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Alika está asustada

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Esta noche es “Eurovisión” y Alika tiene miedo. Mientras nos sentemos a ver las actuaciones, a ella la estarán violando, pero ella ni siquiera sabe que la violan. Ella cree que cumple su deber con su marido, aunque ella no lo escogió. Fue vendida por dos mil “nairas”, unos doce dólares y medio hace ya casi dos años. Alika tiene catorce años, está embarazada de seis meses y está asustada. Siente a su bebé moverse dentro de ella y le produce un miedo atroz, es una niña aún y sabe que muchas chicas de su edad mueren durante el parto. Ijeoma tenía un año más que ella y no sobrevivió a un parto de dieciséis horas. Alika le sujetó la mano mientras moría y ahora cuida a su bebé. Ijeoma siempre decía que los “cascos azules” irían a rescatarlas y las devolverían a Chibok, pero Alika no ha visto “cascos azules” desde que fue secuestrada en su escuela y obligada a casarse con un “mujahidin”, solo ha visto turbantes blancos.

Alika no conoce “Eurovisión”, pero le gusta la música. Le gustaba, ahora le han dicho que la música es pecado y se siente avergonzada cuando le asaltan las canciones que aprendió en su pueblo. Las canta en silencio, dentro de su cabeza. Cantar en silencio es un ejemplo perfecto de oxímoron, pero Alika tampoco sabe qué es un oxímoron. Su marido le ha dicho que cuando nazca su hijo la prepararán para el martirio. Le pondrán un cinturón de explosivos y la enviarán a algún mercado a morir por Alá. Alika no quiere morir, a ella le gustaría volver a la escuela, a su poblado, con sus padres…

Esta noche es “Eurovisión” y cuando empiecen las actuaciones , mientras nos sentemos frente a la televisión y empecemos a hacer apuestas sobre quién ganará, a Alika la estarán violando, igual que ayer, igual que mañana…

 

 

“He escrito este breve relato en homenaje a las niñas secuestradas en Nigeria por el grupo terrorista Boko Haram desde el día catroce de abril de 2014, porque me acuerdo muchas veces de ellas y me siento bastante avergonzada de que la comunidad internacional permita que unas niñas estén siendo esclavizadas durante más de dos años ya, sin enviar allí todos los efectivos necesarios para acabar de una vez con esta situación. Sé que seguramente se me escapen muchos flecos y que no será tan fácil como a mí me parece, pero es que las niñas no tienen culpa. Ahora ya podéis llamarme demagoga.”