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Mi tio, mi macho, me desvirgó también el culito

en Amor filial

 Espero mejorar mi redacción, es muy complicado escribir mientras me masturbo y gimoteo, mientras recuerdo como mi tío me hizo su mujer y entró en mí, causándome mucho dolor, pero también un placer delicioso, el me posee desde siempre, no estamos enamorados, solo es sexo, pero el más rico y duro, es el sexo más rico que siempre anhela mi cosita y mi colita, mi boca y todo mi ser.

 Por dos días, luego de entregarle mi virginidad a mi tío Rodrigo, no coincidimos mucho, un par de nalgaditas, una apretadita de coño, una pegadita de verga en el culo, pero nada más, primero se quedó él en el hospital y luego yo.

 Al tercer día nos tocó solos de nuevo, me preguntó si me sentía bien a lo que respondí que perfectamente, que el regalo de cumpleaños que me había dado, era el mejor de mi vida, que me encantaba que me hubiera hecho por fin el favor de aliviarme la calentura, se reía mientras  se sirvió un trago, conversábamos y esperábamos que mi madre se fuera y dábamos tiempo, para asegurar que ya no volvía, me bebí un par de tragos con él, toda la conversación giró en que había sentido, si me gustaba que me la metiera, si me había dolido mucho, si me arrepentía de haberme entregado a él.

 Yo muy solicita respondí a todo, le dije que sentía cosquillas en mi cuca, que me mojaba mucho, que lo deseaba mucho y al fin se me había hecho, le dije que me había dolido, pero que a la vez sentía placer y que me había encantado ese dolor y ardor en mi hoyo, le dije además que lo mejor que me había pasado era haberme regalado con él, que si no me hubiera hecho su mujer, se lo habría suplicado, hasta conseguir sentir su carne metida en medio de mis piernas.

 Se reía cada vez que me escuchaba. A mí me daba como morbo que lo hiciera, sentía que le complacía provocarme tanto placer y que en lugar de pensar que era un regalo para él, el regalo era para mí y el favor me lo había hecho él, la verdad, quería que pensara eso, que me sentía agradecida por elegirme a mí para su complacencia y su placer. Eso me garantizaba más placer a mí.

 Me puse algo contentilla y caliente por los tragos y ya quería entregarme a él otra vez, cada vez que podía se acariciaba la verga, le pregunte que quería a cambio del regalo que me había dado, que estaba dispuesta a hacer lo que fuera, todo lo que quisiera para pagarle lo que había hecho en mi cuca, muy sonriente me respondió que quería mis nalgas.

 Me asusté como todas, pero le dije que lo que él quisiera, yo quería experimentar, así que empezamos a besarnos, tocarnos, me tomó de la mano y nos fuimos al cuarto, me desnudó y yo a él, nos besamos y luego lo senté en la cama desnudito y con la verga bien paradita, le empecé a dejar caer el licor por los hombros, estaba hincada encima de él, acariciaba mi espalda, dejé su boca y chupé su cuello, sus hombros, su pecho y le mamé las tetillas, tomé un trago más y puse otro tanto en su cuerpo, él se dejó morder, chupar y acariciar, al llegar abajo le abrí bien las piernas, las puso rectas sobre la cama, besé sus piernas y luego subí por su entrepierna hasta su verga, pasé los labios apenas rosando y el hizo un ruido como “ssssssss”, volví a tomar el trago, esta vez me lo terminé todo, me sentía muy mareada, sexy, mujer completa, me sentía importante por estar con un hombre como él, todas se enamoraban y todas lo querían, pero el no quería nada serio y se cuidaba mucho de a quien cogía, prefería putas que no exigen y solo dan.  

