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“INFIEL” por obligación.

en Hetero: Infidelidad

Este año he cumplido los 40 y lo que contare sucedió hace bien poquito. Soy morena, me falta poco para el 1,75, casada, como dice todo el mundo estoy “jamona” que no gorda y después de 3 hijos en 3 años, el pecho se me puso muy voluminoso y hermoso, por lo que me dicen y por las miradas. Lo que más me fastidiaba eran los pezones que se me marcaban mucho, pero ahora ya no me molesta y aquí me pondré el nombre de Ana, que el mío es muy raro y sería muy identificativo.

Mi marido Luis este año cumplió 46, es de mi altura y hasta la llegada de la crisis vivíamos muy bien, con nuestro negocio, mi marido estaba en forma y todo funcionaba muy bien en todos los aspectos de nuestra vida. Pasamos de tener sexo todos los días a ir distanciando las relaciones. Luego el también dejo de cuidarse un poco y ahora luce una buena tripita.

Deje de trabajar en mi primer embarazo, por cabezonería de él y luego por los dos embarazos siguientes que fueron muy seguidos y sin buscarlos. Ahora el negocio va un poco mejor y se va viendo la luz, pero para sacar un dinero más, se me ocurrió alquilar una habitación para estudiantes.

Yo estoy de catequista y allí fue donde nos ofrecieron a quien quisiéramos alojar a algún estudiante. Eran de familias recomendadas. Mi marido no puso ninguna pega, todo lo contrario. El párroco fue el que fue distribuyendo a los jóvenes. Nosotros preferíamos una chica, pero nos tocó un chico.

Todos empezaban la universidad. El requisito era que tuvieran una habitación individual y desayuno y cena. El dinero que pagaban al mes estaba más que bien.  

Un sábado hubo una comida organizada por la parroquia, porque los que venían eran de fuera y para que los padres nos conocieran y quien quisiera que viera el entorno donde vivieran su hijo o su hija.

Ese sábado algunos padres vinieron solos y otros con sus hijos. Los nuestros vinieron solos. Era un matrimonio mayor que nosotros, por lo que nos contaron su hijo Javier, era hijo único y lo tuvieron ya siendo mayores. Ella no trabajaba, tenían una empresa mediana. No querían mandar a su hijo a un colegio mayor, por el libertinaje que había en esos sitios.

Luis y él se entendieron desde el principio, eran del mismo pensamiento. Al finalizar la comida les invitamos a tomar un café a nuestra casa. Una casa bastante grande, que la compramos cuando todo iba bien. El que su hijo, que se llamaba Alberto, se quedara con nosotros, nos vendría bien para pagar la hipoteca, no es que nos hiciera falta, pero vendría bien.

Les gusto la casa, la habitación que tendría su hijo y sobre todo el ambiente familiar. Que, aunque en esos momentos no estuvieran nuestros 3 hijos pequeños, si vieron las fotos que había por la casa. No tuvimos que esperar la respuesta nos dijeron que si en ese mismo momento.

Luego nos hablaron de su hijo, un muchacho de 17 años, un poco reservado. Pero muy educado, correcto y como decían con buenos principios morales. El tener un extraño nos robaría un poco de libertad, no digo de intimidad, porque ya he dicho que las relaciones sexuales se distanciaban cada vez más en el tiempo, hasta empezar a acostumbrarse.

Eran más las veces que me aliviaba yo sola, que con mi marido. Durante poco tiempo estuvimos en contacto por teléfono y por el whatsapp y quedamos para ese domingo por la tarde para que su hijo viniera a quedarse ya. Luis les dijo que, de eso nada, que vinieran a comer y aceptaron.  

Cuando llegaron tanto mis hijos pequeños como yo nos quedamos sin palabras, menos mal que Luis reacciono rápido. Javier el hijo ni era negro, negro, ni mulato. Era un color más parecido al café. Evidentemente lo entendimos mal y no lo habían tenido, lo habían adoptado siendo un bebe en las misiones.

Era alto, fuerte, el pelo muy corto, casi al cero, una cara amable y los labios más gruesos de lo normal, pero sin ser dos morcillas. Era atractivo. Mis hijos rápidamente confraternizaron con él, mientras nosotros seguíamos hablando. Y era evidente que la cama no era de su tamaño, ya lo solucionaríamos.

