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Mi nuevo amigo: El tio que se folla a mi madre

en Amor filial

Hace unos días amanecí algo inquieto. Me dolía la cabeza, había sudado, tenía el pijama pegado a la piel, pero no estaba enfermo.

Había pasado casi toda la noche en vela, escuchando los ruidos que venían de la habitación de mi madre. Los golpeteos rítmicos del cabecero de su cama retumbaban contra la pared, su voz cuchicheada entre gemidos susurraba guarradas en secreto, sus jadeos entrecortados me hacían saber cuándo estaba disfrutando más… en la oscuridad de mi habitación me esforzada por no imaginarme lo que pasaba en la de al lado, pero era imposible, le ponía la cara de mi madre a esos sollozos de placer…

Me levanté y fui a darme una ducha refrescante para despejarme y bajar mi habitual erección mañanera. La notaba más potente y cargada de lo habitual, y no quería desahogarme con el recuerdo de haber oído a mi madre… haciendo lo que no hacen las madres, y menos con sus hijos en casa.

Desnudo bajo el agua recordaba con triste ironía la noche anterior cuando hablé con ella.

 

Me dijo que iba a venir su novio “a cenar”, pero al decírmelo su cara estaba sonrojada y esquivó un poco la mirada. El que se hubiera maquillado de esa manera no ayudó a creerme la excusa.

Su sombra de ojos alargaba su mirada felina ya de por si sensual y elegante, resaltando el verde esmeralda de sus enormes ojos almendrados. El colorete en sus pómulos estilizaba sus facciones finas de muñeca, y el carmín intenso hacía sus labios más carnosos y brillantes, como si los tuviera húmedos.

-Solo a cenar? –le pregunté cortado al notar cómo me lo decía de pasada.

-Bueno cielo… a lo mejor tambien se toma una copa luego o algo…

Y una mierda.

Me miraba fingiendo naturalidad, pero la notaba nerviosa, o ansiosa por la velada, y me imaginaba por qué… aunque esperaba que no fuera así, ya que mi imaginación de adolescente vuela lejos y me perturba, tuve que comprobarlo.

-Es que... llevas ya unos meses saliendo con Fran… que es un buen tío, es simpático y esas cosas… y hace años que te separaste de papá, lo entiendo… pero... te has puesto muy guapa… y lo traes a casa…

Estaba rojo como un tomate, ya casi era un hombre, y me sentía tonto como un niño.

No me atrevía a decirle lo que pensaba que iba a pasar, o si había pasado ya… eso… si habían follado, o si lo iban a hacer… y menos con esas palabras, aunque quisiera.

Mi madre debió notarlo, por que tragó saliva y se quedo pensativa, un poco seria.

Realmente estaba muy guapa, con su larga melena cobriza recogida con pinzitas por los lados, para que cayera libre hasta la mitad de su delgada espalda. Se había puesto un vestido veraniego, estilo de su pasado hippie y naturalista, de suaves colores tierra y algunas florecitas alegres.

Los tirantes que lo sujetaban por sus hombros finos dejaban un escote amplio y aunque discreto, era bastante sugerente, ya que mi madre no puede disimular el volumen redondo de sus carnosos pechos, haciendo un escote profundo y apretado.

-Bueno cariño… -dijo con tono cariñoso y maternal- ya eres mayor… y sabes ciertas cosas… no te voy a mentir, sabes que puedes decirme lo que quieras… ¿Qué te preocupa hijo mio?

Me quedé mirando absorto su profundo canalillo y pensaba que mis manos no conseguirían abarcar enteras sus tetas aunque quisiera, y tendría que rodearlas en caricias para palparlas del todo, pero las de su novio seguramente si, ya que eran más grandes y fuertes, Seguro que se las cogía y apretaba con fuerza, y jugaba con ellas como sopesando un par de melones franceses. Qué cabrón.

Desvié mis pensamientos al darme cuenta de que se le marcaban ligeramente los pezones bajo el vestido, y aluciné al comprobar… ¡que no llevaba sujetador!

Podía ver la curva de sus pechos pegada a la tela del vestidito, y mi corazón bombeó con fuerza sacudiendo una ola de sangre caliente a mi cabeza… y a mi entrepierna.

