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Trío con el joven macho y su novia embarazada-UNO

en Bisexuales

El pequeño apartamento que heredé no solo me ha sacado de más de algún apuro económico, sino que además me proporcionó algunas de las experiencias más morbosas y placenteras de las que he disfrutado en toda mi vida.

 

No le había alquilado el apartamento a Gerson porque tuviera el aspecto de lo que se considera “una persona recta y ordenada”, ni mucho menos: de pelo castaño rapado por los laterales y algo más largo por arriba y por detrás, piel dorada, ojos marrones, grandes y extremadamente expresivos, nariz chata, mandíbula cuadrada, alto, atlético tirando a fuerte y con un pendiente en cada una de sus orejas. Pero entre lo trabajador que parecía, lo buenísimo que estaba y esa sensación de franqueza y madurez que me inspiró con sus solo veintiún años no tuve ningún género de dudas para decidir que era a él a quién se lo alquilaría, a pesar de una extraña condición que impuso.

 

- Mire…

 

- Que me trates de tú...

 

- Bueno, mira, yo paso de bancos y esas historias, uno ha tenido “sus moviditas” con la… Bueno -dijo guiñándome un ojo- que si se te pudiera dar el dinero en mano nos haces un favor, si no pues va a ser que no me interesa tu apartamento…

 

A pesar de su juventud, tenía una seguridad en si mismo al hablar que me dejaba boquiabierto, era cordial pero decidido, arrogante aunque respetuoso y su actitud desprendía pura masculinidad.

 

- No hay ningún problema, me pagas en efectivo el día… ¿Qué día es hoy?

 

- Catorce.

 

- ¡Pues como si quieres entrar ya! Te pongo el contrato a partir del quince y me pagas a mitad de cada mes.

 

- ¡¿Eso me lo estás diciendo en serio?! ¡Porque te pago ahora mismo tres meses más la fianza!

 

Su rostro era un auténtico poema tras la sonrisa de ensueño que dibujó tras oír mis palabras, se le llegaban a formar hasta hoyuelos en la cara, noté como sintió el impulso se abrazarme pero se contuvo y me palmeó el hombro yo diría que hasta con cariño y mi erección empezó a crecer en la entrepierna. Volví a la situación poniéndome con una actitud algo más defensiva, yo diría que hasta un pelín borde.

 

- Pero que sepas que esto es para tu novia y para ti, nadie más, no quiero ni una queja de ningún vecino y el día del pago me gusta que por-fa-vor, sea sagrado y…

 

- Sí, claro, bueno, yo ahora tengo que entrar a trabajar -dijo casi cortándome- ¿Esta tarde a eso de las siete podríamos quedar para traer nuestras cosas, firmamos toda la pesca esa, nos das las llaves, te pagamos y listo?

 

- Bueno, vale… Dije dubitativo y algo azorado.

 

 

Bajando en el ascensor se mostró más simpático y abierto, a pesar de su aspecto de medio malandro de barrio, parecía noble y con buen fondo.

 

Gerson, de veintiún años, había dejado los estudios dos o tres veranos atrás para dedicarse de pleno al mundo de las reformas verticales, colgado de andamios y a decenas de metros sobre el pavimento dirigía su propio negocio mientras ganaba más dinero que yo con todos mis títulos y mis años de experiencia de explotado laboral. Esa tarde a eso de las seis, sonó en mi teléfono un número desconocido, era la voz del joven macho que me saludaba con una sorprendente calidez:

 

- ¡Hola, Gerson, mi niño! ¿Ha habido algún problema? Le respondí con la misma cordialidad.

 

- Rubén, aquí estoy llamándote desde el móvil de la empresa… Sí, bueno, sí pero no, realmente no hay problema, o nada serio. Me explico, yo estoy ahora aquí colgado, se me ha complicado un poco el trabajo y ni de broma voy a llegar a las siete al piso, así que si no te importa va a ir mi novia a firmar el contrato, coger las llaves, pagarte y esas cosas.