Paso el primer mes y todo marchaba a la perfección. Poco a poco se fue soltando y ya hablábamos más, aunque con mi marido era más retraído, también era normal, lo veía mucho menos. No daba ningún problema, ni con las comidas, ni con nada, era muy ordenado y aseado, además de muy respetuoso. Nos costó que nos tratara de tu.

Mis amigas que las tengo de todo tipo, las más “liberales” hacían bromas con el “tamaño” de los negros, ya se sabe. Me sacaban los colores y me sabia mal, tuve que pedirles que no me gastaran bromas de ese tipo. Porque algunos comentarios eran auténticas burradas.   

Algunas mañanas el me veía salir arreglada para ir a hacer deporte, llevaba a los niños al cole y de allí me iba al gimnasio. Me pregunto qué tal estaba y le explique todo lo que había y decidió apuntarse. Nuestros horarios no coincidían ya que yo iba por las mañanas y el por las tardes.

Algunas de mis amigas que iban al mismo gimnasio cuchicheaban y sabía que era de Javier, pero mientras que a mí me dejaran tranquila me da igual. Hubo unos días de huelga en la universidad y Javier esos días se quedó en casa. Una mañana se vino conmigo al gimnasio.

Mi rutina en el gimnasio era elíptica, correr en la cinta, algo ligero de ejercicio con mancuernas y sobre todo fortalecer mis nalgas, con ejercicios de sentadillas y con un aparato indicado para eso.

Me impresiono ver a Javier, llevaba unos pantalones cortos ajustados y se notaba un buen bulto y una camiseta como de baloncesto. Era una visión afrodisiaca ver a ese muchacho al cual le sacaba 23 años, haciendo esos ejercicios, como resaltaban los músculos de brazos y piernas y sobre todo como brillaba su piel por el sudor. Entendía a mis amigas, pero me borre todo eso de mis pensamientos y me marche.

En días sucesivos, cuando me aliviaba yo sola, lo tenía que dejar a medias, porque me venía a mi mente la imagen de Javier me excitaba como nunca, pero me decía que eso no podía ser y paraba. Por la noche me vestía adecuadamente para seducir a mi marido, pero él ahora se excusaba en que nos podía oír Javier.

Una mañana estando solo en casa y mientras la limpiaba, entre en la habitación de Javier llevándome la agradable sorpresa que estaba todo limpio y bien arreglada la habitación. No lo pude evita cotillee en su armario y en sus cajones, lo tenía perfecto y cotilleando descubrí bien escondido dos cosas, una revista de algo llamado comics manga porno y vaya dibujitos que tenía.

Pero si eso me sorprendió, más lo hizo la caja de preservativos que tenía. Eran unos de tipo XXL Extra Large, ponía. Menudo lo que tenía que tener, me acorde de lo que decían las guarras de mis amigas. Lo dejé todo como lo encontré y salí acalorada de la habitación. La cabeza me era un revoltijo, mi vida sexual se había limitado a algún tonteo con algunos chicos cuando era niña y mi realización plena fue con mi marido, que fue mi primer y único hombre con el que he tenido relaciones plenas.

Esa situación está siendo insoportable, lo mismo lo mejor sería que el muchacho se buscase otra casa y se lo propuse a mi marido, que me tacho de loca, que era muy buen chico y los niños le habían cogido apego. No podía rebatirle eso, salvo que le dijera que me tenía “alterada” pero me tacharía de ser una cualquiera. Tuve que dejar así la conversación.

Mis padres muchos fines de semana se llevaban a sus nietos para disfrutar de ellos, venia mi padre a recogerlos el viernes por la tarde y el domingo íbamos nosotros a comer y nos los traíamos ya.

Ese viernes en concreto estábamos mi marido los niños y yo solos en casa cuando vino mi padre. Luis lo acompaño con los niños al coche y yo me despedí en la misma casa. Al subir Luis le hice sentar y le dije que tenía que hablar con él sin falta.

-Me asustas Ana, ¿qué te sucede?

-Y tú, ¿me lo preguntas? -me quité la blusa y agarrando mis enormes tetas le dije- ¿es que no te gustan ya?

-Ana de verdad tapate y no seas melodramática, claro que me gustan.

-Pues ya no las tocas y cuando lo haces me quedo a verlas venir. No estoy dispuesta a seguir así, que hemos pasado del todo al nada.

