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Se follaron a mi novia en un piso tutelado

en Orgías

Os voy a contar la historia de cómo se follaron a una novia que tuve cuando era más joven.  Era el año 2001, y yo tenía por aquel entonces 20 años. Una noche de fiesta conocí a una chica. Físicamente era normalita, no destacaba en nada, tenía el pelo moreno y largo, medía 170 cm, de cara ni guapa ni fea, el culo no estaba mal y de pecho andaba sobre la talla 80, es decir, tirando a poco…

                En aquella época yo aún era un poco pringao, es decir, bastante tímido y me costaba mucho desenvolverme en el ambiente nocturno. Solía tomarme alguna copa para ser capaz de entrar a las chicas. Aquella noche, había salido con dos amigos, uno era Luis, un tío guapo y simpático que ligaba casi cuanto quería, y con un amigo suyo, un tal Mario, que era un gilipollas bastante feo. Entramos en un garito, nos pedimos unas copas y rápidamente divisamos un grupito de chicas monas. Nos acercamos a ellas, y ya de cerca y analizándolas de una en una se veía que no eran gran cosa. Había una que estaba bastante buena, así que Luis nada más llegar se fue a hablar con ella. Yo como no quería estar sólo con Mario, me fije en María. No era su físico lo que me llamaba la atención, si no que  no paraba de reírse y parecía ser el alma de la fiesta.

                Me armé de valor y fui directo hacia ella mientras cuchicheaba algo con otra amiga mientras miraba a Luis hablar con su amiga. Le toqué el hombre y se giró hacia mí sorprendida,:

-          Hola, le dije.

-          Hola, contestó ella con una gran sonrisa.

-          Parece que eres el alma de la fiesta, ¿no?

-          Jajaja, bueno… un poco sí, me gusta divertirme con mis amigas

-          Eso está bien, no como éste – dije señalando a Luis – que nos deja tirados a la mínima que puede.

-          Jaja, bueno déjalo que también tiene que divertirse.

Me contó que tenía 19 años, que estudiaba trabajo social, que era de Logroño. La verdad es que era una chica muy simpática y agradable y daba gusto hablar con ella.  Después de una hora de charla, me dijo que iba a casa, porque al día siguiente tenía que hacer cosas:

-          Venga, pero quédate un poco más. ¡Mañana ya te echarás la siesta! – le dije

-          Lo siento de verdad, pero no puedo – me contestó.

-          Entonces quedamos otro día, que no voy a dejarte ir así como así….

-          Jajaja, claro, ¡eso está hecho!

Le pedí el teléfono y me lo dio. Le hice una llamada para comprobar si era verdadero y vi que recibía la llamada. Ahí tienes mi número – le dije.

Después de eso, se fue y la noche siguió sin mucha historia. Al rato yo me fui a casa también.

        Al día siguiente, sábado, le mandé un sms por la tarde. Le dije que me había parecido muy simpática y que si quería tomar algo. Me contestó, diciéndome que sí, pero que ese día no podía, y el domingo por la mañana tampoco, así que le propuse tomar algo el domingo por la tarde y aceptó. Dudé en decirle si por la noche o por la tarde, me decidí por la tarde para que pensara que era un tío decente que sólo quería tomar un café para conocerla mejor, en lugar de un salido que estaba deseando follársela (aunque también soy decente).

        Había quedado con ella en una cafetería a las 18. Cogí una caja de condones por si sonaba la flauta. La verdad es que me parecía que había buen rollo entre nosotros y creía que había posibilidades de mojar el churro. Me presenté 10 minutos antes, después llegó ella puntual. Me dio dos besos con una gran sonrisa. Cada vez me gustaba más su sonrisa.

        Me estuvo contando prácticamente toda su vida. Lo más destacable que me dijo fue que era una cristiana practicante, cosa que me sentó fatal porque veía que las posibilidades de follármela en disminuían mucho. Me dijo que había tenido algún noviete, pero que la cosa terminó pronto siempre porque la mayoría quería sexo y ella no lo daría hasta que no encontrara al hombre adecuado. Me di cuenta de que esa noche no follaría con ella… ni las siguientes tampoco… pero desbordaba una alegría, simpatía que me tenía ensimismado, me parecía hasta más guapa cada minuto que pasaba.

        Me dijo que iba a misa todos los domingos por la mañana. Y los sábados hacía actividades con gente de la parroquia, por eso  cuando nos conocimos debía irse pronto, al día siguiente tenían que hacer actividades todo el día con un grupo de discapacitados, y tenía que estar en buenas condiciones. De hecho, estudiaba trabajo social porque su pasión era ayudar a los demás.