 Lamí sus huevos, luego su pija, despacio, suave, empecé a meterme la verga, mirándolo, él sonreía y me acariciaba el pelo, mi puta que bien lo haces, eres la mejor de todas las que me he chingado mamita rica, finalmente logré embuirme su tranca, sentía ganas de vomitar, pero me aguanté, ya toda dentro, moví mi cabeza en rueda, estuvimos así un rato, yo me lo cogía con la boca y le acariciaba las piernas. No decía nada a penas gemía y no dejaba de presionar la cabeza para que me comiera toda la verga. Al final tuve muchos años de experiencia comiéndosela, la diferencia ahora es que no lo hacía para complacerlo, si no porque quería comérsela y eso me ponía caliente.

 Luego de un rato me saqué poco a poco su cosota, de acordarme como la tiene de rica, me vuelvo a mojar, me limpié y me miró allí hincada, desnuda, me tomó de la cara, me acercó y me besó, luego me dijo que era la puta más rica que se había cogido, que me había entrenado para ser el placer de su cuerpo y que se le ocurrían las cosas más sucias, que no podía ni imaginarlas.

 Sonreí y le pedí, casi supliqué que se quitara las ganas en mi cuerpo y que yo era suya totalmente, que estaba hecha para entregarme a él y hacerlo sentir todo lo que quisiera y estaba dispuesta a complacerlo en todo.

 Se hincó a la par mía para besarme, estaba todo abierto, dejándome en medio de su cuerpo bien pegada, sentí su verga en mi estómago, me besaba muy profundo y bien succionado, yo me aferraba a él, y él me tenía de la cintura, me acariciaba las nalgas y la espalda, volvía a mis caderas y las presionaba, me tiró en la cama con fuerza.

 Abrite la pusa, puta asquerosa, voy a regalarte la verga y quiero cutorris, yo no sabía bien que era pero le dije yo también, te quiero metido en mí, ya estábamos medio borrachos, yo abierta para él, boca arriba, con mis dedos abriendo mi hoyo para que viera que estaba muy dispuesta a recibirlo.

 Se puso encima de mi vientre, yo inmediatamente pasé a acariciar sus piernas, la verga me caía en el pecho, entonces la cosa se puso fea, me golpeo en la cara, no muy duro, pero cacheteó, yo me agarré la mejía y me dio en la otra, se puso encima de mi cuello y yo lo agarré de las nalgas, pensé que me la metería en la boca, pero no, lo que hizo fue pegarme con la verga en la cara y en la boca, yo abrí y saqué la lengua y el pegaba con furia, se hizo para atrás y me empezó a vergear literalmente, a golpearme las tetas, estaba como enojado, no decía mucho, solo me golpeaba y gemía muy fuerte, lo hizo en mi estómago, y luego me abrió las piernas con fuerza y me dio con su palote hermoso, en el clítoris.

 Tenía una sensación entre miedo y excitación, tampoco le decía mucho, solo me dejaba golpear, volvió a levantarse, hincado frente a mi, me abrió las piernas bien fuerte, me dio en mi cosita con la mano muy fuerte y me dolió, grite un ayy, casi como un reproche.

 Me dijo voltéate y me pasó la verga por el cuello, la espalda y me acarició las nalgas y me las golpeó con la mano y con la verga, yo gritaba, pero no hacía nada, solo me dejaba golpear, me abrió todo el culo, y se frotó en él. Aunque sé que muchas mujeres dicen que no, no hay como sentirse usada y ser el juego de un hombre bien macho, que la tiene grande y gruesa,  que nos hace saber que son los que mandan y que van a tomar lo que se les antoje de nosotras, que van a usarnos cuanto quieran y como quieran, sin importar si nos gusta o no, por lo menos a mi me gusta que me usen como quieran, por eso hasta dejo que me peguen su cosita en los buses, disfruto mucho que se me peguen por atrás. 

 Me dio vuelta, jalándome del pelo, no tuve más que voltearme y me dijo en cuatro perra, voy a cogerte, me puse en cuatro y quedé frente al espejo, el acariciaba mi culo, con su verga, se acomodó y acarició mi vulva con su verga.

