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Mi madrastra

en No Consentido

Aunque mi madrastra no era mi madre biológica, yo la vi como una madre desde pequeño, y pese a que con la edad fui viendo que ella era quizás algo más fría conmigo que con mis hermanos pequeños, hijos suyos, nunca me sentí menos querido.

Mi madrastra había empezado como becaria en la empresa de mi padre, era sólo once años mayor que yo, y se casó con mi padre un año después de que mi madre nos abandonara con la única noticia suya en meses pidiéndole a mi padre el divorcio, sin dirigirme a mí ni siquiera la mirada, por aquella yo tenía doce años, y ante semejante panorama no me costó mucho trasladar el amor que le tenía a mi madre a la que pronto se convertiría en mi madrastra, una mujer muy guapa, pero sobretodo tremendamente seductora, con una melena castaña lisa, unos ojos azules arrebatadores, unas medidas con unas buenas curvas gracias a una generosa talla de pecho y a una cintura de avispa, pero que era capaz de seducirte sobretodo con pequeños gestos que hacía con la boca, poniendo morritos, mordiéndose a veces el labio sin darse cuenta, jugando su lengua con la comisura del labio, con los años me fui fijando cada vez más en esos pequeños gestos.

Su relación con mi padre en principio iba muy bien, mi padre siempre había sido un hombre recto, dedicado a su trabajo y a su familia, y ella nunca había sido muy amiga de ahogar sus gemidos, por lo que muchas noches, desde mi cuarto, pared con pared, podía escuchar cómo satisfacía a mi padre al que sólo se le escuchan leves sonidos roncos previos al silencio posterior en su alcoba, y al posterior sonido de la ducha de su aseo.

Mi madrastra siempre me trataba con simpatía, no me procesaba el cariño que sí me procesó mi madre cuando aún vivía con nosotros, pero siempre me sentí querido, pasaron los años y nacieron mis dos hermanos pequeños, gemelos, y pese a una depresión post-parto, ella se volcó por completo en ellos. Yo tenía entonces dieciséis años, y por aquella se me empezaba a exigir más de mí en los estudios, mi padre quería que estudiara administración y dirección de empresas para poder hacerme cargo de una filial de la empresa que él heredó de mi abuelo, pero el nivel de exigencia de mi madrastra llegaba a resultar agobiante.

Pasaron los años, y yo dedicaba casi todo mi tiempo a estudiar, mi meta no podía ser otra que ser el mejor de mi promoción, y tenía dos compañeros que me lo ponían muy difícil, pero sabía que cualquier otra cosa iba a suponer una decepción en casa. Por ello, mis amistades no eran muchas, y de novias ya ni hablemos, sólo había tenido un par de parejas durante escasos meses, porque ambas me dejaron cuando veían que apenas podía dedicarles tiempo. Es por eso, que iba generalmente bastante cachondo, y encerrado en casa empecé a ver a mi madrastra de otra forma, aquellos pequeños gestos que hacía con la boca cada vez me volvían más loco, y los sonidos nocturnos provenientes de su habitación empezaban a llamarme la atención más de lo debido, pero no dejaba de verla como si fuera mi propia madre.

Con 23 años terminé mi carrera, y pasó lo que pasó, no quedé primero de mi promoción, quedé quinto, y sabía que eso no iba a sentar nada bien en mi casa, por suerte mi padre estaba de viaje de negocios, así que se lo podría suavizar con un correo electrónico, con la esperanza de que cuando volviera lo llevara más digerido, pero el problema iba a ser mi madrastra, que si ya de por sí había sido muy dura y exigente conmigo, llevaba dos días insoportable, ya que mis hermanos habían ido por primera vez a unas colonias, y ella no dejaba de preocuparse por ellos, así que seguramente pagaría yo todos los platos rotos, pero lo que nunca me esperaba fue la reacción que tuvo.

