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Viernes

en Erotismo y Amor

Segunda parte del relato, aquí puedes ver el primero, se agradecen comentarios y ante posibles errores o sugerencias respecto al relato, situaciones, etc.

 

 

La jornada del viernes estaba siendo tranquila en el trabajo, lo que hacía que mi cabeza no parará de dar vueltas sobre lo sucedido la noche anterior. No podía quitarme de a Carolina de la cabeza, estaba deseando volver a estar con ella, no solo eso, pensaba en tener una relación. Por otra parte, pensaba que de salir mal podría tener problemas al ser amiga de Carla y sus padres puede que no vieran bien que con nuestra diferencia de edad… Uff, la cabeza no paraba de dar vueltas, pero todo se me olvidaba al recordar las sensaciones de estar con ella, su cuerpo y como me hacia sentir.

 

Los viernes acabábamos la jornada sobre la hora de comer, así que a las dos de la tarde iba camino de casa, pensaba en tomar algo de pasta, ver algo en la tele, intentar pasar el tiempo hasta que el domingo volvieran Carla y Carolina, tendría el fin de semana para pensar en las decisiones a tomar.

 

Llegué a casa y al abrir la puerta entendí el mensaje de mi sobrina. Carolina estaba esperándome, con una mini a cuadros, blusa blanca, botas hasta la rodilla, maquillada, estaba impresionante.

 

- ¿Qué haces aquí? No te has ido.. - Conseguí decir, de la manera más serena posible, tratando de disimular las ganas de abrazarla y besarla.

 

- Mario, he dicho que tenía que estudiar para un examen, pero lo que quiero es quedarme contigo, quiero más, espero que sirva …- Me dijo, al hablar bajaba los ojos con una vergüenza que me excitaba todavía más.

 

Fui hacía ella, la abrace y bese de manera tierna en los labios. - No he parado de pensar en lo que pasó anoche, quiero que se repita muchas noches, si tu quieres claro – Tenía algo de miedo ante su reacción, pero ese beso y su cercanía habían conseguido excitarme como ninguna otra de mis parejas lo había hecho antes.

 

- ¿Quieres que salgamos? - Una sonrisa ilumino su rostro, me recordó la cara de los niños abriendo sus regalos en el día de Reyes, la sensación de ser una especie de instructor o iniciador en las relaciones de una chica tan atractiva y las ganas que mostraba eran todavía un valor añadido.

 

- Si, quiero salir contigo. - En ese momento la atraje hacía mí y la bese profundamente, ella correspondió a mi beso enlazando su lengua a la mía.

 

- Aprovechando que te has vestido muy elegante, yo acabo de venir del trabajo, nos vamos a ir a comer, me apetece salir con mi novia y que todos la miren. - Carolina sonreía y se sentía importante, su timidez iba desapareciendo.

 

- Solo te falta un detalle – Me acerqué a ella y desabroche un botón de su blusa – Ese escote no puede estar escondido, me encanta que todos miren a mi chica. - Bese su boca y el arranque de sus pechos al decirle esto.

 

- ¿No te importa que me miren? - dijo extrañada.

 

- Es normal, eres muy atractiva Carolina, además ellos solo te mirarán y yo soy el que está contigo - La tome de la mano y nos fuimos, en el ascensor, por la calle, aprovechaba cualquier momento para besarla y estar pegado a ella, Carolina apoyaba su cabeza en mi hombro mientras andábamos por las calles, para ese día elegí un conocido restaurante argentino en Rosales, ya sabréis muchos cuál es pero como no pagan no digo su nombre ;), las miradas de muchos por la calle y en el restaurante iban hacía Carolina, nos sentamos y pedí unas cervezas hasta que nos sirvieran la comida, la charla transcurría de forma agradable. Ella me contaba detalles de su adolescencia, tan cercana todavía, sus decepciones, su fama de bicho raro entre los de su edad, la amistad con Carla y que siempre se había sentido atraída por mí, eso me sorprendió, pero supe que ella, sabiendo de la relación que teníamos mi sobrina y yo, preguntaba sobre mí, que tipo de chicas me gustaban, tratando de conocerme mejor. Así que cuando surgió la oportunidad de venir a estudiar a Madrid, intentó por todos los medios venirse con Carla a nuestro piso.

