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en Voyerismo

Siempre he sido voyeur, bueno, supongo que no desde el minuto uno de mi existencia, pero desde que yo recuerde que descubro el placer del sexo, una parte importante para mí es la obsesión por espiar la intimidad de las chicas que me rodean.

Cuando llevaba solo un par de años siendo novio de la que ahora es mi mujer, me invitaron a pasar una semana santa en su casa del pueblo. Fui encantado aunque por desgracia no podía dormir con ella, iba toda la familia y no era plan. En una habitación dormían mi mujer y su hermana, un par de años menor que ella. En otra habitación sus padres y en la tercera el hermano mayor y yo. Este hermano tenía en ese momento unos 27 años, 25 mi novia y 23 por lo tanto su hermana.

Creo que no hace falta ni decir que desde que conocí a la hermana tenía en mi cabeza la idea de espiarla y por supuesto vi que era la ocasión perfecta así que desde que llegué a la casa empecé a idear cómo hacerlo. Las posibilidades eran su dormitorio y el baño, y no tenía por qué ser sólo una de las dos, pero en seguida me di cuenta que era mucho más fácil la habitación, pues sólo tenía una ventana que daba a un pequeño patio.

Una vez que estaban casi todos fuera y sólo mi novia y sus padres viendo la tele, dije que me iba al baño y fui discretamente a su habitación, con un pequeño destornillador hice un agujero en la persiana, un truco que ya había usado con otras vícitimas, y esperaba que esta vez me diera resultado con mi cuñada.

La primera noche que salimos por el pueblo, conseguí que mi novia y yo volviéramos no muy tarde a casa, lo suficiente para que sus padres estuvieran dormidos ya pero esperando que fuera pronto aún para que hubiera vuelto su hermana. En efecto, todo iba como pensaba, sus padres dormían y entramos silenciosamente para no despertarlos. Con la excitación la estuve metiendo mano y me la quería follar en esa casa por primera vez pero ella siempre ha sido muy miedosa y no quería que se despertaran los padres y se encontraran con el panorama, así que me dijo que fueramos a dormir ya. Asentí e hice como que iba para mi habitación pero en cuanto oí su puerta fui al patio a probar mi invento.

Estaba a oscuras el patio, solo salía luz del agujero de su persiana, y acerqué el ojo con la misma excitación que tengo siempre cuando hago estas cosas. Mi novia estaba justo levantándose el vestido y se lo sacó, quedando ante mi vista en sujetador y bragas. Evidentemente no era la primera vez que la veía así, pero hacerlo sin que ella lo supiera le daba un morbo especial. Luego se desabrochó el sujetador y liberó sus pechos que tanto me gustan, luego se puso el pijama y se metió en la cama.

Fui a la habitación a pajearme y luego hice esfuerzos para no quedarme dormido. Una hora después, más o menos, oí la puerta y mi respiración se aceleró, deseaba volver a oir la puerta de su habitación para ver al fin lo que tanto deseaba pero fue la mía la que se abrió: era su hermano, ¡mierda! Me hice el dormido, no tenía humor para hablar con él. Para colmo, sólo unos minutos después volví a oir la puerta, evidentemente su hermana.

Maldije mi suerte e intenté dormirme, pero me llamó la atención que nada más oir la puerta de las chicas, noté que mi cuñado salía de la habitación. Tuve un presentimiento y salí con mucha cautela para encontrarme lo que me temía. En el patio estaba el hermano mayor con su cabeza pegada a la persiana. Volví a la cama muy preocupado, ¿sabría él que yo había hecho el agujero? me daba miedo enfrentarme a esa pregunta, pero nunca me la hizo. Por otra parte me resultaba trementamente perturbador ver como mi cuñado espiaba a su hermana y sobre todo temía que pudiera hacer lo mismo con su otra hermana, mi novia.

Me resultó tenso notar como volvía  la cama después de haber visto lo que yo quería ver, y esperé a tener más suerte las siguientes noches. Sin embargo la siguiente llegamos más tarde que ella, volví a espiar a mi mujer y veía que su hermana dormía, por desgracia con las piernas tapadas por una sábana.

La tercera noche al fin fue la mía, volvimos los primeros y volví a espiar a mi novia. Ya en mi habitación sonó la puerta, yo había apenas empezado a masturbarme, debían de haber pasado cinco minutos nada más, me asomé sigilosamente a la puerta y era ella, mi pulso aceleró inmediatamente. Salí ya antes de oír su puerta, no quería perderme nada, y por poco me pilla pues salí al pasillo en cuanto entró a su habitación, menos mal que no miró para atrás al cerrar. Me abalancé lo más silenciosamente que puede al patio y acerqué el ojo a la persiana.

Mi cuñada, de pie, hablaba con mi novia, tumbada, que llevaba sólo una camiseta y bragas. No tenía prisas por desvestirse pero yo sí, temiendo que apareciera el hermano. Al fin empezó a desabotonar la blusa que llevaba, y yo que tanto la deseo pero que nunca la había visto ni con escote pues entonces nunca usaba a pesar de sus magníficas tetas la vi en sujetador y casi me caigo para atrás. Luego se quitó los pantalones, usaba bragas como su hermana, no son mucho de tangas por lo que ví, pero eran de encaje y pude apreciar su culito cuando se giró para coger la camiseta que usa para dormir. La situación era un sueño hecho realidad para mí, pero el momento de echarse las manos a su espalda para desabrocharse el sostén para luego dejarlo caer y enseñarme sin saberlo sus impresionantes tetas es el que no olvidaré jamás. Me corrí sin apenas tocarme, en los pantalones así que me metí rápido en el baño sin esperar ni a ver cómo se ponía la camiseta y me di una ducha.

Noté que se abría la puerta un poco, fantasee con que me espiaba la hermana, pero al salir y ver que el hermano ya estaba en la habitación supuse que habría sido él esperando ver a una de sus hermanas. Aunque estaba excitado con lo que al fin acababa de ver me pregunté si no habría hecho este tipo de cosas ya con mi novia y me jodió pensar que su hermano fuera tan voyeur como yo.

Las vacaciones hubieran sido perfectas pero lo que pasó la última noche me dio mucha rabia. Esta vez salimos todos en pandilla y volvimos los cuatro a la vez, di por hecho que simplemente cada uno a su habitación y esa noche no habría espectáculo para nadie pero me dijeron que no tenían sueño, que por qué no jugábamos los cuatro a un trivial. He jugado muchas veces con ellos aunque en ese momento no me apetecía les dije que vale. Lo malo es que dijeron las chicas que primero iban a ponerse el pijama y mi novia me ordenó que me diera una ducha inmediatamente, pues antes un primo patoso suyo me había tirado un cubata por encima y decía que apestaba. No me apetecía nada meterme en la ducha mientras ellas se iban juntas a desnudarse pero ella me dejó en el baño con la muda y no supe qué excusa poner.

Abrí el grifo de la ducha, muy cabreado, y con sigilo abrí la puerta para husmear. No fallaba, en el patio, el hermano tenía la cabeza pegada a la persiana de sus hermanas. No tenía valor de evitar que mirara a mi mujer así que me metí en la ducha muy enfadado y extrañamente excitado sabiendo que mi cuñado estaba viendo las tetas de mi novia, de las dos a la vez en realidad lo que sería una gozada para mí también ver.

Cuando salí de la ducha estaban las dos en el salón, sacando el juego, las dos con camiseta larga y sin pantalones. Una imagen muy erótica para mí pero era insuficiente comparado con lo que tuvo que ver el que aún no salía de nuestra habitación y ya me imaginaba yo qué estaría haciendo.