movía de arriba abajo, sin parar de tocarse, de amarse, de restregarse. Incluso se pellizcaba el clítoris. Era imitada por el resto de las alumnas. Todas estaban desinhibidas. Observé como sus agujeritos reclamaban atención. Vi como involuntariamente se les contraía e incluso a veces dejaban caer un poquito más allá su dedo índice, hasta introducir la punta en ese precioso, sabroso y húmedo coñito.

Lidia no podía más, cerraba los ojos, se concentraba y los volvía a abrir, mirando lascivamente a los coños de sus compañeras, después volvía a cerrar los ojos y se evadía…-Oh…sí…fóllame…por favor…oh oh oh…-Estaba a punto de estallar…-Si….s….SÍ SÍ…AHHH AHHHH OHHHHHH AHHHHHHHHHH….-acabó con un profundo suspiro.

-Muy bien Lidia, vuelve a ocupar tu lugar y observa la escena durante dos minutos y a partir de ahí, haz lo que sientas. –Me volví a sentir, con la misma postura de antes. Comencé donde lo había dejada. Estaba mojadísima y mi coño exigía una polla, SU polla, pero no podía ser en estos momentos, tendría que conformarme con imaginar lo empalmado que César estaría tras la pared, viéndome a través del cristal, secreto que sólo el y yo sabíamos. Empecé a juguetear con mi agujerito, primero metía un poco el dedo índice, luego lo sacaba, después me metía el pulgar entero, luego lo sacaba…y así con todos, algunos más profundos y otros solo un poquito. Mis propios flujos con el entrar y salir de mis dedos hacían sonidos. Me encantaba. También me los llevaba a la boca, lo olía, lo chupaba y vuelta a empezar.

-Ah…Oh..sí…sí….-gemía Carmen

- Carmen, ¿querrías sentarte aquí..?-Le pregunté sin apartar mi mirada de su húmedo conejito. Éste no era tan rosa. Tiraba más a marrón. Sin duda, igual o más sabroso que el de Lidia.

- Ah…sí..me gustaría intentarlo…

Al igual que Lidia, Carmen perdió el pudor y compartía miradas de deseo  con sus compañeras. Lidia estaba igual de excitada que antes y no tardo mucho en volver a masturbarse siguiendo los nuevas instrucciones. Carmen jadeaba y su chocho no paraba de abrir y cerrarse.

-¿Qué te parece si con la mano izquierda te tocas aquí-coloqué mi dedo sobre su clítoris mientras le susurraba al oído- y con la derecha te centras …aquí?-introduje mi dedo en su húmeda conchita…um…que rica estaba…tanto como la mía-

Sus ojos se abrieron de golpe, pero para entonces yo estaba yendo a ocupar su lugar entre los cojines, al lado de sus otras compañeras, mientras todas me miraban celosas debido al regalito que le había dado a Carmen. Carmen me guiñó el ojo. Abrió mucho el coño, colocó una mano sobre su clítoris y otra sobre su cuevita y empezó de arriba abajo y de izquierda a derecha a tocarse, a suspirar y a gemir, hasta que estalló en un intensó orgasmo. Todas pudimos ver como sus labios y su cara se contraía mientras se corría. También fuimos testigos de los flujos que emanaba su cuerpo. Nos excitó muchísimo a todas.

-Chicas, no me defraudéis. Pensad en esta situación, en mi chochito, en los vuestros, en vuestras compañeras….oh…oh…dejaros llevar…imaginad lo que más os excite…dejaros llevar…..

-Oh…ohh…ahh….ahh…sí…sí….ahhhhhhhhhh-Se oía en la sala. Pude observar como todas se corrían a la vez, incluidas las más tímidas, al igual que Carmen y Lidia (esta vez ya era su segunda vez)  que estaban deseosas y agitadas por que me corriera.

-Sois todas unas zorritas…¿deseáis que me corra? ¿Queréis verlo?...lo puedo ver en vuestras miradas…

Me coloqué a cuatro patas, enseñándoles mi precioso ano y otra perspectiva de mi mojadito coño y solamente me centré en mi clítoris. Abrí mucho mis labios vaginales, dejando expuesto mi clítoris. Cuanto más tirante, más placer. Con la mano izquierda sujetaba mis labios húmedos y con la izquierda estrujaba mi clítoris. Quería ver sus caras cuando me corriera. Quería que vieran como mi chochito se contraía al llegar a ese deseado orgasmo. Me permití meter durante un segundo un dedo en mi conchita para que se mojara bien para después regresar a su labor de mover y acariciar en círculos a mi clítoris…-Sí…oh…sí…..ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh….no puedo más….prestad atención….esto va por vosotras…-ellas estaban muy cerca de mi,  casi respirando en mi ano y en mi chochito, sentía su aliento en mi vagina, y eso hacía que yo me excitara más. Sabía que volvían a estar excitadas y que deseaban darme placer, pero eso sería otro día..-ahhhhh ahh sí …sí…SIIIIIIIII AHHHHHH….ahh…ahhhh…

Me corrí  y el orgasmo fue, intenso y espectacular, todo ello bajo la atenta mirada de mis alumnas que volvían a jadear. Mi cuerpo se contraía y ansiaba la dura polla de César. Sin duda, yo tenía claro que mi sesión de sexo del lunes ahí no iba a acabar. Lo buscaría más tarde.

-Espero que hayáis disfrutado chicas….-dije mientras recuperaba mi aliento-veo que algunas seguís muy excitadas…vaya vaya…ese era mi objetivo…Los deberes de hoy son imitar la postura que he empleado mientras me masturbaba. Sé que os ha excitado, sin embargo hoy no tenemos tiempo para más. Mañana más y mejor.

Esperé a que todas abandonaran la sala, recogí los cojines, apagué las velas y salí de la sala, no sin antes guiñar al espejo tras el que estaba segura que se escondía César.