miprimita.com

Mi Tía y sus amigas (Quinta parte)

en Sexo con maduras

A petición de algunos lectores voy a publicar unos cuantos capítulos más de esta serie (Sí Jose, tu eres unos de los culpables de esta continuación). Aunque sé que no será igual que los primeros capítulos, espero no defraudar y que paséis un rato agradable pasando el texto por la pantalla sujetando el ratón con la mano izquierda, lo que pase con la derecha es cosa vuestra.

 

Resumen de lo publicado.

 

Ya hace bastante tiempo del último capítulo, pero algunos recordareis que dejamos Diego en la cama con su tía, después de un fin de semana un tanto peculiar.

 

En realidad, el chavalín había pasado los dos días más extraordinarios de su vida. Empezó el viernes haciendo de jurado en un maravilloso concurso de maduritas sexis, en el que las cuatro participantes eran su tía y sus tres mejores amigas. Y las consecuencias de esa inusitada ocurrencia es que, el sábado, Diego terminó rompiendo con su novia y, en un giro inesperado de la historia, desvirgando a la amiga más íntima de su tía, a la que conocía desde su más tierna infancia, y calzándose, por añadidura, a las otras dos amigas que le miraban golosonas durante todo el fin de semana.

 

Esa misma tarde se retiraron Ali a su casa, Clarita con su marido y Cris a su guardia en el hospital. Una vez los dos solos, la lujuria y la moral juegan una batalla campal en las mentes de tía y sobrino y, por fin, el domingo por la mañana, Dieguito yació con su tía, en el sentido bíblico, y bien que lo disfrutaron los dos. Justo después de follar y tras una llamada por teléfono de su amiga recién desvirgada, Cristina, ambos la esperan en la cama con impaciencia, tía Laura con ganas de seguir adiestrando a su amiga en las artes de eros y Diego con la polla dura como un proyectil de artillería, pues algo dijo por teléfono tía Laura de hacer un trío ¿Hablaba en serio? Veamos que sucede.

-------------------------------------------------------

Siento que estoy soñando mientras observo a Cristina apoyarse sobre sus rodillas encima del colchón y envolver una mano alrededor de mi pene. Yo estoy acostado de espaldas en la cama de tía Laura y Cristina se acopla entre mis piernas. Me mira fijamente a los ojos, me descubre el prepucio y poco a poco lame la cara posterior de mi polla desde la base hasta la punta. Sus ojos brillan con malicia mientras me torturan sin piedad.

-        ¡Joder! - me quejo sin motivo - ¡Eso que haces está de puta madre,  Cristina! - Nunca he utilizado este lenguaje con la amiga de mi tía, pero es que nunca me había visto en otra igual con ella.

Lo cierto es que el cumplido provoca una sonrisa absolutamente radiante en ella y repite la lamida varias veces más.

Mientras disfruto de su boquita de piñón, me pregunto cómo va a ser mi nueva relación con ellas. De pequeño eran mis cuidadoras, para mí las dos chicas más guapas y adorables del mundo. Me gustaba pasear agarrado de su mano y ellas jugaban conmigo a balancearme mientras paseábamos.

De adolescentes nos separamos un poco más. Ellas eran mayores, responsables y unas mujeres hechas y derechas. Yo un mocosete que las miraba con adoración. Más tarde, vivimos en mundos separados, cada uno con su pandilla, pero nos seguimos tratando con gran confianza cuando nos veíamos, sobre todo con tía Laura, claro, aunque Cris siempre fue amable y cariñosa conmigo.

Ahora estamos los dos en la intimidad de la habitación de mi tía, desnudos... Es como si estuviéramos en un mundo irreal, fantástico, donde me siento como un sultán rijoso. Parece imposible haber llegado a esto, a estar a punto de tirarme a mi tía Laura y su amiga del alma juntas en la misma cama. Y es todavía más extraño porque todo se ha dado con una naturalidad que parece irracional, imposible, absurda.

 

Tía Laura y yo estábamos secándonos con la toalla después de la ducha, cuando oímos llegar a Cristina. Entra en casa por la puerta del garaje que permanece abierta. La saludamos sin molestarnos en vestirnos. Después del fin de semana parece absurdo. Lo que ya no esperaba es que Cristina nos imitase inmediatamente y a los pocos segundos estuviera también en pelotas. Nuestras intenciones, antes de decirnos una sola palabra, eran más que obvias ¿verdad?

-        Vosotros dos habéis follado ¿verdad? - nos preguntó ella nada más deslizar su bragas por debajo de su pies y apartarlas a un rincón de una patada.

Tía Laura se encogió de hombros y se limitó a cogernos a ambos de la mano dirigiéndose hacia su habitación. Nos dejó allí y se fue a mi habitación para traer la caja de condones.

-        Habéis comenzado sin mí - nos amonesta ahora tía Laura con una sonrisa, mientras observa como su amiga lame mi polla con fruición.

Yo también me encojo ahora de hombros, aunque la verdadera culpable ha sido Cristina, que parecía hambrienta en cuanto nos quedamos solos. Yo me había limitado a tumbarme en la cama y ella se tiró a devorar mi rabo como una loca.

-        ¿Tú también quieres un poco de esto? - le invita Cristina a mi tía, señalándola con mi polla palpitante.

Tía Laura sólo sonríe, mientras camina hacia la cama. Se la ve más segura de sí misma una vez pasado el Rubicón del incesto. Mis ojos siguen sus movimientos. 

Juro que nunca me cansaré del cuerpo de escándalo de mi tía. Sus gruesos pezones están completamente excitados y sobresalen casi un centímetro de sus grandes areolas. Su vello púbico, bien recortadito, está todavía húmedo de la ducha. Sus largos labios vaginales están brillando de impaciencia, haciendo que se endurezca mi polla en la mano de Cristina.

-        Puedo sentir su pulso en la mano. Creo que fue una magnifica elección cambiar la de goma por ésta para desvirgarme - Cristina se ríe dirigiéndose a mi tía recordándole lo que sucedió el viernes, mientras ésta se arrodilla en el borde de la cama y posiciona su cabeza a escasos centímetros de mi verga. 

-        Vamos a lamerla un ratito - sugiere tía Laura, deslizando su lengua contra el lado izquierdo de mi pene. 

Cristina duda, pero luego se une a mi tía y lame el lado derecho, hacia arriba y abajo.

¡Mierda! ¿Cómo puedo ser tan afortunado? ¿Dónde podía haber soñado yo esto?

-        ¡Dios! ¡Nunca he sentido nada parecido! - Gimo, al tiempo que desplazo mi mano sobre las nalgas de tía Laura y empiezo a buscar entre su húmeda raja.

-        Mmmmmhhh. - ronronea ella.

Mis dos señoras siguen lamiéndolo todo alrededor de mi rabo, turnándose para chupar mi glande con la boca. Su lamer, que en un principio era un poco caótico, ahora está comenzando a ser más sincronizado y mi polla tiene una hinchazón de no creer.

-        ¡Oh, mierda! - Suspiro, cuando atrapan mi capullo en la deliciosa trampa de sus labios, chupando y mordisqueando los lados, casi como si se besaran entre sí. 

Tía Laura mete su mano ente mis piernas y comienza a divertirse con mis huevos y Cristina sigue acariciando con su mano, el eje central de mi polla. Arriba y abajo, arriba y abajo

No voy a durar mucho más tiempo. Estoy empujando las caderas sobre la cama, mientras meto dos dedos en el coño húmedo de mi tía. Mi pene está a punto de reventar, por culpa de esas dos ninfas maduritas que lo intercambian una y otra vez  entre sus bocas.

-        ¡Oh Dios, sí! - Gimoteo cuando mi polla estalla en la boca de tía Laura. 

Ella debe haber sentido el movimiento de mis huevos preparándose para soltar la carga, porque ha desplazado su boca sobre la punta justo a tiempo. Luego, apartándose hacia un lado, ofrece a Cristina el segundo chorro, que se lo traga golosamente. Después desliza sus labios hasta la mitad de mi polla y se retira muy lentamente, sacándosela de la boca.

Yo solo tenso los dedos de los pies y me dejo hacer. Observo como tía Laura pasa un dedito por el dorso de mi rabo y saca hasta la última gota y la engulle glotona. Mientras Cristina se arrastra hasta la parte superior de  cama y me besa con su lengua empapada de mi propia lefa.

-        ¿Qué te parece si lo ponemos duro de nuevo, Cris? - me anuncia sus intenciones tía Laura, desde los pies de la cama. - Mi sobrinito ha demostrado ser un machote ¿Verdad Diego, que te recuperas pronto?

¡Puta locura de maduritas viciosas! pienso cerrando los ojos y esbozando una sonrisa. Luego miro a mi tía los ojos

Se sonríe al tiempo que chupa mi gastada polla, introduciéndosela de nuevo en la boca y moviendo la lengua a su alrededor. No puedo responder, porque Cristina tiene su lengua profundamente dentro de mi boca, besándome con una insistencia lujuriosa que anuncia su urgente necesidad

¿Quién diría que estas dos recatadas señoras, magnificas profesionales y muy cualificadas, puedan ser tan putas y ardientes en la cama?

Y lo digo sin ánimo de ofender, si no todo lo contrario, como un halago, no en vano, una es mi propia y encantadora tía, que ahora con una mano masajea mis testículos, mientras que su boca sigue haciendo maravillas en mi pene, el cual no parece tener límite esta mañana.

Lo cierto es que yo mismo me sorprendo cuando mi rabo comienza a responder a sus salaces maniobras ¿Pero quién puede resistirse a esta escena?

¡La madre que las parió! Con Claudia he llegado a correrme más de cuatro veces en un día, pero con más tiempo en el medio para descansar.

Todavía estoy con los dedos dentro de mí tía y los empiezo a mover lentamente, cuando Cristina rompe el beso. 

-        ¿Me comerías el chochito, Diego? - me susurra Cristina, literalmente temblando de emoción. 

Me hace gracia ver a esta cirujana de gran renombre, la que me quitaba los mocos y me cambiaba los pañales de pequeño, mostrándose con tal entrega y entusiasmo ante un polvo conmigo.

-        Será un placer - contesto y hago un gesto para que mi tía la deje colocarse en la parte superior de la cama.

Tía Laura se mueve hacia los pies y saco los dedos de su coño empapado. Mi pene está bastante recuperado, pero comer el coño de Cristina sin duda me va a dar un poquito más de tiempo para recobrar nuevas fuerzas.

-        ¿Y luego me vas a follar? - Cristina sonríe tímidamente mientras me lo pide.

-        ¿Cómo a una perra? - le replico con malicia.

-        Ay sí, Diego, fóllame como a una perrrrrra - me responde entre entusiasmada y divertida.

Mi tía asiente con más seriedad y añade simplemente.

-        Es tu turno.

¡La ostia! ¡Cuándo se establecieron turnos para que yo me las folle! ¿Eso me  lo he debido perder?

 

Observo como Cristina se deja caer de espaldas y abre las piernas.

-        ¿Estás segura de que estás preparada para una nueva sesión de sexo después de lo de ayer? ¿No estarás escocida? - pregunta mi tía, mirando en el coño abierto de Cristina. 

-        Estoy más que lista. - replica su amiga categórica y ansiosa.

Sus calditos, literalmente, se acumulan en gotitas alrededor de su apertura. Tiembla de ansiedad y de emoción. Me coloco entre sus piernas y mi tía se instala a mi lado en la cama. Siento su mano acariciando la mejilla mi culo y mi cara se sumerge en el coño de Cristina.

 

¡Joder! Mi lengua se empapa simplemente lamiendo alrededor de los bordes de su inflamada vagina. Cristina tira de sus rodillas hacia fuera hasta tocar con ellas el colchón, abriendo su coño aún más ampliamente, casi rogándome que hunda mi lengua en su interior. Pero en lugar de introducirme en el centro, lamo desde el final de su raja a lo largo los pétalos de flor de sus labios vaginales, hasta justo encima de su clítoris. 

-        ¡Tienes un sabor estupendo! - Le digo mientras me tomo un respiro.

-        A puta recién encelada. Hemos creado un monstruo. - ríe mi tía que observa, cada vez más de cerca como chupo uno de los labios de Cristina y después lo mordisqueo suavemente a lo largo del su borde.

La mano de mi tía sigue entre mis piernas, jugueteando con mis pelotas. Me gustaría que se uniera a mí en la comida de coño a su amiga. Incluso creo ver un brillito especial en sus ojos, pero no me atrevo ni a sugerirlo.

