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Carey la escapista. una noche cualquiera. ver. 2ª

en Sadomaso

CAREY, REINA DEL ESCAPISMO. UNA NOCHE CUALQUIERA. Versión 2

El presente relato lo escribí y subí a esta página hace unos días. Aunque tuvo bastantes visitas en el par de días que estuvo colgado, no tuvo valoraciones ni opiniones, por lo que me da la impresión de que, al ser el primer relato de este tipo que escribo en mi vida, no acerté con el estilo ni con el tono. Por eso, y sobre todo, porque yo mismo no quedé muy satisfecho del resultado, lo he reescrito y resubido, borrando el original.

El relato está inspirado libremente en el personaje protagonista de los comics 3D para adultos "The perilous performances of Carey Carter, queen of escapology" de "Studio AD". Se pueden encontrar fragmentos de ellos en varias páginas web fácilmente googleables, y por supuesto están enteros en la web del autor. La calidad gráfica es asombrosa, y a pesar de lo escabroso de los argumentos, merecen la pena si a uno le gustan estos temas.

Para poner en antecedentes al lector que desconozca estos comics (la mayoría, supongo), su argumento es el siguiente: Carey en sudafricana y vive en una ciudad ficticia llamada Janus City, y desde ella viaja a todo el mundo para realizar sus actuaciones de magia y escapismo, ya sea en teatros o en televisión. En estas actuaciones, al estilo de Houdini, Carey arriesga su vida sometiéndose a bondage en peligrosos artefactos (guillotinas, sierras eléctricas, tanques de agua, horcas, etc.) que acabarán con ella si no es capaz de soltar sus ligaduras y escapar en el tiempo previamente estipulado. Estos espectáculos son para adultos, y tienen un alto contenido erótico. De hecho, en los comics se da a entender que Carey, además de ser amante del  riesgo, tiene tendencias masoquistas y disfruta sometiéndose a bondage y arriesgando su vida en escena.

Aparte de esto, en los comics Carey suele tener problemas con artistas rivales, o verse envuelta contra su voluntad en asuntos turbios, incluso con la mafia, lo que hace su vida todavía más azarosa.

Otros personajes de los comics son Laura, madre de Carey, española de nacimiento y también artista del escape, aunque retirada; su hermana Cassey, su amiga y actual amante Kate Connor, novios y novias, magos rivales, asistentes, villanos, etc.

En las últimas páginas de los comics el autor suele introducir contenido "gore" alternativo, en el que se ve que habría pasado si el número de Carey no hubiese terminado con éxito y el artefacto del que tenía que escapar hubiese hecho su trabajo macabro. Personalmente esas cosas no me atraen nada y como son un "bonus" fuera de la historia principal, las paso por alto. Así, en este relato habrá parafilias extremas y morbosas, pero no mutilaciones ni muertes sangrientas. Para mi, Carey siempre logrará el éxito en sus peligrosos retos y todo el sexo será consensuado y (muy) deseado.

UNA NOCHE CUALQUIERA:

Piso inferior de la vivienda de Carey Carter en Janus city, 22:45 P.M.

"- Carey, ¿De verdad tienes ganas de hacer esto? Si estás cansada o no estás de humor podemos volver al piso de arriba a ver la tele hasta que nos dé sueño".

- Jajaja, ¡Qué pesada! Ya te lo he dicho tres o cuatro veces en los últimos diez minutos: soy una escapista profesional. Tus nudos y esposas no son problema para mí, Kate querida" dice Carey Carter a tu amiga y amante con un divertido tonillo irónico, mientras le da un piquito en los labios. "¿No pensarás que voy a dejar que creas que me puedes vencer en un reto, verdad?"

- Jajaja, "Carey querida... ¡Pero mira que eres chulita" responde Kate con similar tonillo irónico. "De acuerdo, tu lo has querido así. Dentro de un ratito no te sentirás tan gallarda. ¡La que avisa no es traidora!".

Cuando no está viajando por todo el mundo con sus espectáculos, Carey Carter, la célebre reina del escapismo erótico, vive en un lujoso Loft con decoración oriental en la última planta de un edificio de acero y cristal de Janus City. Desde que ella y su antigua amiga Kate Connor se hicieron algo más que amigas, unas semanas atrás, viven juntas en él. Sin embargo, no es ahí donde se encuentran en estos momentos. Carey también posee la penúltima planta del mismo inmueble y la usa como almacén de sus instrumentos profesionales y sala de ensayos para sus trucos. Ahí es a donde las dos morbosas amigas se dirigen en estos momentos para iniciar sus juegos nocturnos.

