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De violador a amante, de hetero a bisexual

en Gays

Carlos era un chico normal de 30 años, que vivía solo y que cada día iba al trabajo andando o en bicicleta ya que, el deporte, era algo que le gustaba y practicaba en su tiempo libre. Él se consideraba completamente heterosexual y tenía éxito con las mujeres porque era bastante atractivo, su cuerpo era fibrado y casi sin vello, sus ojos eran oscuros y medía 1,80 m, aunque a él no le gustaba alardear de ello porque era un chico sencillo.

Un día, cuando terminó su horario laboral, aún le quedaba trabajo por hacer, así que decidió quedarse un poco más y terminarlo ya que no le gustaba dejar cosas a medio hacer. Cuando llevaba ya una hora de más, le entró un poco de sueño así que bajó a la cafetería del edificio para tomarse un café, ya no había nadie (o eso creía él) así que lo tuvo que comprar de una máquina.

Dejó, el vaso apartado en otra sala mientras se enfriaba para evitar que pudiera manchar sus documentos de los que estaba rodeado. Al rato, fue a por él y se lo tomó, pero, haciendo el efecto contrario al esperado, le empezó a entrar más y más sueño hasta que se durmió.

Cuando se despertó estaba atado, desnudo y con los ojos tapados con una venda, él se asustó y empezó a gritar pidiendo ayuda, no sabía lo que había pasado, también tenía frío porque era invierno y parecía que en aquella habitación no había calefacción. De repente, oyó una puerta que se abría y a alguien de entrar, esta persona, se acercó a él, y le dijo:

-       Hola Carlos.

Carlos se sorprendió de que supiera su nombre y preguntó bastante enfadado:

-       ¿Quién eres, cómo sabes mi nombre, que me has hecho?, suéltame inmediatamente.

El chico contestó:

-       Tranquilo no te voy a hacer daño, me llamo Felipe, tu no me conoces, pero yo a ti sí, el pequeño mareo que tienes es porque aún te dura el efecto del tranquilizante que te he puesto en el café y te voy a soltar, pero antes vamos a divertirnos un poco.

Carlos dijo con voz nerviosa:

-       ¿Qué estás diciendo, que clase de diversión?

Felipe soltó una carcajada y dijo:

-       Ahora lo verás.

Felipe se empezó a desnudar, él tenía un cuerpo bastante atlético, también era algo más alto y tenía los ojos verdes, mientras, Carlos, por los sonidos, ya que tenía los ojos vendados y no veía a Felipe, empezaba a sospechar lo que iba a pasar y gritaba pidiendo ayuda. Felipe se terminó de desnudar dejando al descubierto su venoso y curvado rabo que tenía un tamaño nada despreciable, con un poco de vello púbico sobre el. A continuación se acercó a Carlos y subió a una tarima para poner su polla a la altura de su boca, después Felipe con voz firme le dijo:

-       Abre la boca.

-       ¡Jamás! Respondió Carlos.

Pero Felipe insistió y dijo:

-       Vamos Carlos, te gustará.

Pero este no aceptaba, así que Felipe ya un poco enfadado dijo:

-       Está bien, no me dejas otra elección.

Abrió con sus manos la boca de Carlos que se resistía y lo insultaba, cogió un aparato y se lo puso en la boca para que no la pudiera cerrar.

Felipe dijo:

-       Bien ahora ya no puedes hacer nada, ahora me la vas a chupar.

Y acto seguido introdujo su miembro entero en la boca de Carlos, esto le produjo tos y arcadas, algo que a Felipe lo excitaba más aún, este le decía:

-       Tú has querido que sea así, yo no iba a ser tan brusco contigo.

Felipe estuvo unos minutos follando la boca de su prisionero, minutos que para Carlos fueron interminables.

Sin llegar a correrse, Felipe paró y dijo:

-       No está mal, pero ¿qué te parece si probamos otras cosas?

