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Juernes.

en Erotismo y Amor

 Me llamo Mario, en aquella época contaba con veintiséis años. Mi padres habían decidido volver a su localidad natal tras la jubilación de mi padre, yo era el menor de tres hermanos con bastante diferencia de edad. Cuando tuve que iniciar mis estudios universitarios decidí hacerlos, como todos mis hermanos, en Madrid. Aprovechando el piso que mis padres tenían en el barrio de Moncloa, cercano a la universidad, sin gastos, pero yo pensaba en el ambiente y la independencia que tendría solo en la capital.

 

Tenía una asignación económica, que podía aumentar en función de mis resultados académicos, no era mal estudiante y unido a que varios vecinos me llamaban para pequeñas faenas o recados, por ejemplo, acompañar al señor Benito al cajero, ya que le daba miedo por las historias que leía en el ABC de atracos a jubilados, arreglar algún desperfecto en sus casas, subirles algo de compra, no me caían menos de mil o dos mil pesetas de la época.

 

Al acabar la carrera, gracias a los contactos de mi padre en la abogacía y mis buenas notas me recomendó a un amigo que me tomó como pasante, aprendía bastante del mundo práctico del derecho, con un buen sueldo no como los pobres becarios de ahora. Seguía en el piso sin ningún problema, cero gastos y al no tener muy mala cabeza podía ahorrar y darme caprichos, en resumen, no quería volver a casa ni atado y la familia estaba contenta por mis avances en el bufete.

 

Mi hermano mayor tiene una hija ocho años menor que yo, mi sobrina Carla, un encanto de niña, con la que yo salía en ocasiones al tener coche, solía llevar a su pandilla, servir como carabina y excusa con alguno de sus novietes, en definitiva teníamos una relación casi más de hermano mayor que de tío al uso. Llegó su época de iniciar sus estudios universitarios y ¿Dónde iba a estar mejor que en Madrid con su tío?, tenía el mismo derecho que yo a usar el piso familiar y desde luego no le iba a poner ninguna pega y además su tío la “controlaría”, era el plan perfecto, pero había una pega, una amiga de Carla tenía pensado estudiar y no estaban nada tranquilos mandando a la niña a un colegio mayor o a un piso compartido, así que tras hablar sus padres con mi hermano mayor, vendrían ambas a Madrid.

 

Yo no estaba molesto, tener en casa a mi sobrina me gustaba, es una chica muy responsable y de un carácter muy abierto y parecido al mío, así que la única pega podía estar en si su amiga se adaptaba, no me sonaba de las amigas de la pandilla.

 

En septiembre, aproveche la vuelta de mis vacaciones para traerlas a Madrid, el coche cargado de maletas, mi sobrina como loca en cuanto salimos de casa por venir a Madrid, había venido a pasar algún fin de semana, había visto algunos locales y la zona donde está situado el piso, me la tuve que llevar a rastras y creo que eso hizo que se motivará aun más con los estudios para venir a estudiar a la capital. Su amiga estaba en el asiento de atrás, sonreía ante las locuras de Carla. Mientras Carla había decidido hacer Derecho, la tradición familiar se imponía, Carolina iba a Caminos, tenía pinta de ratón de biblioteca con las gafas, pero era muy atractiva, a pesar de no cuidar tanto su vestuario como mi sobrina que conocedora de sus armas las aprovechaba bien y raro era el que no se volvía a mirarla cuándo íbamos por la calle, buscándome algún jaleo que otro con varios babosos.

 

Una vez instalados dejé una de las habitaciones que usábamos de dormitorio para ellas dos, yo pasé a la de mis padres y les dije que pasarán a bañarse y ponerse cómodas, al ser el primer día iríamos a cenar algo por ahí y al día siguiente ya iríamos a comprar comida para llenar la nevera. En ese momento Carolina me dio el dinero que sus padres habían puesto para este propósito, ya que según ellos al no pagar piso no podían permitir que su alimentación fuera gratis también, joder teníamos para comer varios meses, pero tras llamarles no hubo manera de convencerlos, con el dinero que ponía mi sobrina y el mío teníamos nuestras necesidades básicas más que cubiertas. Tras ducharse y arreglarse, salimos a cenar algo por los bares de la zona, para él que no lo conozca hay bares de todo tipo, cadenas de comida rápida, tascas típicas y multitud de locales de copas en las cercanías, así como restaurantes, etc. Esa noche nos decidimos por un bar famoso por sus tortillas, de todas las variedades y tamaños, unas cervezas para mí y refrescos para las chicas, me sorprendió que en la primera noche fuera de casa y a punto de empezar una nueva etapa como es la universidad no se lanzarán como locas, pero eso me confirmó que ambas eran muy sensatas y que me iba a ser fácil la convivencia con ellas.

