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Mi amiga y su novio me usaron en la montaña

en Trios

Me gusta ir de compras con Laura, probarnos ropa y hablar de nuestras cosas; estando con ella, cuando la miro, me dan ganas de besarla. Su pelo negro siempre lo lleva recogido en una trenza muy larga, que me vuelve loquita. Estando con ella, a veces, imagino que su trenza roza mi sexo; pero solo son fantasías; no le va el sexo con mujeres. Laura es muy buena amiga, confiada y leal; también tiene mucho carácter; sabe dirigir a todo el que la rodea. Laura sabe que yo soy bisexual, pero nuestra amistad es más importante que nuestra sexualidad. Sergio, su novio, es un muchacho muy correcto y divertido. Sergio es muy atractivo y tiene muy buen tipo, hace natación, "y tiene unas espaldas espectaculares". Un detalle de él, que me excita mucho es que siempre se le nota su bulto en el pantalón, siempre, "como si "su cosa" nunca menguara".

Algunas veces voy con ellos al cine y luego cenamos los tres. Esas tardes de paseos, de cine y de conversaciones profundas nos han unido mucho en los últimos meses. Los tres hacemos la misma carrera universitaria, lo que hace que nos veamos a diario y la confianza cada vez sea mayor.

Últimamente, Sergio se pone nervioso cuando me ve llegar en minifalda (es mi prenda favorita), me mira los muslos disimulando, de un modo casi instintivo. Yo soy muy coqueta, "tanto que me visto frente al espejo", ensayando como sentarme para mostrar mis muslos, pero sin que se me vean las bragas. Mi melena pelirroja siempre la llevo suelta y siempre muy limpia.

Antes Sergio no se fijaba en mí, "o yo no me daba cuenta"; Laura lo nota también, pero no se la ve disgustada o preocupada; no es una chica celosa.

Laura es una morena espectacular, su piel es más oscura que la mía, "claro que siendo pelirroja cualquiera tiene la piel más oscura que yo". Su larga trenza hace juego con su figura; "parece una amazona recién bajada del caballo": cintura estrecha, hombros amplios y un trasero impresionante; ese "culazo" siempre lo lleva "embutido" en unos vaqueros que realzan su metro ochenta de belleza, ella es unos diez centímetros más alta que yo.

Que Laura no sea bisexual, como yo lo soy, no es obstáculo para que tengamos confianza íntima, la tenemos y mucha; tanta que nos desnudamos juntas para cambiarnos de ropa, "incluso la ropa interior". Me habla estando ella desnuda; sabe que excita y creo que le gusta sentirse deseada por mí.

La confianza que tenemos es máxima, tanto que nos arreglamos el vello púbico la una a la otra. Laura tiene un chochito de pelos negros precioso, yo en cambio le doy menos trabajo, porque mi vello es más escaso y en los labios casi inexistente; esos momentos íntimos me encantan y, me da mucho morbo poder tocar su sexo sin ir más allá.

A Sergio le encargaron cuidar una casa en la montaña en ausencia de su dueño. Laura habló conmigo y me dijo que pasarían allí el fin de semana, que les gustaría que los acompañara; dije que sí, me encanta la montaña y, me excitaba ir con ellos, los dos son mis amigos y los dos deseados por mí.

La casita estaba en la parte más alta de la cordillera, preciosa, solitaria; hecha de piedras y madera, de dos plantas, pero muy pequeña y coqueta. Era estupendo escapar del calor, que el fin de semana pasado fue sofocante, como este.

Mi dormitorio era precioso, muy luminoso, el de ellos un poco más grande; solo estaban esas dos habitaciones en la planta de arriba.

Laura me propuso dar un paseo mientras Sergio jugaba en el portátil.

Subiendo un repecho Laura me alzó la minifalda y me dio un azote en el culo; no fue fuerte, ni tampoco me dolió; pero sonó como una palmada. La miré y le dije:

_ Laura, ¿y eso?

_  Marga, no me he podido resistir, tenía ganas de darte un cariñito.

_ Laura, al final me pedirás sexo, tanto decir que no y que no, chica.

_ No creo Marga, pero en cualquier caso eso no me preocupa; lo que me preocupa es Sergio.

_  ¿Porque te preocupa Sergio Laura?

