miprimita.com

Cuernos por Amor (II)

en Hetero: Infidelidad

Marcos me despertó con un “vamos dormilona” y yo le maldecí en mis adentros. Apenas había pegado ojo en toda la noche pero el sueño por fin me había vencido. Decidí ir a darme otra ducha, esta vez para despejarme. No podía creerme lo que había hecho. Ni un amago de infidelidad en todos estos años. Ni un beso tonto, ni un coqueteo, ni siquiera en los primeros meses de relación. Y justo en la noche en la que me comprometo a pasar la vida con él, engaño a mi novio con su mejor amigo a apenas unos metros de él. Sentía que me había complicado una vida que ya tenía resuelta. Probablemente un psicólogo se estaría frotando las manos conmigo diciendo que en el fondo yo quería sabotear esta relación porque le tengo miedo al compromiso. Y puede que sea así porque no se a que persona en su sano juicio se le ocurriría algo como lo que hice. Pero como lo gocé. Era incapaz de imaginarme a Diego mas atrás de esta noche. Cada vez que me relajaba y dejaba de culparme a mi misma sus ojos se aparecían ante mi. Esos ojos que había mirado durante años pero que ayer se recreaban en mi gozando de lo que me estaba haciendo. Al poco rato me abroncaba a mi misma. Me tenía que dejar claro a mi misma que lo que hice estuvo mal. Debía estar molesta, no recrearme de lo que pasó. 

  

Una vez vestida baje al piso de abajo donde todos estaban desayunando. Inconscientemente mi mirada buscó la de Diego el cual me estaba observando desde el principio. Sentí la vergüenza que estábamos pasando en ese momento, pero la mantuvimos por un par de segundos. Marcos me recibió con un beso en la boca y me hizo sitio en la mesa. Me sentí molesta de que Marcos me besara delante de Diego sabiendo que podía molestarle a él. Era ridículo, me fastidiaba mas que mi prometido me besara delante de su amigo que el que este me hubiese follado sin pensárselo dos veces a dos paredes de distancia. 

  

-Habíamos pensado en ir a la playa- Me comunicó Nerea-. Diego se va a ir mañana por la mañana y creemos que estaría bien que nos terminara de enseñar toda la zona antes de que se marche.  

  

No le puse reparos, pero al momento me di cuenta que no sé cuan conveniente sería tener a Diego a mi lado desnudo de cintura para arriba la mayor parte de la mañana. Pero lógicamente no podía decir que no porque mi actitud ya llevaba siendo rara desde la noche, y tampoco es como si fuera a tirarme a los pies de Diego solo por verle con poca ropa.  

  

La casa estaba no estaba lejos de la playa y se podía ir a pie. No nos habíamos levantado muy pronto, por lo que cuando llegamos la playa ya estaba bastante rebosante de gente. Esta no era excesivamente grande y era una zona turística bastante popular, por lo que era bastante normal que esto pasara. La verdad es que para estar así casi que prefería no estar en la playa, y básicamente mi limité a quedarme en bikini y dejar que me diera el sol mientras el resto se iba turnando para ir al agua. Diego hizo todo lo contrario a mi, y si yo me quedé en nuestro sitio este se iba moviendo de un lado para el otro evitando estar a mi lado. Finalmente todos acabamos reunidos alrededor de nuestras cosas, y Marcos que ya conocía de mi ansiedad cuando estoy rodeada de mucha gente, notó mi incomodidad. Me dijo que nos podíamos ir cuando quisiera y que volveríamos otro día que hubiera menos gente. 

  

-La verdad es que los días de diario viene menos gente- dijo Diego- pero esta playa siempre va a tener un nivel similar de gente.  

  

-¿No hay ninguna en la zona un poco mas tranquila?- Le preguntó Fran. 

  

-Si claro, cogiendo el coche podéis llegar a mas de media docena de playas en unos 20 minutos. Ahora mas tarde os enseño en el mapa a donde mas podéis ir. Aunque bueno, tal vez….-Diego se quedó pensativo unos segundos y todos le observamos esperando su respuesta-. No muy lejos de aquí hay una pequeña playa que solo conocen los de aquí. Es decir, es enana, como mucho pueden entrar tres-cuatro grupos como el nuestro. Solo la conocen los que viven aquí porque es imposible de ver desde la carretera. Yo la conozco porque mi hermano y yo ligamos una vez con dos chicas que nos enseñaron el sitio y nos hicieron jurar que no se lo diríamos a nadie. Tengo que reconocer que molesta faltar a mi palabra, pero al fin y al cabo es muy probable que nunca volváis aquí. En fin, como los únicos que la conocen son los de aquí, y esta zona depende mucho de la hostelería, creo que si vamos a esta hora no habrá nadie porque todos estarán preparando comidas y ese tipo de cosas. Igualmente estaría bien que os la enseñara por si os vale para cualquier otro día. 