 

Tenían unos días hasta el inicio de las clases y yo tenía vacaciones así que aprovechamos para ir a dar vueltas por Madrid, compras e ir preparando sus estudios. Me llamaba la atención que Carolina solía vestir de manera algo clásica para su edad, al contrario que mi sobrina, una mañana en el desayuno mientras Carolina estaba en la ducha, aproveche para hablar con Carla:

 

- Oye sobri, tu amiga es algo rarita, ¿Cómo es que te llevas tan bien con ella?, no me suena de las fiestas o de haber salido contigo.

 

- Carolina se dedica a estudiar, me ayudó mucho en el examen de selectividad y apenas sale, si no es conmigo cuando la obligan sus padres, está acomplejada ya que los chicos la tienen por empollona y te puedo asegurar que si vieran el tipazo que tiene tendrías cola aquí. - Me dijo mi sobrina mientras tomábamos el café con tostadas. - Aunque si tú quisieras lo tendrías muy fácil tito, jajajaja.

 

En ese momento le di una colleja de broma, - Anda, deja de decir tonterias, a ver si empezáis las clases y te dejas de hacer el indio, tu padre querrá que saques al menos sus notas y ya sabes – en ese momento, cambié el tono de voz para imitar a mi hermano mayor – Don Perfecto no se conformará con menos de notable, jajajaja.

 

- Joder tiito no me lo recuerdes, la verdad que Derecho no me gusta nada, más que nada lo hago por trabajar en el bufete de papá, y espero que el abu y tú me echéis una mano si me da problemas.

 

- Sabes que no tienes más que decirlo, estaré encantado de ayudarte, la verdad que tener compañía aquí es un lujo, claro que si esperan que sea la institutriz de todos van de culo, contigo se acabo, tus hermanos son dos cafres y, entre nosotros, tus primitos han salido más a la madre que al padre, vaya dos pijos insufribles.

 

- Jajjajaja, a ver si va a resultar que tú eres un antisistema, ya sabes que nos llaman los lacoste en el pueblo, que parece que lo llevamos de marca de nacimiento. - Dijo Carla casi ahogándose con el zumo al reír.

 

- Envidia de paletos, cuando llegué casi me muero, no había visto gente con boina salvo en fotos en blanco y negro, creo que eso me animó a estudiar para volver a Madrid.

 

En ese momento entró Carolina, tapada con una toalla la cabeza y el cuerpo, joder con la niña, tenía bien ocultos esos encantos.

 

-Buenos días, ¿Mario puedes hacerme un café, porfa? - el tono de voz mientras me miraba con ojos de cordero degollado, vaya parecía que iba cogiendo confianza y no resultaba tan tímida en las distancias cortas.

 

Nuestra vida transcurría entre estudios para ellas, trabajo para mí y salidas los famosos juernes que todo estudiante universitario conoce, iba conociendo más de Carolina y la chica tímida me resultaba muy simpática aunque no sabía si iba con segundas intenciones en algunas ocasiones, lo qué provocaba las bromas de mi sobrina:

 

- Carol, que vas detrás de mi tiito, no te pases ehhh – a estas bromas siempre le seguían carcajadas de ambas y la reprimenda por mi parte en broma.

 

- Anda, dedicaros a estudiar que es lo que tenéis que hacer – No podía evitar sonreír ante las picardías de estas ya no tan niñas, que empezaban a saber de su poder.

