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Paja en el sofá.

en Gays

Estábamos sentados juntos en un sofá. Bebiendo cerveza. Uno al lado del otro, sin mediar palabra y mirando atentamente una película.

Él era amigo de mi hermana, que supuestamente habían quedado para ver películas y beber, pero como era habitual mi hermana se fue corriendo dejándolo todo porque la llamo el novio. Así, nos quedamos Rafael y yo solos en casa. Yo no tenía ninguna relación con él, de hecho habíamos hablado muy poco entre nosotros. Vamos, que casi no nos conocíamos de nada.

Mientras mirábamos la película, yo observé que se tocaba a menudo como si se estuviera excitando. No lo di más importancia, yo iba bastante bebido.

Rafael vestía con unos pantalones de chándal que tenían botones en la bragueta. De repente, saco su pene por allí y me lo enseño insinuando que lo tocara. La tenía bastante grande, más gruesa que larga pero mucho más grande que la mía.  

Me asusté y dije que no, que de ninguna manera iba a hacer eso. Que no me gustaban los hombres, pero él se mantuvo en su postura. Me decía:

-       tócamela un rato y me corro rápido, si no tienes que hacer casi nada. Venga va, que no pasa nada. Si es un momento

-       No quiero, no me apetece. No me gustan los hombres…

-       Venga va, solo tócala y ya está. No te pido más.

Quizás fue la curiosidad o quizás fue la borrachera pero sin decir palabra y con mucha desconfianza le acaricie el pene un poquito. No sé cómo pasó, pero empecé a masturbarle y me fijé en su cara de placer. Gemía y se estremecía cada vez que mi mano subía y bajaba. Me gustaba ver como producía placer de esa forma. Me miré la mano y la tenía húmeda, mojada de los líquidos que iba soltando su polla. De repente, él me puso la mano en el cuello y acerco mi cabeza a su pene. Me deje llevar, pensé: solo es una vez. Estuve chupándosela hasta el fondo, de manera repetitiva y mirando como sus pupilas se dilataban del placer. Con las manos, apretaba los cojines del sofá, y estiraba las piernas de los calambres orgásmicos que le producía la felación. Cada vez iba más rápido y él gemía más. Se retorcía de placer hasta que empecé a notar su enorme corrida dentro de mi boca. Él me sostuvo la cabeza para que no la retirara hasta soltar la última gota. Así, se empezó a llenar mi boca de un semen de gusto muy fuerte pero que me producía una imagen excitante. Mientras lamia su pene en busca de los últimos chorros de la corrida, le miraba fijamente a la cara observando como el orgasmo aun perduraba. La corrida fue tan intensa que el semen empezó a salirme por la comisura de los labios, hasta que me lo tragué todo.

Al acabar, se guardó su pene y seguimos viendo la película como si no hubiera pasado nada.