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Amo a mi cuñada (Corregido)

en Amor filial

Hola soy Arturo.

 

Tengo 37 años, mido 1.70 de altura, soy moreno, ojos castaños. Tengo un cuerpo promedio, rasgos regulares, boca generosa y algunas mujeres (y hombres) me consideran atractivo, aunque eso realmente es debido a mi sentido del humor. Me gusta bromear, considero que puedo conversar de cualquier tema y trato siempre de ayudar a los demás.

 

Tengo 10 años de casado y tenemos un matrimonio como cualquier otro con sus altas y bajas y no puedo negar que a veces he tenido mis aventuras.

 

La historia que voy a relatar comienza hace unos años, pero solo en este año es cuando por fin se cumplió cabalmente mi fantasía.

 

Cuando aún éramos novios y yo frecuentaba la casa de mi esposa, conversaba mucho con mi cuñada. Mi cuñada es mayor que mi esposa, pero siempre me ha parecido muy sensual.  Tenemos un sentido del humor muy parecido y a ambos nos encanta conversar con todos.

 

Ella es muy bonita, delgada, ojos color castaño oscuro, cabello lacio castaño con reflejos rojizos, Tiene muy buena figura, senos grandes y bien formados, piernas muy hermosas y torneadas y sobre todo una sonrisa increíble con una mirada chispeante.

 

Siempre hemos tenido una especie de complicidad. Como somos muy parecidos a veces parece que nos leemos la mente. Era común que yo llegara a recoger a mi novia para ir al gimnasio por las mañanas  y mi cuñada me abriera la puerta en camisón. Eso me encantaba porque siempre se alcanzaban a distinguir sus pezones porque no usaba ropa interior y ella lo sabía porque un día que hacía mucho frío comentó:

 

—Brrr!! Hoy si hace más frío!! Creo que esta vez se me nota más que otros días!! Jajaja

 

—Jajajaja—me reí—sí pero no importa, a mí no me molesta eeh?

 

—Lo sé… pero tú eres casi de la familia y hay confianza no?

 

—Claro!!

 

Me gustaba saber que ella me tenía la suficiente confianza como para no cubrirse y que no me considerara un extraño. No coqueteábamos en el estricto sentido de la palabra. Es simplemente que nos tenemos mucha confianza.

 

Cuando mi novia y yo anunciamos que nos casaríamos ella se puso muy feliz. Me abrazó y mientras me decía

 

—Por fin serás parte oficial de la familia!!—dijo sin algún doble sentido, sólo se veía contenta.

 

Obviamente yo también estaba muy feliz. Nunca pretendí o intenté nada más que su amistad. Claro que cuando podía, apreciaba su hermoso cuerpo si ella me lo mostraba sin malicia. Era común que me pidiera ayuda para ver qué vestido llevar a sus citas o incluso me pedía que le diera masaje en el cuello.

 

Yo tengo bastante experiencia en dar masajes debido a un curso que llevé durante 3 años y eso fue rápidamente aprovechado por mi novia, mi cuñada, mi cuñado, y en general cualquier miembro de la familia de mi novia.

 

Sólo en tres de ocasiones me excité mucho con ella y creo que lo notó. La primera fue un día que ella llevaba un vestido muy ligero de tela parecida a la seda. Sus formas se adivinaban y no se había puesto ropa interior por lo que sus pezones se marcaban en todo su esplendor. En un momento dado se inclinó y el generoso escote del vestido me permitió ver mucho más de lo que era mi intención.

 

Pude apreciar el profundo surco de sus senos, la blancura de su piel, sus pezones erectos e incluso pude aspirar su aroma, recuerdo que su perfume era  Magie Noire. Me quedé inmóvil, paralizado con esa visión tan hermosa. Tan quieto que ella notó mi inmovilidad y me miró atentamente mientras un rubor comenzaba a cubrir su rostro. Sin movimientos bruscos se incorporó y no hizo ningún intento de cubrirse, sólo continuamos conversando.

 

La segunda vez ocurrió un día que ella tenía puesta una minifalda de mezclilla. La minifalda permitía apreciar sus torneadas piernas. Tiene unas piernas largas e interminables, ligeramente bronceadas y hermosas.