Me saca Cristina de mis pensamientos

-        ¿Qué me haces? - gime - ¡Oh, sí! ¡Sea lo que sea, sigue haciéndolo! 

Repito la acción en el otro lado. Su sabor se mezcla en mis papilas con el aroma embriagador que entra por mi nariz y mi polla se endurece por momentos. Por no hablar de mi tía que sigue jugando con mis huevos. Lamentablemente, se retira y empieza a mordisquear una de mis nalgas ¡Bueno, eso también se siente fantástico!

 

Deslizo mi lengua profundamente en el coño de Cristina y libo su suculento néctar, mientras ella se retuerce encima de la cama. Sigue produciendo jugos como una loca y mis mejillas están mojadas como la superficie de un hielo, mientras su coño llena mi lengua de sabores calientes. 

-        ¡Oh, sí! ¡Oh Dios! - llora Cristina cuando le chupo el clítoris con la boca y empujo un dedo en su dilatado coño. 

Siento que está a punto de caramelo para que me la folle con los dedos. Lo hago introduciendo y girando el índice y el medio hasta las últimas falanges, al tiempo que sigo empujando mi lengua con fuerza contra su clítoris.

-        ¡No pares! ¡Me voy a correr! ¡Oh, mierda! ¡Oh Dios! -  sigue suspirando Cristina. 

Su culo se eleva contra mi cara. Yo sigo bombeando dos dedos dentro y fuera, girando hacia atrás y adelante, con la perfecta maniobrabilidad que me permiten sus abundantes calditos calientes.

-        ¡Me estoy corriendo, cabrón! ¡Me estoy corriendo - grita, agarrando la sabana al límite de sus fuerzas y levantando los hombros de la cama, apoyada solo sobre su cabeza. 

Tiene los ojos cerrados, la boca abierta y está luchando por respirar, mientras se empuja con más fuerza contra mi boca y mis dedos. Se mueve de forma caótica y yo hago malabares para mantener su clítoris en mi boca, mientras se deshace en calditos sobre  mi cara. 

Con una brusquedad inesperada, deja de moverse, me empuja lejos de su clítoris sensible y comprime su coño alrededor de mis dedos. Echo un vistazo a mi tía que ha abandonado sus caricias sobre mí, para ver cómo su amiga convulsiona violentamente a través de su intenso orgasmo. Extraigo mis dedos de su tembloroso coño. Me asombra ver cuánto líquido fluye libremente entre sus piernas, mientras ella recupera su respiración. 

Mi pene ya está sólido como el diamante. Mis labios trazan un camino hasta su torso suave y beso suavemente la subida y bajada de sus pechos. Sus gruesos, tensos y duros pezones salen como dos montañas hacia arriba desde el centro de sus abultadas areolas y me entretengo chupando ambos con la boca. Jugando con la lengua.

 

En lugar de relajarla, el orgasmo ha dejado su cuerpo tenso, como un muelle apretado. Tía  Laura le está mirando fijamente con una mirada lujuriosa en su cara.

-        ¿Condón? - le pido, sacándola de su trance.

-        Claro - dice con voz ronca y me alcanza el paquete brillante de la mesita de noche. 

Lo abre con habilidad y agarra mi polla con una mano, mientras baja la funda protectora con la otra. En vez de dejarme libre, sigue agarrando mi polla tiesa entre el pulgar y el dedo índice y lo guía en la abertura ansiosa de Cristina. ¡Dios! Esto es tan extraordinariamente erótico ¡Mi tía está llevando mi polla de las riendas para que coma en la vagina de su mejor amiga!

-        ¡Oh, sí! - suspira Cristina, arqueando la espalda para dar la bienvenida al intruso que se envaina. 

Tía Laura acaricia mi culo, deslizando su mano entre las nalgas para toquetear de nuevo mis huevos, mientras me sumerjo  en el coño ansioso de Cristina.

-        ¡Oh, Dios, qué bueno! - sigue sollozando Cristina, envolviendo sus brazos alrededor de mi espalda, mientras mi verga toca fondo y empujo mi lengua empapada de los jugos de su coño en su boca.

 

Es obvio que tía Laura quiere participar. Sigue con sus manos en constante movimiento por todo mi culo y juguetea con mis testículos a través del escroto, al tiempo que mi pene entra y sale del coño de Cristina. La sensación es increíble. Se incorpora y se arrodilla junto a  nosotros. Se mueve al ritmo que se mueve el colchón. Nos mira y se estruja sus pechos con desesperación. 

Llego a su espalda con una mano. La bajo hasta acariciar su muslo derecho. Ella abre sus piernas y deja que deslice mi mano por la parte interior de su muslo hasta que alcanza la cumbre. Ahuecando mi mano bajo su coño empujo dos dedos profundamente dentro de su deslizante apertura. Ella se agacha y aprieta  de nuevo mis huevos y empieza a botar sobre mi mano, mientras continúo follando a su amiga. 

 

¡Me cago en la ostia puta! No puedo mantener los dos ritmos. Me concentro en la puta de Cristina, que está suspirando como una loca, y dejo que tía Laura use mi mano a su propio ritmo.

-        ¡Joder, Diego! ¡Joder! - Cristina gime cuando machaco mi polla sobre su neófito coño. 

Está elevando sus caderas para encontrarse con mis empellones, mientras dejo la mano quieta para que mi tía se masturbe contra ella. 

El ritmo de tía Laura es casi tan frenético como el nuestro, pero sigue jugando con mis huevos y acariciando mi culo.

-        ¡Dios, dios, dios! ¡Me estoy corriendo otra vez! - nos anuncia Cristina mientras agita  frenéticamente las caderas desde la cama.

-        ¡Yo también! - me sorprende tía Laura, agarrando mi muñeca y tirando de mi mano con fuerza hacia su coño. - Yo también estoy muy,... muy cerca.

Cristina mira a su amiga boquiabierta por su confesión y un punto de fogosidad sube en su búsqueda de un nuevo orgasmo. No esperaba correrse al tiempo que su amiga.

-        ¡Ohhhhhhhhhhh! ¡SÍ! - Todo el cuerpo de Cristina se estremece cuando su éxtasis le alcanza de lleno y aprieta sus músculos vaginales alrededor de mi pene.

Esto, además de mi tía acariciando mis testículos, hace que literalmente explote mi verga dentro de la angosta y apretada cueva de Cristina.

Me quedo rígido e inmóvil con todo el rabo dentro de la buena doctora. Mi tía se queja.

-        No... me...dejes... así - Ella se aplica fervientemente en follar su coño contra mi mano y noto que sus músculos se contraen alrededor de mis dedos.

-        Aaaahhhhhh - suspira, ralentizando sus movimientos, mientras noto como su coño palpita rápidamente en las yemas de mis dedos y sus jugos calientes corren por mi brazo.

 

 

Cristina me tira con fuerza hacia ella, cuando mi tía se deja caer de espaldas. Los tres estamos respirando con dificultad y parece que falte el aire.

-        ¡Dios! Toda la guardia he soñado con esto ¡Joder! He estado a punto de tirarme al anestesista. - dice Cristina entre jadeos.

-        Haberlo hecho guarrona y haberme dejado a mi sobrino para mí - replica mi tía riendo y respirando también con dificultad.

 

¡Joder! este es el fin de semana más increíble de mi vida. Miro el reloj de la mesilla y sonrío. Veo que todavía tenemos unas pocas horas antes de que mis padres vuelvan a casa. Tía Laura es la primera en moverse, lo que me permite desenganchar mi flácido pene de Cristina y dejarme caer junto a ella. 

Saca mi tía unos pañuelos de papel de la caja que hay sobre la mesilla, envuelve cuidadosamente el condón usado y se dirige a descartarlo en el cubo de basura del baño.

Mi mano derecha acaricia a Cristina, especialmente su curvilíneo culete. La pálida mejilla desborda la palma de mi mano y, mientras acaricio su atractiva redondez, no puedo dejar de pensar que es bastante más abundante que al pequeño y respingón culito de mi ex novia. También lo son sus muslos, aunque la rubia amiga de mi tía siempre ha sido delgadita.

La otra mano juguetea descuidadamente con  sus pezones y ella suspira feliz, mientras deposito pequeños besos en su pecho, hasta que llega mi tía del baño. 

Cuando regresa, dejo que se acurruque al otro lado de mí y deslice sus dedos por el sudoroso vello de mi pubis. Luego balancea mi desgastado rabo como si fuera un látigo.

La atraigo hacia a mí con cariño, apretando un cachete de su culo ¡Pocos sobrinos deben de querer tanto a su tía!

El denso aroma a sexo llena el aire. Ellas me abrazan y yo envuelvo mis brazos a su alrededor. Estamos todos cansados, sobre todo yo, pero eso no me impide disfrutar del momento y de nuestra desnudez.

¡Coño! Pienso en ese momento, no hay nada mejor en el mundo, que tener una nalga de una mujer madura, una experimentada la otra novel, en cada mano y al tiempo sentir como mi tía acaricia mis huevos a través del escroto y su amiga hace pequeños rizos con un dedo en mi pelo del pecho.

La verdad, es que mi felicidad es tal, que no existe nada más en lo que pensar, por eso no presto mucha atención cuando oigo decir.

-        ¿Alguna vez te has preguntado porque nuestras hermanas y nuestros cuñaditos se van tantas veces juntos de viaje? - se lo pregunta Cristina a mi tía, con aire distraído, ignorando que también se refiere a mis padres. Luego añade - ¿O por qué han repartido las temporadas para venir a esta casa de campo? Pocas veces fuera de cumpleaños y otras celebraciones familiares hemos coincidido con ellos.

-        ¿Qué quieres decir? - le responde tía Laura, levantando la cabeza de mi hombro para mirar a Cristina por encima de mi pecho.

-        Bueno... nada... no importa - balbucea ahora con la mirada perdida sobre mi cuerpo.

-        ¡Cómo que no importa! ¿A qué venía eso? - la presiona tía Laura. - ¿Qué ibas a decir?

-        Es una estupidez - responde.

-        ¡Joder! No haber sacado el tema. - se enoja mi tía

La verdad es que ahora nos tiene pendiente a los dos de lo que iba a decir. 

-        Venga, mujer - La beso en la parte superior de su cabeza. - Sólo di en que estabas pensando para decir eso.

Me imagino que será una tontería y no quiero que nada rompa el mágico momento.

Mis manos siguen acariciando sus respectivos culos y  la mano de tía Laura todavía masajea mi pene y los testículos, aunque ha parado un poco, pendiente de su amiga.

-        Bueno - duda, luego se sienta y nos mira a los dos. - Cuando fui a despedir a mi hermana vi cómo metía en las maletas su ropa interior más sexy... - luego calla.

-        ¿Y...? - Tía Laura verbaliza lo que estoy pensando.  - Tal vez tu hermanita y tu cuñado se pensaban pegar un homenaje en Almería.

-        ¿Y se van con los padres de Diego? - pregunta Cristina, con misterio. - Es decir, si querían una escapada romántica, no era mejor ir solos.

-        ¿Dónde quieres ir a parar? - pregunto, ya con impaciencia.

Mis manos ya no se mueven sobre sus culos. 

-        ¡Espera! - dice tía Laura saltando de la cama y perdiéndose por el pasillo. 

Cristina me mira con timidez, mientras trato de entender donde ha ido mi tía. 

-        Mi hermana también se ha llevado un par de conjuntos sexi que me enseñó el otro día. - nos anuncia tía Laura a su regreso. - Se los acababa de comprar y le pregunté cuando pensaba utilizarlos.

-        ¿Y qué te dijo? - la interroga Cristina.

-        Que nunca se sabe cuándo pueden ser necesarios. La verdad es que se veía muy guapa con ellos.

 

Me está jodiendo tanto misterio.

-        Así que utilizan sus viajes para darle vida a sus matrimonios - digo, sin saber muy bien donde me estoy metiendo - ¿Qué hay de malo en eso? La verdad, lo que menos me apetece ahora es hablar sobre la vida sexual de mis padres.

Me están jodiendo el momento con el tema más antierótico que me puedo imaginar. Mis padres en plena faena ¡Vaya una mierda de pensamiento!

-        ¿Qué pasaría si ... - continúa Cristina ignorando mi petición. Mueve la cabeza como si no quisiera decir realmente lo que está diciendo. - ¿Qué pasa si la ropa interior sexi no es exactamente para excitar a sus propios maridos?

La pregunta queda en el aire y mi tía y yo nos miramos con incredulidad.

-        Creo que has estado viendo últimamente demasiadas telenovelas y se te están ablandando las meninges - dice tía Laura, riéndose de la acusación. 