-Ah… es que… no se… tu… y el… esta noche… vais a...?

No pude terminar la frase.

Tragué saliva, y agache la mirada, solo para seguir contemplando involuntariamente el precioso cuerpo de mi madre. Su estrecha cinturita de casi cuarentona no tenía nada que envidiar al de las adolescentes de mi clase. Sus piernas largas y torneadas nacían desnudas sin medias de unas caderas suaves y ejercitadas en el gimnasio. Sus pies pequeños y delicados, posaban en una sandalias que estilizaban con un poco de tacón sus elegantes gemelos.

-Que si vamos… a que?

 

Preguntó mi madre un poco sorprendida sin parecer muy segura de a que me refería.

-Pues… ya sabes… si va a f… dormir contigo.

 

Corregí rapidamente de la cagada que iba a soltarle a mi madre. Aunque me moría de ganas de poder decírselo claramente, y saberlo, aunque me doliera.

Ella se quedó mirandome un momento… y no sabía como iba a reaccionar, casi me temí un bofetón.

-Bueno hijo… a ver como te explico esto… yo… además de tu madre, también soy una mujer, entiendes?

Me decía mirandome como si me diera una clase de ciencias. Yo la miraba en silencio, para que siguiera.

-Y… como mujer –prosiguió- igual que los hombres y los chicos… tengo unas necesidades. Y… bueno… desde que no estoy con tu padre… pues.. he estado un poco sola en ese sentido... sabes lo que quiero decir?

Me hablaba tan dulcemente para no herirme ni ser brusca en el tema del sexo que me hacía sentir como un niño de teta. Yo al imaginarme sus increibles tetas en la boca de ese hombre, sólo podía enfadarme sin saber por qué exactamente.

-Joder, mamá, pues claro, no soy tonto, -contesté algo tosco- eso es justo lo que te estoy diciendo.

Mi madre me miró molesta poniendose seria.

            -Esa boca Iván.

No le gustaba que dijera palabrotas. Aunque ya casi tenía edad para beber, por ejemplo.

 

-Perdona mamá... –dije agachando la cabeza, y sin querer, volví a topar con sus preciosas y firmes tetas bajo mis ojos, y sus pezones me miraban también fijamente- es que… no quiero que nadie se aproveche de ti…

Eso debió enternecerla al preocuparme por ella, aunque en realidad eran los celos los que me picaban por dentro al verla tan sexi, ofreciéndose en mi cara a un tio que traía a nuestra propia casa.

            -Ohh… cariño, eres un amor hijo mío, no te preocupes por eso…

 

Me abrazó y apretó mi cara contra su pecho. Me quedé cortado por un momento. Notaba su calor y la suavidad de su piel contra mi mejilla, olía a vainilla y la rodee la fina cintura con las manos, aprentándome a ella.

Su aroma me embriagaba, tan dulce que me daban ganas de lamerla, y saborear las suaves tetas en las que se apollaba mi mejilla.

-Tranquilo mi amor –susurraba mi madre con cariño acariciándome el pelo- nadie va a venir aquí a hacer nada que yo no quiera ni a aprovecharse de mi. Cómo me cuidas hijito, tu eres el hombre de mi vida.

 

Eso era verdad, no iba a hacer nada que no quisiera con nadie, ni a dejar que se aprovecharan de ella… lo que hizo lo hizo por que quiso, y no se aprovecho nadie de ella.

 

Salí de la ducha sintiéndome un estúpido por creer a mi madre de esa manera, al creer que lo que me decía era que no iba a pasar nada esa noche en su cama, y luego me encontré con sus chillidos en su cuarto.

Me maldije y borré mi tonteria con un azote en la cara, mirándome al espejo.

Me veía débil y pequeño. ¿Qué esperaba? Gilipollas, qué pringao.

Me preparé el desayuno y terminaba de digerir con esfuerzo el último trago de mi taza, cuando entró Fran en la cocina. Llevaba la ropa de ayer, pero algo arrugada y con la camisa abierta, mostrando su pecho recio y su abdomen musculoso.

-Buenos días chaval –dijo bastante animado, hablandome como un colega, como era habitual en él al tratarme.

Le saludé cortado sin mirarle directamente, desganado.