 

Sucedió que mientras estábamos conversando todos en la casa de otra de sus hermanas, mi cuñada se sentó al pie de la escalera que lleva a las habitaciones superiores. Flexionó sus piernas pero inadvertidamente las dejó ligeramente abiertas dando una hermosa vista de su ropa interior. Era un biquini de color blanco y se veía como se entremetía ligeramente entre sus labios vaginales. Sus piernas se apreciaban tersas y suaves.

 

Justo frente a ella había un lugar disponible y ahí me senté. Cuando volteé y pude admirar esa espectacular visión me quedé boquiabierto, impactado y obviamente ella lo notó, pero en lugar de discretamente cerrar las piernas, las abrió un poco más dejándome ver mejor. Cuando alcé la vista y la miré a los ojos aprecié su hermosa sonrisa y sus ojos con un brillo especial.

 

La tercera vez fue una de tantas veces en que falló su auto. En esa ocasión se le pinchó un neumático y ella no tenía repuesto, así que me llamó y yo fui inmediatamente. Cuando llegué me percaté que el neumático no tenía arreglo porque se había desprendido el piso de la llanta.

 

—Mmm… esa llanta no tiene arreglo Sonia, tenemos que ir a una llantera y ver si podemos comprar una usada a un precio accesible

 

—¡No me digas eso! Me lo temía… espero que no sea muy caro

 

—No te preocupes—dije—si hace falta dinero, aquí traigo. Ven, cerremos el auto y acompáñame.

 

Ese día mi cuñada tenía puesta una falda tipo hindú con estampado floreado, que más que falda es un trozo de tela con el que se que se envuelve y se ata a la cintura y como resultado tiene una especie de escote desde los pies hasta prácticamente la cintura. Cuando se subió a mi auto, la falda se abrió por completo dándome un espectacular vistazo a su entrepierna. Tenía puesta una diminuta tanga color piel… su delicioso coñito se dibujaba perfectamente con sus piernas abiertas. Recorrí con la mirada sus piernas y ella solo se sonrojó un poco.

 

Cuando subí, me di cuenta que no había cambiado su posición y aún se apreciaban sus piernas desnudas y suaves. Las admiré y me quedé pasmado hasta que ella se rió y me dijo

 

—¿Ya terminaste?

 

—Oh! Perdón!!—dije y sentí que mis orejas se sonrojaban.

 

—Si no fueras de mi familia, me molestaría mucho.

 

—Si no fuera de tu familia—dije—me abalanzaría sobre ti en este preciso momento

 

Mi cuñada sólo soltó una carcajada y encendí el auto.

 

Han pasado algunos de años desde que ocurrió, aunque obviamente seguimos en contacto. En ese tiempo, mi cuñada se casó, se embarazó, tuvo a su hijo y se divorció.

 

Ella ha pasado por muchos problemas y diariamente le ayudamos con mi sobrino. Mi cuñada entra a trabajar a las 7:00 y mi sobrino entra a la escuela a las 7:30 así que es complicado para ella llevarlo.

 

Todos los días me levanto a las 5:15 y me arreglo, preparo la ropa de mis hijas y a las 6:00 despierto a mi esposa y a las niñas. Mi cuñada llega a mi casa a las 6:30, me deja al niño y se va al trabajo. Les doy de desayunar a los niños y salimos de casa a las 7:00 para llevar a todos y alcanzar a llegar mi trabajo.

 

Mi cuñada aún es muy sensual, tiene un sentido del humor que me encanta y en muchas ocasiones me ha ayudado cuando tengo problemas con mi esposa.

 

Últimamente ha encontrado un buen negocio haciendo estudios socioeconómicos para la asignación de becas en colegios. Como son más de 500 estudios por escuela me pidió ayuda y accedí con la condición de que primero me enseñara a realizar dichos estudios.

 

Fue demoledor.

 

No tenía ni idea de lo cansado que podía ser realizar todos esos estudios. Conocí partes de la ciudad que ni siquiera sabía que existían. Al final del día nos sentábamos en la sala de su casa para compartir experiencias, llevar un registro de los estudios realizados, capturar los datos en la computadora y tomar café.

 

Casi al final de los estudios, ella estaba mucho más cansada de lo normal y me pidió que le diera un masaje en el cuello y yo accedí. Juro que no llevaba ninguna doble intención.

 

Comencé con la base de su cráneo. Deslizaba lentamente mis dedos haciendo una ligera presión. Al llegar a sus trapecios, oprimía un poco más y regresaba a su nuca y cuello, poco a poco se fue desapareciendo la tensión. Sincronicé mi respiración con la de ella y después la volví más profunda exhalando desde la parte inferior de los pulmones. De esta forma se llega a un estado de relajación ideal.