Tras salir del montacargas privado que une las dos plantas, Carey abre  la cerradura electrónica de la pesada puerta que protege su almacén de posibles intrusos. Frente a ellas, una gran guillotina de madera y acero, semejante a la que en su momento se debió alzar en la Plaza de la Concordia es lo primero que ven gracias a la tenue luz del pasillo. Carey enciende todos los interruptores eléctricos del panel junto a la puerta, y en ese momento se revelan a la vista de la pareja multitud de objetos, a cual más bizarro.

Carey, acostumbrada a verlos a diario, camina entre ellos sin apenas prestarles atención, pero Kate se detiene frente a ellos fascinada. "- Estos chismes tuyos impresionan en el escenario o en la tele, pero verlos así de cerca, tocarlos... Tengo escalofríos por la espalda", dice tocando con la punta de los dedos otra guillotina, esta de aspecto futurista, construida en aluminio y titanio. "- Jajaja, será que te ha dado frio con el deshabille de putilla que llevas puesto", dice Carey  haciéndole cosquillas en la cintura.

"- No, en serio... Estos chismes me aterran y me fascinan al mismo tiempo", dice Kate tras volverse para dar un suave beso en los labios de su amiga. "- Supongo que eso es lo que le pasa a todo el mundo, y  por eso tus espectáculos tienen tanto éxito". Mientras habla, se acerca a un extraño artefacto en el que se adivinan los lugares en los que un cuerpo humano puede ser inmovilizado con fuertes abrazaderas de cuero, listo para ser empalado por una puntiaguda barra metálica fijada a un émbolo, conectado a su vez con un motor sobre el que hay montado un temporizador similar al que se suele ver en las bombas de las películas de acción de Hollywood.

"- Si, claro, el riesgo y el morbo son la parte más importante del espectáculo", dice Carey de repente muy seria. "El público que viene a mis espectáculos ,incluso el que me ve por televisión, sabe que todo lo que sucede es totalmente real. Un error por mi parte, y verán en directo como esa cuchilla de ahí me corta la cabeza, o como esa barra me empala".

"-Oh Carey, hablas de estas cosas con una tranquilidad... A veces se me olvida lo peligroso que es tu trabajo", dice Kate con voz conmovida.

"- Jajaja, no te preocupes cariño. Llevo ya muchos años en esto y soy demasiado buena para que me pase nada. De todos modos, no todo en mis espectáculos es morbo y peligro. Intento que también tenga imaginación, estilo... y hasta arte. " Mientras habla, Carey nota que su amiga mira con interés un artefacto de aspecto bárbaramente medieval: un ataúd de madera reforzado con bandas de hierro con forma toscamente humana, y con la parte interna de la tapa superior erizada de puntiagudos clavos. "-Esa "doncella de hierro" es del espectáculo que estrené hace dos años en el Teatro de la Ópera de Budapest sobre la condesa Elisabeth Bathory".

"- Si, vi el DVD...", dice Kate mientras, abstraída, toca con el dedo uno de los clavos. Carey recordaba bien ese espectáculo, un musical del estilo de "El fantasma de la Ópera", pero con elementos añadidos de magia, terror y erotismo, en los que ella llevaba el peso de la representación. En un determinado momento Carey, interpretando a la "condesa sangrienta", fingía tener una muy coreografiada orgía con un ballet femenino que interpretaban a las desgraciadas víctimas de la famosas asesina. Fue acariciando las duras y suaves piernas y los pequeños y puntiagudos pechos de las jóvenes bailarinas, ahí sobre el escenario, cuando Carey descubrió sorprendida que el tacto de una mujer podía ser tan estimulantes para ella como el de un hombre. Aquellas representaciones pusieron en su mente la semilla que finalmente germinó en la actual relación con su querida Kate.

"- Espero que lo comprases... ¿O te lo bajaste pirateado de internet, sinvergüenza?"

"- Me lo podrías haber regalado, tacaña, que soy tu mejor amiga" responde Kate con buen humor, "Y eso que es... Jajaja, ¡Una muñeca gigante de Hello Kitty!"