-Ana ya lo sé, te entiendo. No sé lo que me pasa, debe ser el estrés acumulado de la crisis, me cuesta y veo que te has dado cuenta. -lo decía compungido-

-Porque te lo has callado, porque no vas al médico, que te mande la viagra esa o lo que sea. Porque esto no puede seguir así, no estoy dispuesta, que es que me subo por las paredes. Tienes que entenderlo mejor que nadie, que siempre me has dicho que te gustaba que fuera tan caliente.

-Le he dado muchas vueltas, he ido al médico ya.

- ¿Y qué te ha dicho?

-Que es todo psicológico y no me ha mandado viagra, pero me ha mandado otra cosa, pero le veo muchas contraindicaciones.

-Déjate de tonterías y probemos que tal, porque de seguir así las contraindicaciones serán los cuernos o el divorcio. Así que esta noche sin falta.

-Vale lo hare, pero y ¿Javier?

-Me da igual si esta, no pienso esperarme.

La cena estuvo “tensa” para Luis que estaba nervioso y más estando Javier y cuando se enteró de que esa noche no salía, se puso más nervioso. Ya era tarde y hacía rato que Javier se había ido para su habitación. Mi marido me decía de esperar un poco y le preocupaba que nos oyera. Ya que la habitación de Javier estaba pegada a la nuestra, que la de los niños estaban más separadas, porque siempre pensamos dejar la próxima a nosotros libre, para que nunca nos pudieran oír, en ese momento no pensamos que íbamos a tener a nadie usando esa habitación de forma fija.

Lo haríamos en silencio, aunque me iba a costar, porque por mucho que lo intento siempre se me oye. Nuestro sexo era bastante clásico para cosas que oía de mis amigas. El sexo oral a mí me gustaba, pero lo hacía poco porque en el momento que se descuidaba Luis eyaculaba en mi boca y me daba asco y no éramos de variar mucho en posiciones.

Le dije a mi marido que me iba a la habitación, me metí en el baño de la habitación y me asee y me puse unas prendas de lo más sexy. Al oír entrar a mi marido salí del baño, iba vestida con un camisón corto trasparente de color negro. Medias de rejillas con portaligas y zapatos de tacón.

Antes de salir me había visto en el espejo y me puse más caliente de lo que ya estaba. Mis pezones, que se trasparentaban estaban erectos y enormes, como son muy oscuros se veían mejor con las trasparecías. Iba como decían mis amigas hecha un putón.

Al salir de mi baño y ver a Luis con una erección considerable, me dio un subidón a mi autoestima y una alegría. Mi estrategia, porque tenía una estrategia, era de momento no tocarle mucho, para que no se viniera muy rápido, empezaría de verdad cuando yo estuviera ya muy excitada.

Le avise de que, si se iba a venir, me avisara con antelación para bajar mi ritmo que ya sabíamos lo que pasaba si no. El muy crecido me decía que no había problema. Empezaba a estar muy excitada y se notaba en mi respiración, que cuando estoy así es muy profunda y ruidosa. Me decía que bajara la voz, pero me daba igual estaba desenfrenada, cuesta abajo y sin frenos, estaba a punto de mi orgasmo y cuando me nos me lo espera, va y se corre sin esperarme, quedándose parado y notando que se le bajaba la erección.

Me volví a quedar a medias y Luis me decía tratándome de consolar, que en un rato estaría otra vez en disposición de continuar. Esa “canción” ya la había oído. Me levanté enfadada lo maldije y solo iba con mis medias y portaligas, me fui al baño de nuestra habitación y cuando salí ya estaba durmiendo bien a gusto.

Iba a la cocina a tomar algo, se me había pasado el calentón, cuando me di cuenta de que, aunque era tarde y Javier estaría dormido, no podía salir, así como otras veces y me puse una bata corta que se anudaba con un simple cinturón.

Me serví un cubata y me fui a la cocina, abrí la puerta que daba al tendedero y me puse a fumar un cigarrillo de los que tenía escondidos y que fumaba de muy tarde en tarde. Normalmente cuando estaba furioso.  

Sin oírlo apareció Javier, que venía como adormilado, pero no lo estaba tanto como quería hacérselo. Sospechaba que nos había oído. Apareció con un pantalón corto y el torso al aire, con esa tableta de chocolate que se le marcaba perfectamente y lleve mi mirada un poco más abajo y se le notaba un bulto importante.

Al estar sentada en un taburete y con las piernas cruzadas, mis muslos se veían perfectamente y se veía los adornos de la parte superior de mis medias. La mirada de él se clavó en mis piernas y en el escote que, hacia la bata, que dejaba ver más de lo debido mis voluminosos pechos.