Terminó la cita. Pero después vinieron otras, y otras, y a las pocas semanas se podía decir que éramos novios.

Nos llevábamos de maravilla y me encantaba estar con ella. Lo malo era que aún no había tenido relaciones porque ella no se veía preparada. Me confesó que era virgen, y que no lo haría hasta encontrar al hombre de su vida. No tenía intención de esperar al matrimonio, pero sí quería hacerlo cuando tuviera una relación muy consolidada. Esto podrían ser meses o años… me daban escalofríos al pensar que tenía novia y no iba a follar… Pero bueno, ella me gustaba muchísimo y lo llevaba medianamente bien. Seguía haciéndome las pajas como siempre, y de vez en cuando ella me hacía alguna también.

La relación seguía con normalidad. Salíamos a menudo, íbamos a pasear, al cine, de botellón… Me sorprendía bastante que no tenía ningún reparo en beber hasta emborracharse. Yo le decía en broma que para eso no era ninguna mojigata y para otras cosas sí, ella se reía y me contestaba que no tenía que ver una cosa con la otra.

Un día me llamó para contarme que habían salido unas prácticas para una historia de ayudas sociales, y que iba apuntarse, le dije que me parecía bien. A los pocos días, me confirmó que le habían seleccionado, y que las prácticas consistirían en participar en la tutela de un piso de menores en exclusión social.

                Eso ya me hizo poca gracia. No me gustaba un pelo que mi novia se metiera en un piso con gente problemática. No sabía que tipo de gente habría, pero me imaginaba que no sería ningún angelito. Además  María era muy buena gente y nunca veía el lado hijoputa de la gente. Me daba miedo que no la respetaran,  se aprovecharan de ella o incluso la agrediesen, así que se lo dije, y ella me dijo que no me preocupara, que si en algún momento se sentía incómoda, no volvería y ya está.

La veía muy ilusionada, así que le dije que me parecía bien. Aunque realmente me parecía mal.

El primer día que fue, tenía una reunión de presentación con el responsable de la asociación que gestionaba  el piso, con otros monitores, y posteriormente con los chavales del piso. Cuando salió, estaba muy contenta porque la gente le había parecido estupenda. Me estuvo describiendo a todos los que conoció, y me dijo que los chavales no eran delincuentes. Tenían 16 y 17 años, y eran hijos de personas sin recursos que no podían mantenerlos y los dejaban allí. Eran dos moros, dos gitanos, 1 negro y un español con pinta de macarra.

                Cuando me contó que no eran delincuentes me tranquilizó un poco la verdad, pero a medida que me contaba la historia de los demás, de dónde venían, etc…  no me gustó nada. Vino a decir, que se tenían que buscar un poco la vida porque sus familias estaban desestructuradas, vamos que el que no robaba, trapicheaba, o yo que sé…

Ella se pasaba por el piso un par de tardes a la semana. Les ayudaba a estudiar, a  hacer gestiones, etc… Intentaba difundir la palabra de dios entre ellos, pero entre que los dos moros eran musulmanes, y el resto no le hacía ni puto caso, desistió pronto…  La verdad es que se había ganado a los chavales con su simpatía, y la trataban bastante bien y le hacía caso en los consejos que les daba.

Al mes, me dijo que el responsable le había propuesto dormir en el piso una vez a la semana. Una norma del piso era que siempre debía dormir alguno de los monitores, normalmente se quedaban los que llevaban más tiempo, pero como ella se había integrado muy bien, se lo propusieron.

Cuando me lo dijo, yo le dije que no lo hiciera. Que si no se quedaba a dormir en mi casa, no se iba a quedar con unos chavales. Ella me decía que no era lo mismo, que era como un campamento, pero no me convencía. Me dijo que fuera al piso a conocerlos y así me convencería de que eran buena gente. Le dije que sí, que iría, no porque aceptara que se fuera a quedar a dormir, que no lo iba a aceptar, si no por conocerlos para ver que clase de gente eran.

Esa misma semana, el viernes, era el cumpleaños de uno de los gitanos. Así que lo iban a celebrar todos, incluidos los monitores. María me dijo que era una buena ocasión para conocer a todos, así que yo también iría.

Nos presentamos en el piso el vienes sobre las 19. Me presentaron a todos los monitores y a los chavales. Me miraban con un poco de recelo. Luego me comentaría uno de los monitores que cada vez que llegaba alguien nuevo le trataban con cierta distancia, que no se fiaban de nadie por los palos que la vida les había dado.