"- Si, pero con sorpresa", dice Carey tocando un resorte oculto  en el lacito y haciendo que la muñeca se abra como una caja gigante para mostrar que, en realidad, se trata de otra "doncella de hierro".

"- La usé en uno de esos locos programas de la televisión japonesa. Yo me metía dentro vestida de "madoka" y atada con uno de esos complicados arneses de "bondage" japonés, cadenas, esposas, un "gag ball"... de todo. Tenía diez minutos para soltarme antes de que un resorte cerrase la caja de golpe. Un exitazo. La cadena tuvo un montón de audiencia, pero lo mejor es que la empresa de Hello Kitty vendió más de un millón de reproducciones en miniatura del chisme este con una muñequita mía dentro... Un montón de pasta en derechos de imagen" dice Carey sonriendo.

"- ¡De verdad hicieron muñequitas tuyas! Jajaja, quiero una ya".

"- Pues tendrás que ir a Japón, sólo se vendieron allí. Y yo no me quedé ninguna. No soy tan presumida..."

"- Seguro que un montón de "frikis" japoneses tienen ahora mismo una "muñequita Carey" sobre su escritorio y se ponen cachondos mirando estas tetitas tan ricas..." dice Kate pasando la punta de los dedos sobre los pechos de Carey, apenas tapados por un ceñido top de tirantes mientras la abraza por la cintura con el otro brazo.

Las dos bellezas se miran durante un momento a los ojos con una mezcla de cariño y deseo. La una es casi como una impresión en negativo de la otra. Como todos sus admiradores saben, Carey tiene una extraordinaria melena color ala de cuervo que desciende entre sus omoplatos. En cambio su amiga Kate lleva una melena cortita y lisa de color trigueño. Carey tiene una piel aceitunada con un ligerísimo vello que le da una excitante cualidad aterciopelada. Sus ojos son verdes y su boca pequeña pero de labios sensuales. Su sangre latina, que le viene de su madre española, es evidente. En cambio, en Kate lo que son evidentes son los orígenes nórdicos de su familia. La bella muchacha tiene la piel muy clara, sólo ligeramente bronceada por el sol surafricano;. su nariz respingona y sus clarísimos ojos azules y risueños le dan por lo general aspecto de niña traviesa. Sin embargo en esos momentos, mientras acaricia las tetas de su amiga-amante cada vez con más fuerza y con los ojos turbios de deseo, la niña traviesa se transforma en una mujer excitada y perversa...

En algo si son similares: ambas tienen un cuerpo extraordinariamente trabajado en incontables horas de gimnasio, natación y jogging.  Para Carey es una necesidad. Una escapista que permite que sus articulaciones pierdan elasticidad, que sus músculos pierdan fuerza y que la grasa se acumule sobre ellos, es una escapista muerta. Sus glúteos, muslos y pantorrillas son tan fuertes como los de una bailarina de ballet, e igual de bellos. Sus caderas son anchas y femeninas, pero su vientre es plano y con los músculos abdominales ligeramente marcados. Sólo una cosa desentona en su físico: unos pechos mucho más opulentos que lo que es normal en un cuerpo femenino tan fibrado y falto de grasa. Su secreto no es, al contrario de lo que defienden las incansables especulaciones de la prensa de cotilleos, una prótesis de silicona; es el feliz recuerdo de los años en que, durante su primera adolescencia, Carey fue una chica gordita aficionada a los crujientes koeksister recién fritos, bañados en sirope. Posteriormente, cuando el deseo de emular a su madre en el arte del escapismo la alcanzó, las dietas y el ejercicio se ocuparon de eliminar toda la grasa superflua de su cuerpo; sin embargo sus tetas grandes, plenas y ligerísimamente descolgadas tuvieron el  buen gusto de permanecer en su sitio, para llenar las lujuriosas fantasías de sus admiradores.

Kate no necesita forzar tanto su cuerpo como Carey, pero su natural coquetería la hace ser asidua de gimnasios, masajistas y centros de belleza. Su cuerpo, ligeramente menos fibroso y más mullidito que el de Carey vuelve loco a la ilusionista desde que descubrieron su mutua pasión. Carey puede pasar horas enteras  con la cabeza apoyada en los glúteos de su dulce y perversa amiga, trazando líneas imaginarias con la punta del dedo entre las encantadoras pecas que motean tanto su espalda como sus pechos, algo más pequeños que los de Carey, pero más altos y puntiagudos.

