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¿Fantasías o deseos?. Capítulo 4

en Hetero: Infidelidad

-UAAAAAAHHH…cogí aire tras subir a la superficie del agua de la piscina, nadé hasta la escalera, la subí y me dirigí  hacia la tumbona que había al lado de la que ocupaba Juan que leía en la tablet mientras daba algún sorbo a su whisky con hielo. Solo vestía la parte de abajo del tanga, sí estaba a solas en la piscina o con Juan y no eran las horas centrales del día me gustaba tomar el sol en tetas.

-Cualquier día me harás tirarme de cabeza, cogerte por los pelos y sacarte de la piscina. Sabes que no me gusta que estés tanto tiempo bajo el agua y ahora has estado un minuto treinta segundos, dijo mientras miraba cómo me quitaba el agua de la piel de las tetas, brazos, vientre y muslos con las manos. Después ladee la cabeza y estrujé suavemente mi pelo hasta dejarlo húmedo solamente. ¿Se puede saber qué haces tanto tiempo debajo? me preguntó él.

-Me relajo buceando cariño, sabes que me gusta hacerlo a menudo, dije tumbándome cogiendo mi copa de mojito con mucho hielo picado y adornada por una sombrillita de papel mientras flexionaba una pierna y balanceaba el muslo a un lado y otro levemente. La mano libre la coloqué sobre mi vientre, estaba super a gusto hasta que miré a mi lado.

-Juan, ¿qué haces empalmado? le dije con extrañeza.

-Mujer es que tienes una forma de salir de la piscina que…

-¿Que qué?. Pero bueno esto es grande, ¿te pone verme salir de la piscina?...¿en serio?, dije perpleja.

-Salir de la piscina no, cómo sales de ella que es distinto.

-¡Estás enfermo!, jajaja. Pobre, pues esto hay que arreglarlo dije sonriendo.

Me dirigí hacia su tumbona dejando mi mojito en la mesita y me arrodille en el césped a su lado con el culo cerca de su cara para que mi boca quedase a la altura del pene, me eché la melena a la espalda y dirigí mi boca hacia su glande…mmm…es precioso Juan, me encanta, dije antes de darle un largo beso en la punta del glande.

Juan tiene un pene precioso, hay que reconocerlo. De largo ideal, 18 centímetros y de grueso algo así como 13 de diámetro o así, grueso pero sin pasarse. Pero lo que más me gustaba era su glande circuncidado y con la forma ideal.

Comencé a frotarlo suavemente metiendo su glande en mi boca y sacándolo sorbiendo haciendo vacío con mis labios hasta que al separarse se oía un ¡PLOP!. Volví a metérmelo pero ésta vez más profundo frotando su glande dentro de mi boca con la lengua, sabía que eso lo ponía a mil. De nuevo me lo saqué cerrando mis labios sobre el glande hasta que al despegarse volvió a hacer ¡PLOP!.

-Dios Raquel me matas…¡uooooh!.

Entonces empecé a frotarlo con más fuerza de arriba abajo mientras me metía su glande lo más hondo posible, hasta la garganta aguantando alguna leve arcada. Entre tanto él no paraba de sobarme el culo, el muslo, acariciar mi vulva apartando el tanga, amasar mis tetas que colgaban libres hacia abajo...

Continué follándome la boca con su pene y frotándolo hasta que noté que ya al espasmo seguía un primer chorro de semen que tragué y al que siguieron otros sin que cayera una gota sobre su vientre.

-Uffffff…joder chiquilla cómo la comes, ni te quiero preguntar dónde aprendiste.

-Mejor no, jaja, dije levantándome de su tumbona y volviendo a tumbarme en la mía tras coger el mojito. Antes de beber un sorbo saboree el semen aún en mi boca. Era entre salado y dulce pero no sabía a pescado en mal estado como el de mi anterior pareja.

