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El Atico

en Hetero: Infidelidad

Paseando por el parque me crucé con una mujer y su carricoche, no pude evitar fijarme en ella, debía tener 35 años, cabello negro peinado por la mitad caído a la altura de sus hombros, cara tierna, dulce, sonrisa de niña sobresaliendo sus dientes de leche separados, guapa, delgada, buen culo, respingón, se notaba que hacia ejercicio, preciosa, se conservaba muy bien, suponía que paseaba a su hermanita o alguna sobrina.

Mi primer contacto con ella fue puramente visual. Durante semanas le veía por días, no tenía una rutina, por lo que aprovechaba al máximo para fijarme en lo bien que estaba físicamente. De vez en cuando nos saludábamos, pero apenas hablábamos. Cuando nos cruzábamos solía fijarme en ella más de lo que es natural observar a una persona que conoces de vista. Sé que ella se percató de ello, yo no me cortaba en mirarla aunque ella mirase directamente hacia donde yo estaba. Al principio no parecía sentirse muy cómoda con mis miradas, pero con el tiempo se notaba que le gustaba que yo me fijara en ella, incluso hubo ocasiones en las que pensaba que vestía con ropa más ceñida para mí, pero bueno, siempre pensé que eran paranoias mías.

En una ocasión me acerqué y le saludé.

—     Hola como estás, soy Nicolás, llevo viéndote varios días y al menos quería saber como te llamas.

Ella con voz tenue respondió.

—     Hola, soy Mariana.

—     Bueno lo de como estás es un decir, porque se ve que estás muy bien.

Decía yo mientras le daba un repaso con la mirada. Ella sonrojada respondía,

—     que va, pero gracias.

—     De verdad estas muy bien, es tu hermanita o sobrina,

 pregunte señalando el carricoche, a lo que me respondió,

— es mi hija.

Debió notar mi cara de sorpresa porque inmediatamente dijo.

— Porqué Te sorprendes, es mi hija.

—     Quien dijera que con ese cuerpo, tienes una hija.

Riéndose preguntó.

— Y tu que haces además de pasear por el parque y acosar mujeres casadas con hijos.

Sorprendido dije,

—     perdona no ha sido mi intención, si te acoso disculpas, no sabia que estabas felizmente casada y menos que fuera tu hija.

 Seguía riendo mientras respondía,

—     no te preocupes, no seas tontico, era broma, no me molesta, no pasa nada por conocer alguien en el parque, no tienes cara de violador, jeje y lo de felizmente no se yo y a que te dedicas.

—     Soy informático, respondía.

—     Ah que bien, que casualidad, mi marido estaba buscando en estos días alguien que revisara el ordenador de casa  y nosotros no tenemos ni idea de eso, ahí está ese bicho parado. 

Reía ella como pensando en otra cosa.

—     Pues dile a tu marido que cuando quieran lo reviso. Estoy disponible,

 respondía entre una risita nerviosa. Esta mujer me mataba y con su ambigüedad no sabia que hacer.

—     Pues cuando tengas tiempo me dices y quedamos. Asegure.

—     Vale, te aviso cuando volvamos a vernos, pero cobras caro?. 

—     Por el dinero no te preocupes, ya llegaremos a un acuerdo.

Respondí repasando nuevamente su cuerpo y en especial su culo con mi mirada.

—      Bueno ya hablaremos,

—      adiós,

se despedía dándome la espalda dejándome ver su culito moviéndose al caminar.

Pasaron unos días, no volví a ver a Mariana por el parque, hasta un jueves que la vi paseando, serían las 5pm pasadas, iba con su carricoche, me acerqué, nos saludamos, intercambiamos algunas palabras y rápidamente dejó caer.

—     Lo de informático es verdad? , porque necesito el ordenador y mi esposo dice que si puedes que lo veas.

Sin dejarle terminar respondí.

— Si claro cuando quieras.

—  Y ya de paso, podrías mirarme la tele que no se que le pasa.

— La electrónica no es lo mío pero si es algo de programar lo miramos.

—  Vale, puedes ahora?. Me insinuó.

— Claro, pero no vas a pasear la niña. 

—     Luego volvemos además hace viento norte y puede hacerle daño.  Así aprovecho que puedes y lo miramos, Vamos?.

Coloco la niña en el coche y nos dirigimos hacia su casa.

Caminamos como tres calles, íbamos hablando del problema del ordenador, de la tele, se le notaba una mujer segura, confiada, llegamos a su portal el cual abrió, nos dirigimos al ascensor, entró el carricoche, luego ella quedando de espalda a la puerta y por último yo, quedando pegado a su espalda, y por primera vez sintiendo su culo pegado a mí, provocándome una  erección inmediata. Para disimular un poco pregunté.