 

Mientras hablábamos pasaba mi mano por sus piernas, la besaba en el cuello levemente, íbamos sabiendo el uno del otro y cada vez me sentía más atraído por ella.

Pedí para comer una ensalada y un steak tartar, ella nunca lo había probado y decidí instruirla en más campos, tras esta comida salimos camino a casa.

 

Al llegar al ascensor, rodeé su cintura y nos besamos intensamente hasta llegar a la planta, mis manos recorrían su cuerpo, volví a notar como se estremecía a mi contacto y la excitación llegando a mi cuerpo, las ganas de estar con ella seguían creciendo y estaba decidido a hacer que Carolina pensará lo mismo, cada gemido que conseguía provocarle era un acicate para mi.

 

Al pasar a casa, la tome en brazos y nos fuimos al sofá del salón, me senté y la puse sobre mi con las piernas abiertas. Nos besábamos y rozábamos sin parar, en ese momento sonó el teléfono, eran los padres de Carolina preguntando por ella. Mientras ellos hablaban, yo me preparaba un café irlandés, la tienda de campaña de mis pantalones era más que evidente y me volví a sentar, Carolina se sentó a mi lado mientras hablaba, sus planes para el fin de semana, el examen que tenía que preparar, echada sobre mi, yo acariciaba sus pechos mientras hablaba.

 

Cuando colgó, nos besamos y le desabroche su blusa, su cuerpo excitaba todos y cada uno de mis sentidos, la vista, el tacto, el olor, el sabor de su piel y oírla gemir y jadear, cada vez que decía que quería repetir lo sucedido en la noche anterior, me gustaba preguntar que había sentido, si se había corrido, ella se sonrojaba al hablar de ello, yo le decía que me había excitado como nunca.

 

- ¿Te gustó estar conmigo? - Preguntó sorprendida.

 

- Claro, Carolina, no he pensado en todo el día más que en volver a estar contigo, cuando te he encontrado aquí ha sido una sorpresa y estaba deseando que pasará. - Tome su mano y la bese, antes de pasarla por mi pecho, ella se dejaba llevar, besaba su boca y su cuello, llevaba su mano a mi abdomen, la entrega y obediencia que mostraba a la par que ver como disfrutaba de los juegos que tanto había deseado eran una mezcla explosiva para mi.

 

Desabroche mi pantalón, puse sus manos en mis muslos mientras las mías hacían el mismo recorrido por los suyos, no parábamos de besarnos y llegué a su entrepierna que acaricié suavemente por encima de su ropa interior, sus manos imitaban mis movimientos y note sus caricias en mi sexo, bajé mi slip y llevé su mano, guiándola, al poco tiempo solté su mano y ella lo hacía sola mientras yo seguía acariciando su sexo, húmedo.

 

- Mmm puedes apretar más, me está gustando mucho Carolina – movía sus manos de manera inexperta, pero con ganas de agradarme, me preguntaba si lo hacía bien, si me gustaba.

 

- Claro que me gusta, mira como estoy, ponte a este lado y déjame llevarte, estoy a punto de correrme Carol - Con unos pocos movimientos mientras acariciaba sus pechos y la besaba, me corrí, llevaba casi veinticuatro horas deseándolo, ella miraba orgullosa de haber conseguido hacerme disfrutar, miraba sus dedos manchados con una mezcla de curiosidad y orgullo, la mayor parte había ido a parar a mi camisa, fui a por papel para que se limpiará y pase a darme una ducha, ella se quedó en el salón, al salir estaba ya con su pijama, eran las seis de la tarde y esa preciosidad estaba a encantada de estar conmigo y teníamos el fin de semana por delante, me senté a su lado abriendo el albornoz para que apoyará su cabeza en mi pecho.