_ Marga, porque no lo noto tan enamorado de mi como antes, solo cariñoso. Se queda mirando a otras mujeres con deseo, pero eso no me molestaría si me quisiera igual, pero no es así.

_ A mí me ha mirado un poco últimamente, no le había dado importancia Laura, la verdad.

_ Lo se Marga, me he dado cuenta que te miraba, pero no te preocupes.

 _ Laura conmigo estate tranquila, que no te lo quiero quitar, "aunque está muy bueno", pero te quiero más a ti; eres mi antojo inconcluso Laura.

_ También lo sé, y no sé porque, pero me gusta saber que me deseas. Tú no eres un problema, eres mi amiga, el problema es el. Sergio me confesó el otro día que con veinticuatro años y un cuerpo de adonis era virgen antes de follarme a mí, ¿qué te parece?, increíble verdad, si todas piensan que se habrá cepillado a muchas, pero no, qué te parece Margarita.

_ Pero, ¿eso no es malo Laura?, mejor para ti, ¿no?

_ Pues no Marga, no es mejor, porque dice ahora, que después de sentirse tan bien follando conmigo; "es como si hubiera despertado al sexo" y desea probar con otras antes de atarse a una sola mujer, que no sabe qué hacer, y yo tampoco Marga, y estoy algo triste pensando que en cualquier momento por probar, se lo va a llevar otra fresca.

Continuamos caminando en silencio un rato, ella con su preocupación y yo pensando cómo ayudarla; "una luz se me encendió y lo vi claro" y se lo dije, abiertamente:

_ Laura, creo que sé la forma de atarlo a ti.

_ Si, ¿cómo Margarita?, que se te habrá ocurrido, verás tú.

_ Escúchame atentamente y sin interrumpirme, por favor: Laura, a los hombres les atrae mucho estar con más de una mujer, lo sé por experiencia; pero más aún estar con dos a la vez, eso también lo sé por experiencia.

_  ¿Por experiencia Marga?, tu eres una caja de sorpresas, pero sigue, que me gusta oírte, suena bien.

_ Laura, otra debilidad de muchos hombres, aunque pocos lleguen a conseguirlo, por no atreverse o por falta de ocasión es acostarse con dos mujeres que se den placer entre ellas a la vez; eso los vuelve locos, y es una de sus fantasías más reiterativas.

_ ¿Tú crees?

_ Estoy segura, lo sé por experiencia y más de uno me lo ha contado.

_Y dime Marga: ¿crees que algo así calmaría su deseo?, o solo lo acrecentaría más.

_ Depende del hombre Laura, un hombre que no desea compromiso podría empezar y no parar, pero alguien como Sergio, que te quiere y que solo está falto de experiencias, creo yo que lo que necesita es un empacho de sexo, después tu amor lo llenará de sobra; pero no te lo puedo asegurar, la vida es un misterio Laura.

_Pongamos que te doy la razón, que me propones que haga en ese sentido chica, ¿tú estarías dispuesta Marga?, contigo no me sentiría "atacada" por otra; ¿es eso Marga?

_ Si Laura, eso es; y esta casita en la montaña es la ocasión ideal.

_ Me pongo nerviosa de pensarlo, pero, me excita, también probar las dos. ¿Sabes una cosa Marga?

_ Dime mi morena guapa.

_ Lo que me hacía no querer probar con chicas era temor a que me gustara, cuando te toco me siento bien, sé que "no me dará asco besar tu sexo", pero me da vergüenza decírtelo, "mira que colorada estoy".

_ Entonces Laura, ¿te atreves a que lo hagamos los tres?

_ Si Marga, me atrevo, pero con una condición.

_ La que tú quieras Laura.

_ Pues que tomes tú la iniciativa, yo te dejaré hacer, pero que Sergio no sepa que lo hemos hablado y si se mosquea por pedírselo que sea contigo, ¿vale mi pelirrojita?

_ Vale Laura.

Llegamos a la cabaña y Sergio había preparado la comida, ya eran las dos de la tarde. Dijo Sergio:

_Venga, vamos a comer, qué habéis tardado mucho.

Desde luego Sergio podría ser cocinero, todo estaba buenísimo; que el dueño de la casa hubiera dejado la nevera llena había sido estupendo.