Volví a mis pensamientos mientras él siguió leyendo en su tableta. No sé por qué extraña jugada de mi mente volvieron a mí los recuerdos de la noche que pasamos en la playa una semana atrás. De lo que sentí al ser follada por un extraño como Carlos, de las miradas de Marta y Juan mezcla de deseo y asombro, de mi miedo al principio y placer al final…de la extraña sensación que tuve de poder, de liberación…sentí mil cosas esa noche que abrieron mi mente a fantasías que nunca antes había tenido.

-¿Qué piensas? dijo Juan.

-Nada importante creo. Bueno si, pensaba en el fin de semana pasado dije mirando el mojito apoyado sobre mi vientre.

-¿Y?, dijo él dejando la tablet sobre el césped ya más atento a la conversación.

- Pues no sé pero estoy extraña desde entonces. Por ejemplo esta semana me he sorprendido provocando a un chico que estaba en una terraza frente a mí con un cruce de piernas de esos que tanto te gustan.

-Bueno no lo veo anormal, sueles cruzarlas mucho. ¿pasó algo más o deseaste que pasara?.

-La verdad es que no, solo me apeteció jugar un poco no sé. En realidad nunca he sido consciente de que me miraba un hombre desde que me acostumbré a ello hace unos años, pero cómo que me apetecía probarme a mí misma, ver sí gusto a un chico o no.

-Bueno podría ser que ahora estés más desinhibida y hagas cosas que antes te cortabas en hacer.

-¿Entonces no te molesta que tontee y eso?, pregunté extrañada.

-Pues no la verdad. Tú pruebas tus armas de mujer para ganar autoestima y el chico seguro que te lo agradeció, ver unas piernas bonitas le alegran a uno el día. Tranquila Raquel, a mi eso no me importa y desde luego no tienes que pedirme permiso ni nada por el estilo sí después eres sincera conmigo y me lo cuentas.

- No sí no te pedí permiso, jajaja. Bueno y entonces cuál es el límite, aquello por lo que romperías conmigo.

-Pues supongo que que lo hicieras con otra persona, no me dijeses nada y te enamorases de él, ahí acabaría todo.

-Jamás haría eso y lo sabes, te lo diría mucho antes incluso de acostarme con él porque para entonces ya tendría que estar enamorada. Jamás me he acostado con cualquiera a no ser que ya sintiese algo por él. Bueno hasta el fin de semana pasado en la playa con Carlos claro pero eso no cuenta, no había pasión ni deseo.

-Lo sé Raquel de momento nuestra relación no puede ser más sincera y sé que tú sí, vale, eres traviesa, juguetona, algo niña y payasa a veces pero también madura, sensata y sincera y todas esas cosas te hacen adorable a mis ojos.

-Pues sinceramente te digo que tengo hambre jaja, ala vamos a comer que son las dos. Me levanté y fui hacia la casa seguida por él que fijo miraba mi culo moverse al andar.

-Subo a cambiarme el tanga por uno seco Juan, ve poniendo tú la mesa, ¿quieres?.

-No quiero pero como la voy a poner igual…

-Jaja, que bobo, dije mientras subía ya las escaleras hacia el dormitorio. Me quité el tanga mojado, me puse otro que cubría algo más el culo y la vulva y un sujetador sin aros también negro. Hacía calor y me no me apetecía ponerme nada más. Cuando bajé la mesa ya estaba puesta y tras comer nos sentamos en el sofá a ver un poco de tele a la carta, una película de miedo.

Cuando estamos en el salón viendo la tele suelo tumbarme de lado con la cabeza apoyada en los muslos de él, me gusta que me acaricie el pelo, me tranquiliza.

-¡Ah!, dije levantando la cabeza para mirarlo, he olvidado decirte que cuando estaba arriba me ha llamado Marta que quiere venir ésta tarde a tomar el sol un poco.

-¿Marta…no Marta y Carlos?, preguntó extrañado.

-Si solo ella, Carlos andará por ahí de flor en flor dije volviendo a poner mi cabeza en sus muslos.

-Vale sin problemas. Bueno si quieres me voy y os dejo la casa para vosotras solas.

