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Noche en el hospital

en Hetero: Infidelidad

La verdad es que era difícil tener tan mala suerte. La apendicitis es algo que muchas personas tienen que pasar en la vida, y aunque es una faena, por lo general no suele ser una operación complicada que hoy en día apenas deja cicatriz. Sin embargo para mi novio Rubén la cosa no fue tan sencilla. No sé manejarme en los términos médicos exactos, pero la apendicitis de Rubén había dañado a las paredes del intestino, por lo que tuvieron que abrirle para reparar esto. No era difícil de realizar, pero para el paciente era agotador. Cuando salió del quirófano Rubén estaba totalmente pálido y apenas podía mantenerse cinco segundos despierto, en los que se limitaba a quejarse del dolor, lo que hacía que la enfermera le subiera de vez en cuando la dosis de morfina. Ya habían pasado unas cuatro horas de que esto sucediera y ya era de noche. Como cualquier habitación de hospital público (y más para pacientes de este tipo) esta estaba reservada para ser ocupada por dos pacientes, pero por suerte el que la ocupaba recibió el alta ese mismo día, y nadie más había venidoa llenar la cama. Esto era genial ya que para empezar, no tendría que aguantar a gente que no conozco y tener que entablar con ellos las típicas conversaciones de cordialidad que en este momento tras un día tan duro no quería tener, pero además los trabajadores de la planta me dijeron que podía ocupar la otra cama sin problemas, y que no tendría que dormir en la silla. No me hacía especial ilusión quedarme esa noche en el hospital, pero Rubén no tenía a nadie más aquí, y no quería que estuviera solo si de repente se despertara confundido en medio de la noche, así que empecé algún programa por la televisión con el que pasar el rato cuando llamaron a la puerta. 

-Hola, solo quería ver si todo iba bien. 

Era el doctor Ríos, el hombre que nos había atendido desde que nos dieron el alta. Fue el encargado de explicarnos la situación, realizar el pre operatorio, y la propia operación. También había hablado conmigo tras la intervención contándome que todo había ido bien, pero que Rubén iba a estar varios días sin apenas poder moverse por el tremendo corte que tenía en la barriga. Era un chico bastante agradable. A ojo le echaba a lo sumo 33 años (seis mas que yo), y se le veía bien de forma, aparte de ser bastante guapo. No sé, pero creo que ayuda a la confianza del paciente y sus familiares que su médico luzca bien ya que uno piensa "está claro que sabe cuidarse, debe saber lo que hace". Ya si eso le añades una gracia natural, tenemos el doctor que todos querríamos tener. 

-Todo va bien. Bueno, igual que desde que salió. 

-Ten en cuenta que aunque el no lo haya sentido, ni lo sienta ahora con la morfina, su cuerpo ha sido expuesto a un tremendo trabajo, y ahora tiene que descansar. Dudo que hasta mañana por la mañana no cobre la consciencia totalmente. 

-Si, lo entiendo. Gracias por venir a interesarse. 

-No es nada. Acabo de terminar mi turno y solo es cruzar el pasillo. Tampoco es tan difícil. ¿No me digas que vas a pasar la noche aquí? Llevas todo el día encerrada en este edificio y sometida a mucha presión, deberías irte a casa. 

-No se preocupe. Quiero estar aquí por si se despierta y necesita cualquier cosa. Además, la cama de al lado está libre, por lo que al menos no dormiré tan incomoda. 

La mirada del Doctor Ríos recorrió toda la habitación y pude sentir como se le iluminaba la cara. 

-Bueno, no pienso insistir, y menos con una mujer enamorada- Tras decir eso amagó con irse pero se dio la vuelta-. Aunque bueno, yo ahora mismo no tengo ninguna prisa, y puede que no sé, te apetezca hablar con alguien. Llevas todo el día aquí sola dando vueltas de aquí para allá, aunque tal vez por eso simplemente quieras dormir. 

La verdad es que si hubiera tenido mi cama a mano, me habría acurrucado y dormido al instante, pero ya conocía como son las habitaciones de los hospitales y sabía que me iba a costar coger el sueño, por lo que acepté la propuesta del doctor. No soy tonta, y sé que un hombre por muy educado que sea, tiene otro tipo de intenciones al querer quedarse a solas con una mujer. Soy delgadita, sin demasiado pecho pero bastante mono al igual que mi cara, y una preciosa melena negra. Soy una chica de notable y estaba claro que este doctor quería aprovechar la situación para lanzarme los tejos y ver si podía sacar algo de mí algún día de estos, probablemente aprovechando que mi novio iba a estar ingresado varios días. Sin embargo, por un exceso de confianza en mi fuerza de voluntad, o que en el fondo quería que algo pasase, le invité a sentarse en una de las sillas y comenzamos a hablar. 