La primera noche no quisimos llevar a cabo nuestro plan, preferíamos esperar  al día siguiente para que fuera algo no forzado. Yo dormí sola  y, escuché como Laura y Sergio hacían el amor en la habitación de al lado; en el silencio de la noche en la montaña, su cópula sonaba mucho, era como si lavaran la ropa en una piedra del rio, "chapoteando". Ese ruido como de ropa mojada tras la pared de madera, hizo que se me acelerara el corazón y se me pusiera empapado el chocho; me tuve que frotar hasta correrme mientras los escuchaba. Fue muy excitante espiar involuntariamente el sonido de sus fluidos.

El día siguiente fue decisivo: Laura propuso, como yo le había pedido, utilizar la sauna que había en el exterior, Sergio encendió la caldera y los tres nos acomodamos a la vez. Era una sauna pequeña, y solo tenía un banco de madera. Entramos solo con una toalla cada uno, como es habitual. La temperatura estaba en los setenta grados, Laura echaba agua fría de un cubo sobre las paredes calientes de madera, provocando una nube de vapor.

Sergio estaba a mi lado, Laura al otro lado de él. Sudábamos mucho; Laura comenzó a acariciar los firmes muslos de Sergio y su pene empezó a levantar la toalla. Laura se quitó su toalla y dio un tirón de la mía dejándome desnuda, después dijo a Sergio:

_Venga Sergio, no seas antiguo y quítate la toalla, un poco de nudismo con este calor sería lo ideal, verdad cariño. Sergio respondió:

_ Me parece genial, me encanta el nudismo, si a Marga no le importa que me desnude yo también.

_ No me molesta Sergio, al contrario, deseaba verte el pito _dije con simpatía.

Se puso muy colorado mirándonos a los dos alternativamente, después se puso de pie y se desató la toalla y se la quitó. Su pene era muy grande y muy bonito, clarito; su glande era muy gordo, parecía una pequeña manzana. Lo deseé. El vio mi deseo y su miembro se tensó más, después se sentó otra vez, con el estandarte tieso.

El pene de Sergio estaba a diez centímetros de mi muslo, yo no podía dejar de mirárselo, me levanté y le hablé a Laura al oído, después ella salió y yo le dije a Sergio:

_ Sergio, anoche escuché como follabais y me empapé, ahora me gustaría chupártela, si me dejas claro.

_ Joder Marga, lo estoy deseando desde hace tiempo, pero Laura puede volver de pronto.

_ No te preocupes, le he pedido permiso a ella.

_ ¡Que le has pedido que!, a ella, ¿y qué te ha dicho?

_ Que la excita mucho que yo conozca el sabor de tu pene, que decidas tú.

_ Joder, ¿eso te ha dicho?, ¡coño que chorra tengo!; Si, Margarita, por favor pelirrojita, chúpamela, venga no tardes por favor.

Sergio separó los muslos, sentado en el banco de madera; mostrándome, de forma obscena su pene erecto. Me puse de rodillas delante de él, agarré su pene con mis manos, rodeándolo por la base, mientras con mi lengua daba pasadas a su glande cubierto de vapor. Un olor conocido a hombre me embriagó, extendí mi mandíbula y conseguí rodear su pene con mis labios, atrapando todo el glande dentro de mi boca. Con mi lengua, en el interior de mi boca, acaricié el frenillo de su polla como si fuera la cuerda en tensión de un violín, varias veces, me gustaba su sabor. Al tiempo agarré sus huevos con una mano y no me cabían en ella, "se me salían por los lados". Le marqué un poco mis dientes en la polla, era mío; entonces dijo el:

_ Margarita, preciosa pecosa, ¿cómo sabes chuparla tan requetebién putita pelirroja?

No le contesté, no podía hablar con mi boca llena de él, bajé mi mano derecha y con mis largas uñas arañé su culo y sus huevos, que bueno estaba Sergio, como me gustaba su sabor. De pronto, y tras acariciar mi melena roja me sacó su gran pene de la boca y me dijo:

_ Marga, no te muevas, quédate cómo estás.

Me rodeó, se puso detrás de mí y me dijo:

_ Marga, agacha la espalda y alza bien el culo, anda putita.

Alcé mi culo al aire, exponiéndolo a él, aunque no me gustaba su vocabulario, se estaba volviendo soez. Mis cachetes estaban temblando y mi sexo y mi ano estaban dilatados, relajados y distendidos esperando a que me tomara.

