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Trio “infiel”

en Trios

El trio inesperado que hicimos con Nacho estuvo genial, me dieron todo el placer habido y por haber. Lo que pasa que lo que sucedió luego de darme algo parecido a los remordimientos, me hizo pensar mucho sobre todo en la actitud de mi marido. Que me excito mucho verle mamando esa verga, pero ni me lo hubiera imaginado nunca. Notaba que se producía en mi un cambio muy significativo y la pregunta era que todo esto que estaba sucediendo, ¿hasta dónde iba a llegar? Y no tenía respuesta para esa pregunta. Quise hablar con mi marido y así lo hice.

-Juan estoy llena de incertidumbres y eso me da inseguridad en mí misma. Empezare preguntándote si ya habías tenido algo con Nacho o con algún otro hombre.

-Nunca, jamás, te lo puedo jurar mil veces. Lo que paso no fue intencionado, pero para que veas que no quiero mentirte, me gusto y lo volvería a hacer, pero eso sí, solo con Nacho, que los hombres no me atraen.

-Si a mí al final también me gustó mucho verte hacerlo, solo que quería saber si ya lo habías hecho antes.

-Lo hecho, hecho esta, pero Ana, tenemos que ser inflexibles en lo nada con amigos, conocidos o compañeros de trabajo. Por más que lo deseemos. Podemos poner algún anuncio en páginas de internet y seleccionar o ir a algún local de parejas liberales.

-Para, para. Yo a locales de esos no voy que te puede ver entrar cualquiera y lo de los anuncios, me dan reparo.

-Pues ya me dirás como lo hacemos, porque no hay otra manera.

-Ya se nos ocurrirá como y si no encontramos la formula, pues nos aguantaremos, que, aunque me veo muy lanzada últimamente, no sé si estaremos haciendo bien.

-Muy mal no debe ser, que ya viste como respondí mejor que las últimas veces.

-Eso es verdad. Ya lo iremos viendo, pero como te conozco y si no has puesto ya algún anuncio poco te ha faltado. Quien elige soy yo, no tú.

-Eso ya lo tengo claro.

Me hubiera gustado hablar más profundamente de esto, pero como vi que lo normalizaba todo tanto, no encontré sentido a lo que en mi cabeza rondaba. Él se veía a gusto en su papel de cornudo y casi, casi de mamporrero. Suena fuerte, pero es así. Como había cambiado todo en mí. De tratar de llevar ropa que evitara, por ejemplo, que mis pechos se notaran tanto, a llevar ropa que, sin enseñar, pero si insinuar, los hombres no quitaran los ojos de mí. Que bien que me hacía sentir, era como si me diera un poder especial.

Ya no me daba complejo nada de mi cuerpo. Empecé a relacionarme más con Sonia y con Carmina, que a pesar de sus “bromas” eran dos mujeres con mucho bagaje o eso intuía. Nos íbamos de compras navideñas y como no, a comprar reyes, que el 3 de enero, sería un fatídico miércoles para mí, que empezaba a trabajar de nuevo, aunque con jornada reducida. En esos días las confidencias iban en aumento y sobre todo las sexuales. Hasta que no se si de manera inconsciente o planificado, aunque yo creo que fue una metedura de pata, Sonia dijo, porque no has visto a Ismael en acción, es un auténtico empotrador, no he visto a nadie más bruto, abrió los ojos se quedó mirando a Carmina y se quedó blanca.

Cambiaron de conversación y nos fuimos a seguir con las compras. Nos acercamos a ver unos vestidos para fin de año y elegimos varios modelos y la primera en ir al probador fui yo, me estaba probando los vestidos y los veía muy simplones para mi nueva faceta como “castigadora” oía a mis dos amigas en otro de los probadores cuchicheando y me vino a la cabeza lo que había dicho Sonia y lo que pensaba era muy fuerte, pero supuse que serían confidencias que le habría hecho Carmina a Sonia.

Elegí un vestido que al vérmelo puesto me excito solo de pensar como se pondrían los hombres al verme, era algo menos recatado porque sí que insinuaba, pero también mostraba demasiado. Está muy contenta por mi adquisición y mis amigas ya habían pagado los suyos y me miraban muy serias. Dijeron de ir a tomar otro café.

SONIA. - Ana tenemos que contarte un secreto pero que tiene que quedar entre nosotras, que es bastante fuerte.

ANA. - Contarme chicas, que sabéis que en mi se pude confiar.

SONIA. - Te repito que te puede resultar muy fuerte, pero como somos amigas, sé que lo entenderás y guardaras el secreto.

CARMINA. - Déjate de rollos, Ana que hemos intercambiado maridos. Punto. Ya está.

ANA. - ¿COMO? ¿Os estáis quedando conmigo? O es otra de vuestras bromas.