 

—Mmm hacía mucho tiempo que no me dabas un buen masaje de cuello

 

—No me lo habías pedido—contesté—pero con esto te sentirás mucho mejor. ¿Te parece si cada que nos reunamos te doy un buen masaje?

 

—No… creo que sería abusar…

 

—Deja eso—interrumpí—Somos familia no? No importa

 

—Bueno—dijo—y sonrió como sólo ella sabe hacerlo.

 

Al día siguiente, después de terminar todo lo administrativo y cuando estábamos conversando, me levanté y sin consultarle, me coloqué a su espalda y comencé a masajear su cuello. Ella se sorprendió un poco, pero me dejó hacer.

 

—Mmmm! Es delicioso… deberías dedicarte a dar masajes en forma profesional

 

—No. Tendría que dar masaje a cualquier persona y a mí me agrada dárselos sólo a mis seres queridos—contesté

 

Mis dedos subían y bajaban por su nuca, su cuello y sus trapecios… poco a poco oprimían con más fuerza y bajaban a sus hombros. Los tirantes de su sostén y de su vestido me estorbaban y los bajé muy lentamente hasta que quedaron sueltos a la altura de sus codos.

 

Ella no dijo ni una palabra pero yo alcanzaba a ver en su perfil que tenía los ojos cerrados. Al igual que la vez anterior, nuestra respiración se sincronizó y se hizo más profunda. Yo masajeaba su nuca, su cuello sus hombros y la parte superior de su espalda. Sentía su piel flexible y tersa.

 

—¿Sabes?—dijo muy quedamente—Lo que en verdad me duele son las piernas… puedes masajear mis piernas?

 

—Claro!—dije—¿Quieres ponerte algo más cómodo?

 

—No. Así estoy bien

 

—Recuéstate en el sofá—dije—y voy por aceite de bebé

 

Fui al baño donde yo sabía que guardaba el aceite y los desmaquillantes y traje un frasquito. La encontré acostada con el brazo cubriendo sus ojos y al parecer dormida

 

—¿Sonia?

 

—¿Mmm?—contestó—¿Qué ocurre?

 

—¿Estás lista?

 

—Sí… adelante

 

Ella se había quitado los zapatos desde que llegamos y tenía puesto un vestido de manta de color hueso que resaltaba su figura y hacía que sus ojos se vieran aún más hermosos. Levanté el vestido hasta arriba de sus rodillas y comencé a masajear suavemente sus pies… recorría desde la punta de sus dedos, hasta su talón y su empeine. Sus tobillos tenían mucha tensión y los presioné para relajarlos. Primero el izquierdo y después el derecho.

 

Subí por sus pantorrillas admirando su dureza y flexibilidad, su piel suave era elástica y firme. Noté que ya tenía algunos indicios de várices, las llamadas “arañitas”, pero no tenía nada de celulitis. Tomaba sus pantorrillas con ambas manos y las apretaba deshaciendo los nudos provocados por la tensión. Yo bajaba hasta sus tobillos y subía hasta sus pantorrillas. Una y otra vez.

 

Llegué a sus rodillas y sentí que su piel se erizó cuando toqué sus corvas y la parte trasera de sus piernas. Oprimí sus cuádriceps y sus músculos abductores bajando hasta sus tobillos. Subía nuevamente y con mis pulgares intentaba quitar toda la tensión que se sentía en sus piernas perfectas. La visión era increíble: Sus piernas brillosas por aceite y desnudas hasta casi llegar a su entrepierna.

 

Subí por la parte interna de sus piernas hasta casi llegar a su biquini. Mis dedos estaban a 1 cm de su coñito. Yo le había subido la falda hasta la cintura y podía apreciar por completo sus piernas y coño cubierto por una tanga de hilo dental de color blanco.

 

A estas alturas mi corazón palpitaba a mil por hora y tenía una erección que incluso me molestaba al inclinarme. Con el pulso palpitando en mis sienes y la boca seca, rocé muy suavemente su coñito con la punta de mi dedo pulgar. No hubo respuesta excepto que su piel se erizó una vez más.

