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B i l l e t – d o u x [ 3 ]

en Sexo Anal

B I L L E T – D O U X

CAPITULO 3

                Los rayos de sol no querían que Morfeo y yo siguiéramos soñando bajo la luz de la luna, no querían que fuera una estrella. Invadieron mi habitación haciendo que mis ojos se abrieran y los recuerdos de mi primer amanecer volvían a golpearme como olas… La sensación de mojarme fue tan real… mi tanguita ya comenzaba a tener una pequeña mancha, era la necesidad de volver a ser usada. Sólo había pasado un día y con pensar que era la putita de Leo me volvía loca. No sé de dónde reuní las fuerzas suficientes para levantarme de la cama y no quedarme allí dándome caricias. El calor era horrible, así que una camiseta de tirantes y mi tanga me parecían más que suficiente. Al bajar las escaleras y llegar al comedor, me encontré con mi hermano desayunando.

— ¡Buenos días, Laurita! Vaya fin de semana que llevas, eh— su sonrisa se escapaba de la taza. No sé si se alegraba de verme vestida así o era todo lo que pasaba por su cabeza.

— Buenos días…— respondí yo con mis ojos medio cerrados por la luz.

— ¿Qué hora es? — añadí.

— Bastante temprano para alguien que se pasó el fin de semana de fiesta en fiesta— me lo reprochaba él.

Abrí la nevera y me tuve que inclinar para buscar la leche. No la encontré.

— ¿Dónde has puesto la leche, tonto? —

— ¿No está ahí? — decía él con la excusa de observar un rato más mi culito.

— Ah, mira. Está ahí, al lado del microondas— recordó unos segundos después.

Cerré la nevera y fui a por la leche. Abrí el armario de arriba para coger una taza, pero no llegaba. Me pare de puntitas de pie y tampoco… me incline hacia adelante, estaba al fondo del armario. No llegaba, tuve que inclinarme más y por fin llegué.

— ¿Llegas? — mi hermano intentaba echarme una mano.

— Sí, ya está. No te preocupes— giré mi cabeza y le sonreí. Él me miraba descaradamente mi culito empinado, sin importarle que yo me diera cuenta.

— ¿Vas a pasar el día con Elena en casa? ¿Quieres que salga luego para que estéis solos? — pregunte yo mientras preparaba mi desayuno.

— No importa, Laurita. No hace falta… No nos veremos más— su voz puso un tono triste.

— ¿Qué? ¿Ha pasado algo? — no podía evitar preocuparme por mi hermano mayor.

— Nada… Simplemente lo que pasa con cada relación. El amor se termina apagando— me dolía oír aquellas palabras sabiendo lo mucho que la quería.

— Que pena… Elena me parecía una chica fantástica para ti— hacia lugar en la mesa para desayunar junto a él.

Puse mi mano sobre la suya y la acariciaba… Quería animarle, era mi culpa que volviera a ponerse así.

— Vamos, hermanito, alegra esa cara ¿sí? — le sonreía yo y el la devolvió forzosamente.

Una vez que los terminamos de desayunar, le eche una mano y fregué las tazas junto a las cucharas. Intenté volver a guardarlas en el armario, pero no llegaba…

— Creo que esta vez necesitaré tu ayuda, hermanito... ¡Mm...! — hago esfuerzo por llegar.

Sus ojos no pueden evitar clavarse nuevamente en aquel par de nalgas perfectas, apreciándolas ahora más de cerca cuando se aproxima.

— Anda, déjame a mí, Laurita— se colocó detrás de mí y sus manos sujetaron mis caderas para auparme ligeramente, aprovechando antes aplastar su polla contra mi culito.

— Sujétame bien...— me incline hacia adelante al notar sus manos.

Necesitaba levantar un poquito más mis pies y eso hace que mi culito termine todo parado contra él y mi espalda arqueada. Mi hermano mantenía mi cuerpecito agarrado con firmeza entre sus manos. Lo pretendiera o no, empezaba a reaccionar a la proximidad, a mi escasez de ropa y a aquel culito que se restregaba de forma sugerente contra su polla. Después de tanto esfuerzo conseguí dejar las tazas en el armario. Le notaba perfectamente allí, pegado en mi culito, pero no decía nada...

