miprimita.com

Me enrollé con la mujer de mi amigo

en Hetero: Infidelidad

                Me llamo Jorge,  tengo 35 años, mido 1,85 y peso 80 kg, hago deporte habitualmente y estoy bastante bien. Mi pelo es moreno y corto, he ganado en atractivo con los años. Soy ingeniero industrial y tengo un buen puesto en una empresa importante a nivel nacional. Estoy casado con Valeria, ella es una mujer guapa de 31 años, mide 1,68 y pesa 80 kg, está rellenita pero me gusta así, es rubia, simpática y muy divertida.

                Vivimos en Madrid y teníamos ganas de hacer algún plan. A mí no me apetecía hacer noche fuera, así que decidimos ir a pasar el día al pantano de San Juan. Se lo comentamos a una pareja de amigos con la que nos gusta salir de vez en cuando a cenar y alguna escapada de vacaciones. Se llaman Dani y Milena, ambos tienen 33 años, él mide 1,75, pesa unos 90 kg, y no es ni guapo ni feo. Ella mide 1,70 aproximadamente, pesa unos 55 kg, es morena, pelo largo y liso, guapa, con buenas tetas y culo, está muy buena. A primera vista no pegan mucho, pero Dani es una tio simpático, alegre, buena gente y con mucha personalidad, pero eso es uno de mis mejores amigos, y por eso tiene mucho éxito con las mujeres pese a no tener un físico muy agraciado. Eso unido a que tiene un buen trabajo en un bufete de abogados con un buen sueldo, le hace bastante atractivo.

                Durante la semana hicimos los preparativos, íbamos a llevar comida y bebida para hacer una buena barbacoa. El viernes por la mañana me llamó Dani por teléfono, quería preguntarme si podían venir una pareja de amigos suyos, le había comentado los planes del fin de semana y le dijeron que si se podía apuntar más gente. Se trataba de un compañero del bufete llamado Javier, con su mujer. Había coincido con él un par de veces, era buena gente. Le dije que no había problema, lo único que había que comprar más comida y bebida, él me dijo que no me preocupara, que se lo diría para que se encargaran ellos mismos.

                Cuando llegué a casa por la tarde se lo comenté a Valeria. Al principio no le hizo mucha gracia porque había que comprar más cosas y apenas había tiempo. Le dije que no se preocupara porque ellos llevarían lo suyo, así que se quedó tranquila.

                Llegó el sábado, habíamos quedado a las 9 de la mañana en mi casa. Puntualmente llegaron Dani y Milena.

-          ¡Buenos días chicos! – exclamé.

-          Hola, ¿qué tal? – dijo Milena.

-          ¿No han llegado estos? – dijo Dani.

-          Que va – contesté. Pero creo que vienen por ahí.

Efectivamente, venía un coche que aparcó junto al de Dani. Salieron del coche Javier y su mujer.

Os describiré rápidamente como eran. Javier medía sobre 1,95, era delgado, con el pelo corto,  moreno y tenía barba. Laura, su mujer, medía unos 1,60, morena con el pelo corto, unos 50 kg, no tenía mucho culo pero sí buenas tetas, de cara era normal, ni guapa ni fea..

                Saludé a Javier y le presenté a mi mujer, él nos presentó a  la suya. Eran simpáticos y el día prometía diversión.

-          ¿Habéis traído bañador? – les pregunté

-          Sí, claro – contestó Javier. Traemos de todo: bañadores, toallas, sombrillas, sillas, mesas, comida, bebida, café…

-          De lujo – dije. Pues venga, vámonos.

-          ¿Vamos a llevar tres coches? – preguntó Laura. Yo creo que podemos dejar alguno

-          En mi maletero caben aún bastantes cosas – dijo Javier. Tenía un coche bastante grande.

-          Pues dejamos el nuestro, que es el más pequeño, y metemos nuestras cosas en su coche – dijo mi mujer Valeria.

-          Venga vale – contesté.

Sacamos las cosas de nuestro maletero y las metimos en el coche de Javier. Era un coche enorme, porque aún quedaba sitio para meter alguna cosa más. Valeria y yo nos subimos al coche de Dani y Milena, ahí iríamos los cuatro, mientras que Javier iría con su mujer en su coche.

