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El precio del buen sexo (II)

en Hetero: General

Buenas. Soy Pedro un chico de 30 años de Valencia (España) hace tiempo ya publiqué un relato de esta tipología y voy a contar otra experiencia así que he tenido. Me refiero a esas veces en las que he tenido sexo por dinero.

Antes de empezar voy a contar mi situación, soy una persona al que sentimentalmente las cosas no me han ido bien, no soy alguien que tenga el don y la gracia necesario para saber ligar. He tenido mis cosas pero mucho menos de lo que me gustaría. Ya que amores no me van bien, me gusta tener sexo pero ni siempre es, ni siempre puede ser.

El tema de pagar por hacer algo sé que hay chicas que se dedican y viven de ello, algo que me parece genial pero lo veo muy frío y no me convence. Alguna vez he pagado pero me gusta que sea algo más especial, más personalizado. Alguien con quien haya algo de feeling y confianza, más buen rollo. Algo que sea más negociable, hablarlo y que ni para una persona sea tan desagradable como una obligación, ni tan frío para mí.

Prácticamente con todas con las que lo he hecho por dinero, ha sido chicas que por dinero sólo lo han hecho conmigo precisamente por tener confianza conmigo. Y así es una situación que me da morbo, me gusta y es un favor mutuo, para ellas cuando necesiten ese extra y para mí cuando tenga esa necesidad sexual.

Me he enrollado demasiado así que voy a contar ya lo que pasó. Fue con Mireia una chica del pueblo de al lado del mío. Una chica que conocía ya de hace un año, con la que enseguida hubo feeling y amistad, empezamos a hablar y contarnos de todo. De esas chicas que no ves para hacer algo pero con la que da gusto hablar, con quien se puede contar y que siempre estaba para ayudar y sacar una sonrisa cuando se necesita.

Era una chica que es la típica responsable, estudiosa, que tiene pinta de no haber roto ningún plato. Siempre haciendo lo correcto aunque también tenía sus días de locuras y sus momentos de vivir la vida. Cuando sucedió esto ella tenía 18 años acabados de cumplir, yo tenía ya 24.

Era costumbre en nosotros quedar cada mes una o dos veces, para hablar, contarnos cosas, nuestras vidas, amores, ligues y demás. Ella estaba en la típica situación que prácticamente todos hemos vivido cuando somos jóvenes, estudiante que dependía económicamente de lo que le daban sus padres y lo típico muchas veces quieres hacer algo o permitirte un capricho pero tu paga no da para ello o es menos de lo que te gustaría.

Ese día Mireia me contó que la semana siguiente se quería ir de fiesta, que iban todas sus amigas, pero que creía que sus padres no le iban a dar dinero que necesitaba, que necesitaba 30 euros y ya le habían dicho que no le iban a dar más y ella estaba cabreada porque quería ir y no sabía si lo iba a poder conseguir.

Yo era de esos días en los que hacía poco había recibido un revés sentimental y mi estado anímico estaba baja, llevaba un par de meses a dos velas y como ella era de confianza le hice un comentario que dio pie para mucho, pero que fue hecho sin intención de nada: "Te juro que hasta pagaría por una simple paja".

Ella me dijo que porque no lo hacía, que porque no buscaba los anuncios de los periódicos y lo hacía. Yo le conté que eso lo veía triste y muy frío, con una desconocida y demás. Me gustaría más con alguien con quien tengo confianza, con quien no sea algo como obligación sino más como un favor mutuo y le dije:

- Mira a ti te pagaría, en verdad tenemos confianza. Una paja tampoco es nada del otro mundo. Es algo que más de una vez has hecho a alguien que es nadie para ti. Y así tienes pues por ejemplo para irte de fiesta. En verdad contigo hasta lo haría igual cada dos o tres semanas y mira nos haríamos un favor mutuo tú tienes para tus gastos una paga extra y yo tengo ese momento de desconexión y desahogo que necesito de vez en cuando.

- Oye pues no es mala idea, pero esto no lo puede saber nadie y sólo si es una paja.

- Estás segura, ¿estás dispuesta? Si la haces ahora te doy 20 euros que es lo que llevo encima.

Ella al principio le entraron las típicas dudas morales, pero en realidad éramos muy amigos había mucha confianza y en un momento tenía lo que quería y necesitaba.

Sin esperar a su sí, me bajé los pantalones y salió mi polla. Evidentemente la conversación había sido morbosa, y más por ser ella. Alguien con quien nunca había pensado para algo así pero que estaba buena y era un puntazo. Eso hizo que mi polla ya estuviera un poco morcillona.

Al verla ella inspiró y acercó su mano. Rodeó mi polla con su mano y tras un primer momento de dudas. Empezó a mover la mano, arriba y abajo. Me preguntó como me gustaba si más rápido o menos y yo le indiqué pero la verdad que no necesitaba mis consejos ella lo sabía hacer.

Su mirada tenía mezcladas sensaciones de morbo, de la semana que viene me voy de fiesta con un esto no lo debería hacer. Pero poco a poco se fue olvidando de sus malos pensamientos, quedándose con lo bueno de la situación y centrándose en la paja que me estaba haciendo. Cada vez estaba más cerca del final hasta que llegó me corrí con el movimiento de su mano.

Evidentemente no fue el último de nuestros encuentros. Era la amistad perfecta, ella tenía su dinero extra cuando necesitaba y yo mi desahogo en confianza.

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