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Su prima se niega a perder detalle

en Voyerismo

Hace unos tres meses, mi novia cambió de puesto de trabajo, algo menos flexible y con horarios cambiantes a las necesidades de los clientes, cosa que hace que pasemos juntos menos tiempo durante la semana. Es cierto que lo hizo por iniciativa propia, la monotonía de la antigua oficina le devoraba y los nuevos retos siempre son motivadores, decía ella.

Durante todo este periodo de adaptación a los compañeros, forma de trabajo y responsabilidades, no ha dejado de esforzarse al máximo, llegando días bastante tarde a casa, provocando que bajase nuestros encuentros…

Nuestra vida íntima, en cambio, hace tiempo que dio la vuelta a la forma ordinaria de pareja que existe en la sociedad actual, tanto ella como yo, hemos y continuamos abriendo la mente en este aspecto, sin frenar los deseos que sentimos y aceptando que somos compañeros de viaje, donde los dos queremos disfrutarlo todo, pero donde todavía, tenemos sentimientos encontrados, sobretodo la incertidumbre si algún día uno de los dos se dejará abrazar por otra persona.

Durante esta primavera, han pasado muchísimas cosas excitantes, sobre todo con nuestros famosos amigos, los cuales están más pegados que nunca a nosotros.

Llega el mes de Julio y mi novia me sorprende con una buenísima noticia, le habían concedido una semana de vacaciones, la última del mes. Nuestros pronósticos no eran buenos, creíamos que este año no tendría vacaciones por el cambio de trabajo y el volumen al que estaban sometidos. Yo en cambio, por suerte, puedo compaginar mis días de descanso con los suyos, aunque en mi caso, disfrutaría de unos días más.

La cara negativa, era el poco margen para poder escaparnos y viajar durante aquella semana. Estuvimos buscando destinos, pero los precios a falta de dos semanas eran desorbitados y la idea que salió de mi novia no me desagradaba. Propuso descansar, durante toda la semana en el pueblo de su familia, en Almería. La idea de playa, buen clima, buena comida y sobretodo, escaparnos al Cabo de Gata me envolvió.

Restaban, nada más y nada menos que 817 km hasta el destino. Más de 8 horas al volante para llegar al pueblo. Ella había avisado a sus primos días antes, los cuales estaban entusiasmados con que fuésemos a pasar allí unos días. Era la parte negativa del viaje, los compromisos familiares.

Después de todo el día en carretera, sus primos, nos recibieron con sus más amplias sonrisas, enloquecidos por recibirnos en su hogar. Menudo calor pensé, el choque al abrir la puerta del coche embriagado de un clima perfecto, se estrellaba contra la sauna que sufrían los habitantes del pueblo durante los meses de verano.

Nos contaron sus primos, que los tíos de mi novia, que justo vivían en la finca de al lado, estaban fuera visitando el norte de España. Una lástima, el tío de mi novia es un cachondo, y siempre que nos juntamos acabamos pasando buenas tardes de birreo, que jamás se han detenido hasta altas horas de la madrugada.

Los primos, son un matrimonio típico, toda la vida juntos, desde adolescentes hasta los 37 años que ahora ambos tienen. Manuel y Candela, ella ama de casa y él, operario en una pequeña empresa de aluminio. Sin grandes lujos, propietarios de una bonita casa andaluza con una increíble piscina. A él jamás se le ha conocido aventura alguna, pero las malas lenguas decían que Candela había tenido algunos encuentros con un pastelero del pueblo cercano.

A estas alturas, si son ciertas las malas lenguas, lo único que puedo decir es “olé ella”. Eso que se lleva la mujer.

El primer día, digamos tarde-noche del sábado, transcurrió sin mayor transcendencia. Cenamos los cuatro, en el patio junto a la piscina. Nuestra conversación únicamente se interrumpía por los sonidos de los mosquitos mientras se electrocutaban con la lámpara contra insectos. Un alivio, varios me habían cazado las piernas, y estaba aguantando los representativos picores.

No se alargó mucho la cena, el viaje en coche nos destrozó y nos dirigimos al cuatro de invitados donde Candela nos había acomodado la cama, mientras recogimos la mesa.

No soportaba el calor. En el techo había instalado un ventilador que aliviaba, pero no impedía que tuviese que dormir completamente desnudo. Mi novia, con un mini pijama, se encontraba medio tapada las piernas. Jamás voy a entender como en pleno verano tiene la necesidad de taparse…

Para más inri, el picor de las piernas no me dejaba en paz. Me levanté, me puse los calzoncillos que tenía tirados en el suelo y me marché al baño suplicando que entre tanto potingue encontrase algún alivio contra las picaduras.