  

-De acuerdo, ¿vamos ahora?- Dijo Marcos. 

  

-Yo había pensado esto. El sitio puede estar ocupado, y aquí hemos encontrado un sitio, por lo que veo tonto que nos vayamos todos porque al final nos podemos quedar sin nada. ¿Qué os parece si vamos yo y Cristina? Vosotros os quedáis aquí, nosotros vamos a ver el sitio, y si está libre os llamamos y os venís. Y si no lo está, pues Cristina ya se conoce el camino y nos dice que le parece porque si no la pobre se va a quedar sin bañarse todo el viaje. 

  

Joder, ¿por qué me hacía esto? ¿Por qué quería quedarse a solas conmigo? Desconocía sus intenciones y eso me daba miedo. ¿Pero qué otra podía hacer ahora mismo? Me había quejado abiertamente de lo incomoda que estaba, y Diego lo había argumentado todo de forma perfecta. Estaba atrapada entre la espada y la pared, por lo que me puse una camiseta y me vi de camino a la casa con Diego para coger el coche.  

  

-Así que una playa secreta- le dije en tono sarcástico. 

  

-Existe de verdad. ¿Te crees que soy tan estúpido para inventarme algo tan fácil de descubrir? 

  

Me sentí un poco tonta. Él tampoco estaba en una situación como para tomar riesgos como ese, pero por eso mismo no entendía por qué quería que fuera con él.  

  

-La razón por la que he hecho que vinieras es porque creo que deberíamos hablar de lo de anoche. 

  

Supongo que tenía razón, que había que dejar las cosas claras cuanto antes, pero ahora mismo solo quería evitar esta conversación. Es como cuando tienes un examen y tratas de evitar estudiar hasta el último día, como queriendo disfrutar de tus últimos días de libertad. ¿Cómo podía hablar de lo que pasó si ni yo misma sabía que pensar? No quería armar ningún numerito en mitad de la calle, por lo que me metí en el coche. Ninguno nos atrevimos a decir nada, pero pasado un rato Diego volvió a tomar la iniciativa.  

  

-Mira Cristina, lo de ayer fue enteramente culpa mía. Me equivoqué al decirte esas cosas y solo te hice confundir. Quiero que sepas que no tienes que preocuparte. Ni se lo diré a nadie, ni a volver a hablar del tema, ni me volveré a insinuar. No quiero que te sientas mal por una estupidez. 

  

Lo que dijo estaba alejado de la realidad. Si, sus palabras hicieron que me lanzara a sus brazos, pero fue enteramente mi decisión. Yo era consciente de las consecuencias y sin embargo lo busqué. Pero tuve en mi mano cerrar esto. Podía haberle dado la razón, que el aceptara la culpa y tratar de olvidar esto, pero eso me hacía sentirme demasiado mal para aceptarlo. 

  

-¿Lo qué dijiste….Lo dijiste de verdad? 

  

-….Si, lo siento en serio. 

  

-Entonces no tienes nada de que culparte. No tiene nada de malo mostrar tus sentimientos- Diego pareció tratar de decir algo pero continúe hablando-. La realidad es que todo es responsabilidad mía. Había bebido y me dije “¿por qué no tener una despedida de soltera como Dios manda?”. Sabía que no tendrías reparos en acostarte  conmigo y me aproveché. Solo quería echar un polvo, y me hubiese dado igual quien estuviera en la habitación de al lado. Te utilicé. 

  

No me atreví a mirarle, y le solté todo esto mirando a la carretera. Diego guardó silencio por un tiempo hasta que finalmente habló. 

  

-Que triste. Llevo sintiéndome mal por mis emociones durante años y todo por una niñata que no sabe ni lo que es amar. Espero que Marcos nunca descubra como eres en realidad porque este dolor no se lo deseo a nadie. 

  

Me limite a quedarme donde estaba. Esto era lo mejor. Diego me odiaría y jamás podríamos ser amigos de nuevo, pero nadie mas resultaría herido. Ya la había jodido bastante, y quería aceptar este castigo con el cual podía quedarme mas que satisfecha. Diego desvió el coche y aparcó el coche en una pequeña explanada. Abrió la puerta de este y se bajó. 