Algunos pensaréis que tratándose de una historia para un relato erótico lo nunca esperado es que ella se me echara en los brazos y termináramos teniendo sexo todos los días mientras mi padre estaba fuera, pero qué va, qué más hubiese querido yo, la bronca fue descomunal, sus palabras no pudieron ser más hirientes, mi madrastra cuando se lo proponía era capaz de maltratarte psicológicamente con una facilidad tremenda, me hizo sentir un inútil, y cuando yo estaba a punto de romper a llorar, hice de tripas corazón y le dije algo que nunca le había dicho, y de lo que siempre me arrepentiré, “déjame, tú no eres mi madre”. Al escucharme mi madrastra se quedó callada con cara de sorpresa durante unos segundos, segundos donde a buen seguro empezó a preparar su contraofensiva, porque en seguida me respondió “¿tu madre?, pues claro que no soy tu madre, y quizás ya sea hora de que sepas por qué no está tu madre aquí”, algo que mi padre nunca quiso decirme y yo nunca me atreví a preguntar.

Que mi madrastra hablara mal de mi madre no era algo que fuera a afectarme, con los años, terminé sintiendo indiferencia por esa persona que nos abandonó sin mediar palabra, pero lo que me contó me dejó helado. Mi madrastra no reparó en detalles, y me explicó que mi madre se casó con mi padre por presión de sus padres, ya que mi padre venía de una buena familia, y era un buen partido para una chica que realmente por aquella a lo único que aspiraba era a dar el braguetazo, como os digo, esto no era algo que me afectara, pero sí lo hizo saber que como mi madre no conseguía quedarse embarazada pensó en la posibilidad de que mi padre fuera estéril, y estuvo varios meses acostándose con distintas personas sin fortuna, hasta que por fin se quedó embaraza de mí, por lo que sí, yo no era hijo de mi padre, esto era algo que me descolocaba completamente, mi realidad se hacía añicos, pero lo peor estaba aún por llegar.

Por lo visto mi madre, una vez me tuvo, siguió siéndole infiel a mi padre, empezaron incluso a llegar rumores a mi padre, pero nunca le dio mayor credibilidad, hasta que un día mi madre tensó demasiado la cuerda, y se acostó con uno de los socios que mi padre tenía para abrir otra empresa, motivo por el que se pasaba muchas horas en casa de mis padres atando todos los cabos, y, cuando mi padre no estaba, acostándose con su mujer en su propia cama. Más bien tarde que no temprano mi padre se terminó enterando, y por lo visto de la peor forma, los encontró a ambos follando en el  local que estaban rehabilitando para la nueva sede de la empresa, se suponía que mi madre había ido a una charla de lectura a las que solía ir, y que mi padre estaría en casa conmigo cuidándome, pero mi padre, cansado de aguantarme por casa, decidió sacarme a pasear y finalmente acercarse por el local para ver cómo iban avanzando las reformas mientras yo me quedaba en el parque de al lado jugando a la pelota con unos niños…

Cuando me dijo eso recordé perfectamente ese día, ese día mi madre no volvió a casa.

Mi padre se deshizo rápidamente de ese socio, no dudó incluso en cerrarle cuantas puertas pudo, para tratar de hundirle a él y a mi madre todo lo que pudo. Mi madre intentó atacar a mi padre donde más le dolía, y le confesó que yo no era su hijo, y que si seguía haciéndoles la vida imposible ya podía ir despidiéndose de mí, mi madre me había usado como moneda de cambio.

Pasaron las semanas, y mis padres llegaron a un acuerdo, mi padre se quedaría con mi custodia, y ella a cambio se llevaba una buena cantidad de dinero y una mensualidad de por vida, y mi padre dejaba de hacerle la vida imposible a su ya ex-socio , fue cuando mi madre vino a casa con los papeles del divorcio.

Sólo con contarme todo esto mi madrastra ya había conseguido terminar de hundirme, pero no contenta con ello quiso poner el broche final explicándome que lo de la mensualidad, era algo que el tonto de mi padre había estado pagando por alguien que ni era su hijo, pero que cuando ella se casó con mi padre se encargó de eliminar, “por mucho menos hay gente que te quita de en medio los problemas”… no me lo podía creer, ¿me estaba diciendo que mi madre estaba muerta y que ella era la responsable?. En aquel momento me armé de valor y le di un sonoro bofetón, mi madrastra no pudo evitar sorprenderse, pero la mirada amenazante que me devolvió me hizo retroceder y me fui a mi cuarto donde me encerré el resto del día.

