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El último verano de Pablo Iglesias

en Parodias

Para leer toda la historia: https://www.wattpad.com/story/47721632-el-%C3%BAltimo-verano-de-pablo-iglesias-wattys2015

Capítulo 1.

Carmen estaba nerviosa, la noche anterior sólo había alcanzado a dormir por puro agotamiento. Tenía un nudo en el estómago y se debatía entre la risa y el llanto. Estaba emocionada y tenía cierto miedo. No sabía qué ponerse, no sabía qué meter en la maleta, de pronto se sentía muy insegura. Descolocada. ¿Cómo podía suceder con lo decidida que ella era? Se debía al amor. Ese maldito sentimiento y las circunstancias que lo envuelven la alejaban de ella misma. Podía no ser sano, debía mantener los pies sobre la tierra, pero de momento se dejaba llevar. Disfrutaba el torbellino de emociones en el que se encontraba. Sólo iban a ser 2 días, iba a cumplir una fantasía, iba a disfrutar, no se iba a arrepentir. Estaba decidida a exprimir el momento, el pequeño paréntesis que ella y Pablo se habían dado.

Había conocido a Pablo de casualidad, en un foro. Ella era una chica normal y corriente, quizás más politizada que el resto, quizás sus inquietudes la hicieran moverse más que el resto, pero eso no la distinguía significativamente. Le gustaba entrar en Twitter y expresar sus opiniones, compartir videos, reír con algunos tweets, indignarse con otros, bloquear a idiotas y aprender de personas con más experiencia y formación. Tenía 1449 seguidores, eso no significaba nada, pero le gustaba. En una conversación sin importancia Pablo le contestó, el hilo se fue extendiendo y empezaron a coincidir más, mucho más. Ambos empezaron a seguirse. Carmen no sabía que se trataba de Pablo Iglesias, ella lo descubrió más tarde. Fue por una broma. Una pequeña broma que lo desarmó.

Tweets:

  1. Jo Pablo, parece que cualquier cosa que diga tu tocayo te molesta.
  2. Serías capaz de decir que el sol gira alrededor de la tierra si PIT (Pablo Iglesias Turrión) dijera que la tierra gira alrededor del sol.
  3. Estoy por pensar que sois la misma persona y que sólo haces esto para tocar los cojones, reírte, molestar y ayudar a Podemos JAJAJAJA.

Carmen dio en el clavo. Pablo había desarrollado un nuevo perfil en redes sociales. Un huevo en Twitter con apenas 122 seguidores. Un monigote sin cara en Facebook con 29 amigos. Un Instagram con gatos callejeros y 47 seguidores. Un canal de Youtube con 2 videos en los que levantando las tapas de varios retretes, de uno de los baños del parlamento europeo, conseguía que pareciese que los retretes cantasen Will we rock you y Highway to hell. Carmen no se explicaba que ambos videos tuvieran menos de 1000 visualizaciones.

Pablo pidió a Carmen una sesión de Skype. A Ella le extrañó. Era cierto que habían estado meses compartiendo mensajes en Twitter, públicos y privados, que hubieran eliminado la limitación de caracteres en los privados fue una bendición para ambos. Se habían dado los números de teléfono y hasta habían mantenido alguna que otra conversación nocturna por WhatsApp, pero nunca habían tenido intención de ir más allá. Pablo siempre había sido reticente, no, reticente no, más bien es que nunca lo había propuesto, ni lo había pedido, era como si ambos supiesen que sólo eran amigos de internet y nada más. Carmen lo agradecía, a veces le hubiera gustado dar el paso, pero en otras ocasiones la idea no le atraía lo más mínimo. Carmen había vivido un calvario encadenando relaciones tóxicas y no quería embarcarse en una relación a larga distancia, ella vivía en un pequeño pueblo de Alicante y estaba demasiado ocupada intentando manejar la frustración que sufría al vivir una vida que no era, ni mucho menos, la que ella quería, la que ella hubiera esperado. Sentía que decepcionaba a sus padres, a sus amigos, pasaba de un trabajo precario a otro y a veces se desesperaba. Internet era su válvula de escape. Sentía cosas por Pablo, el Pablo que había conocido en el foro, pero tenía mucho miedo a que si intentaba acercarse, lo que tenían, por poco que fuese, se destruyese. Esa relación cibernética era muy importante para ella, estaba segura que Pablo se reiría si se lo confesase, que no le daría importancia y si eso ocurría la destrozaría, no quería estropearlo, por eso nunca intento ir más allá, por muchas ganas que tuviera. Se trataba de atravesar una línea roja y no estaba segura de quererlo o estar preparada para ello, era como si se traicionase. Cuando Pablo le pidió la sesión de Skype tuvo mucho miedo, fue muy reticente.

-No tienes nada que temer, de verdad –le escribió Pablo.

-No quiero que nada cambie.

-En realidad todo va a cambiar, siempre hablamos del cambio y de lo mucho que ambos lo deseamos, pero el cambio, te aseguro, que no va a ser en mí, no por ti. Nada en ti me va a hacer cambiar lo que pienso y siento por ti –Carmen se dio cuenta de que las cosas se estaban desmadrando demasiado para ella. Pero…

-¡Espera un segundo! ¿Crees que tengo miedo por no gustarte, por mí aspecto?

-¡No! En realidad no quiero verte… Bueno, sí, pero lo que ahora mismo quiero es mostrarme yo. Que tú me veas. Quiero ser honesto contigo. Sé que puedo pedirte mucho, así que si vas a sentirte más cómoda tapa la cámara de tu ordenador, sólo quiero que me veas, de verdad, algún día verte a ti, pero sólo cuando tú estés preparada.

-De acuerdo…

Carmen tapó la cámara con un trozo de cartón que había cortado de una caja de lápices y cinta adhesiva. Iniciaron la sesión. En su cuadradito sólo se veía un poco del dibujo de la caja de lápices. En el cuadradito de Pablo se veía una pared y el respaldo de un sofá, algo se movía en la parte inferior de la pantalla y cuando se colocó bien Carmen alucinó.

-Perdona, estaba recogiendo un poco… ¡Jeje! No dices nada.