— Muchísimas gracias, hermanito— le sonreía dulcemente.

La planta de mis pies volvía a tocar el suelo, haciendo que mi culito resbale por el bulto de su ropa interior al bajar. Aprovecho ese momento en el que me deslice para acariciarlo "accidentalmente".

— Siempre que me necesites— decía a la vez que le daba un tierno beso en su mejilla y me escapaba escaleras arriba, directo a mi habitación.

Cerré la puerta de mi habitación y me tire encima de la cama con el ordenador portátil que compartíamos los dos. Intentaba despejarme, ya que los roces con mi hermano daban vueltas en mi cabeza. Cuando por fin lo encendí, y al abrir el navegador de internet, había salido un mensaje para recuperar las últimas pestañas cerradas… Acepté y volvió a aparecer un video pornográfico de sexo anal una vez más. Hace semanas que mi hermano se había hecho un adicto a ese tipo de películas pornográficas y yo, cada vez que las encontraba, las veía hasta el final. Y esta no iba a cambiar eso. Cada minuto que pasaba despertaba el calor con el que me había despertado esta mañana… La película trataba de una sucesión de chicas que eran folladas duramente por sus culos. Me acomode en la cama de tal forma que quedé abierta de piernas frente al ordenador portátil. Mi mano se metió rápidamente dentro de mi tanguita y despacito iba recorriendo todo mi coñito. “Mmm…”. Ver a esas chicas usadas como muñequitas que sólo sirven para poner su culo y que lo rompan hacia que me pusiera tan mojada… Siempre quise experimentar tener sexo anal por culpa de mi hermano… Ese día, sin pensarlo, me atreví a ir un poco más lejos.

Nuestros padres no estaban en casa ya que habían decidido tomar las últimas semanas del verano para ellos solos, por eso nos habían dejado unas tareas para repartirnos entre mi hermano y yo. Y fue por esa tontería que mi hermano me termino pillando follandome el culito con dos dedos. Había perdido el control y mis gemidos se me escapaban, me imaginé que él me escucho desde el otro lado de la puerta. Lo primero que vio fue a mí, de lado con mis piernas algo flexionadas y mis dedos totalmente clavados en ese agujerito tan apretado. Giré mi cabeza al notar que la puerta se abría y me quedé helada mientras le miraba, sin saber qué decir... Me observaba sin creer lo que veía. Su mirada analizaba cada parte del escenario hasta llegar a la pantalla del ordenador donde estaba la última película porno que había visto él.

— ¿Estás... estás mirando mi historial? — pregunto finalmente sin saber cómo salen siquiera sus palabras.

Yo sabía que aquella imagen mía desnuda le provocaba, le turbaba, pues se le veía en su rostro.

— No... No... Me había salido por error... — quite mis dedos y di unos pasos gateando por la cama hasta llegar al portátil, el cual apague rápidamente. Mi culito en pompa le dejo observar lo dilatado que había quedado, aunque apenas fuera un poco.

Se acercó a mí para detener mis manos antes de que estas cerraran el ordenador y me lo quito, pero sin violencia, con una sonrisa traviesa en su rostro.

— Déjala un poco más... aún no has llegado a lo bueno— yo le miraba sin saber qué hacer…

Su bulto quedo a la vista, aún más que en la cocina… Volvió a dejar el ordenador en su sitio mientras la escena terminaba y la chica de la película recibía una generosa corrida dentro de su culo.

— Continua, hermanita— dijo mientras rodeaba la cama hasta quedar a mi espalda, observando mi hermoso ano.

— Que continúe... ¿haciendo qué? — volteé mi cabeza hacia atrás.

— ¿Masturbándome? ¿Me quieres ver haciendo eso? — añadí.