Y a continuación, quitó el aparato de la boca de Carlos y le preguntó:

-       ¿A ti que te ha parecido?

A lo que él muy enfadado contestó:

-       No me vuelvas a tocar, eres un …

Felipe no le dejó terminar la frase y soltando una carcajada dijo:

-       Sí, lo sé.

Inmediatamente después, fue por detrás del poste donde estaba amarrado Carlos y aunque se resistía, lo consiguió besar en el cuello. Luego lo siguió acariciando espalda abajo hasta llegar a su culo, Carlos exclamó:

-       ¡No me toques el culo!

A lo que Felipe respondió:

-       No puedes hacer nada por evitarlo.

Y acto seguido le metió un dedo; Carlos dio un grito de rabia por sentirse vulnerable ante esa situación.

Felipe lubricó sus dedos y siguió jugando con el culo de Carlos mientras lo acariciaba. Siguió así un largo rato, hasta que se dio cuenta de que Carlos tenía la polla dura.

Felipe, que estaba muy excitado ya, le dijo a Carlos:

-       Vaya, Vaya. Parece que te está gustando.

A lo que Carlos contestó:

-       Cállate.

Entonces, lo soltó del poste, lo inclinó sobre una mesa y lo volvió a atar a las patas de esta. Carlos ya un poco resignado dijo:

-       Por favor, no lo hagas.

Pero Felipe no dijo nada. Abrió el envoltorio de un preservativo, se lo puso y lubricó bien el culo de Carlos que estaba temblando de nervios.

Felipe separó un poco las piernas de su reo y le dijo:

-       Ahora relájate y no te muevas, no quiero hacerte daño.

Acto seguido empezó a penetrarlo suavemente, Carlos dio un grito, pero Felipe continuaba, acariciaba su espalda y le decía que respirara hondo.

Poco a poco fue hundiendo su polla en el interior de Carlos que lo insultaba y le decía que parara, aunque Felipe no le hacía caso y con cara de placer decía:

-       Qué culo tienes cabrón.

Una vez estuvo completamente dentro, Felipe dijo:

-       Ya está, ¿no ha dolido tanto no?

No obtuvo respuesta por lo que Felipe empezó a moverse suavemente mientras Carlos seguía gritando y pidiendo que parara al hombre que lo había perforado analmente.

Cuando llevaban así unos minutos Felipe, al ver que Carlos no se relajaba dijo:

-       Está bien, te dejo ya, yo solo quería hacerte disfrutar, no quiero que esto sea una tortura para ti, pero cuando estés en tu casa tranquilo y pienses en esto, puede que te des cuenta de que te estaba gustando.

Felipe decía esto último porque entre los gritos de Carlos, había notado algunos sonidos que no eran quejidos sino gemidos de placer y también había podido ver que su polla se mantenía totalmente dura.

Así que, Felipe paró sin haber llegado a correrse, se vistió, puso los pantalones a Carlos, y sin llegar a quitarle la venda de los ojos ni las ataduras, lo llevó a un coche e hizo que se tumbara en los asientos traseros. Carlos preguntó:

-       ¿Dónde me llevas ahora?

Felipe contestó:

-       Tranquilo, te voy a llevar a tu casa.

Carlos sorprendido dijo:

-       ¿También sabes dónde vivo?

Felipe se rio y contestó con un sí.

Ya era de madrugada cuando salieron y no había nadie en la calle, así que nadie los vería, Felipe, condujo hasta un callejón cercano a la casa de Carlos y allí lo desató y bajó del coche, despidiéndose del que había sido su fallido amante con un:

-       Hasta otra.

Y volviendo a arrancar, desapareció rápidamente sin darle tiempo a Carlos a quitarse la venda de los ojos ni ver ningún detalle.