La casa es de dos plantas, nosotros estaban ubicados en medio en la planta baja. Nuestra ventana daba al patio, un lavabo, un gran comedor y otra habitación formaban la planta baja del hogar. La otra habitación, propiedad de Manuel y Candela, también tenía ventana dirección al patio.

Encontré un par de cremas anti mosquitos, caducadas por varios meses, pero no dude en echármelos ante la duda su funcionaria. Cuando volvía a nuestra habitación, decidí pasarme por el patio y sentarme un rato para deleitarme de la paz que reinaba en ese pequeño espacio de la casa.

Moví una de las hamacas del patio, haciendo algo de ruido sin querer. A los pocos segundos, me fije que Candela retiró a un lado la cortina, viéndose completamente el interior gracias a una pequeña luz ambiental que debían tener. Tenía la ventana dentro de mi campo de visión, el calor y el morbo regían dentro de mí. El primo Manuel dormía panza arriba con un pantalón corto de deporte, mientras que Candela, no sé si era consciente al momento de retirar la cortina, me deleitó todo su cuerpo con un diminuto tanga y una camiseta blanca de tirantes, el cual no dejaba nada para la imaginación.

Ese momento, mi mente volaba, e introduje mi mano dentro de mis calzoncillos alcanzado mi tronco. A oscuras, con la simple luz que me otorgaba la noche, me encontraba acariciando mi pene mientras miraba hacia aquella ventana. Para más morbo, Candela volvió a levantarse, se quedó unos segundos observando desde la ventana hacia el patio, abriéndola unos centímetros. Desde tan pocos metros, estoy convencido que podía verme, pero ningún gestó me hizo confirmar lo que sospechaba.

Candela se giró, miró a su marido y acto seguido se quitó la camiseta, no logré ver más que su espalda y aquel diminuto tanga. Se puso a cuatro patas encima de su colchón, y dejándome helado comenzó a bajar y subir su cabeza, un vaivén, un ritmo con el que sabía, Manuel estaba disfrutando medio adormilado. Solo podía ver el culo abierto de Candela, apenas podía distinguir nada más. Mi pene lo tenía fuera, duro y erguido, mis movimientos eran bruscos, me apretaba los testículos, movía mi mano al mismo ritmo que veía a Candela subir y bajar… Tardé unos segundos en eyacular de manera intensa, sin hacer ruido… Me coloqué los calzoncillos, limpiando mis manos sobre estos mientras escuchaba a Manuel con pequeños sonidos, sabía que se estaba corriendo. Me levanté y me dirigí al interior de la planta baja, con los calzoncillos manchados, directo al baño. Encendí las luces, me miré al espejo perplejo. ¿Qué está pasando últimamente? –me preguntaba a mí mismo sin saber respuesta.

Me había tocado, solo, a oscuras, mirando a la prima de mi novia hacer una mamada a su marido. ¿Sabía que yo estaba allí? –mi mente se llenaba de dudas.

Salí una vez lavadas mis manos, y dirección a mi cuarto, salió Candela del suyo. Vestida únicamente en tanga, con sus pechos al aire. Cerró su puerta, no sabía qué hacer. Retome mi camino a mi habitación, pasó por mi lado mirándome de arriba abajo.

  • ¿No puedes dormir? –dijo la prima Candela

  • Estaba... estaba… estaba buscando algo contra los mosquitos –tartamudeé nervioso

  • ¿Has encontrado lo que buscabas?

  • Creo que sí, me ha aliviado.

  • Sí, es bueno aliviarse… -respondió despacio

Llegando casi a rozar el pomo de mi cuarto, desde la otra punta de la planta baja, volvió a dirigir sus palabras hacia a mí Candela:

  • ¿Cómo te has echado la crema? Tienes todo el calzoncillo empapado…

  • ¿Eh? –giré y baje mi mirada a ver como de manchado estaba

Era cierto, se veía completamente mojado y con trozos blanquecinos. No podía negar lo que había pasado hacia unos minutos y con el morbo apoderado en mí, me fui hacia ella, intentando limpiar las manchas con movimiento encima del calzoncillo.

Los dos nos encontrábamos mirando mi calzoncillo, con mi pene encerrado semi erecto. La contemple, vestida con tanga frente a mí, diciéndome de manera diferente a siempre, que menuda manera de aliviarme contra los mosquitos tengo… entró al lavado, abrió la puerta del armario inferior, mostrándome nuevamente su culo, pero esta vez a escasos 2 metros, donde puedo ver la forma de su vulva, incluido los pelillos que se sobresalían…

Me dio un pequeño lápiz de crema para aplicar sobre las picaduras.

  • Con este no te mancharas, mira, se hace así… -se agachó a la altura de mi pene

Tenía a Candela, aplicando la punta del lápiz sobre dos picaduras que tenía en el muslo derecho. Ahora mi pene había vuelto a nacer, otra vez me encontraba con una erección enorme, a ridículos centímetros de la cara de la prima de mi novia.