El calentón que se me había pasado empezó a florecer nuevamente y con más ímpetu. Ese mocoso de 17 años me lo estaba provocando, me sentía deseada por él, su mirada lo decía.

Se sentó a hablar conmigo y se puso a tomarse un vaso de leche y dejo caer la cucharilla, se le noto mucho. Como la cucharilla estaba ya usada, se fue por papel de cocina para limpiar el suelo. Se agacho y le di de su medicina, abrí las piernas y me tuvo que ver todo. No lo sabía seguro, pero cuando fue a tira el papel, al girarse para sentarse, lo dijo todo. No era nada normal lo que se vislumbraba en ese pantalón, no podía ser. Para salir de esa situación, me puse a hablar.

-Hay que cambiarte sin falta de cama, que esa es pequeña y si no estás cómodo no podrás dormir bien.

-No hay prisa ya me adapto.

-No que, si estuvieras cómodo, seguro que no te hubieras levantado.

-Ana no ha sido por eso, que no me quiero meter en vuestra vida, pero te he oído enfadada y he salido por si necesitabas hablar, que, aunque solo tengo 17 años se escuchar.

-Eres muy lindo, es un bonito detalle lo que has tenido, pero son los roces típicos de una pareja. Sin más importancia. -todo esto era la justificación que le daba no sabiendo si había oído el resto y sabia el motivo-

-Me alegro de ser con vosotros con los que viva, mis padres acertaron totalmente.

-Me alegro, porque eso quiere decir que te caemos bien.

-Los niños son muy simpáticos. Y vosotros también, aunque me caes mejor tu que Luis y eso no es que el me caiga mal.

-Gracias. ¿Y porque es que te caigo yo mejor?

-Porque contigo es con la que más trato y luego sin faltarte al respeto, porque eres muy agradable a la vista.

-Gracias por el piropo, pero seguro que en la universidad habrá chicas más guapas y más jóvenes.

-Lo que tú digas, pero como tú, ninguna. Y viéndote ahora más aún.

-Eh, para, para, que te embalas.  

Al decirle eso se puso muy nervioso, si fuera blanco seguro que se le pondría la cara roja. Se quedo muy cortado y vio que había metido la pata. Para solucionarlo y que no se sintiera de esa manera, me levante y me acerque a él, apoye mi culo en la mesa y le acaricie el pelo, diciéndole que no se sintiera mal, que a veces los jóvenes se confunden, pero que es normal que no pasaba nada.

Desde mi posición, al estar de pie, veía que al estar sentando el bulto se le notaba más o que le había crecido más, algo que me parecía imposible, como imposible me parecía poder poner así a un chaval tan joven.

Javier mientras yo decía todo eso, de forma muy descarada me tocaba una pierna, suavemente y con su mano temblorosa, no lo podía ocultar, que le temblaba totalmente. Cuando subió más de la cuenta y antes de que fuera más allá, quite su mano, que, aunque solo fue eso tocarme la pierna, me aparte y muy seria le dije que eso no estaba bien, que no abusara de mi confianza.

Lo siguiente fue que él se levantó, me agarró entre esos brazos musculosos me intento besar, apretándome contra él y me fue muy difícil apartarme, sobre todo al notar esa dureza en la parte baja de mi cuerpo, pero logre. Yéndome rápidamente para mi habitación.    

Me metí en la cama con mi corazón totalmente acelerado y me puse a pensar. Contra más pensaba más excitada me ponía. Esta vez me dio igual, me toque y llegue al orgasmo muy rápidamente y de una manera intensa. Después me arrepentí por haberlo hecho pensando en Javier, había que cortarlo de una manera fulminante, porque no sabía lo que podría pasar cuando estuviéramos los dos solos en casa. Tenía que hablar con Luis.

Me levante por la mañana con desazón e inquieta. No quise esperar más para hablar con Luis y de camino a recoger a los niños le hice para en una cafetería para tomar un café y hablar. Su expresión era de “terror” se creía que era para hablar de lo sucedido o lo no sucedido la noche pasada.

-Ana que ya tratare de arreglar todo para que no vuelva a suceder, que ya vera como no vuelve a pasar.

-Calla y escucha, que no quiero hablar de eso. Que de lo que quiero hablar es de que Javier se tiene que marchar de casa.