Luego Carlos fue andando los pocos metros que quedaban hasta su casa con algo de incomodidad por la penetración que había sufrido. Al llegar, entró y fue directamente al baño a darse una larga ducha, estaba confuso y dolorido, pensando en todo lo que había pasado ese día, luego se fue a la cama pero no pudo dormir en toda la noche pensando en lo que le había dicho Felipe, “Cuando estés en tu casa, te darás cuenta de que te estaba gustando”, y le daba rabia porque empezaba a pensar que tenía razón, esto le ocasionó a Carlos dudas sobre su sexualidad, pensaba “¿Me convierte esto en gay, sigo siendo hetero o he descubierto que soy bisexual?”.

A la mañana siguiente, como cada día, Carlos fue andando a trabajar, intentó hacer como si nada hubiera pasado pero ese día no rindió igual en su trabajo. Al final del día, ya otra vez en su casa, fue a su cama, se desnudó y empezó a masturbarse para relajarse, como siempre mientras lo hacía, fantaseaba con mujeres, pero casi sin darse cuenta, llevó una de sus manos a su culo y se metió un dedo, eso era algo que nunca había hecho, pero le gustó mucho.

Justo cuando llegaba al orgasmo, su imaginación le jugó una mala pasada, se visualizó a sí mismo teniendo sexo voluntariamente con otro hombre, algo que nunca le había pasado y tuvo un intenso orgasmo, todo esto le confirmó lo que no quería reconocer, que después de todo, le había gustado su experiencia con Felipe.

Pasaron los días y Carlos seguía haciendo su rutina diaria. A la semana siguiente, estaba él pensando y se le ocurrió recrear todo de nuevo, para ver si aparecía Felipe y poder así darle una segunda oportunidad a la vez que Carlos realizaría su nueva fantasía (que ya se había repetido en más de una ocasión) de tener sexo con un hombre y que tanto morbo le producía.

Al terminar la jornada laboral, Carlos se quedó en la oficina, fue a por un café y lo dejó en otra sala, allí esperó un poco en silencio intentando escuchar algo, pero nada, al rato fue a tomarse el café que ya estaba frío, pero no le entró el sueño de la otra vez, nadie había tocado su café. Después pensó, “he sido un estúpido, ¿cómo se me ocurre intentar repetir aquello?”, bajó al sótano para ir a por su bicicleta, pero alguien se acercó por detrás y poniéndole un paño en la boca y nariz, lo durmió. Cuando se despertó volvía a estar igual que la otra vez, desnudo, con los ojos vendados y atado a un poste, pero esta vez no empezó a gritar pidiendo ayuda, ni se asustó.

Se abrió la puerta de la habitación y entró alguien, Carlos preguntó:

-       ¿Felipe?

Él contestó:

-       Soy yo, ¿me echabas de menos?, al no verte salir del trabajo decidí ir a buscarte.

Carlos dijo:

-       Aquí me tienes, me puedes desatar, no me voy a escapar.

Felipe se sorprendió de que le dijera eso, pero no se lo terminaba de creer y respondió riéndose:

-       ¿Crees que soy idiota?, aun no me fío tanto de ti, si hoy te portas bien, puede que la próxima vez no te ate, si quieres te puedo quitar la venda de los ojos, pero nada más.

Carlos dijo:

-       Por favor.

Pero Felipe no quería que viera su cara así que antes de quitarle la venda, se puso un pasamontañas.

Felipe desanudó la venda de los ojos, este ya estaba desnudo también, era la primera vez que Carlos veía a su captor y, aunque no pudo verle la cara, sí que le agradó que fuera también joven, de cuerpo atlético y sus bonitos ojos verdes. Felipe se le acercó a Carlos y agarrándose la polla le dijo:

-       ¿Me la vas a chupar hoy bien o te tengo que “ayudar” como la otra vez?

Carlos respiró profundo y dando un suspiro dijo:

-       Ven aquí.

Felipe se acercó, Carlos abrió la boca y Felipe le metió la polla. Él, estaba sorprendido de la actitud de Carlos y decía:

-       Valla, menudo cambio desde la primera vez, así mucho mejor ¿no?