-        Probablemente, - concluye Cristina de manera no muy convincente - ya te dije que no debería haber dicho nada. 

Por supuesto, ya ha sembrado la semilla de la duda. Cristina ha abierto una puerta que mi imaginación no puede dejar de pasar, ahora no puedo evitar evocar todo tipo de escenarios, sobre mis padres y la hermana  y el cuñado de Cris… ¡Mierda! 

No puedo ni siquiera pensar en mi madre teniendo sexo con mi padre, menos con otra persona ¡Qué corta rollos!

Pero,… con Rosa,… la hermana de Cristina,... Siempre la he mirado con ojos golosos. Y no soy el único chico de mi edad que se la come con los ojos cuando está tomando el sol en la piscina. Ella y mi madre van al gimnasio juntas y se mantienen en muy buena forma. 

¡Mierda, seguro que otros chavales miran a mi madre de la misma forma! 

Pero… ¡Ostia! ¿Qué sugiere Cristina? ¿Qué podrían estar follando con otras parejas los fines de semana? ¿Tal vez entre ellos...? ¿Eso sugiere Cristina? ¿Un intercambio?¿O quizás que participan en orgías? ¡Eso es absurdo!

-        La Tierra llamando a Diego. La Tierra llamando a Diego - oigo a tía Laura burlándose de mí, sacándome de mi ensoñación. - Cristina ha preguntado si vamos a seguir haciendo esto.

Ella asiente esperando mi respuesta, mientras nuestros cuerpos desnudos se abrazan en la cama. No sé que decir. No me lo he planteado, la verdad. Sólo he dejado que las cosas surgieran y se fueran curando las heridas de mi ruptura con Clara.

-        ¿Qué pasará cuando tus padres estén de vuelta a casa? - dice Cris muy seria. 

Buena pregunta. Pero está claro que Cris está por no dejarme disfrutar de mi fin de semana de gloria. No me apetece mucho pensar en nada. Luego añade.

-        Quiero decir... umh... si todos queremos seguir… haciéndolo. - añade Cristina con gesto meditativo.

-        Quiero decir... umh...¡Desde luego, que queremos seguir… haciéndolo! - se burla de nuevo mi tía de su amiga - ¿O no tengo razón, sobrinito?

Agarra mis huevos de forma amenazante. Luego se gira abalanzándose sobre mi pecho, mientras levanta la cabeza para mirarme a los ojos. Sus pechos calientes se presionan contra mí y mi brazo está envuelto alrededor de su espalda. Finalmente me besa suavemente en los labios.

-        Dime Diegito ¿Quieres volver de nuevo con Claudia o prefieres mantener tu pequeño harén de maduritas?

-        Sería de locos no querer seguir haciéndolo - sigo con la palabra usa por Cristina - y, desde luego, tan a menudo como sea posible, pero ¿Cómo podremos hacerlo? -

Parece una pregunta absurda pero... Miro a mis dos preciosas acompañantes y continúo.

-        No puedo volver a casa de mis padres y esta casa tampoco es una  opción. Está demasiado lejos del trabajo. - hago una pausa y me confieso - Sabéis, soy incapaz de pensar mucho más allá de mañana. Ahora cuando les explique a mis padres la ruptura con Claudia y mi vuelta a casa,... ¡Vaya mierda! La peor escena que ahora me puedo imaginar, es tener que ir detrás de ellos siguiendo su coche y subir mis maletas por la escalera hasta mi antigua habitación.

Nos quedamos allí en silencio durante bastante tiempo, hasta que añado una conclusión obvia. 

-        Tengo que conseguir mi propio piso.

-        Podrías venirte a vivir con nosotras - dice mi tía, levantando sus cejas hacia mí. - ¿Qué hay de malo en que vivas con tu tita Laura?

-        ¡Estoy de acuerdo! - exclama Cristina con emoción. - ¿Pero dónde dormiría? Solo tenemos dos habitaciones.

-        Es obvio que, siendo yo su títa, dormirá conmigo, aunque cuando lo necesitaras seguiríamos siendo un trío - se burla tía Laura

Pero Cris tiene razón, eso no sería muy explicable a mis padres, o sea a su hermana y su cuñado.

-        Bueno, él puede tener dos titas. - replica de forma misteriosa y coqueta Cristina - Puede elegir a la que más le guste.

-        La más experta, sin duda - dice tía Laura apretándose contra mí y  pajeando suavemente mi rabo.

-        O con la que tiene más cosas que enseñarle, que además es la más caliente y la más viciosa - añade Cris restregando su cuerpo sobre mí, con su vulva abierta sobre mi muslo.

Nos reímos, parece que eso estaría bien. Con estas mujeres me parece que todo se arregla rápido y de forma sencilla. Aunque todavía tengo algunas dudas.

-        No parece muy razonable de cara al exterior que yo duerma con mi tía - digo con cierta tristeza - La verdad es que no parece una solución muy elaborada.

-        Tonterías. - replica mi tía muy resuelta - Lógicamente es una solución provisional y a todo el mundo diríamos que yo duermo con Cris y tú en mi habitación. Luego alquilaríamos un piso de tres dormitorios. Uno muuuyyyy grande, con una cama enooorme y los otros dos podrían servir, uno para meter los esquíes y el otro para las cosas de la playa.

-        ¿Y tú crees que podría... ya sabes... ser así muy a menudo? - me pregunta Cristina ansiosa. 

-        Umhhh… ¿A follar a diario, te refieres? Me lo tendré que pensar - Bromeo, pellizcándola el pezón, mientras la beso en la mejilla. - Porque es verdad que te estás convirtiendo en una madurita muy caliente y muy viciosa. - la conversación me está empezando de nuevo a estimular.

-        Pues ha sido un yogurín rabilargo el que me ha corrompido - responde ella, golpeando mi brazo como ha visto hacer tantas veces a mi tía - ¿Serás el amante de tus dos titas mayores, Dieguito? - pregunta, pasando los dedos por toda la longitud de mi suave pene. 

-        No si vais a pegarme -  Sonrío, tocando mi hombro.

-        ¿Crees que ya no tendremos que zurrarte para que cumplas como hombre? - mi tía sonríe maliciosamente, recordándome lo sucedido con Clara. 

Ignoro su comentario, pero seguro que ha notado las contracciones de mi polla sobre su mano al recordar la escena.

-        La gente dirá que soy un divorciado un poco aburrido, yéndose a vivir con su vieja tía solterona y su amiga medio virgen - le devuelvo la puya, intentando provocarlas.

-        ¡¡¡¿Qué?!!! ¡Serás cabrón! - grita tía Laura, al tiempo que se abalanza contra mí y empieza a hacerme cosquillas para intentar voltearme y darme unos azotes. - ¿Quién es la vieja tía solterona?

Yo me río y sigo con su guasa.

-        No tita, no. Dé...ja... me. Seré... bueno, ti...ta. - las cosquilla no me dejan casi hablar.

Cris nos mira de rodillas a nuestro lado.

-        ¿No me vas ayudar a darle su merecido? - la apremia tía Laura - ¡Ya te voy a dar yo a ti tía solterona! -  me dice, mientras sigue con sus cosquillas y sus intentos de azotes.

Cristina nos sigue mirando y finalmente añade, contestando a mi tía.

-        Te ayudo, si a mí también me llamas tita.

Mi tía y yo paramos de retorcernos y la miramos desconcertados, la verdad es que Cristina a veces tiene cosas muy raras, pero no está el momento para divagar.

-        Claro que sí, tita Cris. Mi tita Cris, la medio virgen - continúo provocándola.

-        Medio virgen, pero cada vez más caliente y viciosa - añade contenta con su objetivo cumplido, baja la cabeza sobre mi polla y comienza a lamer suavemente todo alrededor como si fuera una gatita.

Tía Laura sorprendida por la reacción de su amiga, apoya sus tetas sobre mi pecho y empuja su lengua en mi boca. 

Sí, definitivamente tenemos que irnos a vivir juntos. Esto no puedo perdérmelo por nada del mundo.

-        Tan buena está mi polla, tita Cris. Hoy te estás dando un festín - digo, cuando mi tía rompe el beso.

No me contesta, tan solo introduce el glande en la boca y empieza a mamar. Creo que podría sobrevivir con una dieta a base de polla durante toda la semana, pero también creo que es preciso avisarla que se ha cerrado el bufet.

-        No creo que vaya a estar listo durante un tiempo - sonrío disculpándome.

-        Ah,  claro ¿Pero puedo jugar con ella o te hago daño? - me pregunta Cristina con su habitual aire inocente.

-        No, no es dolor en absoluto. Se siente cojonudo, simplemente no te hagas ilusiones, tita Cris - contesto, mientras empujo a mi tía sobre mí para continuar besándola. 

Pasamos la siguiente hora o más, enredando lánguidamente nuestros cuerpos, nuestros brazos, nuestras piernas, nuestros dedos, nuestras lenguas,.... Sin ninguna urgencia. Succiono los pezones de tía Laura, mientras mis manos exploran su exquisito cuerpo. Cristina,... tita Cris, como ahora quiere que la llame, lame y chupa mi polla, acariciando suavemente el escroto, hasta que cambia de lugar con tía Laura. Acaricio su coño calentito y ella empuja su lengua en mi boca y se frota contra mi mano.

 

La boca más experta de tía Laura hace magia sobre mi polla y, la muy zorra, consigue que me recupere totalmente, mientras succiono los pezones tensos y prominentes de tita Cris. Me repito, lo sé ¡Pero esto es la ostia en verso! Mucho más de lo que cualquier hombre podría desear ¡Otra vez estoy con el soldadito en posición de firmes! ¡Qué locura!

-        Creo que es mi turno - dice tía Laura, sacando de su boca de mi polla dura y mirando inquisitivamente a Cristina.

-        ¡Oh, sí! - dice Cristina con entusiasmo viendo de nuevo mi polla enhiesta. - Quiero veros a los dos..., ya sabéis, jodiendo como monos - vaya con el leguaje de tita Cris - ¡¡Tía y sobrino jodiendo cómo monos!! -  repite y una sonrisa ilumina su cara.

Se echa para atrás para dar espacio a mi tía y que se monte sobre mi pene. Observo que rehúye tocarse con mi tía, pero no estoy dispuesto a renunciar a su contacto físico. Tiro de ella hacia mí, dándola otro beso.

-        Creo que desde aquí podrás tener buena vista de cómo me cabalga mi títa Laura - le digo, agarrando con fuerza su culo. - Es eso lo que te gustaría ver ¿Verdad?

Claro, nos ha visto desnudos haciendo toda clase de marranadas, pero todavía no nos ha visto copulando. Tía Laura frota mi glande contra su raja húmeda un par de veces, antes de bajar lentamente penetrándose con mi rabo, que está completamente erecto. Cristina parece hipnotizada, mientras observa a mi pene desaparecer entre los labios inflamados de la vulva de mi tía.

-            ¡Guau! - susurra Cris. - Es verdad, te estás follando a la hermana de tu madre…,  y tú al hijo de tu hermana – no se la ocurren más obviedades - ¡Que cabronazos! Eso es todavía más morboso que hacerlo conmigo - Se vuelve hacia mí. En su mirada hay asombro y lujuria.

-        Sí - le respondo, justo antes de que ella empuje su lengua en mi boca, con fuerza, con lascivia.

Joder ¿Será verdad que nuestro acoplamiento incestuoso le está provocando tal estado de excitación? Deslizo la mano entre sus piernas y soy recibido por un caliente y goteante coño, que acepta de buen grado que lo llene con mis dedos. 

-        ¡Mmmph! - gime en mi boca, al tiempo que tía Laura mantiene un ritmo constante en mi polla dura como el pedernal. 

Aunque mi erección a estas alturas es casi dolorosa ¡Sólo puedo pensar en el cielo! ¡Esto es el cielo!

 

Según nos besamos Cristina y yo, y le meto dos deditos, creo percibir, en la intensidad de sus labios y su lengua, y en el jarabe que ahora inunda mis dedos, que ella obtiene un orgasmo, caliente, fuerte, glorioso.

Por otro lado, mi tía, que comenzó con un ritmo lento y constante, ha ido aumentando la velocidad y me está montando como una puta loca. Su cabeza cuelga hacia atrás y se mantiene en equilibrio sobre un brazo apoyado en mi muslo, mientras sus abundantes tetas rebotan en todas las direcciones.

 

Cristina deja de besarme. Por su forma de jadear, parece que casi se asfixia al coronar con éxito su último orgasmo. Ha agarrado mi polla por los huevos y parece querer empujarla más profundamente en la vagina de tía Laura.