                Tardamos una hora en llegar al pantano. El viaje se hizo muy corto porque estuvimos de cachondeo. Cuando llegamos, aparcamos los coches y comenzamos a sacar todas las cosas, desde el aparcamiento hasta la zona de barbacoa y baño había un paseito, así que a los hombres nos tocó ir cargados como burros. Cuando llegamos, empezamos a  montar el tenderete. Pusimos mesas, sillas, neveras, sombrillas, la barbacoa, etc… parecía que estábamos en un chiringuito.

                Una vez que estaba todo montado propuse ir a darnos el primer chapuzón. A todos les pareció una buena idea.

-          Voy a ponerme el bañador que lo tengo en la bolsa – le dije a Valeria. Ella lo traía puesto de casa.

-          Pues yo también tengo que ponermelo – dijo Javier. Y yo -dijo su mujer.

-          Pues nosotros lo traemos ya puesto de casa – dijo Milena

-          ¡Ay!¿y donde me cambio? – le preguntó Laura a Javier.

-          ¡Y yo qué sé! Vente ahí detrás de esos arbustos. Yo me cambio ahí – contestó

-          ¡Ah! Pues yo también me cambio ahí cuando termineis – dije yo

-          No, ahí no, que me puede ver alguien. Acompañame al coche- le dijo Laura.

-          ¿Pero qué dices chica? ¡-Cambiate ahí anda! Que nadie te va a ver.

-          No te preocupes Laura, te tapamos nosotras con las toallas y te cambias aquí mismo – le dijo Milena.

-          ¡Ay, gracias! – contesto Laura.

Laura llevaba una camiseta de tirantes y unos shorts. La camiseta era ajustada y dejaba ver el gran tamaño de sus pechos. Cuando vi que se iba a cambiar allí mismo, delante nuestra, sentí un cosquilleo en la polla.

Las chicas cogieron una toalla cada una y rodearon a Laura, formando una especie de probador. Ésta comenzó a quitarse la ropa. Primero se sacó la camiseta de tirantes, dándosela a su marido, a continuación se quitó los pantalones y las bragas a la vez, y se lo dío también a su marido. Éste le dío la parte de abajo del bikini, la cual se puso. El marido le dío también la parte de arriba. Cuando se quitó el sujetador fue a darselo a Javier, pero no estaba atento y se cayó al suelo. En un acto reflejo, mi mujer se agachó ligeramente para intentar cogerlo, pero al darse cuenta de que estaba sujetando la toalla volvío a la posiciónen la que estaba. Esas décimas de segundo fueron suficientes para poder ver los pechos de Laura. Vaya tetazas tenía, eran impresionantes en tamaño, una 110 más o menos,  y bien puestas, ya que para ese tamaño las tenía bastante firmes.

                La polla se me puso a mirando al cielo y tuve que recolocarmela disimuladamente para que no lo notaran. Cogí mi bañador de la bolsa y me fui tras los matorrales para cambiarme. Miré bien alrededor para que no hubiera nadie, no porque me diera vergüenza que me vieran desnudo, pero sí por la erección que tenía en ese momento.

                Cuando volví, Laura ya tenía puesto el bikini. Pude apreciar con más detalle esos pechos, y eran estupendos. Miré a Dani y vi que me estaba sonriendo ligeramente, él también se había fijado en los pechos de Laura, ¡como para no fijarse!

                Milena y Valeria también comenzaron a quitarse la ropa para dejarse sólo el bikini. Como he dicho antes, mi mujer está un poco pasada de peso, pero está muy follable. Javier y Dani no le quitaban ojo mientras se quitaba la ropa. Yo también estaba recuperando la erección viendo como se levantaban los vestidos  y dejaban ver  sus formas a través del bikini. El cuerpo de Milena era espectacular. Tenía un culazo que me la ponía dura sólo con verlo, y unas tetazas que pese a no ser tan grandes como las de Laura, tenían buen tamaño y estaban bien puestas.

                Estaba dudando si ir a hacerme una paja para quedarme más tranquilo porque si no iba a ser un día complicado.

                Nos metimos en el agua, estaba fresquita. Los hombres nos metimos de un chapuzón para demostrar lo machotes que éramos. A las mujeres les costaba mucho más. Las tres tenían los pezones como piedras.

-          ¡Ay, está congelada! – dijo Milena

-          Venga chicas, ¡que no es para tanto! Solo está fría al principio – les grité.

-          Yo creo que van a necesitar un ayudita – dijo Dani empezando a salpicarles.