-Otra vez con lo mismo, pero ¿qué te ha hecho el chaval?

Le conté todo lo sucedido en la cocina, no me guarde nada, solo omití el calentón que me produjo y la apertura de mis piernas cuando él se agacho. Eso no lo conté y tampoco que me masturbé luego pensando en él y que obtuve uno de mis mejores orgasmos. Como me pregunto que como iba vestida y se lo dije, pero disculpándome porque pensaba que no se iba a levantar y que salí así por el enfado que llevaba.

-Ana es normal que el chaval se pusiera cachondo, que a esa edad y viéndote así pensara que tenías ganas de juerga, que seguro que se pajea más que un mono.

-Luis no seas guarro y modera tu lenguaje.

-Eso es uno de tus problemas que solo te desinhibes cuando estas cachonda como una perra.

-Que no te pases Luis, que es muy serio. Se tiene que ir y no es motivo de debate.

-La idea fue tuya, pues resuélvelo tú, vas y se lo dices a sus padres y a él.

Al final con buenas y dulces palabras le convencí para que fuera el que lo solucionase y sin contar a sus padres lo sucedido, que pusiera cualquier disculpa y quedamos en que diríamos que es que venía un familiar de fuera y necesitábamos la habitación. Me pidió 10 días de plazo y lo dejamos así. Durante esos 10 días yo sería más prudente.

Luis en vez de enfadarse con lo que paso, se animo y en todo momento me provocaba recordándome lo que paso con Javier, también me decía que, seguro que ahora se estaría haciendo una paja en su habitación pensando en mí y muchos más desatinos, lo que me provocaba un estado de calentura permanente.

Hasta que enfadada le pregunte que era lo que buscaba y su contestación me dejo muerta, me animaba a que tuviera una aventura con el muchacho, tratándome de convencer que seria un revulsivo para nuestro matrimonio y que seguro que así me relajaba también. 

Le tache de degenerado, de loco, de pervertido, vicioso y todo lo que se me paso por la cabeza en ese momento, me lleve un tremendo sofoco, porque me hizo sentir como una puta.

La conversación termino ahí, pero eso no le echo para atrás, porque volvía con lo mismo una y otra vez. Llego un momento que no le respondía porque era tontería, pero todo eso me llevo a estar todo el día ardiendo y mas cuando coincidí con el en un par de ocasiones en el gimnasio.

No me masturbaba, porque era empezar y venir a mi mente el muchacho, eso hacia que lo dejase y estaba que explotaba. Me volví a encarar a mi marido y me prometió que ese viernes después de dejar los niños con los abuelos que me preparase, que se iba a tomar una cosa que le pondrían como un animal y me iba a dejar destrozadita, que me compensaría con eso y con un regalo. Lo vi tan serio que me emocioné, por fin se había avenido a razones y porque además podría explayarme, ya que Javier se iría ese fin de semana con sus padres. Todo perfecto.

El viernes como me dijo mi marido, compre algo para cenar, en plan picoteo, para el antes y el después. Por la tarde cuando regreso del trabajo, se cambio y se puso una ropa cómoda, recogió a los niños y se los llevo. Antes de irse me dijo que en poco mas de una hora estaría de vuelta y sin que lo oyeran mis hijos, me dijo que espera que le recibiera vestida como una autentica zorra, como yo sabia hacerlo.

Al irse me puse manos a la obra, en pocos minutos dejé la mesa preparada, con fiambre, empanadillas, patas fritas… cosas que se podían tomar en cualquier momento. Luego me dedique a prepararme yo. Me depile y deje bien arregladito mi chochito, una ducha rápida y terminar de elegir entre lo que había seleccionado para ponerme.

Al final me puse un conjunto de lencería de color morado que hacía resaltar mi piel morena y contrastaba el color oscuro de mis pezones que se trasparentaban. Portaligas y me días a juego. Me puse una bata larga totalmente trasparente, del mismo color. Aunque la cerrara se trasparentaba todo nítidamente. Todo eso sumado a mi maquillaje y a mis tacones, harían las delicias de mi marido, estaba como el quería.

Me había sobrado mucho tiempo y como no sabia que hacer, me fui a cotillear a la habitación de Javier, no se bien porque lo hice, supongo que, para encenderme más, aunque no hacía falta. No vía nada de interés a excepción de los preservativos, que por curiosidad saqué uno y lo abrí. Me quede asombrada de que alguien pudiera rellenar todo eso, se me escapo hasta una risa, cuando mentalmente lo compare con mi marido. No había nada más a excepción del portátil.