 

Seguí bajando y subiendo. Ya no estaba masajeando, estaba acariciando sus piernas; bajaba y subía sintiendo su tibieza, su elasticidad, su aroma, su textura suave y resistente a la vez. Mis manos cada vez llegaban más arriba hasta que lentamente posé mi mano abierta sobre su monte de Venus.

 

Ella no dijo ni una palabra y sólo abrió un poco más sus piernas. Mi mano abarcó por completo sus labios vaginales y oprimí ligeramente.

 

En ese momento comencé a acariciar su vagina por encima de la tela de su tanga, subía y bajaba recorriéndola por completo hasta que sentí cierta humedad en su ropa interior. Después de unos minutos moví su tanga y pude admirar lo que tantas veces había adivinado bajo sus ropas y había soñado. Estaba depilada dejando solo una pequeña línea de vello al centro. Sus labios rosados e inflamados se veían brillantes por la humedad. Debido a las caricias que había recibido estaban ligeramente abiertos.

 

Tomé su tanga por los lados y se la bajé lentamente. Ella no se resistió e incluso levantó un poco su trasero para facilitar la tarea. Con mi corazón palpitando con fuerza seguí acariciando su coño con una mano mientras que con la otra acariciaba sus piernas. Fui acercando mi rostro a su entrepierna hasta que literalmente estuve a 1 cm aspirando su aroma. Su aroma se parecía al de mi esposa, pero era más dulce, más suave y con destellos a vainilla… Me acerqué un poco más y toqué con la punta de mi lengua sus labios mayores. Mi cuñada sólo suspiró y abrió un poco más las piernas. Metí mis manos debajo de sus nalgas y la acerqué más a mi rostro.

 

Con mi mano derecha abrí sus labios descubriendo su interior, sus labios menores, su clítoris y su vagina. Besé sus labios menores. Ella jadeó

 

—Ah!

 

—Relájate—dije

 

—Mmmm!! —gimió

 

Continué pasando mi lengua por su coñito, sentía sus jugos y su aroma me empapaba. Yo bajaba hasta su perineo y subía hasta su monte de Venus. Introduje ligeramente mi lengua en su vagina para saborearla mejor. Subí a su clítoris y dibujé ochos con la punta de mi lengua y la sentí estremecerse. Después trazaba círculos con mi lengua en su clítoris y lo apresaba con mis labios apretándolo un poco, después lo presionaba con mi lengua como si quisiera meterlo en su capullo. Repetí la operación una y otra vez…

 

—Mmmm!! Aaaahh!! Ssssshhh!!—gemía mientras su mano libre se aferraba al sofá

 

Luego me separaba y continuaba con su vagina, introducía mi lengua y la giraba mientras estaba dentro recorriendo sus paredes. Mi nariz también participaba en el juego, mientras lamía y penetraba su chochito con mi nariz trataba de tener contacto con la parte inferior de su clítoris. Y con mis dedos continuaba la caricia, cuando volvía a su clítoris con mi lengua, la penetraba por la vagina con mis dedos índice y mayor. Yo flexionaba y movía los dedos mientras estaba en su interior y como resultado Sonia movía su pelvis hacía mí y arqueaba la espalda buscando mayor contacto con mi boca y mi lengua.

 

—Ah!—jadeó mientras sus manos se aferraban a mi nuca y me presionaban con más fuerza contra ella.

 

Fui acelerando mis movimientos y cuando ella estaba casi por llegar al clímax, Presioné su clítoris y lo rocé muy suavemente con mis dientes.

 

Mi cuñada explotó en un maravilloso orgasmo. Sentí manar sus fluidos y sus rápidas contracciones.

 

—Mmmmm!!! Aaaahhhhh!! Mmmmsssiiiii asssiiiii!! Aaaaah! Que rico!! Mmmm gemía y sus contracciones se iban haciendo más lentas

 

Nos quedamos completamente inmóviles, ella acostada y yo con mi rostro sobre su pelvis. Después de unos minutos se incorporó sin bajarse el vestido y me besó tierna y largamente… nuestras lenguas jugaban y ella apreciaba el sabor de sus propios jugos.

 

—Eres maravilloso—dijo—Ha sido mejor que como lo soñaba

 

—¿Soñabas algo así?—dije

 

—Sí, desde hace muchos años me gustas, pero sabía que estabas enamorado de mi hermana y además notaba que no me veías como mujer disponible excepto por la vez de la escalera y cuando te quedaste hipnotizado viendo mis piernas

 

—Jajaja siempre te he querido y tú lo sabes—dije

 

—Sí yo también—contestó—Me hubiera encantado que se quedaran a vivir aquí en casa.

