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Mis primeras aventurillas - Parte 1

en Grandes Relatos

Recuerdo como si fuera ayer la mañana del 28 de Agosto de hace un año, aquel caluroso lunes sería el comienzo de una de las mejores experiencias de mi vida.

 

Primero me presento, soy Pablo y desde siempre vivo en una pequeña ciudad capital que podría pasar por un pueblo tranquilamente. Tengo 23 años, mido 1'75 y desde pequeño he practicado deportes como fútbol o baloncesto por lo que el hacer deporte se había convertido en una rutina para mi.

A los 18 años decidí que quería dejar el baloncesto ya que empezaba a aburrirme y eso añadido a que no soy especialmente alto me dificultaba bastante el hecho de pasármelo bien. Aposté por el fútbol, compaginándolo con los estudios, y a raíz de una lesión en la rodilla empecé a jugar cada vez menos en mi equipo hasta el punto de ni ser convocado durante casi 2 meses. Aunque en el grupo nos llevábamos bien, se notaba que el entrenador ya no confiaba en mi lo suficiente (había perdido forma durante la lesión y me estaba costando mucho recuperarla). Al final de aquella temporada dejé el fútbol y en consecuencia dejé el deporte en general.

Cuando dejé el fútbol no me quedó más remedio que dedicarme de pleno en los estudios así que me dediqué a sacar buenas notas, lo que me permitió acceder a la carrera que quería y acabarla.

 

Una vez presentado vamos a los motivos que llevaron a la decisión que cambió mi vida:

 

Desde la adolescencia siempre me había gustado la sensación de ser observado desnudo, que no se me malinterprete, no en plan egocéntrico ni intentando ser el centro de atención, era una especie de placer exhibicionista pero sin ser intencionado o generado por mi parte.

Me explico:

 

Desde pequeño había estado jugando a fútbol y baloncesto en los equipos de mi instituto por lo que muy profesional tampoco era, fue a los 19 años cuando me fichó un equipo profesional y obviamente dejé mi equipo del instituto.

Fue un poco duro porque allí nos conocíamos todos y estaba fichando por un equipo donde no conocía a nadie, además de ser un año mayores que yo. Los primeros días lo pasé realmente mal, en esa época era muy vergonzoso y el solo hecho de tener que cambiarme de ropa para entrenar delante de gente que no conocía podía conmigo así que esperaba a que todos se hubieran cambiado para hacerlo yo, lo que a su vez hacía que saltara al campo siempre el último y mi entrenador me lo recriminara delante del grupo.

Poco a poco fui conociendo a mis compañeros, muy amables todos por cierto, y fui ganando confianza. Ahora podía estar en calzoncillos delante de gente que dos semanas atrás no conocía. La rutina era siempre la misma, llegaba sobre las siete menos cuarto de la tarde, me cambiaba, entrenábamos hasta las nueve y después a los vestuarios. Todos, y recalco todos, se duchaban allí excepto yo (por pura vergüenza) lo cual no pasó desapercibido para mi entrenador.

Al mes de haber entrado al equipo el entrenador durante la charla pre-entreno me preguntó delante de todos cómo era posible que me duchara y cambiara tan rápido, a lo que Carlos, mi mejor amigo y compañero, respondió que no me duchaba allí. El entrenador puso cara de enfado y recalcó que era obligatorio ducharse después de cada entreno o partido así que me amenazó con no jugar hasta que lo hiciese.

Obviamente no me iba a poner a discutir con él delante de todo el grupo, asentí con la cabeza resignado esperando dejar el tema por el momento.

Durante el entreno muchos hacían bromas del estilo "por fin vamos a saber qué tienes debajo de los calzoncillos" o "preparado para la ducha?", todos lo decían en tono de broma pero no tenía ninguna graciua para mi.

Fueron las 2 horas más cortas de mi vida, cuando se hicieron las nueve el entrenador nos envió a los vestuarios y yo me acerqué a él. Le mentí diciéndole que mis padres querían que llegara pronto a casa y que por eso no podía ducharme allí pero no sirvió de nada y volvió a repetirme que o ducha o gradas.

Temeroso me dirigí hacia los vestuarios, ya me estaba imaginando a todos esperándome para ver cómo me desnudaba y cumplía así que antes de entrar cogí aire. Una vez entré me sorprendió que todo estuviese como siempre, algunos ya se estaban duchando, otros hablaban en grupo y nadie me prestaba atención, lo cual fue un alivio para mi.