-¡Ahm! Es que… Estoy flipando en colores, la verdad jajaja.

-Yo también he flipado cuando he leído tu comentario, me has dejado totalmente pillado. ¿Cómo ha podido descubrirme? He pensado. Y me he dado cuenta de que tenía que ser honesto contigo, llevamos hablando e intimando varios meses y no era justo para ti.

-Bueno… No pasa nada, soy capaz de entenderlo. Pero… ¿Por qué me dijiste que eras un jugador de futbol de un equipo minúsculo?

-Jejeje. Intentaba resarcir un pequeño trauma infantil. Si te hubiera dicho que jugaba en un equipo grande me hubieras descubierto enseguida, diciéndote que jugaba en un equipo muy modesto y que era semiprofesional, que tenía que currar de otras cosas para ganarme la vida, era algo más acercado a la realidad, no llamaba demasiado la atención, era una mentira mucho más difícil de desenmascarar.

-Eso es verdad, no se me hubiera ocurrido nunca investigar por un mal jugador jaja.

-¡Eh! Soy el jugador estrella en los partidillos entre Keynesianos y Socialdemócratas.

-Jaja, me lo creo, me lo creo.

-Confió en ti, de otra forma no te hubiera dicho nada.

-…

-¿Podrás guardarme el secreto? Me gusta divertirme un poco y lo hago de forma muy inocente.

-Pero… ¿Por qué entras en Twitter a criticarte a ti mismo? ¡No tiene sentido!

-En internet podemos decir lo que queramos, podemos ser quienes queramos ser y, en este caso concreto, yo quiero ser yo y nadie más que yo. Mantenerse puro y limpio, sin mancharse, sin tener que adecuarse a la realidad es un bonito sueño, pero un sueño imposible tal como intentar retener indefinidamente agua en las manos, sólo puedo aferrarme a ese sueño en internet.

-¡Qué bonito! Aunque hubiera aceptado “pajas… mías mentales” JAJAJA.

-Jejeje.

-Lo siento, sé que ahora mismo esto es una situación rara y difícil, lo es para mí, así que imagino que mucho más para ti. No voy a decir nada, no te preocupes. Vas a poder seguir en tu sueño…

-Pero… Tú también formas parte de ese sueño, ya si, antes… También.

-¿Qué quieres decir?

-Quiero verte, por favor.

-Pablo, yo no soy tan fuerte como tú.

-Carmen, tú eres mucho más fuerte que yo.

-No rompamos la magia.

Habían pasado tres semanas desde que Pablo descubrió su verdadera identidad a Carmen y ahora ella esperaba en la acera frente a su casa a que Pablo la recogiera con un coche alquilado en el aeropuerto. Ni siquiera eran las seis de la mañana, corría un viento frío que antes del mediodía sería muy añorado. Un coche blanco paró cerca de Carmen, ella se levantó apretando con fuerza el tirador de su maleta, temía que sus piernas no le respondieran. Estaban separados por algo menos de 50 metros, Pablo trasteaba con su móvil, seguramente para decirle que ya estaba en la puerta, que la esperaba. Carmen sintió su móvil vibrar dentro del bolsillo de sus shorts y sonriendo se dirigió al coche. Dejó atrás la maleta, la pequeña nevera y el fuego portátiles. Habían roto la magia, todo lo anterior lo habían tirado por la borda, habían abierto un paréntesis y lo iban a llenar de magia nueva, mejor, más íntima, más personal, seguramente también más dolorosa. Pero para que lo nuevo se habrá paso hay que destruir lo antiguo, no hay que dudar, hay que dar un paso al frente y crear.

Pablo vio a Carmen aproximarse. Salió del coche dejándolo encendido en mitad de la calle, se acercó a ella tocándose la camisa, guardando el teléfono, atusándose un mechón de pelo que se había revelado fuera de su coleta, dando la sensación de estar nervioso. Pablo quiso saludarla, ayudarla con las cosas que había dejado atrás, darle dos besos y decirle lo guapa que estaba todo a la vez. Ambos se quedaron pillados, sin saber qué hacer o decir hasta que se dieron cuenta de las idioteces que estaban haciendo en mitad de la calle y tuvieron que reír como el par de tontos que eran. No intentaron decir nada más. Se miraron a los ojos y se besaron. No fue un beso casto, no fue inocente, se besaron con la pasión de dos amantes desesperados, teniendo ganas de devorarse y viendo cumplidos por fin sus anhelos. Hubo lengua. ¡Joder si hubo lengua! Sus lenguas querían matarse la una a la otra, parecían competir por cuál llegaba más profundo, por cuál daba más placer. Antes de que pudieran darse cuenta estaban tocándose por encima de la ropa como perros sin dueño con ansia por llamar la atención, controlándose para no desnudarse. Carmen no podía ni quería evitar morderle. Cuando alejaron mínimamente sus caras comprobó que había empapado la barba de Pablo. Se alegró, ya había dos cosas empapadas, lo que Carmen no sabía es que en realidad había tres cosas empapadas.  Respiraron con dificultad y se dieron un beso aún más largo y profundo.

¡Viva la magia! ¡Viva la magia nueva!

Capítulo 2.

Durante los días que siguieron al descubrimiento Carmen no pudo dejar de sentirse muy tonta. Comprendía perfectamente que Pablo hubiera querido una pequeña parcela de libertad lejos de los ataques que la prensa le lanzaba diariamente, un trocito de intimidad. Debía asumir que el Pablo de internet y el mismo que aparecía todos los días en la televisión, y del que tanto había hablado ella misma, eran la misma persona. Los dos Pablos eran tan diferentes. Uno era tierno, muy mordaz y divertido. El otro, a veces, se pasaba de chulito y se lo tenía muy creído. A Carmen le daba la risa y acababa cubriéndose con la almohada para no hacer mucho ruido y que no le preguntasen el motivo de tanto escándalo. No creía ser capaz de guardar el secreto si le preguntaban directamente.