SONIA. - Es verdad, solemos ir algún finde de viaje y cogemos una habitación cada uno. Por la noche nos vamos a cenar y cuando regresamos al hotel, los maridos cambian de habitación.

ANA. - Ah, vale.

CARMINA. - ¿Solo nos dices un, ah vale?

ANA. - ¿Qué quieres que diga? Cada una en su matrimonio hace lo que quiere. No soy nadie para emitir una opinión, salvo que me ha sorprendido, pero eso ni es malo ni bueno. Si vosotras y vuestros maridos estáis bien así y sois felices. ¿Quién soy yo para meterme?

SONIA. - Siempre me sorprendes.

ANA. - Pues si ese era vuestro gran secreto, quedara entre nosotras y ahora vámonos que llegamos tarde.

De camino a nuestras casas les pregunte que, porque no lo habían hecho los 4 viéndose y por lo que se ve a Juan no le hacía mucha gracia, que decía que se cortaría, al resto les hubiese gustado y me quisieron dejar claro, que no lo habían hecho con nadie más, sobre todo por el tema de infecciones. Cuando estuve sola y mientras cocinaba y daba de cenar a las niñas, pensaba en lo de Carmina y Sonia. Que calladito se lo tenían, pero habían elegido muy bien, ya que ambos maridos estaban físicamente bien y por lo que decían bien dotados. Pero no sería capaz de dejar a Luis, él quería que yo estuviera con otros hombres, pues vale, pero el de estar con otras mujeres, no.

Por la mañana me encontré a solas con Sonia y provoqué continuar la conversación de la tarde anterior, diciéndole que eso que dijo ella, me puso sobre aviso. Ella me contesto, si es que metí bien metida la pata, Carmina se enfadó mucho. No quise que la respuesta se quedase en eso, oye con el mismo secreto de ayer, ¿es que Ismael es tan bruto?, dudo un poco, pero no mucho, tú lo ves así tan detallista, tan cuidadoso, pues cuando está a lo suyo, te “destroza” no se cansa, es lo que dije, un empotrador y la polla que tiene, que decirte, mira que la de mi marido es grande y gorda, pues la de Ismael es “anormal” y fíjate que mi trasero está acostumbrado con la de Juan, cuando me lo hizo Ismael, creía que no me sentaría en un mes.

No sabía si reírme o que, me tenía asombrada y excitada según me lo contaba y siguio dándome detalles. ¿Cómo os enrollasteis?, hizo un gesto y me dijo, ya sabes cómo es Ismael, siempre tan galante, siempre provocando. Los secretos que me contaba Carmina de como la tenía, de lo que duraba, de cómo lo hacía y cuando bailamos en las fiestas, notar todo eso pegado a mí. Y un viaje de esos que hacemos, nos engatusaron ellos y aunque Juan tenía dudas, mis ganas, me hicieron convencer a mi marido para que se creyera que era el quien lo había decidido. En ese momento si nos reímos.

Cómo echaba de menos a Javier, me hubiera ido a mi casa y me lo hubiera follado hasta dejarlo rendido. Estando por la tarde tomando café con mis amigas y con los niños jugando, llego Ismael, fue verle, nos saludó a todas con dos besos y mis bragas se mojaron. Me apetecía que me follara, pero yo no se lo iba a decir, eso nunca y era difícil que pasara, porque siempre que nos veíamos había mucha más gente. Sabía que le gustaba porque eso se nota, me como nunca había entrado a sus zalamerías.

Otra vez que volví a provocar una conversación interesada. Me invente que tenía una tela muy bonita y que había ido a una amiga ficticia para que me hiciera un vestido, pero que se había ido a su pueblo y me había quedado con las ganas. Carmina enseguida se ofendió, porque ella cosía y me dijo que no entendía el que no se lo hubiera dicho a ella, para salir del embrollo, le comente que era una amiga anterior a ella y que siempre le había encargado las cosas a ella. El caso que quedamos al día siguiente en su casa para ver la tela y saber lo que quería con exactitud.

En la cena estaba llena de remordimientos, porque rompería lo que habíamos acordado Luis y yo, me daba no sé qué, aunque solo seria “calentarlo” sin necesidad de llegar a más. Por la mañana de forma apresurada me tuve que ir a comprar la dichosa tela. Seria en rojo o en negro, eran los colores que más me gustaban. Acabe comprando una en rojo y otra en un azul precioso.

No pude ir a casa de Carmina al mediodía, porque no tenía quien se quedará con los niños. Algo que no había previsto, así que la llame y se lo dije. Pero quedamos en que cuando viniera Luis me pasaría por su casa. Cuando llego Luis se lo dije y no le dio importancia. Lo que no sabía que me había puesto un conjunto de ropa interior sexy y sugestivo.