Menuda situación… pero terminó drásticamente. Se levantó, diciéndome que ya sabía dónde lo guardaban por si necesitaba más, invitándome a salir del baño…

Antes de cerrar la puerta, la prima Candela me soltó:

  • Ahora me toca a mí aliviarme… como tú lo has hecho en la piscina…

Mi cara era un poema, me había visto, no había duda. Entré y me acosté junto a mi novia, nervioso concilié el sueño al rato, sin antes darle más vueltas a todo lo que vi.

Era domingo, y aunque había ganas de playa, decidimos pasar la mañana en la ciudad de Almería, comer allí y dejar la playa para la semana, con suerte no encontraríamos demasiada gente.

Regresamos a media tarde al pueblo, y para nuestra sorpresa no había nadie en casa. Todavía hacia bastante calor y el sol no cesaba. Anna decidió que nos bañásemos en la piscina desnudos, pero que dejásemos los bañadores cerca por si llegase alguien.

Disfrutábamos de un momento de paz, relajados y abrazados entre litros de agua rozándonos todo el cuerpo. La tensión fue aumentado, de las simples acaricias y besos fugaces, pasamos a besos más intensos, largos, juguetones… Mi novia presionaba su cuerpo contra el mío, apretaba su entrepierna sobre mi pene, que ya se encontraba totalmente duro…

Ella trabajaba su cuerpo contra el mío, mientras yo nos dirigía hacia las escaleras. Quería sentarla allí, y disfrutar de ella sin ahogarme. La senté en el último escalón de la escalera metálica, y abierta de piernas sumergí mi cabeza entre estas. Lamía su vulva, despacio, saboreando los labios hinchados de mi novia. Mi lengua se hundía dentro de ella, salía para volver a saborear su clítoris, mordía y succionaba. Sus dos manos apretaban mi cabeza contra ella, sus pies estirados… mis manos apretando los muslos de sus piernas que tan loco me vuelven…

  • Hoooooo...la. –soltó Candela estupefacta

Corriendo Anna me tiro hacia dentro de la piscina, seguida de ella sobre mí. Mi novia trataba de disculparse, toda roja, frente a la hermana de su madre, que todavía seguía al otro lado de la piscina, de pie, sujetando dos bolsas a rebosar de frutas.

  • Qué bien os queda el sol andaluz guapos, por mí no os cortéis… -respondió Candela a las justificaciones de mi novia

  • Prima, perdona, estábamos solos… lo sentimos mucho, enserio… -justificaba mi novia

  • Tranquila pequeña, estas cosas pasan –respondió la prima Candela quitando hierro al asunto

Voy a dejar esto a la cocina, dijo Candela desapareciendo por el interior de la casa cargada con las bolsas. Mi novia estaba en avergonzada, no dejaba de repetir que le había pillado su prima, que qué pensaría de ella… Aún nos encontrábamos dentro del agua, desnudos. Regresó Candela, nos dijo que Manuel se había quedado en la casa de campo de los amigos echando una partida de cartas y regresaría antes de cenar.

Mi novia suspiró, tenía más pánico que la hubiera visto su primo en pleno apogeo. Algo más tranquila, reía junto a su prima, sentada en el borde de la piscina con los pies dentro. Yo no sabía dónde meterme, si salir, si quedarme… pero aún seguía con mi pene duro, erecto, y la situación de que aquella mujer, me estuviera viendo desnudo, aunque sea dentro del agua me estaba llenando de morbo.

Así estuvimos varios minutos, hablando de las frutas que la amiga de Candela les había dado del campo y que aquella noche disfrutaríamos, Candela se animó a zambullirse con nosotros.

  • ¿Os importa si me meto con vosotros? –Preguntó la prima deshaciéndose del vestido que llevaba.

  • A mí no me miréis… es tu casa Candela –les dije a ambas

  • Joel, te vas a quedar sin sangre… -dijo mi novia mirándome

Candela, se metió con un sujetador azul de encaje junto al tanga a juego a este. Solo pude verle de frente. Este tanga tapaba mucho más que el del día anterior, pero esta vez no asomaba ni pizca de pelos púbicos, se veía limpio y cuidado.

Pasamos cerca de media hora yendo de lado a lado de la piscina, hablando del nuevo trabajo de mi novia, de nuestra vida en Barcelona, planes de futuro, la soledad en los pueblos… Me fijaba que Anna, en todo momento, mantuvo los pezones duros, posiblemente la situación de exhibirme frente a su prima y la libertad le estaba gustando. Por mi parte, me iba a ratos, pero nunca sin perder una semi erección.