No quería verle sabiendo que el era el autor de los gemidos de mi madre, los golpes en la pared, besándola y lamiendola, introduciéndose entre sus piernas… mierda, no quería pensar en eso más.

-¿Qué tal? Has madrugado mucho, no esperaba verte ya, ¿vas a alguna parte? –me preguntó como si no supiera el escándalo que montó ayer con mi madre a unos metros de mi habitación.

            -No… es que no he dormido muy bien esta noche… en realidad nada  –contesté queriendo que sonara hiriente, pero resultó salirme la voz sin casi fuerza.

            -Ah… ya… bueno… espero que no te molestaramos… con la tele… -dijo intentando disimular con esa excusa tan cutre.

Respiré hondo con ganas de gritar de frustación, pero me contuve, y por fin conseguí soltar algo de lo que pensaba y me taladraba la cabeza.

            -No… a la tele pudiste bajarle el volumen… a mi madre no.

Fran se quedó mirandome en seco, impresionado por mi replica.

            -Joder, eso no me lo esperaba… yo… lo siento chaval, no queria que pasaras mala noche por mi culpa. –Me dijo hablándome como a un igual, con sinceridad y respeto.

 

            -Ya lo sé… no te culpo, tu hiciste lo que haría cualquiera… la culpa es de ella.

 

            -Chico, tu madre es una mujer estupenda… es guapa, lista, divertida, pasional…  en muchos sentidos, pero es tu madre… no digas esas cosas de ella.

 

            -Que no diga qué? si podía oir hasta cuando cambiábais de postura en la cama… -respondí rabioso mirandole fruncido.- Me vas a decir acaso que no lo hicistéis, que fue la tele?

 

            -Chico… tranquilo… habla más bajo que  vas a despertarla… -susurró protegiéndome- ¿qué es lo que quieres?

Dudé temeroso un momento… y tras acumular un poco de determinación, le dije:

            -Quiero que me digas que hiciste con mi madre anoche…

 

            -Ahh… venga… eso es algo personal y privado… no deberias saber esas cosas de tu madre… -me miraba extrañado y algo intrigado-

            -Ya, pues anoche no tuvistéis cuidado en mantenerlo en privado, y tuve que oirlo todo. Asi que ahora quiero saberlo, es lo justo, es mi madre… -defendí con orgullo mi determinación… aunque al ver que no le impresionaba mucho asi… me derrumbé por la necesidad- Por favor… cuéntamelo…

 

            -Joder... –resopló y se rascó la nuca- está bien... te lo contaré, porque te entiendo, sé que te jode y necesitas saberlo. Pero ni se te ocurra decirle nada a tu madre entendido –me miró fijamente dejando bien claro el riesgo que corría por mi-

            -No le diré nada, te lo juro... solo quiero saber lo que ella nunca me diria…

            -Esta bien… te contaré lo que quieras… ¿que es lo quieres saber? –me dijo resignado dandome via libre por fin a mis inquietudes-

 

-Bueno. Pues… esto… tu… y ella…. Ayer… os… -tartamudeaba como un tonto sin atreverme en el momento de la verdad-

 

-Si chico, si. Follamos. –dijo contundente ahorrándome el mal trago de pronunciarlo, pero me costó un escalofrío digerirlo, aunque en realidad ya lo sabia-

-Ahh… vaya… jo… bueno… y… que tal? –le dije sin saber que preguntarle-

-Que qué tal? Jeje, pues… muy bien. Jaja, no se que decirte. –Fran se divertía a mi costa, pero yo no quería desperdiciar la oportunidad de saber lo que me obsesionaba-

-Como lo hicisteis?

 

-El que?

 

-Eso… follar… -solté con cierto esfuerzo, empezaba a sudar otra vez- ¿Cómo te follaste a mi madre?

-Vaya con la preguntita… jeje, pues… normal… ya sabes chico cómo son estas cosas… jeje, ella se tumba… se abre… y tu te pones encima… jeje –Me lo decía como si fuera una anécdota graciosa o un chiste, tal vez por quitarle tensión al momento-

-Se abrió ella de piernas o se las separaste tu? –le lancé la pregunta decidido a saber ese detalle para que supiera que hablaba en serio, y que había pensado mucho sobre el tema-

-Joder… que es tu madre… por que queires saber eso? –me miró sorprendido y un poco confuso.