"- Jajaja, para, para Kate... ¿Intentas desconcentrarme antes del reto?.

"- Claro... Ya sabes que yo hago trampas" respondió Kate mimosa.

"- ¡Pues ni así vas a ganar! ¡Vamos! ¿Te parece bien que lo hagamos ahí?" dijo Carey señalando un cadalso con horca similar a los popularizados en las películas de cowboys. "Es de uno de mis primeros espectáculos".

"- Muy bien... ¡Tops fuera!¡Mas libertad de movimientos! Jijiji"

"- Claro, libertad de movimientos..." Dice Carey con una media sonrisa en su cara y tono irónico, mientras se quita el top y desnuda sus oscuros pezones, ya extremadamente duros gracias a las caricias de Kate. "¿Mejor así?"

"- ¡Mejor así!" dice Kate con tono travieso, bajando de un tirón las braguitas negras de Carey y dejándola vestida sólo con unos sexys "slippers" de tacón alto y que dejan los dedos al aire.

"- Jajaja, que guarrilla! Está bien, a ver que tienes.

Kate abre el neceser que había traído con ella y en el que previamente, al aceptar Carey participar esa noche en uno de sus juegos privados, había guardado varias esposas de distintos tamaños, cuerdas de varios grosores y un par de sorpresas para su amiga.

"- Para empezar, pon las manos en la espalda y junta los pulgares, cariño" Kate inmoviliza las manos de Carey apresando sus pulgares con unas pequeñas esposas sin cadena, y acto seguido, sus muñecas con unas esposas convencionales-

"- Ahora te pondré las de los brazos. Dime si está demasiado apretado," Kate coloca la primera anilla de unas esposas mayores inmediatamente sobre la articulación del codo del brazo derecho de Carey, y acto seguido, lo junta con fuerza con el otro codo  justo bajo los omoplatos para fijar en él la otra anilla de las esposas, casi descoyuntando los hombros de su consentidora víctima; la postura hace que los prodigiosos pechos de Carey se proyecten hacia adelante desafiando con insolencia la ley de la gravedad..

"- ¿De verdad no están demasiado apretadas, Carey? ¿No te duele demasiado?"

"- Jajaja, no Kate,  estoy acostumbrada. Tú has visto mis espectáculos. Ya sabes que me someto en ellos a un bondage muy restrictivo. Mi cuerpo tiene que estar completamente inmovilizado en las posturas más extrañas... Eso encanta al público."

"- Al público... Y a ti, estoy segura. Aunque no lo quieras confesar, sé que durante tus espectáculos te excitas como una perra en celo. ¡Reconócelo!¡ Estar frente al público con un trajecito super sexy y encadenada a un cacharro que te puede partir en dos te pone bien caliente!

- Jajaja ¿A mí? ¡Ni hablar de eso! Tu eres la guarra que se puso cachonda atándome y colgándome del cuello el otro día ¿Ya no te acuerdas?

- Si, lo reconozco; empezamos jugando inocentemente y me terminé poniendo a cien, pero dudo que tú me permitas seguir haciéndolo solo por darme gusto. ¡Vamos, di la verdad ahora que estamos solas, esto te pone bien húmeda a ti también!

Mientras pronuncia esas palabras, Kate pasa una cuerda de lino desde una apretada lazada en la cintura de Carey hasta  su entrepierna, formando un tosco y apretado tanga,  y comprobando con el roce de sus dedos sobre la rajita que efectivamente la vagina de la sensual ilusionista estaba ya bastante mojada.

"- Hummmm ¡Solo hablaré en presencia de mis abogados!"

"- Jajaja, si, seguro que a tus abogados les encantaría estar presentes en estos momentos. Tendrían una erección que les llegaría al techo. ¡Ni cuando tenían 20 años se les pondría tan dura! Aunque para duros, tus pezoncitos... Humm..."

Cate lame los pezones de Carey, pasando después a morderlos con mala idea.

"- Ahhhh! ¡Zorra!"

"- Jajaja, es que parecen moras, así tan oscuritos y duros... Son deliciosos... Deja que te los chupe un poquito más".

"- ¡Como si pudiese negarme! Ya me has atado del todo y no me puedo mover. Pero no te preocupes, que no tardaré mucho en soltarme. ¡Y en entonces seré yo la que martirice tus pezones!"