Eran cerca de las ocho y media, y decidimos salir y ducharnos. Yo estaba algo reacio, a mostrarme desnudo ante la prima de mi novia, con ella mirando… Las dos salieron, de pie recibiendo los rayos de sol. El agua resbalaba por la piel de ambas, mi novia totalmente desnuda, sin rastro de pelo en su vagina y su prima, en ropa interior pegada al cuerpo. Era un espectáculo, hasta tal punto que volví a sentir como mi polla regresaba a las andadas. Tenía que salir, armado de valor subí las escaleras metálicas, con mi pene apuntando hacia el cielo abierto de Almería.

Ninguna de las dos me quitaba el ojo de encima, únicamente mi novia separaba su miraba para ver la reacción de su prima, que mantenía una cara de disfrutar con lo que estaba viendo.

No me quede, fui al cuarto para coger un pantalón. Las vi a ambas por la ventana de nuestra habitación, abierta de par en par, hablando mientras recogían el vestido de Candela y el bañador de Anna tirados sobre la hamaca.

Seguía desnudo en el cuarto, y entró Anna, que también seguía desnuda. Sin mediar palabra se lanzó hacia a mí, besándome y sujetándome el tronco del pene, con movimientos bruscos. Estábamos pegados a la ventana… su prima en cambio no se había movido de la hamaca, la veía de reojo recostada minando hacia nosotros, inmóvil…

Al contrario que mi novia, lanzándome a la cama, dejándome boca arriba…

  • Vamos a terminar lo que antes has comenzado guapo –dijo perversa Anna, lamiéndose una mano e inmediatamente empaparse el coño

Se metió de golpe mi mástil, estaba poseída, parecía una bestia con ganas de su premio, quería correrse, no quería disfrutar, parecía violenta buscando su orgasmo. Me doblaba el pene dentro de ella de tan bruscos movimiento, apretadas las entrepiernas, se restregaba en mi muy fuerte y violento… comenzó a gemir, de manera notoria… su prima, desde el otro lado, veía como se llevaba la mano por encima de su tanga azul, movimiento giratorios la delataban, se estaba tocando mientras nos observaba sin perder detalle.

Su prima, encima de mí seguía bruscamente introduciéndose mi rabo, saltaba sobre él. Estaba empapadísima, en cada golpe se escuchaba como sus fluidos habían caído encima de mí y de mi entrepierna, haciendo más increíble la escena… Hasta que comenzó a contraerse, acompañados de espasmos mientras tenía un sonado orgasmo, dejándose llevar, gritó con ganas, como animal queriendo que la escuchasen…

Se recostó a mi lado de la cama, exhausta. Su prima había desaparecido de mi visión, no estaba en el patio. Cuando recupero fuerzas, nos levantamos para pegarnos una ducha, aún desnudos nos dirigimos al baño.

Su prima estaba dentro, pero no se escuchaba el sonido del agua. Anna abrió la puerta, ahí estaba Candela, recién duchaba, colocándose la toalla a lo alto, para secarse el pelo. Ni corta ni perezosa entró en la ducha, mientras yo parada en la puerta contemplando a Candela totalmente desnuda, sin dejar de mirar su vagina…

  • Era justo que él también te viera prima Candela –dijo desde dentro de la ducha mi novia

  • Solo teníais que pedirlo, en la piscina tenías al pobre muchacho cortado… –respondió

  • De pobre nada, se ha puesto las botas… -contestó mi novia haciéndome señales para que pasase al interior de la ducha

Un cachete recibí al entrar a la ducha.

  • Se mira pero no se toca –entre risas dijo Anna, poniéndose de cuclillas.

  • ¿Serás tan perra de comérsela delante de tu prima…? –dijo Candela, girada hacia nosotros

Anna, sin cortearse un pelo, comenzó a succionar mi polla, poniéndola dura desde dentro de su garganta, escupiendo sobre los huevos y jugando con estos.

Candela no perdía la vista de cómo se perdía mi pene en la boca de su prima… Aquella situación estaba siendo nueva, me sentía devorado ante la mirada de Candela… Anna cambió de ritmo, dejó el capullo dentro de su boca, su lengua jugaba con mi capullo mientras su mano pajeaba el tronco del pene. Miraba la cara de Candela, ella me miraba y sonreía. Me corrí, me corrí dentro de la boca de mi novia, sin que ella parase ni un segundo, sin perder detalle de la cara que ponía su prima frente nuestra.

Al cabo de media hora, duchados y sin mencionar nada de lo sucedido, llegó el primo de mi novia, Manuel, con unas piezas de morcilla, feliz. Más feliz que yo no podía estar, pensé.