El día siguiente seguí encerrado en mi habitación, dándole vueltas a todo, hasta que por la tarde decidí salir, esperaba no encontrármela, pero no tuve suerte, y al verme me dijo “que sea la última vez que me faltas al respeto, cuando vuelva tu padre hablaré muy seriamente con él para mandarte al extranjero un par de años a estudiar y mejorar tus idiomas”, a lo que le respondí “no pienso irme, y pienso contarle lo que me has dicho a mi padre, y si hace falta a la policía”, en aquel momento mi madrastra cambió por completo su cara y me dijo, “mira, no me he pasado meses de rodillas chupándosela al ex-socio de tu padre para convencerle de que aceptara la oferta de sociedad que le había hecho tu padre, y se cepillara a tu madre, para que ahora un mocoso como tú me arruine la vida”, en aquel momento mi cabeza empezó a atar cabos a una velocidad vertiginosa, y mientras ella me seguía amenazando, yo no pude evitar sentarme en el sofá y empezar a llorar, como una magdalena. Mi madrastra me dejó caer que por mi bien más me valía irme unos años a estudiar fuera y no meterme donde nadie me llamaba. Volví a mi cuarto.

Otra noche en vela en mi cuarto, atando cabos, ¿sería cierto que yo no era hijo de mi padre?, ¿realmente mi madre había engañado a mi padre antes de con su socio?, sabía que mi madrastra había empezado como becaria en la empresa de mi padre unos meses antes de que mi madre nos abandonara, pero no pensé que ella hubiese estado detrás de la infidelidad que terminó con el matrimonio de mis padres, ¿de qué era capaz esa mujer?, ¿tanto trabajo para terminar casándose con mi padre?, eran demasiadas preguntas, pero fueron dos noches donde germiné un odio hacia mi madrastra indescriptible.

Tras el tercer día encerrado en mi cuarto, empecé a ver que lo mejor era aceptar su oferta de irme al extranjero un tiempo, y luego cuando volviera y me asentara en la filial de la empresa de mi padre podría empezar a hacer mi propia vida, además, tampoco tenía ninguna prueba de nada, e incluso, cada vez que le daba más y más vueltas a las palabras de mi madrastra, veía que ella en ningún momento reconoció haber hecho nada a mi madre. Así que volví a encontrarme cara a cara con ella, y así se lo dije, y ella me respondió con una sonrisa tan bien fingida que parecía incluso sincera, pero que al menos me tranquilizó.

Pasaban los días, sólo quedaba una semana para que volviera mi padre, y unos días para que volvieran mis hermanos, el problema es que yo tenía mucho tiempo libre, había pasado de estudiar a diario, a no hacer nada, y mi cabeza no dejaba de darle vueltas a todo el asunto, y mi odio hacia mi madrastra no me dejaba  avanzar, sólo fantaseaba en devolverme todo el daño psicológico que fue capaz de hacerme, pero no sabía cómo, , y encima el calor del verano cada vez era más intenso y la muy cada vez iba más ligera de ropa por casa, fue cuando me percaté de que hacía días que no me masturbaba, no tenía la cabeza para ello, y entonces por primera vez vi a mi madrastra como la mujer que era, ya no me ataba ningún cariño por ella, se había disipado, y empecé a imaginármela de rodillas, con alguno de sus minivestidos,  chupándosela al ex-socio de mi padre, y tuve una de las mejores pajas que recuerdo, y dos más por la tarde, y otra por la noche, hasta que mi excesiva excitación me llevó a fantasear con planear como follármela, sólo de planificarlo me ponía a mil, era como leer un relato erótico, pero con mis propias reglas.

Sólo faltaba un día para que volvieran mis hermanos, yo ya había urdido un plan para acostarme con mi madrastra, ella al mediodía se tomaba una infusión después de comer, y luego aprovechaba para acostarse media hora para dormir la siesta, habitualmente dejaba que enfriara la infusión un rato, y sería fácil mezclar en ese momento unas cuantas de las pastillas que se tomaba para dormir por la noche tras dejar bien satisfecho a mi padre, había estado incluso mirando por internet la dosis necesaria, el tema era saber si me atrevería, en todo caso si me atrevía ese era el día, después con mis hermanos iba a ser imposible.