En casa de Carmina estaban ella y su marido, sus hijos estaban fuera con amigos. Isma me saludo con una sonrisa y siguio leyendo el periódico. Me dio rabia que pasara de mi de esa manera. Pero me di cuenta mientras tomábamos un café, que miraba hacia mis piernas, sobre todo, que algo se debía de ver, porque no quitaba ojo y eso que la posición no era buena.

Carmina se levantó y me dijo que fuéramos a su “nido” y para allí nos fuimos. Conocía su casa, pero no sé porque nunca había visto esa habitación. Era una habitación mediana, con una máquina de coser eléctrica. Mueble estantería con muchos artículos de hilos, botones, cintas, etc. También había tijeras, metros de tela y otras “herramientas”, una mesa grande con una lampara, 2 sillas y una con reposabrazos. Una cosa me llamo poderosamente la atención.

Era una camilla profesional de las que se pueden ver en cualquier consulta de un fisioterapeuta. No quise meter la pata y no pregunte y cuando ella se llevó las tazas del café, me fije en la pared, donde había un diploma de costura, otro de diseño, otro de esteticien y un último de masajista. Alucinaba, lo de coser lo sabía, pero el resto ni idea y seguro que me lo habría comentado alguna vez. Menos mal que no pregunte porque hubiera quedado muy mal.

Lo lógico que ese día solo me tomara medidas y viéramos el diseño de lo que quería. Menos mal que me puse la ropa interior adecuada. Porque cuando volvió Carmina me dijo que me tenía que probar varios vestidos y así nos haríamos una idea de lo que quería. Había un armario empotrado muy grande y al abrirlo había ropa de mujer de todo tipo. Me tuve que quedar en ropa interior y Carmina no paro de alabar mi cuerpo, sobre todo mi culo y mis tetas.

Decía que ella con eso haría burradas y termino diciendo si Isma te viera así, se corría al momento. Me hizo ponerme muy colorada. Luis tenía razón era una zorra redomada, pero con “vergüenza” y Carmina se echó a reír por cómo me puse. Decidimos como quería los vestidos y para hacernos una mejor idea con los cortos, el talle, el escote. Me probé algunos de los que me dio. Uno seria con la espalda despejada, con escote y corto. El otro con escote, largo y con una abertura central o lateral.

Me probé uno corto y con escote por delante y por detrás. Me hizo quitar el sujetador porque quedaba muy mal con él. Me puse nerviosa, más concretamente, muy nerviosa, pero le hice caso. Me quedaba un poco estrecho, sobre todo en la parte del pecho. Me veía en el espejo de cuerpo entero y me quedaba atónita, me encantaba como me veía. Pero lo veía muy “escandaloso” para mí y para salir así a la calle.

Carmina sin consultarme y al ver mi indecisión, mientras me tenía de pie sobre un cubo de madera, abrió la puerta y llamo a su marido, que llego a una velocidad y clavo sus ojos en mí. Carmina le dijo, vamos a ver Isma, que Ana dice que no se ve con un vestido de este estilo, que lo ve, aunque no lo dice muy escandaloso, tu ¿cómo lo ves?,Ismael, miro, requetemiro, se fue para un lado para otro y luego dio su opinión, Ana, con ese vestido serás la envidia de todas las mujeres y el deseo de todos los hombres, con esto ya no hace falta que te diga cómo te queda, aunque yo incluso lo dejaría un poco más corto.Oírle decir todo eso, como me miraba y ver como su bulto se hinchaba, me excitaron de una manera inusitada.

Carmina tuvo que echarlo porque se había quedado como un poste sin moverse y cuando se fue, ella me dijo, se ha quedado planchado, los hombres ven un par de buenas tetas y se ponen ciegos. A continuación, y ya estando solas, se agacho y subió un poco el vestido, los cogió con alfileres y me hizo mirarme al espejo, fue una subida muy sutil, pero se veía mejor de esa manera. Me gusto y se lo dije. Midió con el metro de tela, lo apunto y luego se dedicó al escote.

Me aviso de que no me moviera mucho no fuera a pincharme en un pecho. Metió sus manos y me toco las tetas como quiso, no sabía si era por motivo de lo que hacía o fue provocado, lo hacía con tanta soltura, que me di cuenta de que era sin mala intención. Luego con una burda excusa, volvió a toquetear y bien que me toco mis endurecidos pezones y note como se recreó.

Me hizo quitarme el vestido y dijo que tenía que tomarme medidas de nuevo. Lo que hizo fue darme un sobeteo descarado, no me enfade ni me disgusto y me acorde de la mujer del autobús. Necesitaba irme a mi casa y desahogarme con mi marido o sola. Salí casi sin despedirme, tanta prisa llevaba que no acordamos ni el precio.