 

—Pues sí, pero sabes que necesitábamos un lugar más grande…

 

Me acerqué lentamente y volvimos a besarnos con lentitud. Su mano bajó hasta mi entrepierna y yo le ayudé a sacarme el pene del pantalón.

 

Mientras nuestros besos se hacían más demandantes, Sonia comenzó a pajearme… me masturbaba con maestría y a estas alturas yo estaba tan caliente que no hacía falta mucho esfuerzo para sentir la inminencia de mi corrida.

 

—Espera!! Estoy por venirme—dije

 

—No importa!! Es tu turno—dijo mientras aceleraba sus movimientos.

 

Por más que intenté contenerme, el orgasmo llegó con intensidad alimentada por la emoción de mi fantasía cumplida. Mi cuerpo se puso en tensión y sentí una corriente eléctrica que me recorría por completo mientras eyaculaba muchísimo semen.

 

—Aaah!! Me encanta!!—dije

 

Mi cuñada me besó nuevamente y se levantó. Regreso al poco rato con pañuelos desechables y tiernamente me limpió. Se acercó mucho a mi pene y pude notar que me examinaba con detenimiento.

 

—¿Sabes que nunca había visto un pene circundado?—dijo

 

—¿En serio? ¿Tu ex marido no estaba circundado?

 

—No. Y tampoco estaba depilado como tú. Francamente no gusta que tengan tanto vello. Además olía feo—dijo

 

—Entonces… ¿Cómo te gustan más? ¿Circundados o sin circundar?

 

—Tu pene me gusta mucho—dijo sonriendo pícaramente— ¿Crees que pueda verlo más seguido?

 

En cuanto escuché eso sentí una nueva erección y mi cuñada lo notó de inmediato.

 

—Wow! Parece que quiere seguir la fiesta!!—dijo sonriendo

 

—Sí!—dije—Así me pones y no es la primera vez.

 

Tomó mi pene entre sus manos y comenzó a pajearme de nuevo. Me acarició los testículos, el glande y todo mi falo. Abrió la boca y chupó mi glande. Con los dientes me rozó con algo de fuerza y no pude evitar un respingo

 

—Perdón!!—dijo—No estoy muy acostumbrada a hacer sexo oral. Mi ex decía que sólo las prostitutas lo hacían…

 

—No te preocupes—contesté—Vas muy bien, sólo ten cuidado con los dientes. Utiliza más la lengua para sentirla en la punta.

 

Me obedeció y en ese momento comencé a disfrutar mucho más.

 

—Lámeme todo hasta la base—indiqué—regresa hasta arriba y vuelve a metértelo en la boca mientras me acaricias los testículos con la mano.

 

—¿Así?

 

—Mmm sí, así está perfecto

 

Yo sentía que su boca estaba en todos lados, tan pronto entendió de qué se trataba, bajaba y subía mientras me pajeaba con suavidad. En un momento dado, sin preguntar, se introdujo un testículo en la boca y literalmente lo acariciaba con la lengua. Yo me sentía en la gloria.

 

—¿Arturo?

 

—Dime

 

—¿Podemos ir a mi habitación?

 

Sin contestar me levanté y la cargué en mis brazos. Me encaminé a su habitación sin dejar de besarnos.

 

Cuando llegamos la acosté en la cama y la desnudé quitándole el vestido y el sujetador blanco. Tiene el cuerpo de una diosa. Es perfecto. Me quité la camisa y los zapatos. Al final me quité el pantalón y me acosté a su lado.

 

Acariciaba su espalda y mis manos bajaban hasta su trasero. Su pierna se entrelazó con la mía y sentí el calor de su sexo contra el mío.

 

La acosté boca arriba y le besé la boca y el cuello, bajé hasta sus senos. Sus pezones tenían un sabor intenso, como caramelo con notas saladas y un poco ácidas. Acerqué mi polla hasta la entrada de su vagina y la miré a los ojos.

 

—Adelante—dijo

 

Metí la punta en su vagina y me quedé inmóvil. La saqué y nuevamente introduje sólo el glande. Entraba y salía únicamente el glande, poco a poco entraba un poco más. Salía casi por completo y me introducía de nuevo hasta que por fin la penetré por completo.