-No no, los tres lo pasaremos bien es super simpática ya la conoces.

-Vale, dijo él mirando alternativamente la tele o mis piernas. Una vez me dijo que la belleza de la mujer a veces le excitaba y a veces le relajaba y cuando me miraba así era lo segundo y a mí me encantaba.

Como de costumbre cuando me pongo a ver una peli así termino frita, así que no fue hasta que sobre eso de las cuatro sonó la puerta y Juan me apartó la cabeza con cuidado que no desperté. Se dirigió al video portero de la entrada y dijo:

-Hola Marta, empuja fuerte y pasa.

Yo me levanté y me dirigí a la puerta a recibirla, me alegraba mucho verla.

-¡Marta!...jaja, chica estás preciosa, dije dándole un par de besos con ganas seguido de un abrazo “tetas contra tetas” que debió encantarle a Juan.

-Pues tú no sabes lo que me alegro de verte yo y solo ha pasado una semana Raquel dijo, ella sonriéndome.

-Ejem ejem…cof cof…estoy aquí no soy un ropero, dijo Juan reclamando su atención.

- Y como para no verte “armario ropero de dos puertas” jaja, le dijo ella aludiendo a sus anchas espaldas dándole dos besos a él también que tuvo que agacharse para recibirlos dada la diferencia de estatura entre los dos aunque tampoco era mucha.

Ella vino preciosa vistiendo unos shorts vaqueros a la ingle de cintura baja, vientre al aire, sujetador verde oliva y una fina blusa blanca abierta.

-¿Nos sentamos en la mesa de mimbre del porche?, estaremos más cómodos al aire y es ideal para tomar una copa.

-Por mi perfecto pero desde ya advierto que he venido a tomar el sol y a darme unos baños en la piscina, dijo ella.

-Más tarde Marta, antes charlemos que me parece que hace una eternidad que no te veo. Dicho eso nos sentamos en los sillones de mimbre mientras Juan iba a la cocina a por unas copas, Marta se quitó la blusa para estar más fresca y yo me senté frente a ella, me gustaba verla cuando charlabamos.

-Bueno pues aquí un mojito para Raquel, gin tonic para Marta y ron cola para mi, dijo Juan sirviéndonos las copas sin poder evitar una furtiva mirada a las tetas de Marta apenas cubiertas por la fina tela del sujetador así como a su vientre plano y muslos bien proporcionados. Si algo he admirado de Juan es su tremenda capacidad para quedarse con todos los detalles de algo solo con una furtiva mirada sin que nadie se enterase, era único para eso.

-Vaya como nos cuidas Juan. Raquel yo quiero uno igual, ¿dónde encontraste a éste?.

-Después te cuento, jajajaja.

-Gracias señoritas, encantado de servirlas en todo lo que necesiten.

-¡Ooooooh!, ha dicho "en todo" Marta tú lo has oído, ¿verdad?. Dije empezando el cachondeíto.

-Ya lo creo lo que no sé es si interpretarlo al pié de la letra, jajajaja, reímos las dos mientras Juan se ponía las botas viendo nuestras tetas subir y bajar con las risas.

- Va venga, formalidad señoritas, dijo sentándose ya por fin entre las dos. Bueno…pues…¿hace buen tiempo no?.

-Hombre algo de calor si que hace, dijo Marta.

En realidad los tres estábamos deseando hablar de la noche en la playa pero ninguno se atrevía a hacerlo.

- A ver, ¿queréis dejaros de rodeos y hablamos de lo que pasó el fin de semana pasado?, dije yo yendo al grano y dando un sorbo a mi mojito que removía con la pajita como sí no me importara nada el tema.

-Vale pues empieza tú que fuiste la que follaste, jajajaja…Marta era una cachonda de cuidado.

-Eh eh, que tú te follaste a Carlos en la tienda de campaña guapetona, jaja.

Juan flipaba. Vale que sabía que éramos muy amigas y divertidas pero que dos chicas estupendas lo hablasen tan directamente le rompía sus sólidos esquemas.