Lo cierto es que, aunque Carey no quisiese reconocerlo explícitamente, Kate tenía razón. La principal razón por la que eligió la carrera de escapista fue, precisamente, por la extraña excitación masoquista que sentía al mostrarse en público semidesnuda, atada y arriesgando su vida. A menudo se preguntaba si su extraña sexualidad sería herencia familiar, si su madre se excitaría del mismo modo en escena durante sus años en activo. "Probablemente, sí", se respondía. Es difícil creer que alguien puede elegir una carrera profesional de tan alto riesgo y que el resto de la humanidad considera una locura, si no hay alguna parte oculta de su naturaleza que le hace disfrutar de ello.

La pasión de Carey por la lencería es bien conocida incluso por el gran público, ya que los paparazzi la han fotografiado en incontables ocasiones comprándola en comercios de todo el mundo. No tan conocida sin embargo es su pasión, no menor, por los juguetes sexuales más perversos. En los cajones de su armario, mezclados con braguitas y sujetadores, medias y ligueros, bustiers y deshabillés de delicados y suaves tejidos, habitan duras pinzas para los pezones, pequeños látigos de cuero trenzado, espéculos, un "bullwhip", estimuladores electicos, sostenes de cuero con el interior de las copas erizadas de cortos pero afilados alfileres... Incluso una "pera de brujas" de amenazador aspecto, pero adaptada para no producir daños serios en los delicados orificios de su consentidora usuaria habitual durante los salvajes juegos privados  a los que la artista se entrega con frecuencia, rememorando la excitación sentida en escena frente al público.

"Que  tenga una naturaleza masoquista, no significa que cualquiera sea digno de someterme", se dice Carey a menudo a sí misma. En realidad, sólo un puñado de personas han podido disfrutar en la intimidad de la visión de una Carey entregada sumisa e incondicionalmente a los caprichos y castigos de un amante dominador. Su mentor, el gran mago ya retirado David Sloan, algún amante ocasional que ha tenido la suerte de estar en el momento adecuado y el lugar preciso para encontrar a Carey en pleno calentón sexual tras alguno de sus  escapes especialmente arriesgado... Y desde hace unas semanas, su antigua amiga Kate. Es todo. Ni siquiera su ex-novio, Peter Blake, llegó a conocer durante sus dos años de su noviazgo a la auténtica Carey totalmente desinhibida y arrasada por la lujuria de sentir su piel ofendida duramente por cuero y metal, pidiendo a su amante más y más fuertes castigos hasta alcanzar un orgasmo que la deje desmadejada sobre la cama, con su sexo y su cuerpo entero palpitante de dolor, pero saciado de placer.

"- Ya estás bien atadita, pero me parece que todavía no estás lista para empezar... Eres demasiado buena descerrajando esposas, de modo que si no te pongo un poco de distracción extra, te soltarás en seguida y esto no tendrá gracia."

"- Jajaja, ¡Ya estamos! ¿Qué será esta vez? ¿No te basta con el cordón que me has pasado por entre los cachetes del culo y el coño? Me lo has apretado tanto que creo que me va a partir en dos, zorra."

"- Claro que no, la cuerda sólo es para mantener en su sitio esto" Dijo Kate mostrando a Carey dos bolas chinas vibradoras unidas por un cable eléctrico a una pequeña cajita negra. Rápidamente introduce ambas bolas en su resbaladiza vagina aflojando momentáneamente la cuerda, para volver a apretarla incluso más fuerte acto seguido. La cajita es fijada firmemente  a la pierna de Carey con cinta americana

"- Ahhhh, también dan calambritos eléctricos... ¿De dónde las has sacado?!

"- La compré para ti esta mañana porque ya se lo que te gustan estas cosas... Pero antes las he probado yo, para ver si funciona bien, ya sabes, jijiji. Aprovecha la vibración y los calambritos, que las pilas se le acaban en seguida. Se las acabo de cambiar, jijiji."

"- Ahhh...Son demasiado... Eres una guarra".

