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Ayudando a un vecino (2da parte)

en Sexo con maduros

Esa mañana, horas después de esa aventura sexual inesperada y espontánea con el viejo desagradable de Don Alfredo, no podía dejar de experimentar cosas raras. Estaba aclarando el día y seguía lloviendo, y yo me desperté en esa fea cama con mi anciano patrón, que no paraba de roncar mientras tenía un brazo sobre mi cuerpo, en un horario en que generalmente ya estaba levantado; miré mi celular, eran las 9:12. Y claro, es que esas horas de sexo quizás él no las experimentaba desde hacía tiempo y, sumado al clima fresco y la lluvia, lo tenían cansado y dormido como un tronco.
 
Yo no podía dejar de pensar en cómo y en qué momento llegué a esta instancia, fue quizás un estado de éxtasis que me haya hecho perder noción de todo, no lo sé, pero en este momento sólo quería salir corriendo y no volver más por acá. Generalmente éstas son cosas que la gente suele hacer alcoholizada y con ex parejas, pero yo lo hice sobria (no tomo alcohol tampoco, salvo en Navidad y en año nuevo, pero sólo un poco), y encima con un anciano que espanta de sólo verlo, y al que la gente detesta en el barrio. Tenía que irme, así que traté de sacar su brazo de encima mío sin que se despertara, no quería tratar con él. Con cuidado, moví como pude su brazo (estaba pesado) y me levanté, sentía mi cara algo sucia por la acabada del viejo, así que me fui al baño, me lavé la cara, me puse mi ropa que ahí había dejado, mandé un whatsapp a mi mamá para que no se preocupe y, a pesar del no cese de la lluvia, me fui sin hacer ruido. Don Alfredo nunca se dio cuenta...
 
Al rato llegué a mi casa, mojada y con frío. Me bañé, estuve un rato muy largo en la ducha, y al salir me fui a acostar diciendo a mi mamá que no iría a trabajar por el motivo de la vez anterior. Había dormido algunas horas al llegar así que a la noche de mi "día libre" no tenía mucho sueño... y no paraba de pensar... en cómo había sido todo eso posible, en semejante osadía mía y sólo por querer ganarle una discusión, en el cambio brusco en su personalidad de antipático a bestia caliente incontrolable, en lo fácil en que dominó toda la situación, en cómo lo había excitado y en el placer que yo había sentido. Fue toda una sensación de sorpresa total, jamás me iba a imaginar estar en esa situación. Al amanecer no fui a trabajar, ni quise.
 
Al día siguiente recibo en mi celular un llamado de la hija de Don Alfredo, preguntando porqué no fui a trabajar, le dije que me disculpe por no avisar y puse de excusa que la lluvia y el cambio de clima me tenía algo resfriada (a mi mamá también le puse la misma excusa), y me quedé en casa. Seguía atónita, recluida en casa no por miedo, sino por consternación, no salía ni a la esquina a comprar, ya me parecía a la hueca de mi hermana dos años mayor que no sale ni a sacar la basura. Recibo otra llamada, nuevamente la hija de Don Alfredo, dice que su padre pregunta que porqué no voy, que qué pasó conmigo y que en cuanto esté disponible que vaya sin falta... Sí, que siga soñando! Yo ya no me aparezco más por allá, que busquen a otra persona!
 
La noche llegó y al acostarme volvieron otra vez los recuerdos de aquella ocasión... mierda! ¿Por qué carajo es tan difícil olvidarse de eso? Fue una noche y ya, a todo el mundo le pasa de tener una experiencia que quieran olvidar, y yo encima que estaba pensando en cortar definitivamente a mi ex, ahora se suma todo esto. Aunque las horas pasaban, había algo que no me dejaba dormir y no podía dilucidar con exactitud qué era. O sea, no sólo ese anciano me tuvo desnuda en su habitación, sino que tuvo sexo conmigo y no me opuse a ello vaya una a saber por qué... Y encima terminé disfrutando de la experiencia!! Viejo horroroso, encima no se equivocó cuando dijo que mi ex no sabía tratarme como él me trató esa noche, al final siempre se sale con la suya y queda como si siempre tuviera la razón. Al rato me entró sueño y me dormí.
 