— Quiero ver si lo haces bien…— me decía en susurros.

No sé porque no lo pensé mejor... Fue casi por instinto o quizás el deseo de terminar siendo igual que la chica de ese video. Mis brazos se estiraron por la cama hasta que mi cabeza quedo apoyada. Mi culito quedo completamente servido para él. Lleve mis dedos, los cuales me habían provocado tantos gemidos antes y los chupe... Ese sabor a culo de zorrita me gustaba cada vez más. Luego lleve mi brazo hacia atrás y conociendo perfectamente el lugar exacto para meterlos, ya que podía sentir como mi culito me ardía, los metí sintiendo como se abrían paso dentro... Estaba llenando mi culito de dedos delante de mi hermano... "Bfff...". Él se puso justo detrás de mí para poder ver perfectamente el momento en que las yemas de mis dedos se clavaban lentamente en mi ano. Olía a hembra en celo, a putita deseosa de polla y la suya estaba muy dispuesta a satisfacerme… Note como saliva empezó a caer en mi culito, la cual me ayudaba con la masturbación.

— ¿A qué sabe tu culito, Laura? — pregunto mientras se acercó más, pudiendo escuchar el chapoteo de mis dedos.

— ¡Uhm...! ¿Lo quieres probar, hermanito? — decía entre gemidos mientras mis dedos se movían aún más...

Toda esta situación me hacía arder, y si soy sincera, jamás me imagine que me haría un dedito delante de mi hermano. Y menos por ahí... Como respuesta a mi pregunta, acerco un dedo y lo coloco entre los dos deditos que me penetran, sumando un tercero con el suyo. Aprovecho la posición para meterlo completamente recto, hundiéndolo más profundo de lo que yo puedo meter los míos, empapándolo bien con el sabor de mi culito. Tras ello, lo saco y lo llevo a su boca, ahogando un gemido mientras lo limpiaba a conciencia.

— Sabe a putita... riquísimo...—

— Hermanito... ¡Mm...! —

Mi hermano volvía a ver la imagen de mi culito dilatado cuando saque mis dedos, como si esperaba que su boca lo devorara. Él agarro mis nalgas con firmeza y las separo fuertemente para que mi ano quedara completamente expuesto a su boca. Sentí como su lengua se deslizo por cada pequeña arruga alrededor de mi esfínter antes de deslizarla dentro y llenar parte de mi ano con ella, repasando las paredes de mi culo y acariciándolas. Mi boca se abrió temblando…

— No te dejes nada, hermanito…— le susurré mientras me hacía esclava de ese nuevo placer.

Su lengua es como si lanzara latigazos dentro de mi ano, eso cuando no se entretiene en meterla y sacarla de él como si me penetrase con ella. En la pantalla del portátil puedo ver una nueva escena en la que una chica jovencita se prepara para recibir un par de invasores en su trasero. Mordía mis labios mientras recibía encantada esa comida de culo que tan bien sabía hacer mi hermano, sin perder detalle de la película.

— ¿Celosa? — dijo sacando la lengua de mi interior y soltando un suave azote.

— ¿Celosa de que mi hermanito aún no este follando mi culito? ¡Pues sí! — le confesé yo.

No dijo nada más, simplemente se separó de mí y bajo su pantalón hasta hacerlo desaparecer, quedando con su polla libre y acercándola a mi boca.

— Si la puta de mi hermana quiere que le folle el culo, va a tener que enseñarme lo bien que se le da ser una zorrita— no hizo falta más para que mis labios le dieran el primer bocado a esa polla que tan deliciosa se veía.

La atrape con mi mano, tire mi pelo hacia atrás con un movimiento y, sin quitar la mirada de sus ojos, mi lengua subió por toda su polla hasta la punta. Allí le di un pequeño chupetón, mis manos comenzaron a moverse haciéndole una paja mientras mi lengua se volvía a pasear por su polla. Rápidamente le di otro bocado, pero esta vez más largo. Mi mano acompañaba el movimiento de mi cabeza… Mi hermano me recogió el pelo y lo agarro con fuerza. Empezó a moverse, follandome la boca como si la mía fuera la de una puta barata. Mis labios no dejaban que su polla se escapara.

