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La tentación en mis manos

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La tentación en mis manos

Como recordareis de mi primera experiencia (Todo comenzó esa tarde), quedó latente que mi morbosa y astuta prima tramaba algo al quedárseme mirando de aquella manera. Bien, pues en esta ocasión, sabréis cómo mis temores no eran infundados…

            Tras aquella tarde, no volví a visitar a mi prima, entre otros motivos, porque temía que se burlara de mí por lo que ella hizo. Sin embargo, la excitación que causaba en mí revivir ese momento, me atormentaba y confundía.

            Una tarde en la que, como ya empezaba a ser frecuente, me encontraba demasiado caliente, decidí ir a visitar a mi prima y así de camino, liberar tensiones acumuladas. Como de costumbre, la encontré sola en casa. No se sorprendió al verme sino que me sancionó por el tiempo que había pasado sin ir a visitarla, con lo bien que nos lo pasamos la última vez, comentario que acompañó cogiéndome el culo. Eso me ruborizó y ella, para mi desdicha, lo captó rápido.

            Lógicamente, yo solo pensaba en quitarle las bragas y penetrarla, sin miramiento alguno. Y además lo haría por el culo, como a ella no le gustaba. Esa sería mi venganza. Pero a veces no todo sale como uno planea las cosas…

            Nos fuimos a su habitación, y cual grande fue mi sorpresa al encontrarme allí a Jorge (si, ése con la gran polla que me penetró en la última ocasión), en pie, y desnudo. Al parecer, con mi visita había interrumpido el comienzo de algo, y digo comienzo, porque la cama seguía hecha y ninguno parecía haber sudado. Nos saludamos tímidamente, apenas sin mirarnos, aunque no pude evitar fijarme en su miembro, que incluso en estado semi-erecto, podía medir más de una cuarta. Otro acto que no pasó desapercibido a mi prima.

            Ella sonrió a ver la reacción de los dos, y algo en su rostro se encendió. Una sonrisa malvada, unos ojos brillantes, una boca cada vez más húmeda, cualquiera diría que esa situación la había puesto a cien. Y con razón. Pasó entre los dos y se sentó en la cama, me dijo que me bajara los pantalones y me quedara como Jorge, desnudo y delante de ella. No solíamos andarnos con rodeos.

            Cuando nos tuvo en frente, ella sentada en la cama y su cabeza casi a la altura de nuestras pollas, alzó la vista y nos miró. “Como ya sabéis, esta es mi casa, y aquí las órdenes las pongo yo. Si queréis follarme, esa son las condiciones, y tendréis que hacer todo lo que diga.” Tragué saliva. No puedo negar que aquella situación volvía a excitarme sobremanera. Se reclinó un poco y empezó a tocarse, sin dejar de mirarnos. Se lamía los dedos, y se los metía. Me fijé disimuladamente como la polla de Jorge se hinchaba y crecía. No podía dejar de mirarla. Mi miembro seguía igual de flácido que al principio. En ese momento, mi prima paró y se incorporó. Empezó a acariciar nuestras pollas a la vez, una con cada mano, pero la diferencia era tal, que me miró y me dijo: “¿Qué pasa primo, no te pongo caliente ya?” Lo dijo con un tono que podía parecer broma y enfado al mismo tiempo, como algo frustrada por pensar que no tenían efectos en mí sus encantos sexuales.  

            A continuación cogió mi mano con dulzura, aunque con firmeza y mirada malévola, y la posó sobre la polla de Jorge, que no se inmutó. Yo me quedé paralizado pues no me lo esperaba. Era obvio como ella disfrutaba al mirar nuestras caras. Me hizo agarrar bien la polla, pero era lo bastante gruesa como para no poder cerrar la mano completamente. Noté lo caliente que estaba y para mi sorpresa mi polla empezó a despertar. “Vaya, vaya, así que te empiezas a animar, ¿no?”

            Mi prima me empezó a mover mi mano, y luego me ordenó que no cesara. Le estaba haciendo una paja en toda regla. Se levantó y me miró con dulzura, “se te da bien hacer pajas a los tíos, ¿los sabías? A ver que más se te da hacer bien…”

            Yo seguía con la mirada hacia abajo, al igual que Jorge, aunque por sus jadeos, comprendí que se estaba excitando. Su polla parecía cada vez más grande. Y sin saber porqué, cada vez lo pajeaba más fuerte, llegando hasta la base y apretándole el glande. Mi prima gozaba viéndolo y sabiéndose la responsable de aquella morbosa situación. “Mójate la mano primo, no ves que se le está resecando la polla a Jorge con tanto masaje”. Así lo hice, y ahora la mano resbalaba muchísimo más, los jadeos de Jorge aumentaron. Ella se puso frente a él, y empezaron a enrollarse, “¿te gusta como mi primo te hace una paja? ¿Se le da bien, verdad? Él no decía nada, pero no hacía falta, su cara de placer cohibido era suficiente.