-        ¡Joder! - digo extenuado - Estoy a punto de correrme, tita. 

-        ¡Yo también! - exclama ella - ¡Sólo... un poco más...! - me pide justo antes de caer de golpe sobre mi polla y empezar a mecerse rozando su clítoris contra mi abdomen.

Me sigue montando intensamente, saltando sobre mi polla en busca de un orgasmo urgente, que nos anuncia gritando mi nombre.

-        ¡Diego! ¡DIEGO! ¡JODER! - cabalga obteniendo olas de placer que va ralentizando gradualmente en pequeños espasmos temblorosos.

Sus músculos vaginales se aprietan alrededor de mi pene y desencadenan mi eyaculación. Disparo mis últimos y escasos chorros de esperma directamente en su apasionado y familiar coño. Cristina se retira hacia atrás, para que tía Laura puede dejarse caer en mi pecho y los tres nos abrazamos, mientras vamos calmando nuestra respiración. 

Ahí se acaba el festival. Mi polla ya sí que dice ¡Non va plus! Es el final.

Nos levantamos y damos por terminado el fin de semana. Cristina se va a su casa, a nuestra futura casa en común, y empezamos a organizar todo para que nada pueda delatarnos. Me retiro a mi cuarto antes de que mis padres vuelvan a casa y es mi tía quien les recibe explicándoles mi ruptura con Claudia.

Mamá entra rápidamente en mi habitación para saber cómo me encuentro y enterarse de los pequeños detalles. No parece muy preocupada por mi ruptura y mucho menos por Claudia, solo por mi estado de ánimo, lo que me confirma que a ellos tampoco les debía caer muy bien.

Mientras, tía Laura convence a mi padre de las ventajas de que me vaya a vivir con ella. En las actuales circunstancias volver al hogar paterno podría suponer una mayor humillación para mí, le dice. Cuando entra en mi habitación y me da un abrazo, sé que él ya está ganado. Mamá es más dura de pelar, pero finalmente cede, aunque no muy convencida. Me mira con esa mirada escrutadora que ponía cuando le contaba alguna escusa por mis notas o por no haber pasado la noche en casa.

Creo que no me ve especialmente afligido. Sin duda, las madres tienen un sexto sentido para las cosas de los hijos. Aunque cuando terminamos de meter la última maleta en el coche y me da el último beso me dice, lo suficientemente alto para que lo oigan todos.

-        Y procura no molestar hijo. Ya sabes que tu cuarto siempre está preparado en casa.

¿Qué decir a eso? En fin, respondió mi tía por mí.

-        No seas egoísta, Luisi, - que así se llama mi madre, aunque mi tía nunca utilice ese nombre - deja que mi sobrino favorito haga compañía a su vieja tía solterona.

Quita hierro al asunto utilizando nuestro viejo chiste de la tía solterona, pero por la cara que puso mama, creo que no debió jugar con fuego. Será mi sentimiento de culpa de nuevo, pero creo que mi madre se huele algo.

Durante el siguiente par de semanas pensábamos que todo iban a ser caricias, arrumacos, folleteo, pero en realidad, aunque las noches eran gloriosas, durante el día lo que más hubo fue de disimulo. Mucho disimulo. Mi madre aparecía por casa con cualquier excusa, ya no sabíamos qué hacer con tanto tuper de comida casera.

Finalmente mi tía le llamó la atención. Bastante complicado era cuadrar nuestros horarios, sobre todo con el de Cris, que siempre anda de guardias y zarandajas, para encima tener que atender a mi madre, que se empeña en hablar conmigo a todas horas.

Estoy seguro que algo sospecha, aunque no sabe muy bien el qué.

Todos esos días, me da la impresión, que estoy siendo sometido a un continuo escrutinio. Nos invitan a comer todos juntos al chalet familiar, mi padre se empeñaba en quedar conmigo a comer fuera de casa, varios viejos amigos me llamaron para quedar, informados por mis padres de mi ruptura con  Claudia... ¡Qué pesadez! ¡Si yo lo que quiero es quedarme todo el día en casa follando con mis titas!

 

Además, Ali en cuanto se ha enterado que vivimos juntos se ha empeñado en hacer una fiesta de celebración.

Tan pronto tuvo conocimiento de mi presencia en su casa llamó a tía Laura. Estábamos los dos a punto de acostarnos, Cris iba a pasar la noche en el hospital, cuando recibimos la llamada.

-        ¡Pero coño, ni avisáis! - le dijo ella nada más descolgar el teléfono - Deberíamos dar a tu sobrino una pequeña fiesta de bienvenida.

Cuando me informa mi tía de ello, no parece muy entusiasmada con la idea. Pero yo puedo sentir la alegría de mi polla cuando oigo la propuesta. Ya me imagino de qué tipo de fiesta estamos hablando.

-        ¡Qué buena idea! ¿No? - le contesto tumbado en nuestra cama. Pero algo me sugiere prudencia.

-        Llama tú a Ali y vais organizándolo - me replica, quitándose la responsabilidad. 

-        ¿Y que la digo? 

-        ¿Tú qué quieres decirle? - esto parece una partida de pin pon. 

-        Pues no sé.

-        Es fácil ¿o sí o no? - tía Laura parece disfrutar con mi malestar.

-        ¿Tú qué opinas, tita? - Sé que piso terreno resbaladizo. 

Su respuesta no puede ser más contundente.

-        A ti te gustaría volverte a follar a esa puta.

-        Sí - respondo con toda sinceridad

¿Para qué lo voy a negar?

-        Ya eres mayorcito, Diego. Haz lo que quieras - me lo dice con naturalidad, no parece enojada, más bien triste. 

-        ¿Pero tú prefieres que no lo haga? - tras mi pregunta se hace un silencio.

-        Prefiero que no folles en esta casa más que con Cris y conmigo, pero si te quieres tirar a Ali, está bien. - dice en voz baja. - Es también tu casa.

-        ¿Qué es lo que hace diferente a Ali de Cristina?

-        No lo sé, es diferente - dice ella, claramente molesta - Bueno vamos a acabar con esto. Mañana tengo que madrugar. Buenas noches, Diego.

-        ¿Tía Laura?

-        Sí.

-        Sabes que te digo, ni siquiera me importa si a partir de ahora tampoco me follo a Cristina. En realidad, todo esto es para poder estar más tiempo contigo.

Me acurruco a su espalda y la rodeo con mi brazo por la cintura, desde ahí dirijo mi mano hacia sus pechos. Mi polla se acopla entre sus nalgas

-        Dile a Ali que ahora no tengo tiempo para una fiesta. - le anuncio finalmente para complacerla.

-        Te amo, Diego - añade tía Laura, antes de prepararnos para dormir.

Menea su culete para sentirme más dentro y luego añade.

-        Gracias, sé lo que te ha costado decir eso. De todas formas ni se te ocurra dejar de follarte a Cris. No habría quien la aguantara todo el día por casa con un humor de perros.

Sí, y además sigues esperando el día en que te la folles tú, pienso para mis adentros.

Y es que desde nuestra primera experiencia los tres solos en la casa de campo, siempre he observado cuando estamos follando, como mi tía se acerca sin atreverse a dar el último paso con su íntima amiga.

Pese a todo, la vida con ellas es deliciosa. Los tres estamos dando rienda suelta a nuestra imaginación y follamos casi a diario. Con una, con otra o con las dos. Las cenas son el preludio de unas veladas agotadoras y los fines de semana prácticamente no salimos a la calle.

Posiblemente esto no sea tan sibilino como pretendíamos. Creo que nuestro entorno más cercano empieza a sospechar algo y cuando nos queramos dar cuenta correrán algo más que rumores.

Me ha llamado mi padre. Me ha pedido que fuera a su casa para arreglar su lavavajillas que goteaba por la goma. No me apetecía mucho ir, pero ya aprovecharé para comer con ellos. Hace mucho que no comemos juntos.

Mi madre se ha ido de compras, por lo que nos encontramos solos. Estamos casi terminando de currar cuando inesperadamente empieza a preguntarme.

-        ¿Y qué fue lo que pasó entre Claudia y tú? - lo dice cómo sin darle importancia mientras se tumba en el suelo para acceder debajo del fregadero.

-        No sé - Me encojo de hombros. - Simplemente no funcionó. Supongo que no teníamos tanto en común como yo pensaba. 

Él asiente con la cabeza y empieza a apretar la conexión. 

-         Y ahora que estás mucho rato con Cristina y hablareis mucho de ese tema.

¿A qué ha venido eso? No es una pregunta, así que no respondo de inmediato.

-        Es buena gente, me cae muy bien. - respondo finalmente, después de que él levante sus cejas interrogante.

-        Sí, lo es, - reconoce. - pero quizás un poco mayor para estar tanto tiempo con ella ¿no?

-        Sólo hay nueve años de diferencia - le replico, quizás demasiado a la defensiva.

-        Es de la edad de tu tía - dice él, sentándose y empujando el botón del lavavajillas. - Siempre te ha visto como el sobrino que no tiene ¿Recuerdas cómo jugaban contigo de pequeño?

-        No nos vamos a casar, papá. Es mi compañera de piso. - Le digo un poco harto.

Mi actitud defensiva continúa y me doy cuenta de que me estoy delatando más de la cuenta. Sobre todo cuando añado.

-        Además, después de todas las discusiones con Claudia es un alivio estar con alguien que es siempre tan optimista y que le gusto simplemente por lo que soy

-        Sí ¿Tanto le gustas?

-        No en esa manera.

-        ¿En qué manera?

Su postura es calmada, pero no creo que él esté tranquilo. Yo tampoco.

-        Papa, somos compañeros de piso y vivimos con la tía Laura ¡Ya está!

-        Y supongo que tu tía sigue tan loca como siempre ¿No te escandaliza su forma de vida?

-        Papa ¿Esto qué es?¿Un tercer grado? ¿Por qué me iba a escandalizar la tía? No creo que deba dar explicaciones a nadie sobre la forma de vivir su vida.

-        Solo estamos hablando, - dice apartándose el lavavajillas, que empieza funcionar con aparente normalidad. - supongo que con ella también hablarás.

-        ¿Qué quieres decir? ¿De qué tengo que hablar?

-        Te veo susceptible. - sonríe, pero sé que disimula - Si vives con ellas, hablarás con ellas. Tendrás más confianza con ambas y te contarán intimidades. Es lo normal. – me mira esperando mi respuesta.

Sé que quiere que explote. Le conozco. Quiere sacarme de quicio y ver que me puede sacar, pero no sabe nada. Creo que es un tiro al aire. No puede saber lo que pasa.

-        Dime papá ¿Por qué tanto misterio? ¿Qué tratas de averiguar?

-        Nada, solo me preocupo por ti - aprieta de nuevo el botón y apaga el lavavajillas - Bueno, parece que esto carga bien. Veamos el desagüe. Supongo que no quiero que te hagan daño. - Continúa, volviendo al tema.

-        ¿Qué daño me van a hacer Cris o mi tía? - nunca antes la he llamado Cris y eso no pasa desapercibido a mi padre.

-        No lo sé, tampoco quiero que estés todo el día con ellas. Sal de nuevo con tus amigos y si tienes algún problema, si algo te hace daño, no dudes en llamarme. Siempre es bueno tener una segunda opinión.

¡Qué chapa me está dando! Mi padre no suele ser así. Nuestra relación siempre ha sido más relajada y lo de hoy del lavavajillas ha sido una encerrona en toda regla. Decido cortar por lo sano.

-        Mira, papa, nos divertimos juntos y de momento estoy bien así. Además, compartir más tiempo con tía Laura me gusta y Cris es fantástica. Déjalo estar, no hacemos daño a nadie.

Intenta volver a hablar, pero en el último momento rectifica. Calla. Finalmente, añade mirando la goma del desagüe y comprobando que no tiene pérdidas.

-        Espero que esta nueva historia no deteriore nuestra amistad con su familia. Todos hemos sido amigos desde hace tiempo - no me deja contestar. - Bueno, esto ya parece estar bien ¿Esperas a tu madre y te quedas a comer o tienes algo que hacer?

No parece una invitación muy entusiasta y pienso que si me quedo terminaremos discutiendo. Así que prefiero despedirme.

Ha sido la conversación más extraña que he tenido en mi vida con mi padre. Tan pronto salgo a la calle llamo a tía Laura.

-        ¿Qué coño sucede? – se extraña tía Laura – Tu madre también me ha llamado a casa. Y también me ha preguntado un montón de cosas extrañas. Me ha insistido en si hablabas mucho con Cris, que si te llevabas bien con ella ¿Pensará que sois novios?