Al entrar en casa y verme Luis me echo una mirada, que me preguntaba que me pasaba, le hice un gesto para que no se dieran cuenta los niños de que me decía y me siguio a nuestra habitación y allí, ya si me pregunto, que te pasa que vienes congestionada, ni que hubieras subido los 5 pisos corriendo, solo le conteste, ¿congestionada? Vas a saber lo que es congestionada, agarré su mano y la metí entre mis piernas y alucino al verme lo mojada que estaba y algo preocupado me pregunto a que se debía.

Exceptuando que fui yo quien provoco la visita a casa de Carmina e Ismael, del resto le detalle todo, no omitiendo nada de lo que paso y de lo que sentí. No pudimos continuar la conversación porque los niños nos llamaban, pero Ismael me dijo que ahora seguiríamos hablando. Una vez acostado los niños y ya cenados, nos fuimos a tener la conversación pendiente a nuestra habitación, para evitar oídos indiscretos.

-Pero tu diste motivo para que se tomaran esas confianzas.

-No, pero tampoco me puse en mi sitio y lo pare, si te digo la verdad.

-No me gusta el cariz que va tomando esto, habíamos quedado en nada de amigos.

-¿No te fías de Ismael?

-No se trata de que me fie o no me fie, es amigo y vecino. Tu suponte que Carmina se hubiera tenido que ausentar un momento y él te hubiese metido mano, ¿qué hubiera pasado?

-No lo sé, no soy adivina, pero con seguridad, no se hubiera quedado la cosa solo en meternos mano.

-¿Te hubieras dejado follar?

-Ya te digo.

-Estoy entre decepcionado y herido, no me esperaba esto. Mis sentimientos están encontrados y la confusión llena mi cabeza.

-Luis te podía haber mentido, pero no sería justo y no te lo mereces. No sé qué me pasa, estoy todo el día caliente, antes no me pasaba esto. Que me gustaría que Ismael me follase, por supuesto. Que no lo hare porque no te enfades, también. Pero me quedo con muchas ganas. Me gustaría además que tú lo vieras.

Luis me dio las buenas noches y se puso a dormir o a hacer que dormía. Esa noche dormí fatal, entre los remordimientos y los deseos. Pero me daba pavor poner en peligro mi matrimonio, lo mismo habíamos ido demasiado de prisa y nos habíamos, o me había pasado de la raya. El desayuno esa mañana lo note frio, Luis estaba cordial, pero no como otras mañanas. Me encontré con mis amigas y me daba la sensación de que Carmina me miraba con ojos “sucios” que no es que me molestase, pero no paraba de sorprenderme.

Luis esa tarde llego más tarde que de costumbre, justo cuando los niños se acostaban. Durante la cena quise volver a la conversación de la noche anterior, con la intención de proponerle que dejáramos aparcado lo de meter a terceros en nuestra relación y pensaba también el quitarnos a Javier. Cuando Luis con voz taimada me dice sorprendiéndome, te aviso, prepárate porque le he comentado como quien no quiere la cosa a Ismael, que este viernes noche estarás sola, que yo por trabajo no llego hasta el sábado por la mañana y que tampoco estarán los niños, si es verdad que se puso cachondo, seguro que querrá hacerte una visita con cualquier excusa.

Toda la buena voluntad y mis buenos propósitos, me los tiro por tierra, porque en ese momento me puse cachondísima.

-No hay mejor marido que tú. Y si viene, ¿tu dónde estarás o que harás?

-Lo que tu prefieras, si quieres me marcho a cenar por ahí y luego me voy al cine, al casino, al bingo, donde sea, hasta que me avises o me quedo aquí escondido. Porque yo no quiero que él sepa, que yo lo sé.

-Pues lo que tu prefieras, pero me gustaría saber que estas aquí conmigo, para que nada más irse el, tu y yo rematáramos la noche.

-Pues que sea así. Pero antes hay que ver si se decide o se acojona.

El viernes al mediodía, estábamos solos Luis y yo en casa, diseñando todo, como lo haríamos. Por la tarde-noche me prepare y Luis me ayudo a buscar el look adecuado para esa noche, para parecer algo natural y como si me pillaran de improviso. Ya lo teníamos todo preparado y los dos estábamos muy excitados. Cuando se produce una llamada que trastoco todo. Era Carmina, que me comentaba que ya sabía que estaba sola esa noche, que me pasara a cenar a su casa y que así de paso me hacia una prueba de uno de los vestidos.

Se había ido todo a la mierda, decirlo más claro imposible. Se lo dije a mi marido, que me había defraudado Ismael o mejor dicho que me había equivocado con él. Luis como es más positivo que yo, me dijo que aprovechara la ocasión para ir lo suficientemente provocativa para ponerlo cachondo, pero lo suficientemente discreta, para que sus hijos no se diesen cuenta.