-          Noooo, ¡¡Dani para!! – gritó Valeria.

-          Venga chicas, necesitais una ayudita para entrar, así que os voy a ayudar – les dije mientras me acercaba a ellas con intención de meterlas en el agua.

-          Noooo Jorgeeee, por favor, noooo – gritaban las tres.

Cuando estaba a su lado mi mujer se tiró al agua directamente, así que fui a por Milena, la cogí en brazos y me tiré al agua. Todos nos reíamos, ella se puso de pie y mientras se echaba el pelo hacia atrás dijo:

-          Eres un cabrón Jorge, esta te la devuelvo.

-          ¡Anda ya! – le dije salpicandole con el agua.

Nos llevabamos bastante bien, así que teníamos confianza para tratarnos así. Las mujeres hicieron un corro y se pusieron a hablar dentro del agua, mientras los hombres nos alejamos un poco para nadar. Cuando nos cansamos, nadamos hacia donde estaban las mujeres. Cuando me estaba acercando al corro mi mujer me hizo una aguadilla.

-          ¡Toma listo! Eso por intentar mojarme antes – dijo Valeria mientras todas se reían.

-          ¿Ah si? Ya verás- contesté

-          Chicos, vamos a darles un escarmiento a estas arpías – les dije

-          ¡Qué va tio! Vamos a ir preparando la barbacoa– dijo Dani

-          Yo le ayudo con el fuego – añadió Javier.

Cogí en brazos a mi mujer, no sin que opusiera resistencia, y la metí debajo del agua. Cuando salío me fui a por ella otra vez, y comenzó a pedir auxilio a las chicas mientras se reía. Cuando nadaba, alguien me metió debajo del agua, al salir las tres se reían. La que más, Milena, que era la que me había hecho la aguadilla y la que se reía con más ganas, al dar por cumplida su venganza.

-          Os vais a enterar – Les dije

Me fui a por ellas una detrás de otra y las iba zambullendo bajo el agua. Intentaba rozarme un poco con las tetazas de Laura de manera disimulada, me estaba poniendo cardiaco con tanto movimiento. Al momento vinieron las tres a por mí, me agarraban e intentaban tirarme. Estaba en la gloria porque no hacía nada más que sentir sus cuerpos rozándome. En un momento noté los pezones de Milena clavados en mi espalda, mientras intentaba tirarme hacia atrás. Y también notaba las tetazas de Laura en mi brazo. A mi mujer directamente la tenía agarrada del culo.

                En un momento consiguieron tirarme y meterme debajo del agua. No pude coger aire así que intenté salir rápidamente. Las cabronas no me dejaban salir, empecé a mover los brazos para quitar los suyos, y sin querer puse la mano en la entrepierna de una de las chicas. Fue solo un momento pero pude notar los labios vaginales entre mis dedos. Salí del agua cogiendo una gran bocanada de aire.

-          ¡Joder! Que casi me ahogáis – les dije

-          Si no quieres jugar, no empieces  - dijo mi mujer

-          Yo tengo cuidado, no como vosotras. Que además a alguna la he tocado donde no debía…

-          Sí, sí, creo que ha sido a mi – dijo Milena riéndose.

-          ¿Pero qué dices?¿No lo habrás hecho a propósito? – dijo mi mujer riéndose.

-          Pero coño voy a hacer a propósito, ¡si casi me ahogáis! – contesté

-          Venga vamos a preparar la comida – dijo Laura

-          Venga sí, dejadme respirar un poco – dije para hacer un poco de tiempo en el agua.

-          Vale,  pero no tardes – dijo Milena con una sonrisilla. Se había dado cuenta de que me la habían puesto dura…

Mientras ellas salían, me puse a nadar un poco y a pensar en otras cosas para que se me bajara el empalme que llevaba. Por supuesto no podía salir así del agua, y menos con Dani y Javier mirando.

Al rato ya pude salir. Cuando me acerqué a la mesa vi que ya estaba todo casi preparado. Me acerqué a la barbacoa donde estaban Dani y Javi y vi que ha estaba casi listo.

-          ¡Joder, que buena pinta! – les dije

-          Ya te digo – dijo Javier. Éste y yo nos hemos trincado la mitad ya.

-          Cabrones, dejadme algo – les dije riéndome.

Llevaron la comida a la mesa y empezamos a comer. Había de todo: chorizo, salchichas, panceta, carne, morcilla, etc… además de vino y cerveza. Nos lo estábamos pasando de lujo, la verdad.