-        No creo, en solo dos semanas, tras mi ruptura… ¿Y qué es eso que ha dicho mi padre de seguir manteniendo la amistad con sus amigos? ¿Crees que tiene algo que ver con los que dijo Cristina el otro día sobre los viajes de mis padres y su hermana y su cuñado?

Se hace un pequeño silencio. Mi tía debe estar calibrando esa posibilidad.

-        ¿En qué estás pensando?- me pregunta, finalmente.

-        No lo sé, pero parecía decirlo por algo ¿No crees?

-        Es posible, pero me extraña que tu madre y menos Cris me hayan ocultado un secreto que pudiera ser tan importante... ¿Quién sabe?

-        Deberíamos hablar con Cris.

-        Estamos de acuerdo, voy a llamar ahora mismo a Cristina. Como sepa algo que no me ha contado, la mato.

Cris aparece poco después de que yo llegue a casa. Le contamos con detalle las conversaciones con mis padres y ella se queda muy seria.

-        A mí también me ha llamado mi hermana,  - esto parece una ofensiva por tierra, mar y aire – pero yo la he colgado. Yo sé de que se trata y no quiero más imposiciones.

Tía Laura parece que va a estallar, hasta que ve a Cristina al borde del llanto.

-        ¿Se trata de los viajes de fin de semana? - pregunta tía Laura tanteando el terreno.

Ella asiente y me mira con pena. Yo me quedo en guardia. No sé que pensar.

-        ¡Arranca, Cris, por dios! ¡Qué somos adultos! – se exaspera mi tía.

-        Todo pasó hace 30 años y dos semanas - empieza a contar muy misteriosa. Traga saliva y se dirige a mi tía. - ¿Recuerdas cuando mi madre enfermó y mi padre se quedaba con ella en el hospital? 

Se dirige a mi tía y ésta asiente. Tiene las manos cogidas en su regazo, esperando con impaciencia.

-        Yo me fui a vivir con mi hermana y Antonio. Me dieron unas llaves de su casa, pues yo a veces llegaba del colegio un poco antes que ellos.

-        Sí, nos traía mi madre – recuerda tía Laura – y a ti te dejaba con tu hermana.

-        Eso es. – confirma Cris – Cuando mis padres regresaron, yo seguía teniendo las llaves y un sábado salí de mi casa sin decir nada y me fui a devolvérselas. Me sentía muy mayor con el manojo de llaves.

-        A mí me dabas envidia – apostilla mi tía.

Cris la ignora y sigue hablando.

-        Nunca había tenido unas, por lo que decidí entrar a su casa con ellas. Una estupidez, pero lo había hecho tantas veces que me pareció lo más normal.

Hace una pausa y me mira. Luego continúa obligándose a hablar.

-        Cuando entré en el salón estaban todos desnudos.

-        ¡¡¿Quiénes?!! – pregunta mi tía con la boca abierta.

No sé si quiero oír la respuesta. Creo saber lo que va a decir.

-        Mi hermana, tu hermana, mi cuñado y tu cuñado.

¡Mis padres y sus amigos!

-        ¿Y qué hacían? – pregunta mi tía por mí.

Yo estoy paralizado.

-        Mi hermana estaba tumbada en el sofá y tu padre, Diego, estaba tumbado sobre ella, supongo que follando. Supongo, no, seguro. Podía oír los jadeos de mi hermana y el golpe de la pelvis de tu padre contra ella. Recuerdo que le dijo algo así como, cuanto echaba de menos este coñito, mi amor. Luego la besó en la boca y mi hermana le recibió con ansia, parecía querer devorarle.

-        ¡¿Mi cuñado le dijo, cuanto echaba de menos este coñito?!

-        Si eso me pareció oír, pero no lo tengo muy claro, porque no me dejaban oírles tu... madre, Diego, y mi cuñado. Esos estaban mucho más cerca de la puerta, sobre uno de los butacones.

Lo imagino. Recuerdo esa disposición del salón de su casa, era muy parecida a la de la mía. Cris nos sigue contando.

-        Estaba tu madre a cuatro patas, y mi cuñado le agarraba por la cintura, y le pegaba cipotazos, y ella bramaba como una loca pidiendo más y más.

-        Bueno,  ya vale - dice mi tía visiblemente preocupada por mí.

-        No, - le corto - quiero saber que más pasó.

Cristina me mira a los ojos y debe leer mi determinación en la cara. Lo que no nota es la excitación dentro de mis pantalones ¿Quiero saber que más pasó por algún oscuro y morboso motivo? No sé. Ella sigue relatando lo que vio.

-        Lo recuerdo como si estuviera pasando ahora. Ha pasado por mi mente una y mil veces. Antonio le agarraba por las caderas y tiraba de ella hacia su polla una y otra vez y tu madre le ayudaba en cada envite echándose hacia atrás. El choque de sus cuerpos sonaba chas, chas, chas.

Cristina golpea el puño contra la palma de su mano para imitar el sonido.

-        Recuerdo que tenían el cuerpo encarnado, supongo que por el esfuerzo y el sudor.

Parece pensar con detenimiento lo que va decir después y luego continúa con cara de pena.

-        Mil noches me he levantado soñando con sus cuerpos rojos como demonios. Mi cuñado, a veces con cuernos, otras con cara de chivo directamente. Tu madre con morro de cerdita o cabeza de cerdita. Antonio gritando, Toma Luisi, cerda, puta, toma y ella, dame fuerte cabrón, dame fuerte.

Me mira torciendo el gesto y se pone a llorar. Mi tía se levanta y sentándose a su lado la rodea por los hombros.

-        Estabas aterrorizada. - le dice tiernamente.

-        Yo era una niña de 10 años, por Dios, que no tenía ni idea de sexo y aquella escena me pareció espantosa - Cris solloza mientras habla. - Lo siento Diego - dice dirigiéndose a mí - durante años no se lo he dicho a nadie.

-        Ni siquiera a mí. - le reprocha mi tía con cuidado.

-        ¿Cómo te iba a contar eso? Me parecía lo peor. Además me dijeron que no te lo dijera.

-        ¡Mi hermana y tu hermana, te dijeron eso!

-        Sí, luego ya me dio vergüenza. Mi actitud, o mi trauma o lo que fuera me parecía de lo más infantil ¡Tengo 40 años, joder!

-        ¡Qué cabronas! - mi tía está indignada.

-        Supongo que ellas también estaban asustadas, pero para mí fue terrible. Por eso yo no quería saber nada de los chicos. Durante años estuve confundida. La imagen de tu madre y mi cuñado me producía escalofríos… luego fue peor.

-        ¿Por qué? - dije rompiendo mi mutismo.

-        Me excitaba. Era mi fantasía más recurrente. - dice bajando la vista. cada vez que soñaba con ellos, me levantaba... - me mira a mí con vergüenza, pero finalmente se decide a continuar - me levantaba mojada. Luego me masturbaba, pensando en aquello. En mi hermana debajo de tu padre devorándole la boca y en tu madre con su culo en pompa, pidiéndole a mi cuñado que le diera más fuerte.

-        Y de esto ¿hace 30 años y dos semanas? - pregunto extrañado por la exactitud con la que sabe la fecha.

-        Sí, el día que nos reunimos en casa de tu hermana hacía 30 años. Me pareció que no podía esperar más. Era una forma de exorcizar los demonios.

-        ¿Y entonces apareció mi sobrino… y te quitó el virgo? - pregunta tía Laura de sopetón.

Mi tía esboza una sonrisa, luego empieza a reír. A mí primero me sorprende, luego me contagia. Demasiada información. Demasiada tensión, que rompo con una risa nerviosa.

-        ¿De qué os reís, cabrones? - replica Cris con la cara cubierta de lágrimas. No sabe si reír o llorar - A mí no me hace gracia. Lo he pasado muy mal.

Sacude un puñetazo a mi tía en el hombro, que se ríe con más ganas. Mi tía sigue implacable.

-        Después de 30 años con el coño seco por culpa del padre, aparece el hijo y le quita las telarañas. -  suelta entre risas.

Le ha entrado la risa floja y nos la contagia al demás, incluida Cris. Aunque, la verdad, no sé si eso tiene gracia.

-        Perdona, perdona - se serena tía Laura, dándole besitos en las mejillas sobre sus lágrimas. - Al final ha sido mi sobrino, mi sobrino el que… - y descarga una nueva andanada de carcajadas.

-        Cállate ya. Pedorra. - Cris, se hace la enojada, pero se nota que se ha quitado una losa de encima.

Decide continuar. Se da cuenta de que no ha terminado.

-        Cállate ya, en serio. Tengo algo más que decir. - se pone grave y obliga a mi tía a calmarse, aunque ésta sigue con una sonrisa en la cara - Diego, lo siento, tenía que contártelo. A ti más que a nadie. No sé porque, pero siempre he pensado que tenías que saberlo.

Curiosa forma de pensar. Ya bastante raro es pensar en tus padres follando, como para pensar en ellos haciendo un intercambio con sus íntimos amigos o en tu madre a cuatro patas, recibiendo pollazos del marido de su mejor amiga. Pero Cris parece tener sus razones.

-        Verás, creo que hay algo más. - continúa hablándome - Yo salí corriendo de la casa y mi hermana y tu madre me alcanzaron. Estaba sentada en un banco del parque. Menos mal que aparecieron, porque estaba aterrorizada. Me tranquilizaron. Se portaron muy bien conmigo.

-        Sí, claro – reprocha mi tía.

-        Sí, Laura, sí. He pensado mucho en ello. Nadie tuvo culpa de nada. Fue una casualidad y una desgracia. Supongo que solucionaron el tema lo mejor que pudieron. Pero hay algo que no me quisieron contar y creo que tú deberías saberlo. - Me mira fijamente.

-        ¿El qué?

-        No lo sé. Ese es el problema. Yo no me enteraba de mucho aquel día, pero sé, de eso estoy segura, que tú deberías saberlo. - enfatiza esa última parte - Tu nombre salió varias veces a relucir y tu madre decía siempre que no, muy tajante, con la cabeza.

Cris se levanta y me rodea entre sus brazos. No sé si es sano, pero la historia de mis padres y sus amigos me ha puesto palote. Creo que si yo soñara con el cuerpo rojo de mi madre, recibiendo a cuatro patas con cara de cerdita también tendría que masturbarme...

No, no quiero pensar en eso. Beso a Cris en la boca y ella me responde con pasión. Sus labios están calientes, como si tuviera fiebre. Rozamos nuestras lenguas lentamente, intercambiamos saliva como sellando un pacto de amigos.

Me arrepiento de lo que dije a mi tía, sobre que no me importaría dejar de follar a Cris, si la tengo a ella. En estos momentos siento un gran amor por la dulce Cristina. Mi tía se acerca por detrás y la besa el cuello. Mete las manos por su cintura y coloca su cabeza en su espalda. Yo deslizo mis manos hacia tía Laura para levantar su jersey y tocarle las tetas.

 

Justo en ese momento, suena el teléfono. Es mi madre. Veo su llamada en el móvil y no hago ninguna intención de cogerlo. Estoy cabreado y últimamente he visto que lo mejor para las frustraciones personales es una buena sesión de sexo. Sin embargo mi tía no piensa igual.

-        Deberías cogerlo - me sugiere mirándome fijamente.

-        Paso. - digo sencillamente, intentando quitar la camiseta de Cris.

-        No está bien. Tus padres están preocupados y ahora todo esto no me parece una tontería.

Viendo mi actitud, se dirige al móvil y descuelga ella. Permanece un rato a la escucha con el gesto serio y me pasa el teléfono.

-        Es Rosa, la hermana de Cris, quiere hablar contigo.

Cojo el teléfono extrañado. Me explica que ha estado hablando con mi madre y que tiene un gran disgusto. No se atreve a ponerse, pero que ella cree que lo mejor es que Cris y yo acudamos mañana por la noche a casa de mis padres y hablemos con ella y con mi madre.

-        ¿Podéis venir después de la cena?

-        Claro, Rosa, pero creo que tía Laura debería venir con nosotros.

Ya me imagino de lo que quieren discutir con nosotros y me sentiría mejor si mi tía estuviera también  allí.

-        Esto no tiene nada que ver con Laura - dice ella, con cierta brusquedad. Está tensa.

-        Es la mejor amiga de Cris y mi tía, no entiendo porque no puede estar con nosotros - contesto. - ¿Acaso es un problema? - Rosa vacila. 