Mientras Carlos chupaba, Felipe lo acariciaba y lo animaba a seguir diciendo:

-       Así me gusta, buen chico, sigue así.

Carlos también iba poco a poco entregándose más y también empezó a acariciar el culo y las piernas de Felipe.

Felipe al ver el cambio de Carlos también cambió el trato hacia él, que se hizo mucho más cordial. Cuando llevaban un rato haciéndolo, Felipe dijo:

-       Cuando quieras cambiamos.

Carlos paró y dijo:

-       Vamos.

Entonces Felipe soltó a su presa del poste, aunque le dejó las manos atadas hacia delante. A continuación, fueron a un colchón que tenía preparado Felipe, este, dijo a Carlos:

-       Ponte cómodo.

Carlos decidió acostarse boca arriba con la ayuda de Felipe, este se arrodilló delante de Carlos y empezó a acariciar, lamer y besar su culo, Carlos empezaba a suspirar de gusto, por primera vez se estaba entregando voluntariamente a un hombre.

Un buen rato después Felipe, le dio unas palmaditas en el culo a Carlos y le dijo sonriente:

-       ¿Me vas a dejar terminar hoy?

Carlos respondió:

-       Lo intentaré al menos, pero ve despacio por favor.

Felipe intentó tranquilizar a Carlos diciéndole:

-       Tranquilo, verás que bien lo pasamos hoy.

Rápidamente se puso un preservativo, lubricó un poco a Carlos y lo empezó a penetrar lentamente, este dio un grito que reflejó su nerviosismo y algo de dolor, pero también sus ganas de experimentar.

Felipe se veía que estaba feliz y que estaba disfrutando mucho. Poco a poco, consiguió meter casi toda su polla dentro de Carlos que acalorado y sudado pensaba “creo que esto me va a gustar más de lo que yo pensaba”.

Después de unos segundos Felipe empezó a moverse con un suave vaivén, Carlos sintió algo de dolor, pero aguantó.

Felipe siguió haciéndoselo muy despacio durante un buen rato en que los dos disfrutaron, hasta que Felipe dijo:

-       Carlos, si quieres cambiar de postura solo tienes que decírmelo.

Pero Carlos estaba así muy cómodo y no quiso cambiar. Un momento después Carlos dijo tímidamente:

-       Intenta hacerlo un poco más fuerte si quieres.

Felipe probó a aumentar el ritmo y como Carlos lo aguantaba continuó. Sus gemidos iban en aumento y sus cuerpos sudaban y se movían acompasadamente.

Minutos después, estaban ya ambos cerca de correrse, Felipe empezó a pajear a Carlos y un poco después sacó rápidamente la polla de dentro de su compañero, se quitó el preservativo y eyaculó abundantemente sobre el pecho de Carlos, unos segundos después lo hacía también este, mientras Felipe mantenía dos dedos introducidos en el culo de Carlos, lo que le hizo tener un gran orgasmo.

Después, se miraron mutuamente a los ojos y Felipe dijo:

-       Te dije que te gustaría, pero no me dejaste demostrártelo la primera vez, ahora ya sabes lo que es follar con un hombre.

Carlos asintió con la cabeza y sonrió.

Después Felipe le dio una toalla a Carlos para que se limpiara un poco y se secara el sudor, también le desató las manos y le dio su ropa para que se vistiera. Cuando ambos se habían limpiado y vestido Felipe dijo a Carlos:

-       Bien, ahora te voy a llevar a tu casa.

Y cogiendo de nuevo un trozo de tela dijo:

-       Espero que no te importe que te vuelva a vendar los ojos.

Carlos preguntó:

-       ¿Aún no me dejas verte?

Y Felipe respondió:

-       Te prometo que la próxima vez, no habrá ni cuerdas, ni vendas en los ojos en ningún momento.

Carlos dijo suspirando:

-       Está bien, todo sea para que confíes del todo en mí.