La noche del domingo la pasamos hablando de los amigos de ellos, los cuales poseían unas pequeñas tierras. Bebimos y comimos hasta reventar… el cansancio del día se apodero de nosotros, que decidimos pasada la media noche ir a dormir.

Esa misma noche, mi novia cayó rendida, yo también lo estaba…

La semana la pasamos de playa en playa, sus primos tenían planes con diferentes amigos y nos comentaron que no regresarían hasta el viernes noche, eran su semana de vacaciones, pero que no nos preocupásemos por su ausencia, que la casa era nuestra.

Ese mismo viernes, el plan nuevamente era playa. Llegamos bastante tarde, pero para nuestra sorpresa y después de caminar un rato a pleno sol, en la playa solamente había una pareja.

Plantamos la sombrilla y las toallas cerca de una gran roca negra, separados unos 20 metros de la única pareja que disfrutaba de la playa. La pareja rondaría nuestra edad, no tenían más de 35 años, él muy moreno y ella pelirroja de piel muy blanca. Desentonaban muchísimo.

Al llegar por allí, nos miraron y nos saludaron desde la distancia. Quizá les fastidiamos su playa privada pensé… Una vez instalado, saqué de la mochila nevera una cervecita fresquita, la necesitaba como agua de mayo… Tiré la camiseta sobre la toalla, y sin más vacilación, también me deshice del bañador, me quede literalmente en bolas. Paseé hasta la orilla bebiéndome la cervecita, percatándome que el chico le había dicho algo a la chica y ambos se quedaron mirándome sin dejar de hablar.

Volví a la toalla, donde estaba Anna recostada en topless con un bañador de estilo brasileño que quitaba el hipo. Pasamos un buen rato de paz, hasta que vimos a la pareja ir al agua, donde al ser nuestra única distracción, no les quitamos ojo, tanto mi novia como yo.

Así pasaron unos minutos hasta que la chica salió del mar, dirección a su toalla, llevando en la mano un bañador, Anna me dijo que se lo quitó dentro del agua. No me había dado cuenta. Miraba a la chica, no le quitaba ojo de encima. Mi sorpresa fue mayúscula al ver a la chica despojarse de su bikini, quedándose en bolas. Tenía bastante bello, todo pelirrojo… jamás había visto algo así y comencé a sentirme un poco caliente, lo que provocó que mi polla se dejase hinchar un poco…

La mujer sacó un móvil de la bolsa. Y comenzó a hacer fotos alrededor, su novio desde el agua se dirigió hacia las rocas donde nos encontrábamos, ella también pero por la orilla. Los teníamos a escasos 5 metros de nosotros.

Se giró, y se dirigió hacia nosotros. Yo miraba el trote de sus caderas acercándose, junto a todo aquel bello pelirrojo. Anna estaba fuera de la sombra de la sombrilla, abierta de piernas, llenando de sol sus partes, mientras yo estirado de lado, con la polla media erecta cayendo…

  • Perdonad, ¿qué podrías hacernos unas fotos?

  • Claro, sin problemas… ¿cómo las quieres?

La acompañe hasta la roca, donde chocaba con el agua. Su novio salió para posar junto a su novia… les lancé varias fotos, preguntándoles si les gustaba como les había quedado, les hice varias, en cada tirada que hacía, veía como el polla de su chico iba creciendo hasta llegar a su plenitud… la chica en la última foto abrazaba al chico mientras le sujetaba la polla como si fuese una felación y los tres nos echamos a reír… me dieron las gracias y volvieron a su toalla…

Mantuvimos un tiempo de tranquilidad, el único sonido brotaba del mar, las débiles olas golpeaban las rocas y el momento era sumamente placentero. Me quedé unos minutos con los ojos cerrados, y al darme cuenta, al abrir los ojos me percaté que mi novia no estaba en su toalla.

Levanté la vista, estaba en la orilla, estirada. Frente la pareja, dejándose observar por ambos. Tumbada mirando hacia el sol, mientras el agua le salpicaba por su lado izquierdo y su cara en alto. Se veía radiante.

Cogí el móvil de la bolsa, y fui hacia allí. Unos metros antes de llegar, la posición de la pareja delataba lo que estaban haciendo. Ambos sentados mirando detenidamente a Anna, ella con las piernas abiertas y dejándose tocar por su él, mientras jugaba con los dedos sobre el capullo oscuro de su chico.

No se dieron cuenta de mi presencia hasta llegar a ellos. Solo tenían ojos para Anna…

Saludé a Anna, avisándola que me había quedado dormido y con el móvil en la mano comencé a lanzarle fotos. Ella sonreía, posaba, se tiraba agua por su cuerpo… todo ante la atenta mirada de la pareja.