 Mientras se miraba y se agarraba la verga que deslizaba por mi culo y mi cuca, acariciaba su pecho y me dijo: Te acordás, así te tenía la primera vez que me hiciste hombre, me puse tan caliente, teniéndote como perra llorando por ser montada, que terminé por metertela en la boca y me corrí, yo dije, si me acuerdo la primera vez que me tome tu leche, recuerdo las cosas ricas que me hacías, soltó mi pelo y me presionó la cabeza contra la cama, me cacheteo las nalgas y con su pierna me abrió todita, allí estaba yo otra vez, toda lista para recibir mi dulce castigo.

 Me encajó la verga en la concha hasta el fondo y sus manos en mis caderas, grite de dolor, él se acomodó detrás de mí, mírame, yo subí leve la cabeza para verlo ensartado en mi cuerpo con los ojos vidriosos de deseo, entonces empezó a encajármela con tanta fuerza que casi no podía sostenerme, el que me mantenía en cuatro era él, la metía hasta el fondo, muy duro, yo me quejaba, gritaba, le decía maldito hijo de puta, me estas partiendo, se limitó a reír y darle  más rápido e igual de duro, ufff amo esa sensación de dolor y placer, me encanta que me lastime por dentro y me haga pedazos, ese dolor es delicioso, me vuelve loca y sé que me van a castigar por dentro, yo abro las piernas para ser poseída. 

 Mi macho jadeaba, me arañaba, me lastimaba, me golpeaba en las nalgas y de vez en vez me tomaba duro de las tetas y me las presionaba, terminé, se me abría y cerraba y él se burlaba de cómo me hacía gozar con su trancota, soy un dios grito, nadie te va a hacer gozar tanto de una chimada como yo, gemí de dolor y placer, ufff recuerdo esto y me toco con fuerza, casi ni escribir puedo de las ganas que tengo, como necesito ahora un macho en mi cuerpo, como no hay con quien me voy a meter un juguetito bien rico, me voy a sentar encima, con las piernas bien abiertas y moviéndome fuerte para sentir dolor en mi concha que la tengo encharcada de las ganas.

 Al terminar, me empujó saliéndose de mi, se miraba al espejo y se acariciaba, me vio y me dijo, gozas como perra en celo, haces que me ponga bien duro, a las putas les gusta que se las jodan hasta hacerlas sangrar y chillar como perras del dolor. Cada vez que te metas con un pendejo, vas a recordar lo que te hago, vas a extrañarme y vas a venir toda arrastrada a suplicar que sea yo quien te de verga, yo voy a estar dispuesto a culearte, a chimarte hasta que me canse, a cogerte la pusota toda mojada, hasta que te desmayes de placer. 

 Me reí y abrí las piernas, no tenía ganas, pero él estaba allí con su pajarote bien duro y parado, quería provocarlo, que me deseara, como nunca a nadie, que toda la fuerza, su vigor, su virilidad quisiera dejármela en el cuerpo, que se diera gusto como jamás con otra, complacerlo como jamás una puta de esas baratas de esquina que se levantaba, lo había complacido, quería que me humillara y con eso sintiera que él era el que tenía todo el poder, que me tenía en sus manos, que yo le pertenecía totalmente y que él podía hacer todo lo que quisiera conmigo, sin que tuviera límites, quería complacerlo en todo, incluso en los golpes, quería tenerlo muy caliente, hirviendo dentro de mi cuerpo, quería darle todo el placer, que me usara a su antojo y dejarme hacer cualquier cosa que él quisiera, deseaba que me lastimara, ese dolor placentero que se siente en la concha cuando se está en celo, me gustaba lo duro y fuerte, me gustaba el placer que sentía dentro de mi cuca cuando me penetraba y me poseía con esa fuerza, el dolor y el placer que me provocaba, terminar con una verga tan hinchada dentro de mí. Quería que cuando se cogiera a otra, pensara en mí y me buscara desesperado, pensando que era yo quien podía complacerlo sin oponer resistencia.