 

Para mí era realmente una pequeña putada porque ya tenía el contrato con su nombre redactado e impreso; sin embargo, ante la idea de conocer a la potra que semejante joven alfa tenía que gastar le dije sin dudarlo que no había ningún inconveniente.

 

- Pues muy bien, Rubén, ya va ella, yo nada más terminar iré para allá a ayudarla con la mudanza.

 

Nerea, a los diecinueve años que según su documento de identidad tenía, estaba mucho más rica de lo que cualquiera pueda prever: morena, ojos verdes y achinados de tigresa, nariz respingona y labios gordos, llevaba el pelo súper largo, lacio y recogido en una especie de moño, a pesar de su cara de cabalgadora compulsiva lo que más me prendía era ese culo bien puesto, ahí parado, prominente y respingón y unas tetas que sin llegar a ser inmensas se veían bien grandes y muy turgentes.

 

Vestía un apretadísimo pantalón que parecía a punto de estallar, le quedaba tan ajustado que le pude ver hasta la forma de la vulva, un top verde claro y del mismo tono que sus ojos cubría sus ricas peras, bien arriba y un poquito alargadas ¡Y esa cara de te follo con la mirada! Estaba claro que contemplar a esos dos culeando juntos tenía que ser una maravilla comparable con ser testigo del Big Bang.

 

Era muy simpática, casi diría que demasiado, luego comprendí que el verse de la noche a la mañana yéndose de casa de sus padres para vivir en un nidito de sexo primitivo y adolescente con el potranco salvaje de su novio, hacía que estuviera realmente excitada y nerviosa.

 

Su nuevo “hogar” le encantó, con la entrada, el salón y una cocina perfectamente equipada en un mismo espacio, un gran dormitorio desde el que se accede a una terraza con vistas, un pequeño baño y un minúsculo cuarto. Parecía que estuviera imaginando en que postura y iba a ponerse a follar con Gerson en cada rincón de la casa.

 

- Bueno, pues tenemos que firmar el contrato, te pago y me das la llave ¿No? Me dijo sonriente y sabedora de sus encantos.

 

Que polvaco tenía la cabrona, con esas curvas, ese cuerpo perfecto, esa camiseta resaltando tetamen y mostrando su firme estómago, esa vulva y esas tetas, esas tetas que me estaban empezando a poner mal. Logré mantener la compostura y parecer serio. Tras la firma de papeles, va Nerea y delante de mi cara, se lleva una mano a un pecho descubriéndoselo casi hasta el pezón, era bastante más gorda de lo que parecía, sonríe con todo el descaro del mundo y me dice mientras coloca un fajo de billetes sobre la mesa:

 

- Necesito poder ir al baño un momento.

 

Sale del baño con la cantidad restante y tras contarlo lo guardé y -no sé si por sugestión- intuí ligeramente el olor de su coñete fresco ; le hice entrega de a llave y justo cuando me iba a mi casa a pajearme imaginándome a esa pareja digna de la mejor producción del porno estadounidense o checo, tocan el timbre y Vanesa acude decidida a abrir la puerta de su ya nuevo hogar.

 

- ¡Mi aamor, es súper bonito, me encaaaaanta!

 

- ¿Te gusta? Le preguntó su novio antes de unir sus bocas en un beso cargado de belleza y erotismo.

 

Gerson estaba imponente, sucio, vestido con una camiseta sin mangas y la parte superior del mono de trabajo atada a la cintura, con un tatuaje bastante elaborado que se extiende desde su fuerte brazo izquierdo hasta su ancho hombro pasándole por el pecho, los pendientes de sus orejas, ese pelo rapado por los laterales y con una cresta o mohicano ancho desde la frente a la nuca, su cuerpazo grande (mide 1,80) y con los músculos marcados en su justa medida, abrazándose y comiéndose la boca con la tigresa adolescente de su novia. Y casi me pongo a restregarme con ellos dos ahí mismo...

