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Cuernos por amor

en Hetero: Infidelidad

Habíamos decidido salir a primera hora de la mañana. Nos esperaban 5 horas de viaje, por lo que no solo evitábamos atascos sino que también llegaríamos justo a la hora de la comida y ya podríamos descansar en condiciones. Eran nuestras vacaciones de verano e íbamos a pasarla en la casade los padres de Diego. Él era un amigo de mi novio, y para qué mentir, mío también. Sus padres, después de mucho trabajo, habían conseguido convertirse en una familia mas o menos adinerada y habían logrado comprarse una casa cerca de la costa. Durante unos meses  la casa estaría gran parte del verano vacía ya que los padres de Diego iban a realizar un viaje alrededor de Europa que siempre habían querido hacer, por lo que Diego nos ofreció a dos parejas pasar allí unas semanas. Esas parejas íbamos a ser yo (me llamo Cristina, y tengo 28 años)y mi pareja Marcos, y mi amiga Nerea con su novio Fran. Todos éramos íntimos. Marcos, Diego, y Fran eran amigos desde el instituto, y desde entonces son inseparables. Salir con alguno de los tres te obliga a estar en contacto con los otros dos, y así fue como conocí también a Nerea, a la cual no había visto hasta que empezó a salir con Fran.En el viaje íbamos los cinco ya mencionados. Diego nos acompañaría para indicarnos donde estaba la casa exactamente y explicarnos las típicas directrices que uno suele recibir cuando llega a un lugar nuevo. Como ya he dicho todos nos llevábamos muy bien, por lo que fue un viaje ameno. 

-Al menos solo vamos a tener que convivir por tres días- le dijo Fran a Diego que era el que conducía. Los tres amigos habían vivido juntos por un par de años, y la conversación se estaba centrando en sus vivencias. 

-Por Dios hombre, no hables así, las chicas no tienen por qué saber que estáis de broma- respondió Diego. 

-¿Cómo qué de broma?- dijo Marcos-. Y oye, ¿todavía sigues durmiendo desnudo?  

-Vaya, ¿y cómo sabes eso?- preguntó en tono de burla Nerea. 

-Pues mira- le contestó su novio-, resulta que un día hubo una alarma de incendio en una de las otras casasdel edificioy todos nos levantamos corriendo para ver que estaba pasando, incluido este imbécil, y nos encontramos todo el percal. 

-Bueno, me alegro deque hayas obviado los detalles más íntimos de la historia. No quisiera tener que poner el cerrojo al dormitorio por miedo a que vuestras chicas sientan curiosidad por si es cierto lo que se dice.  

Todos reímos. Era bastante habitual que Diego soltara bromas de ese tipo. Había ya mucha confianza y a ninguno nos sentaban mal. La verdad es que el chico era un encanto, y para que mentir, condenadamente guapo. Estaba claro que estaba soltero porque quería, ya que cualquier chica habría querido estar con él. Yo misma estoy convencida de que si le hubiera conocido antes que a Marcos probablemente estuviera saliendo con él. Una vez le pregunté si nunca se había planteado iniciar una relación seria con alguna de las mujeres con las que había estado (las cuales eran bastantes) y él me respondió que si, pero que ya salía con otro. Por la mirada que me lanzó estaba claro que se refería a mi, pero me lo tomé a broma, como si quisiera evadir la respuesta haciéndome sentir vergüenza.  

Egoístamente me alegraba que no hubiese mas personas en su vida que nosotros. Se había convertido en una de las personas más importantes de mi vida y me gustaba que siempre estuviese a nuestro lado. Pensaba en él en mas que un amigo. Cuando se dice esto último siempre se sobreentiende que hay tono sexual detrás de esto, pero lo que quiero decir es que para mí ya era parte como de mi familia, un hermano, un compañero de vivencias,….Creo que no es fácil encontrar algo así en la vida y yo estaba agradecida de tener a gente tan estupenda en mi vida. 

Finalmente llegamos a la casa y por fin pude estirar las piernas. Soyuna chica bastante atlética y me gusta salir a correr cuando puedo, por lo que estar sentada por horas en un coche en el que no cabía ni un palillo era sumamente agobiante. Me estiré y me eché mi cabello negro hacia atrás dejando que la brisa me acariciara la cara. No estábamos lejos del mar, y el olor de este llegaba levemente a mi nariz.  