—     Parece que no cabemos, si quieres dime que piso es y subo luego.

—     Noo, que va, si cabemos, es cuestión de organizarnos, entra, entra.

  • oprimió el botón del ático y subimos.

Desde mi posición podía ver por medio de la blusa su canalillo, sus senos apretados por el sujetador, trataba de ver mas allá por alcanzar la vista del pezón pero imposible, en ese momento se inclinó sobre el carricoche para hablarle a la niña y sentí su culo pegado a mí, imagino que estaba sintiendo mi polla tratando de salir del pantalón y penetrar su culo, no parecía incomodarle,  siguió así hasta que el ascensor se detuvo.

Yo concentrado con la sensación de su culo oprimiendo mi polla no me di cuenta cuando se abrió la puerta, ella girando su cara y con una sonrisa dijo.

—     Nicolás, ya llegamos niño, haber si nos bajamos.

Reaccione y salí del ascensor, luego salió ella con el carricoche, en ese momento vi sus pezones duros sobresaliendo por debajo de la blusa. Abrió la puerta del piso y entramos.

Pasamos por el pasillo que llevaba directo al salón, un dormitorio a la izquierda y antes del salón a la derecha en el pasillo la habitación de la niña, un ático decorado con buen gusto, me quedé esperando en el salón, ella estaba en la  habitación de la niña, la acomodó en su cuna y seguido me llamó.

—     Nicolás, ven, el ordenador está aquí.

Entré en la habitación y me señaló el lugar del ordenador mientras decía.

—     Mira si puedes arreglarlo mientras yo me cambio y me pongo cómoda, quieres algo, café, coca cola.

—     No gracias, Y tu marido no está.

respondí mientras me sentaba frente al ordenador.

Ella dirigiéndose a su habitación respondía.

—     No, trabaja todo el día y llega sobre las ocho, se va llevar una alegría si lo arreglas.

Encendí el ordenador para ver de que se trataba y preguntaba,

—      Que es lo que tiene, cual es el problema.

—     Pues  a veces está uno trabajando y la pantalla se pone azul.

—     Ah, Eso va ser la tarjeta de vídeo de la placa entonces.

Apagué el ordenador, me levanté para abrir la torre, y en ese momento entró Mariana, se había puesto un pijama algo desarreglado, una camisa lo suficientemente escotada como para en cualquier oportunidad poder ver esas magníficas tetas que me habían encandilado desde un primer momento,  sin sujetador, se notaban perfectamente sus pezones por debajo de la camisa y atrevería a decir que tampoco llevaba bragas porque a veces notaba como se metía el pantalón por su culo firme y duro que además movía de una forma espectacular, mientras recogía cosas en la habitación, se inclinaba de espaldas poniendo el culo a disposición, otras veces agachándose de frente dejando ver sus tetas colgando como par ubres, apreciando los pezones largos que tenía, provocaba cogerlos y estirarlos, sobra decir que mientras se producía esto el bulto en mi pantalón se fue acrecentando.

—     Si quieres espero que venga tu esposo para explicarle el problema.

—     No, si ya te dije que llegaba como a las ocho, que machista eres, acaso no crees que pueda entender lo que tengas que decirme?.

Mientras decía esto se acercaba a mí e inclinándose para ver la placa de la torre me ofrecía una vista espectacular de sus tetas.

No dude en mirarlas sin descaro, pensé que pagaría caro mi atrevimiento, ella sin inmutarse y levantando sólo su cara, dejando sus  tetas ante mis ojos preguntó.

—     Que miras.

—     Lo que me regalas a la vista. Respondí.

—     Acaso te gustan. Decía Mariana.

—     Mira cómo me tienes, respondí tomándole la  mano y llevándola al paquete.

—     Uhmmm y eso por mi culpa?, recuerda que soy casada y madre de familia, además mi esposo…

—     Llega a las ocho y tenemos tiempo.

Corte rápidamente.

En ese momento note cómo cambió su rostro, su cara de deseo, de necesidad, de un polvo que le removiera las entrañas, se notaba claramente que no tenía problemas en el matrimonio, ni mucho menos sexuales, lo que quería era dejar de ser la madre y señora y deseaba ser la perra y puta que estaba a punto de explotar.

A saber si yo era su primera aventura o era algo normal en ella o esta pareja.

