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Deseo (in)satisfecho

en Hetero: Infidelidad

Deseo (in)satisfecho: 

Cuando el novio de mi amiga me cogió 

 

Algunas personas dirán que no tengo escrúpulos, o mejor dicho:que no tengo madre. Las amigas que se enteraron me trataron como lo peor y me dijeron hasta de lo que me iba a morir. A veces el mundo necesita de una persona en la cual todo lo malo recaiga, un mártir que espera con ansia los latigazos de la sociedad como una necesaria confirmación de que su masoquismo es socialmente aceptado. Pero voy por partes. Antes de que usted me tache de una calenturienta, una vil zorra o una puta insaciable, debe saber lo que ocurrió en realidad, leer la historia de lo que me sucedió hace poco menos de dos semanas y que hasta ahora decidí escribirla. 

Quienes han leído mis otros relatos saben que no soy la persona que inicie describiéndose cómo es. De hecho, en ninguno de mis relatos lo he hecho porque considero que la descripción de detalles físicos no es necesaria en este tipo de relatos, cada quién puede imaginarme como se le venga en gana. Además, suficiente tienen con mi nombre. No quiero que alguien pueda reconocerme a simple vista mientras hago mi vida.  

A mi amiga, bueno, creo que ella no tardará en saber las cosas y dudo que me siga considerando como su amiga, le cambiaré el nombre: aquí será Laura. Ella y yo nos conocimos en el segundo año de la preparatoria. Recuerdo que desde la primera plática ya nos tratábamos con suma familiaridad, como si fuésemos amigas desde hace mucho tiempo atrás, quizás lo fuimos en otras vidas pasadas. Laura comenzó a salir al final de ese segundo año con Miguel (sí, también le cambié el nombre). Ambos eran personas bien parecidas, populares en la escuela y tenían una infinidad de amigos; salían juntos y rara vez se peleaban. Una de esas parejas que uno envidia, que pareciera que lo tienen todo. Pero, me di cuenta hace dos semanas, no era del todo cierto. 

Hace un mes cumplieron un año, y los problemas se hacían más notorios. Obviamente Laura me comentaba todo. Y el problema se debía a que Laura tuvo una infección vaginal, sus papás se enteraron porque ella tuvo que decírselo a sus papás para que la llevaran al médico. Por más que intentó decirles que había sido por otra cosa, sus papás intuyeron que se trató porque su hija ya había empezado a tener relaciones sexuales; temían que Miguel la hubiese contagiado de algo y le prohibieron seguir con él. Laura no cortó con Miguel, como era de esperarse, pero sólo podían andar en la escuela, a la salida su papá pasaba por ella y le restringieron muchas salidas y permisos. Le apagaban la luz para que no usara la computadora tan noche y el celular se quedaba en el cuarto de sus papás hasta la mañana siguiente. Al menos así tendría que estar por un par de meses. El problema se hizo más grande cuando, al no poder salir como de costumbre, Laura y Miguel ya no podían tener tiempo para tener sexo; entre la infección y la constante vigía de su padre, todo parecía echarse por la borda. Ella me dijo que intentaron otras cosas, el sexo oral satisfacía en algo esa necesidad apremiante por coger. Incluso, me dijo Laura, se permitió hacer un par de cosas que nunca antes había hecho: dejar que Miguel se viniera en su cara y tener con él sexo anal.   

Mientras Laura se sentía cada vez más deprimida, Miguel parecía ausentarse más de la relación, le había perdido el interés y el cariño. Ella le decía que sólo eran dos meses pero a él le parecían una eternidad. Estuvieron a punto de mandarlo todo al carajo, pero se dio la oportunidad de verse un día en que se fueron de pinta (se escaparon de la escuela). Laura se expuso y aunque lo hicieron con protección, por la tarde le volvieron más fuerte los síntomas de la infección vaginal. Y Miguel quedó aún más resentido por eso. Para que las cosas no terminaran, ella invitó a su novio a una fiesta que haría otra amiga que tenemos en común. Ella, Valeria, iba a prestar su casa (bueno, la de sus papás) para celebrar el hecho de que habíamos terminado la preparatoria y en agosto próximo iniciaríamos cada quien en las carreras universitarias que habíamos deseado.  