Ante tal situación, yo también me encontraba con mi polla dura. A mi visión derecha tenía a Anna y a la izquierda la pareja tocándose tímidamente, que ahora alternaba sus miradas furtivas hacia a mí, sobretodo ella, sintiéndome observado mientras hacia las fotos y como le mostraba mi cuerpo desnudo a ellos.

  • ¿Qué os importaría hacernos unas fotos, pareja…? –Levantó Anna de la orilla

  • ¡¡Claro, claro!! –Exclamaron ambos

Los tres se levantaron de inmediato. Anna, cogió mi mano y les dijo a la pareja que si les importaba hacérnoslas detrás de las rocas, donde había una pequeña calita donde se enclavaba el mar.

  • No importa, pero déjanos recoger las cosas y dejarlas junto a las vuestras… por seguridad… -acabó la frase queriendo justificarse la mujer

El chico recogió la bolsa y las toallas rudamente, no le importaba lo más mínimo. De camino hacia las rocas, mi novia les preguntó sus nombres y el origen de estos.

  • Daniela y Javi, de Madrid. –dijo el muchacho

Justo al escuchar sus nombres, se giró y efusivamente se presentó diciendo el suyo, dándole primero un beso y un abrazo a ella, e inmediatamente darle otro a él con un abrazo bastante más cercano. Tanto yo como Daniela, vimos como la punta del pene del chico, se pegó contra el vientre de mi novia durante un par de segundos. En ese instante, ella copió el mismo movimiento de mi novia conmigo, en esta ocasión, mi pene quedo a la misma altura de la mata pelirroja de Daniela… el morbo era espectacular.

Separados, retomamos dirección la parte trasera de las rocas. Era un pequeño espacio precioso, parecía hecho a propósito para el posado. Y comenzó una pequeña sesión de fotos, diferentes posiciones hacia el mar, sentados sobre las rocas y estirados en la orilla…

El chico, que solo miraba, no perdía detalle del cuerpo y movimientos de mi novia. Aconsejaba a Daniela desde donde hacerlas, con esta excusa podía verle hasta el último centímetro del coño de mi novia cuando cambiaba de posición o se inclinaba… Anna, siempre que miraba hacia cámara, no podía aguantar las ganas de darse el gusto de contemplar por unos instantes la polla de aquel chico, con un tronco gordo y un capullo bastante más grande que el resto de la polla, un champiñón prominente en toda regla.

Después de varias fotos, los cuatro volvimos a las toallas. Yo creía que se marcharían hacia el mismo sitio donde se ubicaron antes, pero la chica estiró las toallas frente las nuestras. El sol pegaba de lado, y dispuso las toallas dirección a esta. Los cuatro nos estiramos, mientras yo les ofrecía una cerveza... ambos aceptaron.

El silencio se apoderó de la situación, los pezones de las chicas estaban duros, del mismo modo nuestras pollas. El tiempo pasaba mientras nos mirábamos, y mi mano posada en la pierna de Anna, acariciándola de medio muslo a ingle… una pierna estirada y el otro extremo doblada ante la atenta mirada de Javi, viendo perfectamente los labios del coño de Anna a escaso un metro de distancia.

En un fugaz instante, Daniela, sin mediar palabra o acción que explicase lo que iba hacer, comenzó a comerle la polla a su novio, con su culo mirando al mar y sus ojos postrados en mi polla. La chupaba a un ritmo muy rápido, sin quitar la vista de la mía. Para aquel espectáculo, tanto mi novia como yo, nos inclinamos para verlo mejor. Javi se retorcía de placer, las gotas de saliva brotaban entre los dedos de su novia que sujetaba con firmeza el tronco de su polla.

Parecía que el muchacho iba a correrse en pocos segundos, pero retiró la cabeza de su chica y comenzó a besarla, de manera salvaje… Después de varios besos, él tomó el control de la situación, se puso detrás de ella, la acomodó a cuatro patas empujándola casi hasta nuestra toalla. Las manos apoyadas de la chica se encontraban a la altura de mis gemelos, con cada embestida Daniela gemía de manera extremada, el ritmo de los golpes era suave pero firme, las tetas se movían hipnotizándome. Ella me miraba, miraba mi polla, clavada su vista mientras le hundida su polla el muchacho.

Mi novia, con las piernas abiertas, se tocaba toda su entrepiernas, la mano totalmente abierta palmando todos los rincones de su coño, ante la mirada del chico. Alternaba metiéndose dedos, dejando caer en la toalla brotones de líquidos vaginales… se estaba masturbando para él. Era casi descarado, no perdían contacto visual con las embestidas, gemía al mismo compás que Daniela… La chica cada vez que era embestida, perdía algo de postura, y a estas alturas, su cuerpo estaba a la altura de nuestros muslos, dos palmos la separaba de mi polla y del coño de Anna. Podíamos oler el sexo, era maravilloso, un espectáculo tan cerca, con sensaciones indescriptibles…

Daniela, apoyó una de sus manos en mi muslo, apretando fuerte, le quedaría menos de un palmo hasta mi ingle. Hacia fuerza para no caerse con los ataques que recibía de Javi, que ahora eran más fuertes y constantes. El sonido que salía del coño de Anna, competía con el de los embistes, se estaba masturbando de manera animal, metía cuatro dedos bruscamente, la palma de la mano estaba encharcada de sus jugos, salpicando incluso a Daniela.