Levante la tapa y me pedía una clave, no me iba ni a molestar cuando puse su nombre y no se abrió, puse el mío y entre. Fue pura chorra el que se me ocurriera. En el escritorio había muchas carpetas de todo tipo, de estudios y trabajos, de familia, de vacaciones y una que se llamaba como yo. Pinche sobre esa carpeta y salió una especie de diario.

Expresaba lo que le gustaba, como se ponía viéndome. Luego contaba lo ocurrido la noche de marras y que se tuvo que hacer varias pajas, no quedándose a gusto. También contaba que le cabreaba que mi marido no me follase como se tenia que follar a una puta como yo y luego pasaba a decir todo lo que me haría, incluso pegarme en el culo. Imagine esas manazas haciéndolo y el resto de lo que decía y mi ropa interior se empapo.

Era peor que mi marido, vaya con el chaval, no se si todo lo que describía ya lo había practicado, era solo algo de su mente juvenil o que lo había visto en películas pornográficas. Deje todo como me lo había encontrado, otro día seguiría leyendo el resto. Apague todas las luces. Coloque velas encendidas de forma estratégica hasta mi habitación.

Me quite la bata y me senté en el sillón de la habitación, cruce mis piernas, de tal manera que se vieran perfectamente mi muslo y un poco más. Tenía pensado salirme un poco de mis normas, para encender mas a mi marido.

Oigo como se abre y se cierra la puerta, pongo justo en ese momento música suave y digo en voz alta, para poner mas a mi marido, ¿quién va a ser quien se folle a esta zorra?, oigo los pasos, el muy cerdo se hace de rogar, viene despacio, me esta provocando.   

Y se asoma Javier, me quedo helada, todo el ardor se ha ido. Le pregunto, mas bien le chillo, que hace aquí y el no me contesta y extiende una mano dándome un sobre. Me levanto, me pongo la bata, que hubiera dado igual el no ponérmela, porque no tapaba nada y agarro el sobre y lo abro.

Es la letra del cabronazo de mi marido, donde me dice que ese es mi regalo. Que lo disfrute y que no sea tonta. Le pregunto porque me mira así y con cara de apenado, me comenta que habíamos sido engañados los dos por lo que veía, que estaba claro que yo no sabia nada de eso.  

Le tranquilice y le dije que ya hablaría con mi marido. Fui a llamarle, pero lo dejé de momento. Nos fuimos a comer algo y con la luz del salón, se me tenia que ver mucho más. La respuesta estaba en el bulto de sus pantalones. No habíamos probado bocado, estábamos bebiendo. El fuego dentro de mí se empezó a reavivar y de que manera. Me fui hacia el pasillo y desde allí, sabiendo que sus ojos estarían mirando mi culo, me gire un poco y le llame con un dedo.

Al entrar a mi habitación, me quité la bata y cuando me di la vuelta para sentarme donde antes, el estaba en la puerta. No se lo pedí, se lo ordené, que se desnudara. Lo hizo sin prisas y cuando lo vi completamente desnudo, me quedé atondada, pero a la vez maravillada. Estaba completamente depilado, no sé lo que podría medir semejante verga, aunque se tendría que decir vergón. Era algo exagerado, mas negro que el resto de su piel y la cabeza de color café oscuro, encorvada hacia arriba y con unas venas muy llamativas.

Cuando quise reaccionar después de ver algo tan bello, estaba pegado a mí, su verga estaba a la altura de mi boca y cuando me puse fuera de sí, fue cuando me dijo, vamos puta a que esperas, que seguro que el cornudo de tu marido no la tiene así.

Me costaba abarcarla con mi mano, era una maravilla, intente meterla en mi boca y me costó, pero una vez que empecé no pare. Me iba poniendo cada vez peor y cuanto mas le oía a Javier llamarme zorra. Puta, golfa, mas me ponía. Como cuando me decía algunas de las cosas que me iba a hacer, recordaba lo que había leído y me ponía más cachonda. Me agarro con sus dos manazas mi cabeza y empezó a moverse el, era como si me estuviera follando la boca, Luis nunca había sido tan bruto, pero me estaba gustando.

Se quedo parado de golpe, me temí lo peor y así fue, se empezó a correr y no me permitió quitarme. Me lo trague todo y al final no me disgusto, supo distinto a la corrida de Luis y luego fue mas abundante.