La verdad es que hay muy poco que contar hasta que llegó la noche. Estábamos agotados, por lo que invertimos nuestras primeras horas en comer y descansar como Dios manda. Por la noche decidimos salir a un restaurante que Diego conocía. Yo decidí salir con un vestido blanco corto que combinaba muy bien con el color de mi pelo, y el cual era de mis favoritos.El local era bastante agradable. Se comía bastante bien y tenía una gran terraza en la que aparte de mesas, había una pista de baile. Todos salimos, incluso Diego al que Nerea y yo forzamos a salir a pesar de sus reticencias. Después de esto, cuando ya estábamos de vuelta a nuestras mesas, sucedió lo que irónicamente provocó de forma indirecta que mi relación con Marcos quedara pendiente de un hilo. Marcos pidió poder ponerse serio por un momento y nos explicó que estaba viviendo los mejores momentos de su vida. En el aspecto laboral la cosa le iba muy bien, tenía los mejores amigos que podía desear, y la novia más perfecta del mundo. Marcos quería que esta sensación fuese para siempre, y fue entonces cuando se puso de rodillas y me pidió que me casara con él. Yo acepté inmediatamente. Yo también quería que nuestra vida siguiera a para siempre, y aunque el matrimonio tampoco es que fuera una burbuja que nos protegiera de cualquier mal, era una manera de hacer oficial nuestra intención de que esto fuera duradero. El anuncio hizo que nuestracelebración fuesemás grande todavía. Comimos, bebimos y bailamos todavía más. Sin embargo empecé a notar que algo iba mal, y es que empecé a notar la ausencia de Diego. No estaba junto a nosotros y yo empecé a buscarlo con la mirada. Estaba apartado apoyado en una pared y mirando el paisaje. Me pregunté que le pasaba y me acerqué a él a preguntarle. Era una gran noche muy y quería compartirla con él. 

-Oye, ¿qué mosca te ha picado? Vuelve con nosotros. 

-Si, tranquila...Ahora voy....Es que me encuentro un poco mal. 

-¿Es que te ha sentado mal la comida? 

-Si...Creo que es eso. He debido comer mas de lo que debía. 

Era obvio que me estaba mintiendo. Ya le conocía lo suficiente para detectar algo tan obvio. 

-Eh, sabes que si te pasa algo puedes contar conmigo- Le dije mientras le acariciaba el brazo.  

-Gracias, pero creo que eso generaría todavía más problemas.... 

-¿Pero es algo que he hecho yo? ¿Te ha molestado que Marcos me haya pedido que me case con él aquí delante de todo el mundo? Si, a mi también me hubiera gustado hacerlo de una manera más discreta, pero lo importante es el hecho en sí, y creo que merece ser celebrado.  

Marcos se quedó pensativo y siguió sin pronunciar palabra. 

-Pero venga va, dime, ¿estas enfadado con nosotros? 

-Jamás podría enfadarme contigo- Dijo con una seriedad que me dejó petrificada por unos instantes. 

-¿Entonces qué te molesta tanto? 

-Estoy molesto conmigo, ya está. Soy un imbécil. 

-Eh, eh, ¿pero a qué viene esto? ¿Has bebido mas de la cuenta? Si, eres un poco bobo, pero si te sigo aguantando a pesar de todo es porque eres alguien especial para mi. ¿Acaso yo no soy igual de importante para ti? 

-Ese es el problema... 

-No te entien... 

-Te quiero Cristina. 

Y aquí fue donde mi mundo se volvió patas arriba. Me sentía como si me hubiesen dado una bofetada y tirado un jarrón de agua helada a la vez. Ni siquiera se me pasó la posibilidad de que fuera una broma, podía percibir que hablaba en serio. 

-Siento montarte este numerito aquí y ahora Cris, pero el pecho apenas me deja respirar. Siempre he sabido que no podía haber nada entre tú y yo, pero no sé, supongo que algún tipo de esperanza quedaba en mi corazón. Pero ahora, al ver que te vas a casar, que voy a tener que ver el resto de mi vida como eres feliz con otro, sé que jamás podrás sentir lo que yo siento por ti y....¡Ah, mierda! Ahora te estoy haciendo sentir mal a ti....Mira Cristina, creo que llevas razón y he bebido un poco de mas. Perdóname por favor... 