La pareja comenzó a gemir con más intensidad, más elevado… se corrieron al mismo tiempo ante nosotros, sonriendo… se estiraron entre nuestras piernas, exhaustos y cansados. Anna en cambio, todavía no había acabado, tenía el rostro del muchacho tan cerca de su coño, que su mano golpeaba con la cabeza de este en cada movimiento. El clímax llegó al minuto, rebajando la intensidad de la masturbación y aplicando toda su mano por toda la entrepierna…

Agotada, pasó toda la mano empapada por la cara de Javi, que instintivamente sacó la lengua para probar la corrida de mi novia.

No moví ni un dedo, todavía tenía la polla como un mástil, casi rozando mis huevos a la frente de Daniela, únicamente quería disfrutar del placer de mirar, sin más preocupación que verles cómo se recuperaban y volvían a tener una respiración relajada.

Pasaron como 10 minutos cuando los chicos comenzaron a recoger. Se despidieron de nosotros una vez vestidos, diciéndonos lo interesante que había sido el día en aquella playa.

Nosotros en cambio, pensábamos quedarnos un rato más, gozando del mar y del poco sol que quedaba, disfrutar de los últimos rayos que asomaban entre las nubes. Alrededor de las nueve y media regresábamos a la casa de los primos de Anna.

Allí encontramos a Candela y Manuel, dentro de la piscina. Nos invitaron a entrar, pero rehusamos y marchamos a ducharnos. Estábamos saturados de tanta agua. Durante la cena, Manuel iba con un bañador slip negro, marcando paquete. Ella, llevaba un bañador entero, muy ceñido, el cual acababa de manera muy pronunciada en la entrepierna, donde se veía el color real de su piel y resaltaba la marca del moreno que había conseguido gracias al resto de bikinis de corte bajo al que parecía estaba acostumbrada a llevar. Mis ojos, de forma automática, miraban al apretado coño, deleitándome del resto de piel que comenzaba a notarse la raíz del bello.

Aquella noche de viernes, pasó como tantas otras, con total normalidad. Después del día de la playa, Anna se quedó dormida al instante de echarse en la cama y ahí se esfumaron mis deseos de poseerla…

A la mañana siguiente, aceptamos irnos en bici con sus primos. Nos dejaron las bicicletas de los padres de Candela, que ellos mismos guardaban en la planta de arriba. La ruta al pueblo de al lado fue muy sencilla, pero el calor era inhumano. Yo estaba bastante cansado, me sentía muy agobiado con tanto calor. Les dije que marcharan ellos hacer otra ruta, que volvería a la casa y esperaría allí.

Manuel se ofreció a volver conmigo, pero Candela se negó.

  • No, Manuel, tú conocemos más rutas para enseñarle a Anna, se divertirá más. –soltó tajante la prima Candela

  • ¿Te quieres volver con él? –preguntó su marido

  • Sí, así preparamos la comida para cuando regreséis –respondió

La vuelta, Candela me animaba a seguir, me regalaba una imagen excitante de su culo empotrado en el sillín que en ocasiones levantaba para mayor deleite. Me decía que en casa teníamos la piscina como recompensa… duramente llegamos y dejamos las bicicletas en el carril de la puerta, quien entrase se toparía con ellas de frente.

Al entrar a mi cuatro para ponerme el bañador, veía a Candela en el patio, quitándose toda la indumentaria que llevaba, los leggins cortos pegados y sudados tirados en el suelo, con una braga y sujetador deportivos. Me miró y se despojó de ambos antes de lanzarse al agua.

Mi corazón se aceleró, la prima Candela estaba jugando conmigo. Me lancé al agua únicamente con mi bañador, me puse el más apretado que tenía, el cual sabía que si tenía una erección, se saldría por un costado.

  • Espero que no te importe…

  • Tu casa… tus normas… -respondí cortado

Me encontraba con la cabeza apoyada en un pequeño borde de la piscina, justo a mi lado Candela, cuya cadera estaba pegada a la mía, la mano d ella quedaba a la altura de entrepierna y de vez en cuando rozaban por el escaso movimiento del agua.