Así que le vendó los ojos y lo llevó al coche, esta vez lo dejó sentarse en el asiento del copiloto. Ya era de noche cuando salieron, Felipe condujo hasta la misma puerta de casa de Carlos y allí le quitó la venda de los ojos, pero Felipe se había vuelto a poner el pasamontañas.

Carlos deseaba ardientemente ver la cara de Felipe y pensó en quitarle la prenda que cubría su rostro, pero reflexionó y decidió que mejor no lo hacía para respetar al hombre que le había hecho descubrir nuevos placeres. Después, se despidieron hasta la próxima, que podía ser en cualquier momento. Al bajar del coche, Carlos ni siquiera miró la matrícula para ver si le sonaba haber visto ese coche antes, prefirió que fuera completamente anónimo, su anónimo y misterioso amante. Entró en casa, fue directamente a la cama y enseguida se durmió, estaba agotado.

Pasaron unos días, Carlos no había vuelto a saber nada de Felipe y un día cuando ya estaba a punto de entrar en el edificio donde trabajaba, la casualidad quiso que Carlos descubriera quién era Felipe. En el bajo del edificio había un banco con una gran cristalera que daba a la calle, no era el banco de Carlos, pero ese día entró para pedir cierta información.

Mientras lo atendían, escuchó a un trabajador del banco que llamaba a un compañero por su nombre:

-       Felipe. Dijo.

Carlos lo escuchó y rápidamente miró para comprobar si el tal Felipe, por casualidad era el mismo con el que ya había follado dos veces. Cuando lo vio, lo reconoció inmediatamente, nunca había visto su cara, pero por sus ojos y su voz sabía que era él, Carlos lo entendió entonces todo, por eso Felipe decía que lo conocía pero que Carlos a él, no, porque trabajaban en el mismo edificio y Felipe, por la cristalera podía ver pasar a Carlos todos los días.

Carlos quedó casi en shock, pero a la vez se alegraba de haberlo visto por fin, entonces Felipe se dio cuenta de que Carlos estaba allí y lo estaba mirando, al principio se sorprendió, pero luego le guiñó un ojo. Al terminar el día laboral e ir Carlos a por su bicicleta, encontró en ella una nota que decía “reúnete conmigo esta noche a las 21:00 h en el parque de enfrente del edificio” y lo firmaba Felipe.

 

Carlos fue a su casa y se preparó para su cita, él era muy puntual así que llegó al parque a las 21:00 h exactamente, no había nadie porque llovía, allí esperó un poco y por fin vio aparecer a lo lejos un coche que se paró delante de él, era Felipe, este le hizo un gesto para que subiera y una vez dentro, Felipe dijo:

-       Espero no haberte hecho esperar mucho y que no te hayas mojado.

Carlos respondió:

-       No, tranquilo.

No les faltaron ganas de besarse, pero por discreción prefirieron esperar a llegar a casa de Felipe.

Una vez allí, entraron en el garaje y pasaron por el sótano para entrar en la casa, Carlos se dio cuenta de que era allí donde Felipe lo había llevado las otras dos ocasiones que se habían encontrado. Entraron a la casa y Felipe dijo:

-       Bien ahora que ya me has visto, ¿qué te parezco?

Carlos contestó riendo un poco:

-       Que eres un tío atractivo.

Felipe se rio también y dijo:

-       Vaya, gracias, tu tampoco estas nada mal.

Carlos entonces por curiosidad, preguntó a Felipe cómo había averiguado su nombre y dirección, Felipe dijo que los había encontrado metiéndose en un ordenador de la empresa donde trabajaba Carlos, en el programa informático de la empresa, aparecían sus trabajadores y ciertos datos de ellos y al trabajar en el mismo edificio, no había sido muy difícil acceder a ellos.

Poco a poco fueron conociéndose más, sus edades, sus gustos, etc... Felipe dijo a Carlos que tenía 32 años y era soltero al igual que Carlos. Cuando se dieron cuenta era ya tarde, así que decidieron cenar algo rápido y después… ya se vería.