-No tienes que pedirme perdón- le dije mientras le dirigía hacia mi para que me mirara a los ojos-. Tu eres como mi hermano Diego, así que no voy a permitir que una tontería enturbie nuestra relación. No quiero perderte... 

Nos quedamos mirando el uno al otro durante unos instantes hasta que Diego opinó que llevaba razón y debíamos volver con los demás. Me quedé absorta el resto de la noche y respondía a lo que sucedía alrededor casi de forma mecánica, sonriendo sin escuchar lo que me decían. Me sentía mal conmigo misma. Yo me había acercado mucho a él en estos años, entablando una relación que sobrepasaba el de la simple amistad, y eso le estaba haciendo daño a Diego que había desarrollado unos sentimientos que yo no podía corresponderle. ¿Cómo podía mirarle a la cara a partir de ahora sabiendo que el verme con su mejor amigo le partía el corazón? Recordé todas las veces que Marcos me besó delante suya, de todas las veces que iba a hacerlo, y del día de la boda en donde el tendría que mirar impasible sin poder decirle a nadie lo que concome por dentro. Estaba triste por él, pero también por mi. No quería perderle. Me gustaban sus puyas, comome hacía reír y sentirme a gustoconmigo misma. Deseaba que poder quedarnos a solas con él, pedirle que no me abandonara, abrazarle,...Por mi mente pasó una imagen que rápidamente me obligué a borrar. ¿Estaba perdiendo la cabeza?  

Eran cerca de las dos y el restaurante cerró. Decidimos volver a casa para descansar y poder empezar mañana nuestras vacaciones. No todos volvimos, y Diego decidió quedarse por los alrededores con la excusa de visitar a ciertos amigos de la zona. Vi evidente que estaba avergonzado y que no quería que lo viese como un perrito degollado. Igualmente su ausencia no me ayudó a despejarme. Evidentemente Marcos notó algo extraño en mi, pero me limité a contestar que estaba cansada por todo el tema del viaje, la proposición,….Noté su decepción cuando llegamos a la cama y vio que no estaba por la labor de celebrar nuestro compromiso sexualmente hablando, pero mis ganas eran nulas. Marcos se durmió rápido, al fin y al cabo había sido una jornada intensa y había bebido una cierta cantidad de alcohol. Sin embargo, en la habitación del final del pasillo podía escuchar como nuestros compañeros de vivienda tenían intención de trasnochar. Los gemidos de Nerea resonaban por el silencio de la noche y mi cabeza no pudo evitar imaginarles. Sentí como empezaba a calentarme poco a poco, olvidando todos los problemas que me rodeaban. Pronto empecé a cambiar la cara de Nerea por la mía, e imaginaba que era yo la que producía esos sonidos de placer. Pero el hombre que veía penetrándome no era ni Marcos, ni Fran, ni ningún famoso de la tele, era Diego. Me sentía mal imaginarme a él y a mi así, su cara acababa apareciendo como flashes de una cámara fotográfica. Finalmente me rendí y cerré los ojos para ver su mirada clavada en mi mientras me follaba, esa mirada de cariño que siempre he visto en él. Me quité la camiseta y mientras mi mano izquierda acariciaba mis pechos, la derechaempezó a buscar bajo mis bragas mi sexo. Nerea llegó al orgasmo mientras Fran la penetraba tan fuerte que oía la cama golpear la pared. Oí a Fran exclamar de placer lo cual supuse como señal de que también había llegado al orgasmo y el silencio se hizo. 

Lamenté perder la banda sonora de mi masturbación, pero ya estaba muy húmeda y no necesitaba de más excitación. A pesar de todo, no llegaba a culminar la faena y el orgasmo se me resistía. Estaba a cien, y hasta tuve la seria tentación de despertar a Marcos para que me follara. Dudo que se hubiera enfadado conmigo en caso de hacerlo. Pero hubo algo que me detuvo. Fueron los ruidos que escuché en la planta de debajo de la casa. Diego había llegado y mi corazón empezó a latir a mil por hora. Ahora mismo solo podía pensar en él haciéndome suya. Sentir no solo su amor, sino su hombría entrando dentro de mí. Todas las habitaciones estaban en el piso superior, por lo que escuché a Diego subir las escaleras en silencio. Yo me quedé quieta, escuchando sus pasos, los cuales pasaron por delante de la puerta de mi habitación. Los pasos se fueron alejando, pero yo imaginabaque la puerta se había abierto, y que yo recibía a Diego con mis piernas abiertas. Él me quitaba las solitarias bragas que llevaba, y me follaba ahí mismo, incluso con Marcos allí al lado. Empecé a gemir queriendo sentir como la lengua de Diego lamía el sudor de mi cuerpo, como su mano agarraba mi pecho, su polla embistiéndome aún con un incrédulo Marcos mirándonos. Notécomo estaba a punto de venirme, pero me detuve. 