Hablábamos de cosas triviales, sin importancia. Hasta que derivó hacia la infidelidad, me estuvo mostrando la visión que tenía, pero tampoco logré averiguar si había sido infiel a Manuel ni si las historias de las malas lenguas eran ciertas… tampoco le conté las experiencias que desde hace un tiempo hemos tenido Anna y yo, no sabía hasta donde llegaba la confianza de las primas como para contarse tanto.

Al rato, salimos. Me estire al borde de la piscina mientras Candela se refrescaba con un vaso de agua de la nevera. Al regresar, se sentó a mi lado en posición de meditación, las piernas abiertas y cruzadas me daban una visión de todo su sexo con algo de cortitos bellos.

  • No sé de qué te sirve ese bañador… -resaltó señalado con la mirada mi paquete

Tenía razón, mi capullo asomaba por la izquierda, apuntando hacia ella. En vez de ajustarlo e intentar colocarlo lo mejor posible dentro de la tela, estiré aún más, dejando ver más tronco para goce de la prima Candela.

  • Se mira pero no se toca… se mira pero no se toca… -repetía Candela en voz baja mordiéndose el labio.

Se marchó de mi lado, creía que ahí acabaría todo. Pero regresó con un pequeño dildo.

  • Ni te muevas. No puedo tocar, pero sí me puedo tocar. –con voz medio furiosa

Se sentó en mi pecho, mi barbilla a medio palmo de su coño, con las piernas abiertas comenzó a introducirse el dildo muy lentamente, mientras con la otra mano tocaba mi cabeza, mi pelo, mi cara…

Su culo sobre mi pecho, se movía, veía tan cerca cómo se metía repetidamente el vibrador, mi cuello estaba mojado y mi polla incluso me dolía de la dureza que estaba soportando.

Retiró el vibrador a un lado, y con las dos manos apretó mi cabeza poniéndose encima de mi cara. Ahora estaba masturbándose con mi cara, apenas podía respirar, notaba los labios y los líquidos por toda mi cara, mis ojos… sacaba la lengua, la movía sin saber dónde lamía… unas fuertes sacudidas me trasmitían que estaba consiguiendo llegar al clímax, hasta bajar el ritmo y la fuerza contra la que me apretaba con su hinchado coño.

Se pegó una ducha y se marchó. Regresó con el bikini puesto. Llevábamos mucho tiempo en la piscina, y estoy seguro pensaba que mi novia y el primo Manuel llegarían en breves.

Me senté al borde de la piscina, todavía con mi polla dura y medio fuera del bañador. Ella dentro del agua, frente mío, bajó el bañador de un solo movimiento, dejándomelo en los tobillos.

Escupió un par de veces sobre mi polla antes de agarrarla y comenzar a jugar por toda ella. La movía, la retorcía, la estaba gozando… y yo más con todo lo que me estaba haciendo. Sentí como lentamente se la metía en la boca, su lengua abajo acariciaba mis huevos… se la tragó entera, menuda garganta tenía la mujer. Notaba como mi líquido brotaba dentro de mí, y como su saliva me inundaba la entrepierna.

  • Voy a… a correrme Candela… que bien lo... lo haces –lograba decir entre gemidos

Candela me miraba, sabía que quedaba poco tiempo para estallar dentro de su boca e intensifico el ritmo de la mamada, aceleró hasta hacerme estallar de placer… Mi leche brotó por mi polla hasta llegar a su garganta, se separó cuando ya no me dejó gota y abriendo la boca, me enseño su premio. Restregó un poco por la comisura de sus labios, tragándose el resto y jugando con sus dedos y labios con el resto que había dejado…

Menuda maravilla de mamada pensé… me arrastró hacia el agua, me subió el bañador mientras me abrazaba y lamía mi cuello con todavía algo de mi fugo. Fue un pequeño instante de erotismo post corrida, que se acabó pronto, salió rumbo a la cocina, dijo que teníamos cosas que hacer…

Preparamos la comida muy tranquilamente, no hay ninguna situación incómoda entre nosotros dos. Todo seguía igual, hablábamos sin darle más vuelta a lo que había sucedido minutos antes. Lo preparamos todo, la mesa, las bebidas… solo faltaban mi novia y su marido.

Aparecieron cuando ya estábamos preocupados, los malditos se habían entretenido en un bar del pueblo, bebiendo tinto de verano y se les había echado el tiempo encima… por suerte pensé.

La tarde del sábado la dedicamos a descansar, preparamos las maletas y dejarlo todo lista para emprender el regreso a Barcelona bien temprano al día siguiente. Por suerte yo aún disfrutaría de una semana más de vacaciones, aunque fuera solo, un amigo me dejó a cargo su pequeño piso de Sitges con piscina comunitaria por si quería pasarme, en cambio Anna volvía a la oficina el lunes con sobre aviso de hacer horas de más...