Me animo a seguir tu aclamo

y suspirar por ti.

Para seguir la estela que dejó tu camino,

para seguir el llanto sordo

de esas noches sin sonrisa.

Suspirar, por ti,

por tus abrazos,

de madrugada,

por tu mirada,

al anochecer

y por querer quererte

sin final.

Y seguir,

mirándote desde lejos,

para conocerte,

y en la lejanía desear parar el tiempo

como aquellas veces.

Olvidando los orgullos,

 la monotonía,

y por qué no,

esos llantos de agonía,

porque el drama a veces nos inunda,

y no deja paso a lo importante,

el nosotros.

Siempre acabo preguntándome un por qué

y en mis por qué mi razón eres tú,

porque no hay más explicación que dar.

Es así,

una mención a la noche que lleve tu nombre

y un recuerdo de día que tenga tu esencia,

esa es la receta del mejor suspiro,

uno de tantos que se guardan con el tiempo

en un muro de cristal.