-Bueno yo…empezó a decir tratando de entrar en la conversación.

-Tú a callar que también follaste conmigo y le viste las tetas a Marta.

-Eso eso, me las vistes, jaja reía Marta.

-¡Pero si eran fotos joder!, exclamó él ya completamente superado.

-Fotos o no eran mis tetas, jajajajajaja, Marta se partía la caja y yo con ella, lo estábamos dejando acorralado al pobrecillo.

- A ver Juan confiesa, ¿a que te habría gustado vérselas?...¿ves?, pues a calllar, jaja sentencié.

-Ufffff, no puedo con mi vida yo me voy a tomar el sol, dijo Marta levantándose y dirigiéndose a la piscina con su gin tonic en la mano.

-Me voy contigo Marta espérame.

Corrí hasta colocarme al lado ella y me imagino que él no dejó de mirar nuestros cuerpos claro, Marta estaba super bien y era novedad.

-Oye Marta, ¿tú crees que nos hemos pasado con las bromas?….no, definitivamente hay que hacerle sufrir más, respondió sonriendo mientras y para sorpresa de Juan nos quitábamos toda la ropa menos los tangas y nos zambullíamos en la piscina a la vez.

-¡Eh Juan!, métete que está el agua buenísima, dije sacando medio cuerpo del agua hasta las caderas impulsada por mis pies mostrándole mis tetas mojadas, cosa que Marta imitó invitándole a unirse a nosotras.

-¡Con los cojones que tenéis más peligro que un talibán en una tienda de petardos!, dijo bromeando aunque yo sabía que estaba molesto.

-Está molesto Marta, le dije susurrándole al oído.

- Bah es un hombre Raquel, le haces un mimito después y se deshace como el azúcar en el café. La verdad es que si alguna mujer conocía a los hombres esa era Marta. Tras una media hora jugando con la pelota de wáter polo nos salimos de la piscina chorreando agua por nuestros cuerpos que inevitablemente formaba un chorrito cuando llegaba a nuestras vulvas.

Eso ya terminó de poner malo a Juan que se levantó exhibiendo su musculatura y estatura y se dirigió hacia la casa.

-¡Ueeeeee, eso es un cuerpo y no el de los marines…bombón…cuerrrrrrpooooo!, seguimos chinchándole hasta que se volvió hacia nosotras diciendo: ¡pero queréis dejaros ya de coñas niñas!.

-¡No!, dijimos las dos al unísono mientras nos partíamos de risa hasta tirarnos al césped…¡sufre hombre objeto!.

- ¡Bah!, sois imposibles dijo volviendo a darse la vuelta hacia la casa.

-Ostras Marta lo veo muy molesto ¿eh?.

-Pues yo lo veo con un calentón del quince…¡Dios qué cuerpazo tiene tu chico Raquel!, no me había fijado tanto el fin de semana pasado.

-Pse, normalito, dije mientras me pasaba las manos por el cuerpo para quitarme las hierbas que se me habían pegado.

Pasadas las seis de la tarde nos pusimos la parte de arriba de los biquinis y entramos en casa ya casi secas tras tomar el sol menos nuestros cabellos que seguían húmedos. Fuimos buscando a Juan hasta al que encontramos en su despacho repasando los balances del concesionario.

-Hola, ¿podemos pasar?, le dije tímidamente.

-Si claro, sois muy simpáticas. Algo traviesas pero simpáticas, dijo con una amplia sonrisa.

-Vale…¿y podemos sentarnos en el sofá de dos plazas?, estamos secas no lo vamos a mojar.

-Que siiiii que podéis pasar y sentaros tranquilamente, dijo con su habitual paciencia.

Pasamos las dos con nuestros biquinis negro el mío y verde oliva el de ella y nos sentamos cruzando las piernas mientras yo le miraba a él y ella miraba la decoración.

-Bonito despacho es la leche. Tienes muy buen gusto Juan dijo Marta.

-Era de mi padre heredé el negocio.