Sus manos rodearon mi cintura, desde atrás, con fuerza, apretando mis riñones. Sentí su lengua jugar con mi ano y con mi coño después. Me quería morir de gusto, me dio como un tic nervioso en el ano que se me abría y se me cerraba feliz de dejarme hacer por él. Se recreó de nuevo en mi ano, sentía su lengua colándose en el agujerito de mi culo, que dejó de contraerse con espasmos y se me abrió como si deseara que el mundo entero entrara por él.

Me sodomizó como un experto, primero me metió la punta y mientras me acariciaba la espalda no la metió más. Sentir su pene taponando mi culo hizo que se me abriera más, tanto como si me fuera a romper; "entonces me la coló entera". Me sentía llena y feliz, Sergio la comenzó a mover y mi vientre parecía que se llenaba, no se la medí, pero a ojo calculo que me había introducido unos veinticinco centímetros de polla en el ojo del culo, ¡que me entraron bien!, eso me gustó. Me sacó el pene se lo lavo en el cubo de humedecer la madera y luego me la acercó otra vez a la boca y se la comenzó a menear frente a mí, como un animal, ni se veía su pene de la velocidad. Su frente sudaba y sus pupilas estaban abiertas como las de un halcón. Abrí mi boca todo lo que pude, siguiendo su pene en los movimientos, poniendo mi oquedad a merced de su semen, deseaba saborearlo, tragarlo; sentir su calor y su sabor.

Se corrió dando un grito gutural, algo primitivo; no pude ni pensar, un chorro de semen caliente inundó mi boca y lo sentí bajar por mi garganta, "caliente como el fuego", que rico, que dulce lo que derramó en mí su gran miembro; me dijo:

_ Perdóname Marga si he sido rudo de más, pero desde hace tiempo soñaba con tenerte.

_ Que voy a perdonar "don Juan", si me ha encantado, me has abierto; muy rico Sergio, yo te deseaba también.

Salimos de la sauna, yo me metí en la ducha; estaba sudando y el culo me ardía.

En la cena estábamos en silencio, Laura dijo:

_ Cariño, estas muy callado, ¿cómo te ha ido con Marga?, ¿te lo ha hecho bien?

_Muy bien cariño, gracias por dejarla cuando te lo pidió, eres especial; me siento extraño pero muy feliz, nunca habría pensado que me pasara algo tan morboso; entonces dijo Laura:

_ Sergio, me alegra que te haya gustado, a mí no me ha molestado, al contrario, me ha excitado. Marga es especial para mí.

_Gracias cariño _dijo Sergio y Laura contestó:

_ Sergio, yo deseo que tengamos algo cariñoso entre los tres, cariño; ¿te apetece que duerma esta noche Laura con nosotros?, y que nos lo hagas a las dos a la vez, si Margarita quiere claro.

_ Me parece estupendo cariño_ dijo Sergio mirándome henchido de deseo y de una arrogancia no expresa pero visible en su expresión; él me preguntó:

_ Marga, seré muy cariñoso, ¿te parece bien?, ¿quieres tú también?

_ Sera algo muy bonito Sergio, que nos lo hagas a los dos _dije ilusionada y muy excitada.

La tarde pasó tranquila pero había tensión en el ambiente. Vimos una película y dimos un paseo disfrutando del fresco del atardecer allá en la montaña, un contraste muy grande con el calor que habíamos pasado solo dos días antes en la ciudad.

Laura se dio un baño caliente, dejó la puerta abierta y me llamó al acabar. Llegué y se estaba secando el pelo, desnuda, con su cuerpo moreno y escultural, precioso. Su pelo estaba suelto y le cubría media espalda; me dijo:

_ Marga, hazme la trenza, con esmero, que esta noche seré para ti, esta noche no me preguntes nada, haz lo que te apetezca conmigo; si algo no me gusta, mañana te lo diré.

Era noche cerrada y allá en las cumbres el viento comenzó a soplar. Llamé a su puerta y entré. Estaban los dos desnudos en la cama, arropados por una sábana a la altura de los pechos de Laura, viéndosele un pezón duro como un guijarro. El pene, el gran pene de Sergio, estaba haciendo aparición ante nuestros ojos y, bajo la sábana estaba levantando la blanca tela; como un fantasma echando a volar. Me dijo Laura:

_ Marga, preciosa; desnúdate y mete aquí ese precioso conejito pelirrojo.