Nos pusimos nuevamente manos a la obra, para encontrar que poder ponerme y el resultado me daba “miedo” hasta mí, si fuese verano no saldría así de casa, me daría vergüenza, pero como era diciembre, me pondría un chaquetón por encima y pasaría desapercibida. Antes de irme Luis me dijo que estaba empalmado solo de verme, que si podía le mandara algún wasap para saber cómo iba todo. Él me decía que ya tenía ganas de que volviese y yo le recalque que no hiciese nada hasta que volviese, que se tomara alguna “ayudita” que luego lo pasaríamos muy bien y me marche.

A los 5 minutos estaba en la puerta de Carmina. Me abrió ella y al verla, supe que algo no iba como tenía que ir, porque ella iba vestida de una forma tan “llamativa” como yo, es más, ella dejando poco a la imaginación. Me invito a pasar y su marido me recibia con dos besos totalmente “inadecuados” pero sin pasarse.

En ese momento me enteré de que estaban también sin niños, primera alarma que sonó en mi cabeza. Las miradas, las frases con doble intención, más alarmas que me avisaban de que pasaba algo. No sé porque lo pensaba, pero algo me decía que el “postre” de esa noche, algunos querían que fuera yo.

Las copas las tomamos en los sillones, Carmina y yo sentados en el mismo y su marido de frente a nosotras. Era muy descarado y quise darle de su propia medicina. Como si fuese algo casual e inocente, dejaba mis piernas un poco abiertas, lo suficiente para que pudiera ver que no llevaba pantys, que llevaba medias, estuve segura de que se veía bien, porque sin cortarse, se colocaba la verga con una mano.

El alcohol nos estaba poniendo “alegres” a los tres y mi chochito se estaba “encharcando” me levante y fui al aseo, donde le mande el primer wasap a Luis y como pude comprobar estaba muy excitada, el wasap decía, tengo mis braguitas totalmente empapadas y tu amigo la verga muy dura, que no hace más que colocársela y eso que no enseño mucho. Mi marido contesto segundos después, mi polla está bien empalmada, se muy puta y déjalo bien cachondo, que luego tu y yo follaremos a su costa, pero ponle totalmente cachondo.

Carmina me rozaba con mucha suavidad el brazo mientras me hablaba muy suavemente. Se le notaba excitada y nerviosa, yo la dejaba sin decir nada. Quería ver hasta donde era capaz de llegar. Me excitaba ver su “juego” y me excitaba mucho más, ver la cara de salido de Ismael. Que, por cierto, ya no se quitaba la mano de su bulto, se acariciaba con mucho disimulo.

Ella se iba animando poco a poco, lo mismo me acariciaba el brazo, que la mano o la rodilla y un poco del muslo. Se iba volviendo más descarada, hasta que con un dedo me lo paso por uno de mis pechos, hasta provocar que los pezones se me hincharan hasta ponerse duros, duros. Otra vez que me venía a la cabeza la mujer del bus y lo bien que me masturbo, como nadie lo hizo jamás. Quitaba su mano, sin prisas, de forma tranquila y más por falsa moral, que porque no me estuviera gustando o intrigando. Aunque se la vía decidida, no se la veía muy hábil en lo que hacía, porque se notaba un ligero temblor en sus manos. Hubo algunos momentos en que pensé que quería besarme, pero se contuvo y supongo que, aunque veía que su marido le hacia algún gesto como animándola, ella se cortaba posiblemente por la reacción que yo pudiera tener y yo misma no sabría cual seria.

No digo que hubiera tensión sexual, pero si un ambiente de “suspense” de no saber por dónde podrían salir las cosas. Parecía que la situación se había estancado, era como si estuviéramos en tablas. Ni ella o ellos, avanzaban más y si estaban esperando a que yo hiciera algo, iban apañados. Ismael lo único que hacía, era no quitarme el ojo de encima. Sonreír de forma seductora y tocarse la verga de vez en cuando para colocársela y de forma descarada. Carmina sirvió un poco más de alcohol y dio un trago grande de su vaso. Como armándose de valor. Y saco la conversación sobre su secreto, algo que me turbo estando Ismael presente.

CARMINA. - ¿Y qué opinas de nuestro secreto? ¿Qué pensaste cuando te enteraste?

ANA. – No opino nada y pensé que sois todos mayores para saber lo que hacéis.

CARMINA. - Eso ya lo sé, pero alguna opinión te habrás hecho.

ANA. - Lo único que me sorprendió, no me lo esperaba y eso ni es bueno ni es malo, simplemente ¡Sorpresa!