 

Por suerte mantuve las formas con frases las frases amables mutuas de rigor, las felicitaciones y agradecimientos. Aunque Gerson se había ofrecido a pagarme tres meses de una sola vez a mí me convenía más el que me pagaran mensualmente, por un lado porque prefiero tener un ingreso económico más regular, y por otro porque solo faltarían treinta días para poder ver a ese par de potros folladores nuevamente.

 

Al despedirme esta vez sí nos abrazamos, su fuerte cuerpo en torno al mío desprendía pura calidez y además apestaba a macho joven sudoroso, me aparté suavemente para que no sintiese mi erección observando sus ricas axilas velludas y me tuve que ir directo a casa para masturbarme como un babuíno pensando en un trío con esos dos pibones.

 

No había hablado con Gerson y Nerea más que una vez por teléfono, me llamaron para una duda acerca del suministro de agua de la vivienda, el día quince del mes siguiente era domingo y a las diez de la mañana estaba yo ante la entrada del pequeño departamento tal y como habíamos acordado el viernes anterior.

 

Toqué el timbre y nadie respondía, justo cuando estaba a punto de sacar mi teléfono para comprobar que estuvieran en la casa golpeé y la voz pastosa y somnolienta de Gerson respondió ya justo al otro lado de la puerta.

 

Estaba vestido únicamente con unos calzoncillos blancos apretados y al verme exclamó.

 

- ¡No me acordaba!

 

Que cuerpo tan sublime, marcado, definido, con los pectorales levemente turgentes y coronados por unos pezones grandes redondos, ocres, carnosos, con las puntas gordas y un aro en la tetilla (o más bien tetorra) derecha. El abdomen escultural y musculoso hasta lo insultante, con cada uno de los bloques de sus abdominales inequívocamente divididos en hileras de cuatro por cada lado, en medio destacaba su ombligo, grande, inmenso y con el fondo completamente abombado hacia afuera. Bajo este tenía una mancha de vello negro y enmarañado a cuyos lados destacaban sus profundos oblicuos, que se perdían insinuantes bajo el boxer blanco, la única prenda que portaba y sin duda lo mejor de todo, su polla gorda se extendía sobre lo que debían de ser unos testículos de toro, al final de su bultaco se formaba otro secundario que se intuía como el glande más gordo y cabezón de la galaxia.

 

- ¡Hola Gerson, pero si te llamé el viernes para..!

 

- Sí, sí, espera, disculpa, voy a cambiarme….

 

- No, si no hace falta.

 

Le dije mientras le tomaba de su fuerte brazo tatuado, apestaba a alcohol, a sexo, a fiesta, a sudor, a cigarrilos… A haber tenido una noche magnífica, su piel era suave y cálida y su cuerpo duro, casi como de madera.

 

 

- Entra y tómate un café, me dijo con gesto aún abatido por la resaca mientras se acariciaba distraídamente su abdomen de oro macizo, para luego estirar sus brazos hacia arriba dejándome una panorámica espectacular de sus axilas velludas.

 

Me dejó a solas un instante y salió vestido únicamente con un pantalón corto, una camiseta sin mangas, descalzo y ya con algo de mejor cara. Tenía los pies grandes y anchos, con los dedos finos y larguísimos, la piernas fuertes y cubiertas por una capa de vello poco densa pero su verga -a pesar del pantalón- insistía en mostrarse insinuante.

 

- ¡Aquí estamos encantados, Rubén! Lo que queríamos hablar contigo de algo un poco serio.

 

- ¿No me digas que no me puedes pagar?

 

- ¡No, hombre, no es eso! Es que mira, quiero que salga Nerea para….

 

Justo en ese momento apareció Nerea, sin maquillaje seguía estando igual de espectacular o casi, se había estado peinando y llevaba puesta una bata corta de raso verde oscuro mostrando sus exquisitos muslos, sus piernas y calzando unas simpáticas zapatillas como de peluche a juego con la bata.