No sé por qué se me pasó semejante locura por la cabeza, y por qué, sobretodo, la hice. En caso de ser descubierta mi vida entera podía irse al garete. Marcos me dejaría, Nerea, mi mejor amiga, me dejaría de hablar, Diego perdería a sus prácticamente hermanos,...Todo lo que quería estaría colgando de un hilo, pero lo necesitaba tener dentro de mi y sentir su semen llenando mi entrepierna. Quería oírle decir como me amaba, y decírselo yo también a él. Llegué a la puerta de su dormitorio y la abrí lentamente. Diego seguía despierto y al oírme avanzar giró la cabeza enmi dirección. Nunca olvidaré su cara de asombro viéndome ataviada solo con unas pequeñas bragas. Debido al calor Diego se había tumbado en la cama llevando solounos calzoncillos y sin taparse con ninguna manta, por lo que vi como su erección iba creciendo poco a poco debajo de la tela. No hubo palabras. Me bajé las bragas quedándome completamente desnuda y subí sobre él en la cama. Mi mano se apoyó en su pecho y por primera vez nuestros labios se tocaron. Fue un beso suave, muy tierno. Las puntas de nuestras lenguas jugaban lentamente entre ellas hasta que decidí introducir la mía en el interior de su boca propiciando un beso mucho mas largo. Noté como uno de sus dedos trataba de buscar en el interior de mi vagina, y aunque estuve tentada de dejarme hacer quería hacer disfrutar a Diego, tratar de compensarle por sus años de sufrimiento en silencio y a pesar de todo seguir siendo tan bueno conmigo.Me separé de su boca y mis labios empezaron a bajar por todo su cuerpo. Besé su pecho, sus abdominales, su ombligo, hasta finalmente el plato gordo. Acaricié su pene por encima de loscalzoncillos, mientras lo mordía juguetonamente. Agarré con mis dientes la tela de la prenda y lo bajé. La polla de Diego saltó como un resorte hacia arriba y plantándose delante de mis ojos. Me sentía como los simios de 2001: Una odisea en el espacio cuando encuentran el pilar al comienzo de la película. Debo admitir que hasta sentí mis mejillas enrojecerme. Me sentí muy tonta en aquel momento.  

Mi boca agarró lo primero que tenía a mano, que eran los testículos de Diego. Mi lengua pasó por ellos y subió por todo el tronco de su pene hasta llegar a la punta en donde abrí mi boca y empecé a mamarla con ganas. Sentía el cuerpo de Diego retorcerse de placer y a este respirando con fuerza. Él acariciaba mi cabeza, quitándome el pelo de la cara para mirarme a los ojos. Solté su pene por unos instantes para sacarle los calzoncillos. Me tumbé sobre la cama y seguí comiéndome su polla y sus huevos mientras mis manos bajaban y subían por las ondas que trazaban sus abdominales. Diego era el que recibía el placer de forma activa, pero tener a un hombre abierto de piernas, ofreciéndote su erecto sexo para que hagas con él lo que quieras, me estaba calentando aún más. Fue en parte eso, y en parte miedo a que Diego se corriera antes de poder metérmela, lo que hizo soltará su pene y me lanzará de nuevo sobre su boca para besarle mientras el acariciaba mi cuerpo. Diego agarró mis dos pechos con sus manos y su boca empezó a pasar de uno lamiéndolos. 

-Date la vuelta- Me dijo y yo obedecí sin siquiera pensarlo. 