—     No Nicolás, creo que te estás equivocando, perdona si te he confundido pero es la costumbre de estar sola y fresca por casa.

—     Fresca por casa? Tu si que eres fresca, haz estado constantemente poniéndome ese culo en pompa, enseñándome las tetas y apuesto que debes tener el coño encharcado, o sino dime porque tienes el pantalón mojado.

—     Mientras ella bajaba la mirada para comprobar que el pantalón la había delatado, le tome de la cintura y pegue su culo completamente a mi polla, metiendo mi mano por el pijama comprobando lo mojada que estaba, empapándome la mano y llevándola a su boca que mantenía cerrada.

—      Mira como te has puesto, di que no quieres y me voy

Repitiendo nuevamente los mismos movimientos de sus labios mayores a su boca, que esta vez si abrió y aproveche para introducir mi mano en  la boca que ahora lamia, con la otra mano cogía sus pezones atornillándolos produciendo nuevos espasmos encharcando mi mano que no paraba de extraer líquidos de su vulva

—     Sabes, ahora me vas a chupar la polla.

Le susurre al oído mientras llevaba su cabeza hacia mi falo, duro como nunca lo había tenido.

—     Nene espera, mi esposo puede llegar, ven dejémoslo para otro día, te prometo que lo hacemos pero en otro sitio, estoy nerviosa y así no puedo, siento mucho, pero no pensé que llegaríamos tan lejos la  culpa es mía, te lo chupo y ya, mi esposo puede llegar.

Sin responder desabroche el botón de mi pantalón, baje la cremallera y salió libre la polla del bóxer.

Con un leve empujón  empezó a lamerla, poco a poco, centímetro a centímetro. La verdad es que sabía exactamente cómo hacerlo, dirigiendo su mirada hacia mi cara para cerciorarse del placer que esa mamada me provocaba.

Estuvo varios minutos dedicándose a saborear mi polla, degustaba mis jugos en su boca, luego la introdujo en su boca por completo, quedé sorprendido de su experiencia.

Después de meter, sacar, lamer y escupir mi polla la sacó de su boca agarrándola fuertemente, con líquidos seminales cayendo por sus labios, levantó la mirada diciendo.

.- Te ha gustado? Quieres correrte en mis tetas, levantando la camisa.

—     Me has puesto como perro arrecho. Que bien lo mamas, sigue mamando.

Acelere el ritmo, con su propia camisa la pase por detrás de su cabeza y tire hacia mi chocando su cara contra mi pelvis, ahora le follaba directamente la boca, mezclando líquidos pre seminales con su saliva.

Sentía que me corría, le tomé  rápido del brazo, sin pensarlo la levante e incline sobre el escritorio, baje inmediatamente su pijama y sin dejarla reaccionar abrí con mis pies sus piernas.

Deslicé uno de mis dedos hacia su coñito y lo noté totalmente mojado.

- Mira como lo tienes. Serás zorra, solo di que la quieres dentro y es tuya.

No respondió, ni Si, ni No,

La verdad es que no me lo podía creer, estaba en casa de una mujer casada, preciosa, besándonos apasionadamente mientras ella no paraba de acariciar mi polla y yo estaba masturbándola,  poco a poco se dejaba llevar jadeando cada vez más rápido.

La verdad es que Mariana estaba desenfrenada, lo  estaba disfrutando, sabía perfectamente cómo llevar al orgasmo a un hombre.

No paraba de masajear mi polla, de vez en cuando pasaba su mano por el coño recogiendo  sus líquidos, a veces los untaba en sus tetas y otras veces a su boca buscando luego la mía  para que probase el sabor de sus jugos.

En ese momento se apoyó completamente sobre el escritorio, quedando sus tetas aplastadas al vidrio,  mostrando lentamente su hermoso culo, sabia como hacerlo, sabia que estaba buena, retiro el pantalón de una patada aprovechando así para abrirse de piernas.

Escupió sobre su mano y empezó a masturbase. La visión era perfecta, Mariana abierta de piernas mientras frotaba su coñito depilado con su mano derecha e introduciendo de vez en cuando un par de dedos en el mismo.

Así seguía abierta de piernas, masturbándose como una loca mientras se mordía la comisura de los labios del placer que se estaba dando.