— ¿Te gusta cómo te la come tu hermanita? — le pregunté una vez que su polla se salió y mi lengua jugaba otra vez en ella.

— He aprendido de tanto mirar tus videos…— le contaba mientras tomaba sus suspiros como un sí.

Mi espalda se arqueo todo lo que pude, levante su polla con mi mano derecha y empecé a comerle sus huevos. Me morreaba con ellos, los chupaba y succionaba…

— ¡Laurita! — a mi hermano parecía encantarle por la cara de gusto que ponía.

Me la metió otra vez en la boca y me clavaba su polla pausadamente.

— Que come polla que eres…— decía en susurros, poco a poco…

La dejo un buen rato en el fondo de mi garganta mientras me contaba la cantidad de veces que se había masturbado pensando en mí… No iba a dejar escapar ese precioso alago. Cuando la saco y salió llena de babas, mis labios hicieron que no durara mucho fuera. Le iba a dar la mejor mamada que Elena nunca le dio. Mi cabeza se movía sin parar, se la chupaba como una puta. Después de un buen rato así, me agarro del pelo y me aparto, me tomo del brazo y me levanto de la cama. Me puso contra el armario, de espaldas a él. Yo ya sabía lo que iba a venir y me preparé… Me puse de puntitas con mis piernas algo separadas y no muy flexionadas, pero lo suficiente para que mi culito quedara empinado y mi espalda arqueada. Me apoyé en el armario y note como paseaba su polla por mi culito… La había puesto entre mis nalgas y se estaba haciendo una paja con ellas. Las apretaba de cada lado y se movía como si me follara. Mi agujerito se volvía a dilatar por el roce y eso me hacía desesperarme. ¡La quería tener ya dentro de mi culo!

— Follame ya… Rómpeme el culito… Llénamelo de polla, por favor… Hermanito…— le insistía yo hasta suplicarle.

Él me respondía con actos. La punta hacia presión sobre mi ano y se iba metiendo lentamente… La guiaba con su mano hasta que ya pudo entrar casi la mitad en mi culito.

— ¡Uuuhm! — se escapó de mis labios cuando puso sus manos en mi cintura y termino de enterrarla toda con un solo movimiento.

Sus manos bajaron hasta mis nalgas y las separo para que entrara mejor. La dejo allí unos segundos para que mi culito se acostumbrara al tamaño, pero en cuanto comenzó a moverse… aunque sea muy despacio, mi mente no podía pensar en otra cosa que no fuera el placer que me daba su polla ahí… Cuando se empezó a mover más rápido, tuve la sensación de que mi culito se derretía y eso fue maravilloso… Nunca había sentido una sensación tan placentera como la que me estaba dando el sexo anal.

— ¡Aah! ¡Ah…!— gemía mientras mi hermanito me empotraba contra el armario.

— Ni te imaginas cuanto tiempo soñé con este momento, Laurita… Si empecé a ver porno anal, fue tu culpa. Ver tu culito contonearse en tanga todos los días me hacía enloquecer— sus caderas se movían tan rápido… dejaba que mi hermano me rompiera el culito y lo peor es que me encantaba.

— Entonces supongo que tendré que hacerme cargo de lo que voy provocando…—

— ¿Supones? Laurita… a partir de hoy vas a ser mi princesita anal— me tiro a la cama y él salto encima de mí.

Me coloco de lado, de la misma forma en la que me había visto masturbándome. Junto mis piernas, se colocó detrás de mí y de una… me clavo su polla entera. Se movía sin compasión, follandome como si fuera una putita más de esos videos. Cada vez que su polla se deslizaba dentro, me hacía gemir por toda la casa.

— ¡Mmm… Aah! Me encanta, hermanito… ¡Más! —

— ¿Le darás polla a mi culito todos los días? — le pregunté mientras mi mano le daba caricias por su barbilla.