Paso una semana hasta que Carmen se sintió preparada para mostrarse a Pablo. Se aliso su melena castaña, se maquillo y tardo horas en elegir un top. Aunque Pablo le había dicho que todo iba a cambiar, lo cierto es que no lo hizo. Es decir: Carmen se sintió en shock, tuvo que asumir algunas cosas, pero por lo demás todo continuó igual. Sus conversaciones siguieron siendo tan regulares como siempre, aunque ahora comprendía los horarios y que durante horas no pudiera responderle. Ahora empezaba a ver los debates de televisión y los informativos de forma diferente.

Encendieron Skype, por segunda vez y Carmen se mostró. Era una chica alta, castaña y con el pelo largo, por debajo de los hombros, su nariz era pequeña y siempre había creído que se le marcaban demasiado los pómulos, que sus pechos eran un poco pequeños y que su culo era genial. ¡A la chica le encantaba su culo!

Pablo estaba listo, mucho más cerca de la cámara que el día anterior.

-¡Hola Carmen! –Dijo efusivo. Carmen arrancó el trozo de cartón con el que había tapado la cámara y se mostró por primera vez. Arrancar ese cartón fue como hacerse la cera: una vez decidido, rápido lo mejor. Se dibujó una sonrisa en el rostro de Pablo y acto seguido se tapó la boca con una mano.

-¡Hola! –Carmen casi doy un respingo, sonrió tanto que notó su cuello tensarse. Cuando se dio cuenta se sintió tonta, fea y se arrepintió de haber encendido Skype. Carmen quería gustar, gustarle a Pablo, pero a la vez odiaba buscar… ¿Qué coño buscaba? ¿Una especie de aprobación? Ella se gustaba a sí misma, no necesitaba gustar a nadie más, no lo necesitaba pero lo quería. ¡Maldita contradicción! ¿Cómo se supera eso?

-Hola de nuevo. ¿Qué tal estás?

-Bien… Nerviosa ¿y tú?

-Cansado, la verdad. Mucho trabajo.

-…

-…

Un silencio incomodo se adueñó del momento, sólo tiernas sonrisas se atrevieron a brotar, crecieron rápido las sonrisas y Carmen mantuvo los ojos cerrados durante varios segundos. Sentía un poco de vergüenza, pensaba que estaba fuera de lugar y Pablo no estaba mucho mejor.

-Ahora me arrepiento de haber dicho que eras tú, aunque fuera de broma.

-¿Por?

-No sé, es muy raro. Parece que no ha cambiado nada y en realidad ha cambiado todo.

-¿Por qué tienes tanto miedo al cambio? En nuestras conversaciones lo querías desesperadamente. Siempre te has quejado de tu situación personal, siempre has dicho que querías un cambio, en todos los aspectos, por pequeño que fuese.

-Lo sé, pero…

-¡Por favor! Dímelo, no te cortes. Es verdad que no te dije quién era realmente, pero todas las cosas que te conté eran ciertas. Me conoces y puedes confiar en mí como yo he confiado en ti.

-Es que es una tontería, o te lo va a parecer y eso me va a destrozar.

-Nada que puedas decirme me podrá parecer una tontería. Ya has visto mis videos de retretes cantores de Bruselas y te recuerdo que una vez hablamos durante horas sobre la tontería y el absurdo en las series estadounidenses como forma de alienar a la sociedad y de cómo el trabajo había dejado de ser reflejado para que la vida social lo dominase todo.

-Jajaja, es verdad.

-Entones…

-¡Ay! No quiero perderte. Te has convertido en una persona muy importante para mí, internet ha sido una válvula de escape durante los últimos tiempos y siento que si nuestra relación cambia perderé lo único bueno que tengo. Sé que ese tipo de pensamiento es lo que ha hecho que nuestro país se encuentre en la situación actual y que es lo que combates diariamente, al igual que yo, aunque a una escala mucho menor, pero me cuesta en esta situación.

-Carmen, el cambio es imparable. Aspiro a ser presidente del gobierno, a reformar este país de los pies a la cabeza y a enfrentarme contra las instituciones europeas para comenzar a crear un mundo mejor. ¡Únete a mí!

-¿Perdona? –Dijo Carmen totalmente indignada -. ¿Me estás pidiendo el voto?

-Jejeje ¡no! Quiero que vengas a Madrid, conmigo. Quiero que nos demos una oportunidad…

Carmen no pudo soportarlo más y apago la sesión de Skype. Salió corriendo a la calle y deambulo sin rumbo durante horas, llorando desconsoladamente. Ella no había sido del todo honesta con Pablo, guardaba un terrible secreto que la atormentaba día y noche, del que había intentado huir y que sabía, estaba completamente segura, de que si iba con Pablo a Madrid todo el mundo acabaría descubriendo su secreto y eso haría mucho daño a Pablo, Carmen no estaba dispuesta a herir a Pablo, a impedir que su proyecto saliese adelante… Y a la misma vez se moría por coger el primer tren que fuese a la capital. Pensó mucho durante su deambular, quería ser sincera, quería tener una oportunidad, encontró lo que le pareció una buena solución para satisfacer sus necesidades sin dañar a Pablo. Cuando volvió a casa encontró una llamada perdida y 3 whatsapps.

  1. ¿Estás bien?
  2. ¿Por qué te has ido?
  3. Aquí me tienes para lo que necesites.

Le llamó. Las piernas le temblaban, la garganta se le había secado, sus ojos estaban rojos e hinchados.

-Hola… –dijo con un hilo de voz mientras la cama de su dormitorio ascendía hasta encontrarse con su trasero y su visión se llenaba de pequeños monigotes.

-Hola, me has preocupado, ¿estás bien?

-Sí, es que… Tenía que pensar algunas cosas, me he agobiado un poco.

-Me he dado cuenta cuando has salido corriendo. Te pido disculpas, no era mi intención y…

-¡Por favor, cállate! Déjame hablar. ¿Te das cuenta de que empiezas a hablar y a hablar y no paras?

-Jejeje sí, eso es…

-Déjame hablar… ¡Ven tú a aquí!

-¿Dónde?