Debimos estar conversando cerca de una hora y la verdad es que estaba pasando un buen rato. Empezamos a hablar de trivialidades, pero según fuimos rompiendo el hielo, todo se volvió mas personal. Le conté que Rubén no era de la ciudad, que nos habíamos conocido en el trabajo, y que era prácticamente la única persona que conocía aquí y que por eso me preocupaba de que no estuviera solo. 

-Y tú Mario- me pidió que le llamara por su nombre de pila-, ¿no tienes ninguna novia ni nada por el estilo? 

-No...Este trabajo me encanta, pero es un poco agotador, y no salgo tanto como quisiera. No es que este a dos velas...Siempre logro algún rollete, pero iniciar una relación ahora mismo no entra mucho en mis planes. 

-Si ya veo... 

-Oye, ¿te puedo hacer una pregunta bastante personal? 

La verdad es que esto me puso bastante en alerta porque su tono me indicaba que iba a intentar algo, pero me apetecía seguir jugando con él. 

-Si, adelante. Dispara. 

-¿El tamaño importa realmente? 

-¿Cómo qué el tamaño? ¿El del...El del pene?- respondí confundida. 

-Si claro. 

-¿A qué viene esa pregunta? 

-He sido una de las personas que ha operado a tu novio hoy, y no he podido evitar fijarme que no iba muy bien dotado- Se me quedó mirando y viendo que no sabía muy bien que responder siguió hablando-. Ya sé que realmente no debería haber diferencia si hacemos caso a lo que la anatomía humana nos dice, pero creo que las mujeres disfrutáis de una polla bien grande mucho mas aunque solo sea psicológicamente. Adoráis tener un buen trozo de carne a vuestra disposición. 

Jamás me imaginé que fuese a entrarme tan a saco, pero la verdad es que me gustaba su estilo directo y lleno de confianza en si mismo. Aunque debí mandarle a tomar por culo en ese mismo momento, me esforcé en resolver esto de forma pacífica.   

-Te puedo garantizar que estoy bien servida, así que gracias por tu preocupación, pero no soy de las que se impresionan por gilipolleces de ese tipo. 

-Mucho hablar pero jugaría el culo a que te derretirías si te pusiera una polla como dios manda aquí delante. 

-Ve a buscarla si quieres, tengo toda la noche libre. 

-No tengo que ir a buscarla a ningún lado. La tengo aquí mismo- Dijo mientras se ponía en pie. 

Rápidamente se quitó el cinturón, se bajó la cremallera y se sacó la polla del pantalón. Y Dios...Era sin exagerar el doble de grande y de gorda que la Rubén. Mario no había mentido, la polla de mi novio era la mas pequeña que había visto, y aunque nunca me había importado, me quedé embobada viendo ese miembro que todavía no estaba erecto. 

-Puedes tocarla si quieres. 

Esas palabras me dejaron sin respiración por un instante. Mario y yo nos miramos a los ojos y sentimos las ganas que ambos teníamos de que pasara. Miré a la cama de Rubén con miedo de que pudiera despertarse de repente, y mi mano temblorosa agarró el pene de Mario. Empecé a masajearlo con suavidad y este poco a poco empezó a ponerse como una piedra. Normalmente los penes mas pequeños suelen tener erecciones mas firmes y duras, mientras que los grandes se caen por su propio peso por así decirlo, pero este se mantenía apuntándome directamente a la cara. Cada vez estaba más excitada y mas nerviosa. Quería jugar con ella, que se metiera dentro de mi, pero con Rubén ahí al lado, ¿cómo iba a hacerlo? Pero era tan apetitosa....Mi boca se empezó a acercar y mientras mi mano sujetaba la polla desde su base, me metí el glande entre los labios y lo empecé a chuparcomo si fuera un caramelo. Tras un rato así mi lengua empezó a pasar por todo su tronco hasta que al final no pude resistirlo y me la metí entera en la boca. Mi cabeza iba de atrás hacia delante llenándome la boca recorriendo ese inmenso aparato y sintiendo como su glande llegaba hasta el inicio de mi garganta. No sé que me pasaba, pero estaba descontrolada. Empecé a masajearle los huevos mientras mis manos le hacían la mejor paja de su vida. Volví a tragármela, a lamerla, a pasar mis manos por ella....Como me gustaba saborear esa polla, pero más disfrute de paladear su semen cuando Mario se corrió dentro de mi boca. Tragué gran parte de la descarga y miré a Mario mientras acariciaba su miembro y parte de su semen caía por mi barbilla. Mario me observaba con asombro y jadeando.  

-Te...Te dije que ya me venía- Me dijo como queriendo disculparse. 

Me sorprendió su declaración. No le había escuchado decir eso. ¿Acaso estaba tan excitada que ni le había oído hablar? Tal vez no lo hubiera hecho y tratase de culparme a mí, ¿pero a quien le importa? Me había encantado, y seguí succionando su pene hasta dejarlo limpio. Finalmente me puse en pie y nos quedamos cara a cara. 

