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Feliz y sádico Año Nuevo

en Sadomaso

Me puse el vestido de rejilla negro, sin ropa interior y los zapatos rojos de tacón para la cena.

Ya cenando le pedí permiso para hacer pis y con una sonrisa picarona me mandó a hacerlo al jardín. No vino a verme. Salí por la puerta de delante y me fui hacia el césped, no sentía frío, estaba tan cachonda y medio borracha que hasta tenía calor. No me dejó limpiarme, así que mi pis se mezcló con mis fluidos.

Había preparado las cosas que me dijo en la mazmorra. Puse el potro delante del gran espejo y al lado una mesita con los clavos y algunas cosas más.

Poco después de las uvas fuimos a la mazmorra.

Me hizo desnudarme y me puso el armbinder bien apretado con los brazos a la espalda y la máscara de gas. Podía verme en el espejo de delante, pero no podía ver mis tetas que ya estaban sobre el potro esperando a que las clavara.

Sentí los primeros clavos. Pensé que me había atravesado los pezones, dolieron mucho, pero solo los había puesto a los lados. Los siguientes sí que fueron en los pezones. Más pequeños, pero bastante dolorosos al atravesar justo el pezón.

Adoro que me clave al potro. Siempre recuerdo la primera vez que lo hizo, lo asustada que estaba, esos clavos que aun llevo siempre conmigo en un sobrecito. Siempre hace que me sienta muy unida a Él.

Intenté mirar dónde me había puesto los clavos, pero no lo conseguía con la máscara, solo de refilón conseguía verme una teta, y sí, los pezones estaban bien clavados.

Me metió el plug eléctrico en el culo, aunque dolió por los lados afilados que tiene, me sorprendió la facilidad con la que entró, debía de estar muy lubricada.

También puso parches de electricidad rodeando algunos clavos. No vi cómo los puso, pero la electricidad me atravesaba los pezones, creo que los debió de poner en los dos de los extremos, pero la electricidad se concentraba en el clavo del pezón. Era tan doloroso… 

La electricidad de los pezones era intensa y larga, mientras que la que llegaba al culo era en oleadas cortas y fuertes. Eran como agujas que me atravesaban el culo y se clavaban en mi clítoris. No podía parar de llorar, el dolor era tremendo. Se me empañaron los cristales de la máscara y en el espejo ya solo podía ver mi silueta borrosa y la suya dando vueltas a mi alrededor.

Cogió una vara y empezó a azotarme el culo, a veces me daba en la cabeza, en la máscara, esos golpes me humillaban mucho, me dejaban fría. Cambiaba los niveles de la electricidad, la subía y bajaba, el dolor era grande, el de los pezones terrible y el del culo muy desagradable.

Me puso el vibrador contra el clítoris agarrado en las medias, pero no conseguía sentir placer, la electricidad hacía que sólo sintiera dolor.

Sudaba, el aire que respiraba estaba recalentado, en los cristales empañados ya veía gotas por la condensación y de vez en cuando Él me apretaba la máscara tapando los huecos por los que podía respirar. A veces me asfixiaba durante tanto tiempo que mi cuerpo se movía solo y me tiraban los clavos y el culo se me apretaba entorno al plug y la electricidad se hacía mucho más fuerte.

Sufrí mucho, hasta que no cambió el modo del plug y lo puso intenso y largo no conseguí sentir placer. Pero esas ráfagas largas en mi culo con el vibrador en el clítoris hicieron que me corriera. Seguía sintiendo placer, pero estaba agotada y no conseguí llegar al segundo orgasmo con la electricidad.

Me puso una cadena enganchada al collar, quitó los parches de electricidad y me hizo levantarme.

Me puse en pie despacio y levanté el potro con mis tetas clavadas. Sentía su peso y los clavos en mi piel. Me encantó esa sensación. Me daba un poco de miedo que los clavos me atravesaran la piel por el peso, pero la sensación de tirantez era genial y me habría encantado que se hubiera añadido más peso.

Tiró de mi correa y me hizo salir de la mazmorra. Prácticamente no veía nada, no sabía si el potro cabría por la puerta, me giré un poco, el potro se iba bamboleando, tirando de mis tetas.

A la salida de la mazmorra me hizo parar, me tocó el coño, me acarició el cuerpo, me lamió las tetas por donde me atravesaban los clavos, me mordió en el cuello e hizo que me corriera.

Siguió tirando de la correa, tocaba subir las escaleras. No podía agarrarme a nada porque seguía teniendo los brazos a la espalda totalmente dormidos, no podía ver los escalones, ni tampoco los extremos del potro que empezaban a chocar con las paredes. La escalera era estrecha, más estrecha que el potro. Pronto me pegó un tirón fuerte en las tetas. El potro chocaba y tuve que girar el cuerpo. Mi Amo se reía de mi, me llamaba puta imbécil. Empecé a subir los peldaños con el mismo pie, para poder ir de lado, eso hacía que perdiera la estabilidad y que me cansara mucho más rápido.

Tocaba el otro tramo de escaleras. El giro de esas escaleras fue difícil. Las piernas me fallaban, no veía dónde empezaban y acababan los peldaños, perdí el equilibrio, me caí. Pensé que caería escaleras abajo, me despedí por un segundo de mis pezones, pero por suerte justo detrás de mi estaba el poste de madera de mitad de las escaleras y me aferré a él con las manos a través del armbinder. El tirón de los pezones fue duro, el del cuello por la cadena que Él sujetaba también, las piernas casi ni me respondían, de la fuerza que hice para ponerme en pie me volvieron a saltar las lágrimas.

Llegamos al dormitorio. Me quitó el plug eléctrico, hizo que me inclinara sobre el potro y empezó a follarme el culo. Me sentí un mueble, me encantó. Las tetas dobladas sobre los clavos, hacían que me estiraran los pezones y a la vez se me clavaran las cabezas de los clavos en la piel. Me folló hasta que las piernas dejaron de responderme y caí de rodillas.

Me sacó los clavos, pero algunos los dejó en mi carne. Qué dolor al quitar los clavos de los pezones, ¡qué espanto! Sentía cómo si me los retorciera, como si me clavara agujas, no sé explicar cómo era esa sensación, no sé si los sacó de alguna forma especial para que dolieran tanto.

De rodillas en la cama me volvió a meter la polla en el culo. Lo tenía muy dolorido por la electricidad. Me hizo moverme para darle placer y me encantó hacerlo. Después me meó dentro, me encanta sentir su pis dentro de mi. Lo siento caliente entrando deprisa, haciendo que me pese la tripa, me dan escalofríos cuando me lo hace, acaba calentando todo mi cuerpo, siento cómo su polla se hace fuerte dentro de mi, me excita muchísimo, creo que podría correrme solo con eso si durara el tiempo necesario.

Siguió follándome, con su pis moviéndose dentro de mi, metiéndome los dedos también en el coño y no pude más, me corrí.

Fue una forma preciosa de acabar y empezar el año como lo que soy, Su esclava.