 

Uno de los jueves que nos preparábamos para salir, con mis amigos tomando algo en casa antes, Carolina empezó a estar rara y decir que no iba a salir, para no fastidiar a Carla, me quedé en casa con Carolina y mis amigos salieron con ella.

 

Así que la noche se presentaba tranquila, me puse un pantalón de deporte y me senté en el salón a ver la televisión, Carolina permanecía en la habitación. Me levanté al oír unos ruidos en su cuarto y llamé a la puerta, pude oír unos sollozos en la habitación.

 

- Carolina, ¿Te encuentras bien?, déjame pasar, por favor.

 

Al no recibir respuesta, pasé, estaba sentada en la cama, se notaba que había llorado.

 

- ¿Qué te pasa? - empezaba a preocuparme, quizás por los estudios, algún problema con sus padres, no sabía que podía estar pasándole.

 

- En el grupo de las chicas del pueblo, se han empezado a meter conmigo que ni estando en Madrid me iba a entrar un chico, que si voy a morir sin probarlo… - sus sollozos cortaron su explicación.

 

- Anda, ve a lavarte, ponte cómoda y vente conmigo y me lo cuentas, ya verás como son tonterías, te espero en el salón mientras te cambias, ¿vale? - le di un beso en la mejilla, mientras acariciaba su espalda.

 

- Vale. - dijo mientras limpiaba sus ojos y sorbía, parecía muy desvalida, con sus gafas, llorando e hipando lo que hacía que hablará con dificultad, me marché al salón y esperé a que viniera, al cabo del rato apareció con un pijama de raso, solo la camisa, el pelo negro recogido en una coleta, sus ojos más verdes que nunca al haber llorado, se sentó a mi lado y empezó a desahogarse conmigo:

 

- Los chicos no se fijan en mi, todas las chicas del pueblo se reían de mí, menos mal que Carla empezó a salir conmigo, siempre era la rara de la pandilla…

 

Mientras escuchaba a Carolina la abrace, intenté consolarla, las frases típicas, que los chicos de su edad eran unos idiotas, que es muy atractiva, que a mi me gustaba estar con ella charlando y que seguro que con el tiempo encontraba algún chico que mereciera la pena, no podía evitar mirar el escote de su pijama y la verdad que la niña tenía un par de razones que quitaban el hipo.

 

- Eso lo dices para quedar bien, muchas gracias, si hubiera más chicos como tú Mario…- mientras apoyaba su cara en la mía y se pegaba más a mí.

 

Ufff, la cosa se estaba poniendo peligrosa, decidí animarla y probar si estaba jugando o estaba siendo sincera conmigo. Me levanté a poner algo de música en el equipo, había un cd de Kenny G, algo de mis hermanos seguro y fui a por Carolina:

 

- ¿Quieres bailar conmigo, guapa? - tomé su mano y la levanté sin esperar su respuesta, en el centro del salón, rodee su cintura y puse sus manos en mis hombros, empezamos a bailar, no muy pegados al principio, pero notaba que ella buscaba mi cuerpo apoyando su cara en mis hombros, empecé a besar y morder su cuello, ella se pegaba más a mí, el roce de su cuerpo con el mío me estaba empezando a hacer perder la cabeza, mis labios recorrían sus mejillas acercándose a su boca, era un camino de no retorno, la mezcla de inocencia y ganas era algo que me atraía de manera desconocida para mí, yo tenía experiencia pero esa sensación de enseñar a alguien era nueva para mí.

 

- ¿Nunca te han besado Carolina? - mis labios ya estaban rozando los suyos.

 

- No, ummm, nunca Mario, me gusta como me estás besando. - Sus brazos me rodearon con más fuerza y puede notar su pecho contra el mío, tome su barbilla y bese sus labios atrapándolos entre los míos, la apreté contra mi cuerpo, mi lengua no tardo en buscar la suya que me respondía enredándose a la mia. Ella debía estar notando mi excitación contra su cuerpo, estaba decidido a darle a Carolina la noche que hasta ahora no había tenido.

 

- ¿Quieres que siga?

 

- Sí, por favor no pares Mario.

 

- Voy a hacer que disfrutes, pero será algo muy light, si quieres más tendrás que demostrarme que lo quieres, ¿vale?