 

Charlábamos sobre todo lo sucedido, que nos había gustado más, nuestras manos exploraban nuestros cuerpos a cada momento, buscando dar placer al otro, Carolina besó y mordió mi pecho y pezones, pasando su lengua como hacía yo en los suyos, buscaba mis ojos como solicitando mi aprobación.

 

- Sigue Carol, me gusta mucho – estas palabras la hacían sentirse más segura y volvía, ella miraba la reacción de mi rabo, sus manos iban con frecuencia a él, acariciando de varias maneras. En ocasiones lo apretaba fuerte y apenas movía sus manos, otras veces levemente, desplazando la yema de sus dedos por el glande, bajo su lengua por mi abdomen dejando su cara cerca y siguió masturbándome, notaba su respiración cerca, - Bésala – le pedí, sus labios la acariciaron, - Toda –, recorrió toda la extensión dando leves besitos con sus labios, cuándo la había besado casi en su totalidad quise probar hasta dónde podía llegar: - Pasa tu lengua por ella, como si fuera un helado -, Carolina se tumbó más en el sofá y no tardé en sentir su lengua, llegaba hasta la punta, atrapando las primeras gotas que brotaban, yo dedicaba mi atención a sus pechos, empezaba a descubrir la forma de excitarme más y pasaba su lengua por mi glande mientras me miraba.

 

- Quiero que pares, ahora te toca a ti – Tenía ganas de volver a disfrutar de sus gemidos.

- ¿No te gusta Mario? - Había más decepción que otra cosa en la pregunta.

- Claro que me gusta, no he disfrutado más en mi vida, pero quiero verte gozar a ti. - Me tumbé sobre ella mientras la besaba profundamente, abrí sus piernas y solo las braguitas separaban nuestros sexos. Fui besándola por todo su cuerpo, sin despegarme de ella, moviéndome, ella seguía mis movimientos con sus caderas, de manera instintiva, nuestros jadeos se mezclaban, le susurraba al oído cuánto me gustaba, que la deseaba y quería estar con ella, se apretaba más a mí diciendo que ella también quería estar conmigo.

 

Me incorpore, quedando de rodillas entre sus piernas, pase mis dedos por su entrepierna, sintiendo su humedad, las braguitas delataban su excitación, retire su ropa interior y la acaricie:

 

- Carolina quiero que me digas lo que quieres que te haga. - Pase mis dedos por su clítoris, ya algo excitado, lo descubría acariciándolo, sus jadeos crecieron.

 

- Mmmm eso me gusta mucho Mario, sigue y luego … chúpalo – enrojeció al hacer su petición.

 

- Claro que sí, preciosa, se llama clítoris y me encanta hacértelo. - Tras un rato en el que mis dedos seguían acariciándola, baje poniendo mi cara entre sus piernas, al principio solo con la lengua.

 

- ¿Te gusta así?, a mi me encanta hacértelo Carolina, estaría horas así – Iba aumentando la velocidad y la profundidad, a veces lo atrapaba entre mis labios, mi lengua exploraba su vagina, iba alternando dedos y lengua.

 

- Ummm sí, por favor, un poco más rápido, como antes. - Apoyaba sus manos en mis hombros, veía como mordía sus labios, reteniendo sus gemidos, su respiración se agitaba y cerraba los ojos echando atrás su cabeza, como tensaba su cuerpo y otras señales me indicaban que estaba a punto de obtener el premio de su orgasmo en mi boca de nuevo, efectivamente, unos minutos después estallaba en mi boca entre gemidos, apretando mi cabeza contra ella.

 

Yo seguía excitado y decidí que era el momento de adiestrar su boca, tras besarla me senté y la hice recuperar la posición apoyada en mi abdomen.

 

- Carolina, quiero que me hagas disfrutar con tus manos y tu boca, hazlo como tú creas que es mejor. - No tardó en poner sus manos y lengua en acción, en un momento mientras me masturbaba la rodeo con sus labios, los dejaba apretados en la punta mientras sus dedos seguían acariciándome.