Durante la mañana todo transcurrió con normalidad, hasta llegar al momento decisivo, y en un arranque de valentía me atreví a mezclar las pastillas, que ya tenía preparadas, con la infusión, y esperé nervioso la hora en que se la fuera a tomar, se lo tomó, y al cabo de un rato se fue a la cama a dormir la siesta, yo no hice nada, esperé a que llegara la hora en que habitualmente sonaba su despertador, y cuando lo hizo, escuché desde mi cuarto como seguía sonando sin que ella lo parara como habitualmente hacía. Me acerqué a su cuarto, la llamé por su nombre un par de veces, me acerqué y apagué el despertador, la volví a llamar, la zarandeé un poco, y nada, seguía durmiendo profundamente, en aquel momento en mis pantalones mi polla empezó a endurecerse como nunca, ¿estaba dispuesto a hacer lo que iba a hacer?, mi raciocinio había desaparecido en cuanto el morbo por follarme a mi madrastra había empezado, así que empecé a meterle mano.

Le empecé a acariciar las piernas, le subí la camiseta que tenía puesta a modo de casi camisón, y ante mí quedó expuesto su trabajado y tonificado culito ligeramente tapado con unas braguitas de encaje blancas preciosas, empecé a acariciárselo mientras que con mi otra mano ya había sacado mi polla fuera del pantalón y me estaba masturbando, realmente estaba muy excitado, no necesitaba excitarme más, pero aún no me atrevía a ir más allá, empecé a acariciarle uno de sus voluptuosos pechos, si seguía así me iba a correr simplemente masturbándome, pensé que era lo mejor y olvidarme del tema, pero en un momento hizo una pequeña mueca con la boca, uno de esos gestos involuntarios que de vez en cuando hace y que me volvían loco, y decidí meter un dedo en su boca, introducirlo y sacarlo, en ese momento tuve la determinación necesaria para acercar mi polla a su boca e introducírsela, empecé un lento pero tremendamente placentero juego de penetración en su boca, estaba en la gloria, me estaba follado esa boca que tanto me había seducido durante años, me deleité tanto como quise para mis recuerdos, disfrutaba de cada embestida que le hacía, algunas suaves, otras más bestias, y otras más rápidas, había traspasado ya una frontera, así que decidí que iba a llegar al final, la coloqué boca abajo, le aparté un poco las braguitas, cogí un preservativo de los que me sobraron de la caja que compré para usar con mi última novia, me lo puse, y me puse encima de ella, con ella boca abajo me sentía más seguro. Me costó penetrarla un poco, pero tras un par de intentos ya estaba dentro de ella moviéndome a muy buen ritmo, estaba en una nube en ese momento, tenía a mi madrastra debajo de mí, entre mis piernas, y me la estaba follando a placer mientras le masajeaba sus tetas como si fueran pelotas anti-estrés, alternando eso con meterle el dedo en su boca y simular que me la follaba con él, tuve que parar varias veces, para evitar correrme, pero la excitación fue tal que en descuido vacié todos los espermatozoides que mi cuerpo había podido fabricar desde mi última paja, hundí mi polla en ella para vaciar hasta la última gota, y me dejé caer encima de ella mientras mi polla se iba desinflando.