En un momento en el que sólo quedaba una salchicha fui a cogerla, y vi que Milena tenía la misma intención que yo. Cuando estaba a punto de cogerla, le di un golpecito en la mano:

-          Oye, que es mi salchicha – le dije riéndome

-          ¿¿Como que es tuya?? – contestó

-          Yo la vi antes – dije

-          Pero yo fui más rápida – añadió.

-          Venga, te dejo que te comas mi salchicha – le dije riéndome.

-          Pues sin ningún problema – replicó ella, mientras todos nos reíamos.

                Desde que salimos del agua, había notado que Milena me miraba con más frecuencia de la habitual. En otro momento, mientras que todos hablaban animadamente, le dije en un tono bajo y  medio de broma:

-          Me estas mirando mucho, ¿no?

-          ¿Yooo? – contestó.

-          Si, tú – dije.

-          Pues no sé, creo que no. Lo que sí sé es que tú estas tocando mucho.

-          ¿Cómo dices? – dije un poco ruborizado.

-          Pues lo que oyes – replicó.

-          Ha sido sin querer guapita – contesté.

-          Yaaa claaaaaro – dijo sonriendo.

Terminó la comida y vinieron los cafés. La charla seguía muy animada y cuando nos quisimos dar cuenta ya eran las 20 de la tarde.

-          Bueno, ¿qué hacemos? Yo ya estoy cansado de estar sentado en estas sillas – dije.

-          Si quereis nos vamos a casa y cenamos todos – dijo Dani.

-          Por nosotros no hay problema – dijo Valeria. ¿Y vosotros? – les preguntó a Javier y Laura.

-          Pues nosotros tenemos que ir a recoger a los niños, así que no puede ser – dijo Laura.

-          ¿Y no se los puedes dejar a alguien? – preguntó Milena.

-          Ojalá, pero no podemos – contestó Laura.

Empezamos a recoger las cosas y Javier dijo que se iba al coche a ver si podía acercarlo un poco. A los 10 minutos, cuando estábamos limpiando la barbacoa volvió con un cabreo considerable diciendo que no arrancaba el coche.

-          ¿La batería?¿Dani, tienes pinzas? – le dije

-          No, no es la batería. Es una pieza del motor que ya se estropeó una vez y ahora creo que es lo mismo – dijo Javier.

-          Bueno pues llama al seguro  y que lo lleve la grúa – dijo Dani

-          No, porque la grúa no va a entrar hasta aquí por no ser una vía apta de circulación. Si ya me paso lo mismo hace 8 meses, joder – dijo Javier. En cuanto venza el seguro me cambio de compañía.

-          ¿Y qué hacemos? – dijo Laura

-          Pues llamamos un taxi y mañana vendré con mi hermano y una pieza nueva a por el coche – dijo Javier.

-          ¿Nos metemos todos en tu coche, no? – le dije a Dani.

-          Por mi no hay problema – contestó.

-          No cabemos cuatro atrás – dijo mi mujer

-          Vamos un poco apretados y no pasa nada mujer – contesté. Vas tú encima de mí y ya está.

-          ¡Si claro! con lo gorda que estoy encima de ti ni entramos.

-          Bueno, Dani conduce y Javier que es el más alto que vaya de copiloto. Luego detrás vamos Laura, Valeria y yo, y Milena que vaya encima de Valeria o Laura.

-          ¡Venga pues ya está! – dijo Dani

-          No, no, a ver si te van a multar – dijo Javier.

-          Que no pasa nada, coño – contestó Dani.

Cogimos algunas cosas del maletero de Javier hasta llenar el de Dani. Ya estábamos listos, así que nos subimos al coche.

-          Venga Vale, tú al medio – le dije mientras yo me ponía a la izquierda detrás del conductor, ya que había más sitio.

-          Yo creo que mejor yo, que soy más bajita – dijo Laura.

Se  cambiaron de sitio, y después se subió Milena y se sentó encima de Laura. A continuación nos subimos yo y Dani y mientras arrancaba el coche, abrió la puerta Javier y le dio una bolsa a mi mujer para que la llevara encima.

-          Anda que como vamos ligeros, ¡tú dame más cosas! – exclamó riéndose.