"- Calla, si a ti te gusta. ¡Empecemos el reto! Sube a este taburete. A ver... cuidado con los tacones.... Te pongo la soga al cuello... bien tirante, para que no te hagas demasiado daño al caer...¡y ya está!. Tienes tres minutos justos para liberarte antes de que  le pegue una patada al taburete y te deje colgando del cuello. Si te rindes o tengo que librar yo, pierdes. Si te libras tu sola, mi culito es tuyo esta noche para lo que quieras ¿Estás lista? Si no te apetece, es el momento de dejarlo."

"- ¿Dejarlo, para que te pases mañana el día cachondeándote de que me has vencido en un reto? ¡Nada de eso! No creas que voy a perder la concentración por muchas cosas ricas que me metas en el chichi. Ya sé cómo me voy a soltar y entonces.... ¡Jejeje, me las pagarás todas juntas, Kate, querida! Y ya sabes, nada soltarme tu antes de terminar el reto. Si no, no volvemos a jugar.

"- Jejeje, lo que tu digas... ¡Empieza el tiempo!"

Con celeridad y oficio, Carey comienza a maniobrar para librarse de sus restricciones. Las mini esposas de los pulgares son lo primero de lo que se deshace. Carey sabe bien que este modelo concreto no tiene el mecanismo de cierre demasiado firme, y que puede forzarse aplicando torsión lateral. El dolor al retorcer el metal con los pulgares es intenso, pero Carey está mentalizada para soportarlo, y sus entrenados pulgares son tan fuertes como garfios.

"- Te quedan dos minutos, Carey..." Dice Cate con tonillo burlón, mientras comienza a acariciase el pubis apretándolo con la palma de la mano abierta sobre el frontal de las braguitas blancas que todavía viste.

"- Esta guarra se lo está pasando en grande", piensa Carey tras girarse para mirarla. "Aunque no creo que esté más cachonda que yo. Esas bolas en el coñito me están matando de gusto".

Precisamente a su coñito se dirigen los dedos de Carey en un momento en el que rendida por el placer, Kate cerró los ojos. Rápidamente saca la diminuta ganzúa que había escondido en el pliegue entre sus labios mayores y menores, antes de comenzar el reto. "Trucos carcelarios. Lo más simple es lo que mejor funciona siempre", piensa mientras lucha por sujetar en posición el resbaladizo trocito de alambre torcido y meterlo en la cerradura de las esposas de sus muñecas.

Unos segundos después esas esposas estan también abiertas y colgando de sólo una de sus muñecas. "Ahora las de encima de los codos" piensa. "Estas deberían ser fáciles".

"- Sesenta segundos, Carey. ¡Se te acaba el tiempo!" Dice Kate, con la voz alterada por la lujuria que le provoca la paja en toda regla que se estaba haciendo mientras ve retorcerse el cuerpo de Carey en sus esfuerzos por soltarse.

"-Mierda", pensó Carey al notar que la pequeña ganzúa que esperaba la librase también de las esposas de los brazos se le escurre entre los dedos a causa del resbaladizo flujo vaginal. Kate está tan excitada que ni siquiera lo nota. "Mierda y más mierda. Esas bolas me han dejado el coñito encharcado, no esperaba que la ganzúa estuviese tan resbaladiza. Ha saltado de mis dedos como una pepita de melón. De estas cosas se aprende. La próxima vez me la meteré en el ano. Tendré que pasar al plan B".

Mientas Kate fijaba las esposas sobre sus biceps, Carey había tensado sus duros músculos, de modo que ahora, al relajarlos, quedaba un poco de holgura entre la anilla de acero y la piel. Esa ligera holgura es la que Carey aprovecha para pasar por ella el dedo índice y posteriormente también el anular, retorciendo su brazo en posición inverosímil y dolorosísima, para hacer palanca combinada con torsión y forzar así los dientes del mecanismo de cierre.

"-¡Joder, como duele! Casi no lo aguanto", piensa Carey, sofocada por el esfuerzo y con todo su cuerpo brillante por el sudor. "Parece que noto moverse el diente, creo que ya está cediendo..."

"- ¡Tiempo!" Grita Kate, pegando una gran patada al taburete sobre el que Carey se retorcía.

La caída es de tan sólo un par de centímetros, ya que, como se ha dicho, para evitar dañar las vértebras de Carey en una caída de más trayectoria, Kate se ha asegurado de dejar la cuerda bien tirante al apretarla contra el cuello de su amiga. Sin embargo, el nudo se cierra con fuerza oprimiendo la tráquea de Carey hasta cerrarla totalmente, cortando el flujo de aire a sus pulmones. La sensación de ahogo es exquisitamente angustiosa para la pervertida mente de Carey, ya totalmente abandonada a sus masoquistas inclinaciones.