-Ven a mi pueblo. Está en la playa, pero no es muy turístico, hay un lugar perfecto en el que podríamos hablar y estar solos, nadie te vería. Me dijiste que habías creado una nueva identidad para poder escapar de todo y ser tú mismo, te propongo un fin de semana, ser tú mismo conmigo, escapar de todo antes de que el cambio nos engulla a los dos, antes de que sea demasiado tarde. Tengo que confesarte que yo tampoco he sido del todo honesta contigo, no en mi identidad, en otra cosa, algo que no te voy a contar por teléfono o un ordenador. No sé qué va a pasar después, pero démonos un fin de semana. Un paréntesis en nuestras vidas… No sé… ¡Únete a mí!

-JEJEJEJE

Carmen y Pablo se habían tomado de la mano y parecía que no se iban a soltar nunca, él cambiaba de marcha y era la mano de Carmen la que tocaba la palanca… No querían despegarse, les había costado subirse al coche cada uno por su puerta. Tenían 2 días, no más, no podían perder el tiempo. Carmen le indicaba y Pablo asentía y seguía por el camino que ella le marcaba… Salieron del pueblo antes del amanecer, justo cuando la noche es más oscura y fría, habían empezado a darse calor y sentían que eran ellos los que provocaban el amanecer, que el sol no podría arder jamás a la misma temperatura que ellos. Pablo presionó el acelerador, Carmen mucho más, llevó sus manos a la abultada entrepierna de Pablo y le mantuvo la mirada mientras le acariciaba con insistencia. ¡Era peligroso! Entraron en un camino de tierra, Pablo miraba al camino mucho menos que a Carmen, rodeados de acantilados, un beso podía costarles la vida… Por eso se dieron cien. Carmen sólo podía pensar en destrozarle la camisa y marcarlo para siempre… En todos los sentidos…

Carmen se sentía poderosa, se sentía fuerte, se sentía segura, todos sus miedos habían desaparecido al igual que el rocío de la mañana que momentos antes había mojado sus mejillas. Todo acontecía por Pablo, era fuerte, decidido, seguro, el líder capaz de trastocar los anquilosados resortes de nuestro sistema corrupto, de llevar la esperanza y la ilusión a una población desganada y frustrada que aspiraba únicamente a una buena muerte. ¡No! Todo lo que creía sobre Pablo era cierto, pero él sólo le ayudaba a aflorar su verdadero ser, el que había estado apagado en la oscuridad de la desidia y la desazón. No era la individualidad de Pablo lo que la encendía, era su unidad…

El camino se empinaba, con facilidad se endurecía aún más y es que las rocas se volvían grandes, el empedrado hacía que todo traquetease hasta dejarlos sin aliento, atravesaron un gran charco que lo salpicó todo a su paso dejando la parte delantera del coche sucio y mojado… ¡Qué dulce era la sal de la vida que es un mar que espolvorea un rocío pegajoso!

Alejarse de lo cotidiano hacía que pareciese más heroico, resistir y luchar por sobrevivir… ¿Cómo podían hacerlo con lo fácil que era abandonarse y dejarse llevar por el camino de la pasión? La heroína necesitaba un descanso. El héroe necesitaba replantearse la estrategia. Construir una nueva épica, un relato que haría palidecer a los héroes de la antigüedad, no se trataba de una fruslería momentánea, de sexo anónimo en un callejón, que ambos sabían que podía estar muy bien, apetecer en un momento dado… Iban a llevar a cabo la acción más revolucionaría de los últimos tiempos, tomar sus cuerpos como agentes políticos y culminar la necesidad del afecto, del respeto, del cariño y el cuidado… Pues la revolución verdadera está guiada por grandes sentimientos de amor y es que el ser humano, si queremos que absorba el abstracto ciudadano y exista más allá de su individualidad, como miembro efectivo del colectivo humano debe amar para recibir amor… Un amor entre iguales, pues de otra manera no puede ser amor, será el punto de partida para la plena consciencia revolucionaria. Carmen y Pablo, heroína y héroe del amor revolucionario, eran ajenos a la tristeza que causaba que sus actos continuasen siendo revolucionarios en pleno siglo XXI. El camino que andaban era el camino que debía seguir el pueblo, el del amor entre los iguales, dejando de lado las nimias distinciones que el sistema crea para desunir…

   

Capítulo 3.

Una cadena cortó el camino. Pablo apagó el coche y con la mano libre acarició el rostro de Carmen, sus dedos se aferraron como si temiese que ella fuera a escapar, la acercó a él y la besó con mucha más pasión que cualquier beso anterior. Carmen le devolvió el beso y comenzó a desabrocharle los botones de su camisa. Pablo se apartó, un segundo, quería ayudarle, acelerarlo todo más, desabrochó el cinturón de seguridad, empezó a quitarse el suyo propio y cuando quiso darse cuenta Carmen había salido del coche y se dirigía rumbo al acantilado.

Cuando Carmen cruzó la cadena oxidada sintió una punzada de vergüenza debido al lugar al que llevaba a Pablo. Se sintió muy inferior a él, imaginó mil pensamientos horribles de degradación, insulto y ofensa pasando por la mente de Pablo y se estremeció. Se sacudió esos pensamientos y se dijo a sí misma que Pablo Iglesias no era ningún señor Darcy. No, de ninguna manera. Pablo era un héroe romántico, cargado de fatalidad y dramatismo, lo contrario que Darcy, él necesitaba grandilocuencia y épica en la construcción de su relato, difícilmente podría hacer y deshacer en silencio, sin esperar recompensa o cambio alguno. No. No habría ningún problema en lo referente a su condición, pues de todas formas, sólo eran dos días...  

Le escuchó llamarla. Carmen se volvió y vio que estaba desnudo por encima de la cintura, en una mano sostenía su camisa y el cinturón, tenía cara de tonto, de no saber qué hacer.