 

Me dio dos besos, me rodeó la cintura con su brazo hasta rozarme el culo y volvió a ponerme en celo como una perra callejera. Por favor… ¿De qué tendrían que hablar conmigo? Aún no lo sabía pero mi mente empezó a elucubrar las más tórridas fantasías.

 

El potranco solo sirvió dos tacitas de café -sin leche ni azúcar- y un jugo para su hembra. Se sentaron el uno al lado del otro, se miraron sonrientes completamente embelezados, eran bellísimos, una escena digna de registrar gráficamente, la mirada esmeralda de Nerea comía a la de su novio.

 

Ella con esas facciones felinas, sus tetonas como pequeños globos de agua, que se intuían bajo el escote de su corta bata, esas piernas largas y sinuosas que se juntaban bajo el misterio de la tela verde, allí en su vulva prominente y saltona, me imaginé por unos instantes hundiéndome en ella mientras magreo sus peras y luego él, con ese rostro seguro de si mismo, su fuerte cuello, sus brazacos ese tatuaje, esos pendientes y ese torso labrado en el trabajo físico completaban la bellísima fotografía.

 

Tras unos “díselo tú, que se lo digas tú”, Gerson, tomando de la mano a su pareja me anunció con voz solemne que esperaban un niño, instintivamente me alegré muchísimo, pero tras dar la más sincera enhorabuena les pregunté que por qué eso era un problema.

 

- Como has dicho que el piso es solo para dos, pues pensamos que… Y además para decirte que estaremos solo este año, luego ya nos tendremos que buscar algo con dos habitaciones.

 

No puse ninguna objeción y treas recibir mi dinero recibí una llamada urgente que me hizo dejar el café a medias.

 

Todos los meses empecé a recibir el pago en efectivo de distintas formas, a veces me lo traía Nerea de camino a sus clases, como me ponía…. Vestida casi siempre con unos pantaloncitos que le marcaban un culo tan turgente que parecía que se pudiera apoyar un vaso encima de él, ese chochito marcado para lamérselo hasta el desgaste, esas peras grandes y esa mirada de “te como la polla” cuando abre la boca para hablar, encima cada vez se estaba poniendo más guapa aún si cabe con el embarazo y ya en la primavera, más o menos, su tripita empezó a darme un morbo increíble.

 

Otras era Gerson que venía con su moto después de trabajar, cada vez que nos veíamos se iba abriendo más conmigo, hablaba y, a pesar de cierta arrogancia, era muchísimo más cálido y simpático de lo que parecía en un primer momento y sobre todo: muy macho.

 

Otras veces no vi a ninguno de los dos y mi dinero aparecía en un sobre en mi buzón, pero nunca dejó de faltar puntual a su cita hasta el día quince de mayo.

 

El día catorce por la noche recibo una llamada casi desesperada de Gerson diciéndome que tenía a acreedores “dándole por el culo” y que si “se podía” aplazar “un poco” el pago del alquiler.

 

- A ver, a ver, Gerson ¡Estás súper nervioso! Necesitas relajarte y estoy seguro de que Nerea también, el domingo no trabajas ¡Así que te vienes a pasar el día con ella en mi casa y hablamos tranquilamente! Pero respira que te va a dar…

 

- ¡Gracias! Gritó. Sí, necesitamos un respiro, hablaré con Nerea para ir a hacerte una visita el domingo porque tiene muchas ganas de salir y… Ya vemos como solucionamos ese asunto del alquiler. Me dijo con voz pícara.

 

Elías, uno de mis mejores amigos, es dueño de una bonita casa de campo con piscina en un pueblo de la provincia a una hora de la ciudad. Me debía un gran favor, por lo que no le quedó más remedio que prestarme su casa para ese fin de semana. Esa misma tarde telefoneé a Nerea para anunciarle el plan y le pareció una excelente idea lo de quedarse a dormir en el campo y tras hablarlo con Gerson decidieron venir.

 

Eran las diez de la mañana cuando los fui a buscar en mi coche, Gerson me suplicó que le diera el volante y solo lo dejé conducir hasta la primera gasolinera ¡El muy cabrón se cree Fernando Alonso o algo por el estilo!