-Ya…oye, ¿recuerdas que el pasado fin de semana en la playa Raquel me preguntó si había tenido experiencias lésbicas y respondí rotundamente que si?, soltó Marta.

-Joder sí me acuerdo, dijo Juan cambiando su actitud pasiva a interesarse por lo que ella decía.

-Vale pues perdona la pregunta pero eso…¿te excitó?, volvió a soltar ella. Perdona pero es que estoy haciendo mi tesina y me interesan esas cosas como trabajo de campo.

Eso no había quién se lo tragara pensé yo ya con cierto nerviosismo.

-¡Ah vale que es eso!, pues no sabes lo que me tranquilizas. Si claro, ¿a qué hombre no le pone imaginarse a una chica como tú estando con otra?.

- ¿Te gusta eso?, vale pues observa, dicho lo cual Marta me cogió la cara con sus manos y comenzó a darme un morreo de los buenos y largos. Morreo al que yo respondí abriendo mis labios y acariciando su lengua con la mía para sorpresa de Juan que lo flipaba.

-¡La polla!, ¿pero qué hacéis niñas?, dijo perplejo.

-Chssssst, caya y observa le dijo Marta que continuó besándome profunda y húmedamente respondiendo yo de la misma manera. Dando un paso más acerqué una mano a su pecho más cercano a Juan y comencé a acariciarlo suavemente por encima del sujetador y sobre la piel…nuestras lenguas de fresa continuaban acariciándose la una a la otra y nuestros labios no se despegaban mientras separé mi mano de su pecho para comenzar a hacer círculos con la yema de mi dedo índice alrededor de su pezón que se erizó casi un centímetro, tanto que parecía iba a romper la tela de su sujetador.

-Pero chicas…Dios qué bellezas pero…no comprendo. Él nos veía sentadas en el sofá ya muy juntas con las rodillas pegadas, los torsos ladeados la una hacia la otra, mi mano acariciando el pecho de Marta y nuestras caras de perfil mientras continuábamos besando apasionadamente.

Intentó acercarse y unirse a nosotras o tocarnos pero ambas lo paramos con un seco: “ni se te ocurra o paramos” que le obligó a volver a su sillón.

Tras eso Marta dio un paso más. Colocó su mano sobre entre mis muslos sobre el tanga y comenzó a acariciarme la vulva sobre la tela …mmmm…gemí mientras separaba mis muslos lo suficiente para que su mano me acariciara con los cuatro dedos mientras nuestras lenguas continuaban su inacabable beso y nuestras manos seguían acariciando nuestros pechos, muslos, vulva…mmmm…Marta me derrites…dije susurrando como una gata en celo. Y pasé yo al siguiente escalón empezando a acariciar su vulva sobre la tela del tanga…ooooh…gimió ella.

Para entonces Juan ya había movido su sillón giratorio con ruedas sacándolo de detrás de la mesa de despacho y acerándolo a nosotras. Estaba tan empalmado que se tuvo que quitar el bermudas que llevaba y liberar su precioso  miembro.

-¡Uffffff qué delicia de pene tiene tu chico…si…mmmm…es…es bonito respondí yo ya toda cachonda mientras metía mis dedos entre el tanga y la piel de Marta hasta llegar a su húmeda vulva…ooooh…Raquel cielo me matas…decía sin separar sus labios de los míos ni yo de los de ella.

De repente le metí un par de dedos en su húmeda vagina provocándole grititos de placer que la hicieron encogerse un poco bajando algo la cabeza. Pasó a bajarme las tiras del sujetador, sacarme las tetas y besármelas por turnos mientras yo echaba mi cabeza hacia atrás gimiendo con la boca abierta mirando al techo. Continué follándome a Marta pero con los dedos que al entrar y salir de su vagina sonaban: flash…flash…flash…oh…oh…oh…me…me voy Raquel…aguanta dije yo mientras ella no paraba de frotar mi vulva y clítoris intentando que llegara al orgasmo con ella.