-¡Déjalo todo, cierra y ven a por mí! -Gritó Carmen mientras aceleraba el pasó sin dejar de girarse para comprobar que iba tras ella. Carmen corrió aún más, se adelantó para abrir la pequeña caseta desmontable que su familia había usado para pescar desde hacía años. Había ido en dos ocasiones desde que había quedado con Pablo, la primera para limpiarla y ordenarla y la segunda para comprobar que todo estuviera en su sitio. El terreno había pertenecido a su abuelo, había construido una cabaña de madera y ahora que era de su madre sólo le permitían la caseta desmontable, estaba aislado y precisamente por ello no solía ser extraño que delincuentes y alguna que otra pareja lo usasen sin permiso. Ellos iban a ser una de esas parejas. Carmen abrió la puerta, las ventanas y se desnudó deprisa, no tanto como para que Pablo no la sorprendiera, la abrazó por detrás y se restregó contra ella como el perro salido que era. Carmen sintió su respiración pegada a su oreja, su polla dura entre sus nalgas y sus brazos apretándola mientras sus manos le acariciaban el estómago sin llegar a decidir qué dirección tomar.

-Esto es todo lo que necesito -dijo Pablo con firmeza -. A ti y un colchón... -Pablo le mordisqueó la oreja y poco a poco continuó en su cuello. Carmen permaneció paralizada, con la boca abierta y gimiendo. La mano izquierda de Pablo se aferró a un pezón mientras la derecha le acariciaba el pubis sin llegar a tantear el clítoris, la estaba cerdeando a base de bien. Buscando que fuese Carmen, en su orgásmica desesperación, la que pidiese más.

El inconveniente para Pablo es que la pasividad no era una de las cualidades de Carmen. Ella se zafó de las manos de Pablo con extrema dificultad, le besó y le metió en la boca dos de sus dedos, se tendió sobre el colchón y comenzó a masturbarse mientras le miraba mirándola, con la boca abierta, conteniéndose... A Pablo le hubiera gustado coger su teléfono móvil y fotografiar a Carmen frotándose, grabar un video en el que se viera la forma en que cerraba los ojos mientras sus dos dedos penetraban completamente en el interior de su coño y pronunciaba, en un profundo susurro, su nombre... Lo que hizo darse cuenta a Pablo de que aún estaba vestido de cintura para abajo y que una gota brillante de saliva amenazaba con caer al suelo desde su boca fue que Carmen chupó sus propios dedos y girando levemente su cadera, mostrando su culo en todo su esplendor, introdujo una falange, parecía que le costaba, pero es que Carmen era una cabrona a la que parecía gustarle el suspense, lo retorció todo lo que pudo y sorprendió a Pablo metiendo todo su dedo... Mirándolo fijamente le dio a entender que había espacio de sobra. Fue entonces cuando Pablo se desnudó frenético.

Al contemplarlo en su esplendor Carmen se dio cuenta, por primera vez, que no estaba tan tirillas como aparentaba en televisión, que tenía mucha más presencia, que resultaba hasta intimidante y no el personaje bufonesco en el que, ocasionalmente, parecía haberse convertido, una caricatura de sí mismo que difícilmente podía creerse él, Carmen tampoco, y teniéndolo delante, durísimo, mucho menos. Pablo tuvo que lamerse el labio para recoger su saliva, no podía hacer lo mismo por lo que amenazaba con caer de su polla y no dejo a Carmen hacerlo. La agarró con fuerza por el interior de los muslos y le separo las piernas sin compasión. Carmen sacó su dedo y Pablo lo lamió, sin detenerse lamió también el hueco abierto que Carmen había dejado. Pablo metió su lengua en el culo de Carmen y le lamió mientras ella se cerraba y abría, mientras gemía y Pablo no podía contenerse por más tiempo. Sacó un preservativo de uno de los bolsillo de sus pantalones y se lo puso con una mano sin dejar de frotar el clítoris de Carmen con la otra. Dudó por un instante, ansiaba penetrarla pero no sabía por dónde lo ansiaba más… Se hubiera conformado con una penetración vaginal, estaba acostumbrado a que muchas de sus compañeras le hubieran limitado a ello, pero tras ver el claro ofrecimiento de Carmen su mente y su polla bullían por su culo. No se lo pensó más y cuando se hubo enfundado el preservativo en su polla penetró el culo de Carmen con fuerza. Realmente era cierto que tenía más espacio…

Carmen había calculado que la polla circuncidada de Pablo mediría unos 16 o 18 centímetros, pero lo más característico era el grosor, extremadamente gruesa, de todas formas entró con facilidad, Carmen tenía experiencia y se había preparado concienzudamente para ello. Teniéndola toda dentro Carmen busco a Pablo. Su boca, sus pezones, su espalda, su culo. No podía estarse quieta, le besaba, le mordía, le pellizcaba y le arañaba sin compasión, le gritaba y le incitaba a que le diera fuerte, hasta el fondo. Pablo se sintió apabullado por la pasión que dominaba a Carmen, dejó de reprimirse, si es que lo había hecho en algún momento, y le respondió con embestidas duras y profundas, rápidas, tan rápidas que cuando alguno de los dos quería hablar sus palabras se cortaban y se transformaban en gruñidos ininteligibles.

Pablo le mordió un pezón a Carmen y no dejó de hacerlo hasta que tuvo que emitir un grito al sentir los dientes de Carmen en su cuello. Pablo se apartó de ella, puso su mano sobre su cuello y la deslizo por todo su pecho bañado en sudor, la agarro de las caderas y aumentó el ritmo de sus acometidas, más fuerte y entonces un azote contra una nalga de Carmen… Y Carmen más le animaba, le miraba mientras se acariciaba y le exigía más, quería rendirlo, quería agotarlo, quería que se vertiera dentro de ella. Pablo no podía aguantar mucho más, había estado aguantando la excitación desde hacía días, sus cojones amenazaban con desbordar más que su partido, pero le asustaba mucho que Carmen entendiera mal su poco aguante y por ese motivo estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para durar más, el placer que sentía le torturaba, necesitaba terminar… Carmen estaba sorprendida por el aguante y la fuerza de Pablo, por lo dura que estaba su polla y por la manera que le atravesaba por mucho que ella apretase y apretase…  Sus gemidos eran uno, ni siquiera tomaban aire. Carmen se frotaba el clítoris, introducía un dedo en su coño y le hacía gracia cuando Pablo la penetraba hasta que su vientre le acababa frotando también…

Pablo cerró los ojos, de su boca surgió un sonido gutural monstruoso que terminó en un latigazo que le condujo directamente a los brazos de Carmen, ese mismo latigazo lo sintió Carmen en su interior, pues Pablo se estremeció de forma bruta y total. Pablo se dejó rodear por los brazos de Carmen, dejó que ella le besase, le acariciase y le limpiara el sudor con su lengua. Necesitaba descansar, le iba a venir bien. Carmen no había conseguido tener un orgasmo y no era de esas mujeres que se quedasen quietas y calladas, aguantando dar placer sin recibirlo. Pablo necesitaba descansar, Carmen lo iba a hacer desfallecer. 