Miré el reloj, todo había ido bien, había tiempo de sobras, saqué mi polla, me quité el preservativo, lo tiré por el inodoro, y cuando fue a recomponerla no pude evitar volver a acariciarle su culito, y volví a empalmarme, no era habitual en mí recuperarme tan pronto, pero el morbo de la situación era insuperable, miré de nuevo el reloj, y decidí coger otro preservativo, esta vez fue más a piñón fijo, quería correrme rápido para evitar que se despertara, misma posición, y un movimiento rítmico bastante acelerado para intentar correrme, pero me estaba costando, así que incrementé el ritmo sin tanto miramientos, cuando de repente noto que ella empieza a jadear, me paro, mi corazón va a mil, pero veo que sigue durmiendo, podía haber parado en ese momento, pero pienso más con mi polla y decido seguir con un ritmo de penetración mayor para terminar rápido, ella vuelve a jadear, y de repente veo que abre los ojos, en mi vida había sentido tanto miedo, pero en ese momento no soy capaz de controlarme, no paro sino que sigo follándola ya de forma salvaje y descontrolada al mismo tiempo que con la mano que no estaba usando de apoyo le subo la camiseta que tenía por la altura del cuello tapándole la cabeza para que no pueda verme, y con la misma mano le sujeto la cabeza hundiéndola contra la almohada. Mi madrastra en principio tarda en reaccionar, yo sigo bombeando mientras le tapo la cabeza con su camiseta y evito que mueva su cabeza, ella empieza a intentar zafarse, pero yo dejo caer todo mi peso encima suyo, con una mano le sujeto la cabeza, y con la otra la aprisiono el cuerpo pasando mi brazo por delante de sus pechos que no dudo en tocar y magrear mientras sigo introduciéndome en ella con violencia, mi madrastra empieza a gritar mi nombre, y yo sigo sin decir nada, la situación me excita más aún, y en vez de pensar en cómo salir del lío en el que estaba metido sólo pensaba en mover mi cadera arriba y abajo, como un perro en celo.

Miraba el reloj de reojo, los minutos estaban pasando muy lentamente, yo seguía violando a mi madrastra mientras ella intentaba girarse una y otra vez sin conseguirlo, sólo estaba consiguiendo cansarse, y yo cada vez estaba más cerca de mi segundo orgasmo, y cuando llegaba, no lo dudé, me separé de ella, se la saqué, me quité el preservativo, y me corrí por todo su culito, sus braguitas, y su espalda, algunos chorretones incluso le cayeron en el pelo que la camiseta no llegó a tapar.

La imagen era dantesca, yo con una mano aplastando la cabeza de mi madrastra contra la almohada, con la otra mano meneándome la polla, mi madrastra con toda la espalda llena de semen, y yo, disipando el calentón que me había llevado a esto, empezando a darme cuenta de qué había hecho, y lo que era peor, cómo iba a salir de esa. No era capaz de pensar con claridad, y al final hice lo que cobardemente me atreví a hacer, salí corriendo y me encerré en mi habitación.

No sé si a mi madrastra le dio tiempo a apartar la camiseta y a verme correr desnudo mientras salía de su habitación, en todo caso era bastante probable que sospecharía de mí y que todo estaba en mi contra, estaba metido en un muy buen lío. No sé cuánto tiempo pasó, no escuchaba nada, pensaba que mi madrastra vendría detrás de mí y aporrearía la puerta, pero no, al cabo de un rato escuché la ducha de su aseo… yo estaba muy nervioso, y lo primero que pensé fue en borrar toda prueba que me delatara, sobretodo borrar las fotos que le hice con el móvil mientras le follaba la boca (a esto me refería con deleitarme para mis recuerdos), borré varias, y hubo una que antes de borrarla me llamó la atención, la miré con detenimiento, esa foto podía ser mi comodín, me la mandé a mi correo electrónico, y salí al salón esperando pacientemente a que mi madrastra saliera. Al cabo de un rato la vi pasar dirección a la cocina, me vio, y me dijo que se iba a encargar de que me acordara toda mi vida de esta, cabrón, a lo que yo le dije con tono serio, intentando que no se notara lo nervioso que estaba, que ella no iba a hacer nada si no quería que mi padre recibiera esto, y al instante le envié a su móvil la foto que antes había guardado ella miró su móvil extrañada, y cuando lo vio, asqueada, me preguntó que si realmente esperaba conseguir algo con la foto, no me achanté, y le dije que si mi padre veía esa foto, donde salía ella con una polla en la boca, con los ojos cerrados y donde parecía disfrutar de la mamada que estaba haciendo, seguro que no se creería cualquier rocambolesca historia que le contara (aunque fuera la verdad), y menos tras la experiencia del engaño que había tenido con mi madre, y que seguro que ella no quería que mi padre le hiciera la vida imposible como se la hizo a mi madre.

Durante dos largos minutos hubo silencio, mi madrastra seguramente estaba evaluando todas las medidas de choque, hasta que de repente, dejó el móvil en la mesa, y me dijo: “la semana que viene cuando venga tu padre te irás al extranjero, empieza a prepara todo porque no quiero verte ni un día más aquí”.