 

- Mmmm mueve la lengua cariño, por favor – supliqué entre jadeos.

 

- Uhum, así? - dijo ella, mientras clavaba una de esas miradas mezcla de inocencia y picardía, sus movimientos buscaban agradarme y hacía todo lo que yo pedía, cada vez me sentía más atraído por ella.

 

- Estoy a punto de correrme, por si quieres retirarte… - pensaba que podía sentirse mal si terminaba en su boca la primera vez y esa era la última de mis intenciones.

 

Se retiró por un momento, sin dejar de acariciarme, - Quiero sentir como disfrutas conmigo – Tras besar mi boca, bajo y continúo hasta hacerme estallar, tuvo algunas arcadas, se fue al baño, y volvió enseguida a pegarse a mí y preguntarme como me había sentido.

 

- Me ha parecido genial, y deseo hacer el amor contigo Carolina – mis dedos revolvían su melena, apoyada en mi pecho mientras me miraba y yo daba besos por su cuello y mejillas.

 

- Yo … también lo deseo Mario, pero me da un poco de miedo. - Me contó sus temores, le habían contado que era doloroso, trate de calmarla, diciendo que yo sería cuidadoso y que tendría mucho cuidado con ella.

 

Mientras hablábamos seguíamos besándonos y acariciándonos, ella se sentó sobre mí con las piernas abiertas y rozábamos nuestros cuerpos, tomando sus caderas la movía sobre mi sexo frotándome con ella, ella mordía mi cuello y en ese momento me susurró al oído:

 

- Mario, quiero hacerlo ya, llévame a la cama, por favor – No pude negarme, deseaba hacerla mía, poniéndome de píe, con sus piernas enredadas a mi cintura la llevé al dormitorio.

 

La tumbé en la cama y la desnudé, yo me quite el boxer tumbándome a su lado, sin dejar de acariciarla y besarla, iba de sus pechos a su boca, acariciando su sexo, sintiendo su excitación, introduje un dedo y la penetré con él, despacio, con movimientos circulares. Me puse de rodillas entre sus piernas, su cuerpo se movía al ritmo de mi dedo.

 

Me puse un preservativo, mientras la miraba, paseé mi rabo por sus labios, abriéndolos, sin prisa la tenía sujeta por la cintura y ella puso sus manos en mis hombros, la tenía a punto de entrar.

 

- ¿ Quieres que siga Carolina? - dije con mis labios pegados a los suyos.

 

- Sí Mario, quiero hacerlo contigo – Sus labios me besaron, fui penetrándola despacio, de manera muy delicada, era la primera vez que tenía sexo con una chica virgen y yo también temía que fuera a romperse, no se, los falsos mitos de la inexperiencia.

 

Sin parar de acariciar sus pezones, besar su boca, iba moviéndome saboreando cada porción de ella que yo estaba disfrutando por primera vez, atento a sus sensaciones, para detenerme al mínimo gesto de dolor o incomodidad por su parte, iba tomándome mi tiempo sus gemidos, a veces interrumpidos, yo susurraba a su oído cuánto me gustaba estar con ella y que quería que siguiéramos juntos mucho tiempo, cuando ya estaba totalmente dentro de ella me quedé quieto haciendo movimientos circulares, nunca me había sentido tan excitado, sentía como se encajaba como un guante, había sentido la rotura del himen cuando cedía y como ella apretó los labios, en ese momento se apretó a mí y pude sentir sus uñas clavadas en mis hombros.

 

- Carolina, voy a correrme cariño – no se si fue la mezcla de sensaciones, pero a los pocos movimientos en su interior no pude aguantar y me corrí mientras la apretaba contra mi cuerpo, ella se pegó de igual manera, con nuestras bocas selladas, tapando nuestros jadeos y gemidos, me dejé caer sobre ella.

 

Permanecimos mucho tiempo, hablando y preguntando por sus sensaciones, que no había sido para tanto, no parábamos de besarnos y decidimos darnos una ducha, aun quedaba viernes por delante y todo el fin de semana.