 Capítulo 4.

La polla de Pablo se debatía entre la flacidez y la dureza. Estaba agotado pero a la vez excitado, se había quedado muy a gusto pero Carmen no dejaba de apretar. Para colmo de males Carmen le había quitado el coletero y toda su melena descendía en cascada hasta llegar a los hombros de Carmen. Carmen le acarició el pelo liberado, le fascinaba, había deseado acariciarlo desde hacía mucho tiempo, quería comprobar cuánto de enredado estaba y si era capaz de mantenerlo limpio, ciertamente le intrigaba su melena. Le parecía algo cuasi milagroso que ninguno de sus múltiples y enfurecidos enemigos, y aquellos perturbados que ni siquiera podían denominarse enemigos, en un ataque tan absurdo, ridículo como mediático, no hubiesen intentado cortarle su melena, su seña de identidad más característica. Carmen le acarició el pelo, agarrando varios mechones, dejó de apretar y Pablo, quizás para agradecérselo pues otro asalto inmediato probablemente hubiese dejado su reputación por los suelos, la beso. Lo hizo inmediatamente después de restregar su cara por el pecho sudado de Carmen. Apenas si tenía fuerzas para levantar el cuello. Ambos se habían abandonado al sexo más cerdo.

Su beso duró algo más de un minuto, Pablo pretendió dejarse caer, apoyarse, sobre Carmen, pero ella no estaba dispuesta a permitirlo. Le empujó los hombros, él quedo perplejo, ella empujó de nuevo y cuando Pablo comenzaba a frustrarse al creer que tendría que separarse de Carmen, ella volvió a empujarle, con más fuerza, agarrándolo del cuello y entonces Pablo entendió que solamente quería tumbarlo sobre el colchón. Carmen agarró la polla de Pablo, bajó el preservativo y se aseguró de que permaneciera colocado al sacar a Pablo de su interior. Carmen sintió en todo momento las manos de Pablo resbalando por su espalda, endurecerse su polla, como si pretendiera volver a ensartarla, pero no lo permitió, con un rápido movimiento de cadera se dejó caer sobre su pecho. Se levantó un poco y al sentarse sobre la cara de Pablo comprendió lo dolorida que se encontraba. Le dolían las piernas, le dolía el culo, pero se trataba del dolor más gozoso del mundo, de ese dolor que te dejan cuando estás bien follada, algo que sólo podía superarse cuando además de bien follada estás bien corrida. Carmen volvió a acariciar la melena de Pablo, pero el toque dulce y suave que antes había utilizado fue desechado, le clavó las uñas sin compasión y Pablo hubiera gritado de no tener la boca llena de coño. En realidad gritó, pero apenas se escuchó, al abrir más la boca devoró los labios de Carmen de una forma salvaje, su lengua hizo un movimiento involuntario que difícilmente hubiera podido hacer Pablo conscientemente. Aferrándose a la cabeza de Pablo, Carmen le cabalgó la cara, movía sus caderas poseída intentando restregarle todo su coño, sin dejarse un milímetro. ¡Cómo cabalgaba la amazona! Fue una lucha titánica, si un animador japonés hubiera presenciado la escena no hubiera dudado en dibujar un pequeño Cthulhu queriendo devorar a un Pablo ansioso de calamar. La violencia que labios contra labios no resultaba sangrienta, pero si húmeda, vaporosa. Pablo sintió que su nariz se rompía, que le costaba respirar, que se ahogaba y por un segundo creyó ser su polla atenazada por el preservativo. No lo dudo ni por un segundo y agarrándola de las caderas empujó a Carmen aún más fuerte contra él. Carmen sudaba, chorreaba por todas partes, el sol ya se había colado totalmente por la ventana y la hacía derretirse. Carmen había estado mordiéndose el labio inferior en todo momento, sintió una gota de sangre mojar sus dientes y decidió liberar sus gemidos. ¡Cómo gemía! ¡Qué dolorida estaba! ¡Tan cerca que ya llegaba! Se estremeció, sus últimos gemidos parecieron producto de un escalofrío en pleno invierno, le temblaron las piernas pero más tembló Pablo.

Carmen no pudo soportarlo más y se abandonó sobre el pecho de Pablo a escasos centímetros de su polla. Si Carmen hubiera prestado atención al preservativo justo antes de intentar producirle una fractura craneal a Pablo se hubiera dado cuenta que ahora se encontraba mucho más lleno que antes. Pablo jamás confesaría que, respirar el aroma cálido y sobado del coño de Carmen le había producido una eyaculación que no pudo detener. Se sentía avergonzado y al  mismo tiempo exultante.

Carmen volvió a agarrar la polla de Pablo y la empujó hacia abajo. Le quitó el preservativo con cuidado, ordeñándolo, llevándose con sus dedos las gotas rebeldes de esperma que, inútilmente, no querían alejarse del calor paternal. Carmen sacudió la polla de Pablo y cogió el preservativo. No tenía intención de chupársela en ese momento. Haciendo un movimiento sobrehumano se incorporó para volver a dejarse caer sobre Pablo, melena con melena y darle un beso demasiado insuficiente, pero es que Carmen quería cerdear, cerdear a otro nivel. Se había resistido a dejarse llevar absolutamente y temió acabar haciéndose pis sobre la cara de Pablo, le hubiera dado mucha vergüenza, pero dependiendo de cómo avanzase el fin de semana pasaría o no…

Lo que Carmen hizo fue agarrar el preservativo, abrirlo, pringar un dedo con el espeso y blanco semen de Pablo y limpiarlo en su boca. Pablo la miró con ojos golosones pues Carmen era una golosa, lo que no sospechaba es que el siguiente dedo iría para él. Fue todo un machote, abrió la boca y, calculando mal, mordió el dedo de Carmen y acabo tragando cuando ella lo retiró. Ella creyó que le seguía el juego, él había intentado tragar lo menos posible. Le salió mal. 