-        No, creo que no - suspira - Os veré mañana, cariño.

-        Hasta luego, Rosa.

Tan pronto como colgamos el teléfono, ellas me requieren toda la información. Le damos mil vueltas a la breve conversación con la hermana de Cristina. 

-        Gracias por incluirme, Diego - dice tía Laura.

-        Sólo quiero superarlas en número - se ríen de mi broma, pero puedo sentir la tensión por la reunión de mañana.

-        Todo va a salir bien - les aseguro. 

Parece que el más tranquilo soy yo ¿Qué puede pasar? Lo que parece claro es que hoy me quedo sin polvo.

 

El día de la reunión nos reciben mi madre y Rosa con besos y muchas sonrisas, pero no se las ve cómodas. Ambas están muy elegantes. Demasiado para estar por casa. Mamá tiene puesto un vestido blanco de hombreras que la llega a medio muslo. La verdad es que está guapa. Nunca la he mirado con los ojos que lo hago hoy ¡Claro que tiene que ver con todo lo que me ha contado Cris! Mi madre a cuatro patas con cara de cerdita ¡Joder, quítate eso de la cabeza! Me digo a mi mismo.

Sin duda mi madre es una mujer muy guapa y sensual. No me extraña que Antonio se sienta atraído por ella ¡Eso a mí no me importa! Me amonesto mentalmente e intento fijarme en Rosa para quitarme la idea de la cabeza.

Bueno, a Rosa si la he mirado muchas veces con ojos lujuriosos. Hoy viste unos pantalones cortos y una blusa liviana semitransparente con un estampado de flores. Comparo sus pechos con los de su hermana. Son bastante más grandes, pero nada que ver con los de mi tía y mucho menos con los de mi madre. Ambas están muy morenas. No puedo dejar de imaginármelas tomando el sol en la piscina de nuestra casa de campo, como cuando yo era pequeño y correteaba entre ellas.

Mamá empieza a hablar y nos invita a sentarnos en el sofá:

-        Esta no va a ser una conversación fácil - se inclina hacia delante sentada en el pico del sofá.

Intento escuchar algún ruido más por casa. No se oye nada. Supongo que papá se ha ido a alguna parte con el cuñado de Cristina.

Mamá se sienta en frente mío, junto a Rosa. Yo con aire de indiferencia sigo distraído mirando como al sentarse, el pantalón de Rosa se retira hacia su culo y deja ver más arriba en sus muslos. Estoy pensando en los buenos ratos que se habrá dado mi padre con ella, cuando oigo a mamá que sigue diciendo:

-        No quería que vinieras Laura pues es un tema muy delicado, - frota sus manos en las piernas, supongo que porque las siente sudorosas - pero ya que Diego ha insistido, admito que es mejor que lo escuches de nosotras, en lugar que te lo cuenten tu sobrino o tu amiga.

 

Empieza mi madre de forma solemne y con una disculpa ante una tontería. Nos miramos unos a otros sorprendidos por este hecho. 

Esto parece más siniestro que una advertencia sobre la diferencia de edad entre mis compañeras de piso y yo. Quizás sospechen que Cristina y yo tenemos algún tipo de lío o puede ser que piensen algo más siniestro. Todo esto me empieza escamar.

-        Hemos tratado de evitar esta conversación, pero nos da la sensación de que ahora es necesario... - Es Rosa la que habla, se encoge de hombros en lugar de completar la frase. Mi madre continúa.

-        Toda mi vida he intentado evitar esta conversación. 

 

 Tanto preámbulo me está poniendo negro.

-        Si vais a decir otra vez que debería ir con gente más joven... - empiezo a decir con impaciencia, pero mamá me interrumpe. 

-        Sólo un segundo - mamá sostiene un dedo en el aire para enfatizar sus palabras. - Por favor, solo queremos que nos respondáis a una pregunta.

 Los tres nos miramos, esperando que mamá tome un sorbo de café. 

-        Decidme ¿Os habéis acostado vosotros dos? - nos mira a Cris y a mí.

¡¡¡¿Qué coño de pregunta es esa?!!! Voy a protestar, pero Rosa me interrumpe.

-        Es importante - nos dice muy serena.

-        No hace falta que contestéis - dice mi madre, mirándonos a la cara - No me hacía falta nada más que ver el estado de mi habitación el fin de semana que pasasteis juntos. No sé que pudo pasar, pero las consecuencias fueron evidentes.

Mira a Cris como si fuera más culpa suya que mía y ella se pone colorada.

-        Y si no hubiera sido así, hace unos segundos esta conversación se hubiera acabado ¿verdad? Ya os estaríais riendo de nuestras insinuaciones y preguntas.

Continua hablando sin cambiar el tono.

-        Vosotros sabéis que nuestras familias han sido amigos desde hace mucho tiempo. - hace una pausa para solicitar nuestro asentimiento - Desde antes de que nacieras tú. - añade señalándome. -

-        Nuestras familias se mudaros a este barrio casi al mismo tiempo, cuando vosotras dos erais apenas unas niñas. - alude ahora a Cris a tía Laura -Rosa y yo enseguida nos hicimos amigas. Luego ambas nos echamos novios casi al tiempo y nos casamos con una diferencia de seis meses, y seguimos viviendo muy cerca.

-        Lo que no sabéis - dice mi madre, mirando a Cristina. - Es que cuando nos casamos los cuatro quisimos tener hijos inmediatamente y nos fue muy difícil.

Por lo que veo en las caras de sus hermanas, ninguno de nosotros sabía nada, pero tampoco sé a qué viene eso ahora mismo

-        Pasamos por todo tipo de pruebas y procedimientos y, finalmente, se determinó que tu padre tenía bajo conteo de esperma y Rosa tenía un problema en la matriz.

Nadie dice una palabra, parece que mamá ha terminado con su parte y ahora es la hermana de Cris la que debe continuar. Toma aire y continúa hablando.

Yo estoy aburrido de todo esto o es la tensión, no sé, pero me entretengo en escudriñar entre las flores de su blusa cuáles son los bordes de su sujetador. Nunca he sido tan descarado mirando a Rosa a las tetas, pero supongo que mi mirada arrogante es alguna manifestación de protesta ante este numerito que han montado.

-        Las posibilidades de poder concebir cualquiera de las dos parejas era muy bajo. Pero queríamos un niño a toda costa. Parecía que la única alternativa era la inseminación artificial de tu madre. - dice mirándome a mí. - Yo por mi parte no tenía esperanzas. Además, no quería someterme a esos tratamientos de fertilidad.

Sus ojos se vidrian.

-        Fuimos todavía mejores amigos - mamá retoma la historia, me pregunto dónde coño quieren llegar a parar. - Rosa decidió no tener hijos, pero yo sí que quería… entonces tu padre decidió que Antonio era el mejor candidato para donar el esperma ¿Lo entendéis ahora?

En ese momento estoy distraído mirando como los pezones de mi madre se marcan sobre el vestido que tardo unos segundos en asimilarlo. Todas las miradas confluyen sobre mí ¡Están hablando sobre mí! Mi madre acaba de decir que yo... Trato de disimular con la misma actitud altiva y desdeñosa que he tomado hasta ese momento, por eso lo único que hago es preguntar.

-        ¿Y eso es todo? ¿Porque Antonio te donó cierta cantidad de espermatozoides, Cristina y yo no podemos estar juntos?

Sí, claro, estoy aturdido, estoy jodido, estoy dolido. Hilo esta noticia con lo que nos contó Cristina... ¡Qué clase de familia tengo! Haciendo caso omiso de mi pregunta, Rosa salta de nuevo, hablando más rápido que antes. Es ella la que me va contar como fue mi concepción.

-        Tu padre lo tenía muy claro, quería un hijo y no quería que el semen fuera de cualquiera. - se frota la manos con ansiedad - No estábamos muy seguros de cómo podíamos hacerlo con la clínica, los trámites legales y demás. Fue entonces cuando tu padre tuvo la idea de hacerlo de la manera tradicional, sin todos esos líos médicos.

Hace una pausa esperando que asimilemos la noticia y nadie dice una palabra.

-        ¿Follaste con Antonio para quedar embarazada? - pregunta tía Laura escandalizada.

Yo no sé que decir. Cristina parece la menos sorprendida.

-        Por favor, Laura, no hace falta utilizar ese lenguaje - le advierte mi madre - Pero sí, eso significa a la manera tradicional.

Utiliza el lenguaje que quieras, pero Cris te recuerda levantando el culo para que Antonio te la endiñara por detrás, pienso con ira. Sí, estoy enojado ¡¿Qué pasa?! No es normal enterarse de ciertas cosas con casi 30 años.

-        ¿Y tú estabas de acuerdo en esto? – requiere tía Laura a Rosa con incredulidad.

-         Tu madre fue brillante - exclama la hermana de Cristina. - Ella solo estaba preocupada porque los celos no arruinaran nuestra maravillosa amistad, por lo que hicimos un acuerdo recíproco.

Joder con los eufemismos, menos mal que tía Laura aclara las cosas como Dios manda

-        O sea, que hicisteis un intercambio de maridos ¿verdad? - mamá y Rosa inclinan la cabeza en un gesto de asentimiento. - ¿Y entonces te quedaste embarazada de Diego?

-        Y es por eso que hemos estado tan en contra de que vosotros dos seáis pareja - dice mamá - No es que creemos que hay una gran diferencia de edad. - miente a medias - ¡Es porque Cristina es tu tía!

-        Tía política - contesto a falta de algo mejor que decir. - Nada que la naturaleza no pueda soportar.

Yo estoy enojado, sin embargo tía Laura se lo toma de otra manera.

-        ¡Oh Dios mío! ¡Has estado follando con tu tía! - chilla al tiempo que se cubre la boca con las manos, supongo que para evitar reírse.

¡Qué cabrona! Debería estar cabreado con tía Laura por bromear en un momento tan importante para mí. Sin embargo me encanta mi tía, sabe buscarle a todo el lado cómico. Con todo el cinismo del mundo se hace la escandalizada, cuando cada noche duerme conmigo. Yo también debo hacer esfuerzos para no reírme. Mi estómago se relaja y dejo de apretar con tanta fuerza las mandíbulas. Mi drama ya no lo es tanto gracias a mi tita.

-        Está todo claro - dice mama, bruscamente y visiblemente molesta con tía Laura. Luego se vuelve hacia mí. - Así ya ves que esto no puede continuar.

Nadie habla por varios minutos.

-        Pero no podemos simplemente ignorar nuestros sentimientos - dice Cristina en voz baja. - No es que nos vayamos a casar - añade, utilizando el mismo argumento que utilicé con mi padre. - Nos negáis lo que vosotros tenéis… con la diferencia que nosotros no pensamos tener hijos - Eso sí es un golpe bajo.

-        ¡Cristina! - amonesta Rosa a su hermana - Sé que esto es muy incómodo y me gustaría que no tuviéramos que... - Cristina la interrumpe antes de que pueda continuar. 

-        Supongo que seguisteis después de quedarse embarazada Luisi. - es más una afirmación que una pregunta. - Con los intercambios, digo

A ella no se lo pueden negar. Las dos asienten con la cabeza y después de un momento de pausa, Cristina añade,

-        Pero no tuvisteis más hijos - Cris utiliza un plural bastante ambiguo. 

-        Bueno... - su hermana se aclara la garganta. - Funcionó bien la primera vez, pero después no hubo suerte.

Me llama la atención la actuación de Cristina. Ella, tan aparentemente ingenua, ha tenido la misma firmeza que mi tía, pero mucho más creíble, más serena, menos histriónica.

-        ¿Entonces los intercambios ya no estaban motivados por quedarse en cinta? - Les insiste tía Laura que ve por donde va Cristina. 

-        No - Responde mamá visiblemente molesta.

La conversación no va por los cauces que tenía pensados. 

-        ¿Y ahora, cuando los cuatro que os vais de excursión o de vacaciones, seguís con las mismas costumbres? - es de nuevo tía Laura la que pregunta.

Parece que el interrogatorio ha cambiado de dirección. Ahora son mamá y Rosa las acosadas.

-        No creo que sea de tu incumbencia. - comienza mi madre dócilmente. - Pero a veces un matrimonio necesita algo para evitar que se desgaste - mama mira a Rosa en vez de a nosotros mientras habla. Supongo que buscando complicidad y apoyo - Hemos encontrado una manera de darle vida a nuestros matrimonios y sin que nadie salga herido.

Nos quedamos sentados sin decir nada. Nadie está muy seguro de cómo actuar.