Y así fue, de repente la habitación se llenó de gritos y gemidos mientras las dos comenzábamos a tener espasmos muy visibles en nuestros vientres y piernas que no cesaron mientras no dejamos de masturbarnos mutuamente. Finalmente nos volvimos a besar con nuestros pechos hinchándose y deshinchándose en busca de oxigeno que pasaba por las comisuras de nuestros labios, el único sitio por el que no se tocaban. Ya más serenas nos abrazamos la una contra la otra todo lo que nuestros pechos permitieron que lo hiciésemos aún aplastando alguno de ellos.

-¡Bufffff, qué bueno Marta!, le dije pegando mi frente a la suya mirándonos fijamente a los ojos apenas separados diez centímetros mientras sonreíamos mezclando nuestros alientos…buenísimo Raquel, decía ella dándome algún que otro lametón en la boca.

-Que me ahorquen si no acabo de presenciar el acto sexual más hermoso que haya visto jamás, dijo Juan pasmado cuando nos vio más calmadas.

-¿Entonces te ha gustado?, le pregunté yo aún abrazada a Marta toda sudorosa con el pelo y el cuerpo empapados en sudor.

-Joder si me ha gustado, estoy tan en shock que ni me atrevo a preguntar por qué habéis hecho esto.

-¿No te vale por placer simplemente?, le dijo Marta.

-Pues no, lo veo muy extraño.

-Cariño tómalo como un regalo no le des más vueltas, le dije tratando de que no siguiese preguntándose el por qué nos comportábamos como lo hacíamos.

-Bueno pues a mí también se me ocurre algo que puede sorprenderos a las dos a las dos. Seguidme al césped del jardín, dijo cogiéndome de la mano mientras yo hacía lo mismo con Marta que por primera vez se descolocaba un poco al no seguir ya nuestro guión.

Ya en el jardín Juan nos explicó lo que pensaba hacer.

-A ver primero quitaros los tangas y sujetadores…preciosos coñitos, os quedan geniales esos triángulos de pelo en el pubis recortados y rasurados. Perfecto ahora tú Raquel túmbate en el césped…ahora separa las piernas y flexiónalas…genial. Marta ahora tú arrodíllate entre sus muslos y después ponte a cuatro patas de forma que tu boca quede a la altura de la vulva de mi chica y tu culo en pompa…Dios que culazo Marta, no pudo evitar decir en voz alta al verlo ya en pompa con su vulva húmeda e hinchada y sobre ella el diminuto orificio de su ano.

-Bueno ahora separa las rodillas un poco para que tu vulva esté más abierta y no te lastime con mi pene.

-¿Queeeeee?, ¿me vas a follar delante de ella?, dijo Marta perpleja. Pensaba que solo querías otro numerito.

-Pues no que deseo follarte si te dejas y a Raquel no le importa claro.

Ambas nos miramos descolocadas por las intenciones de él, pero vi en los ojos de Marta que la idea no le desagradaba del todo y lo cierto es que a mí tampoco.

-Por mi vale, dije no muy convencida del todo.

-Está bien pero lleva cuidado porque tu pene es más grande que el de Carlos, dijo Marta.

-Tranquila que si me entra a mí a ti también te entra bien, le dije tranquilizándola. Además Juan sabe lo que hace, está acostumbrado a follar con lo que tiene.

-Vale vale Marta tú ya hazle a Raquel lo que desees, ¿estás preparada?.

-Mmm…si creo que si dijo ella ya con su cara entre mis muslos apoyada en los codos para tener mi vulva a su alcance.

Yo miraba al cielo a Marta y a Juan allí abajo entre y tras mis muslos pero decidí apoyar la cabeza en el césped y dejarme hacer.

Y así fue, de repente Marta colocó sus manos a los lados de mis muslos mientras su lengua empezaba a lamerme la vulva de abajo a arriba muy despacio, desde el agujero de mi culo pasando por el perineo para después separar con su punta los labios de mi vulva hasta llegar al clítoris…¡buaaaaah!...Dios qué bueno Marta, dije mirando lo que me hacía.