CARMINA. - Tu y Luis, ¿nunca habéis fantaseado con algo parecido?

ANA. - Pues la verdad que no.

CARMINA. - Con los años que lleváis juntos no me puedo creer que no lo hayáis pensado.

ISMAEL. - Pues yo si me la creo.

ANA. - Gracias por creerme.

CARMINA. - ¿Por qué estas tan seguro? Ni que estuvieras debajo de su cama para saber lo que hablan o hacen.

ISMAEL. - Es que yo hablo mucho con Luis y sé que no y el motivo del no. Que, como vosotras y vuestras amigas, nos contamos confidencias.

ANA. - Ah sí, ¿qué es lo que cuenta mi marido?

CARMINA. - Eso, cuenta sus secretillos.

ISMAEL. – Luis con tanto trabajo, tantos problemas y tanta crisis económica, no se centra en lo que se tiene que centrar y le afecta a su libido sexual. Habéis visto que fino he sido.

CARMINA. - Eso es una faena y más siendo jóvenes. Pero eso hoy en día tiene soluciones.

ANA. - Me asombra que Luis contara nada de eso, pero no es un problema, ya pasara y todo volverá a la normalidad, tampoco hay que hacer un drama de ello.

ISMAEL. - No mientas tanto, que te va a crecer la nariz. Que ya sé que tú eres muy, muy, como decirlo, muy ardiente y que no es nada malo ni reprochable.

CARMINA. - Pues claro que no, que yo en tus circunstancias y con ese cuerpazo que tienes, ya habría hecho algo dentro o fuera de casa. Ya me entendéis.

Oír con que tranquilidad decía las cosas Ismael, sobre mi intimidad, me dejaban perpleja y por lo que puede ver a Carmina también le pilló por sorpresa. Pero el colmo fue cuando Ismael se animó a contar más intimidades, de que, si duraba poco, si su verga era normal y muchas cosas más. Era verdad lo que decía, porque algunos datos solo lo sabíamos mi marido y yo. El más importante, que yo me enfadada mucho por dejarme a medias y que le había pedido consejo a él, para saber cómo cambiar la tónica.

Lo que me dejo más tranquila, que no había contado mis nuevas “aventuras” porque eso sí que me hubiera “matado” y esos nuevos datos hicieron que Carmina se animara y ya no estuviera estancada, me decía, yo no sabría qué hacer con una pollita habiendo probado la de Ismael, es que no se siente igual. Me hice un poco la indignada, oye que lo de mi marido no es una pollita como tú dices, es algo normal, que el que esté pasando por un momento de decaimiento, no quiere decir que se le haya encogido. Ella siguio, no quería que se enfriara la conversación, como se nota que no sabes cómo es una buena polla, hija mía, si no, no dirías eso.

De sorpresa llamo a su marido y le hizo acercarse. Se quedo delante nuestra y sin titubear, empezó a soltar el cinturón del pantalón de su marido, el botón y la cremallera, diciéndome, vas a ver lo que es una buena polla y luego me dices. Tendría que haberme negado, haberme levantado e irme, pero el ardor que tenía en mi chocho me lo impedía.

Fue como si se abriera el telón de un teatro, porque agarrando el pantalón por los costados, lo bajo de golpe junto a su slip. Que cosa más bonita que apareció y que grande, más grande que la de Javier y que la de Nacho. Me entro por los ojos, erguida hacia el techo, más gorda de lo que podía haber pensado por los comentarios y lo más impresionante a parte de su largo, la punta era como un champiñón enorme de color rosado, pero de un tono fuerte e intenso, que pedía ser “devorado”

Carmina se había puesto de rodillas en el sillón, estaba pegada a mí y me acariciaba diciéndome, que carita se te ha quedado, no habías visto nada igual, pues si gusta así, no veas cuando la tienes dentro, es algo único. Me hablaba y me susurraba al oído, sentía su boca en mi oreja y su aliento. Era como tener al “demonio” dentro de mi cabeza. Me animaba a besarla, a lamerla y muy suavemente empujaba mi cabeza hacia ese bonito vergón. Me dejé llevar, cerré los ojos y abrí la boca, cuando noté que tocaba en mis labios, aun costándome empecé a hacer una mamada.

Esta vez sentí como se retorció Ismael, que sustituyo la mano de su mujer por las suyas y me decía acariciándome mi melena, vamos zorrita, que me tienes toda la tarde cachondo, chúpala, que lo haces muy bien, Carmina menuda boquita que tiene esta zorray Carmina no le contestaba porque me estaba lamiendo la oreja, algo que me saca de mis casillas por la excitación y tenía una mano tocándome mi muslo, subiéndola muy lentamente, con precaución.