Me dirigí a mi banco y cogí la bolsa de deporte, primero saqué la camiseta que me iba a poner después de ducharme, acto seguido saqué los pantalones, los calcetines, y por último unos calzoncillos limpios. Dejé mi bolsa debajo del banco y me levanté para desvestirme: empecé por mi camiseta, la dejé sobre el banco y empecé a mirar a todos mis compañeros, yo en ese momento empezaba a estar bastante nervioso pero intenté que no fuera demasiado evidente. Me quité los zapatos y calcetines y los empujé debajo del banco junto a mi bolsa de deporte pero en ese momento empecé a notar lo que más temía: mi nerviosismo se estaba convirtiendo en excitación!!! Estaba teniendo una erección en pleno vestuario.

Me senté en el banco con los pantalones aún puestos para que nadie pudiera darse cuenta. Me puse a pensar en cosas que me distrajeran, intenté poner la mente en blanco, etc. pero lo único que conseguía era estar más nervioso aún... Carlos mientras salía de la ducha se fijó en que aún estaba vestido y me gritó desde el otro lado del vestuario si pensaba cambiarme o no. Eso llamó la atención de los demás y empezaron a mirarme.

Rápidamente y para no llamar más la atención me levanté y me giré rápidamente de cara a la pared, dándoles la espalda, y empecé a bajar mis pantalones. Lo hice con cuidado de no enseñar mi erección, me saqué por completo los pantalones y ahora estaba solamente en calzoncillos.

Aún de espaldas y muy lentamente empecé a bajarme los calzoncillos, en ese momento no me atrevía a girarme, los bajaba cada vez más y en ese momento ya era consciente que más de media raja estaba completamente al aire, continué bajándomelos hasta que los tenía por encima de las rodillas. Obviamente no iba a poner mi culo en pompa así que no se me ocurrió otra manera de ocultar mi erección que ponerme de cuclillas con los pies bien juntos para acabar de quitármelos. Así lo hice y los metí en mi bolsa, pero en ese momento me di cuenta de mi error: no tenía toalla!!! Obviamente cuando preparé mi bolsa no había pensado en ducharme allí así que ahora estaba totalmente desnudo, con una erección tremenda en medio del vestuario y sin tener nada con que taparme.

En cuclillas no me podía quedar así que sin hacer movimientos demasiado bruscos me levanté y me senté rápidamente en el banco con las manos cubriendo lo mejor que podía mi erección. Mientras hacía ver que buscaba algo en mi bolsa busqué por mi alrededor alguna toalla para poder llegar al menos a la ducha pero no había nada...

En ese momento había siete compañeros en frente cambiándose y unos cuatro o cinco en las duchas por lo que me iban a ver todos sí o sí. Mientras seguía pensando qué hacer opté por esperar a que los que se estaban cambiando se distrajeran y cruzar el vestuario disimulando hasta las duchas. Como nadie parecía estar observándome me relajé un poco y aproveché un momento en que se pusieron a ver algo en un móvil para levantarme.

Lo hice rápido, puse una mano cubriendo mi erección y la otra la dejé libre, ya que no quería llamar la atención, me dirigí hacia las duchas pero de repente empecé a oír una risa generalizada de mis compañeros que estaban mirando el móvil, me giré instintivamente hacia ellos y pude comprobar como los siete me miraban a mi, en concreto mi erección mal camuflada. Me quedé de piedra, estaba en medio del vestuario enseñándoles a mis compañeros mi miembro y no solo eso si no que estaba con una erección!!! Con las dos manos traté de camuflar mejor mi erección pero era imposible, estaba tan nervioso que ni podía juntar las dos manos... en ese momento empezaron los comentarios del estilo "no te tapes, ya te la hemos visto dura!!!", "tío que me vas a sacar un ojo!!" o "apunta pá otro lado, hombre" todo en tono de broma, como los comentarios durante el entreno. Sonreí y me dirigí hacia las duchas cuando Carlos me ofreció jabón para poder ducharme mientras me decía nada discretamente "hazte una paja en la ducha a ver si te baja jajajajaja", yo cogí el jabón con las manos y ya sin cubrir mi erección me dirigí a las duchas. Una vez entré escuché otro par de comentarios sobre mi miembro y sobretodo risas, aunque alguna palmadita en el culo también recibí.

Me duché con el jabón que Carlos me ofreció al entrar a la ducha y mi erección disminuyó hasta el tamaño normal, al volver hacia mi banco (sin cubrirme, ya me habían visto empalmado así que me daba igual que me vieran con el pene flácido) me vestí y salí del vestuario.

 

Los días siguientes me masturbé decenas de veces recordando mi escena en los vestuarios ya que en realidad me había encantado que me vieran desnudo y mucho más con una erección.

 

Hay dos o tres historias más con mis compañeros de equipo, un poco más "picantes" que esta así que si os ha gustado esta en concreto dejad algún comentario para yo saberlo. Si no continuaré con la original que era la que tenía pensado escribir.

Gracias a los que habéis llegado hasta el final!!

FINAL PARTE 1