 Se puso sobre mi boca y me hizo comerle la verga, jadeaba duro, me dio vuelta y otra vez en cuatro, me dolían las rodillas, me abrió el culo y yo trate de relajarme, me ensalivó y empezó a empujar muy despacio, yo chillé y le dije duele mucho sácamela, rio y me respondió, calienta huevos, no voy a sacarte la pija de ese culote, hasta que no te lo deje todo abierto y bien cogido, yo no aguanté y me hice para el frente, tratando de escapar de él, pero no cedió, me quedé boca abajo, tratando de quitarme, luchando y gimiendo de dolor y solo le decía no, ya no por favor, el seguía entrando y riendo, poco a poquito, jadeando como perro, me dolía más la posición y le suplicaba que ya no lo hiciera, me dijo, voy a meterla bien despacio para que vayas sintiendo quiero que te duela tanto, que no podas soportarlo, y cuando ya la tenga toda dentro voy a reventarte hasta que te sangre y te desmayes del dolor. Voy a dejarte el culo bien abierto, bien usado, para que con ningún cabrón podas sentir satisfacción total, seguí gritando que no quería y me respondió que no le importaba lo que yo quería, si no quitarse las ganas de cogerme el culo hasta venirse. 

 Lloraba y gritaba, el duro y decidido, yo luchando para que saliera, pero por el peso no podía hacer mucho al contrario, me dolía más cuando me movía y me entraba un poco más, eso sí era una tortura, cuando estuvo dentro se quedó encima de mi cuerpo, hablándome al oído, a mí no me vas a decir que no lo haga, tu querías verga y te estoy haciendo el favor de reventarte, tienes que ser agradecida y dejarte, me dijiste que solo querías pagarme, te di placer, te hice mi mujer, te deje abiertota de la pusa, te hice mi puta, sabes cuantas arrastradas se me ofrecen? Y yo aquí oyendo que no quieres, cuando me dijiste que querías ´por ese culote enorme y esas caderotas que deben estar dispuestas para mi cuerpo, ahora te aguantas maldita cerda, si provocas debes de soportar el castigo por ser tan puta mamita,  si no aguantas, no te hubieras puesto de ofrecida a provocarme para que te chimara.

 Yo lloraba desesperada, se incorporó, encima de mi y se apoyó en mis caderas, y empezó a sacar un poquito y a meter con fuerza, yo lloraba y le pedía que por favor ya no, que dolía demasiado. A lo que respondió que ese dolor era la única vez que lo iba a sentir, que tenía que aguantarme, que jamás iba a olvidarlo y que luego le iba a agradecer y a suplicarle que me cogiera por el culo. Le respondí que eso si no pasaría jamás, dejé de luchar, solo lloraba y sentía el dolor y el ardor en mi culo. El gemía, jadeaba, me decía el culo enorme y virgen que se estaba taladrando, como me tenía bien clavada, chillaba, seguía y volvía a empezar, o estaba llore y llore, desesperada, sintiendo que me estaba partiendo en dos, me ardía y dolía, me sentía violada, pero no podía hacer nada. 

 Se movió despacio, sacaba muy poco, pero me la encajaba con fuerza, luego la movía en ruedita  y yo seguía llorando y gritando que no quería, sin moverme, luego de sus risas y sentir una tortura, se movió más rápido, sentí su leche caliente quemándome por dentro. Me la sacó y me abrió el culo, me dijo que abierto te quedó, se rio, me golpeo y me dijo, agradece que se me aguadó o no te dejo en toda la noche. A la otra si me decís que no te voy a violar tan duro que no vas a poder caminar en días.

 Se levantó y se fue a bañar y luego a ver tv, yo fui al baño, al levantarme vi que estaba manchado de sangre muy rala la cama y a penas podía caminar del dolor que sentía, me fui a mi cuarto y me quedé dormida, hasta al otro día. Ay como me moja recordar a mi macho