Me tumbo en el sofá y abro las piernas. Me noto húmeda y disfruto de esa sensación. Tras dudarlo unos instantes me dedico a sacar una foto de mi conchita y mandársela a Javier. Después de unos instantes recibo un mensaje:
Concentré mi vista en esos deliciosos y húmedos labios vaginales de Carmen y Lidia que estaban contrayéndose a causa del gran orgasmo que acababan de tener. Con esa imagen, las tetas de Carmen, el culo en pompa de Lidia, los ruidos vaginales, y jadeosy sabiendo que César no me quitaría el ojo.
Me coloqué a cuatro patas, enseñándoles mi precioso ano y otra perspectiva de mi mojadito coño y solamente me centré en mi clítoris. Abrí mucho mis labios vaginales, dejando expuesto mi clítoris. Cuanto más tirante, más placer.Estaban tan cerca de mi que sentí su aliento en mi coñito y en mi ano.
Tal y como me lo ordenó, me desnudé, me puse el collar y me envolví en una bata de seda. Dejé mi pelo suelto y contemplé mi figura frente al espejo. Sin duda, mi pelo ondulado cayendo sobre mis tetas y el color rojo carmín de mis labios eran la pura imagen del erotismo. Me sentí satisfecha de la imagen que el espejo me devolvía. Comencé a excitarme otra vez y sentía tentaciones de acariciar mi clítoris e introducirme un dedo en la vagina, pero me contuve. Él me estaba esperando y quería ver cada una de mis reacciones y movimientos.
Decidí dar tregua a mi clítoris que lo tenían bien rosado e hinchado y me dispuse a bajar. Acaricié por fuera la entrada de mi vagina. Tracé varios círculos. La recorrí de arriba abajo. Introduje un poquitín mi dedo índice, que inmediatamente se cubrió con mi humedad.