Cuando llego a mis bragas, se me escapo un gemido importante, que quedo apagado por tener el vergón de Ismael en mi boca. Carmina que se dio cuenta de que me había gustado y que no ponía ninguna pega, empezó a acariciar mi chocho con mas ganas y le dijo a su marido, la primera vez que toco un coñito y no te imaginas como esta el de esta puta, esta mas mojada que yo y eso que parece luego una mosquita muerta, menuda puta.Seguían diciéndome cosas “sucias” y no me molestaba me ponían mas caliente todavía.

Mi marido ya se habría corrido hacia rato y sin embargo Ismael aguantaba estoicamente. Teníamos un “lio” de mucho cuidado, porque Carmina me iba desnudando y era difícil hacerlo tal como estábamos, para ella fue un triunfo dejar mis tetas al aire, que se agacho a por mis pezones y se los metió en la boca, los absorbía, los apretaba con sus labios y muy suavemente, con mucha delicadeza, los atrapaba con sus dientes. Estaba tan caliente que sabia que harían de mi lo que quisieran, porque cuando estoy así, ya me da todo igual.

Tuvimos que parar un segundo y terminar de desnudarnos, que estábamos así muy incomodos y aprovechamos para irnos a la habitación de ellos. Quienes nos tumbamos primero en la cama fuimos ella y yo, en ese mismo momento si me dio un poco de corte, pero Carmina estaba ya muy lanzada y no se lo pensó, me beso en la boca y sentí su lengua dentro de mi boca, la respondí al beso y que bien besaba.

Nos besábamos y su marido se metió entre mis piernas, que yo abrí mas para facilitarle que me comiera el chochito, que placer cuando note su lengua, su boca, hacia que me derritiera, cuanto placer me daba, sabia muy bien como comerse un chochito.

Carmina dejo de besarme, mientras me acariciaba mis pechos, volvía a decirme cosas en el oído, a que te come bien el coñito, le encanta se puede tirar horas comiéndoselo, ya veras como te hace correrte y luego te meterá su pollón que te hará volverte loca de gusto, te llenara del todo y me voy a estrenar contigo, nunca me he comido un coñito, pero tengo muchísimas ganas de comértelo y luego serás la primera mujer que me lo como a mí, porque que sepas puta que me lo comerás.

Yo me limitaba a decir que, si a todo y a gozar de lo que me hacía Ismael, metiéndome sus dedos y lamiendo con su lengua mi clítoris. Cada vez me acercaba mas a mi orgasmo y cuando vi que ya me venía, le dije a Carmina que me comiera los pezones, ella que se dio cuenta lo que pasaba, lo hizo con una “agresividad” deliciosa, que lograron entre los dos que tuviera una corrida distinta, única y muy placentera.

Después de correrme ellos se besaron y Carmina dijo que era un beso muy rico, pero que necesitaba más, se agacho y sustituyo a su marido, si Ismael había sido bueno comiéndome el chochito, Carmina era espectacular y eso que era su primera vez. Me llevo a otro orgasmo con mas rapidez y con mas placer que su marido y no pude reprimir mis gritos corriéndome. Esos dos orgasmos tan espectaculares me habían dejado casi rendida, pero cuando Carmina “invito” a su marido a que me follara, todo mi cuerpo se erizo pensando en lo que venía.

Carmina le dijo que me follara así, en esa posición, que a mi me gusta cualquier posición, pero hay otras que me gustan más, no sé porque ese empeño, supuse que para comer mis pezones. Pero me equivocaba, Ismael empezó a meter su verga, yo ya había dado a luz y se suponía que notaria menos una verga así, pero a pesar de estar totalmente mojada, sentí como me entraba y me rozaba cada centímetro de ese vergón, es inenarrable el placer que sentía, parecía que nunca se acababa hasta que por fin la noté toda dentro, ganaba con creces a cualquier otra verga.

Lo veía mirándome con ojos viciosos, sudando, era un espectáculo, que hombre mas prodigioso. Me follaba con lentitud, saboreándome como si fuera su “presa” se echaba hacia atrás y me la sacaba casi toda y a continuación me la metía con mas intensidad, provocándome, suspiros, gemidos, gritos incontrolados y como dije me equivocaba de porque esa posición.

Vi a Carmina muy decidida, se puso sobre mi cara, arqueando sus piernas y pude ver su chocho perfectamente. Además de verlo sentí su olor de hembra en celo. No tenía muy claro si sería capaz, porque sabía lo que venía en ese momento. Se apoyo sobre mis tetas, agarrándome los pezones y diciéndome, ahora puta te toca a ti, déjate llevar como he hecho yo y vamos a darnos placer. Vi cómo se iba bajando y como su chocho se pegaba en mi boca, titubee, dude y al final de manera instintiva abrí mi boca, saque mi lengua y sin saber muy bien como o de que manera, empecé a lamer su chocho.

