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Una película inesperada. Parte II

en Bisexuales

Una película inesperada. Parte II (sería recomendable leerse la parte I ... )

Tras haberse bebido inconscientemente la corrida de Salá, mi pareja continuó absorta en la película, ajena a lo que pasaba a su alrededor.

Mi prima, excitada ante aquella exhibición de poder de manipulación, se creció. Aun no estaba satisfecha. Seguía pajeándome y metiendo algún que otro dedo por mi ano mientras hacía como que veía la película, aunque en realidad estaba maquinando algo. Ya la conocía muy bien. Por su parte, Salá seguía empalmado, como si nada hubiera pasado. O era insaciable o la situación lo excitaba tanto que no podía dejar de tocarse. De nuevo mi prima me pilló mirando disimuladamente la polla de mi compañero, que parecía más hinchada que antes. Algo debía tramar cuando me pidió…

- Anda primito, levanta un poco y pregúntale a tu queridísima novia que tal se lo está pasando. Que no hablas nada con ella. Aunque le guste la corrida de otro más que la tuya, no le vayas a ignorar...

Dijo esto con su sonrisa maliciosa, con intención de picarme. Aunque sin ganas, obedecí. Me levante con cuidado y agachándome me dirigí lentamente hacia ella. Tuve que sujetarme disimuladamente el pantalón porque se me caía (olvidaba que me lo habían desabrochado). Por suerte, la camisa era ancha y estaba por fuera, lo que cubría todo perfectamente, incluso mi erección.

Yo estaba inclinado sobre mi prima (como si me fuera a dar unos azotes), y empecé a susurrar cosas triviales a mi pareja. Estaba levantado pero inclinado, de forma que mi prima pudiera ver la pantalla, pero la maldita seguía pajeándome, ahora con más rapidez. Si hubiéramos estado en silencio, los temblores de mi voz me hubiesen delatado. Pero no se notaba nada. Excitada ante tal situación, me apretaba el glande e incrementaba el ritmo cada vez que le hablaba a mi pareja. Su cara reflejaba su deleite.

Además de su mano en mi polla, sentía que con la otra me masajeaba el ano, introduciendo sus dedos. La camisa ancha hacía como de ropa camilla, de forma que sus manos quedaban ocultas a las miradas de mi novia. Se metía descaradamente dos dedos en la boca, nos miraba a ambos, y luego los desplazaba directamente a mi ano. Sin contemplación los metía hasta el fondo, justo cuando hablaba yo. La situación empezaba a excitarme muchísimo y temía que me corriera. Sentí también como los gruesos dedos de Salá se hundían en mi culo. Notaba indefenso como a los dos dedos de mi prima, se unían otros dos de Salá. Oía como los dos se miraban y reían, cabrones.

Estaban abusando de la situación y yo no podía hacer nada. Intentaba cortar la conversación para volver al asiento y que me dejaran en paz, pero mi prima no hacía más que sacar temas, para alargarla.

Cuando ya pensaba que me corría, pues tenía cinco dedos en mi ano entrando hasta el fondo y saliendo hasta la mitad, mi prima cortó en seco:

- Venga primo, ya está bien, quiero ver la película. Pon tu culo en la butaca de una vez.

Uf, por fin. Me sentí aliviado tras aquellas palabras que ponían punto y final a esa desesperante situación. Con extrema precaución, fui retrocediendo e incorporándome a mi asiento. Ya habían sacado sus húmedos dedos de mi ano, y solo notaba las manos de Salá en mis cachetes, regocijándose. Cuando me iba a sentar, noté como Salá lejos de quitar las manos (pensaba que se las iba a aplastar) me abría los cachetes. Entonces comprendí. Algo cálido estaba entrando de nuevo en mi dilatado y húmedo ano. Algo que enseguida me penetró ayudado por el movimiento mío involuntario de sentarme. La cabeza de una erguida polla se había introducido sin permiso en mi culo. Me quedé paralizado, entonces mi prima dijo:

- ¡Siéntate ya primito!

Y con su mano en mi hombro, hizo tal fuerza hacia abajo que me clavé entera la polla de Salá, pues el muy cabrón se había sentado en mi sitio, mientras estaba inclinado.

De nuevo me quedé paralizado, congelado. No sabía qué hacer. Temía que mi pareja viera a Salá debajo de mí, pero cuando miré hacia el lado comprobé que no podía ser visto, pues estaba entre mi cuerpo, y el de mi prima, quedando parcialmente oculto. Yo un poco más elevado, pero al no haber nadie en los alrededores, era inapreciable.

Me había sentado sin quererlo sobre Salá aunque era una operación que mi prima tenía muy calculada. Una enorme barra de carne, volvía a dilatarme hasta el extremo, y me tenía empalado sin poder moverme. Realmente, no podía moverme. Esa polla me tenía anclado. La notaba hinchada y palpitante. Parecía a punto de estallar. Mi culo estaba ya tan abierto y lubricado (esos dedos habían hecho bien su trabajo) que apenas me dolió, pero sabía que semejante clavada me lo había abierto un poco más. Hasta mi prima se sorprendió de lo fácil que me había entrado. Quizás esperaba más resistencia.