"- ¡Vamos Carey, no te rindas!" Grita Kate. ¡"Que guapa estás, colgando del cuello! ¡Cómo me pone verte bailar así!"

"-"A mí también me pone" Piensa Carey, pataleando en el aire, ya con la cara totalmente amoratada y con el cerebro ofuscado por la falta de aire y saturado de adrenalina y endorfinas. "Tengo que correrme como sea"

Mientras con dos dedos de la mano derecha sigue haciendo palanca y torsión contra la anilla de la esposa de su bíceps izquierdo, pasa la otra mano entre sus gluteos para, estirando los dedos, intentar frotar su clítoris aprisionado bajo el apretado tanga de cuerda que Kate había improvisado sobre las caderas y el sexo de Carey. Imposible. La cuerda está demasiado apretada. Ciega de deseo de lograr correrse, Carey agarra con tres dedos la cuerda de entre sus piernas  y comienza a fortarla furiosamente contra su vagina, único modo que encuentra en esa postura para satisfacer su lujuria.  

El dolor en sus hombros y sus codos forzados hasta el límite de su elasticidad es excruciante, aunque no tanto como el que siente en los dedos con los que por fuerza bruta apalanca  la anilla de las esposas. La delicada piel de sus labios vaginales y la más delicada todavía de su clítoris sufren cada vez más por la fuerte fricción con la rugosa cuerda a la que la furiosa masturbación de Carey los somete, hasta el punto de empezar esta a teñirse con puntitos de sangre. Nada de eso importa nada. Carey siente el dolor con más intensidad  que nunca desde que empezó el reto, pero en un determinado momento, su cerebro dejó de interpretarlo como una sensación desagradable y pasó a sentirlo como una sensación arrolladoramente placentera. En estos momentos, cuanto más lacerante el dolor que experimenta,  más intensa es la lujuriosa satisfacción que la domina.

En el colmo del éxtasis masoquista, sin importarle ya la integridad de sus músculos tendones y huesos, Carey fuerza el brazo con el que hace palanca con la máxima fuerza que de que es capaz, haciendo saltar la anilla que aprisiona su bíceps con un "clic". Todo el diámetro del brazo luce un moratón intenso como un tatuaje donde la anilla ha mordido la carne, pero es en el interior del brazo, ahí donde la piel es más fina y suave y los dedos de la otra mano han ejercido la presión máxima, donde los nudillos han dejado las más atroces marcas.

Rápidamente Carey lleva su mano derecha a la lazada de cuerda que le aprisiona el cuello, buscando bajo la mandíbula un poco de hueco para meter los dedos y crear un mínimo de holgura que permita conseguir que siquiera un poco de aire llegue a sus pulmones. Sin embargo, no por esto deja de frotar con la otra mano la cuerda contra su coño. Efectivamente consigue, o cree conseguir que un pequeño sorbo de aire se abra paso por su tráquea y llegue a los pulmones. Mínimo es el alivio, que rápidamente se ve sustituido por la desolación al, en un momento de lucidez, comprender Carey que las fuerzas la abandonan rápidamente y que va a desmayarse sin conseguir soltarse ni llegar al orgasmo. ¡Una forma demasiado estúpida de morir!

Con un gran esfuerzo de voluntad Carey deja de torturar su coño y pasa su otra mano también entre la cuerda y la mandíbula. De este modo le es posible, haciendo fuerza con las dos manos una a cada lado del cuello, aflojar ligeramente el lazo que la ahorca y, esta vez sí, tomar una buena bocanada de aire. Otro viejo truco de ilusionista-escapista: la porción de cuerda que pasaba a través del nudo está engrasada con vaselina, de modo que corre con cierta facilidad en un sentido o en otro.

A pesar de llevar ya más de un minuto colgando del cuello y más de cuatro esforzándose por soltar las múltiples esposas con que Kate la ha inmovilizado, los entrenados músculos de Carey todavía contienen una buena reserva de energía que le permite abrir el lazo lo suficiente para deslizar por él las mandíbulas y la barbilla y caer pesadamente al suelo de medio lado, libre por fin, pero completamente congestionada y boqueando débilmente para hace pasar aíre por su todavía medio cerrada garganta. Una mancha de orina y flujo, ligeramente coloreada de sangre, brilla entre sus piernas.