Mientras cenaban Felipe dijo:

-       Cuántas veces he soñado estar contigo, compartiendo una noche como esta. Perdóname por cómo te traté la primera vez.

Carlos casi no le dejó terminar y le dijo:

-       Tranquilo, no te tengo que perdonar nada, aquel día fue nuestra primera vez y como tal lo recordaré siempre.

Dicho esto, Felipe se levantó de la mesa y fue al otro lado a donde estaba sentado Carlos, puso las manos en sus hombros, acercó la cara a su oído y le dijo:

-       Eres encantador.

Carlos añadió después:

-       Y si te digo la verdad, desde aquel día he tenido más de una fantasía con tíos y he intentado imaginar tu cara.

Felipe, se agachó un poco, empezó a acariciar el pecho de Carlos por encima de su camisa y le dijo con voz suave:

-       ¿Ah sí?, ¿y cómo eran esas fantasías tuyas?

Felipe lo besó en el cuello y luego en la boca metiéndole la lengua, era la primera vez que Carlos se dejaba besar por un hombre y le gustó, después se fueron desabrochando la camisa mutuamente, mientras, se seguían abrazando y besando cada vez con más pasión, se quitaron las camisas y subieron al dormitorio, una vez allí, Carlos se sentó en la cama y se recostó hacia atrás, encima se puso Felipe que fue bajando por el pecho de Carlos, besándolo y lamiéndolo. Al llegar a su cintura, desabrochó y quitó los pantalones a Carlos y luego los suyos, ninguno de los dos se había puesto ropa interior así que quedaron desnudos, rozando sus calientes y fibrados cuerpos.

Carlos se incorporó de nuevo en la cama e hizo la intención de empezar a chupársela a Felipe, pero él lo paró y le dijo:

-       Sshh, hoy me toca a mí devolverte los favores que me has hecho.

Así que lo volvió a tumbar en la cama y de una vez se introdujo toda la polla de Carlos en la boca, la suya era un poco más pequeña que la de Felipe, mas recta y lisa, pero igualmente poderosa, él dio un gemido de placer y apretó la cabeza de Felipe hacia abajo, después Felipe empezó a moverse enérgicamente, lamiendo y salivando todos los recovecos del miembro de Carlos, incluidos los huevos; en definitiva, haciéndole una de las mejores mamadas de su vida ya que, consiguió que Carlos estuviera todo el rato cerca del orgasmo sin llegar a él y por lo tanto, ambos disfrutaron, Carlos sonreía y gemía de placer a la vez; instantes después, ambos se encontraban ya sudados y muy excitados.

Llegó el momento en que Carlos no pudo aguantar más y se corrió en la boca de Felipe sin ni siquiera avisar dando un gran gemido, signo del placer que lo invadía. El semen se derramó en la boca de Felipe que con su lengua seguía limpiando todo el miembro de Carlos, después Felipe preguntó:

-       ¿Qué te ha parecido?

Carlos contestó con un gran resoplido.

Empezaron de nuevo a besarse y acariciarse un momento para recuperarse antes de continuar.

Después Felipe preguntó:

-       ¿Quieres seguir?

Le contestó su amante:

-       Por supuesto compañero.

Carlos levantó las piernas, pero Felipe lo miró a los ojos y le dijo:

-       Hoy me gustaría que me lo hicieras tú, ¿te apetece?

Carlos respondió:

-       Claro, me encantaría probar.

Así que se intercambiaron los roles, Felipe era versátil y quiso que Carlos probara todo.

Felipe, recostándose en la cama boca arriba, levantó las piernas, mientras Carlos bajaba hasta su culo y dijo:

-       Cuando quieras tío.

Este empezó acariciando y lamiendo el culo de Felipe y luego introduciendo sus dedos en él tal y como lo había hecho su compañero las dos veces anteriores.