Me desperté, pero con la diferencia de que mi bombacha estaba algo mojada y yo cachonda, refregaba mi cuerpo por toda la cama. Me sentía necesitada de acción, de saciar ese hambre interior con el que me desperté, me levanté y me di un baño frío (ya había vuelto el calor). Otra llamada de la hija de Don Alfredo, se acercaba el día de pago y tenía que verme con ella, así que fui, me sentía un poco mejor ya. Me pidió por favor que no deje el trabajo porque no puede conseguir a nadie más y que su padre preguntaba por mí. Yo respiré hondo, y como una idiota acepté volver.
 
Claro, al no ir tantos días, desconocía la situación actual de todo. Y al llegar me encontré con la casa tan horrenda como cuando había llegado por primera vez, y lo más obvio, a Don Alfredo con la misma cara de perro pero algo sorprendido al verme. Lo que no sabía por no ir seguido, es que estaba con su "visita" y compañero de vinos: se trataba de un amigo suyo, un viejo que se podría decir que tenía un poco más de edad, quizás unos 70 y algo, delgado, brazos muy flacos, calvo con pelo canoso a los costados, de piel oscura, nariz enorme, cara arrugada y hundida para adentro, y escasos dientes. Tenía cara de serio, que cambió a cara de lascivia en cuanto me vio, y esbozó una sonrisa asquerosa.
 
- Alfredito, no sabía que tenías tan linda compañía eh, quizás yo también necesite alguien así que trabaje en casa jajaja! Qué linda señorita es usted...
- Se llama Romi, tenía tiempo sin venir pero bueno, ya ves que volvió! Jajajajaja!!
 
Para mí que el otro viejo ya sabía lo que había pasado y se hacía el sonso nomas. Le dije a Don Alfredo que si quería que volvía más tarde y que me iba a apurar para poder llegar a casa a un horario razonable, y me contestó que no me hiciera problema, que no hacía falta que me vaya ya que me iba a mi horario de siempre y que su amigo ya se iba. El otro viejo seguía ahí mientras yo trabajaba y no dejaba de mirarme, no se perdía ninguna agachada mía cuando me encargaba de los pisos, y cada tanto me quería dar conversación, cosa que yo hacía por una cuestión de respeto. Mis piernas eran algo que se ve le atraían bastante, miraba mi cara también, me dijo varias veces que yo le parecía linda, yo sólo le agradecía por sus palabras. Pero Don Alfredo seguía frío y distante como siempre, me daba curiosidad que no teniendo una mujer en años siga así de tosco después de haber estado conmigo, siendo que yo no podía borrarme esa noche de mi mente. Qué viejo de mierda! Siempre se las ingenia para hacerme poner de mal humor! A todo esto, su amigo no se iba más, y seguía mirándome sin disimulo y dándome charla. Quería que se fuera para poder aclarar con Don Alfredo lo ocurrido. De todas maneras, por dentro me resultaba loco el hecho de provocar sensaciones así a otro hombre, porque claramente el otro viejo estaba ultra caliente conmigo, no hacía falta tener una maestría para darme cuenta de eso, así que la situación me hacía sentir algo rara pero por dentro me causaba gracia.
 
Al terminar, dejo algo de comida hecha y me despido, Don Alfredo saluda entre frío y sonriente, mientras que el otro viejo (que nunca se fue), me tomó de la mano y la besó, con una cara de calentura total que se le notaba a kilómetros de distancia. Vuelvo al otro día, y Don Alfredo ya se encontraba sólo otra vez, no me animaba a romper el hielo yo y aclarar las cosas, encima el viejo seguía callado, hasta que por fin me habla:
 
- Ayer mi amigo me dijo que tenía ganas de darte una tremenda cogida ahí mismo y que estaba con la verga bien dura. Le pareciste linda chica, pero él tenía muchas ganas de arrancarte toda la ropa y tirarse encima tuyo.
 