El oír como bramaba cuando se corría casi provoca mi orgasmo. Me cogió como si fuera una pluma, me tumbo en la cama y se volvió un “salvaje” porque estando boca abajo empezó a pegarme en mis nalgas, proteste enérgicamente, pero paso de mí, continuo e increíblemente me empezó a excitar.

Todo iba ocurriendo muy deprisa y controlando el la situación, eso que yo creía que lo controlaría yo. No sé cómo de un tirón me rompió mis bragas y me las saco sin darme cuenta. Fui a protestar por habérmelas roto y no me dio tiempo, porque metió su cabeza entre mis piernas. Noté su lengua, que se notaba puntiaguda y muy larga, la manera que tenia de moverse era de no ser muy experto, tuve que sosegarlo un poco, su lengua era magnifica y quería sacarle provecho.

Fui indicándole cómo hacerlo y el como buen alumno hacia lo que le decía, poco después ya no hacia falta decirle nada más, me estaba haciendo el mejor sexo oral de mi vida. Cuando notaba su lengua entrar dentro de mi y como la movía, me hacia estar flotando, que habilidad y me hizo tener un orgasmo que me provoco que me convulsionara y me retorciera de forma inaudita.

Al terminar no me dio ni un respiro, dejo su amabilidad a parte y me decía que me colocara a cuatro patas que era como me quería follar. Estaba entre la excitación y el miedo, porque tenia su verga bien parada y era algo que por su gran tamaño y sobre todo por su grosor, me hacia tener dudas si podría con todo eso. Me coloque como el dijo y se me escapo decirle, que fuera por sus preservativos a su habitación. Me volvió a pegar en mis nalgas diciéndome que era una puta curiosa. No dije nada, me limite a recibir con placer y resignación esa “rabia” que descargaba en mis nalgas.

Se subió a la cama y pasaba toda su verga por la rajita de mi chocho. Seguía recordándole lo del preservativo y el seguía haciendo lo mismo. Me tenia tan cachonda que en realidad me daba igual todo y le dije que me follara, ya estaba como decía mi marido en ese punto que me desinhibía. Hasta tal punto que con rabia y provocándolo le decía si le tenía que explicar también como se metía.

Fue efectivo, porque empezó a meter su verga en mi chochito y se la notaba desde el principio, como ensanchaba mi chocho, que se derretía de placer notándola. No tenia ni idea cuanto había metido, pero estaba en la gloria, notaba su roce perfectamente, algo que con mi marido no se notaba así.

Note que se pegaba a mí, sabía que ya estaba toda dentro, era increíble que lo hubiera logrado. Se agacho sobre mi y con esas grandes manos, agarro mis voluminosos pechos, al principio los tocaba mal y le indique como, volvió a hacerme caso y el placer era inmenso.

Lo “terrorífico” vino cuando paso de un mete saca suave, a uno nada suave. No me lo esperaba y en las primeras metidas me dolió un poco. Lo que hice fue dejar las rodillas en esa posición y el resto del cuerpo lo apoyé en la cama, quedando en una postura que era mucho mas satisfactoria. Era un bruto, pero que me hacia correrme una vez tras otra, algo que nadie había conseguido.

Lo mejor fue cuando me gritaba que se iba a correr y le dije que sí, que lo hiciera dentro que no pasaba nada, como note toda su corrida llenándome. Que vigor que tenía. A mi me temblaba todo y mi respiración esta muy agitada. Nos tumbamos y nos relajamos. Javier ahora volvía a ser ese chico “tímido” no sabía que decir, pero yo tampoco sabía.

Quería decir algo, pero no se me ocurría el que decir en ese momento. Estaba contrariada, la que había liado mi marido había sido buena.

-Esto se ha complicado Ana, entenderé que me tenga que buscar otra casa. He ido mas allá de lo que debía.

-Tu no tienes la culpa. Si alguien la tiene somos mi marido y yo. Pero sobre todo él. Que no entiendo como ha podido pergeñar toda esta situación. Se me escapa a mi inteligencia. Lo de irte lo mismo será lo mejor, pero no sé.

-¿Cómo te sientes, en que piensas?

-Mis sentimientos son contradictorios. Porque me siento mal y a la vez me lo he pasado muy bien. Pienso que tu no tienes la culpa de nada, solo de ser joven. Pero que suceda lo que suceda, no se puede repetir. Mañana esto tiene que ser un sueño y ya está. ¿Estamos de acuerdo?