  

-Voy a mirar a ver si hay alguien en la playa- Dijo con un tono de profundo enfado y cerró la puerta de un portazo. 

  

El rencor de sus palabras me hirieron profundamente. Había sido mi mejor amigo por años y me mataba verle así de furioso conmigo. De repente me di cuenta de que si él era importante para mi, yo lo era para él del mismo modo. Y desde su punto de vista yo le había traicionado, me había burlado de sus sentimientos sabiendo que no podía hacer nada para defenderse. Pero no era cierto. ¿Cómo iba a ser Diego como uno cualquiera? Jamás me había planteado una infidelidad, pero él había despertado sentimientos en mi que me hicieron desear dejar de ser la mujer de Marcos y ser solo suya. Sentí como las lágrimas caían sobre mis rodillas y trate de secarme con una camiseta. En apenas 24 horas había jodido a los dos hombres que amaba, aunque con el consuelo de que al menos uno de ellos no lo sabía. Las puertas del coche se abrieron y Diego se asomó. 

  

-No hay nadie, así que cuando qui...Oye, ¿estas bien?- Me dijo al verme con los ojos llorosos.  

  

-Si...No, no pasa nada- articulé como pude. 

  

Diego dio la vuelta al coche, abrió mi puerta y me hizo ponerme en pie para abrazarme. 

  

-Eh, eh, escuchame. Soy un imbécil, ¿de acuerdo? Todo esto es culpa mía y no voy a dejar de que te atormentes. Haremos como si nada hubiese ocurrido, te lo prometo- pero sus palabras lo único que lograron es que terminara de romper a llorar-. No por favor Cris, no llores. Insultame, odiame, no me hables, pero por favor no llores. 

  

Trate de frenar mis lágrimas y abracé con fuerza a Diego. 

  

-¿Por qué eres tan bueno conmigo? No me lo merezco. 

  

-Oye, los dos podremos equivocarnos, pero somos amigos, y siempre nos apoyaremos para arreglar cualquier situación, ¿vale? Superaremos esto creeme. 

  

Estas palabras terminaron de calmarme. 

  

-Gracias Diego- Y alcé la cabeza para atreverme a mirarle a la cara por primera vez desde que nos separamos al grupo. 

  

Nuestras miradas se cruzaron y pude sentir el cariño de Diego en ella. No podía perderlo, me moriría si eso pasaba. Quería besarlo, pero la parte racional de mi cuerpo que aún seguía activa me bloqueo por completo. 

  

-Ve bajando si quieres- Me dijo haciéndome salir del trance-. Es todo recto. Yo voy a llamar al resto por teléfono para decirles por donde tienen que venir. 

  

Acepté lo que me dijo y me puse camino a la playa la cual estaba a apenas 20 segundos de nuestra posición bajando una pequeña cuesta que, como nos había dicho Diego, la ocultaba de la carretera. Realmente era muy pequeña y solo debía de haber unos 15-16 pasos desde que comenzaba la arena hasta el agua. Decidí que necesitaba refrescarme un poco y me limpié la cara con la camiseta para posteriormente quitármela y dejarla en el suelo. Caminé hasta el agua y dejé que me mojara los pies. Me quedé mirando al horizonte pensando en lo que estaba haciendo. Había estado tratando de convencerme de que Diego no podía significar lo mismo que había significado Marcos todos estos años. Quería que fuese solo un muy buen amigo con el que había tenido un estúpido desliz, pero cuanto mas me abría entre los sentimientos de Diego, mas veía que los míos eran similares. Era como si mi yo hubiera bloqueado durante años estas sensaciones porque era imposible que algo pasara, pero que al verme correspondida se habían desatado dentro de mi. ¿Cómo iba a poder ignorar esto ahora? Debí de quedarme demasiado inmóvil en esa posición durante un rato porque Diego se acercó a mi preocupado. 

  

-Oye Cris, ¿seguro que te encuentras bien?- Me dijo mientras me ponía una mano en mi hombro. 

  

-Si...Tranquilo- Dije ocultando el nerviosismo de tenerle detrás mía.- ¿Has...has hablado con los demás? 

  

-Si, ya les he dicho donde estamos. Lo único difícil es saber donde está el lugar exacto, pero he dejado el coche en un sitio visible, así que nos encontrarán. Cálculo que en media hora estarán aquí. 