 

- Seguro que lo estás haciendo para que no me sienta mal, pero vale – respondió, esa entrega y su mirada mezcla de inocencia y picardía me ganaron

 

Sin dejar de besarla la lleve a mi habitación y nos tumbamos en la cama, desabroche su pijama y pude contemplar su cuerpo solo con su tanguita, empecé a acariciar su cuerpo, llegue a sus pechos, ya estaban duros y los pezones apuntaban al techo, los lamí y mordí suavemente, Carolina apretaba mi cabeza contra ellos, tenía sus ojos cerrados y gemía, fui bajando lentamente hasta su vientre, pase mi cara por su tanga, aspirando el aroma de su sexo excitado, instintivamente se movía buscándome, besaba el encaje de sus braguitas lamiendo su humedad, retire el tanga y acaricie su coñito, despacio, ella había entregado su cuerpo y se dejaba hacer, busque su clítoris y lo masturbe delicadamente, sus gemidos crecieron y apretó sus muslos

 

- ¿Quieres que pare? - en mi interior me decía, gilipollas como te diga que pares a ver que haces ahora, pero Carolina no quería dejar de descubrir nuevas sensaciones.

 

- uuuuummmm no, sigue, no pares – me abrazaba y mordía y besaba mi cara.

 

Aparte mi cara y besé sus muslos, subiendo despacio, quería ver como gozaba, aparte el tanga y mi lengua recorrió su sexo, un gemido acompañado de un estremecimiento me indicaron que estaba haciéndola disfrutar.

- Hoy vas a saber lo que es disfrutar. - Le dije mientras mi lengua acariciaba su clitoris. Podía notar como sus jugos mojaban mi cara, mis dedos acariciaban sus labios, abriéndolos delicadamente, quería ser muy suave con ella, sin apenas penetrarla combine mis dedos con mi lengua, en poco tiempo no tardó en inundar mi boca con su orgasmo, su cuerpo tenso, gemidos fuertes mientras clavaba mi cara entre su sexo húmedo y yo seguía lamiendo sin parar, saboreando su primera experiencia, cuando noté que había terminado me eché a su lado:

 

- ¿Te sientes mejor?

 

- Ufff, sí, esto ha sido genial, pero seguro que lo has hecho para que me sienta bien… - tomé su mano y la llevé a mi polla, estaba durísima.

 

- Mira como me tienes, esto lo has conseguido tú – su mirada cambió y una sonrisa llegó a su cara mientras pasaba los dedos por mi pantalón sobre mi rabo tieso.

- Carolina, hoy vas a dormir conmigo, hasta que me vaya a trabajar y antes de que vuelva Carla, si quieres algo más tienes que demostrármelo, yo quiero mucho más de ti, pero por esta noche esta bien.

 

Pasamos la noche abrazados, ella me comentó lo que había sentido y yo seguía con toda la sangre acumulada entre las piernas y haciendo esfuerzos para no metérsela.

 

Estuvimos hablando y besándonos toda la noche, sonó el despertador y me levanté para ducharme, ella se fue a su cuarto, por suerte Carla no había venido y yo aproveché para ducharme y desayunar antes de ir al trabajo, con un dolor de huevos como hacía tiempo que no había tenido, esa niña me había vuelto loco y mientras desayunaba Carla entró en casa de su noche de fiesta, inmediatamente se dirigió a buscar a Carolina, tras un rato apareció en la cocina:

 

- Buenos días tío, qué tal noche has pasado?

 

- Bien y tú?, Hoy os vais a casa no?

 

- Sí, pero me parece que vas a tener sorpresa. - dijo sonriendo.

 

Ya no conseguí sacarle nada más, me cambié y me fui a trabajar, el viernes fue largo, todo el día pensando en Carolina. Los viernes solíamos terminar antes así que iba de vuelta para casa cuándo me llegó un mensaje al móvil, era Carla:

 

- Tiito que pases un buen fin de semana y disfruta de la sorpresa.- Todo esto acompañado de ;), eran los tiempos de los sms,s.

 

 

Se agradecen comentarios, tengo pensado continuar la serie si hay aceptación, gracias por leerlo.