Estuve a punto de decirle que yo tampoco me fio de moros y gitanos, aunque la vida me haya tratado bien, pero conociendo el perfil de la gente que estaba allí no creo que mi opinión fuera recíproca, así que prefería no decir nada.

La tarde se pasó y la verdad es que lo estábamos pasando bastante bien. Los gitanos eran unos tios muy salados, y cuando no contaban chistes se ponían a cantar y bailar. Poco a poco los monitores se fueron yendo, hasta quedarnos Luis Miguel, el responsable, que se quedaría a dormir, los chavales, María y yo.  De repente llamaron por teléfono al piso, era para Luis Miguel, su madre se había puesto mala y debía llevarla al hospital. Estaba un poco apurado y le pidió a María si podía quedarse a dormir. Ella me miró, pidiéndome permiso con la mirada, y yo viendo la cara de preocupación de Luis Miguel, acepté, pero le dije que me quedaría yo también. Él dijo que no había problema, y nos dio las gracias por hacerle el favor.

                Cuando se fue Luis Miguel, los dos gitanos se bajaron con él a la calle. Iban a comprar algo de picar. Al rato volvieron, y cual fue mi sorpresa cuando sacaron tres botellas de whisky y refrescos.

                María se enfadó mucho porque estaba prohibido tener alcohol en el piso y les dijo que lo tiraran inmediatamente. Los chicos le suplicaron que por favor les dejara hacer la fiesta, que no montarían escándalo y que nunca habían podido hacer una fiesta de verdad.

                María me miraba porque no sabía que hacer. Le estaban convenciendo. A mí me apetecía tomarme unas copas, así que les dije que si alguno se pasaba con la bebida y la liaba, no tendría ninguna contemplación  en darle dos ostias y mandarle a su habitación. Todos aceptaron sin problemas, hasta los moros, que no iban a beber.

                Total, que sacaron vasos e hielos, y continuó el cachondeo que había habido toda la tarde, pero acentuado con el alcohol. Estuvimos haciendo coñas y juegos, y al final los chavales consiguieron convencer a los moros para que bebieran también, así que eran las dos de la mañana e íbamos todos con una borrachera importante.

                Estábamos un poco repartidos por la casa, alguno fumando en la terraza, en la cocina picando algo, etc…  yo estaba con Mustafá, el negro, sentado en el sofá, que me estaba contando historias de cuando era pequeño en Senegal. Me entraron ganas de mear y fui al baño. El baño estaba al final del pasillo, donde estaban las habitaciones. Entre que estaba bastante mareado y que no conocía la casa, no fui capaz de encontrar la llave de la luz, así que fui a oscuras, tampoco había pérdida.  A medida que me acercaba al baño escuchaba risas y murmullos. En ese momento me di cuenta de que María hacía rato que no la veía, y a Jorge, el español macarra, tampoco.

                Cuando llegue a la puerta del baño, me di cuenta de que las risas provenían de la habitación que estaba al lado. Abrí la puerta poco a poco y no podía creer lo que veía. Jorge estaba en medio de la habitación de pie, con los pantalones en los tobillos, mientras que María estaba de rodillas frente a él comiéndole la polla. Como estaban junto a la ventana, por donde entraba algo de luz, y la luz del pasillo apagada no podían verme, además Jorge me daba ligeramente la espalda y María estaba a lo suyo.

                No podía creer cómo María podía estar haciendo eso. A mí sólo me había hecho alguna paja tras rogar a dios y todos los santos, y ahora se la estaba zampando a ese cabrón y encima sabiendo que yo estaba a pocos metros. Estaba como hipnotizado, y cuando volví en mi, me di cuenta de que me estaba tocando la polla por encima del pantalón. Estaba excitadísimo. No aguanté más, me la saqué y empecé a cascármela.

                Jorge le pidió a María que se tumbara en la cama. Ella se tumbó boca arriba y él le bajo los pantalones y las bragas hasta las rodillas. Levanto sus piernas hasta el pecho, se puso sobre ella y se la metió sin miramientos. María soltó un quejido. Ese hijo de puta acaba de desvirgarla y María gemía de gusto. Empezó a meterla y sacarla rápidamente, María estaba con las piernas en alto y gemía como una loca.

                Noté un ruido a mi lado, y vi que uno de los moros estaba a mi lado viendo la escena. Me miró, se sacó la polla, y empezó a meneársela.