"- ¡Carey, cariño!", grita Kate desesperada, abandonando el ensimismamiento lujurioso con el que había visto colgar a su amiga durante los últimos minutos. "¿Estás bien? ¡Ay, diosdiosdiosdios! ¡Esta vez nos hemos pasado, por guarras!" dice dando suaves bofetadas en la cara a su amiga para hacerla reaccionar. "¿Por qué no te habré bajado, aunque luego abronques? Espera cariño mío, te haré la cardiopulmonar."

En ese momento, al girarla para tumbarla sobre su espalda e iniciar la resucitación cardiopulmonar, Kate descube donde tiene Carey las dos manos. Con una se abre los labios del coño, divididos por la cuerda que pasaba entre ellos. Con la otra, restriega furiosamente esa cuerda, ya totalmente teñida de rojo por la sangre, contra su maltratadísimo clítoris.

"-¡Guarra! ¡Cerda masoquista!" grita aliviada, al ver que su amiga no corre peligro, puesto que tiene fuerzas para masturbarse. "¿Pero cómo puedes ser tan salida? Ni mientras palmas dejas de joderte el coño. ¡Te lo has raspado con la cuerda hasta dejártelo en carne viva! Perra lujuriosa, ¡ME VUELVES LOCA!."

Mientras grita estas obscenidades, recoge del suelo un trozo de maroma de esparto, sobrante del lazo de la horca, le hace un nudo en la punta para aumentar su contundencia, y comienza a la usarla como látigo para golpear salvajemente las tetas y el vientre de Carey, que tirada en el suelo se retorcía de gusto con cada impacto.

"- ¡Puta! ¡Cerda! ¿Crees que no sabía que te has guardado una llave en el chocho? La próxima vez no te dejaré usarla. Te ataré tan fuerte que no podrás soltarte y te morirás colgando, mientras te jodes el coño. Porque me vuelves loca, zorra. Te amo, teamoteamoteamoteamoteamo" Grita Kate, masturbándose fuera de sí mientras la golpea. "Te daré un consolador con púas y estarás tan cachonda que tú misma te destrozarás con él el coño mientras te asfixias. ¿Eso te gustaría, verdad?"

La humillantes palabras de Kate se estrellan contra la mente de Carey con la misma fuerza que el nudo de la cuerda contra sus tetas, y con el mismo efecto enervante. Carey está en esos momentos más allá de toda razón, su cerebro drogado por la falta de aire, sus propias endorfinas, y sobre todo, por océanos de lujuria.

Le habría gustado contestar "SI" a gritos, pero la voz todavía no le sale. "-¡SI, JODER, ESO ME GUSTARÍA!, piensa. En su delirio fantasea con recibir de manos de su querida Kate un enorme consolador lleno de púas, y joderse ella misma el coño con él. Lo desea. En cierta ocasión, tras una función, en el mismo camerino y acuciada por la calentura, al no encontrar otra cosa mejor se masturbo con un cepillo para el cabello, no con el mango, si no con las duras cerdas. Tuvo que meterlo lentamente en su vagina y padeció horrores para lograrlo pero como solía suceder, llegó un momento en que el morbo trocó el dolor en placer y terminó machacándose el coño con él con la misma fuerza que si de un suave consolador de látex se tratase. Tras correrse, como era también normal, las endorfinas desaparecieron y el dolor volvió a ser intenso y en absoluto agradable. Le costó muchísimo sacarse el cepillo de la vagina y pasó varios días con un escozor casi inaguantable por los arañazos internos, pero ahora el recuerdo del orgasmo que le provocó, y la constatación íntima de que su lujuria masoquista es tan grande que en un momento de pasión extrema llegaría a destrozarse el sexo hasta hacérselo sangrar con tal de satisfacerla,  la hizo correrse con la fuerza de un huracán, soltando fuertes chorros de flujo por su esfínter.

"- ¿Te has corrido bien, cariño?" Dijo Kate unos minutos después tumbada junto a ella en el suelo, cuando por fin pudieron recuperar el resuello y, un poco al menos, la compostura.

"- Si..." respondió Carey mirándola dulcemente a los ojos, con una suave sonrisa en sus labios.