 

Nada más llegar a la coqueta casa de campo, la joven pareja se puso en bañador para ir a la piscina, ambos eran un monumento digno de admirar:

 

Nerea con un tanga ajustadísimo revelando su culazo atlético y bien arriba, ese chochito que parecía que se le iba a salir en cualquier momento, con esas piernas de ensueño y sus tetas hinchadas por la recta final del embarazo, esas tetas gordas como melones me excitaban hasta el infinito y un extraño presentimiento de que no me iba a quedar con las ganas de probarlas recurría continuamente a mi cerebro.

 

Gerson con su cuerpazo de albañil, había abandonado su mirada desafiante y estaba con una sonrisa de oreja a oreja disfrutando como un niño, llevaba un bañador tipo slip que le marcaba unos huevazos y un glande titánicos.

 

Salimos a la piscina y él ya llevaba un cigarrillo en la boca y una lata de cerveza en la mano, que macho, no eran ni las doce y ya bebiendo, el cabrón. Al poco de tumbarnos, Nerea me preguntó que si me importaba que hiciera topless a lo que respondí encantado que no había ningún problema, que maravilla el admirar esos pezones grandes, inmensos, color canela y con las puntitas largas y súper salidorras, los melones súper hinchados, a punto de estallar y ese tripón con ese ombligo ultra-salido que me daban ganas de chupárselo y bombardeárselo a pingazo limpio hasta dejárselo plano.

 

Gerson por su parte se tumbó a mi lado prometiéndome que no pensaba hablar de trabajo, parecía que le encantara acariciarse su musculadísimo abdomen con las yemas de sus dedos, de vez en cuando jugaba con su ombligo y, alguna vez, bajaba su mano por su pubis para acariciarse y atusarse el paquetote semierecto delante de mi cara mientras fumaba o le estaba hablando o escuchando lo que me decía.

 

En un momento de silencio, me dediqué a observar como Nerea, que estaba tumbada en una colchoneta inflable dentro de la piscina, se tocaba sus grandes pezones con cierta mueca de fastidio.

 

- ¿Te gusta, verdad?

 

Me preguntó Gerson sonriente observando como me fijaba en su novia, no había muestra de sorpresa o reproche en sus palabras, al contrario, parecía orgulloso de que su mujer me pusiera cachondo. A mí la verdad que la pregunta me pilló desprevenido, pero sin dudarlo y con toda la honestidad que me salió en ese momento, lo miré detenidamente a su precioso rostro de joven macho y le respondí.

 

- Sí, y tú también.

 

Gerson se rió e incorporándose mientras me daba una palmada en el costado exclamó:

 

- ¡Vaya, eso último también me lo esperaba, mejor aún!

 

- ¿Mejor por qué? Pregunté completamente desorientado.

 

- ¡Porque así yo también me meto en la fiesta! ¡Aunque pensaba participar de todas formas, porque con ese culito que tienes Rubén, yo no me iba a quedar al margen! Dijo mientras se reía, se palmeaba su duro estómago y se atusaba el paquetón dentro del slip.

 

Aquello era demasiado bueno, extendí mi mano hacia el pectoral de Gerson, pellizqué su tetilla mientras la alababa por su gran tamaño y la sensualidad de su piercing y comencé a lamérselo. Nerea que estaba en el agua viendo la escena con interés, nadó, vino hacia nosotros completamente empapada mientras caminaba con una lentitud sugerente y maravillosa. Yo por mi parte observaba como se magreaba sus melones mientras me dedicaba a poner duritas con mi lengua y mis labios las tetillas de su novio. Se sentó junto a nosotros y cada uno de manera instintiva se metió en la boca un pezón de Nerea, se los estuvimos mamando bien mientras acariciábamos su bombo de embarazada,. Cada vez íbamos acercando más nuestras manos a su vagina hasta que en un momento dado; Gerson se sacó el bañador descubriendo la polla más cabezona que he visto en mi vida.