-Estamos de acuerdo, pero como todavía quedan 40 minutos para que llegue el cornudo de tu marido, tengamos la ultima parte del sueño y follemos la última vez. Ven y móntate, que quiero ver tu cara mientras follamos.

Le iba a mandar a su habitación y cuando vi que tenia esa verga tan bonita totalmente recuperada, me tragué mis palabras y me senté sobre ese magnifico mástil. Que si cuando me metió su verga antes la sentí, ahora la sentía mucho más. Javier no dejaba de mirar mis pechos, ya que mis movimientos provocaban su balanceo y eso estaba claro que le ponía cachondo.

No sabia como este joven podía provocar en mi tal excitación, que ya estaba a punto de otro orgasmo, me incline hacia él, para que chupara mis pezones, que con esos labios gruesos me daba un placer superior, haciéndome estallar de gozo. Me había corrido ya varias veces, no sé cuántas y el seguía sin mostrar signos de correrse, no quería que se quedara a medias, le pedía, le suplicaba que se corriera conmigo y al final lo conseguí, teniendo los dos una “explosión” que nos dejó fuera de sí.

Ahora si que le pedí que me dejara sola, pero antes de hacerlo me dio un beso muy suave en mis labios, lo que llevo a que nos diéramos un beso mucho mas profundo, tenia una forma de besar, que era como si me “devorara” entera con esos labios y esa magnifica lengua.

Me quede sola y de buena gana me hubiera fumado uno de esos cigarrillos que tenia ocultos. Mi mente y mi cuerpo estaban totalmente alterados. El cuerpo del placer que había recibido de un joven, no muy experimentado y mi mente, por saber que pasaría ahora. Pensaba si había sido una prueba de mi marido y había metido la pata. Si era de verdad lo que el quería, que es lo que pasaría.

Tenia que levantarme a darme una ducha, eso es lo que tenia que hacer. No es que me sintiera sucia, pero lo mismo dándomela me sentía mejor. Que voy que no voy, se oye que abren la puerta de la entrada. Lo único que hago es echarme la sabana por encima para que no se vea mi desnudez.

Si no estuvieran las velas que había encendidas, seguro que el olor seria un oler de sexo penetrante. Luis llego nervioso y se le veían dudas, porque yo creo que esperaba vernos a los dos en la cama. Se acerco pidiéndome perdón y eso me preocupo. Porque si se había arrepentido, mal estaba todo.

Se puso junto a mí, sentado. Se agacho y me dio un beso, volviéndome a pedir perdón y con cara de un niño que ha hecho algo malo. De forma espontanea le pregunte cual era el motivo de pedirme perdón. Se quedo sorprendido y entonces me conto todo lo que había planeado. No le dije lo que había sucedido. Solo le pregunte por qué quería que su mujer se entregara a otro.  

Se fue hacia la puerta de la habitación y cerro bien la puerta, volvió al mismo sitio y me conto, que, porque lo necesitábamos, no solo yo sino el también y quien mejor que un joven. Pero que entendía y comprendía que yo no hubiera querido.

Entonces le volví a besar, pero esta vez con lengua, para que probara el sabor de mi boca, que tenia que saber a la corrida de Javier. Se quedo sin saber que decir, extrañado. Le dije que se desnudara y cuando lo hizo, su verga estaba parada. Me vino a la cabeza la de mi joven Javier.

Me quité la sabana y vio que estaba desnuda, le conté que me lo había follado y le dije que lo podía comprobar en mi chochito y abrí mis piernas. Cuando se acerco le dije que ahora me lo iba a comer, para que probara las dos corridas juntas y yo pensaba que dudaría como mínimo, pero que va, se agacho y me lo comió logrando que tuviera otro orgasmo. A el le toque un par de veces y se corrió en mi mano.

Luego estuvimos hablando hasta muy tarde de que pasaría ahora. Luis decía que todo siguiera igual, pero que quería vernos follar algunas veces. No me lo podía creer, quería seguir con lo mismo. Trataba de hacerle ver, que no estábamos solos en la casa, que también estaban nuestros hijos y el me argumentaba, que ya lo sabía, que sería siempre sin estar los niños, aunque eran pequeños y decía que no se percatarían.

Ya contare como siguio y aprovecho para desearos un ¡¡FELIZ 2018!!