La fiesta fue ensábado y desde las seis de la tarde ya estábamos todos en la fiesta. Empezó a correr la cerveza y yo llevé mis clásicas latas de Jack Daniel´s y una cajetilla de cigarrosMarlboroFresh. Los papás de Valeria se portaron muy bien porque le llamaron a mis papás para decirles que no se preocuparan, que podía quedarme en casa y que dormiría en el cuarto de Valeria, junto con las otras chicas. Aunque me sentí medio apenada (pues no soy una niña, recién tengo 18 años), al poco rato se me olvidó, ya en la fiesta. Pude platicar con muchos amigos que no había visto en bastante tiempo y muchos otros aprovecharon para sacarme a bailar (cosa que me fascina). Mientras pasaba eso, Laura y Miguel platicaban en la sala de la casa, bebían y de vez en cuando salían al garaje para bailar, después regresaban y aunque habían besos, parecía que no iba a pasar nada esa noche. En un momento en que Laura fue al baño, aproveché para alcanzarla y saber cómo iban las cosas. Me dijo que más o menos, Miguel estaba insistiendo que se fueran a otro lado, o de perdida se dieran un encerrón en el baño, pero ella seguía mala por la infección y no quería volver a arriesgarse. Para colmo, en media hora pasaría su papá por ella. No había nada qué se pudiera hacer.  

Dicho y hecho, media hora después llamaron a la puerta y era el papá de Laura que venía por ella. Miguel se alejó de ella, para no causarle problemas con su papá y ni tiempo les dio para despedirse bien. La fiesta continuó, la verdad es que las demás personas no sabían  mucho por lo que estaban pasando ambos; la fiesta se estaba convirtiendo en una gran borrachera. Yo había perdido la cuenta, para variar, de saber cuántas cervezas ya llevaba encima, además de las cuatro latas de Jack Daniel´s que ya me había tomado. Seguía bailando para que no se me notara mucho y un par de horas después, cerca de las tres de la mañana, ya sólo quedábamos cinco en la fiesta: Valeria, Miguel, una pareja más que no conocía y yo. Los papás de Valeria habían cerrado la puerta de la casa para que no saliéramos y se fueron a dormir, encomendándole a Valeria que ella, la otra chica y yo nos durmiéramos en su cuarto mientras que los chicos se podían quedar en la sala. Aún quedaba un cartón de cerveza, por lo que decidimos seguir la fiesta, con un poco menos de ruido, en la sala mientras bebíamos el resto de alcohol. Andábamos ya cantando todas las canciones cuando la pareja se acercó con Valeria, ella les sonrió y se acercó conmigo para decirme que si no tenía mayor problema en que ellos ocuparan su cuarto y nosotros tres nos quedáramos en la sala. Le pregunté que si no tendría problema con sus papás y me contó el plan: estaba casi segura de que sus papás se levantarían tarde, ella los dejaría un rato y a eso de las siete de la mañana pondría su alarma para que el chico se saliera y nosotras entráramos y así no se dieran cuenta. Al no ver mayor inconveniente acepté, pues no quería frustrar la oportunidad que tenía esa pareja de disfrutarse sexualmente. Y por último: no era mi casa. 

Después de dejarlos en su cuarto, Valeria salió del lugar con unas colchas y cobijas para dormirnos en la sala. Cada uno tenía una cerveza (las últimas que quedaban) y decidimos terminar de beber mientras hacíamos el espacio necesario para acomodarnos. Miguel se me acercó para empezarme a platicar de las cosas que habían sucedido con Laura. Valeria también se interesó en el tema. Nos contó que sentía muy mal y que no quería hacer sentir mal a Laura. Le dije que sólo era cuestión de tiempo. Al terminar las cervezas, Valeria se acomodó en una de las orillas y cayó rendida casi de inmediato. Miguel y yo seguimos platicando y decidimos apagar las luces para que Valeria pudiera dormir. Yo le platiqué de mis problemas en casa y cuando me preguntó sobre mi cuestión amorosa, preferí cambiar el tema; no era un tema que quiera platicar con algún chico, menos con Miguel, pues casi no hablábamos en la escuela. Él se recostó en la mitad de la sala y cerca de él me quedé yo para seguir platicando. Empezamos a hablar de otras cosas menos importantes hasta el punto en que ambos quedamos en silencio esperando a que el otro se durmiera. Yo me recosté de lado en el suelo, encima de la colcha, y me cubrí con una cobija, dándole la espalda a Miguel. Estaba ya muy borracha y lo único que quería era descansar.  

Sin embargó el pensamiento me traicionó. La habitación de Valeria quedaba cerca de la sala y lejos de la habitación de sus papás, que estaban en el piso de arriba. Comencé a escuchar, o a imaginarme, los cuchicheos y un sonido que parecían gemidos desde el cuarto. Aunque no conocía a la pareja, mi mente comenzó a pensar en cómo lo estarían haciendo, o si ya habían terminado. Estaba por dormirme cuando de verdad escuché un gemido que por milagro no despertó a todos los demás, no eran sospechas mías: de verdad estaban teniendo sexo. La pareja no era distinta de las parejas jóvenes, eran de lo más común, ninguno de los dos era muy apuesto, pero parecía que se entendían muy bien en lo relativo al sexo. Y lo peor de todo es que volvió a mí ese deseo de saber qué pasaba e imaginarme cosas sexuales, esa parte voyerista que nunca he podido quitarme y por más que trato no puedo evitar dejar de pensar así. Me la imaginé desnuda, encima de él, moviéndose salvajemente para provocarle una eyaculación monumental; me imagina a él, poniéndola en cuatro y desvirgándola con su pene, una verga dura, grande, gruesa. El alcohol que traía encima no hizo otra cosa más que ponerme aún más cachonda de lo que ya me estaba poniendo con tan sólo haber escuchado aquel gemido e imaginándome todas las posiciones en que los dos lo estaban haciendo. No pude contener mi deseo y sin importar que ahí mismo estuviera Valeria, o peor aún, Miguel, comencé a tocar. 