Entretanto Juan había puesto su glande entre los labios de la vulva de Marta aún empapados en su lubricante natural mojando en el mismo su glande que comenzó a pasear entre los labios de la vulva de abajo a arriba y de arriba a abajo…mmmmm…comenzó a gemir Marta mientras Juan seguía paseando su glande entre los labios vaginales, pero ésta vez se detenía brevemente apretando muy suavemente la entrada de la vagina de ella para después retroceder y continuar su paseo por la vulva.

Juan era el mejor amante que había visto con mucha diferencia, vamos a años luz del siguiente y estaba aplicando su sabiduría con Marta.

Entre tanto ella no se olvidaba de mí y continuaba lamiéndome la vulva y el clítoris sacándome algún que otro gemido mientras una mano acariciaba el exterior de mi muslo pero la otra, que hasta entonces hacía lo mismo, pasó a acariciar mi vientre con las yemas de los dedos alrededor de mi ombligo… Dios eso me ponía a mil y era algo que solo sabían ella y Juan. Por alguna extraña razón disfrutaba mucho cuando me acariciaban el vientre, me lo besaban, lamian, apretaban hundiéndome el ombligo…mmmm…Marta me estás poniendo a mil.

Juan no permanecía pasivo ni mucho menos, seguía poniendo a mil a Marta acariciando su espalda, culo y muslos con la palma de una mano mientras la otra seguía guiando su pene ya hacia la entrada de la vagina de ella…auufff, gritó suavemente Marta mientras notaba el glande separar su vagina lentamente…mmm…sigue Juan por favor, decía Marta mientras me volvía loca torturando mi clítoris con su lengua y mi vientre con su mano.

Sigue Juan por Dios, métemela toda. Juan veía desde su posición que a su glande ya le faltaba muy poco para entrar por completo pero quedaba justo ese borde del glande que era su parte más gruesa y que a mí me parecía precioso…¡AH!, gritó Marta cuando el glande entró por completo…oooohhhh…si Juan si…¡fóllame!...con el pene ya dentro de ella comenzó a culearla lentamente mientras con las manos sobaba el espléndido culo de ella.

Entre tanto Marta introdujo dentro de mi dos dedos con los que empezó a follarme…mmmm….oh…oh…Marta cariño me vas a matar. Ah…ah…ah….eso quiero Raquel, que te corras en mi boca….o Dios Juan me matas, dijo cuando comenzó a follarla de verdad llegando con su glande al cérvix…¡PLASH!....¡AH!, volvió a gritar Marta al sentir la fuerte nalgada que le dio…¡PLASH!...¡AU!...si…si, ¡mátame de gusto pégame…¡PLASH!...¿te gusta eh zorra?...mmm…oh…oh…si…si.

Yo noté que Marta estaba a punto de correrse al ver como separaba su boca de mi vulva y empezaba a coger aire a puñados, pero como no dejaba de follarme ahora con tres dedos yo también me uní a sus gritos…ah…ah..ah…me corro Marta…yo…yo…¡PLASH!...¡AH! gritó Marta tras recibir una dura nalgada…auuufff...me corro también Raquel.

Yo comencé a correrme tan fuertemente que el primer espasmo me hizo arquear la espalda, girarme hacia un lado y  agarrar tan fuertemente el césped que lo arrancaba a cada espasmo. Por su parte Marta también temblaba, gritaba y se convulsionaba entre gritos y gemidos mientras la polla de Juan seguía taladrándola machaconamente una y otra vez. Y es que Juan aún estaba lejos de correrse, tenía un aguante bestial y Marta iba a saber lo que era encadenar un orgasmo con otro hasta que él dejase de excitar su vagina con sus penetraciones.

PLASH!...¡AH, joder!…no…no paro…de correrme joder decía Marta con su cara sobre mí vientre esperando que él terminase por fin. Cinco eternos minutos más tuvo que aguantar hasta que Juan se corrió llenándola de semen mientras ella seguía corriéndose agarrándose a mis muslos con tanta fuerza que me hacía daño.