Me quité la minifalda y la blusa; me bajé mis braguitas de encaje color rosa y las dejé en una silla, luego me desprendí del sostén dejando a la vista mis grandes, pecosas y blancas tetas.

Caminé despacio hasta su cama, mientras me miraban los dos con la sola luz de la luna, que entraba por el gran ventanal, adquiriendo mi cuerpo blanco tonos azulados. Mi sexo me lo había recortado a los lados más que otras veces y solo me había dejado un centímetro mi vello pelirrojo en el centro del pubis. Mi sexo se empezó a humedecer al meterme en la cama entre los dos y sentir el calor de sus cuerpos rodeándome. Sergio me besó en la boca, Laura me mordió el lóbulo de la oreja derecha y yo con una mano agarré el enorme pene de Sergio, que estaba tan duro como el mármol. La mano de Laura se paseó por mis pechos estrujándolos, Sergio quitó la sábana de golpe y la tiró al suelo.

Desde los pies de la cama, Sergio aproximó su boca a mi carnoso sexo, abriendo mis piernas hacia los lados con sus fuertes brazos, tanto que mis labios menores se despegaron el uno del otro, unidos como estaban por mi humedad íntima. Su lengua daba pasadas desde mi ano hasta el escaso vello de mi pubis, en el cual mordisqueó como un perro que le picara. Le dije a Laura:

_ Preciosa, Laura, siéntate en mi cara de espaldas, mirando como tu novio me come el coño, por favor _Sergio dijo:

_ ¿Vosotras lo hacíais juntas ya antes? _Le dije yo:

_ Es la primera vez, con ella, lo he hecho con otras, pero hoy quiero que sepa disfrutar  de otra mujer _Dijo Sergio:

_ Me gusta eso, "que gusto chicas", ¡cómeselo Margarita!, cómeselo bien a mi novia.

Lo hizo al instante, golpeando mi cara con sus grandes y duros cachetes mientras buscaba la postura, descansó su sexo entre mi nariz y mi boca; ¡uuunnn!, su sabor cálido y muy ligeramente salado era una delicia, su humedad era muy fluida y nada peguntosa, sus labios internos se desplegaron contra los labios de mi boca, los cuales los atraparon sin que usara yo los dientes. Mi lengua se paseaba por toda su raja sintiendo como mi saliva arrastraba y alisaba los negros pelos de su gran coño; ella era mi anhelo y mi deseo. Se lo chupeteé hasta que su interior estaba todo afuera, como una flor abierta. Sergio me devoraba el chocho muy fuerte, mordiendo mis abultados labios mayores, que animal. Mordía yo a la vez el culo de mi morenaza, mientras ella saltaba sobre mi cara, diciendo solo a, a, aaaauuu.

Sergio se puso de rodillas en la cama y dijo, venga, chupármela las dos a la vez por favor.

_ Si Sergio _dijimos las dos como sincronizadas.

El pene de Sergio brillaba con la luz de la noche, mirando hacia arriba y con las venas muy visibles. Laura desde el lateral izquierdo comenzó a absorberle un testículo, atrapándolo con sus labios y tirando de él hasta extender su bolsa escrotal; yo le agarré el otro huevo con mi boca he hice lo mismo. Sus dos testículos se alejaron el uno del otro unos segundos, mientras nosotras los chupeteábamos, cada una uno, como si fueran unos caramelos.

La lengua de Laura comenzó a ascender por aquel enorme  miembro y yo por el flanco derecho hice lo mismo. En el tronco de su polla se encontraron nuestras lenguas, yo, con mi larga lengua, comencé a jugar con la lengua de Laura y con la polla de su novio a la vez; mientras hacía eso miraba hacia arriba encontrando la mirada de Sergio muy excitado. Dejé su polla y comencé a comerle la boca a Laura, mordiendo sus labios con deseo, le di lametones en las mejillas también.