Primero empecé a masajear mis pechos, por debajo de la cobija, de forma circular; después empecé a apretarlos con más fuerza y traté de tomarlos desde el pezón para que éstos se levantaran de inmediato. A la par que seguía imaginándome a aquella pareja, empecé a moverme del suelo para acomodarme mejor y quitarme el brassier que llevaba puesto.Sólo me quedé con la blusa y seguía masajeando mis pechos hasta el punto en que decidí llevarme a la boca uno de mis dedos, imaginando que era yo quien le estaba haciendo sexo oral al chico que estaba dentro del cuarto. Esa escena me prendió aún más y decidí llevarme la otra mano a mi vagina,debajo de mi panti,para ponerla entre mis piernas y que rozara con mi sexo, me movía despacio, al movimiento de mis caderas imaginando que era yo quien montaba al chico hasta provocarle una deliciosa eyaculación, me perdí en mí misma cuando me metí un dedo en mi vagina que comenzaba a lubricarse y en ese momento caí en cuenta de algo: Miguel seguía despierto. 

Lo supe porque él se acercó a mí, cuando escuché sus movimientos me quedé congelada, me sentí estúpida por hacer lo que estaba haciendo sabiendo que él estaba ahí. Me quedé quieta y mi pánico creció cuando él me tomó por la cintura. Pensé que sólo iba a hacer eso, así que no le dije nada, pero entonces su mano comenzó a jugar en mi estómago, y eso me enloqueció por un segundo. Sabía que estaba haciendo algo malo, que debía detenerlo, pero no quise hacer nada. Con su otra mano me jaló hacia él, me quedé boca arriba y su mano comenzó a subir más, no quería verlo a los ojos así que miré hacia el otro lado, haciendo como si estuviera dormida,aunque él sabía que no lo estaba.Comenzó a tocarme la parte baja de mis senos, el roce de su piel me puso a mil, de nueva cuenta mi vagina estaba lubricando, como señal de que aquello me gustaba, que no podía negarlo. En un movimiento rápido subió su mano por debajo de mi blusa y apretó mi pezón derecho, eso casi me sacó un gemido, pero pude retenerlo. Comenzó a jugar con mis senos y yo lubricaba cada vez más. Llegó el momento en que no pude seguir disimulando que estaba dormida, así que me volteé hacia él y dejé mi rostro debajo del suyo, como si me estuvierarecargando en él, tan sólo para no mirarlo, para no sentir que estaba traicionando a mi amiga por una calentura de borrachera. La verdad es que ya llevaba bastante tiempo sin tener a alguien dentro de mí y en ese momento lo único que quería era tener a un hombre dentro de mí, al primero que tuviera disponible, y ese hombre era Miguel. 

Mis manos parecían cobrar vida propia, sabían lo que querían y fueron a parar a la verga de Miguel, comencé a sobarlo por encima del pantalón que llevaba puesto y me sorprendí al sentir una verga grande, bien parada, queriendo salir del pantalón. Él comenzó a respirar más rápido, no sé si sabía lo que estábamos haciendo, si lo había planeado o si era el momento. Sus manos seguían jugando con mis pechos y mi vientre bajo. Me tocaba por encima y mi vagina comenzaba a dilatarse, no perdí tiempo y como pude le bajé el cierre del pantalón para sacar después de su bóxer la verga gruesa que estaba al cien; me sorprendió darme cuenta que su pene también parecía haberse corrido ya, o si no era así, la punta estaba muy mojada. Con mi mano derecha comencé a jalársela despacio mientras él apretaba cada vez más fuerte mis senos. No nos decíamos nada, no queríamos despertar a Valeria, así que tratábamos de hacerlo lo más sigiloso posible. Miguel comenzó a mover su cadera, como si ya me la estuviera metiendo, se veía que estaba ansioso por hacerlo... y yo no me quedaba atrás. Entendí lo que quería así que empecé a jalar su verga más rápido, él ya me había alzado la blusa y podía verse con la luz de la noche mis pezones bien levantados, mis pechos redondos que fueron sorprendidos por la lengua de Miguel. Estaba que me volvía loca; nunca antes me los habían lamido de la manera en que lo estaba haciendo Miguel; no pude evitar que se me saliera un "así, cómetelos" que le puso más dura la verga a él y su lengua se volvía más deliciosa al tacto con la piel de mis senos 