Carmen levantó el preservativo como si fuese una bota de vino y dejó caer todo su contenido en su boca, se lo enseñó a Pablo y se deleitó, algo manos cuando Carmen le metió la lengua en la boca y un tórrido beso blanco, con mucha lengua, se eternizó durante varios minutos. El semen iban de boca en boca, se salía por los labios, sus caras quedaron manchadas. Mientras Carmen le limpiaba con lengüetazos de gatita cabrona Pablo se dijo a si mismo que no le contaría a nadie jamás lo que acababa de pasar, que no le contaría a nadie que había tragado más de lo que en otras ocasiones había conseguido sacar tras mucho insistir, que su semen era salado y había disfrutado del regusto.

Carmen, gimiendo, se levantó, tuvo que agarrarse a todos los muebles que encontró en su camino y salió hasta el quicio de la puerta. Necesitaba aire, sentir el frescor de la brisa, en el interior de la cabaña el ambiente no podía estar más cargado. Se acuclilló lo suficientemente oculta como para no ver a Pablo y orinó por fín.

Capítulo 5.

Carmen se quedó en cuclillas con la espalda apoyada en la cabaña durante varios minutos. No sabía por dónde empezar, no sabía qué hacer ahora. El miedo la atenazaba de una forma brutal. Era consciente que lo más fácil era hablar y que fuese lo que tuviera que ser, ¡lo sabía!, pero no se atrevía. Sentía el terror haciéndose fuerte bajo sus pies y no podía evitar que la devorase desde abajo.

Se irguió y aún seguía dolorida. El amante lateral le había jodido el núcleo irradiador a base de bien. Cerró los ojos y se centró en disfrutar esa sensación entre el dolor y el placer al estirar sus articulaciones y hacer movimientos que la harían sentir muy ridícula si supiese que otras personas la observaban.  Carmen imaginó a todos los seres humanos haciendo esos movimientos después de una buena follada, imagino a los animales haciendo lo mismo, imagino que se hacía desde tiempos inmemoriales y que la primera criatura pluricelular también los hizo como forma de celebrar que no se había reproducido por mitosis.

Al abrir los ojos fue cegada por la luz que irradiaba el poderoso astro y se dio cuenta que tenía que haber quitado la cadena para que Pablo aparcase más cerca de la cabaña. Se dio la vuelta, entró en la casa y vio a Pablo dormido sobre el colchón, se sentó cerca de él y pudo ver que había encontrado al señor buscador de fresas, era un osito de peluche de Carmen, se sorprendió al verlo, no sabía que estaba en la cabaña. Carmen se preguntó si Pablo había revuelto todo para saber qué había. No le dedicó mucho tiempo a ese pensamiento, ella lo hubiera hecho de estar en su casa. Señor buscador de fresas era un oso amoroso que olía a fresas, su madre le dijo que ese aroma tan agradable que desprendía era debido a algún tipo de adicción y estaba convencida a que el pobre oso ya ni tenía olfato para cualquier cosa que no fuera un puñado de fresas, que eso era horrible y que tendrían que tenerle pena al pobre oso ya que se perdía cosas maravillosas por estar obsesionado con las fresas. Carmen no lo entendió al ser una niña, cuando creció se dio cuenta que lo que hablaba era el mono de su madre, no es que tuvieran uno, es que su madre había estado intentando dejar de fumar y lo relacionaba todo. Carmen se acercó y comprobó que el oso seguía oliendo a fresas… Pablo también, se acercó hasta casi poder darle un beso y no lo hizo. Lo dejó descansar.

Carmen no iba a dormir, no quería, no podía, no le apetecía. Observó descansar a Pablo, su respiración, el movimiento de su pecho, colocó una mano sobre él y tampoco se atrevió a tocarlo, tenerlo tan cerca ya era suficiente, se dijo a sí misma, no quería despertarlo. Ella no quería dormir, no podía, no le apetecía. Usó su móvil para entrar en wattpad, entró en su biblioteca y volvió a leer Dulce pesadilla: Primer contacto. La tenía más que sobada, pero es que le había gustado, se moría por saber la continuación e intentaba adivinar qué ocurriría después con la información de la que disponía en los 6 capítulos de la historia. Leyó todo el libro intentando pillar todos los dobles sentidos y cuando terminó casi pega un salto al ver que Pablo se había incorporado y la miraba apoyando un codo sobre el colchón y la cabeza en la mano, con Señor buscador de fresas, mientras se acariciaba la entrepierna con la otra mano.

-Me has asustado –le dijo Carmen.

-Perdona… He dormido… Nada… Te he visto moviendo los labios y totalmente absorta en tu lectura, no quería molestarte. ¿Algo bueno?

-Es un librito de una amiga, lo escribió después de una mala época con un chico… Se refugió leyendo libros juveniles y románticos, historias que a mitad de camino ya sabes cómo van a terminar y en las que los buenos son muy buenos y los malos son muy malos y de vez en cuando hay algún que otro enredo provocado por alguna confusión, pero al final todo termina bien. El problema es que mi amiga después de leer varios de esos libros se dio cuenta de que en casi todos había un machismo brutal, que muchas autoras querían hacer creer que el acoso, el control y las amenazas son cosas románticas. Mi amiga había vivido una situación así y ella no lo veía como nada romántico, lo había pasado muy mal.

-La serpiente que se muerde la cola. Lo había pasado mal con ese chico y entonces lee esos libros que le acaban recordando lo que ha vivido con el chico.

-No. Lo de ese mierdas lo había superado, intentaba superar lo de otro mierdas que era perfecto y perfectamente se fue con otra.

-Ups!