Empezamos la marcha. Íbamos un poco apretados, pero me importaba poco la verdad, ya que tenía a mi lado a Laura con sus tetazas, las cuales iba rozando con el brazo derecho y mirando de reojo en su gran escote.

Javier y Dani iban entretenidos hablando de cosas del trabajo. Laura y Milena también hablaban de sus cosas mientras que Valeria se estaba quedando dormida.

-          Oye Milena, tengo un problemilla – dijo Laura

-          ¿Qué pasa? – contestó

-          Pues que no se si voy a aguantar todo el viaje contigo encima, pesas mucho – replicó.

-          Jolines, si llevamos diez minutos  - dijo Milena.

-          Si quieres ponte aquí – dije tocándome las rodillas.

-          ¿No te importa? -  me preguntó

-          No, ¿y a ti? – pregunté yo.

-          Pues tampoco. Venga que voy – dijo Milena

Levantó una pierna y la pasó a mi lado, a continuación se sentó en mis rodillas, y después la otra pierna.

-          ¿Vas cómoda? -  le pregunté

-          Ahora mejor – dijo mientras se echaba más hacia atrás, sobre mi regazo. Ya no me doy en la cabeza.

-          ¿Qué hacéis por ahí? – preguntó Dani.

-          Nada, me cambio de sitio que Laura se ha cansado – le contestó Milena, mientras Dani volvía a su conversación.

Milena llevaba un vestido que de pie le llegaba a la mitad del muslo. Estando sentada casi le asomaban las bragas. Entre el roce con Milena, y las tetas de Laura a mi derecha notaba como me estaba empalmando otra vez. Intentaba relajarme pero no podía, mi polla cada vez estaba más dura y creo que Milena lo estaba notando. Vamos era imposible que no lo notara porque mi paquete estaba haciendo contacto directo con sus bragas.

Milena seguía hablando con Laura como si nada cuando se giró hacia mí y me preguntó si iba bien. Yo le dije que sí y me sonrió y me guiñó un ojo.

                Yo ya tenía la polla durísima y encajadas en las nalgas de Milena. De repente, me percaté de que Milena estaba moviendo el culo ligeramente de atrás hacia adelante. No sabía si lo estaba haciendo a propósito o se movía por la música que sonaba en el coche.  Después ocurrió algo que me dejo perplejo. Se levantó un poco diciendo que iba a acomodarse y me agarró de la polla, que estaba durísima, sobándomela de arriba a abajo. Al sentarse se giró y me dijo que así estaba mejor.

                Ya no me pude contener la agarré de la cintura con mi mano izquierda, que era la que estaba junto a la puerta y no se me veía. La apreté contra mi polla restregándosela disimuladamente a lo largo de su raja del culo. En un momento que Laura se puso a hablar con Valeria, metí mi mano izquierda por la falda de Milena subiendo hasta su teta izquierda.  Empecé a sobársela y me estaba poniendo cardiaco. Tenía el pezón durísimo y una teta espectacular.

                Aprovechando un momento en el que todos hablaban, saqué mi mano de su teta y levantándola un momento la metí bajo su falda. Le acariciaba el coño a través de las bragas. Poco a poco fui apartando las bragas y metiendole un dedo, lo tenía empapado. Ella disimulaba escuchando hablar a Laura y mi mujer. Poco a poco, comencé a acariciarle el clítoris. Se movía aplastando mi polla y la respiración se empezaba a entrecortar. Le metía dos dedos en el coño, mientras que con un tercero le acariciaba el clítoris. Se estaba poniendo un poco roja, pero lo disimulaba bien.

                En un momento comenzó a moverse un poco más fuerte, síntoma de que iba a correrse. Entonces yo aceleré el ritmo de mis movimientos notando como se contraía el coño en mis dedos. Se estaba corriendo como una loca y se le escapó un gemido, afortunadamente nadie se dio cuenta. A los pocos segundos, me cogió la mano y la sacó de su interior, se giró y me guiño otra vez el ojo.

                Notaba mis pantalones mojados por su flujo, menos mal que llevaba una camiseta larga que lo disimularía un poco.

                Llegamos a casa de Javier y ambos se bajaron del coche. Milena pasó al asiento delantero y nos despedimos de ellos. Después salimos para casa de Dani, que estaba a 5 minutos.

                Estábamos entrando al garaje de su comunidad cuando mi mujer dijo:

-          Menos mal que ya llegamos porque me estoy haciendo pis – dijo un poco apurada

-          Pues súbete con Dani, y mientras yo y Jorge llevamos la barbacoa al trastero – dijo Milena.