-Sabía que te iba a gustar mi polla. 

-Tu polla está muy bien....Pero ahora me pregunto si sabes utilizarla. 

Mario río y seguido se fue directo a mis labios. Rubén estaba a apenas unos metros pero no nos importaba y empezamos a magrearnos como si no hubiera nadie delante. Yo estaba a cien y pidamente le quité la camiseta para tener su torso desnudo delante. Me había tocado la lotería con este médico. Que cuerpazo tenía. Mis manos empezaron a acariciar desde su pecho bajando hasta sus abdominales hasta que agarró mis manos y me empujó contra la pared de la habitación. Me desabrochó el pantalón con fuerza y me lo bajó junto a mis bragas. Él se agachó y su boca fue directa a mi sexo. Sus abrieron mis labios vaginales permitiendo a su lengua penetrar en mi. Mi mirada iba en dirección a Rubén. Me aterraba que se despertara, pero el placer era demasiado grande, que finalmente decidí cerrar los ojos y disfrutar esto. Mis manos agarraron su cabeza con fuerza pidiéndole más. Jadeaba con fuerza, pero me reprimía cualquier intento de gemido por miedo ya no solo de despertar a Rubén, sino de que nos oyera quien fuera. Estaba muy cerca de correrme, pero de repente Mario se detuvo y se volvió a poner de pie. 

-¿Por qué paras?- Le dijo enfadada. 

-Porque tengo algo mejor 

Su mano agarró la mía y la llevó hasta su pene que ya volvía a estar como una piedra. Si, quería tenerla dentro de mi. Mario me tiró contra la cama que estaba vacía. Caí bocabajo y Mario terminó de desnudarme de cintura abajo. Esperé impaciente a que terminara de quitarse en pantalón y finalmente se subió también a la cama justo detrás de mi trasero. Mario separó mis piernas en busca de una entrada y su polla empezó a entrar dentro de mi, primero lentamente y cada vez más rápido. Nunca me habían follado con tanto deseo. Era como tener un animal en celo, pero yo estaba igual. Tuve que coger la almohada de la cama para intentar insonorizar mis gemidos, sobretodo cuando me llegó el orgasmo. Al verme retorcerme de placer Mario se detuvo y me hizo girarme para que nos quedáramos cara a cara. Me encontraba enfrente de él con las piernas abiertas esperando impaciente a volver a recibir su miembro. Mario me hizo quitarme la camiseta y antes de que siquiera pudiera hacer amago, también me quité el sujetador. Mario se reclinó y empezó a besarme, bajando por mi cuello, y llegando a mis pechos los cuales masajeaba con ternura. Finalmente sentí como su mano agarraba mi pierna y su pene volvía a penetrarme. Esta vez fue mucho mas despacio, queriendo disfrutar el momento. Antes me había follado sin piedad pero ahora quería besarme y acariciarme mientras su polla entraba con suavidad. Creo que aunque su cuerpo le pedía correrse dentro de mi en ese instante, quiso darme un respiro después de que me corriera, y como se lo agradecí. Tras el orgasmo mi corazón estaba apunto de salirme del pecho, pero ahora estaba relajada, como si estuviese en mi propia cama, y pronto empecé a gozar de nuevo. Mario empezó a penetrarme cada más rápido al volver a escuchar mis gemidos, los cuales trató de tapar tapándome la boca con su mano. Yo emitía los sonidos propios de una personaamordazada, tenía ganas de liberarme y gozar con libertad aunque nos escuchara todo el hospital, pero me limité a agarrar con fuerza su brazo en el cual clavé mis uñas con fuerza cuando volví a llegar al clímax. Mario gruñó de dolor al sentir los arañazos, y como si ya no pudiese más soltó mi boca, apoyó sus dos brazos en la cama, y se limitó a follarme hasta venirse en mi interior. Fueron apenas 15 segundos, pero en ese tiempo sentí como si mis gemidos sonarán con la fuerza de un gol en un estadio de fútbol. El semen de Mario corrió dentro de mi mientras yo observaba la cama de mi novio rezando porque siguiera dormido. 

Rubén no se despertó, y tras quedarnos un rato en la cama, Mario se llevó las sábanas a la lavandería, mientras yo colocaba unas nuevas. Estoy convencida de que mas de uno de los empleados de ese turno tuvo que escucharme en el silencio de la noche, pero nunca tuve la oportunidad de recibir ningún tipo de mirada acusadora ya que las cuatro noches restantes que Rubén pasó en el hospital yo las pasé en la casa de Mario follando hasta quedarnos agotados. No puedo negar que hasta me molestó el ver como Rubén recibía el alta, y estaba tan obsesionada con Mario que al final tuve que dejar a Rubén por él. Todavía me siento mal de como me comporté con él, pero cuando has probado a un hombre así, es difícil dejarlo ir.