Después Laura se metió en la boca aquel enorme tronco y movió la cabeza como una zorra caliente, se lo quería comer, yo me zafé de él y me puse sobre las espaldas de Laura, sin apoyarme del todo, solo restregándole mi sexo por la espina dorsal; metí una mano bajo mi culo y agarré la larga y negra trenza de Laura y me la restregué contra mi coñito, tirando de ella adelante y atrás y, al tirar de ella, yo hacía que el pene de su novio entrara y saliera de su boca como si dirigiera yo su "bocado", con la rienda de su trenza. Apreté su trenza contra mi coño hasta que toda mi raja estaba llena con sus pelos… me corrí con un chorro sobre su trenza, la solté y me dejé caer, mientras veía como chorreaban gotas de su trenza sobre su espalda, al ritmo de la comida de polla que le seguía haciendo a su novio.

Más de media hora llevábamos en aquel frenesí, sudábamos como dos cerditas y un jabalí.

_ Laura, por favor, cómele el coño a tu amiga, que lo quiero ver. _dijo Sergio a su novia cada vez más lanzado.

_ Si cariño _dijo Laura dócil.

Abrí las piernas dejando mi piel clara y suave expuesta a la boca de Laura, se aproximó a mí y me dio en el conejito blanco con la lengua, unnnn que placer, sus labios, ella, ¡por favor!, ¡qué sensación!, unn. Me dijo Laura:

_ Zorrita, te has corrido antes en mi trenza, que morbosilla eres guarrilla _le contesté:

_ Soy tu guarrilla Laura.

Le gustó mi sabor, me mordió las labios externos y lamió la parte interna de mis muslos, auuu. Ella daba la espalada a Sergio, él la calzó, metiéndole toda la estaca carnal en el coño… sus embestidas hacían que Laura estampara su cara en mi raja a golpes, como un pájaro carpintero con trenza; una trenza que Sergio sostenía con una mano mientras se la follaba, como si fueran las riendas de mi amazona Laura.

Después de follarse a Laura me puso en pompa y, esta vez sí, me penetró la vagina, que animal, que bárbaro, no sentía mi coño solo sentía su cabalgar, como si me hubiera perforado el mi agujero húmedo.

Esa noche Sergio se transformó, después de tanto rato de juegos nos puso en pompa a las dos, nuestros culos se tocaban.

Sergio "me atacó" desde atrás, su lengua se metió en mi ano, como había hecho por la mañana, haciendo círculos. Saber que su novia estaba a mi lado hacía que mi ano fuera una boca abierta. ¡Me dolió!, me la metió de golpe en el culo, como me lo machacó, después, la sacó de golpe y se acercó a Laura que le dijo:

_ Cariño, ¿por el culo?

_ Por el culo Laura, cariño.

El culo de Laura golpeaba el mío lateralmente cuando Sergio la penetraba por el ano. Varias veces me montó a mí y después a Laura, éramos sus dos marionetas, dijo Sergio dando un grito posesivo:

_ ¡Daros la vuelta guarrillas!

Nos pusimos de rodillas sobre la cama, a los pies de esta, él, se puso de pie a los pies de la cama, meneándose el pene con violencia, saltando sus grandes huevos por la intensidad, nos dijo a las dos:

_ ¡Venga zorritas!, las bocas bien abiertas.

Sin rechistar, abrimos las dos nuestras bocas de par en par, como dos perritas esperando su premio. No me gustó que me llamara zorrita, sin embargo su vocabulario en aquella cópula "compartida" me excitó. Mientras Sergio se la meneaba frente a nosotras dos yo, desde atrás y por debajo del culo de Laura, le metí dos dedos en la vagina, haciendo que se corriera en mi mano como un sifón de refresco caliente.

Sergio, tenía semen para dar y regalar, me estampó un chorro muy espeso y muy caliente en la boca y en la nariz, los restos del siguiente salpicón cayeron en la boca y el ojo derecho de Laura, que con una mano y sonriéndome se limpió.

Hace pocos días de ese fin de semana y no hemos repetido aún, porque creo que debería dejarlos solos, pero no sé si él se conformará con una sola experiencia. No sé qué hacer, porque sueño con sus cuerpos rodeándome y usándome y ese sueño me hace muy feliz.

Lo pensaré y, mientras me decido, conservaré en mi memoria el sabor del sexo de mi amiga y pene de su novio, como si me hubieran usado hoy mismo.

(C) {Margaryt}