  

Se hizo el silencio por unos segundos ya que ninguno sabía que decir. Diego hizo amago de quitar su mano de mi hombro pero se la sujeté con mi mano izquierda. Fue algo casi instintivo. Sabía que una vez podía ser considerado un error, podría intentar superarlo, pero que si lo hacía otra vez sería declarar que esto no había sido solo un rollo de una noche. Pero lo hice, y si no hubiera pasado en ese  momento hubiera ocurrido cuando se presentara la oportunidad. Mi mano acarició la mano de Marcos y sentí como él se acercaba un poco a mi aceptando mi invitación. Su cabeza se inclinó hacia delante y me empezó a besar el cuello suavemente. Yo cerré los ojos disfrutando cada contacto de sus labios contra mi piel mientras mi mano libre se iba hacia atrás en busca de su polla, que ya estaba dura dentro del bañador. La empecé a masajear por encima de la tela y pronto empecé a escuchar a Diego exclamando de placer al lado de mi oído. Su mano soltó mi hombro y empezó a buscar dentro de la zona baja de mi bañador. Esta empezó a acariciar mi sexo para luego ir introduciendo sus dedos dentro de mi. Su otra mano se metió dentro mi sujetador e hizo lo propio con un de mis pechos y su pezón. Yo peleaba desde mi posición de desventaja por sacar su polla de su prisión. Sentí un extraño placer de volver a agarrar su aparato y de masturbarlo sabiendo el placer que le estaba generando a Diego. 

  

No sé si porque no pudo aguantar más, o por miedo de que el resto llegara y nos pillaran in fraganti, Diego me tiró sobre la arena, o mas bien sobre el agua, ya que estábamos en la orilla y el agua cubría el suelo sobre el que estábamos. Noté el ruido de Diego desvistiéndose de su camiseta y del bañador mientras yo esperaba ansiosa a cuatro patas que me follara. Diego se puso de rodillas y empezó a bajarme las bragas.  Yo levanté las rodillas para que pudiera quitármelas del todo y ahí me quedé, ofreciéndome para que hiciera conmigo cuanto quisiese. Pensé que me penetraría sin mas, pero Diego empezó a pasar su lengua por mi raja matándome de placer. Si quería tenerme caliente, lo había conseguido. Pronto paró como si solo hubiese querido catar mi coño y su pene empezó a entrar en mi. Si la noche anterior todo había sido mucho mas relajado, lo de este día en la playa fue puramente sexo. Nunca había follado sin haber mirado a mi compañero al menos una vez, pero aquí lo único que tuve a mi vista fue el mar y los bufidos de Diego a mi espalda. Bueno, eso, y una polla que cada vez que me atravesaba me mataba de gusto. Las pequeñas olas nos golpeaban constantemente, pero de vez en cuando llegaba alguna mas fuerte que nos empapaba por completo. El sabor a agua salada me hacía recordar que este era un sitio público, que podíamos ser vistos por cualquiera no solo por Marcos y los demás. Jamás hubiera pensado en hacer algo así y ahí estaba. Tanto deseaba ser follada por Diego una vez mas que es que ni me lo plantee, y poder expresar abiertamente mi orgasmo en vez de intentar reprimirlo por pudor como hice la noche antes, lo hizo mucho mas intenso y uno de los mejores que recuerdo. 

  

Marcos me acompañó en mi orgasmo unos 40 segundos después. Este sacó su pene de mi vagina lo más rápido que pudo y empezó a eyacular sobre el agua de debajo de mi estómago. Ambos nos tumbamos y por primera vez desde que nos separamos en el coche nos miramos a los ojos. Los dos sabíamos que esto era mas que un simple rollo, pero ninguno parecía atreverse a decir nada. Nos empezamos a poner en pie y al apoyarme en el suelo estuve a punto de tocar el semen de Diego que empezaba a irse con la marea. 

  

-Tomo la píldora, así que la próxima vez no…

 

 

Me corté. ¿Cómo que la próxima vez? ¿Mi cerebro había perdido toda clase de filtro? Diego pareció notar que estaba arrepentida de mi comentario y lo dejó pasar. El resto llegó como estaba previsto y al día siguiente Diego se marcharía en sus propias vacaciones. Decidí poner tierra de por medio y me limité a ver a Diego cuando quedábamos en grupo, pero nunca le llamaba ni le mandaba ningún mensaje, y él hizo lo propio conmigo. Así, por un tiempo, parecía que esta historia quedaría cerrada y cada uno nos limitaríamos a vivir con nuestra vergüenza.