Yo aprovechaba la situación para deslizar mi mano hacía su húmedo coñito y masajearlo poco a poco, centímetro a centímetro y notar como se hinchaba su clítoris, lo tenia grande, daba grititos cada vez que lo frotaba, ella notando mi mano abrió aún más sus piernas, con sus manos abrió sus labios permitiéndome introducir tres dedos, sus movimientos de caderas follaban mi mano sin necesidad de moverla, con su otra mano levantándose levemente agarraba sus tetas  fuertemente, estiraba su pezón como si fuera arrancarlo, para mi sorpresa empezaba a salir leche de sus pezones, me tomo del pelo guiándome hacia su coño. Allí estaba comiéndole los labios de su vulva, paseando mi lengua de arriba abajo, chupando su clítoris, metiendo la lengua hasta ahogar la nariz con su pelvis, solo sentía sus dos manos sobre mi cabeza a punto de ahogarme presionándome en ese manjar de lujuria hasta sentir mi cara llena de sus jugos, de sus líquidos y por la cantidad de sus chorros creo que de sus miados.

Ella seguía de pie y con sus manos abrió sus labios y forzaba la salida de los últimos chorros sobre mi cara.

—     Siempre había deseado correrme en la cara de un hombre que no le diera asco ni se apartara.

—      Aquí me tienes cuantas veces quieras, me como tu coño y bebo lo que me des

Al parecer eso la puso mas cachonda y colocándose de rodillas tomó sus tetas y empezó a ordeñarlas en mi polla llenándola de leche y lamiéndola para beber su propia leche.

Esto superaba toda mi imaginación, nunca había estado con una mujer con la experiencia de Mariana, nunca me habían meado encima, ni ordeñado unas tetas en mi polla, sabía cómo tratar a un hombre  correrse ella y dejar lo mejor para el final.

Mirándome desde el suelo sacando leche de sus tetas

Se levantó, colocándose nuevamente apoyada sobre el escritorio abriendo sus piernas, girando su cabeza por encima del hombro, agarrando con una mano su nalga abriéndola, dejando a la vista su precioso culo, negro y con ganas de ser perforado.

—     Nicolás tengo ganas que me cabalgues con tu polla, Follame pero no te corras adentro que quiero tragarla toda.

Así que cogió mi polla dura y la dirigió hacia la entrada de su culo.

Fue introduciéndola poco a poco, centímetro a centímetro hasta que la tuvo toda adentro.

La verdad es que era una auténtica diosa, ver su torso desnudo, esas magnificas tetas subiendo y bajando con cada una de mis embestidas, no hacían otra cosa que elevar mi estado de excitación  alternábamos besos con lengua, palabras soeces y una utilización de los músculos de su culo que me estaban llevando al orgasmo.

La cogí de las caderas, escupí en su ojete y empecé a penetrarla sin ningún tipo de compasión.

Mientras la follaba, masturba su clítoris con la mano cosa que la llevó a un orgasmo casi instantáneo.

 Era increíble notar como todo su cuerpo se retorcía de placer con aquel orgasmo que yo estaba notando con mi polla en su culo. Gritaba de placer mientras yo hacía grandes esfuerzos para no correrme.

Así seguimos un par de minutos hasta que de repente Mariana empezó a gemir como una desconsolada.

— Siiiiiiiiiii!!!!! Me corro!!!!!... no pares cabrón!!!!!!!!  No pares!!!!! Dioooos!!!!!!

 Mariana empezó a encadenar diferentes orgasmos, sin lugar a dudas mi polla y su culo la  habían puesto a tono.

Saqué mi polla de su culo, cogí a Mariana le tome por el pelo, la lleve su cara a mi polla metiéndola hasta su tráquea.

.- Dámela…..

Decía mientras comía mi polla con su lengua, follandola a golpe de cadera.

.- tómala toda, no dejes nada….

Pude decir apretando su cabeza a mi pelvis y soltando toda la leche que estaba reteniendo en un espectacular orgasmo que no quería que acabase.

—     Mmmmmmmmm.  Mmmmmmmm

Era lo único que podía escuchar de Mariana, mientras lamia y tragaba hasta la ultima gota, estaba desbordaba, se le iba la vida en mi polla con su semen.

Fue un orgasmo muy intenso, saqué mi polla de su boca y de la misma no paraba de fluir semen.

.- Hace cuanto que no te corrías? -.Uhmmmm está buenísimo.

—     Y tu que no querías. Respondí

Guiñándome un ojo se puso de pie, recogió su pijama y salió de la habitación, el suelo había quedado encharcado mezcla de sus líquido s y mi semen.

 Escuché abrir el grifo de la ducha, tome mi ropa, me vestí, camine por el pasillo, abrí la puerta y me fui.

No era necesario despedirse, el tiempo y el parque decidirían si fue algo ocasional o el despertar de una ninfa.