Sentí por dentro algo de asco, el viejo aquel era bastante libidinoso y no lo ocultaba, pero las palabras de Don Alfredo sobre esa situación me provocaron algo de adrenalina. Esa era la ocasión para hablarle:
 
- Don Alfredo, sobre lo de la otra noche...
- Además de que lo disfrutaste, ¿qué otra cosa querés decirme?
- Que me sentía apenada, pero por la contestación que me acaba de dar, ahora también bastante enojada!
- Bueno nenita, vos tené en cuenta que lo disfrutaste, yo vi que lo hiciste y me dijiste "hágame suya". ¿Por qué no te podes centrar en que eso fue bueno para vos? ¿hace cuánto que no te cogían así como lo hice yo? Además me tomaste de sorpresa, yo te pedí que me dijeras tu forma de calentar a un hombre y no que me calentaras en serio, jajajaja!
 
Cada vez lo odio más!! No puede ganar siempre en una charla o discusión!!! Pero creo que descubrí la razón de mis pensamientos: me atrajo lo prohibido, la situación se apoderó de mí. Aquella noche sólo quise ganarle una discusión queriendo demostrar que no era ninguna tontita ni aburrida y al final siempre terminó él dominando y llevando las de ganar, y yo casi por inercia me dejé llevar como en un estado de ceguera e inconsciencia total debido a lo prohibido.
 
- No le niego que lo disfruté, me dejé llevar, pero no piense que soy de esas fáciles que se regalan.
- Yo no pienso nada de eso, nena.
 
Así, cortante! Maldito! ¿Es que yo no le provoqué nada? ¿No lo saqué acaso de su letargo sexual? ¿No estaría otra vez conmigo? Viejo de mierda! Su respuesta y su actitud casi evasiva es lo que yo hubiese querido para dejar todo de lado, pero la forma en que lo demostraba me ponía nerviosa, me sentía una tipa fácil de esas que se desechan así nomas. Pero ya me las voy a cobrar, ya va a ver...
 
Hoy es un día muy muy caluroso, es importante el cuidado de mi piel que al ser muy blanca, el sol la daña bastante y se nota fácil. Me puse como 10 kg de cremas, y me fui con un short de tela cortito y con una musculosa con tiras bien finitas en los hombros que era también algo abierta a los costados, y nada abajo para no tener las marcas del corpiño en la piel. Viajé en colectivo porque no quería llegar mareada por el calor al caminar, llevando una pequeña mochila para que no se note que no llevaba corpiño. Don Alfredo me miraba bastante, se ve que le gustó que yo llevara esa prenda de tiras finas y abierta, donde se me veían los costados de las tetas, de todas maneras él ya ni se inmutaba cuando iba a su casa, y además necesitaba cuidar mi piel. Pero efectivamente, al viejo feo le gustó mi vestimenta. Debido al calor, él estaba en cueros, con un short muy corto y descalzo, y se notaba en él más calor cada vez que yo pasaba cerca suyo. Me miró varias veces sin decirme nada, hasta que en un momento dado yo lo pierdo de vista. Cuando llego hacia donde él estaba, es cuando veo al viejo sentado con la mano metida en su calzoncillo, claramente frotándose la verga. Yo lo veía y me sentía como aquella vez, con esa sensación y mezcla rara, recordando su calentura conmigo y sumada también la lujuria que el otro viejo derrochaba cuando me vio. Otra vez lo prohibido, lo contrastante. Me odiaba por llegar a esas instancias pero también podía ser algo pasajero y ya no sentirlo más. Un calor me invadía, el viejo quizás se estaría tocando tras verme así de sugerente, él seguía haciéndolo dado que no me veía él a mí pero yo a él sí. Y fue ahí que no pude más, fui al baño y me saqué otra vez el shortcito y la musculosa, quedando otra vez en tetas y ahora con una tanga blanca, y fui hacia él. Fui decidida, y directo a su encuentro:
 
- Disculpe, es que hace mucho calor, Don Alfredo- le dije con una sonrisa pícara y voz de nenita.
 