— Por favor, dime que sí… dime que lo follaras siempre… ¡Por favor! — el placer me volvió loca…

— Claro, zorrita. Tu culito no pasara hambre— le pase mi lengua por sus labios, lamiéndolos.

Mientras nos besábamos los dos por primera vez, el sacaba y metía su polla repetidas veces. Que gusto me daba eso… “Bfff…”.

— ¿Sabes que me encantaría? Ver cómo me follas y lo dilatado que me está quedando mi culito…— le confesé mi deseo mientras mi ano aún era usado.

Él se levantó de la cama y cogió la silla de mi escritorio, la puso frente al espejo que hay en mi habitación y con su polla recta en su mano, me llamo.  «Ven, putita. Ven a ver la cara que se te pone cuando veas lo roto que te está quedando el culo». Me levante yo también de la cama al oír sus palabras y me acerque hasta donde estaba. Me sujeto de la cintura y me sentó encima de él, mirando al espejo. Elevo mis piernas, yo las flexione, su polla volvió a entrar mientras él la guiaba a mi culito. Luego, junto mis piernas y las puso rectas hacia uno de mis lados. Apenas hizo un mínimo movimiento y ya venía esa increíble sensación. Oh Dios… ¡Qué cara de zorra tengo cuando follo!

 — Mira, Laurita— dijo después de un buen rato follandolo.

Saco su polla y levanto un poquito mi culo para que viera como de dilatado estaba y… joder… parecía que estaba rodando una película porno porque mi culito estaba roto en mayúsculas.

— ¿Qué te parece? — preguntó él mientras veía como yo me mordía el labio.

— Creo que aún puede estar más roto…— le contesté mientras mi hermanito se reía.

Su polla invadió otra vez mi culito y esta vez me follaba con mis piernas abiertas y flexionadas. Ver lo guarra que estaba, ver cómo me dejaba usar… menos mal que mi hermano me empezó a hacer un dedito mientras me follaba porque si no iba a terminar pidiéndoselo yo. Mi culito estaba completamente flojo, no se cerraba y poco a poco sentía como algo se salía… Cuanto más me lo seguía follando mi hermano, más lo notaba… Y entre ese dedito y esa nueva sensación, me termine viniendo a chorros. Fue muchísimo mejor que todas las horas que pase acariciando mi clítoris. Incluso me atrevo a decir que esa sensación era muchísimo mejor que la que viví el sábado. Mi culito se había roto tanto que se salió fuera… y yo me corrí como una perra por eso. Mi hermano era el culpable de que hubiera un charco en sus pies. Le comí a besos después de haber tenido el mejor orgasmo de mi vida. Él me pedio si podía ponerme encima de la silla, pero de espaldas a él. Otra vez. Cumplí su deseo y me senté en la silla. Mi culito se salía fuera, era una presa fácil para su polla…

— ¿Así? — le pregunté juntando mis brazos en el respaldo de la silla y le miré girando mi cabeza.

— Pfff... Laurita, estás para follarte todo el día…— su mirada recorría mi cuerpo y se clavó en mi culito.

Se acercó por detrás y sentí como su polla entraba tan bien… Empezó a mover sus caderas y ese entrar y salir de su polla era el mejor de los placeres. De un momento a otro paso a follarme duramente y mis gemidos era como una melodía para él.

— Voy a llenarte el culito de leche, putita…— susurro en mi oído.

— Uuhm… sí… córrete dentro de mi culito, hermanito… quiero que chorree lechita…— le pedía con ganas de sentir su leche salir dentro.

La metió toda, pues sus huevos se golpearon contra mí y un montón de leche calentita empezó a invadir mi culito. Él aún se movía, pero lentamente… asegurándose de que mi culito quedara lleno del todo. La saco y un gran chorro de leche se deslizo por mi culito, seguido de unos cuantos que caían por mis muslos. Ese simplemente fue el comienzo de un día en el que yo cumpliría cada una de sus fantasías.