De repente, Jorge aceleró el ritmo y se paró en seco…. ¡se estaba corriendo dentro de su coño! No podía creérmelo,  ese hijo de la grandísima puta además de desvirgarla se estaba corriendo dentro del coñito virgen de mi novia. Y yo mirando como un tonto como la polla dura como no la había tenido nunca.

                Jorge dio cuatro empujones más, enchufando cuatro chorros de semen dentro de mi novia, quien le pedía que siguiese más, que nunca había sentido nada igual. Jorge se levantó sacando la polla del coño de María. Se veía perfectamente a contraluz un hilo de semen que unía su polla al coño de mi novia.

                María estaba con la cara desencajada, con ganas de más. Así que cuando me di cuenta y  antes de que pudiera reaccionar el moro se había metido para adentro y ya estaba encima de mi novia hincándole la polla hasta el fondo. Se incorporo mientras la taladraba y le terminó de quitar los pantalones y las bragas. Le cogió de los pies, los levantó, y le abrió las piernas completamente.  Esa visión de mi novia completamente abierta de piernas mientras se la follaba fue demasiado para él y comenzó a correrse.

                Mi  novia ya gemía sin ninguna consideración, así que los demás chicos que estaban en el salón lo oyeron y vinieron. Cuando se acercaban a la puerta no se podían creer lo que estaba ocurriendo. Viendo como estaba el percal, me miraban como pidiendo autorización para entrar, yo les hice un movimiento con la cabeza para que entrasen, ya me daba igual todo. Fueron entrando los que quedaban y se fueron desnudando.

                Primero fue el gitano el que se fue directo al coño para metérsela. Cuando lo hizo, se percató de que el coño estaba lleno de semen y les preguntó si se había corrido dentro. Jorge y el moro sonrieron, y mi novia dijo: Sí se han corrido dentro… ¡como vas a hacer tú y los demás! Cuando escuché eso no aguanté más y mi corrí como un caballo. No sé cuantos chorros echaría, pero nunca había hecho nada igual.

                Mientras el gitano se la follaba, el negro le puso la polla en la boca. Tenía una buena polla, a María solo le entraba el capullo y un poco del tronco. Mientras los demás, les tocaban las tetas mientras se masturbaban.

                Cuando el gitano se corrió en el coño de mi novia me acerqué. Ya se me había puesto durísima otra vez. Me puse delante de ella, le levanté las piernas y vi su coño peludo, tal como me gustan, con los pelos mojados y pegados en sus ingles por el sudor y el semen, y se la metí de un golpe. El semen de los demás hacía de lubricante, así que entraba y salía con una facilidad pasmosa. Le miré a los ojos:

-          Eres una zorra – le dije

-          Siiiiiii, no paresssssss – contestó

Mientras le daba duro, se le movían las tetas de arriba abajo. Gemía como una loca. De repente, Mustafá el negro, se corrió en su boca. María empezó a toser porque le había echado el chorro de semen directamente a la garganta. Mientras tosía los otros empezaron a correrse sobre tus tetas. Parecía una auténtica película porno. Ya sólo quedaba yo, así que aceleré mis movimientos y comencé a correrme en el fondo de su coño, mientras le preguntaba al oído si le gustaba que me corriera en su coño, ella me cogía del culo empujándome más hacia ella, y me decía que le encantaba.

                Me tumbé a su lado, y les dije a los chavales que se fueran a sus habitaciones, que ya era tarde y estaban servidos. Se fueron protestando un poco, la verdad.

                Cuando se fueron, empecé a hablar con mi novia. Le pedí explicaciones de cómo había podido hacer eso, ella me dijo que había bebido mucho y que no sabía muy bien cómo Jorge había podido seducirla. Y ella me preguntó que cómo había lo había permitido, y le di la misma explicación. La verdad es que nunca había estado tan excitado en mi vida, y así se lo dije. Ella me miró y sonrió, comenzamos a besarnos y nos excitamos muchísimo en un momento. Ya había descubierto el sexo, así que esa noche estuvimos follando toda la noche sin parar. Me chupó la polla, el culo, me corrí en su boca, me la follé por el culo, hicimos todas las guarradas posibles. L a muy puta pasó de 0 a 100 en una sola noche.

                Por supuesto, con lo que ya llevaba encima me seguí corriendo en su coño. Ya tomaríamos medidas al dia siguiente… creo que los chavales se hicieron varias pajas mirando desde la puerta… pero ya me daba igual.