-        ¿Ahora qué pensáis de vuestra relación? ¿Creéis que debéis seguir adelante con ella? - es mi madre quien rompe el silencio. Quiere dejar esto bien atado. 

Y yo, que llevo un buen rato callado, soy el que contesto.

-        Tenemos que pensar en ello - miro a Cristina que asiente con la cabeza solemnemente. 

-        ¿Qué hay que pensar? - pregunta Rosa - ¡Es prácticamente incesto! ¡Eso está mal!

-        Tengo que pensar en quién es mi padre - respondo con evidente mala leche  - Todos estos años, pensé que papá era uno y ahora resulta que...

-        ¡Tu padre sigue siendo tu padre! - me advierte mi madre - No es el esperma el que hace a un padre, sino el cariño.

Mamá me está fulminando con la mirada, la conozco, espera que diga algo inconveniente para echarse con toda la artillería sobre mí. Me calmo y sigo con más sosiego, pero la misma dureza.

-        No creo que la cosa sea tan fácil ¿Nos estáis diciendo que mi relación con Cris es mala por ser medio incestuosa, pero no es el intercambio de parejas? - pregunto con sarcasmo. - Creo que es un poco tarde para dar lecciones morales ¿No? 

 

Todos ven que estoy dolido. Disgustado. Nadie dice nada. Me levanto y agarro la mano de Cristina. 

-        Vamos a dejar pasar un tiempo y nosotros también podremos pensar y hablar de todo esto ¿De acuerdo?

A mamá y a Rosa se las ve preocupadas, por lo que para quitar hierro al asunto agrego.

-        No os preocupéis, tía Laura estará con nosotros, vigilando.

El sarcasmo siempre tiene algo de mala leche. Éste, además, es cínico.

Tía Laura es casi incapaz de ocultar una sonrisa. 

-        Te quiero, mamá - reconozco finalmente, rodeando la mesa para darle un beso en la mejilla. - Adiós, Rosa.

Las chicas se despiden y nos dirigimos a mi coche. 

-        Casi se me escapa la risa - dice Cristina cuando estamos en el ascensor. - ¡Dios mío, Diego! ¡Has estado follando con tu tía! - nos sorprende haciendo una perfecta imitación de tía Laura y luego se echa a reír. 

Me saca una sonrisa, pero yo sigo jodido.

-        Parece que no tengo remedio, tita - le digo. - Parecía que mi relación con Cris podría servir de tapadera y resulta que la cosa se lía más ¿Y no sé qué pensar de todo este lío? - Me pregunto, mirando a Cris. - ¡Todas las mujeres que me gustan son tías mías!

-        No veo que cambie nada - responde ella al instante, cogiéndome del brazo y colocando su cabeza en mi hombro mientras salimos del portal. - Tal vez por eso sentía esa fuerte atracción hacia ti. - añade con un brillo en sus ojos. - Parece que tienes una cualidad especial para volver locas de lujuria a todas tus tías. - Todos nos reímos de nuevo. Una risa corta y seca.

Nos reímos, pero algo ha cambiado, sobre todo en mí. Curiosamente, la que parece más tranquila es Cristina. Sin duda es la menos sorprendida. Ella ha tenido mucho más tiempo para asimilar todo esto. Incluso puede que ahora que todo ha salido a la luz, viva por fin tranquila.

-        En serio - dice tía Laura. - Creo que esto cambia las cosas. Nosotros estábamos ocultando nuestro incesto, - dice señalándonos a ella y a mí - pero ahora parece que nuestra relación "tenía más incesto" que el que nosotros sabíamos. Además, está todo lo nuevo que te han contado sobre... tu concepción - veo que tía Laura hace esfuerzos para resumir la información que nos han dado sin utilizar las palabras "nuevo padre". - ¿Qué vamos a hacer? - pregunta finalmente.

-        ¿Llamar a Ali? - Bromeo, recordando el ofrecimiento de su ardiente amiga. 

Las dos chicas me golpean al mismo tiempo. 

-       ¡No te hagas el duro, Diego! - me dice tía Laura con una dulce sonrisa - ¿Cómo te sientes después de lo que te han dicho?

Me encojo de hombros mientras aprieto la llave del coche y éste nos saluda con sus luces rojas, invitándonos a entrar. Antes de meternos en el coche añado. 

-        ¿Tú lo sabías tita Cris?

No sé cómo me siento, pero eso sí necesito saberlo. Necesito saber cuánto sabía Cris.

-        No. La verdad es que no sabía que pensar, - nos sigue aclarando - pero me despeja muchas dudas y me hace más comprensible el comportamiento que tuvieron conmigo cuando dieron conmigo en aquel banco del parque. Supongo que todas mis dudas juveniles fueron motivadas por una buena causa. El que tú te criaras con la mayor serenidad posible.

Cris me roza la mano que tengo sobre el picaporte del coche y me mira con una dulce sonrisa. Yo asiento con la cabeza. Pienso unos segundos y ya dentro del coche reflexiono en voz alta.

-        De todas formas, si por una buena causa te refieres a que me tuvieran engañado sobre mi nacimiento y mi familia. No estoy tan seguro de que sea tan buena la causa.

-        ¿Cuándo crees que te lo debían haber contado? No seas tan injusto con ellos - me regaña mi tía Laura.

En su cara veo un gesto de sincera preocupación. Miro por el espejo retrovisor y la tita Cris, creo que cada vez me gusta más llamarla así, me mira del mismo modo. Yo asiento prometiendo reflexionar sobre ello.

Supongo que tendré que asimilarlo poco a poco. No me es fácil empatizar con ellos, solo soy su hijo.

-        Si te sirve de apoyo, yo tardé 30 años en asimilar todo lo que me pasó. Hoy, cuando ya conozco todo lo pasado y pienso en lo que he vivido estos últimos días... No sé si estoy contenta, pero si en paz conmigo misma. Ojalá pudieras sentirte igual - Siento su mano sobre mi hombro.

-        Supongo que sí, que es cuestión de tiempo y de pensar sobre ello - hago una pausa y continúo, tomando una decisión - Supongo... que lo mejor es seguir con mi vida de la forma más normal posible. Con la vida que he decidido vivir... y eso os incluye a vosotras dos.

Hay unos minutos de silencio. Tía Laura me coge de la mano y la tita Cris me mira con dulzura desde el asiento de atrás.

Cuando entramos al portal todavía estamos en silencio. Parece que cada uno ha estado meditando por separado con la nueva situación. Un poco tensos, un poco expectantes. Es Cris la que rompe el hielo con mucha gracia.

-        Sabéis una cosa. - nos dice - Me alegro que cualquier cosa que tenga que suceder la queramos hacer juntos, - a lo que luego añade con su típico aire infantil - porque no sé vosotros, pero yo, después de tantas tensiones, necesito un poco de incesto en este momento.

Los dos la miramos sonriendo ¡Joder con la tita Cris! Allí mismo en el portal se levanta la camiseta y nos enseña sus pequeñas tetas con enormes pezones. Están tiesos como escarpias.

Sí que parece que ha cambiado, lo que antes ocultaba con vergüenza... ahora lo enseña sin ningún recato en un sitio público.

-        Tienes razón. A mí hablar de todo esto de los incestos y los intercambios, me tiene más caliente que el palo de un churrero - añade tía Laura, desabrochando un par de botones de su blusa y empezando a subir el pequeño tramo de escaleras hasta el ascensor mostrando buena parte de sus tetas y el sujetador.

Me río con ganas con estas parientes tan putas que me han tocado en suerte en la vida. Entramos dentro del pequeño cubículo y pulso el botón de subir.

-        A ti, de siempre, todo te ha puesto caliente - se burla Cristina tirando hacia abajo del pantalón de tía Laura, cediendo el elástico y dejando al aire su desnudo trasero.

-        ¡Hey! - Protesta tía Laura, cubriendo su culo con las manos, pero sin ninguna intención de volverlo a tapar con el pantalón.

-        Tú no conoces a tu tía Laura como yo. - me empieza a decir - Siempre ha sido un pendón desorejado. Comer sopa le pone caliente - Cristina, mientras me explica esto, con cara de loba, se afana por desabrochar el botón de mis jeans. - Contestar el teléfono le pone caliente, beber agua le pone caliente…

-        Cállate ya - dice tía Laura y le lanza un azote que Cris, la tita Cris, esquiva aduras penas en el estrecho espacio del ascensor. - ¿Qué impresión se va llevar mi sobrino de mí?

Cris se sonríe, ante la respuesta de mi tía con la blusa en la mano y el pantalón medio bajado exponiendo su culo al aire, y sigue con su retahíla.

-        Lavarse los dientes le pone caliente, ponerse los zapatos le pone caliente.

Cuando llegamos a nuestra planta, mi bragueta esta bajada y Cris busca bajo mis calzoncillos mi enhiesta polla ¡Cómo iba a estar si no! ¡Estas dos se han vuelto locas!

Al abrirse las primeras puertas de corredera del ascensor vemos entre los cristales de la segunda puerta a nuestra vecina de enfrente. Una mujer de cincuenta y tantos años. Tía Laura tira hacia arriba de su pantalón y yo me abrocho el mío a duras penas. Lo de la blusa de mi tía tiene peor remedio. Mete las mangas y solo la da tiempo a juntarla con las manos.

Balbuceamos un corto saludo y entre risas salimos disparados hacia nuestra puerta, como si fuéramos chiquillos. Me hace gracia ver a esas dos mujeres de 40 años haciendo el gamberro como adolescentes con las hormonas revueltas.

¡Qué diferencia, pienso, a cómo se habría solucionado todo con Claudia! Aquello hubiera sido un drama. Me hubiera tratado como un objeto frágil y quebradizo. Me imagino su mirada triste, sus caricias tontas y la casa se hubiera llenado de un luto y una aflicción hipócritas y ficticios.

Creo que aunque las vea comportarse como chiquillas, me están dando una lección de madurez. La edad adulta no tiene porque estar privada de diversión, simplemente la vida se llena de responsabilidades ¿Qué mejor manera de afrontar las cosas que relajarse, cuando nada se puede hacer para solucionar los problemas? Claudia era un coñazo, pero era incapaz de solucionar nada. Si lo pienso, todas las obligaciones al final recaían sobre mí.

Un grito de mi tía tras cerrar la puerta de casa me saca de mis pensamientos

-        ¡Estás loca! - dice mi tía a su amiga - ¡Casi nos pilla! ¿Qué le vamos a decir mañana?

Sin embargo Cris no le hace ni caso. Ella sigue repitiendo mientras se desnuda.

-        Subir en el ascensor le pone caliente. Abrir la puerta le pone caliente. hablar con la vecina le pone caliente. - repite como una letanía bajándose las bragas hasta los tobillos ante mi cara de asombro.

-        ¡Serás zorra! - le grita mi tía que anda por los mismos derroteros.

Tía Laura en un santiamén se quita los pantalones y la blusa. Y luego intenta golpear de nuevo en el culo de Cris. Que la esquiva de forma felina.

-        Respirar le pone caliente. - ahora es Cristina la que lanza un azote a tía Laura. Y la atiza de lleno.

-        ¿Te quieres callar ya, petarda? - Solo un sujetador cubre el cuerpo de tía Laura. Yo admiro su extraordinario culo en movimiento.

Ante mi atónita mirada las dos mujeres desnudas están persiguiéndose y saltando por toda la casa, mientras que Cristina se burla de mi tía... Uh, bueno, mi tía paterna se burla de mi tía materna, supongo que sería lo correcto. Mi pene responde a estas dos bellezas desnudas haciendo cabriolas a mi alrededor, jugando como niñas, tratando de golpearse en el culo. Unos culos maduritos y atractivos.

 

Tía Cristina, agotada de la persecución, se ríe, dejándose caer en el sofá, por lo que tía Laura no puede acceder a su trasero. Pero, entonces, se pone a horcajadas sobre su amiga e intenta hacer palanca con las manos para que levante el culo del cojín. 

No tienen ni idea de lo sexy que se ven las dos buenas señoras luchando desnudas en el sofá. 

-        Quita estas cosas de mi vista antes de que las muerda - se ríe tía Cris desabrochando el sostén de tía Laura y dejando sus tetas colgando peligrosamente cerca de su cara.

-        Mujer, yo esperaba que las ibas a morder por darme el gusto ¿No era así? - tía Laura se guasea, sacudiendo sus preciosas tetas en frente de la cara mi nueva tía.

-        Lo sabía, al final siempre terminas caliente por cualquier cosa. - Cristina se ríe, sacando la lengua y tratando de atrapar uno de los pezones de tía Laura que se bambolean delante de ella.