-Por eso, por que es mi madre... y quiero saber como és en realidad y que es lo que hace estando yo en casa y oyéndola…

Mi expresión debió convencerle seriamente, por que el también se puso serio, y me empezó a hablar en confidencia.

-Ufff –resopló poniendo sus manos a las caderas- chico, tu madre estaba tan cachonda anoche, que se abrió ella solita de piernas y me ofreció su precioso coño empapado para que me la follara… y se contoneaba y frotaba como si estuviera en celo. ¿Eso es lo que quieres saber?

 

Me miraba fijamente para comprobar mi reacción. Yo estaba alucinado al oir eso e imaginándome a mi madre tumbada en la cama, exponiendose a que se la metieran. Mi corazón bombeaba nervioso, y un cosquilleo en mis partes hormigueaba desde mi interior.

 

            -Si… esas cosas son las que quiero saber… -asenti recobrando fuerzas- y… ¿cómo se la metiste?

 

            -Pues… me puse de rodillas entre sus piernas… la agarré del culo… la levante las caderas hasta mi cintura… y entonces… se la clave hasta el fondo de una vez… entró muy suave… tu madre es muy elástica y humeda.

 

Tragué saliva al imaginarme esa escena, y traté de ponerle el sonido de la noche para acompañar el recuerdo.

 -Creo que oí cuando pasó eso… ella gimió fuerte… y luego soltó un… “Diossss siiii”. –dije imitando ligeramente el tono que oi desde mi cuarto- ¿Fue así?

 

-Vaya, si que son finas las paredes de esta casa… si… eso es lo que dijo. Se la metí hasta el fondo y empecé a follarla, agarrándola por la cintura, y ella agarrándose al cabecero por encima de la cabeza. –Me describía con calma justo lo que quería saber, y yo le escuchaba extasiado e inquieto-

 

-Estaba desnuda? -Pregunté improvisando a medida que se me ocurrían más cosas-

-Si… del todo.

-Y… como… ¿como lleva el coño mi madre? –me atreví a preguntar con esfuerzo-

-Jejeje… chico… -me dijo como para cortar la frase siendo suficiente mi curiosidad, pero se detuvo, respiró sonrriendo, y me dijo:- El coño de tu madre es una preciosidad de melocotón rosado bañado en almíbar, y apenas lo cubre un mechoncito de vello castaño encima de su delicada perla. Ummm… -cerró los ojos como si se lo imaginara de nuevo, y yo lo hice también, intentando recrear esa imagen-

 

-Se lo comiste? –solte la preguna a bocajarro-

 

-No, solo me la follé, pero ella si me la chupó, jjeje.- me devolvió la respuesta con la misma decisión-

 

-Ahh vaya… mi madre… la chupa… -aluciné al asimilar esa información-

 

-Ya lo creo que si la chupa, jjeje, y joder cómo la chupa la muy puta, jeje –soltó sin pensar en a quien le decía eso-

 

            -Oye! Que es mi madre…

 

-Perdona chico, ha sido sin querer, es una mala costumbre mía… pero... joder, tu madre la chupa como una diosa! jeje –se rió divertido y bajó la voz al darse cuenta de que no estaba siendo muy discreto-

 

-Te oí llamarla puta mientras la follabas. –recordé un poco dolido- ¿por que?

 

-Ah… eso... bueno… es algo que me gusta decirle a las chicas cuando me gustan mucho lo que hacen… cuando se ponen en plan superguarras, sabes? Y… bueno, tu madre me lo pidió. –se enarcó de hombros-

 

-Mi madre te pidió que la llamaras puta mientras la follabas? –Le mire alucinado-

 

-Bueno… en realidad, tu madré me pidió que la follara como a una puta, más bien.

 

Sus descripciones casi poéticas y tan explicitas de algunos detalles encendieron una mecha dentro de mí que me pedía más y más… Fran parecía disfrutar compartiendo estas cosas de mi madre con alguien tan cercano a ella como su propio hijo. Más tarde, la sinceridad y complicidad que desarrollamos el novio de mi madre y yo, fue creciendo saciando toda mi curiosidad, y puede que pronto, mis más oscuros impulsos reprimidos…

Continuará…