Don Alfredo no lo podía creer, o quizás sí, quién sabe. Pero supongo que nunca se imaginó que se repetiría la aventura, así que después de quedarse viéndome con cara entre sorpresiva y libidinosa, se levantó casi eyectado de su silla y con desenfreno me tocaba y acariciaba por todas partes mientras me besaba en la boca. Yo lo abracé por el cuello y parada de puntitas correspondí a ese beso tan desesperado y rasposo debido a esa barba tan crecida y dura, y su mal olor de boca, que sólo me recordó a la anterior experiencia. Luego, me levantó quedando yo con mis piernas rodeando su cintura, me llevó otra vez a esa habitación desastrosa, está vez con algo de la luz del sol que entraba por una mini ventana en lugar de aquel foco que no iluminaba mucho y el mismo olor a encierro. Llegamos y Don Alfredo me acuesta en esa áspera cama otra vez, y comienza a besar mi cuerpo, se queda besándome las tetas, baja a mi ombligo, besa mis piernas y mi conchita por encima de la tanga, y ahí se queda, provocando suspiros y leves gemidos en mí. Yo quería que ya me sacara la tanga pero al muy maldito le gustaba dominar la situación y hacerme esperar y desesperar. Finalmente lo hace y me lleva a las nubes chupándome mis labios y el clítoris que inevitablemente tuve mi primer orgasmo mojándome y volviéndome loca.
 
El viejo se sacó su short y su calzoncillo, me agarró la mano e hizo que lo pajeara, cosa que hice con ganas, quería escucharlo gritar con esa voz ronca y de animal salvaje. Yo jugaba con su pija primero con una mano y luego con las dos, provocando jadeos roncos en mi viejo amante, hasta que inconscientemente me sucede algo que antes nunca había hecho, así y de forma inconsciente, me estaba llevando la pija sucia de Don Alfredo a mi boca, besándola y luego chupándola, logrando que el tipo se volviera loco de gusto. Sus manos recorrían toda mi espalda y mi colita, mientras jadeaba como un condenado, sus respiraciones eran más aceleradas, como si estuviera al borde de un ataque, y antes de cualquier cosa, él mismo sacó su pija de mi boca, se sentó y se tomó un respiro. Yo estaba a su lado temiendo que le pasara algo, pero al rato se recuperó, y lo demostró tirándose encima mío y chupándome las tetas nuevamente mientras inmovilizaba mis brazos flexionados hacia mi cabeza. Me sostuvo así con sus manos y sentado sobre mi pecho, pasaba su pija y sus huevos peludos por mi cara, haciendo que los chupara. Luego, en la pose del misionero me penetró y me embistió haciéndome ver las estrellas, pero el calor que hacía lo tenía notoriamente agitado y cansado, así que invirtió los roles y se recostó para que yo me suba encima y lo cabalgue, entonces yo me movería. Una vez arriba, comenzó la cabalgata, luego me agarré de la cabecera de la cama y mis tetas quedaron en su cara para que él las bese y chupe a su gusto. Al estar agitado, se corrió algo más pronto, no sin antes hacerme explotar en un segundo orgasmo. Don Alfredo por su parte acabó en mi boca otra vez. Yo exploté de placer.
 
Ambos quedamos muertos de calor, agotados, empapados en sudor y acostados en esa cama, ambos desnudos y viendo al techo, sin energía siquiera para nada. Respirabamos agitadamente. Yo quedé extasiada, no quería admitirlo pero ese viejo asqueroso sacaba la hembra insaciable que llevaba dentro y que pedía salir. Y así pasaban los días, y no sólo me encargaba de la casa, sino que también de su caliente dueño, pasando días por demás excitantes, sobre todo cuando su amigo lo visitaba y yo iba más tarde y me quedaba por la noche. Claro, en mi casa inventaba que "me quedaba en casa de mi amiga."
 
Y así un tiempo, hasta que por desgracia Don Alfredo cae hospitalizado por temas de riñón y requería mayor presencia de la familia para hacerse cargo de gastos de internación y esas cosas, de modo que mi presencia ya no era necesaria. Y si bien estoy a la espera de que me llamen de un nuevo trabajo, nunca voy a olvidar está experiencia, de cómo yo misma así sin buscarlo, pateé el tablero y me lancé de lleno a una aventura totalmente inesperada e inimaginable... Besos a todos!