Nos quedamos así unos minutos, hasta comprobar que mi pareja seguía hipnotizada por la película. Entonces Salá comenzó a mover las caderas. Era un movimiento ondulante, que parecía ahondar cada vez más y más. Introdujo una mano debajo de mi camisa y comenzó a pajearme lentamente. Sus movimientos estaban sincronizados: subía las caderas (me la metía más adentro) a la vez que bajaba la mano hasta la base de mi polla. Y luego al contrario. Mi prima nos contemplaba mientras se masturbaba disimuladamente. Me susurraba:

- Me encanta ver cómo te follan primo, y esa cara de zorra que pones. Si tu novia supiera que te gusta más un nabo que a ella…

- No me gustan…-  apenas logré articular entre gemidos.

Estuvimos así varios minutos. La verdad es que aquella situación me tenía excitadísimo. Puse las manos sobre los posa-brazos y me levante un poco con la intención de quitarme. Pero lo que produje inconscientemente fue que Salá tuviera más libertad para moverse. Ahora sacaba la polla hasta la cabeza y luego la introducía entera levantando su cadera.

- Si te quitas, le diré a tu querida novia lo que estaba haciendo Salá contigo, y lo que se había bebido antes…- Mi prima sabía dar donde dolía.

Asentí con la cabeza y dejé que Salá se deleitara follándome a su antojo. El ritmo de Salá empezó a ser cada vez más intenso. Sabía que estaba a punto de derramarse. Solo deseaba que no gritara de placer.

- Dóblate entera zorrita, que estoy a punto de correrme, y quiero que tu culo se abra al máximo. – dijo Salá.

Y con su mano en mi espalda hizo que me agachara como si estuviera cogiendo algo del suelo. Efectivamente, con esa postura mi culo forzosamente se abrió al más. Al verme en aquella postura, no pudo controlarse.

- Joder, me corro.

Con sus manos en mis caderas, y su polla completamente introducida, empezó a correrse. Una gran cantidad de caliente leche de nuevo me rellenaba por dentro. Mi prima al ver aquella postura y a Salá corriéndose, no pudo evitar correrse también, aunque lo hizo de forma que apenas se notara, eso sí, sus manos estaban empapadas. Lo sé porque me las refregaba por la cara a medida que las sacaba de su inundado coño.

- Ahora te toca a ti.- dijo Salá.

Me enderecé de nuevo, aun con la polla de Salá vaciándose en mí. Éste me cogió mi miembro y empezó a pajearlo rápidamente. Con la carne que tenía en mi culo y la cara mojada de flujo de mi prima, fue imposible controlarme. Salá notaría mis temblores previos a la eyaculación, pues aceleró aun más. En ese momento, el cabrón me levantó la camisa. Pero yo ya no podía parar. Vi como mi polla quedaba al descubierto y un gran chorro de semen salía a presión y saltaba por encima de los asientos de delante. Dos chorros más a presión dejaron una mancha en el respaldar de uno de estos asientos. El resto salía a borbotones y llegaba hasta mis huevos. Mi prima alucinaba con la fuerza que había eyaculado.

- Joder primo, llega a haber un calvo delante y le pones una peluca de leche. Toma escurre aquí los restos de semen, que tu parienta tiene otra vez sed.

De nuevo, acercó un vaso con un resto de granizada a mi polla y con cuidado fue recogiendo todo la leche sobrante. Luego dijo:

- Venga levanta ya, despacio, e inclínate otra vez como para hablar con tu novia, para que Salá te pueda sacar la tranca de tu culo.

Me levanté con sumo cuidado pensando en cómo me iba a poner de leche ese cabrón. Pero cuando ya la tenía casi fuera, mi prima me detuvo, acercó el vaso a mi agujero, y sacó ella misma la polla. Puso el vaso debajo y una gran catarata de leche empezó a llenarlo. Estaba paralizado, ¡qué cantidad de semen! Pensaba que llenaría el vaso. Cuando ya no quedaba nada, Salá me subió los calzoncillos (asegurándose bien que los mojaba por esa parte) y los pantalones.

Al notar que quería hablar con ella, mi novia se acercó a mí, y ambos nos pusimos a susurrar delante de mi prima. Ésta, con su “nuevo” vaso de “refresco”, nos observaba sonriente haciendo como la que bebía. Dijo:

- Mira que buena pareja hacéis, tomad y bebed esta refrescante bebida de un trago, para celebrar este maravillosa cita. - y haciendo la reverencia propia de quién entrega el elixir de la vida eterna, nos colocó el vaso entre los dos.

Y la muy puta había puesto dos cañitas (no sé de dónde coño las había sacado). Las cañitas en los labios de ambos, y la fingida reverencia, hacían imposible negarse a beber. Tanto yo como mi novia bebimos a grandes tragos.

- mmm, que rica, sabe como a leche merengada. - dijo mi inocente pareja.

- Di que sí cariño, di que sí. Es la preferida de mi primo.

Y dijo esto con su característica risa y mirada malévola. Traga leche, zorra, traga leche. Estaría pensando…