-          Vale – contestó mi mujer.

Después de aparcar salimos de los coches. Empezamos a sacar los tratos del maletero.

-          Dame las llaves que ahora lo cierro yo, y vete subiendo que ésta se mea encima – le dije a Dani riendome.

-          Venga sí, nos subimos esto – dijo Valeria cogiendo unas bolsas.

Cogieron las cosas y se fueron al ascensor mientras Milena y yo terminábamos de sacar los trastos.  En cuanto se cerraron las puertas del ascensor, me dirigí hacia Milena y le di un morreo espectacular metiendole la lengua hasta la garganta. Estaba cachondo como no lo había estado en la vida y la agarré del culo cogiendola en vilo la puse contra el coche.

                Le chupaba los labios y la lengua de una manera lasciva. Le saqué las tetas por encima del vestido y se las empecé a chupar.

-          Joder Jorge, ¡que nos va a ver cualquiera! – me dijo

-          No puedo parar ahora – contesté cachondo perdido.

Abrí la puerta trasera de coche y la hice sentar en el asiento. Me saqué la polla del pantalón y apoyando  una mano en su cabeza la acerqué para que me la chupara.  Ella no dudo y se metió el capullo en la boca, jugueteando con su lengua. Me temblaban las piernas y con la excitación que llevaba encima no duraría ni un minuto.

La visión era espectacular. Milena sentada en el asiento con las tetazas por fuera del vestido y con mi polla en la boca, succionando como si no hubiera un mañana. La empujé hacia atrás, tumbandola en el asiento. Ella abrió las piernas mostrandome un coño espectacular, tenía pelos en el pubis y un poco alrededor de los labios, me encantan así. Me metí en el coche y tumbándome sobre ella se la metí de un golpe. Ella dio un gemido y cerró las piernas sobre mi, me agarró del culo empujando mi polla hasta el fondo de su vagina.

                Sus tetas se movían de arriba abajo al ritmo de mis embestidas. Gemía como una loca. Esperaba que nadie hubiera entrado al garaje, aunque la verdad es que en ese momento me daba igual.

-          Joder, estás buenísima y voy a correrme ya – le dije.

-          Siiiii, correte dentro. Quiero sentir tu leche dentro de mi– contestó

-          Pero que zorra eres – dije

-          Y tu un cabrón – contestó. Pero sigueeee.

No aguanté más y empecé a correrme como un caballo dentro de su coño. Uno, dos, tres, cuatro… y hasta cinco chorros de esperma inundaron su coño empapado. Seguí penetrándola ya despacio mientras nos comíamos la boca. Me incorporé y saqué la polla de su interior. Mi semen se salía de su coño y bajaba hasta su culo.

        Empecé a masajearle el clitoris.

-          Ha sido espectacular – le dije

-          Sí, me ha encantado. Habrá que repetir – contestó

-          Si, yo creo que sí - dije

-          Pero deja de tocarme ahí que si no tendrá que ser ahora y nos están esperando – dijo ella apartando mi dedo de su coño.

-          Tengo que probar este culito – le dije agarrandole una nalga

-          Bueno, ya veremos – contestó.

Me incorporé y miré hacia fuera para ver si había alguien. Por suerte no había entrado nadie (o al menos no había ahora nadie por ahí), así que salí del coche y me subí los pantalones. Después salió ella, con el vestido remangado por encima de la cintura, las tetas al aire, y rezumando mi semen por el coño, se me volvió a poner dura.

-          No te pongas tan contento y vamos a llevar las cosas, que estos se van a mosquear – dijo

-          No puedo evitarlo, estás buenísima – repliqué.

Me dio un beso en los labios, cerramos el coche y fuimos al trastero a llevar las cosas. Cuando subimos nos abrió Dani la puerta.

-          ¿Habéis tardado, no? – preguntó

-          Sí, nos hemos encontrado a Pili y no me dejaba ir – contestó Milena.

-          Desde luego, menuda brasas está hecha la tía – dijo Dani sonriendo.

Nos quedamos en su casa cenando terminando un día estupendo. Cuando llegamos a casa, me follé dos veces a mi mujer. Me comentó que menudas ganas tenía, que seguro que era de haber estado mirándole las tetas a Laura todo el día. Riendome le dije que sí.