Quien iba a decirle a Carlos semanas antes que iba a estar haciendo tal cosa con un hombre, su mentalidad había cambiado radicalmente, de no atraerle lo más mínimo un hombre a estar a punto de follarse a uno e incluso haber dejado que se lo hicieran a él. Parecía que el secuestro y violación de Felipe, había despertado en él, un sentimiento muy profundo que ni si quiera sabía que tenía, ese punto de morbo y curiosidad que tanto le gustaba ahora.

Después de estar un buen rato experimentando con Felipe, Carlos decidió que era el momento de hacerlo, Felipe estaba de acuerdo así que le dio a Carlos un preservativo, se lo puso y se lubricaron bien mutuamente, Carlos se inclinó sobre Felipe sin dejar de mirarse fijamente a los ojos, en su respiración se notaba que estaban nerviosos y deseosos. Felipe dijo:

-       Fóllame con fuerza, déjate llevar.

Entonces Carlos apretó sus manos y dientes y penetró fuertemente a Felipe que dio un grito de dolor, Carlos lo había partido en dos con esa estocada.

Felipe sin dejar que se notara mucho su sufrimiento dijo:

-       Eso es, ahora muévete, fóllame bien fuerte.

Carlos empezó a hacerlo como Felipe quería, él estaba muy serio y concentrado mientras sacaba lentamente su rabo de Felipe para volver a introducirlo con fuerza hasta que sus huevos le golpeaban el culo, este, provocaba a Carlos para que lo hiciera más intensamente, a Felipe le encantaba sentir la fuerza de Carlos que gemía y jadeaba por el calor del esfuerzo mientras que sus gotas de sudor caían encima del cuerpo del macho que ahora se había convertido en pasivo y que susurraba diciendo:

-       Joder, me encanta esto.

Pasaron unos minutos y Carlos se iba cansando, pero Felipe quería más y le pidió cambiar de postura, se levantaron rápidamente de la cama y Felipe se puso de pie contra la pared, Carlos lo volvió a penetrar, pero su ritmo había disminuido notablemente, siguió haciéndoselo, pero más suavemente.

Cuando Carlos se acercaba al orgasmo, avisó a Felipe que preguntó:

-       ¿Has tragado tu leche alguna vez?

Carlos contestó que no y Felipe le ofreció probar la suya si Carlos se la daba también, Carlos aceptó, él ya no decía que no a casi nada de lo que le ofrecía Felipe porque disfrutaba mucho con todo y quería probar cosas nuevas.

Así que fueron de nuevo a la cama y Carlos se quitó el preservativo, después Felipe se tumbó recto boca arriba y Carlos encima a la inversa, formando un 69, ambos introdujeron sus miembros en la boca del otro y empezaron a mamarse enérgicamente hasta que se corrieron.

Primero lo hizo Carlos y cuando aún no había terminado de lanzar su leche, lo hizo también Felipe, su semen se derramó en la boca de Carlos que lo saboreó y tragó para satisfacer a Felipe.

Después sacaron sus miembros de sus bocas y se besaron con pasión. Felipe preguntó mientras se recuperaban:

-       ¿Qué, cómo lo has pasado?

Carlos contestó:

-       Genial. Menuda follada tienes y menudo culo.

Felipe sonriendo dijo:

-       Me alegro mucho de que lo hayas pasado bien, a mí también me ha gustado mucho, estás hecho un semental.

Y añadió con picaresca:

-       ¿Mejor de activo o de pasivo?

Carlos respondió:

-       Me ha encantado todo.

-       Genial, así, podremos gozar más ambos. Concluyó Felipe.

Sonrieron de nuevo y se besaron y abrazaron hasta quedarse dormidos lo que quedaba de noche.

A la mañana siguiente, se ducharon, desayunaron juntos y Felipe llevó a casa a Carlos ya que era sábado y no tenían que ir a trabajar.

FIN.

Espero que os haya gustado. Un saludo y gracias por leerlo.