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Arrodíllate

en Fantasías Eróticas

Ella no se lo esperaba. Casi siempre ella es la que preparaba el terreno. Se vestía para la ocasión. Preparaba los artilugios que ella había pensado en usar. Pero esta vez la pillé por sorpresa. Había preparado nuestra habitación con antelación.

 

Me había puesto unos calzoncillos de rejilla y una camiseta negra que marcaba mis pectorales. La habitación estaba con música. La cama hecha. Una barra de incienso encendida para dar ese ambiente sensual a la ocasión.

 

Cuando ella entró en la habitación, no se esperaba la escena. Demasiadas veces le había dado la oportunidad de prepararse. Sí. No lo niego. Ello me excita mucho, pero aquella noche iba a ser diferente. Iba a mandar yo.

 

Así que allí estaba. Con el látigo allí al lado. No pensaba usarlo, pero quería ver su reacción cuando lo viera.

 

Entró en la habitación.

 

- Arrodíllate ante mi.

 

- Mmmmm. Es lo único que dijo mientras se posaba ante mi.

 

- ¿Te envía tu marido? Esta pregunta no se la esperaba, y me respondió con una sonrisa muy sensual y una respuesta muy simple.

 

- Sí.

 

- Está bien. Me ha pedido que seas mi puta personal esta noche. Y para ello, mis putas no llevan bragas, asi que ya sabes que hacer.

 

Se levantó poco a poco, y se bajó las bragas por debajo del vestido que llevaba.

 

- Dámelas y arrodíllate. Las cogí y las olfateé. Ella me miraba con ojos sensuales. Noté que le excitaba que las estuviera olfateando.

 

- Ya huelen a puta.  Le dije acariciándole la barbilla, mientras cogía dos copas de Cava que tenía preparadas y llenas.

 

- Vamos a brindar por la puta que vas a ser a partir de ahora.

 

Cogimos las copas e hicimos un brindis.

Hizo un pequeño sorbo, pero le indiqué que debía acabárselo todo.

 

- Bien. Ahora que tienes los labios húmedos, ya te imaginarás lo que deseo. Estaba sentado en la silla que había en un rincón de la habitación. Ella me agarró los calzoncillos de rejilla y me los bajó lo suficiente para dejar mi miembro erecto ante ella.

 

Empezó un trabajo lentamente. Lo estaba disfrutando y eso se notaba. Me estaba dando una muy buena felación mientras le acariciaba el pelo. Fuí alternando la mamada, y de vez en cuando le apartaba la cabez y le ofrecí un poco más de Cava. Ella saboreaba ambas delicias.

 

Habrían pasado unos minutos, cuando le pedí que se levantara. Quiro ver como avanzas. Le puse mi mano por debajo del vestido, y pude comprobar que estaba muy húmeda. Chorreando.

 

- Bien. Estás cachonda como una buena puta. Me gusta. ¿Te gusta complacerme para que tu marido sepa que eres una puta?

 

- Sí.

 

- Pues te mereces un regalo. Saqué un collar donde decía "Slut", que en inglés significa "puta". - Te lo voy a poner para que sepas que eres una puta, y luego cuando regreses con tu marido sepa que ya lo eres. - ¿te gusta?

 

- Sí. Gracias.

 

- Ahora tu coño mojado necesita una buena verga, verdad?

 

- Sí.

 

Le indiqué que se pusiera a cuatro patas en el extremo de la cama, mientras yo me puse detrás suyo. Había un espejo en la habitación y la puse de cara a él, para que pudiera verse con su nueva joya.

 

La follé fuerte. Tenía un culo precioso y unas buenas tetas que se movían por dentro del vestido.

 

En un momento saqué mi verga y se la puse en la entrada de su culo. Iba a empujar cuando ella giró su cabeza y me suplicó:

 

- No, por el culo no. Mi culo es solo para mi marido. Se lo prometí.

 

- Bien. Te lo respeto. Saqué la verga de su entrada prieta y la inserté de nuevo en su coño. Y dime. ¿Cómo le gusta a tu marido tu coño?

 

- Lleno de leche. Le gusta sucio. Usado.

 

- Bien. Te lo voy a llenar para él. Se lo vas a llevar recién lleno. Ahora me corro yo. Y luego tu marido te hará correr a ti. Así los tres felices, verdad?

 

- Si.

 

No tardé más de un minuto en correrme y soltar toda mi leche en su interior.

 

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Estaba en la habitación descansando cuando escuché a mi mujer.

 

- Hola. Ya estoy en casa. ¿Donde estas?

 

- En el salón.

 

Mi mujer llegó con una sonrisa de oreja a oreja. Me enseño un nuevo collar que llevaba y me dijo:

 

- Mira que me han regalado.

 

- Slut ? Y eso?

 

- Arrodíllate. Me ordenó mientras me enseñaba el colgante.

 

Me arrodillé ante ella. Me ofreció una dos copas de cava y me dijo: - Brindemos, ya soy tu puta oficial.

 

Pude dar un sorbo a la copa de cava, cuando se subió el vestido y pude ver que no llevaba bragas. Su sexo marcaba un color subido y se veía una lubricación profunda.

 

- Chupa y limpiame, y si me haces correr te dejaré mi culo, que sabes que es únicamente para ti.

 

- Te amo.

 

- Y yo