-Sep! Así que escribió esta historia en la que una chica con mucho carácter acaba haciendo lo que le da la gana y comportándose como una auténtica cabrona hija de puta, quería escribir algo que se saliese de lo normal en ese tipo de historias, donde la protagonista no tuviera que ser constantemente rescatada por un maniaco del control y donde ella luchase por tener poder y no por una abstracción de revolución, que nunca queda claro si es un cambio real o simplemente dejarlo todo igual pero con otras personas, en la que la meten sin ella querer. Bueno, es complejo, quizás no lo haya conseguido o que los comienzos son siempre duros. De todas formas como quería presentarlo al concurso y también hacerlo en inglés hizo la historia muy corta, así que me estoy tirando de los pelos.

-Veo que te llevas muy bien con tu amiga.

-Sí, es como si cada una fuera la Verónica de la otra. Prácticamente hermanas.

-Eso es muy bonito, no veas lo difícil que es tener esa relación de amistad y complicidad hoy día.

-¿Te cuesta? Lo dudo, si tienes a toda la gente que quieras y más.

-Ya, pero no es lo mismo. A mí alrededor tengo a muchas personas que sólo intentan ver qué pueden sacar y los amigos de toda la vida se pueden volver traicioneros. Imagina: confías toda tu vida en una persona y de pronto ¡pam! En medio de un proceso decide que su opinión es más importante que la lealtad, la amistad y conseguir el poder por encima de todo. ¡Desastroso!

-¡Oh, Pablo, pobrecito…! –Dijo Carmen honestamente dejando su móvil a un lado y adelantándose sin llegar a tumbarse con Pablo en el colchón.

-Es verdad… O amigos tan idiotas que no saben hacer sus puñeteros números y mira que le dije “arregla la cuentas que van a venir a por nosotros y cualquier número que no esté en regla, cualquier pequeña irregularidad, cualquier cosa nos va a costar un disgusto” y va el ***$[? de Monedero y no hace nada, para luego ponerse chulo con el ministro. PERO CALLATE GILIPOLLAS QUE NOS VAS A COSTAR LO QUE NO TE IMAGINAS. En esas circunstancias tienes que mandarlo a la mierda, se rompe la amistad y toca hacer el paripé con la prensa para que los cuatro votantes que se han tragado toda la propaganda a pies juntillas y de verdad se piensan que Monedero es una especie, algo así, como mi mesías, no acaben alejándose de la formación. ¡Es muy duro! Más de lo que te puedas imaginar. Y luego…

-¿Qué?

-No, nada, no quiero aburrirte.

-No me aburres. ¿Recuerdas? Este fin de semana es para nosotros y si te apetece desahogarte… Hazlo, seguro que luego duermes y rindes mejor.

-¿He rendido mal? –Preguntó Pablo con media sonrisa chulesca.

-Jajaja, no, pero quiero que después sea aún mejor.

-Pues… Luego, el peor de todos es Alberto. Alberto Garzón. El niñato, porque es un niñato, se queda quieto, sin sangre y cuando yo le hago todo el trabajo sucio, le ayudo a conseguir la mierda de silla que es dirigir IU, va y se pone gallino. Puto niñato, me quiere echar un pulsito. Todo el mundo dice que le tengo miedo, pero nada más lejos de la realidad. A ese hay que tenerle cuidado, porque es de los que las matan callando, parece que no ha roto un plato, con su cara picada detrás de una barba ridícula, y es el peor de todos. El niño bueno del dialogo. De verdad, no puedo con él. Dialogo, común, unidad, hacedme caso, no he sabido hacer nada con mi organización de mierda y ahora voy a chantajear a Pablo y joderle sus planes porque es un resentido ya que le hubiera gustado estar en mi situación. No puede ser más infantil, no se me ocurre cosa más infantil… –dijo mientras estrujaba a Señor buscador de fresas.

El aliado lateral le estaban rompiendo bien el núcleo irradiador a Pablo.  Carmen no pudo evitarlo y se imaginó a Pablo a cuatro patas mientras Alberto le daba alianza… ¡Zas! ¡Zas! ¡Zas! Un escalofrío de placer y excitación le recorrió a Carmen todo el cuerpo.

-¡Exacto! A eso me refiero… -Pablo había seguido quejándose de lo poco que le apreciaban en determinador círculos políticos afines y de lo infravalorado que estaba su proyecto cuando él había conseguido reunir a grandes masas populares entorno a su persona.

Pablo se sintió bien hablando con Carmen, ella no le quitaba ojo de encima y le escuchaba atentamente mientras cerraba los ojos y se mordía los labios, sin duda sus palabras la estaban conmoviendo y eso era algo que Pablo conseguía notar y apreciar.

Mientras Pablo hablaba Carmen sustituyó esa imagen, sustituyó al Pablo a cuatro patas por ella misma e imagino que Alberto le daba poder en común mientras Pablo miraba incrédulo la escena y mientras se masturbaba frenético le decía cosas como:

-Ya verás cuando se vaya este gilipollas.

-¿Cómo te atreves guarra? Te vas a enterar.

-Que te abra que después voy a ir yo y vas a ver lo que es un presidente de gobierno.

-Te voy a reventar.

-Ahmm… Argh!!! Te… Voy a… Hacer gritar…

-Mira… Cuando terminéis hacedme una perdida que voy a ver si cazo un par de significantes vacíos.

Carmen no pudo más y se abalanzó sobre Pablo, le besó, le abrazó… Pablo estaba muy satisfecho de sí mismo.

Una brisa entró por la puerta y Carmen pensó durante un segundo que lo mejor sería acercar el coche, traerlo todo y quedarse a gusto, prepararlo todo para el gusto…

-Te cojo las llaves. Quédate durmiendo si quieres mientras acomodo todo.

-¿No quieres que te ayudemos? –Preguntó Pablo cogiendo a Señor buscador de fresas.

-Jajaja, no, tranquilos chicos. Ya me encargo yo.

Carmen se vistió y fue hasta el coche. Quitó la cadena, metió el coche y volvió a poner la cadena. Aparcó y antes de acercarse a la casa se acercó al acantilado. Estaba escondida, sólo se podía ver si sabías lo que buscabas. Había una segunda cadena que inquietaba a Carmen y le quitaba el sueño. Una cadena que bajaba hasta el mar desde la cabaña. Una cadena que debía permanecer siendo un secreto.