-¡Oh…oh…ooooooh!, se corría él mientras sus manos se agarraban como garras al precioso culo de Marta enrojecido por las nalgadas.

Tras sacarle el pene de sus entrañas y ver Juan flipado como salía su semen de la vagina de ella resbalando por sus muslos, nos tumbamos los tres hasta que recuperamos el aliento.

-Marta, ¿estás bien?, le preguntó Juan preocupado mientras se incorporaba para verle la cara. Sabía que para algunas mujeres no hay mayor tortura que forzarla a tener orgasmos casi seguidos.

- Juan, ¿cómo explicarlo?, te odio pero te quiero jajajaja, dijo ella destrozada. Pocas veces en mi vida he disfrutado tanto y menos provocándome dolor y placer al mismo tiempo, perdona si te molesto Raquel.

-Para nada si eres como una hermana para mí y me lo has comido genial, jaja.

-Bueno poneros los bikinis o me pondré otra vez y lo pagaréis, os lo aseguro. Sentaros en los sillones de mimbre bellezas que voy a por vuestras copas dijo él desapareciendo dentro de la casa tras ponerse el bermudas.

Cinco minutos después estábamos ya sentados desnudos en los sillones de mimbre con nuestras copas al lado.

-Bueeeeno pues ahora os importaría decirme el por qué de todo esto, no soy tonto criaturas.

-Pues verás cariño, dije yo, durante la semana ella y yo hablamos de lo que pasó en la playa, de lo que sentimos aquella noche. Decidimos castigarte por haberme hecho pasar tanta tensión esa noche, por eso acordamos castigarte mirando cómo nos enrollábamos sin poder tocarnos. Lo del césped no lo teníamos previsto eso se nos ha ido de las manos.

-Pues si creéis que enrollandoos delante de un hombre lo castigáis vais muy desencaminadas la verdad porque lo pondréis como una moto como a mí.

-Es que ese no era el castigo sino no poder participar ni tocarnos bobo, le dije.

-Es igual Raquel para mí no ha sido un castigo te lo puedo asegurar….¿y no te ha importado que me la follara?.

-Hombre algo sí pero como nos has cogido tan de sorpresa y Marta es como mi hermana pues…no sé pero como que no me ha importado tanto y me he abandonado a las sensaciones.

-A mi no me ha costado nada jaja, confesó Marta. Estás muy bien es evidente.

Tras un par de minutos reflexionado mientras nos miraba a una y otra o bebía un trago, Juan dijo lo que pensaba.

-Ya, vale de acuerdo, me parece bien pero me queda una duda. Lo que he visto en el sofá no sale sólo. No se ensayan esos besos, esa pasión, esa forma tan tierna de acariciaros…¿tenéis una relación sexual?.

-¿Quéeee?, le pregunté sorprendida mientras Marta me miraba perpleja. Ni de coña te lo habría dicho o habría roto contigo tenlo claro. Además no soy lesbi ni bisexual.

-Así es ella nunca miente porque cuando lo hace se le nota a la legua, jaja dijo Marta. Pero si claro, nos queremos como hermanas y enrollarnos delante de ti no nos ha costado nada porque durante esta semana lo estuvimos ensayando.

-¿Qué lo habéis ensayado…quieres decir que esta semana habéis tenido sexo?. Raquel mujer, ¿por qué no me lo has dicho?.

-¡Porque no habría sido una sorpresa bobo!, le dije señalando lo evidente.

-Bueno la verdad es que no me importa que os comportéis así incluso a mis espaldas. Me priva un montón y no tenéis idea de lo que me pone ver vuestros cuerpazos dándoos placer, me parece hermosísimo. Solo os pido una cosa, respeto, dijo mirándonos firmemente y con dureza.

-Jaja, vale dijimos Marta y yo mirándonos con cierta complicidad.

Y de nuevo me sentí feliz. Libre de explorar los caminos que el futuro me tuviera reservados sintiendo que la dueña de mis decisiones era yo, pero que también estaba abierta a las de él tal como lo hice en la playa.