Poco tiempo después decidí regresarle el favor, además de que no quería perder la oportunidad de probar su verga dentro de mi boca, me bajé hasta la altura de su verga mientras Miguel me cubría con su cobija para que nadie nos viera si se despertaban de repente. Llevé mi lengua a la punta de su verga y él sin el menor tacto me la metió enseguida a la par de que llevaba sus manos a mi cabeza para, casi, enterrarme su verga en mi boca. Sólo lo hice por un breve momento, el sexo oral lo estaba disfrutando pero no quería que él se viniera en mi boca. Saqué su verga y me puse a su altura para darle la espalda: él entendió lo que seguía, lo que deseaba. Mi vagina ya escurría de lo lubricada que estaba, me quité el short de mezclilla que llevaba y él me ayudó a quitarme el panti para quedarme sin nada debajo. Así, de espaldas, bastó que Miguel se acomodara para levantarme una pierna con una de sus manos y empezó a colocar su verga por encima de mi vagina, eso era un martirio para mí, quería que ya la metiera pero él estaba jugando por fuera. Podía sentir cómo dirigía su verga con la otra mano y la llevaba a mis labios vaginales para rozarla, me volteé poco sólo para decirle "ya, por favor, métela" y acto seguido, en una embestida animal, me la dejó meter toda y hasta el fondo, tuve que morderme los labios de la boca para no gritar de placer. En la posición de cucharita Miguel empezó a moverse, a bombearme esa suculenta verga dentro de mí y yo me volvía loca de sentir cómo estaba bañando esa verga con mis jugos vaginales. Con la mano libre que le quedó me tomó del cabello y me empezó a jalar como si fuera un animal, y creo que lo era: me había convertido en su perra. Él jadeaba suave para no despertar a nadie, yo me movía a la par de él para meterla lo más dentro posible y después de un rato, cuando él parecía haberse cansado yo me movía para seguir con esa deliciosa sensación de sentir una verga dentro. Miguel bajó mi pierna para que su verga quedara aún más estrecha y yo le pedí que siguiera bombeando. Eso hizo, cada vez más y yo tuve que morder la colcha para no gemir mientras mis manos jugaban con mis senos. Me imaginaba ahora que nosotros no le pedíamos nada a la pareja que se fue al cuarto, es más, hasta me imaginé los cuatro haciéndolo. De verdad estaba muy borracha o muy cachonda para pensar ese tipo de cosas. Sentía que ya no podía más, que estaba a punto de reventar: estaba por venirme.  

Miguel parecía que también estaba por terminar. No quise que terminara dentro, así que con mis manos lo tomé por detrás, para sacar su verga, le dije despacio "termina fuera" y él entendió. Mientras yo me llevé mis manos a la boca para humedecerlos con saliva y meterlos a mi vagina él comenzó a masturbarse. Yo me voltee para tenerlo de frente y ver cómo lo hacía, para que él también me mirara metiéndome un par de dedos a la par de que me movía sin cesar. Sin importarle que alguien se despertara, él se levantó para quedar de rodillas al lado mío, vi cómo seguía tocándose y eso terminó por hacerme venir. Disfruté un delicioso orgasmo que se consumó cuando sentí el semen de Miguel encima de mi vagina, después de un suspiro profundo que él tuvo. Pasaron unos segundos y cuando él intentó decirme algo, me levanté para llevar mi ropa y dirigirme al baño. No quería cruzar palabras con él. Ya en el baño me limpié y volví a vestirme. Al salir me fui a la cocina y vi en el reloj de pared que eran cerca de las seis. Me fui a la sala directo a despertar a Valeria, Miguel se había acostado y parecía que estaba dormido. Valeria se despertó y le inventé que tenía mucho frío, que si no podíamos hacer el cambio de una vez. Ella aceptó y le llamó por celular a su amiga, al parecer también la despertó. Pocos minutos después su novio salió y Valeria y yo entramos al cuarto. Pude descansar mejor en la cama y  me quedé dormida casi de inmediato.  

Desperté cerca de las once de la mañana. Al salir del cuarto noté que todos se habían ido, incluido Miguel. Los papás de Valeria me invitaron a desayunar y después de comer me fui a casa. En el camino me puse a pensar sobre lo que había pasado y el nuevo problema en que me había metido. Hoy, después de terminar de escribir lo que sucedió, sigo sin saber cómo manejar la situación. Por suerte ya no estamos en la escuela y el no verlos me mantiene tranquila. Esa es la historia, si usted terminó de leer esto podrá decirme si de verdad fue una traición o sólo una manera de intentar solucionar las cosas. Por el momento sigo pensando que cuando intento solucionar algo, provoco más problemas. 

Vianny