Nos colocamos en posición de 69 y empezamos a satisfacernos oralmente el uno al otro. Sin embargo fui incapaz de hacer mucho, ya que me gustaba tanto sentir la lengua que tuve que sacarme su polla y jadear agarrada a este como un borracho cuando se apoya en una farola para no caerse. Podía haber seguido dejando a Diego seguir el maravilloso trabajo que estaba haciendo , pero la polla que estaba ante mis ojos era cada vez mas apetecible. Volví a colocarme cara a cara con Mario pero esta vez mirándolo desde arriba. Estaba sentada sobre las rodillas de Diego, y mi mirada recorrió todo su cuerpo, desde su polla hasta sus ojos.Había hecho muchas cosas malas, pero no era comparable con lo que estaba por venir. Aún había marcha atrás, pero mientras estaba así una de las manos de Diego acarició mi pierna con suavidad y eso hizo estremecerme. Ahí fue cuando me di cuenta que en el fondo siempre había querido que esto pasara. Me incliné para darle a Diego un último beso y agarré el pene y lo dirigí al interior de mi vagina. Poco a poco me la fui metiendo, queriendo disfrutar cada centímetro que me penetraba. Cuando terminó de entrarme respiré aliviada. Empecé a cabalgarle lentamente porque no quería hacer ruido, pero mi cuerpo me pedía que no lo torturara más y que empezara a ser follada de verdad por lo que no tardé en montarle fuertemente. Diego sufrió un proceso similar al mío y sus reparos fueron desapareciendo. Sus manos agarraron mi culo y fueron subiendo por mi abdomen hasta estrujarme las tetas. Entre sus caricias y su polla mi orgasmo no tardó en venir, y aunque sentí como venía, no hice ningún intento de reprimirlo. Clave mis uñas en el vientre de Diego y un grito de gozorecorrió toda la habitación. 

Me quedé encorvada sintiendo cada gota de placer que recorría mi cuerpo. Diego se incorporó y nuestras caras quedaron a escasos centímetros. Nos volvimos a besar como queriendo recuperar todos los que nos habíamos reprimido estos años. Su polla seguía firme dentro de mi y yo aprovechaba para frotarme contra ella. Sin apenas dejar de soltar nuestras bocas Diego me tumbó y empezó a bombearme. Cada clavada hacía recorrer un cosquilleo en todo mi cuerpo. Sentí como mis brazos agarraban y arañaban el cuerpo Diego, y como mis piernas rodeaban su cintura, pero sin ningún control sobre mis extremidades. Solo me recuerdo a mi observando la puerta de la habitación mientras cada penetración se clavaba en mi cerebro haciéndome perder cada vez mas lacabeza. Tenía miedo, el corazón estaba apunto de salirme del pecho. Quería poder quitarme a Diego de encima y quitarme este sofoco, pero se sentía tan bien. Diego debió notar esta especie de flaqueza en mi yagarró mi cabeza e hizo que le mirara. Sus ojos....No eran de simple deseo, transmitían amor puro. Hizo sentirme que lo que estábamos haciendo no podía ser malo. ¿Por qué dos personas que se amaban no podían....amarse? Si, había mil razones para no hacerlo, pero solo necesitaba una excusa. Mi segundo orgasmo llegó y sentí como un par de lágrimas caían por mis mejillas. Como si el verme retorcerme de placer fuese la gota que colmase el vaso, Diego empezó a jadear y a amagar con sacar su polla para correrse fuera. Pero no le dejé. Mis piernas no le soltaron, le agarré la cabeza con una mano, y le pedí con la mirada que vertiera todo su semen dentro de mí. Tomaba la píldora, por lo que estaba bastante acostumbrada a que se me corrieran dentro, pero jamás había sentido placer con ello. Pero esta vez, sentir esos chorros calientes dispararse dentro de mi me agradaron a mas no poder. 

Diego y yo nos quedamos tumbados y besándonos. No hubo ningún "te quiero" ni nada parecido, aunque ambos lo pensábamos. Sentía como mi vagina se iba vaciando de fluidos y deseaba disfrutar estos momentos post coito con mi amante, pero sabía que no podía ser. Ya habíamos tentado demasiado a la suerte y decidí levantarme y buscar mis bragas para irme a la ducha y volver a mi habitación. Estaba aliviada de que todo hubiera terminado, pero también deseaba que Diego me agarrara, me tumbara en la cama, y estuviésemos allí toda la noche. Pero nadie dijo nada. Solo hubo silencio, con mas vergüenza que otra cosa.