 

Me quedé quieto sintiendo lo caliente de su sexo, la humedad y la sensación de que me abrazaba el miembro completo. Ella tenía la mirada perdida y la boca abierta, jadeando y gimiendo sin poder articular palabra.

 

Empecé a entrar y salir con ritmo mientras movía mi pelvis en forma de ocho. Cuando entraba me movía más abajo y más profundamente hasta que sentía en la punta del pene como llegaba hasta el fondo y topaba con sus paredes.

 

—Mmmmm!! Síiiiii!!! Así! Sigue!! Qué bien lo haces amor!! Mmmmm te siento hasta adentro, hasta el fondo!!—decía entre jadeos

 

Hice una serie de penetraciones cortas en la entrada de su vagina, 1, 2, 3, 4, y en la número 5 entraba completo. Después 3 penetraciones cortas y la 4 y 5 más profundas. Y así hasta que la penetraba profundamente en cada ocasión.

 

—Me siento en la gloria Arturo!! No te detengas por favor—decía entre jadeos

 

Flexioné sus piernas y las levanté hasta apoyar sus rodillas en mi pecho haciendo que la penetración fuera más profunda aún. Sonia se volvía loca

 

—Aaaaauuuu!!! Siiii!!! Estás más adentro!! Siii!!! Así!!!!

 

Seguí así por varios minutos cambiando un poco el ángulo para que me sintiera por completo.

 

Giré su cadera hasta que ella quedó de costado y yo entre sus piernas como un par de tijeras. La sensación cambió y pude percibir como ella apretaba la vagina para un contacto más intenso mientras que yo admiraba la forma en que se movían sus senos en cada embestida. Tenía un rubor que comenzaba en su rostro y se extendía hasta el nacimiento de sus senos. Eran como puntos rojos.

 

Después de varios minutos así, volví a girar su cadera hasta que ella quedó a gatas con el trasero levantado y la cara enterrada en la almohada.

 

—mmmmm!!—Se escuchaba el sonido amortiguado

 

Noté que le gustaba porque cada que la penetraba ella se empujaba hacia mí. La tomé de la cintura y la incorporé hasta que logré besar su nuca, estábamos hincados y con mi mano izquierda tomé uno de sus senos. Mi mano derecha bajó hasta encontrar su clítoris y comencé a frotarlo mientras aceleraba mis movimientos. La reacción no se hizo esperar

 

—ASÍ!! ASÍ SIGUE!! NO TE DETENGAS!! ME VAS A HACER VENIR… NO TE DETENGAS POR NADA DEL MUNDO!!

 

Mordí ligeramente su cuello desde mi posición atrás de ella y sentí que su piel se erizaba

 

—AAAAAH!!!! ME VENGO!!! VENTE CONMIGO!! POR FAVOR!!! POR FAVOR MMMMM

 

Eso me excitó mucho más y sentí que también estaba a punto, así que la penetré con más violencia mientras aprisionaba su clítoris entre mis dedos índice y mayor.

 

—Sonia!! Me vengo!!—dije jadeando

 

—Siiiii!! También yo!!

 

Explotamos en un orgasmo intenso… largo, interminable, delicioso.

 

Quedamos acostados de costado aún acoplados… no me salí de ella. Sólo la abracé y ella se acercó más a mí.

 

Después de lo que parecieron horas, me retiré de ella y sentí como su cuerpo se estremecía. La arropé y le besé en los labios.

 

—Voy a darme una ducha rápida—Tengo que volver a casa

 

—¿No puedes quedarte?—preguntó conociendo la respuesta

 

—No hermosa… sabes que debo volver, pero mañana es viernes y si quieres aprovecharemos que Paul (mi sobrino) se irá a casa de su padre. Es una suerte que hoy esté en el cine.

 

—Sí—dijo—Mañana quédate conmigo, hace mucho que no amanezco con alguien a mi lado.

 

Me duché con agua muy caliente sin jabón y me vestí mientras ella seguía acostada con los ojos brillantes.

 

—Ha sido genial—dijo—Es mucho mejor que en mis fantasías

 

—Y que en las mías—respondí

 

La besé nuevamente y salí hacía mi casa.

 

Al día siguiente me quedé en su casa, pero esa es otra historia… Desde entonces siempre que podemos nos escapamos a hacer el amor y nos hemos vuelto bastante atrevidos y medio exhibicionistas. En otra ocasión les contaré nuestras aventuras.

 

Saludos