            Cuando parecía que la escena estaba a punto de acabar, pues mi ritmo con la mano estaba a punto de hacer que Jorge se corriera, mi prima me detuvo, me pasó la mano desde la imponente polla de Jorge a su coño para comprobar lo mojada que estaba. Jamás la había visto tan excitada, con un simple movimiento de mis dedos, empezaba a chorrear, y el flujo le resbalaba piernas abajo. Yo estaba tan excitado pensando en ese pedazo de coño húmedo que no me di cuenta que me había sentado en la cama, y ahora era yo quien tenía en frente la polla que antes había pajeado.

            “Bien primo, ahora vas a experimentar como sabe una buena polla.” Jorge iba a protestar pero mi prima lo cayó con un beso y, agarrándolo por la cintura, lo fue acercando a mí. No sabía qué hacer, y mi polla cada vez estaba más dura. Ella se agachó un poco, no quería perderse ni un detalle de mi rostro. Me abrió la boca con sus dedos húmedos y con la otra mano, guió la polla de Jorge hacia mi boca. Tuve que abrirla bien para que entrara la cabeza, muy hinchada y caliente, y luego siguió metiéndola un poco más. Ahora la mano de mi prima estaba en mi nuca, y empezó a mover mi cabeza de forma que la polla de Jorge entraba y salía cada vez mas mojada. Él, cada vez jadeaba con más placer, y mi prima cada vez me empujaba la cabeza con más fuerza, a la vez que se masturbaba con su otra mano libre.

            En un instante, todo empezó a acelerarse. Mi prima, pasó su mano húmeda masturbadora hacia mi polla, y empezó a pajearme salvajemente sin dejar de mirar de cerca como la mamaba. A continuación, con su otra mano, empezó a tocarse su inundado coño, señal de haberse corrido una vez al menos ya (estaba agachada y un pequeño charquito se formaba bajo ella). La inercia había hecho que colocara mis manos en la polla de Jorge para tenerla más controlada pero en ese momento, mi prima, en un acto reflejo, las situó en mi espalda, “de ahí no las muevas, la primera vez te la comerás sin usar las manos, como una buena zorra chupa-pollas, así que no dejes de menear la cabeza”.

Esa orden acompañada de la brutal paja que me hacía, fue imposible de no acatar. Mi boca estaba rebosante de saliva pues la polla casi llegaba a la campanilla, y provocaba que un constante flujo de pegajosa saliva no cesara de caer por mi boca y la barbilla. Jorge, ante tal momento de excitación, no pudo evitar cogerme la cabeza con sus manos y metérmela más rápida y profundamente, a la vez que la sacaba para comprobar cómo mi boca rebosaba toda la saliva que había estado acumulando. Mi prima utilizaba toda esa saliva para humedecerse tanto la mano que me pajeaba como la otra con la que se masturbaba ella.

Tras unos minutos a un ritmo frenético, Jorge enloqueció y me la metió de tal forma que mi nariz quedó aplastada en su vientre y toda su polla quedó instalada en mi boca y parte de la garganta. Esta imagen, que parecía detenida en el tiempo, provocó un grito de placer en mi prima que se volvía a correr dándome un fuerte apretón en la polla. Yo miré hacia arriba en señal de protesta, pero mi penetrante mirada no tuvo el efecto que esperaba. La imagen de verme con su polla completamente en mi boca, mis manos en la espalda y mi mirada, de impotente protesta, junto con el grito de placer y complicidad de mi prima, desencadenaron en él un inesperado grito de placer, y un apretón aún mayor mientras me devolvía una vengativa mirada, “hasta el fondo zorra, trágatelo todo”. Y, acto seguido, una ardiente catarata inundó con fuertes chorros mi garganta primero y los huecos que quedaban libres en mi boca, después. Me cogió desprevenido y me sorprendió la cantidad de leche que me estaba haciendo tragar y que aún así, rebosaba por mis labios. No dejaba de mirarlo, parecía que no acabaría nunca, el cabronazo se aprovechaba que no podía mover las manos. Unos pequeños espasmos de placer y un lento retroceso de su palpitante polla, me hicieron pensar que ya estaba acabando de correrse. Craso error. Cuando la sacó entera y se la frotó un poco más, un par de densos chorros me cayeron en la frente hasta la mejilla y en la boca, aun abierta. No podía dejar de fulminarlo con la mirada, ni pestañeaba.

La inesperada última ración de semen cubrió parcialmente mi rostro. Ésto, junto con la leche que no cesaba de manar de mi boca entre abierta, desencadenaron en mí un frenesí amplificado por la masturbación que mi prima no cesaba de hacerme. El resultado fue una eyaculación bestial, que se vio prolongada por el hecho que mi prima usaba mi propio semen mezclado con el que cubría mi cara para volver a metérmelo en la boca con sus incansables dedos, obligándome a tragármelo todo una vez más…

Cuando todo acabó, me tumbé hacia atrás en la cama, con la polla aún erecta, y la cara con algunos resto de semen aun. No tenía fuerzas para limpiarme. Ella se inclinó y le comió la polla a Jorge, para dejarla bien reluciente. Jorge se vistió y se fue sin decir palabra.

Los morbosos pensamientos que adoptaban forma en la cabeza de mi prima mientras me observaba de pie en un charco de flujo, no tendría para mí el final que hubiese deseado…o quizás si…