Tía Laura ralentiza sus movimientos, dejando que la lengua de la tía Cristina conecte ligeramente con su pezón izquierdo.

 

Mi pene se endurece ante la expectativa de que tía Cris chupe las tetas de tía Laura. Por un segundo parece que va a pasar. Tía Laura mira a su amiga de la infancia, como si estuviera deseando que lo hiciera. Sus tetas han dejado de balancearse de un lado a otro y caen deliciosas cerca de la boca abierta de Cristina.

¡Chupa tita Cris, chupa y hazme feliz! Pienso mientras mi polla se endurece un punto más bajo mi pantalón, pero solo la oigo decir.

-        Me gustaría tener unas tetas como estas - la expresión ensoñadora de tita Cris queda en el aire. Luego se ríe, empujando a tía Laura lejos de ella y añade. - Mira a Diego, babea cuando te ve las tetas.

¡Mierda! Se rompe el hechizo. Si supiera por lo que realmente estaba babeando... solo la idea de ver a dos mujeres hechas y derechas dándome un espectáculo lésbico me moriría, pero si además si son mis dos titas cachondas... ¡Joder!

-        ¡Estaba disfrutando del show! - Respondo, tratando de manejar la situación.

Y tía Laura me mira como si me entendiera. Como si pudiera leerme la mente, pero antes de que pase algo más, Cristina se levanta del sofá y me agarra la mano.

-        ¡Vamos, Diego! - dice tirando de mí por el pasillo hacia la habitación. - Es hora de que te folles a tus tías. A la calentorra ya te la has tirado muchas veces, pero yo soy oficialmente tía tuya desde hace unas horas y no veo la hora de que me la meta mi sobrinito preferido.

 No voy a discutir eso, solo una puntualización.

-        Tu sobrino preferido, porque es el único que tienes.

-        A callar mocoso y pórtate bien, que vengo muy perrrra. - dice esto con un tono burlesco y una teatralidad que me hace desearla todavía más. - y otra cosa - me pide haciendo un puchero. Yo le miro con cara interrogante - ¿Me podrías llamar a mí también tita cuando me la metas?

Me río al tiempo que mi polla pega un nuevo respingo dentro del pantalón.

-        Si sigues moviendo así el culo, te llamo lo que quieras.

-        Ya te iré dando pistas sobre lo que me gusta que me llamen cuando me la meten. - me dice tirándome a la cama y dirigiéndose al botón de mi pantalón

Tía Laura se une a nosotros ayudando a su desatada amiga y me tiro las siguientes dos horas alternando entre los placeres que me otorgan mis dos magníficas tías.

 

Las devoro con ansia y lamo cada rincón de sus cuerpos. Consigo con mi boca que ambas tengan un orgasmo, eso ya es especialidad de la casa. Luego termino follando por detrás a tía Cris y cara a cara a tía Laura. 

Empiezo adarme cuenta que estas son sus posiciones favoritas. Tía Laura le gusta que nos besemos en la boca y acariciemos nuestras lenguas mientras follamos, a Tía Cris le gusta lo profundamente que le golpeo cuando se la meto desde atrás.

Sí, yo también lo pienso. A tita Laura le gusta follar como mi padre estaba con la hermana de mi tía Cristina y a tita Cris le gusta que se la meta en la misma manera que su cuñado se la metía a mi madre. Las imágenes pasan por mi cabeza viendo como mi rabo entra y sale de su coño.

Veo la escena de mi madre con Antonio que nos contó Cristina, cuando veo el ano de la tita Cris dilatándose y contrayéndose al ritmo de nuestros encuentros. Y también cuando agarro y cacheteo sus nalgas, al ritmo del más fuerte, más fuerte, Diego, que me dedica mi tita. Y creo que no por casualidad dice exactamente las mismas palabras que mi madre a su cuñado. Estoy seguro que no solo yo identifico a Cris con mi madre, ella también se intenta mimetizar en ella cuando se la endiño por detrás ¿Me estaré volviendo paranoico? ¿Es todo fruto de mi imaginación?

Lo cierto es que cuando me corro en su interior, el remordimiento me corroe por dentro. Jadeante, me tumbo boca arriba y cierro los ojos intentando conjurar los demonios. Ese pensamiento con mi madre, mi padre,… Es demasiado intenso. Cuando pienso que ya estoy fuera de juego, y preparado para ir al psiquiatra debido a una disfunción eréctil por complejo de Edipo, me dan una mamada conjunta que me pone en marcha de nuevo. 

La verdad es que son muy hábiles jugueteando con mi polla entre sus bocas. A medida que observo lo cerca que sus labios se ponen unos de otros, no puedo evitar pensar en lo que ha pasado hace unos minutos. 

Tía Laura realmente parecía como si quisiera llegar más lejos. Recuerdo mi sorpresa cuando jugó con el pezón de Cristina, mientras ésta montaba mi pene durante la fiesta de pijamas. Desde entonces hemos follado muchas veces y, aunque siembre voy de una a otra, los roces, las caricias, los juegos entre ellas son inevitables o quizás intencionados, no sé. Normalmente es mi tía Laura la más aventurera, pero hoy Cristina creo que ha estado tentada de dar el paso.

Cuando lanzo mi carga en la boca de tía Laura, ella no me está mirando a mí, sus ojos están clavados en los de Cristina y ésta también tiene un brillo extraño en su mirada. Daría un huevo por saber sus pensamientos. El otro no, porque lo voy a necesitar si seguimos viviendo juntos.

Después, recostados en la cama hablamos un poco sobre nuestro problema. Bueno, mi problema, pero ellas lo hacen suyo. Me dan buenos consejos. Sobre todo tía Cris. Creo que al final me gusta llamarla así. Es más, yo creo que a ella le gusta comportarse como tal. Quizás la haya gustado siempre y no me haya dado cuenta.

Cristina me pide que no diga, ni haga nada de lo que me arrepienta después. Que no juzgue si no quiero ser juzgado, que tenga paciencia con mis padres, que les trate con cariño. Cuando le recuerdo que hasta ahora la que más ha sufrido con esto es ella, que su trauma infantil la ha acarreado grandes complejos e inseguridades, me sorprende la respuesta.

-        Por eso te digo que les quieras tanto como ellos te quieren a ti y todo tendrá solución. A veces se hace daño sin querer, no somos perfectos. Si ahora supieran que te acabas de follar en la misma cama a tus dos tías, se llevarían un disgusto, pero por eso no vamos a renunciar a estos buenos ratos. Lo mismo les pasó a ellos ¿Cómo iban a imaginar que una mocosa les iba a descubrir mientras disfrutaban de su fiestecita particular? Ellos no quisieron hacerme daño y desde entonces me han tratado con mucho cariño. Especialmente tu padre y mi cuñado. Y ya ves, - sigue diciendo acariciándome la cara con dulzura - al final, gracias a aquel disgusto y al cariño recibido, me meriendo todos los días la mejor polla de la ciudad. Encima, ahora, con el morbo añadido, de que es la de mi sobrinito de nuevo cuño.

Se ríe y me da un besito en la punta del capullo.

-        Lástima que la tenga que compartir con la tía más calentorra del mundo. - y antes de que tía Laura tenga tiempo de contestar algo ingenioso, termina diciendo. - Me voy a dormir a mi habitación que me levanto dentro de un rato, pero piensa, no en el daño que te han hecho a ti, si no en si hoy tú has podido hacer daño a alguien, porque te aseguro, que nadie de la familia te quiere ningún mal.

Empieza su turno a las 5 de la mañana. Esos días ella duerme en otra habitación para no molestar al levantarse.

Después de irse Cristina, debería decir tía Cris, pero todavía me cuesta hacerlo. Después de irse, me quedo hablando con tía Laura. Cambiamos de tema, por no seguir machacando con lo mismo.

-        Estabais muy atractivas tía Cris y tú cuando estabais luchando en el sofá -quiero reconducir la conversación sin ser demasiado explícito.

-        Sí, fue divertido - dice ella, mirándome como si quisiera añadir más. - Te pusiste cachondo mientras nos mirabas ¿verdad?

-        Por supuesto. Fue muy erótico.- Vacilo por un minuto, no sé si tirarme a la piscina, pero qué coño, tengo que saberlo - A ti también te ha gustado mucho ¿verdad?

-        Siempre me gusta cuando hago que se te ponga dura, cariño - dice ella, sin responder a mi pregunta. 

Nos decimos buenas noches, nuestro beso es un poco más largo de lo normal, siento todavía el ocre sabor de mi lefa en su boca y me gusta. Creo que ninguno de los dos quiere que la noche llegue a su fin. Nos abrazamos en la cama y en unos minutos oigo como ella regulariza su respiración. Yo no puedo dormirme. Las imágenes del día se repiten en mi cabeza. Repaso todo lo vivido hasta la extenuación y sé que no me debo dormir. Algo, pero no sé el que, me impide dormirme.

Finalmente las últimas palabras de tía Cris regresan a mi cabeza "Pero piensa si hoy has podido hacer daño a alguien". Me miró de forma especial al decirlo ¿Se refería alguien en concreto o era un consejo genérico? De repente me acordé de algo que dije en la tensa conversación de por la tarde “Tengo que pensar en quién es mi padre”, dije y mi madre me lo recriminó. Eso le tuvo que hacer daño, pero aún más se lo haría a mi padre si lo hubiera oído.

¡Mi padre! Eso era lo que no me dejaba dormir, mi padre ¿Cómo lo estará pasando? No debe ser fácil para él. La mala conciencia me corroe. Debo demostrarle mi cariño ¿A eso se refería tía Cris? Ahora no es el momento, debo dormir. Aunque quizás sí.

Cojo mi móvil de la mesilla. Busco el número de mi padre y le mando un mensaje.

"Gracias por todo lo que me habéis dado, papa. He tenido los mejores padres del mundo"

A los pocos segundos recibo respuesta. Él tampoco duerme.

"Lo normal para un hijo querido. Pero tenemos que hablar"

Pienso un rato en la respuesta y finalmente viendo la hora que es, contesto

"Tenemos toda la vida por delante, papa. Ahora me voy dormir, que mañana trabajo"

Me di la vuelta. A garré las tetas a mi tía y coloqué mis genitales pegaditos a su culo. En unos segundos estaba durmiendo. 

Mas de Priapo

Mi Tía y sus amigas (Séptima parte)

Mi Tía y sus amigas (Sexta parte)

La Manzana de Eva 9 . FINAL

La Manzana de Eva 8

Días de Chumino y Rosas

Mi Tía y sus amigas (Cuarta parte)

Mi Tía y sus amigas (Tercera parte)

La Manzana de Eva 7

Mi Tia y sus amigas (Segunda Parte)

Mi Tía y sus amigas

La Manzana de Eva 6

La Manzana de Eva 5

La Manzana de Eva 4

La Manzana de Eva (3)

La Manzana de Eva 2

La Manzana de Eva 1

Fui novio de una de las Hermanas Vicio (2 / 2)

Fui novio de una de las Hermanas Vicio (1/2)

El Apollardao (4 y Final)

El Apollardado (3)

El Apollardao (2)

SobreMadres eHijas.Paula debut en un lupanar FIN

Sobre madres e hijas. Paula debuta en un lupanar 4

El Apollardao (1)

Sobre madres e hijas. Paula debuta en un lupanar 3

Susana, la secretaria de mi mujer.

Sobre madres e hijas. Paula debuta en un lupanar 2

Sobre Madre e Hijas. Paula debuta en un lupanar 1

Los Secretos del Cinquillo II(Día de Partida)(Fin)

Los Secretos del Cinquillo II (Día de Partida)(2)

Los Secretos del Cinquillo II (Día de Partida)(1)

Los Secretos del Cinquillo I (4)

Los Secretos del Cinquillo I (3)

Los Secretos del Cinquillo I (2)

Los Secretos del Cinquillo I (1)

El Culo de la Prima Lola y Alrededores (3 y Final)

El culo de la prima Lola y alrededores (2)

El culo de la prima Lola y alrededores

Gracias Doña Isabel, digo Isabel. (1)

Gracias Doña Isabel, digo Isabel. (2 y final)

Los Cuentos del amigo Baldomero - El Cuco

Mi vida entre los dioses - El Argo lujurioso (6)

El Argo de la Lujuria.(5)

Mi vida entre los dioses - El Argo lujurioso (3)

Mi vida entre los dioses - El Argo lujurioso (4)

Mi vida entre los dioses - El Argo lujurioso (2)

Los cuentos del amigo Baldomero

Mi vida entre los dioses - El Argo lujurioso (1)