Según lo hacía, me fui animando porque notaba que lo hacia bien, porque sus gemidos los oía perfectamente y sus movimientos sobre mi boca lo decían todo. Nos los podía ver, pero si oír. Ella le decía a su marido, Isma te lo dije, que buena es Ana, no veas como me lo come, me tiene loca, que mujer mas maravillosa, que bien hemos hecho, amor fóllatela bien, que se quede con ganas de volver con nosotros.Ismael parecía un toro, con los ruidos que hacía, había aumentado sus penetraciones y le decía a su mujer, desde luego que volverá, que siempre me ha gustado, tiene un coño delicioso y tengo ganas de follarme ese culo de puta, que siempre me ha vuelto loco. Otro que quería lo mismo, mi culo. Si a los otros les dije que no, con ese vergón mucho menos.

A Carmina le entro una risa tonta y le dijo, que sepas que por ese culo no le ha entrado nunca una polla, que le da miedo, pero ya la enseñaremos, para que seas tu el primero en follárselo y con mi ayuda. Cuanto más los oía, más cachonda me ponía y a Ismael le debió de poner muy cachondo eso, porque fue oír que nunca lo había hecho por detrás, que me follo con mas intensidad, logrando que me corriera y que su mujer se corriera en mi boca.

Cambiamos de posición y ahora me tocaba a mi ponerme encima de él, era todo como si lo tuviesen estudiado. Si me dio placer cuando me la metió en la otra posición, ahora fue mágico, el ir sentándome yo sobre su vergón, marcando el ritmo, al principio empecé lentamente y luego me dejé caer, notándola como entraba de golpe, que placer que me dio. Carmina había desaparecido, por lo menos en la cama no estaba y tampoco me preocupaba, me encantaba ver bien la cara de Ismael, sabiendo que estaba gozando con mis movimientos y notando como esas grandes manos se hacían con mis tetas.

Veía en su cara que esta vez si se iba a correr, era increíble lo que aguantaba, no sabia si es que se había tomado algo, pero era un portento y aunque estaba mal, lo comparaba con Luis y no había comparación posible. Note unas caricias en mi espalda era Carmina, que había vuelto, me susurraba al oído que lo disfrutara, que sintiera como me llenaba y que estuviera preparada para recibir toda su corrida.

Bajo su mano y se puso a tocar mi culo con sus dedos, me incomodo un poco, pero la deje y eso la llevo a meterme un dedo en el culo, estaba frio y como pegajoso, estaba claro que me estaba poniendo lubricante, pero no iba a permitir que Ismael me lo hiciera. Ismael me hizo agacharme y nos besamos, cuando me quise dar cuenta noté algo entrando en mi culo. No me dolió, era una sensación extraña y placentera, porque no decirlo.

Estábamos Ismael y yo fuera de sí, me aviso de que se iba a correr y le pedí que esperase un poquito nada más que yo quería hacerlo con él. Veía en su cara el esfuerzo que hacía, Carmina acelero sus movimientos con lo que fuera que tuviese metido en mi culo y cuando me empecé a correr, lo de el fue como si explotara dentro de mí, que bien lo sentí.

Me quede tumbada encima de el y espere que Carmina me sacara aquello que me había metido y que me había dado tanto placer. Era como una vara bastante larga, algo que me sorprendió, que tenia como unas bolas, como si fuera una cadena y de muy finas en la parte de arriba a mas anchas en la parte de atrás. Después de esa sorpresa me dio la risa. Me acorde de Luis que estaría esperándome y sin noticias mías. Por lo que me entraron las prisas.

Carmina antes de irme me pregunto con mucha dulzura, ¿Te volveremos a ver? ¿Vendrás algún día a tomar algo, aunque seamos las dos solas? Con la misma cara que me puso ella le respondí, ¿tu que crees? Pues claro que sí, lo que no se si las dos solas.

No hubo besos de despedida ni nada, me marche tal cual. Mi casa estaba en otro bloque no tardaría en llegar, pero si iba pensando, que había estado todo muy bien, pero susceptible de mejorar la próxima vez, ya que estaríamos mas suelto, pero sobre todo pensaba en lo de haberme liado con Carmina y haber probado la “varita” esa por el culo, que me había gustado.

No hice ruido al entrar en mi casa, estaba toda a oscuras. Luis estaba dormido. Fui al baño, me lave y me cambie. Vi mi culo por el espejo y me sentí orgullosa de tener un culo tan deseado. Vi un par de pañuelos de papel en la mesilla, seguro que se había hecho alguna paja pensando en lo que podía estar haciendo, caí rendida en la cama después de tanto “ejercicio”